lunes, 12 de septiembre de 2016

LÍMITES DE LA ENCARNACIÓN


                CRUZ Y DISCIPLINA

"Y constriñeron a un cierto Simón Cirineo, padre de Alejandro y de Rufo, que por allí pasaba, viniendo del campo, a que llevase la cruz." — (Marcos, 15:21.)
Muchos estudiosos del Cristianismo combaten las recordaciones de la cruz, alegando que las reminiscencias del Calvario constituyen indebida cultura del sufrimiento.
Aseveran negativo el recuerdo del Maestro, en las horas de la crucifixión, entre malhechores vulgares.
Pero somos de aquellos que prefieren encarar todos los días de Cristo como gloriosas jornadas y todos sus minutos como divinas parcelas de su ministerio sagrado, ante las necesidades del alma humana.
Cada hora de la presencia de él, entre las criaturas, se reviste de particular belleza y el instante del madero afrentoso está repleto de majestad simbólica.
Varios discípulos tejen comentarios extensos, alrededor de la cruz del Señor, y acostumbran examinar con particularidades teóricas los maderos imaginarios que traen consigo.
Entretanto, solamente habrá tomado la cruz de redención que le compete aquél que ya alcanzó el poder de negarse a sí mismo, para seguir los pasos del Divino Maestro.
Mucha gente confunde disciplina con iluminación espiritual. Sólo después de habernos conformado con el yugo suave de Jesucristo, podemos alzar a los hombros la cruz que nos dotará de alas espirituales para la vida eterna.
Contra los argumentos, casi siempre ociosos, de los que aún no comprendieron la sublimidad de la cruz, veamos el ejemplo del Cirineo, en los momentos culminantes del Salvador. La cruz de Cristo fue la más bella del mundo, no obstante, el hombre que lo ayuda no lo hace por su propia voluntad, sino, atendiendo a un requerimiento irresistible. Y, aún hoy, la mayoría de los hombres aceptan las obligaciones inherentes a su deber, porque a eso son constreñidos.
Emmanuel/Chico Xavier
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EVOCACIÓN DE ESPÍRITUS INFERIORES

¿Hay inconveniente en evocar a Espíritus inferiores, y puede temerse, llamándoles, el ponerse bajo su dominio?

No dominan sino a los que se dejan dominar. El que está asistido por buenos Espíritus no tiene nada que temer; impone respeto a los Espíritus inferiores, pero éstos no se lo imponen a él. En el aislamiento los médiums, sobre todo los que empiezan, deben abstenerse de esta especie de evocaciones.

12. ¿Son necesarias algunas disposiciones particulares en las evocaciones?
La más esencial de todas las disposiciones es el recogimiento cuando se quiere comunicar con Espíritus formales.
Con la fe y el deseo del bien se tiene más poder para evocar a los Espíritus superiores. Elevando su alma por algunos instantes de recogimiento en el momento de la evocación, se identifica con los buenos Espíritus y les dispone a que vengan.
13. ¿Es necesaria la fe para las evocaciones?
La fe en Dios, sí, la fe para lo demás vendrá, si queréis el bien y tenéis el deseo de instruiros.
14. Los hombres reunidos en una comunión de pensamientos y de intenciones, ¿tienen más poder para evocar a los Espíritus?
Cuando todos están reunidos por la caridad y para el bien, obtienen grandes cosas. Nada es más nocivo para el resultado de las evocaciones que la divergencia de pensamientos.
15. La precaución de hacer la cadena, dándose la mano durante algunos minutos al empezar las reuniones, ¿es útil?
La cadena es un medio material que no pone la unión entre vosotros si ésta no existe en el pensamiento; lo que es más útil que lo demás es el unirse en un mismo pensamiento común llamando cada uno por su parte a los buenos Espíritus. Vosotros no sabéis todo lo que pudiera obtener una reunión formal de la que estuviera desterrado todo sentimiento de orgullo y de personalidad y en donde reinase un perfecto sentimiento de mutua cordialidad.
16. ¿Las evocaciones en días y horas fijas son preferidas?
Sí, y si es posible en el mismo lugar. Los Espíritus van allí más a gusto; el deseo constante que tenéis ayuda mucho a que vengan los Espíritus y se pongan en comunicación con vosotros.
Los Espíritus tienen sus ocupaciones que no pueden dejar de improviso por vuestra satisfacción personal. He dicho en el mismo lugar, pero no creáis que sea una obligación absoluta, porque los Espíritus vienen por todas partes; digo que un lugar destinado a esto es preferible porque el recogimiento es más perfecto.
17. Ciertos objetos, tales como medallas y talismanes,¿tienen la propiedad de atraer o rechazar a los Espíritus como algunos lo pretenden?
Esta cuestión es inútil, porque vosotros sabéis bien que la materia no tiene ninguna acción sobre los Espíritus. Estad bien seguros que un Espíritu bueno jamás aconseja semejantes
absurdos; la virtud de los talismanes de cualquier naturaleza que sean, jamás ha existido sino en la imaginación de las gentes crédulas.
18. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que dan citas en lugares lúgubres y en horas impropias?
Estos Espíritus se divierten a expensas de aquellos que les escuchan. Es siempre inútil y a menudo pernicioso el ceder a tales sugestiones; inútil porque no se gana absolutamente nada más que ser mixtificado; pernicioso, no por el mal que puedan hacer los Espíritus, sino por la influencia que esto puede ejercer sobre las imaginaciones débiles.
19. ¿Hay días y horas más propicias para las evocaciones?
Para los Espíritus esto es completamente indiferente, como todo lo que es material, y sería una superstición el creer en la influencia de los días y de las horas. Los momentos más propicios son aquellos en que el evocador puede estar menos distraído por
sus ocupaciones habituales, en que su cuerpo y su Espíritu están con más calma.
20. ¿La evocación es una cosa agradable o penosa para los Espíritus? ¿Vienen con gusto cuando se les llama?
Esto depende de su carácter y del motivo por que se les llama. Cuando el objeto es laudable y cuando el centro les es simpático, para ellos es una cosa agradable y atractiva; los Espíritus son siempre felices por la afección que se les tiene. Para algunos es una gran felicidad el comunicarse a los hombres y sufren por el abandono en que se les deja. Pero como he dicho ya, esto depende igualmente de su carácter; entre los Espíritus los hay también misántropos, que no les gusta que les estorben y cuyas respuestas indican su malhumor, sobre todo cuando son llamados por personas que les son indiferentes y por las cuales no se interesan. Muchas veces un Espíritu no tiene ningún objeto para venir al llamamiento de un desconocido que le es indiferente y casi siempre está movido por la curiosidad; si viene, generalmente hace cortas apariciones, a menos que no haya un
objeto formal e instructivo en la evocación.

Observación. – Hay personas que sólo evocan a sus parientes para preguntarles las cosas más vulgares de la vida material; por ejemplo, el uno para saber si alquilará o venderá su casa, el otro para conocer los beneficios que podrá sacar de su comercio, el paraje en que se ha escondido dinero, si tal negocio será o no ventajoso. Nuestros parientes de ultratumba se interesan por nosotros en razón a la afección que les tenemos. Si todo nuestro pensamiento se limita a creerles hechiceros, si sólo nos acordamos de ellos para pedirles indicios, no pueden tener por nosotros grande simpatía y no debe uno maravillarse si nos demuestran poca benevolencia.

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
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      LÍMITES DE LA ENCARNACIÓN
         Instrucciones de los Espíritus
24. "¿Cuáles son los límites de la encarnación?"
- Propiamente hablando, la encarnación no tiene límites bien marcados, si se
entiende por tal la envoltura que constituye el cuerpo del espíritu atendido que lamaterialidad de esta envoltura, disminuye a medida que el espíritu se purifica. En ciertos mundos más adelantados que la tierra, es menos compacta, menos pesada y menosgrosera, y por consiguiente, sujeta a menos vicisitudes; a un grado más elevado, es diáfana y casi fluídica; de grado en grado se  desmaterializa y acaba por confundirse con el periespíritu. Según el mundo en que debe vivir el espíritu, toma éste la envoltura apropiada a la naturaleza de aquel mundo.
El mismo periespíritu sufre transformaciones sucesivas; se hace cada vez más
etéreo hasta la completa depuración, que constituye la esencia de los espíritus puros. Si mundos especiales están afectos, como estaciones, a los espíritus muy adelantados, estos últimos no están sujetos a ellos como en los mundos inferiores; el estado libre en que se encuentran les permiten transportarse a todas las partes a que les llaman las misiones que les son confiadas.
Si se considera la encarnación desde el punto de vista material, como tiene lugar
en la tierra, se puede decir que está limitada a los mundos inferiores; por consiguiente,depende del espíritu desembarazarse de ella más pronto, trabajando para su purificación.
Debe también considerarse que en el estado errante, es decir, en el intervalo de
las existencias corporales, la situación del espíritu está en relación con la naturaleza del mundo al que le liga su grado de adelanto; así es que en la erraticidad, es más o menos feliz, libre e ilustrado, según esté más o menos desmaterializado (San Luis. París).

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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ACUSACIONES DE LA IGLESIA CONTRA EL ESPIRITISMO. 

Dios, que envió a Jesús para salvar a los hombres, probando de este modo su amor 
hacia sus criaturas, ¿las hubiera dejado sin protección? Sin ninguna duda, Cristo es el divino Mesías, enviado para enseñar a los hombres la verdad y mostrarles el buen camino. de sus hijos, no les e¡Pero sólo desde que él vino, contad el número de los que han podido oír su palabra de verdad! ¡Cuántos han muerto y cuántos morirán sin conocerla! Y entre los que la conocen, ¿cuántos son los que la ponen en práctica? ¿Por qué Dios, en su cuidado por la salvación nviaría otros mensajeros, que viniendo a la tierra, penetrando en los más humildes aposentos, dirigiéndose a los grandes y a los pequeños, a los sabios y a los ignorantes, a los incrédulos y a los creyentes, enseñaran la verdad a los que no la conocen, la hicieran comprender a los que no la comprenden, y suplieran con su enseñanza directa múltiple la insuficiencia de la propagación del Evangelio y apresuraran el advenimiento del reino de Dios? ¡Y cuando estos mensajeros llegan en masas innumerables, abriendo los ojos a los ciegos, convirtiendo a los impíos, curando a los enfermos, consolando a los afligidos, a ejemplo de Jesús, vosotros los rechazáis, y repudiáis el bien que hacen 
diciendo que son los demonios! Tal era también el lenguaje de los fariseos respecto de Jesús, porque ellos también decían que hacía el bien por el poder del diablo. ¿Qué les respondió? 
“Reconoced el árbol por su fruto. Un mal árbol no puede dar buenos frutos.” 
Pero para ellos, los frutos producidos por Jesús eran malos, porque venía a destruir los 
abusos y a proclamar la libertad que debía arruinar su autoridad. Si hubiera venido a lisonjear su orgullo, a sancionar sus prevaricaciones y a sostener su poder, hubiera sido a sus ojos el Mesías esperado por los judíos. Él estaba solo, era pobre y débil. Le hicieron perecer y creyeron matar su palabra. Pero su palabra era divina y le ha sobrevivido. Sin embargo, se ha propagado con lentitud, y después de 19 siglos,( hoy ya 21), apenas es conocida de la décima parte del género humano. Y cismas numerosos han estallado en el seno mismo de sus discípulos. Entonces Dios, en su misericordia, envía los espíritus a confirmarla, completarla, ponerla al alcance de todos y derramarla por toda la Tierra. Pero los espíritus no están encarnados en un solo hombre, cuya voz hubiera sido limitada. 
Son innumerables, van por todas partes y no se les puede coger. Y éste es el motivo de su 
enseñanza, que se extiende con la rapidez del relámpago. Hablan al corazón y a la razón. He aquí por qué los más humildes las comprenden. 

19. “¿No es indigno de los celestes mensajeros, decís vosotros, el transmitir sus 
instrucciones por un medio tan vulgar como es el de las mesas parlantes? ¿No es ultrajarles suponer que se divierten en trivialidades, dejando su brillante morada para ponerse a disposición del primero que los llama?” 
¿Jesús no dejó la morada de su Padre para nacer en un establo? Por otra parte, dónde habéis visto nunca que el Espiritismo atribuya las cosas triviales a los espíritus superiores? Por el contrario, dice que las cosas vulgares son producto de espíritus vulgares. Pero no porque sean vulgares han dejado de afectar las imaginaciones, sirviendo para probar la existencia del mundo espiritual y demostrando que este mundo es otra cosa distinta de lo que se creía. Esto en el principio era un medio sencillo como todo lo que empieza. Pero el árbol, aunque salido de un pequeño grano, no por eso, más tarde, ha dejado de extender muy lejos su ramaje. 
¿Quién hubiera creído que del miserable pesebre de Belén saldría un día la palabra que debía conmover al mundo? 
Cristo es el Mesías divino, esto es indudable. Su palabra es la verdad, también es muy 
cierto. La religión fundada sobre esta palabra será inquebrantable, esto es la realidad. Pero con la condición de que siga y practique su sublime doctrina y no haga de un Dios justo y bueno, tal como él nos lo reveló, un Dios parcial, vengativo y despiadado. 
- Allan Kardec-
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Da la impresión de que la violencia y la falta de visión dominan nuestro mundo. Tenemos que remar en armonía para renunciar al odio, la ira, el miedo y el orgullo. Tenemos que tener el valor de obrar bien. Tenemos que amarnos y respetarnos los unos a los otros, ver y apreciar la belleza y la dignidad innatas de todo el mundo, porque todos somos almas, todos tenemos la misma sustancia.” 
Brian Weiss
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  OBJETIVOS DE LA REENCARNACIÓN
Resulta obvio que el objetivo, a simple vista, de la reencarnación es la evolución del ser. Sin embargo nos pueden surgir muchas preguntas al respecto. ¿Evolución hacia dónde, de qué forma? ¿Cómo puede existir evolución sin saber lo que somos y hacia dónde vamos?
En el Libro de los Espíritus, en la pregunta número 132 las entidades espirituales aclaran: “Dios impone la encarnación con el propósito de alcanzar la perfección. Para unos constituye una expiación; para otros, una misión. Pero, para llegar a esa perfección deben sufrir todas las vicisitudes de la existencia corporal; en ello reside la expiación. La encarnación tiene asimismo otra finalidad, consistente en poner al Espíritu en condiciones de afrontar la parte que le cabe en la obra de la Creación…”
Si partimos de la base de que somos creados “sencillos e ignorantes”; está claro de que no podemos ser conscientes de nuestra realidad espiritual desde el primer momento.
Sólo a través de múltiples existencias e infinidad de experiencias podemos llegar, a partir de un determinado momento, a entender poco a poco nuestra realidad espiritual. Es, por utilizar un ejemplo, como el ciego que después de muchísimos años de obscuridad recobra la vista, no obstante, necesita un periodo de adaptación a la luz y a la claridad, puesto que si viera de golpe le cegaría y le causaría un perjuicio grave. O también como la semilla que despierta en su nuevo hábitat, y en donde la madre naturaleza le proporciona todos los elementos necesarios para desarrollarse lentamente, crecer y madurar.
Es del mismo modo cómo se comporta la evolución y el progreso con nosotros. Por tanto, es imperativo reencarnar desde el momento en que somos creados, vivir múltiples experiencias programadas por lo Alto para el desarrollo de nuestras potencialidades latentes; es decir, la inteligencia, la bondad, la tolerancia, la paciencia, el amor, etc.
Al mismo tiempo, y como apuntábamos en el extracto del Libro de los Espíritus anterior: “Colaborar en la obra de la Creación”. ¿De qué modo?, realizando una tarea, una misión asignada por Dios, proporcional a sus capacidades y aptitudes. “De modo que, cooperando a la obra general, progresa él mismo”.
Como es lógico, no se le puede asignar una misión de gran relevancia a quien no tiene un desarrollo espiritual, moral y de experiencia suficiente para acometerla. Dios nunca se pilla los dedos, como vulgarmente se suele decir. Las misiones importantes se calibran en función al grado de dificultad a superar y al beneficio que puede reportar a la humanidad, y  se asignan a aquellos que han demostrado valía, además de espíritu de renuncia y sacrificio en anteriores existencias.
Podemos afirmar que todas las existencias, por muy sencillas o miserables que sean cumplen con una finalidad superior. Desde el momento en que venimos al mundo y nos relacionamos con otras personas, ya cumplimos con una tarea concreta. La vida social y la convivencia en nuestras sociedades humanas tienen el objetivo de crecimiento y desarrollo espiritual.
Hemos evolucionado en inteligencia. El desarrollo tecnológico y los avances científicos han aumentado la calidad de vida y las posibilidades de crecimiento intelectual y cultural, pero por desgracia el avance moral no le ha seguido los pasos. Permanecemos una mayoría, con un atraso ético-moral, ante la falta de claridad espiritual que nos marque un rumbo. El predominio del materialismo, las pasiones, nos crean un escenario complejo, lleno de dificultades que complican extraordinariamente la consecución de unos objetivos superiores. No obstante, la programación divina prevé este tipo de situaciones y actúa sabiamente para reconducirnos hacia el camino correcto.
Las leyes divinas actúan en todo momento para corregir y equilibrar, como es el caso de la ley de causa y efecto, que consiste básicamente en recoger lo que hemos sembrado; o dicho de otro modo, lo que le hacemos a los demás nos vuelve para que tomemos conciencia exacta, tanto de lo bueno como de lo malo. Esta circunstancia nos sensibiliza y nos promueve a la empatía, hacia una percepción de la vida desde la unión, la solidaridad de todos los seres, en comunión con Dios Padre. También el dolor nos reorienta, nos frena de la posible espiral de despropósitos, nos rescata del pozo sin fondo de los errores que retardan gravemente el progreso.
La mecánica sería más o menos la siguiente. El espíritu errante fuera de los lazos de la materia percibe, cuando ya está medianamente evolucionado, lo que le falta para progresar y subir de nivel espiritual. Estudia sus existencias anteriores, comprende sus pasiones, sus defectos, sus carencias. Los espíritus guías, que le acompañan en todo momento, le orientan, le animan, le indican siempre con el consentimiento de la Sabiduría Superior la línea de trabajo que más se ajusta a sus necesidades y características. A partir de ese momento se planifican las diferentes existencias para el desarrollo de un plan de trabajo. Conscientes de su inferioridad y de los fracasos del pasado y con la intención de no complicar el progreso y al mismo tiempo rescatar deudas pretéritas, se programan ciclos de siete existencias para el desarrollo del trabajo planificado, distribuido en esos siete periodos que le deben de llevar a la conquista de, por ejemplo, la paciencia, o la inteligencia, o la solidaridad para combatir el egoísmo, etc., dependiendo de cada caso y necesidad.
Como podemos ver, desde el punto de vista espiritual esta todo meridianamente claro, no obstante, debido al atraso evolutivo de nuestro planeta y sus pobladores, al encarnar muy pronto nos dejamos seducir por la materia, las ilusiones de la vida material nos atraen rápidamente y nos hacen olvidar las propuestas y finalidad de la vida. La voz de la conciencia y nuestros guías redoblan los esfuerzos en contacto con ambientes, a veces, muy groseros para recordarnos un camino, un trabajo, una preparación lista para ejecutar con trabajo y esfuerzo pero que, para ello es necesario un mínimo de claridad y sobre todo de voluntad, buena voluntad.
Por desgracia, las religiones actuales tampoco ayudan demasiado. Muy útiles en el pasado, para la mentalidad quizás de otra época, se sienten incapaces, anquilosadas en un pasado que nada tiene que ver con la realidad actual, para ayudar a descubrir la realidad del ser. Siguen instaladas en sus construcciones utópicas, poco creíbles y razonables que lo único que consiguen es aumentar la nómina de escépticos y de materialistas.
La falta de conocimiento respecto a la reencarnación, sobre todo en Occidente,  también supone un enorme perjuicio puesto que nos dificulta la comprensión de la realidad de la vida. Consecuencia de ello son los dichos populares: “Sólo se vive una vez”, “el sufrimiento es para los amargados”, “la vida son cuatro días, disfrútala”, “Dios lo perdona todo y no nos condena”, etc., nos ofrecen una visión materialista e inmediatista de la existencia, al carecer de una perspectiva que nos haga comprender el sentido justo y proporcional de las vicisitudes actuales.
Por lo tanto, y en conclusión, el objetivo principal de la reencarnación es el progreso. Venimos al mundo para progresar, no sólo intelectualmente sino también en el aspecto moral, de ese modo conseguimos disminuir los sufrimientos al cometer menos errores. Por el contrario, el bien que hacemos nos reporta satisfacción, eleva la autoestima y nos hace más felices, impermeabilizándonos de las amarguras, vacíos interiores y estados emocionales negativos.
El Maestro Jesús, que habló claramente de la reencarnación aunque fueron excluidas sus palabras o tergiversadas interesadamente de los escritos oficiales, marcó un rumbo preclaro, el camino del amor como guía indispensable para salir del atolladero de la ignorancia y de la inferioridad, elevando al espíritu hacia cotas inimaginables, despojándose del hombre viejo para revestirse del hombre lúcido, consciente de hacia dónde va, ante la seguridad de la meta final.

José M. Meseguer-2015,Amor, paz y caridad
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