jueves, 8 de diciembre de 2016

¿ Fin del mundo ?


   
TÉCNICA DE ADOCTRINAMIENTO

La población de la erraticidad inferior es poco diferente de la población terrestre.
Emigrantes de esas regiones ,que son todos los hombres,llevan,cuando se adentran en la materia,los sentimientos que les eran habituales.Partiendo,a la hora del retorno,conservan las tendencias,especialmente aquellas de las cuales no se lograron liberar. 
Tumulto,perturbación,pasiones desenfrenadas,agresiones y violencia,desvaríos de diversas naturalezas ,caracterizan al mundo agitado de las cercanías terrenales.
Dialogar con esos compañeros que piden espacio,a través de la mediumnidad,en propuestas esclarecedoras,es el arte de comprender,psicológicamente,el dolor de los enfermos que ignoran la enfermedad en la cual se debaten.
No será mediante los discursos de elocuencia formal,ni a través de ridículos sentimentalismos inoperantes,pero si,haciendo uso de la palabra oportuna y concisa semejante a un bisturí,que opere con rapidez,es que podremos preparar el campo para una terapia de largo curso.
No tengamos la pretensión de erradicar,de ésta manera,en un breve espacio de tiempo,los fenómenos que se detienen arraigados en la personalidad delincuente de los comunicantes en sufrimiento.
Debemos esperar la oportunidad de poder indicarles el rumbo,despertándolos hacia una visión mas alta y optimista de la vida,por medio de cuyos recursos,los que,en verdad,estén realmente interesados por el propio progreso,tomarán la directriz y marcharan hacia el futuro de la eternidad.


Aportado por Lídia Gómez-

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 ¿Fin del mundo?;¿Cambio de ciclo evolutivo?¿ Catástrofes?....

¿Qué nos dice al respecto la Doctrina Espírita? El Espiritismo está de acuerdo no solo con las profecías Mayas, sino muchas otras que en ese ambiente, se explotan relacionadas a las transformaciones por las cuales la tierra está pasando para entrar en una Nueva Era, ya que por lo visto están en conformidad con lo que enseña la Doctrina Espirita al respecto de la Transición Planetaria. El Espiritismo en la obra de Allan Kardec “El Génesis Milagros y Predicciones Según el Espiritismo”, nos habla sobre la época actual de transición por la que la tierra está pasando pero esta no se trata de un fin físico de nuestro planeta, sino del surgimiento de una Nueva Era, cuando la tierra pasará, en la escala de los mundos habitados, de mundo de expiación y pruebas (segunda categoría), a mundo de regeneración (tercera categoría) lo que aparentemente sucederá de una manera gradual. 
 Nuestro planeta, así como todo lo que existe, está sujeto a la ley del progreso; progresa físicamente por la transformación de los elementos que lo componen y, moralmente, por la depuración de los Espíritus encarnados y desencarnados que lo pueblan. Estos dos progresos se relacionan y avanzan paralelamente, puesto que la perfección de la habitación está en relación con la del habitante. El Espiritismo también coincide con las predicciones de los escritos Mayas y que es actualmente confirmado por la ciencia respecto de la Alineación Galáctica, nos dice que la Tierra además de su movimiento anual alrededor del Sol, y de su movimiento de rotación sobre sí misma, presenta un tercer movimiento que se cumple cada 25.868 años, fenómeno designado en Astronomía con el nombre de la Procesión de los Equinoccios; actualmente nos encontramos en la mitad de este movimiento. Las consecuencias del cambio físico planetario a causa de este movimiento no pudieron aún ser determinadas con precisión, porque sólo ha podido observarse una muy pequeña parte de su revolución. Por lo tanto, sobre este tema todas son presunciones, algunas con un cierto grado de probabilidad. Estas consecuencias son: 1) El calentamiento y enfriamiento alternativo de los polos y, en consecuencia, la fusión de los hielos polares. 2) El desplazamiento lento y gradual del mar que invade poco a poco tierras y se retira de otras para volver a abandonarlas y regresar a su antiguo lecho. La lentitud con que se opera este movimiento lo vuelve casi imperceptible mientras las generaciones se suceden sin advertir esos cambios. Pero es sensible al cabo de algunos siglos. No puede ocasionar ningún cataclismo súbito, porque los hombres, de generación en generación, se retiran a medida que sucede. ¿Pero si estas revoluciones periódicas que sufre el planeta son casi imperceptibles, entonces qué está pasando actualmente al planeta tierra? Cataclismos actuales y futuros En 2004, en el océano índico, se producía un terremoto desencadenante de una serie de tsunamis que borrarían literalmente del mapa islas, playas y poblaciones, que quedaron sumergidas en una densa capa de lodo, agua y cerca de 300.000 cadáveres en el sudeste asiático. En 2010, un poderoso terremoto en Chile cambió el eje de la Tierra. En 2011, en una de las catástrofes humanitarias más graves   Haití se veía sacudir por un seísmo en el que fallecieron 316.000 personas, 350.000 más quedaron heridas, y más de 1,5 millones se quedaron sin hogar. En esta lista podemos incluir el reciente terremoto y tsunami de Japón, y el volcán islandés que interrumpió el tráfico aéreo en toda Europa, demostrando la fragilidad humana ante los fenómenos de la naturaleza. 
Por muy contrario que sea al catastrofismo, cualquier persona se podría preguntar: ¿qué es lo que está pasando? Los Espíritus Superiores nos dicen que indudablemente podrán producirse aún perturbaciones locales como consecuencia de erupciones volcánicas, por terremotos y seismos, por apertura de nuevos volcanes y de inundaciones súbitas de ciertas comarcas, al paso que algunas islas podrán surgir del mar y otras hundirse en él. Pero el momento de los cataclismos generales, como fueron aquellos que marcaron los grandes períodos geológicos, pasó ya. La Tierra tomó un lugar que, sin ser absolutamente invariable, resguardará en adelante al género humano de las perturbaciones generales, sin contar las causas desconocidas, extrañas a nuestro mundo que, por consiguiente, nadie podría prever. En cuanto a temer la posibilidad del encuentro de la Tierra con cometas gigantes, como el llamado Hercólubus hay que entender que en razón de su naturaleza fluídica, no se puede temer un choque violento, ya que, en el caso de que uno de ellos se topase con la Tierra, sería esta última la que pasaría a través del cometa como por entre un manto de neblina. Por otra parte, numerosos cometas ya se han aproximado a la Tierra sin causar daño alguno. Igualmente es necesario relegar entre las hipótesis quiméricas la posibilidad de un encuentro de la Tierra con un planeta gigante. La regularidad e invariabilidad de las leyes que presiden los movimientos de los cuerpos celestes quitan toda posibilidad a este encuentro. Sin embargo, la Tierra tendrá fin. Pero, ¿cómo? Eso entra en el terreno de las conjeturas. 
Señales de los tiempos .
En el sermón profético de Jesús (Marcos, 13, 1- 23), cuando es interpelado por sus discípulos sobre las señales de la llegada de los tiempos del fin, nos explica que habrá falsos Cristos y profetas, nos habla de calamidades y padecimientos, de guerras y discordia en el seno de las familias. Sin embargo el Maestro afirma que sólo Dios puede conocer este  momento, y nos hace una invitación a nuestra reforma íntima. “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” y, puesto que no podemos saber cuándo será este momento, nos advierte sobre qué hemos de hacer hasta entonces: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo del fin. También en (Mateo 24: 14) encontramos palabras proféticas de Jesús que nos dice: “Cuando el Evangelio sea predicado en toda la Tierra es entonces que llegará el fin”. Conviene esclarecer que el término “fin”, empleado por Jesús está relacionado con la idea del tiempo y no con la del espacio, exactamente la misma idea que expresan los Mayas en su calendario de largos ciclos. Por tanto, Jesús se refería al fin de una Era, y no al fin del mundo físico. Esto es lógico, pues cuando las criaturas humanas estuvieran evangelizadas sería el fin de la violencia, de las luchas fratricidas, del narcotráfico, del racismo y de todo el mal que aún perdura en el corazón del hombre. Entonces ¿Seria racíonal que Dios acabara con nuestro planeta, cuando las criaturas humanas estuvieran viviendo plenamente el mensaje del Evangelio? Eso no estaría conforme con la Justicia y la Bondad de Dios. Por tanto razonando las palabras de Jesús podemos deducir de que el cambio que debe operarse en la humanidad es a nivel moral. Al vaticinar la era de renovación que debía iniciarse para la Humanidad y marcar el fin del viejo mundo, Jesús pudo decir, entonces, que sería individualizada por fenómenos extraordinarios, temblores de tierra, plagas diversas y señales en el cielo, sin alejarse de las leyes naturales. Pero el vulgo ignorante vio en esas palabras el anuncio de acontecimientos milagrosos. Si por el encadenamiento y la solidaridad de las causas y los efectos los períodos de renovación moral de la Humanidad coinciden, como todo lleva a creerlo, con las revoluciones físicas del planeta, podrán verse acompañados o precedidos por fenómenos naturales, insólitos, en razón de su inhabitualidad, de meteoros que parecen extraños, de un recrudecimiento y una intensidad desacostumbrada de las plagas destructoras. Esas plagas no son ni causa ni presagio de acontecimientos sobrenaturales, sino una consecuencia del movimiento general que se opera en el mundo físico y en el mundo moral. La Humanidad cumple un período de transformación, cada transformación está marcada por una crisis que es, para el género humano, lo que son las crisis de crecimiento para el ser humano como individuo. Estas crisis, a menudo dolorosas, se llevan consigo a generaciones e instituciones, pero siempre son seguidas por una fase de progreso material y moral. 
 Momento de transición: Hacia un planeta de regeneración La agitación política, económica, cultural, técnica e incluso de los fenómenos de la naturaleza son la faceta visible de lo que sucede en la atmósfera psíquica de la Tierra, que supera, lenta y progresivamente, un nivel evolutivo caracterizado por pruebas y expiaciones y entra en una nueva etapa de regeneración. Esta nueva etapa, sin embargo, no empieza con fecha y horas fijadas por decreto La Humanidad ha realizado hasta hoy indiscutibles progresos. Los hombres, gracias a su inteligencia, han obtenido resultados jamás alcanzados en lo que respecta a la ciencia, el arte y el bienestar material. Pero les queda aún por realizar un inmenso progreso: hacer reinar entre sí la caridad, la fraternidad y la solidaridad para asegurar el bienestar moral. Ante toda la agitación que experimenta nuestro planeta, la Doctrina Espírita nos aclara que somos constructores de nuestra existencia y que nuestra meta evolutiva es la plenitud. Ésta no se alcanza a través de una única incursión en la carne, sino que es una labor que se prolonga a través de muchas existencias carnales. Lo que algunos llaman “sufrimiento” o “karma”, son oportunidades de aprendizaje en el camino hacia la perfección. Progresivamente, los Espíritus renuentes en el mal ya no encarnarán en nuestro planeta, siendo conducidos por la Espiritualidad Superior a mundos inferiores. No se trata de un castigo, si no de sintonía. La frecuencia vibratoria de la atmósfera psíquica de la Tierra está cambiando. Esto determina que Espíritus que no han alcanzado la calidad vibratoria que sólo la elevación moral puede proporcionar tendrán que ser llevados a habitar mundos más acordes a sus perfiles vibratorios. El amor, la esperanza y la alegría deben ser las marcas registradas en el hombre que se prepara para vivir en un planeta de regeneración. La Nueva Era La Tierra -al decir de los Espíritus- no debe ser transformada por un cataclismo que aniquile súbitamente a una generación. La generación actual desaparecerá poco a poco y la nueva la sucederá del mismo modo, sin que haya perturbación en el orden natural de las cosas. Todo ocurrirá exteriormente como de ordinario, con la sola diferencia indicada. Mas esta diferencia tiene una importancia capital, y  es que los Espíritus indignos que encarnaban en la Tierra ya no volverán a hacerlo en ella. En el niño que nazca, en vez de un espíritu atrasado e inclinado al mal, encarnará un espíritu más avanzado e inclinado al bien. Se trata, en realidad, de una nueva generación de Espíritus y no de una nueva generación corporal. Indudablemente, en tal sentido hablaba Jesús, cuando decía: “De verdad os digo, que esta generación no pasará sin que estas cosas se hayan cumplido.” Quienes esperen ver esta transformación operarse por medios sobrenaturales y maravillosos, resultarán defraudados. Jesús sábiamente nos invita a la reforma intima. Las señales de una profunda transformación de la vida en la Tierra están en todas partes y por esto urge que nos dediquemos a buscar la educación de nuestros sentimientos y emociones en lo cotidiano, usando el amor como terapia preventiva, y solamente alcanzaremos la madurez espiritual cuando seamos capaces de amar incondicionalmente los unos a los otros.

 (Texto preparado por el Centro de Estudios Espíritas Allan Kardec de Quito. Basándose en las Fuentes obtenidas en: "El Génesis, Milagros y Profecías según el Espiritismo". Allan Kardec. "Revista espirita Reformador" FEB, "La Transición Planetaria" por Divaldo Franco)

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ALLAN  KARDEC  DIJO :

La doctrina que enseñan hoy los espíritus no tiene nada de nuevo; se encuentran fragmentos de ella en la mayor parte de los filósofos de la India, de Egipto y de Grecia, y completa en la enseñanza de Cristo. ¿A qué viene, pues, el Espiritismo? A confirmar con nuevos testimonios, a demostrar con hechos, verdades desconocidas o mal comprendidas, y a restablecer en su verdadero sentido aquellas que han sido mal interpretadas o voluntariamente alteradas. 
Cierto es que el Espiritismo no enseña nada nuevo: ¿Pero es poco probar de una manera patente e irrecusable la existencia del alma, la supervivencia al cuerpo, su individualidad después de la muerte, su inmortalidad, las penas y las recompensas futuras? 
Desde el punto de vista religioso, el Espiritismo tiene por base las verdades fundamentales de todas las religiones: Dios, el alma, la inmortalidad, las penas y las recompensas futuras, pero es independiente de todo culto particular. Su fin es probar la existencia del alma a los que la nieguen o dudan de ella; que sobrevive al cuerpo, y que sufre después de la muerte las consecuencias del bien o del mal que ha hecho durante la vida corporal, lo cual pertenece a todas las religiones. 
Como creencia en los espíritus, pertenece a todas las religiones y forma parte de todos los pueblos, puesto que donde hay hombres hay almas o espíritus, y puesto que las   manifestaciones han tenido lugar siempre, y su relato se encuentra en todas las religiones 
sin excepción. Se puede ser, pues, griego o romano, protestante, judío o musulmán, y creer en las manifestaciones de los espíritus, y por consiguiente, ser espiritista; la prueba está en que el Espiritismo tiene adeptos en todas las sectas. 
Como moral, es esencialmente cristiano, porque la que enseña no es más que el desarrollo y la aplicación de la de Cristo, la más pura de todas y cuya superioridad no es negada por nadie; prueba evidente de que es la ley de Dios, y que la moral está a disposición de todo el mundo. 
Siendo independiente el Espiritismo de toda forma de culto, no prescribiendo ninguno, y no ocupándose de dogmas particulares, no es una religión especial, porque no tiene sacerdotes ni templos. A los que le preguntan si hacen bien o mal en seguir tal o cual práctica, responde: Si creéis vuestra conciencia obligada a hacerlo, hacedlo: Dios tiene siempre en cuenta la intención. En una palabra, no impone a nadie; no se dirige a los que, teniendo fe, están satisfechos de ella, sino a la numerosa categoría de los vacilantes e incrédulos. No los arrebata a la iglesia, puesto que moralmente se han separado de ella total o parcialmente; les hace recorrer las tres cuartas partes del camino para volver a aquélla, a la cual toca hacer lo demás. 
Es verdad que el Espiritismo combate ciertas creencias, tales como las penas eternas, el fuego material del infierno, la personalidad del diablo, etc., ¿Pero no es verdad que estas creencias, impuestas como absolutas, han hecho en todas las etapas de la humanidad incrédulos y los hacen aún hoy en nuestros días? Y si el Espiritismo, dando a estos y a otros dogmas una interpretación racional, conduce a la fe a aquellos que la abandonan, ¿No presta un servicio a la religión? Así es que un venerable eclesiástico decía con respecto a este asunto: “El Espiritismo hace creer en algo, y vale más creer en algo que no creer en nada.” 

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ENFRENTANDO A LA MUERTE

El apóstol Pablo, al enseñar la inmortalidad del alma, se reportó a la muerte, preguntando: ¿Dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?
Para los que creen en la transitoriedad de la vida física y en la perennidad de la vida espiritual, la muerte es encarada con serenidad.
Recientemente,  un compañero espirita paso por el doloroso trance de la desencarnación de su esposa.
Naturalmente que el corazón quedó dolorido. Era la separación física,  después de multiplicados años de un matrimonio de mucho amor.
Juntos, ellos construyeron el hogar, recibiendo a los hijos, uno después de otro, siempre con renovada ternura.
Juntos observaron a los hijos, uno a uno,  formar sus propios hogares, coronándoles las existencias con varios nietos.
Juntos, lloraron los  dolores de los hijos, resolvieron dificultades propias de la vida terrena,  y se alegraron con las pequeñas y grandes conquistas de su prole.
Juntos, conmemoraron  muchos aniversarios, de los hijos, de los nietos, de su casamiento, muchas navidades de luz y de paz.
Juntos, gozaron ferias, fueron a la playa y al campo, siempre al lado uno del otro, año tras año.
Ahora, ella partiera. Mas, apoyado en la fe  y en la certeza de la inmortalidad, aunque con las lágrimas invadiéndole los ojos, el tomó  las providencias que se hacían necesarias.
El cuerpo  de la esposa fue llevado para el hogar, para los homenajes  de la familia  y de los amigos. Todo muy sencillo. La caja, y nada más.
Entretanto, a la medida que los familiares y amigos  iban llegando   para los adioses, algo inusitado les llamaba la atención en la amplia sala de visitas.
En vez  de detenerse frente a la caja, que estampaba la muerte, sus miradas eran atraídas para la pared de la sala donde estaban fijadas varias fotos  de quien se  fuera.  Fotos  de su  juventud, fases de la maternidad, fotos de alegría y de convivencia familiar.
En medio de ellas, escritos y diseños de los niños. Todos los que ella había guardado, con cariño,  a lo  largo de los años, hechos  por sus nietos: los primeros  garabatos, las primeras letras, las primeras copias.
Una verdadera alabanza a la vida que nunca muere, el espíritu que se había ido, con  la tarea cumplida.
A la hora de  dejar el cuerpo en la sepultura, las nietecitas,   en un coro  espontaneo, cantaron una dulce canción para la abuela. E hijos y nietos soltaron  globos coloridos que rápidamente llenaron el cielo de colorido, en un claro mensaje de libertad.
Por fin, una salva de palmas al espíritu que, victorioso abandono el capullo  de la carne, retornando al mundo espiritual.
Para quien participó, fue una pura emoción. Para quien se detuvo en observación,  una lección de la vida enfrentando la muerte.
Para quien cree, la certeza de que la vida prosigue, y el ser amado se encuentra en pie, aguardando los amores que quedaron, hasta el término de su propia jornada.

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Casi siempre la desencarnación de alguien es considerada infortunio,  por aquellos que permanecen aun en la tierra.
Ciertamente es una cuestión grave, más no desgracia real, excepto para quien no crea en la verdadera vida, que se extiende más allá de la aduana de la muerte, adentrándose  por las largas puertas de la espiritualidad.
Sabiéndose enfrentar ese fenómeno  natural, de él se puede retirar valiosos bienes que felicitan a la criatura.
Redacción del Momento Espirita

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              MENSAJE DE ESTE DÍA



                                   Dios Siempre

Estás unido a toda la humanidad. Se van algunas personas; otras llegan. No te amargues por las que parten; no te entusiasmes con las que llegan.
Las criaturas humanas pasan como vehículos vivientes: tienen un destino y no las puedes detener. 
Si comprendes esa exigencia, hazte amigo y hermano de quien encuentres en el camino; no lo retengas a tu lado ni te aferres a él. Ayúdalo y sigue. 
Sólo Dios, mientras tanto, es siempre el constante compañero. Por eso, nunca te permitas sentir soledad.
Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco, Libro Hijo de Dios 

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