Orden del dia:
- Las pruebas del Espíritu en la Tierra
- La creencia con hechos.
- Expiaciones en el Plano espiritual.
- Echar una mano y socorrer
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LAS PRUEBAS DEL ESPIRITU EN LA TIERRA
¿ Hasta llegar al estado de perfecta pureza ¿debe el Espíritu seguir sufriendo pruebas continuamente?
- Sí, pero no son tales como las entendéis. Llamáis pruebas a las tribulaciones materiales.^ Pues bien, cuando el Espíritu llega a cierto grado –aun no siendo perfecto- no tiene que sufrirlas ya, pero le caben siempre deberes que le ayudan a perfeccionarse, y no le son penosos en modo alguno, tal como cuando ayuda a otros a perfeccionarse.
269. ¿Puede el Espíritu equivocarse respecto a la eficacia de la prueba que ha escogido?
- Podrá haber elegido una que sobrepase sus fuerzas, en cuyo caso sucumbe a ella. Puede también optar por una que no le aproveche en manera alguna, como, por ejemplo, si busca un género de vida ociosa e inútil. Pero entonces, una vez vuelto al Mundo de los Espíritus, cae en la cuenta de que no ganó nada y pide recuperar el tiempo perdido.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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LA CREENCIA CON HECHOS
Toda creencia debe estar apoyada en hechos. A las manifestaciones de las almas libres de las ligaduras de la carne, y no a textos viejos y obscuros, es a quienes hay que pedir el secreto de las leyes que rigen la vida futura y la ascensión de los seres.
Las religiones del porvenir tendrán por base la comunión de los vivos y de los muertos, la enseñanza mutua de ambas humanidades. A pesar de las dificultades que presenta todavía la comunicación con lo invisible es probable que allanarán con la experiencia de los tiempos ya desde ahora puede verse que hay aquí una base mucho más amplia que todas aquellas en que se apoya la idea religiosa. Será uno de los grandes méritos del Espiritismo haberla traído al mundo.
Él había preparado y facilitado la unidad religiosa y moral.
La solidaridad que une a los vivos de la Tierra con los del cielo se extenderá poco a poco a todos los habitantes de nuestro globo, y todos comulgarán un día en una misma creencia, en un mismo ideal realizado. El alma humana aprenderá a conocerse en su naturaleza inmortal, en su porvenir sin fin. Espíritus de paso en esta Tierra, comprenderemos que nuestro destino es vivir y progresar sin cesar, a través del infinito de los espacios y de los tiempos, para iniciarnos cada vez más en las maravillas del Universo, para cooperar cada vez más íntimamente a la obra divina.
Penetrados de estas ideas, sabremos desprendernos de las cosas materiales y remontar muy alto nuestras aspiraciones . Nos sentiremos unidos a nuestros compañeros de camino en el gran viaje eterno, unidos con todas las almas por la cadena de atracción y de amor que nos une a Dios y nos mantiene a todos en la unidad de la vida universal.
Entonces cesarán todas las precauciones, todas las rivalidades mezquinas.
Todas las reformas, todas las obras de solidaridad recibirán un vigoroso impulso.
Por encima de las pequeñas patrias terrestres, veremos desplegar la gran patria común, el cielo sin límites. Desde allí los espíritus superiores nos tienden los brazos. Todos subimos, a través de las pruebas y de las lágrimas, desde las regiones obscuras hasta la luz divina. La senda de la misericordia y del perdón está siempre abierta para los culpables. Los más degradados pueden rehabilitarse por el trabajo y el arrepentimiento, porque Dios es justicia, Dios es amor.
Así la revelación de los espíritus disipa las nieblas de odio, las incertidumbres y los errores que nos rodean. ¡Ella hace brillar sobre el mundo el gran sol de la bondad, de la concordia, de la verdad!
León Denis
En lo invisible.
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EXPIACIONES EN EL PLANO ESPIRITUAL
La muerte del cuerpo físico es el primer paso para la recolección de la vida, el Umbral, situado a la salida del campo terrestre, vive repleto de hombres y mujeres que atraviesan la gran frontera, en plena conexión con la experiencia carnal.
Todas las criaturas viven envueltas en el halo vital de las energías que vibran en lo intimo de su ser, y ese halo, está formado por partículas de fuerza que se irradian por todo el organismo, impresionando el olfato, agradable o desagradable; de acuerdo con la naturaleza del individuo que las irradia. Los espíritus en el más allá exhalan particularmente, como en la tierra su perfume característico.
El olor alarmante de la carne en descomposición, es característico de los espíritus desencarnados cuyo pensamiento continuo permanece adherido a su cuerpo sepultado, en forma total.
Es necesario saber que nuestras creaciones mentales son preponderantes, fatalmente, en nuestras vidas. Nos liberan cuando se enraízan en el bien que sintetiza las Leyes Divinas, y nos encarcelan, cuando se afirman en el mal que expresa la delincuencia responsable, envolviéndolos por tal razón, en el lado sutil de la culpa. Aunque nos ausentemos del lugar del crimen, el pensamiento del criminal está prendido al ambiente y a la propia sustancia de la falta cometida.
El pensamiento actúa en forma de onda, con una velocidad muy superior a la de la luz, y no olvidemos que toda mente es dinamo generadora de fuerza creadora. Sabiendo que el bien es expansión de la luz y que el mal es condensación de sombra, cuando nos desviamos en la crueldad para con los demás, nuestros pensamientos, por ser ondas de energía sutil, al pasar por los lugares y criaturas, por las situaciones y cosas que afectan a nuestra memoria, actúan y reaccionan sobre si mismos en circuito cerrado, y nos traen así, de vuelta, las sensaciones desagradables, remanentes de nuestras obras infelices.
Todos estamos ligados unos a los otros, en la carne y fuera de la carne, y, por tanto, nos hallaremos libres o prisioneros, en el campo de la experiencia, de acuerdo con nuestras obras, a través de los vínculos de nuestra vida mental. El bien, es la luz que libera, mientras el mal, es la tiniebla que aprisiona...
El Gobierno de la Vida posee su sistema de contabilidad, expresada en el mecanismo de la justicia ineludible. Si en el círculo de las actividades terrestres de cualquier organización necesita establecer un régimen de cuentas para basar las tareas que le hablen de responsabilidad, la Casa de Dios, que es todo el Universo, no podría subsistir sin estar sometida a un orden.
La Divina Providencia, La Magnanimidad Perfecta, generando sin límites tesoros de amor para distribuirlos con abundancia a favor de todas las criaturas, es también la Equidad Vigilante, en la dirección y en la aplicación de los bienes universales.
El Espíritu esté donde esté gasta lo que no le pertenece, recibiendo todo como un préstamo del Padre Eterno. Los patrimonios materiales y la riqueza de la inteligencia, los procesos y los vehículos de la manifestación, el tiempo y la forma, los afectos y los rótulos honoríficos de cualquier procedencia son de la propiedad del Todo misericordioso, que nos lo concede a titulo precario, con el fin de que los utilicemos en el perfeccionamiento de nosotros mismos. Desde el electrón hasta los gigantes astronómicos de la Tela Cósmica, todo constituye reservas de las energías de Dios, que utilizamos para nuestro provecho, con su permiso.
Cada alma establece para si misma las circunstancias felices o infelices en que se encuentra, de acuerdo con las acciones que practica a través de sus sentimientos, de sus ideas y decisiones en la peregrinación evolutiva.
Aunque nos reconozcamos subordinados a los efectos de nuestras propias acciones, no podemos ignorar que el comportamiento de cada uno de nosotros, dentro del determinismo relativo, resultante de nuestra propia conducta, puede significar liberación abreviada o cautiverio mayor, perjuicio o mejoría en nuestra condición de almas endeudadas ante la Ley
De la justicia nadie puede huir, porque nuestra conciencia, despertando en camino de la santidad de la vida, aspira a rescatar dignamente todos los débitos con que se oneró ante la Bondad de Dios. El hombre excesivamente endeudado, necesita aceptar las restricciones de su confort para pagar sus deudas a expensas de sus propias economías. Por tanto, no puede vivir holgadamente sino con abstinencias y con sudor, con el fin de liberarse lo antes posible.
En cualquier parte que el hombre se encuentre, encarnado o desencarnado, sus obras son corregidas por la Ley Divina, por tanto hay expiaciones en el Cielo y expiaciones en la Tierra.
Trabajo realizado por Merchita, extraído del Libro “Acción Reacción” de Francisco Cándido Xavier
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ECHAR UNA MANO O SOCORRER
Pocas personas entienden la diferencia entre dar una mano y socorrer un alma
Ciertamente la bondad abunda en el mundo, las demostraciones de quienes obran bien se perciben con frecuencia, también es cierto que las acciones cargadas de negatividad están presentes, pero como diría nuestro amigo Facundo Cabral: Una bomba hace más ruido que una caricia, lo cual se interpreta que la maldad es más ruidosa, pero no tiene más presencia que la bondad.
Sin embargo, la bondad va por escalas, las buenas acciones tienen un alcance determinado sobre los beneficiados y ciertamente hay quienes nos dan una mano en una situación particular y otras capaces de socorrer nuestra alma, en esos momento donde no podemos sostenernos por nuestros propios medios, donde las fuerzas son escasas, cuando sentimos deseos de renunciar a todo y nada de lo que normalmente podría rescatarnos del abismo parece tener sentido.
Podemos pensar que hay seres con misiones especiales, que se encargan de tocar nuestras almas en momentos determinados, que se encargan de darnos el refugio y el calor necesario, desde donde todo parece recobrar el sentido. Estas personas no es que sean mejores que otras, sino que para nosotros representan exactamente eso que necesitamos para cargarnos de luz y de energía.
Todos en algún momento de la vida, transitamos por caminos complicados, todos nos caemos de tanto en tanto, todos perdemos el norte y no nos encontramos ni a nosotros mismos, y algunos contamos con la fortuna de tener cerca a esa persona especial que viene cual lumbrera a rescatarnos, a mostrarnos el camino, a cargarnos sobre sus espaldas durante el tiempo que sea necesario hasta que nosotros podamos sentir que hemos retomado el control.
Lo cumbre del asunto es que muchas veces en medio de nuestro maremágnum de emociones, de sentimientos de derrota, de la sensación de no querer dar un paso más, podemos ser sacados a la superficie desde lo más profundo y no entender, ni saber cómo es que finalmente estamos a flote. Es como si hubiésemos tenido un accidente, donde hemos sido socorridos, casi morimos en él, nos intervinieron, nos atendieron, cuidaron y un día despertamos de un coma y no entendemos sino al tiempo lo mal que estuvimos y lo mucho que le debemos a las personas que nos asistieron.
A veces en necesario que volvamos a nuestro centro, inclusive que el tiempo pase, para poder finalmente darnos cuenta y agradecer lo que representó una persona en nuestras vidas en un momento determinado. Si hemos contado con alguno de estos “ángeles”, demos gracias por su presencia y valoremos cada una de sus acciones, no todos tenemos la fortuna de contar con alguien que realmente nos pueda socorrer cuando la vida misma se nos cae.
-Viviana Gianitelli-
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