lunes, 10 de abril de 2017

Génios





                                              

                       

                                       
Contenido de este blog en el día de hoy: 

- La necesidad del auto-conocimiento
-  Agresión
-  Genios
- Escultores de nosotros mismos.

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                 LA  NECESIDAD DEL                                         AUTO-CONOCIMIENTO

                                             Por Claudia Cardamone e Elio Mollo

La Doctrina Espírita enseña que es a través de las reencarnaciones sucesivas como vamos conquistando  nuestro progreso espiritual. Por eso, debemos aprovechar cada una de ellas para tornamos cada vez mejores en todos los sentidos.

En el Espiritismo  oímos hablar mucho de que FUERA DE LA CARIDAD NO HAY SALVACIÓN, pero la caridad debe entenderse también como la posibilidad  de ser usada en benefício propio. No de forma egoísta, 
sino como una herramienta que exige cierto esfuerzo, o sea, voluntad propia para alcanzar una transformación moral, íntima, compatible con la capacidad evolutiva en la que estamos. Con eso, ganamos nosotros y todos los que forman parte de nuestro medio de relación.
  De nada vale que busquemos mejorar nuestro planeta sin antes mejorarnos a nosotros mismos, sin procurar educarnos, que es el conjunto de los hábitos nuevos y mejores, adquiridos a través de la voluntad y del esfuerzo. No se trata de esfuerzo físico, sino del firme control del espiritu, de un empeño que no sufra excesiva solución de continuidad. "Excesiva", porque, en verdad, tampoco podemos estar "continuamente" empeñados en la transformación de nosotros mismos. Debe haber, eso sí, una persistencia de propósito, que llamamos esfuerzo.

En verdad que no nos conocemos, y sufrimos con las consecuencias de ese desconocimiento. Podemos observar eso en nuestro día a día. Cuando cometemos algún tipo de falta, todo son disculpas, como por ejemplo: "Cosas de la vida, yo sabía eso"...; " Yo no se como fui a hacer eso...", etc.  ¡ Y así vamos inventando mil y una disculpas por los errores que cometemos!. Sufrimos muchos con eso, quedamos estresados, irritados, fruncimos el ceño y escondemos la sonrisa. En un estado más grave, este auto-desconocimiento propio, destruye amistades, ambientes de trabajo, hogaresm etc.

¿ Por qué sucede todo eso?. ¿ Qué nos impide que emprendamos el esfuerzo que el auto-conocimiento exige?. ¿ Y cómo es que conseguimos ver los mínimos defectos en los demás?.¿ No será porque nosotros también los tenemos, y, tal vez, mayores que aquellos a quienes censuramos?. El factor primordial que nos lleva a no desear conocer y corregir esas faltas, inclusive no aceptarlas, proviene de nuestro orgullo. Y el orgullo nos  conduce a pensar que somos mejores que los demás.

Los Espíritus superiores dijeron en "El Libro de los Espíritus", obra codificada por Allan Kardec, en las respuestas a las cuestiones 785 y 811a, que el egoísmo y el orgullo son las dos llagas que impiden el progreso de la humanidad, refiriéndose con eso al progreso moral,pues el intelectual se efectúa siempre.

En la cuestión 919 de "El Libro de los Espíritus", Allan Kardec pregunta a los Espíritus cual sería el medio práctico más eficaz que tiene el hombre de mejorarse en esta vida y de resistir la atracción del mal ?. Los espíritus respondieron: "Un sabio de la antigüedad os lo dijo: "Hombre, conócete a ti mismo". 

Ese  sabio de la antiüedad era nada más y nada menos que el filósofo Sócrates, que fue  un sabio griego que murió en 399 antes de Cristo, a los 71 años de edad. Así como CRisto, Sócrates nada dejó escrito, lo que enseñó vino a nosotros por las manos de otros, sobre todo de su dilecto discípulo Platón. Nada predicaba propiamente, pero conducía a su oyente espontáneo por medio del razocinio, a conocerse a sí mismo, de modo que pasase a preocuparse de hacer su alma cada vez mejor.

Allan Kardec, todavía no contento con la respuesta, insistió con otra pregunta: "Conocemos toda la sabiduría de esta máxima, pero la dificultad está precisamente en cada uno, de conocerse a sí mismo. ¿Cual es el medio de conseguirlo?"- San Agustín, respondiendo a la cuestión, nos ofrece un valioso consejo :
" Haced lo que yo hacía cuando viví en la Tierra: al final de cada día interrogaba a mi conciencia, pasaba revista a lo que había hecho y me preguntaba a mi mismo si había faltado al cumplimiento de algún deber, si nadie tendría motivo para tener alguna queja de mi. Fue así como llegué a conocerme y de ver lo que en mi necesitaba una reforma, Aquel que todas las noches recordase todas sus acciones del día y se preguntase lo que hizo de bueno o de malo, pidiendo a Dios  o a su ángel de la guarda, que lo esclareciesen, adquiriría  una gran fuerza para perfeccionarse, porque creedme, Dios lo asistirá. Formulad por tanto, vuestras preguntas, indagad sobre lo que hicisteis y con que fin lo hicisteis en determinadas circunstancias, si hiciesteis alguna cosa que no quisierais confesar. Preguntaros todavía esto: Si quisera Dios llamarme en este momento, al entrar en el mundo de los Espíritus, donde nada hay oculto, ¿tendría yo que temer la mirada de alguien?. Examinad lo que pudieseis haber hecho contra Dios, después contra el prójimo y por fin, contra vosotros mismos. ¿Las respuestas serán motivo de reposo para vuestra conciencia o indicarán un mal que debe ser curado. Continuando dice él aún: El conocimiento de si mismo es por tanto la llave del mejoramiento individual"

Todavía en "El Libro de los Espíritus", los Espíritus Superiores dijeron: "Amaros los unos a los otros, es toda la  ley, ley divina, mediante la cual gobierna Dios los mundos". Y Jesús, interrogado por los fariseos sobre cuando había de venir el reino de Dios, les respondió diciendo: El reino de Dios no viene con apariencia exterior. No dirán: Elo aquí, o elo allí; porque el reino de Dios está entre vosotros. (Lucas 17:20 a 21).

Recordemos la palabra de los instructores de Allan Kardec, en la Codificación del Espiritismo cuando inquiridos sobre "por qué indicio se puede reconocer una civilización completa", a través de la cuestión núm. 793 de la citada obra, de ellos recogió la siguiente respuesta:

"La reconoceréis por el desarrollo moral. Creed que estáis muy adelantados, porque habéis hecho grandes descubrimientos y obtenido maravillosas invenciones; porque os alojáis y vestís mejor que los salvajes. Todavía no tenéis verdaderamente el derecho de llamaros civilizados, sino de cuando de vuestra sociedad hayáis barrido los vicios que deshonran, y cuando viváis como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces, seréis apenas pueblos esclarecidos, que han recorrido la primera fase de la civiliación".

Cuando Jesús dice que el Reino de Dios no viene hasta nosotros con apariencias exteriores, está ju2stamente diciendo que no adelanta fingir lo que no somos, es necesario, como dice Kardec en el capítulo XVII, item 4, de El Evangelio según el Espiritismo, es necesario que nos transformemos moralmente, esforzándonos para dominar nuestras inclinaciones malas, Entonces estaremos trabajando en el conocimiento de nosotros mismos y construyendo el Reino de Dios entre nosotros, bastando que limpiemos el camino para que él pueda surgir.
  El equilibrio en el universo, tal como fue establecido por Dios, debe ser restablecido por el hombre en su mundo psicológico, bajo orientación del amor, para que él comprenda a Dios en sí.

Tal es la síntesis del misterio inscrito en la fachada del antiguo templo de Delfos: " Hombre, conócete a ti mismo" y "nada en exceso".

Como podemos verificar, no es huyendo de nosotros mismos como vamos a tener paz, sino procurando la mejor forma de restablecer ese amor dentro de nosotros para que seamos felices donde nos encontremos

El festejado escritor italiano Giovani Papini, convertido al catolicismo, cuenta la historia de un hombre que no era feliz porque creía que allá en donde vivía no era su lugar.

Un día resolvió salir por el mundo en busca de la felicidad. 

Cerró la pobre casa y partió con la disposición de recorrer todos los caminos de la tierra, sin descansar, hasta encontrar el lugar de ser feliz.

En donde llegaba reunía un pequeño grupo a quien explicaba los planes que tenía para ser feliz.

Afirmaba que sus seguidores serían felices  en la posesión de regiones gigantescas, donde habría montes de oro...

Pero causaba lástima al pueblo y nadie lo seguía... Al día siguiente, nuevamente partía. Así fue recorriendo ciudades y ciudades, de país en país, en los años siguientes.

Pero un día percibió que se estaba haciendo viejo, sin haber encontrado la tierra de la felicidad. Sus cabellos se tiñeron de blanco, sus manos arrugadas, sus ropas harapientas, los zapatos rotos. Además de eso, estaba cansado de buscar la felicidad, tan inutilmente.

Al fin, paró ante una casa antígua, con las ventanas de vidrio rotas, los arbustos cubriendo el jardín, el polvo invadiendo salas y cuartos.

Dentro, los pájaros habían construido sus nidos.

Entonces él pensó que en aquella casa despreciada y sin dueño, él edificaría su felicidad: arreglaría el tejado, colocaría nuevas ventanas de vidrios nuevos, cuidaría del jardín, pintaría las paredes y las puertas, y cantaría la canción de la felicidad.

Tomó una decisión: voy a tratar de ser feliz aquí.

Y el hombre cansado de tantos caminos, fue andando hasta llegar a la puerta del jardín. La atravesó; empujó la pueta de la casa y entró. Pero, de repente se paró y se quedó inmovil como una estatua de piedra: aquella casa era su propia residencia que el abandonó hace tantos años, yendo en busca de la felicidad.
La  verdad es que la mayoría de las veces buscamos a Dios por donde sabemos que no podemos encontrarlo, pero si lo buscásemos dentro de nosotros mismos, en el secreto de nuestro corazón, en el criterio de nuestra razón, ¡ ya lo habríamos encontrado!. Porque Dios está en todas partes donde su grandeza se puede manifestar, y jamás los prejuicios que inventamos para no hacer felices a nuestros prójimos ni a nosotros mismos. Sus leyes son claras y simples. Nos cumple, ni obstante, que sepamos buscar con atención y respeto, a fin de poder encontrarlo. Tal adquisición- la convicción y el respeto a la idea de Dios- será obra de nuestro esfuerzo por nosotros. Es un favor que no recibiremos de otros. Como mucho, podrá alguien señalarnos el camino a seguir, para encontrarlo en los acontecimientos de nuestra propia vida, y así esclarecernos con su luz...

En los trabajos de desobsesión vemos muchos espíritus desencarnados sufriendo, porque se encontraban distantes de la Ley Divina o Natural, no entienden el por qué sufren, y cuando alguien trata de ayudarlos no quieren verlo, se revuelven, blasfeman contra todo y contra todos, hasta que vencidos en el egoísmo y en el orgullo, resuelven orar a su manera. Cansados de huir de sus males, resuelven  sacar lo que poseen de mejor en sí mismos. Miran a lo alto y oran con sinceridad. En ese momento las impurezas que tapaban la visión disminuyen, la limpieza se hace automáticamente y ven lo que antes no veían; un mundo diferente, un mundo mejor. Ven a aquellos que estuvieron siempre dispuestos a ayudarlos- y no los veían, pues estaban ciegos. Un gesto de agradecimiento acontece y siguen confiados con los espíritus instructores. Tienen ellos ahora la muestra del Reino de Dios. Pero los mentores les dicen que eso es solamente una muestra. Es necesario construir ese Reino dentro de cada uno a través del propio esfuerzo . De este modo se les reaniman las fuerzas y se les prepara el futuro, ayudándolos a planificar una  nueva reencarnación. Nuevas luchas les aguardan, pues no  basta solo el arrepentimiento, es necesario la reparación de los errores. Y el Amor Divino les presta misericordia a través de una nueva oportunidad, pues es necesario el esfuerzo, la paciencia, la persistencia, para conocerse a sí mismo y encontrar el Reino de Dios, y sentir plenamente la paz y la felicidad dentro de sí.

FUENTES:
Allan Kardec - El Libro de los Espíritus    
Allan Kardec - El Evangelio Según el Espiritismo
Emmanuel - Fuente Viva - Renovemonos Día a Día        
Emmanuel - Sigueme - Luz en vuesrtras manos
J. Herculano Pires - El Hombre  Nuevo - Desaparece el Sectarismo a Medida que se  desarrolla  el  Cristianismo

( Extraido de Verdad y Luz )

                                                          
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                                           AGRESIÓN. 

Cuando alguien embiste, furibundo, atacando a otro, ya se encuentra desequilibrado, siendo inútiles los esfuerzos del otro, concentrados en la palabra..., a fin de llamarlo a la razón. El agresor, psicológicamente, se encuentra dominado por el instinto de la destrucción. Faltándole los valores morales para superar la circunstancia o el hecho que le desagrada, se deja vencer por la irascibilidad irracional, atacando con violencia. 

Porque está con la voluntad minada y sin control sobre sus propios impulsos, descarga sus frustraciones y conflictos en las personas que, de alguna forma, lo enfrentan o no se le someten, o a pesar de ser sus semejantes, lo provocan. Las agresiones se inician y toman forma a partir de la reacción mental osada, que no siempre se exterioriza en palabras o gestos, pero que se torna habitual, hasta el momento de la irrupción externa, en forma de provocación y choque físico, cuando se transforma en el golpe de la estupidez o en una actitud de consecuencias imprevisibles. 

El único comportamiento posible que la víctima debe asumir es el de la no-violencia, desarmando al otro con la harmonía interior, aunque esto le cueste sufrimiento, humillación. La dignidad verdadera no se deja herir por la alucinación de los desequilibrados que buscan destruirla. Sólo desaparece cuando aquel que la posee, la dona o pierde, entrando en las pugnas de la vulgaridad o de las vanas ambiciones. Enfrentar con estoicismo a la persona que nos hiere, dilacerando nuestro sentimiento y nuestro cuerpo, es la manera más eficaz de llamarlo al equilibrio, convocándolo al discernimiento que le hace entender el estado de locura en que se encuentra. 

"Al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, ofrécele también la otra" - dijo Jesús, conforme escribió Mateo, en el versículo treinta y nueve, del capítulo cinco de Su Evangelio. 

Por lo tanto, no sintonices con los agresores que te acechan y te salen al paso, en el camino de tu redención. Preserva la calma y desarticula los engranajes de la perversidad que te busca. Ten el coraje de no perder la paciencia ante el agresor, evitando colocarte en su misma situación. Cobarde es el acto de responder al mal, golpe por golpe, bajo la irrefrenable ansiedad de liberarse de la situación a cualquier precio. No deja de ser un inmenso desafío moral, el coraje de presentar la mejilla izquierda al agresor violento que ya te golpeó la derecha ... 

Sin embargo, el ser humano se mide por su valor espiritual y no sólo por el conjunto de músculos que reacciona con impulsos descontrolados, a los estímulos externos. El animal da coces o muerde por instinto, cuando es atacado, porque no dispone de otro recurso para la defensa. Habitúate al autocontrol, canalizando tus fuerzas mentales y físicas en forma edificante, mediante ejercicios de vigilancia contra la agresividad que permanece en ti como herencia ancestral... 
No obstantes si alguna vez, debido a una burla o al golpe violento que te hiere, estuvieres a punto de responder, por falta de fuerzas morales, recurre a la oración silenciosa y serás renovado, consiguiendo vencer la circunstancia infeliz. Golpeado y enjuiciado arbitrariamente por un legionario perverso, Jesús indagó con dignidad,— "Si hablé mal, toma nota de mi error; pero si hablé bien, ¿por qué me, golpeaste?", desarmando al cobarde, quien nunca más olvidó aquella mirada penetrante y bondadosa, del hombre que, a pesar de haber sido aparentemente vencido, permanece por todos los tiempos como el verdadero vencedor. 

Espíritu Juana de Angelis 

Médium Divaldo Pereira Franco 

Extraído del libro "Receta de paz"

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                   GENIOS

¿Cómo definir a un hombre de genio? ¿Por qué son hombres de genio? ¿De dónde provienen? ¿Hacia dónde van? Notemos que la mayor parte de ellos traen al nacer facultades trascendentes y conocimientos innatos. Un poco de trabajo les basta para desarrollarlos. Sin duda, son parte de la Humanidad, ya que nacen, viven y mueren como nosotros.
Entonces, ¿de dónde provienen esos conocimientos que han adquirido en vida? ¿Opinaremos, como los materialistas, que la suerte los ha dotado de un cerebro de mayor tamaño y mejor calidad que el nuestro? Si así fuese,no tendrían más mérito que una legumbre más grande y sabrosa que otra.
¿O diremos, como ciertos espiritualistas, que Dios los ha dotado de un alma mejor que la del común de los mortales?
Suposición también carente de lógica, ya que acusaría a Dios de parcial. La única solución racional para este problema reside en la preexistencia del alma y en la pluralidad de existencias. El hombre de genio es un espíritu que vivió más tiempo y que tiene, en consecuencia, mayor terreno ganado que aquellos otros más atrasados. Cuando encarna, trae consigo lo que sabe, y como sabe mucho más que los demás sin necesidad de aprender, se le llama hombre de genio. Sin embargo, todo lo que sabe es fruto del trabajo anterior y no el resultado de un privilegio. Antes de renacer, era un espíritu avanzado. Su reencarnación tiene por objeto enseñar lo que sabe a los demás o adquirir nuevos conocimientos.
Los hombres progresan, indudablemente, gracias a sí mismos y al esfuerzo de su inteligencia. Pero si fuesen librados a sus propias fuerzas y no contasen con la ayuda de hombres más avanzados que ellos, el progreso sería lento, tal como ocurre con los estudiantes sin profesor.
Todos los pueblos han tenido sus hombres de genio, quienes han aparecido en diferentes épocas para darles un impulso y sacarlos de la inercia.
6. Si es aceptada la providencia de Dios hacia sus criaturas, ¿por qué no admitir que espíritus capaces de hacer avanzar a la Humanidad, por su energía y la superioridad de sus conocimientos, encarnen por voluntad de Dios para ayudar al progreso en un sentido determinado, es decir, que reciban una misión como un embajador la recibe de su rey? Tal es el papel de los grandes genios.
¿Qué vienen a hacer, si no es a enseñar a los hombres verdades que éstos ignoran y que hubiesen seguido ignorando mucho tiempo más?
¿A entregarles una escalera para que con su ayuda puedan ascender más rápidamente?
Esos genios, que aparecen a través de los siglos como estrellas fulgurantes, dejando tras de sí una larga estela de luz sobre la Humanidad, son misioneros, o, si se prefiere, mesías. Las cosas nuevas que enseñan a los hombres, ya sea en el orden físico o en el filosófico, son revelaciones.
Extracto de el Libro EL GÉNESIS SEGÚN EL ESPIRITISMO - Allan Kardec
CAPÍTULO I
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 " EVITE LA IMPACIENCIA; USTED YA VIVIÓ DURANTE SIGLOS INCONTABLES Y ESTÁ ANTE MILENIOS SIN FIN".  ( Chico Xavier )

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  ESCULTORES DE NOSOTROS MISMOS 

Cuentan que un niño, vecino de un gran taller de escultura, entró un día en el estudio del escultor y vio en él un gigantesco bloque de piedra, que llamó su atención. Y que, unos meses después, al visitar de nuevo el taller, encontró en su lugar una preciosa estatua ecuestre, que estaba siendo acabada y pulida por el maestro. Volviéndose al escultor le preguntó: «¿Y cómo sabías tú que dentro de aquel bloque había un caballo?». 

La frase del pequeño era bastante más que una «gracia» infantil. Porque la verdad es que el caballo estaba, en realidad, dentro de aquel bloque. Y que la capacidad artística del escultor consistió precisamente en eso: en saber ver el caballo que había dentro y en irle quitando al bloque de piedra todo cuanto le sobraba. 

El escultor no trabajó añadiendo trozos de caballo al bloque de piedra, sino liberando a la piedra de todo lo que le impedía mostrar al caballo que tenía en su interior. 

Un pequeño cuento, que nos enseña lo fundamental de educar, de educarnos y sobretodo, trabajarnos a nosotros mismos para hacer salir las buenas cualidades y atributos a fin de llegar a ser espíritus de luz. 

No se trata de añadir, sino de hacer salir todo lo bueno que cada uno tenemos dentro y potenciarlo con estudio, conocimientos y dedicación. Cada uno es diferente y no debemos ser la copia de nadie, del mismo modo que cada bloque de piedra, ante el escultor, encierra figuras, rasgos y atributos, diferentes, aunque algunos se parezcan. 

Como escultores de nosotros mismos, podemos observar las buenas cualidades de otros y cultivarlas en nuestro interior, para luego sacarlas y desarrollarlas. 

A veces nos gustaría ser o parecer, como los grandes del deporte o de la canción, o al magnate famoso de los negocios, así como el actor o la actriz de cine que tanto éxito ha tenido. 
Pensemos todo esto al comprender que con la educación pasa algo muy parecido. 

Muchos padres y educadores se equivocan cuando luchan para que sus hijos se parezcan a ellos o a su ideal humano. Padres que quieren que sus hijos se parezcan a Napoleón, a Alejandro Magno o al banquero, deportista, médico, o industrial, que triunfó en la vida entre sus compañeros de clase. Muchas veces hasta intentando parecérseles físicamente, adoptando sus peinados, o las mismas ropas, o su estilo. Esto también incluye su moralidad, la mayor de las veces desdeñable, sus bajas pasiones, sus vicios y el desenfreno. 

Debemos ser, ante todo, fieles a nosotros mismos. No tenemos que realizar lo que haya hecho el vecino, por estupendo que sea. Cada uno, tiene que realizarse a sí mismo y realizarse al máximo. Tiene que sacar de dentro de su alma la persona que ya es, lo mismo que del bloque de piedra sale el caballo ideal que había dentro. 

¿Debemos querer ser e inculcar ser? en nuestros hijos, hombres y mujeres de bien. 

Ser hombre o mujer de bien, no es copiar nada de fuera. No es ir añadiendo virtudes que son magníficas, pero que tal vez son de otros. Ser persona de bien, es llevar a su límite todas las infinitas posibilidades que cada humano lleva ya dentro de sí. 

Trabajar como el escultor, quitando todos los trozos amorfos del bloque de la vida y que impiden que mostremos nuestra alma entera tal y como ella es, resaltando y cultivando nuestras propias virtudes y talentos. 

Nosotros como escultores de sí mismos, deberíamos limar las asperezas de nuestro espíritu, que nuestra imperfección intenta ocultar con el orgullo. Es indispensable para alcanzar el éxito, hacer una revisión periódica de metas y acciones. 

Al reflexionar, repasamos los errores, y tendremos tiempo de reprogramar los deberes para renovarnos con mayor facilidad. 

La comodidad y la pereza, el orgullo, el egoísmo, la vanidad, el materialismo… es precisamente el trozo de bloque que nos impide mostrar lo mejor de nosotros mismos. 

Un buen padre, un buen educador, un buen escultor de sí mismo, es el que sabe ver la escultura maravillosa que cada uno tiene, revestida tal vez por toneladas de vulgaridad. 

Quitar esa vulgaridad a martillazos, quizás muy dolorosos, sea necesario en ocasiones, en otras bastarán con golpes más livianos, pulir algunos defectos. No siempre es necesario el mazo grande, tenemos una caja de herramientas repleta para esculpirnos, pulirnos y embellecer la obra de nosotros mismos. 

Cómo espíritus inmortales que somos esto no lo conseguiremos en una sola vida, aunque cuánto antes empecemos, antes alcanzaremos a completar nuestra obra. También tenemos las instrucciones precisas para hacerlo en el Evangelio, la guía que nos dejó Jesús, el gran maestro. Y el soporte de la doctrina espírita, que nos da esperanza y consuelo, ayudados por nuestros mentores y guías espirituales, quienes también, a través de las encarnaciones pasaron por la transformación que les hizo avanzar como espíritus más elevados moralmente. 

Tenemos las ayudas y los medios a nuestro alcance, pero solo nosotros tenemos que hacer los esfuerzos por superarnos y quitarnos los lastres a fin de llegar a ser hombres y mujeres de bien. 
Siendo sinceros con nosotros mismos, el autoexamen, la oración,… harán que las capas inútiles que cubren nuestros verdaderos valores, caigan y se desprendan con mayor facilidad. 

Detectar las virtudes, valorarlas y potenciarlas, para que salgan a la luz, también es una muestra de que nos vamos especializando en nuestro oficio. 

Trabajar en el bien, por los demás, con amor, con paciencia, indulgencia, con renuncia de nuestro orgullo y nuestro egoísmo. Esas son las herramientas necesarias que harán resurgir de nuestro interior las buenas cualidades que allí depositó el creador del universo, al único al que sí deberíamos querer parecernos. 

Javier Campos 
Centro Espírita "Entre el Cielo y la Tierra"

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