miércoles, 26 de octubre de 2016

LA QUEJA Y EL PERDÓN



                                                                     
                                                                         

                         EL ESPÍRITA Y LA CULTURA

El espírita tiene el deber de instruirse, de integrarse en la cultura de su tiempo. Es Espíritu de la Verdad nos enseñó un nuevo mandamiento, al declarar: Espíritas, amaros, es la primera enseñanza; instruiros, es la segunda. Kardec a su vez, nos enseña que el Espiritismo se relaciona con todas las ciencias, y que  solo le fue posible aparecer después que ellas se desarrollaron en el mundo.

La antígua ley, la del Viejo Testamento, era la ley de la justicia, dura y fría como la espada. Por eso la Bíblia está llena de matanzas, ordenadas por los propios profetas. La ley renovadora de Cristo, que modificó el mundo, todavía hoy continúa continúa transformando nuestros corazones endurecidos, era la ley del amor. La nueva ley que nos vino con la Nueva Revelación, con el Espiritismo, es la ley de la instrucción, ¿Pues no es el Espiritismo nuestro gran instructor, aquel que nos recuerda las enseñanzas evangélicas, que nos las explica, que nos enseña de donde venimos, para donde vamos y por qué estamos en la Tierra?.¿No es el Espiritismo el que nos consuela en nuestros dolores y en nuestros desesperos, no por vaga promesa, sino por el conocimiento de nuestro destino ?

La enseñanza del Espíritu de la Verdad,a la que nos referimos, está en el capítulo "El Cristo Consolador" de El Evangelio según el Espiritismo. La enseñanza de Allan Kardec sobre la relación del Espiritismo con la ciencia, está en el primer capítulo de "La Génesis". Aconsejamos la lectura de ambos. Justamente con este capítulo, para mejor y más amplia comprensión del problema. Porque hay espíritus que todavía no comprendieron casi nada del Espiritismo y a pesar en él, encontrarse hace veinte, treinta o más años, continúan pensando que no necesitan instruirse. "Para mi, basta la fe"- nos decía uno de ests hermanos, que cerraba los ojos ante la luz de la Nueva Revelación.

La fe, como todos sabemos, es una necesidad. Un hombre sin fe es una criatura inútil. En eso también Kardec tiene mucho para enseñarnos, mostrándonos que existe la fe humana y la fe divina. Los propios descreyentes deben de tener fe en alguna cosa, si quieren ser útiles. Pero no podemos olvidar que la fe espírita no es ciega, no es impuesta por los otros, no debe prevalecer a pesar del absurdo en que por casualidad  pueda apoyarse. No nada de eso. La fe espírita, como la definió Kardec, es la fe razonada, o sea, la fe iluminada por la razón. ¿Y de qué luces dispondrá la razón para con ella iluminar la fe, si no tenemos instrucción?. La luz natural, apenas, es insuficiente para enfrentar los numerosos  y complejos   problemas que la descreencia ilustrada de nuestro tiempo, levanta sin cesar contra el Espiritismo y contra todas las formas de fe.

Claro que el espíritu no precisa tornarse un sabio. Sería bueno que todos pudiesen serlo, pero eso es imposible y sería contrario a la propia ley de evolución. Cada uno de nosotros tiene ya su rumbo evolutivo a seguir, en la fase en que nos encontramos. Pro si el espírita n precisa ser sabio, tampoco debe ser ignorante. ¿ Cómo va él a mantener su fe y con ella auxiliar a los que  sufren la ceguera del ateísmo, del materialismo, o de la simple duda?. Con artículos de fe, nadie convence más a nadie de la verdad espiritual. Estamos en la edad de la razón, en la fase racional de la evolución humana. -tenemos que cimentar nuestra fe en el conocimiento, si queremos que ella sea una luz para todos, y no apenas una lamparita de uso particular.

Así vemos que el mandamiento del Espíritu de la Verdad: "INSTRUIROS", está directamente ligado al mandamiento de Cristo: "AMAROS". Pues, si nos amamos, es natural que deseamos la salvación de la fe para todos y consecuentemente no podemos cerrarnos en nuestra cómoda ignorancia, en esa beatitud de la ignorancia, que caracterizó a tantos beatos del pasado. No hay  lugar para beatos en el Espiritismo. Ls que en él quieran permanecer deberán instruirse, liberándose de sus falsas ideas, de sus conceptos anticuados, de sus errores. Sin instrucción no podemos cumplir el mandamiento de amor al prójimo y del amor a Dios. ¿Pues, cómo amar a Dios sin comprenderlo, sin tener idea de su grandeza y de su naturaleza inteligente?. ¿Y cómo amar al prójimo sin ayudarle a instruirse, a esclarecerse, a liberarse de las supersticiones, de las mentiras, de los falsos juicios?.

Todo espírita puede y debe instruirse. Cada cosa viene a su tiempo y, por tanto, de acuerdo con su época. En la antigüedad bíblica, los medios de instrucción eran casi nulos y los conocimientos muy reducidos. Dios nos mandó entonces la fría ley de la justicia y por ella el profeta Elías hizo pasar a filo de espada a los sacerdotes enemigos. En el tiempo de Jesús, en un mundo más evolucionado, en el que el hombre se beneficiaba con mayor conocimiento y una más amplia comprensión de las cosas, Dios ns mandó la ley ardiente del amor, y los apóstoles la enseñaron a todos los pueblos, dando su sudor, su sangre y su vida por amor a todos. En los tiempos actuales, después del llamado Siglo de Oro de las ciencias, que fue el siglo XVIII, Dioso nos manda la ley de la instrucción, y ls espíritas deben cumplirla, para ayudar a la Tierra a subir en la Escala de los Mundos. Hoy, la instrucción se difunde en la Tierra por todos los medios y el espírita, exclusivamente no se instruirá si no quiere.

Es evidente que cada cual tiene su propia medida. Unos podrán instruirse más, otros menos. Unos tendrán mayores posibilidades y llegarán hasta las cátedras de la sabiduría mundana, para iluminarlas con la sabiduría divina del Espiritismo. Otros dispondrán de pequeñas posibilidades y aprenderán lo suficiente para enseñar a los que saben menos. Las instituciones espíritas, por una vez, deben convertirse en verdaderas casas de instrucción, no solamente evangélica y doctrinaria, sino de cultura general. Los Centros pueden mantener escuelas superiores y fundar Universidades. Porque la Universidad Espírita es la nueva luz que debe lucir el mundo de la cultura.

Muchos dicen que no debemos de crear una especie de cultura aislada, a través de escuelas que separen los espíritas de los demás. Pero la escuela espírita no será ni podrá ser sectaria. Será la escuela de todos, ofreciendo a todos la nueva cultura que el Espiritismo viene a implantar en la Tierra. Las escuelas del mundo, como sabemos, enseñan el materialismo, al lado del dogmatismo religioso. Difunden conocimientos y supersticiones en mezcolanza, sembrando el ateísmo. ¿ A esa cultura que lleva la ceguera espiritual es en la que los espíritas deben confiar a sus hijos y a las generaciones futuras?. No. Es deber de los espíritas como fue deber de los judíos en su tiempo y deber de los cristianos en su tiempo, crear una nueva modalidad de instrucción y preparar el mundo para una nueva cultura. Y eso solo puede ser realizado a través de la escuela espírita, que no desvirtuará el conocimiento humano en favor del materialismo o del dogmatismo religioso, pero l iluminará con la verdadera luz del conocimiento espiritual.
  La enorme facilidad de difusión de la cultura, que caracteriza a nuestro tiempo, puede ser un medio de envenenar y pervertir generaciones, como aconteció en varios paises, llevados a la deshumanización y a la brutalidad, delante de nuestros ojos, o puede ser un medio de esclarecer y orientar generaciones, como hace el Espiritismo con los que se  le aproximan. ¿Tendremos derecho de dejar que se procese el envenenamiento colectivo?. No. puesto que tenemos en nuestras manos el tesoro de la cultura espírita y es nuestro deber de amor y fraternidad distribuirlos a todos.

En conclusión:
  El espírita no tiene el derecho de acomodarse en la butaca de la fe ingenua y simplista: su deber es estudiar y esclarecerse en cuanto a los principios de su propia doctrina; la fe razonada exige el desarrollo de las potencialidades de la razón, lo que solo puede ser hecho por medio de la instrucción; para amar y auxiliar al prójimo, el espírita no se puede estacionar en la ignorancia:precisa aprender, adquirir conocimientos, instruirse.

(Art. procedente de la Revista Fraternidad Cristiana Espírita nº 8, de abril de 1987)

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                                                               Albino Teixeira
                         VOTO ESPIRITA

El espirita es alguien que asegura a sí mismo ser efectivamente:

tan confiado en las Leyes Divinas que jamás se confía a la desesperación, por más agudo que le sea el sufrimiento; 
tan optimista que nunca pierde el coraje, en las dificultades por las que se ve enfrentado, aguardando lo mejor y haciendo lo mejor que puede en las
actividades de cada día;

 tan diligente que jamás abandona el trabajo, aun cuando ganancias o pérdidas lo induzcan a eso; 
tan comprensivo que fácilmente descubre los medios de justificar las faltas del prójimo; 
tan firme en los ideales edificantes que, en ninguna circunstancia,sorprende motivos para caer en el desánimo; 
tan sereno que no se aparta de la paciencia, sean cuales fueren los sucesos desagradables; 
tan conocedor de sus propias flaquezas que no encuentra oportunidad o inclinación para registrar las flaquezas de los demás; 
tan estudioso que no pierde la mínima ocasión para la adquisición de nuevos conocimientos;
 tan realista que no alimenta ninguna ilusión a su propio respeto, aceptándose hoy imperfecto o desajustado, como tal vez sea, pero siempre haciendo el esfuerzo máximo para ser mañana como debe ser;
 tan entusiasmado ante la Creación y la Vida Eterna que jamás permite vengan dificultades o pruebas a solaparle la alegría de vivir u oscurecerle el don de servir.
El espirita, en fin es alguien consciente de que Dios está al lado de todos,pero él procura afirmarse, sentir, pensar y actuar incesantemente, al lado de Dios.

Albino Teixeira
Francisco Candido Xavier.(Psicografía)


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LA QUEJA Y EL PERDÓN
Mercedes Cruz Reyes

La  vida muchas veces resulta difícil, comprender al hermano a veces es un imposible, porque variamos de forma de pensar, y las cosas escapan muchas veces de nuestro criterio normal de ver la vida.
La queja es algo, que a veces cansa, sobre todo cuando está en boca de un alma obsesionada, que  no le importa repetir una y otra vez la misma cosa.  Perdonar a veces nos resulta imposible, y decirle a veces a la otra persona el mal que nos está haciendo, también a veces no podemos hacerlo, porque dejaríamos al descubierto, nuestras debilidades, nuestros celos, nuestras envidias, y lejos de trabajar en nosotros para superar esas debilidades, nos dedicamos a hacer daño con nuestra lengua, que se vuelve maliciosa,  y venenosa.
Lejos de construir, el bien en nuestro corazón, creamos el mal ajeno que se vuelve contra nosotros, pasando momentos de  desesperación y desasosiego, porque ellos siguen y  nosotros parece que nos quedamos detrás.  Y efectivamente es así, porque cada vida es un mundo y nosotros tenemos el nuestro, que en nada se asemeja al de ellos, por lo tanto, no podemos comprender sus acciones, su vida, porque es eso su vida y seguramente en nada coincide con la nuestra, ni tampoco en la forma que tenemos de ver las cosas.
La verdad es siempre la misma, pero la forma de verla y adaptarla difiere mucho de una persona a otra, es por eso que si ellos actúan de una forma que a nosotros no nos parece bien, es porque tienen su razones, y como nosotros no las sabemos, nos ponemos a criticarles, a censurarles y eso nos enferma, y damos paso a la crítica, a las asperezas que malogran a veces la mejor relación. No permitas eso en tu vida, hay que estar ocupado en la vida de uno mismo, para trabajar en nosotros y no en los otros, porque ellos tienen su trabajo, solo si es para ayudarles, debemos a veces intervenir, pero nunca para destruir, u opinar sobre cosas que desconocemos, solo porque nos ha parecido, a veces lo que nos parece, está muy lejos de la realidad.
La maldad es una enfermedad cruel. La falta de compasión enloquece y degrada mientras que el perdón cura y santifica. Felices son los que perdonan, porque se liberan de las pasiones y obtienen paz todo el que agrede, con o sin motivo, sé agrede a sí mismo.
No debemos provocar a nadie, ni lastimar debemos silenciar las ofensas y distribuir la misericordia en todas partes y a todos aquellos con quienes convivimos. No debemos provocar a nadie, ni lastimar debemos silenciar las ofensas y distribuir la misericordia en todas partes y a todos aquellos con quienes convivimos. Solo debemos decir aquello que el corazón puede testificar mediante actos sinceros.
Si un compañero nos parece insoportable es posible que también algunas veces seamos considerados así, tenemos que perdonar a los adversarios, trabajar por el bien de nuestros enemigos.
El perdón no excluye la necesidad de la vigilancia, como el amor no prescinde de la verdad. La paz es un patrimonio que está obligado a defender, para trabajar bien en el servicio divino.
Si queremos vengarnos que sea por medio de buenas acciones. El bien hecho a quien nos ofende desarma a nuestro enemigo. Su odio se cambia en asombro, y su asombro en admiración.
“Siempre que tengas una queja contra alguien, no la formules hasta que hayan pasado dos días o tres, cuando tu corazón este sereno y tranquilo, y la pasión  haya desaparecido,  pues cuando estamos dominados por la ira, el coraje y la decepción, somos despiadados y obramos con menos sentido común.  

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 LAS HERIDAS MÁS PROFUNDAS

                          
Las heridas más profundas no las hacen los cuchillos afilados 

Las heridas más profundas no las hacen los cuchillos. Las hacen las palabras, las mentiras, las ausencias y las falsedades. Son heridas que no se ven en la piel, pero que duelen, que sangran, porque están hechas de lágrimas tristes, de esas que se derraman en privado y en callada amargura… 

Quien ha sido herido navega durante un tiempo a la deriva. Más tarde, cuando el tiempo cose un poco esas fracturas, la persona se da cuenta de algo. Percibe que ha cambiado, aún se siente vulnerable, y a veces comete el peor error posible: crear una férrea barrera de autoprotección. En ella, clava la desconfianza, a instantes el filo de la rabia e incluso la alambrada del rencor. Mecanismos de defensa con los que evitar ser lastimados una vez más. 

Ahora bien, nadie puede vivir eternamente a la defensiva. No podemos convertirnos en inquilinos de las bahías de nuestras soledades, en expatriados de la felicidad. Gestionar el sufrimiento es una labor descarnada y concienzuda, que como diría Jung, requiere reencontrarnos con nuestra propia sombra para recuperar la autoestima. 

Propiciar de nuevo esa unión es algo que nadie podrá llevarlo a cabo por nosotros. Es un acto de delicada soledad que haremos casi a modo de iniciación. Solo quien logra enfrentarse al demonio de sus traumas con valentía y decisión consigue salir airoso de ese bosque de espinas envenenadas. Aunque eso sí, la persona que emerge de este escenario hostil ya no volverá a ser la misma. 

Será más fuerte. 

El bálsamo del alma herida es el equilibrio. Es poder dar el paso hacia la aceptación para liberar todo lo que pesa, todo lo que duele. Es cambiar esa piel frágil y herida por una más dura y más hermosa que arrope ese corazón cansado de pasar frío. Ahora bien, hay que tener en cuenta que existen muchas raíces subterráneas que siguen alimentando la raíz del dolor. Ramificaciones que lejos de drenar la herida, la alimentan. 

Odiar nuestra vulnerabilidad es, por ejemplo, uno de esos nutrientes. Hay quien la niega, quien reacciona frente a esta aparente debilidad. Vivimos en una sociedad que nos prohíbe ser vulnerables. 

Sin embargo, un bálsamo para la mente herida es aceptar sus partes más frágiles, sabiéndonos heridos pero merecedores de encontrar la tranquilidad, la felicidad. Lo importante es querernos lo suficiente para aceptar esas partes rotas sin rencores. Sin convertirnos en renegados del afecto propio y ajeno. 

Otra raíz que alimenta nuestra mente herida es la carcoma del resentimiento. Lo creamos o no esta emoción tiende a “intoxicar” nuestro cerebro hasta el punto de cambiar nuestros esquemas de pensamiento. El rencor prolongado cambia nuestra visión de la vida y de las personas. Nadie puede hallar bálsamo alguno en el interior de esta jaula personal. 

Esas heridas profundas e invisibles habitarán para siempre en lo más hondo de nuestro ser. Sin embargo, tenemos dos opciones. La primera es ser cautivos del dolor eternamente. La segunda, es quitarnos la coraza para aceptar y sentir la propia vulnerabilidad. Solo así, llegará la fortaleza, el aprendizaje y ese paso liberador hacia el futuro. 
Todos estamos un poco rotos, pero todos somos valientes 

Todos arrastramos nuestras partes rotas. Nuestras piezas perdidas en esos rompecabezas que no llegaron a completarse. Una infancia traumática, una relación afectiva dolorosa, la pérdida de un ser querido… Día a día nos cruzamos los unos con los otros sin percibir esas heridas invisibles. Las batallas personales que cada uno ha librado perfilan lo que somos ahora. Hacerlo con valentía y dignidad, nos ennoblece. Nos hace ante nuestros ojos, criaturas mucho más hermosas. 

Hemos de ser capaces de reencontrarnos. Los rincones quebrados de nuestro interior nos alejan por completo de ese esqueleto interno donde se sustentaba nuestra identidad. Nuestra valía, nuestro autoconcepto. Somos como almas difuminadas que no se reconocen al espejo o que se convencen a sí mismas de que ya no merecen amar o ser amadas de nuevo. 

En japonés existe una expresión, “Arigato zaishö”, que se traduce literalmente como “gracias ilusión”. Sin embargo, durante mucho tiempo se le ha dado otra connotación realmente interesante dentro del crecimiento personal. Nos demuestra la sutil capacidad que tiene el ser humano de transformar el sufrimiento, los rencores y las amarguras en aprendizaje. 

Abramos los ojos desde el interior, para ilusionarnos de nuevo. Porque centrarnos en la tortura que generan esas heridas nos aleja por completo de la oportunidad de adquirir conocimiento y perspicacia. 

Para lograrlo, hemos de ser capaces de evitar que nuestros pensamientos se conviertan en ese martillo que, una y otra vez, golpea el mismo clavo. Poco a poco el agujero será más grande. 

Frenar los pensamientos recurrentes de angustia, rencor o culpa es sin duda el primer paso. Asimismo, es conveniente también focalizar toda nuestra atención en el mañana. 

Cuando nos encontramos en esa habitación oscura donde solo nos acompaña la amargura y el rencor, las perspectivas de un futuro se apagan, no existen. Hemos de acostumbrarnos poco a poco a luz. A la claridad del día, a generar nuevas ilusiones, nuevos proyectos. 

Es posible que a lo largo de la vida nos hayan “enterrado” con el velo del dolor que generan esas heridas invisibles. No obstante, recuerda, somos semillas. Somos capaces de germinar aún en las situaciones más adversas .

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 CARIDAD PARA CON LOS CRIMINALES
PROBLEMA MORAL
" Un hombre está en peligro de muerte. Para salvarlo es preciso arriesgar la vida. Se sabe, sin embargo, que aquél es un malhechor y que si fuese salvado, podría cometer nuevos crímenes. ¿A pesar de eso debemos arriesgarnos para salvarlo?"
La respuesta que sigue fue obtenida en la Sociedad Espírita de París, el 7 de febrero de 1862, por el médium Sr. A. Didier :
Es una cuestión muy grave que se puede presentar naturalmente al Espíritu. Responderé de acuerdo con mi adelantamiento moral, puesto que se trata de saber si se debe exponer la vida, incluso por un malhechor.
La dedicación es ciega. La gente socorre a un enemigo personal, luego, debe socorrer a un enemigo de la Sociedad, esto es, un malhechor. ¿Crees entonces, que es solo de la muerte que la gente sustrae a aquel infeliz?. Tal vez sea de su vida pasada entera.
Pensad en esto: En esos rápidos instantes que le sustraen los últimos minutos de la vida, el hombre perdido revista su vida pasada, o antes, ella se yergue ante su frente. Tal vez la muerte llegue muy pronto para él, y la reencarnación tal vez sea terrible. ¡ Atraédlo ,hombres esclarecidos por la Ciencia Espírita !.     ¡ Atraédlo, arrancarlo de su condenación y tal vez entonces, aquel hombre que tal vez muriese blasfemando contra vosotros, se lance en vuestros brazos. Con todo, no preguntéis si lo hará o no: ¡ lanzaros vosotros, porque salvándolo obedeceréis a esa voz del corazón que os dice: ¡ "Tu puedes salvarlo; sálvalo !"
LAMMENAIS  (1)
OBSERVACIÓN: Por singular coincidencia, recibimos, hace algunos días la siguiente comunicación, dada en el grupo espírita del Havre, tratando mas  menos del mismo asunto.
Nos escriben que después de una conversación al respecto del asesino Dumollard, el Espíritu de (2) Santa Isabel de Francia, que ya había dado varios mensajes, se presentó espontáneamente y dictó lo siguiente:
(3) "La verdadera caridad es una de las más sublimes enseñanzas dadas por Dios al mundo. Debe existir entre los verdaderos discípulos de su doctrina, una fraternidad completa. Vosotros debéis amar a los infelices, a los criminales, son criaturas de Dios, a las que el perdón y la misericordia le serán concedidos si se arrepienten, como a vosotros mismos por  las faltas que cometiereis contra su ley. Pensad que sois más reprensibles y más culpables que aquellos a quien negáis el perdón y la conmiseración, pues muchas veces ellos no conocen a Dios  como lo conocéis y les será pedido menos que a vosotros.
No juzguéis. ¡ Oh ! no juzguéis, mis queridas amigas, porque el enjuiciamiento que hiciereis os será aplicado aun más severamente, y necesitáis de la indulgencia para los pecados que incesantemente cometéis. ¿ No sabéis que hay muchas acciones que son crímenes ante los ojos de Dios, de pureza y que el mundo ni considera faltas leves?
La verdadera caridad no consiste solo en la limosna que dais, ni tampoco en las palabras de consuelo con que las acompañáis. No. No es solamente eso lo que Dios exige de vosotros. La caridad sublime enseñada por Jesús Cristo también consiste en la benevolencia concedida siempre y en todas las cosas a vuestro prójimo. Podéis aun, ejercer esa virtud sublime para con muchas criaturas que no necesitan de limosna sino de palabras amorosas y consoladoras que les darán coraje y las conducirán al Señor.
Los tiempos están próximos, y aun os digo, en los cuales reinará la gran fraternidad en este globo. La ley de Cristo es la que regirá a los hombres. Solo ella será el freno y la esperanza, y conducirá a las almas a las moradas de la bienaventuranza.
Amaros pues, como hijos de un mismo padre. No hagáis diferencia entre los otros infelices, porque Dios quiere que todos sean iguales. Así, a nadie despreciéis. Dios permite que grandes criminales estén en vuestro medio, a fin de que os sirvan de enseñanza. En breve, cuando los hombres sean conducidos por las verdaderas leyes de Dios, no habrá más necesidad de esas enseñanzas, y todos los Espíritus impuros y rebeldes, serán arrojados a mundos inferiores, en armonía con sus inclinaciones.
A esos de quienes os hablo, debéis el auxilio de vuestras oraciones: es la verdadera caridad. No se debe decir de un criminal: "Es un miserable; se debe librar de su presencia la Tierra; la muerte que le inflinjan es muy suave para un ser de su especie". NO. No es así como debéis hablar. Mirad a vuestro modelo Jesús. ¿ Qué decía él al ver un malhechor a su lado?. Él lo lamentaba; lo consideraba un enfermo muy infeliz que le extendía la mano. En realidad, tal no podéis hacer, pero al menos podéis orar por ese infeliz y asistir a su Espíritu en los momentos que aun debe pasar en la Tierra. El arrepentimiento puede tocar su corazón si oráis con fe. Él es vuestro prójimo, tanto como el mejor de ls hombres. Su alma díscola y rebelde, fue creada como la vuestra, a imagen de Dios perfecto. Así, orad por él. No lo juzguéis, pues no lo debeis juzgar. Sólo Dios lo juzgará.
ELISABETH DE FRANCIA
ALLAN KARDEC
 (1) Esta disertación fue insertada en el Evangelio según el Espiritismo, capítulo XI, item 15, con el subtítulo “Se debe exponer la vida por un malhechor?”
[2] Su nombre era Elisabeth-Philippine-Marie-Helène. Nació en el palacio de Versailles em 1764, habiendo sido la última hija del Delfim Louis y de Marie Josephine de Saxe y, por tanto, hermana de Luís XVI. Quedó huérfana a los tres años de edad. Subiendo al trono, Luís XVI le dio el Castillo de Montreuil, pero vivió siempre junto al rey, sobre el qual ejerció una influencia benéfica. Rechazó casarse con el Infante de España y con el Duque de Aosta. Foe apresada con la familia real. Despois de la ejecución de su cuñada, la reina Maria Antonieta, cuidaba de la sobrina. Separada de esta, fue encerrada en la Conciergerie, llevada al tribunal revolucionário el 9 de mayo de 1794 y decapitada al día seguiente.
 (3) Disertación incluida en el Evangelio según el Espiritismo, capítulo XI, item 14, con el título “Caridad para con los criminales.”
Revista Espírita 1862 » Marzo » Enseñanzas y disertaciones espíritas
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