domingo, 28 de mayo de 2017

La fuerza causante de los fenómenos espíritas


TEMAS A TRATAR HOY :

- No creáis a todos los Espíritus.
-El sueño y los sueños
- Deudas del ayer
- La fuerza causante de los fenómenos espíritas.


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NO CREÁIS A TODOS LOS ESPÍRITUS

6. Amados míos, no creáis a todos los Espíritus, más probad si los Espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas se levantaron en el mundo. (San Juan, Primera Epístola, cap. IV, v. 1).

7.^ Los fenómenos espíritas, lejos de dar crédito a los falsos Cristos y a los falsos profetas, como algunos exageran en decirlo, por el contrario, vienen a darle el golpe de gracia. No pidáis al Espiritismo ni milagros ni prodigios, porque declara formalmente que no los produce; así como la física, la química, la astronomía, la geología, vinieron a revelar las leyes del mundo material, él viene a revelar las otras leyes desconocidas, las que rigen las
relaciones del mundo corporal y del mundo espiritual, y como sus hermanas mayores de Ciencia, no son menos leyes naturales, y dan la explicación de cierto orden de fenómenos incomprensibles hasta este día, destruyendo lo que quedaba aún en el dominio de lo  maravilloso. Aquellos, pues, que estuviesen tentados a explotar esos fenómenos en su provecho, haciéndose pasar por mesías de Dios, no podrían abusar por mucho tiempo de la credulidad y muy pronto serían desenmascarados. Por lo demás, así como se ha dicho ya, esos fenómenos solos nada prueban: la misión se prueba por los efectos morales, que no es dado a cualquiera producirlos. Este es uno de los resultados del desarrollo de la ciencia espírita; averiguando la causa de ciertos fenómenos, levanta el velo de muchos misterios. Los que prefieren la oscuridad a la luz, son los únicos interesados en combatirla; pero la verdad es como el Sol: disipa las más densas nieblas.


     El Espiritismo viene a revelar otra categoría mucho más peligrosa de falsos Cristos y de falsos profetas, que se encuentran, no entre los hombres, sino entre los desencarnados: es la de los Espíritus embusteros, hipócritas, orgullosos y pretendidos sabios que de la Tierra han pasado a la erraticidad y toman nombres venerados para procurar, gracias a la máscara con que se cubren, recomendar ideas, con frecuencia muy extravagantes y absurdas.


    Antes que las relaciones mediúmnicas fuesen conocidas, ejercían su acción de un modo menos ostensible: por la inspiración, la mediumnidad inconsciente, auditiva o parlante. El número de los que en diversas épocas, pero sobre todo en estos últimos tiempos, se han presentado por alguno de los antiguos profetas, por Cristo, por María, madre de Cristo, y aun por Dios, es considerable. San Juan previene contra ellos cuando dice: “Amados míos, no creáis en todos los Espíritus, mas probad si los Espíritus son de Dios; porque muchos falsos profetas se han levantado en el mundo.” El Espiritismo da los medios de probarles, indicando los caracteres en que se reconocen los buenos Espíritus, caracteres siempre
morales y jamás materiales (1). Sobre todo, es en el discernimiento entre los buenos y malos Espíritus que pueden ser aplicadas estas palabras de Jesús: “Se conoce la clase de
árbol por su fruto; un buen árbol no puede producir malos frutos, y un mal árbol no puede producir buenos frutos”. Se juzga a los Espíritus por la calidad de sus obras, como un árbol por la calidad de sus frutos.


EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC.


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                               EL SUEÑO Y LOS SUEÑOS

¿Cómo podemos evaluar la libertad del Espíritu durante el sueño? - Por los sueños. Cuando el cuerpo reposa, (...) el Espíritu tiene más facultades que cuando está en estado de vigilia. Recuerda el pasado, y, algunas veces, prevé el futuro. Adquiere mayor potencial y puede ponerse en comunicación con los otros Espíritus, sean de este mundo o del otro. (...) El sueño libera parcialmente el alma del cuerpo. Cuando duerme, el hombre se encuentra durante algún tiempo en el estado en que queda permanentemente después que muere. (...) Los sueños son el recuerdo de lo que el Espíritu vio mientras dormía. Pero notad, que no siempre soñáis. ¿Qué significa esto? Que no siempre recordáis lo que visteis o todo lo que habéis visto mientras dormíais. Y eso es así, porque vuestra alma no tiene aún el pleno desarrollo de sus facultades. Muchas veces, sólo os queda el recuerdo de la turbación que vuestro Espíritu siente al partir o al regresar, acrecentada por lo que proviene de lo que hayáis hecho o de lo que os preocupa cuando estáis despiertos. 

Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Pregunta 402.

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    PARÉMONOS A MEDITAR ESTA FRASE :

Lo que tenemos lo dejamos. Lo que somos nos lo llevamos.

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                  DEUDAS DEL AYER 

Un espiritista de Buenos Aires me escribió hace pocos días enviándome el recorte de un periódico, diciéndome: “Que tenga a bien pedir al guía de mis trabajos si le es posible explicarnos por qué ese joven por casarse se volvió ciego voluntariamente; si se hubiera suicidado, ni siquiera le hubiese enviado el suelto, porque en un momento de locura se puede atentar contra la existencia; pero, en cambio, este caso es digno de estudio y creo que su explicación será muy provechosa”. 

El suelto dice así: 

UN SACRIFICIO POR AMOR. — Los periódicos italianos dan cuenta de un suceso verdaderamente extraordinario ocurrido recientemente en Palermo. 

Un joven de la buena sociedad de aquella población, se enamoró de una señorita ciega perteneciente también a lo más florido de la sociedad palermitana. La ciega, muy buena y muy hermosa, estaba dotada de un Espíritu elevado y de una inteligencia nada vulgar. 
El joven, llamado Ernesto Barini, visitaba con gran frecuencia la casa de la ciega, acabando por declarar a la joven su pasión. Rosa Venelli, que según II Pópolo, de Napoles, tiene diecisiete años y cuya enfermedad incurable es la gota serena, enamorada también de Ernesto, como los ciegos pueden enamorarse, por el timbre de la voz y la mayor o menor delicadeza de sentimientos que el lenguaje revela, hubo de negar su correspondencia amorosa al apasionado pretendiente. 

Insistió éste una y otra vez en sus aspiraciones, sin obtener resultado favorable y sin lograr que Rosa explicara los motivos de su insistente oposición a aceptar las relaciones; mas tan grande fue la tenacidad del galanteador, que por fin la ciega, descubriendo el secreto, dijo: 

—Yo no me atrevo a corresponder al amor que usted me ofrece, porque como mis ojos carecen de luz, es lo más probable que, cuando usted menos piense, se sienta deslumbrado por otras pupilas, ya que las mías no pueden deslumbrarle. 

—¿Es ésa la sola causa de su negativa? — preguntó Ernesto. 

—La única — respondió Rosa. 

A la madrugada del siguiente día, Ernesto salió al campo y se tendió en la hierba, de cara al Oriente, y cuando el disco enrojecido del sol empezaba a levantarse en el horizonte, Ernesto fijó en él sus ojos. Así permaneció hasta las doce, sin apartar la vista del astro. 
Cuando se levantó, ante sus pupilas, que lloraban enrojecidas, flotaban grandes masas de sombras. Repetida la misma operación al otro día, el atentado se consumó por completo: 

La ceguera se había apoderado de la retina de Ernesto. Entonces, como lo que era, ciego, se dirigió a tientas a la casa de Rosa, y tomándole la mano le dijo: 

—Ya soy ciego como usted. ¿Quiere usted aceptarme por esposo? 

La ceremonia nupcial se ha celebrado con gran pompa, y el suceso es el tema de todas las conversaciones en la patria del Dante. 

Los jóvenes de Palermo, queriendo significar su admiración a este mártir del amor, le han obsequiado con originales y ricos presentes al pie de los cuales figuran sentidas dedicatorias. 

Probablemente el caso de Ernesto Barini, por el valor que acusa, por lo abnegado, por lo grande que es en sí, no tiene ejemplo en la historia de los sacrificios realizados en aras del amor. Se comprende hasta la entrega de la vida, pero la inmersión voluntaria en las tinieblas eternas, el desplome tácito en la noche sin aurora, la caída reflexiva en el espantoso mundo de la negrura, no, no tiene adjetivo que pueda expresar el heroísmo que encierra la acción llevada a cabo por el joven palermitano. 

II 

Confieso ingenuamente que me ha causado profunda impresión la lectura del anterior relato, porque como dice muy bien el periodista italiano, se comprende muy bien la entrega de la vida en un momento de desesperación, pero la inmersión voluntaria en las tinieblas eternas es superior a todos los sacrificios realizados en aras del amor, y deseando aclarar este amoroso misterio, he preguntado al guía de mis trabajos, obteniendo la comunicación siguiente: 

III 

“Comprendo el asombro que os ha causado a todos, la heroicidad de Ernesto Barini, Espíritu que ha entrado en el camino del adelanto y que tiene una conciencia tan purificada que no le duelen prendas para cumplir con su deber. 

“En su anterior encarnación, no era Ernesto tan bueno como ahora; se enamoró de una hermosa joven, pidió su mano, se comenzaron los preparativos de la boda y él, antes de celebrar su enlace, emprendió un viaje relacionado con sus intereses comerciales, en tanto que su prometida arreglaba sus galas de desposada. Una tarde salió ella con su familia al campo para visitar una quinta de su propiedad en la que pensaba pasar su noche de boda, y cuando estaban todos ultimando el decorado de la cámara nupcial, se cubrió el cielo de negras nubes, rugió el trueno y cayó un rayo en el gran comedor de la quinta, causando muchos daños, mas sin ocurrir desgracias personales. Las señoras se desmayaron y la heroína de la fiesta, la hermosa joven que miraba ruborizada su lecho de novia, también cayó al suelo lanzando un grito aterrador, y cuando pasó el hecho, vio su familia con espanto que la gentil Adelina tenía los ojos desmesuradamente abiertos, pero sin vida: ¡se había quedado ciega! … 

“La ciencia fue impotente para devolverle la vista, y cuando su prometido volvió, quedó aterrado al ver a Adelina, pues no parecía la misma, dado que los ojos le habían quedado tan abiertos, enrojecidos siempre por el llanto, y su rostro tenía una expresión tan dolorosa que no se la podía mirar sin sentir una angustia indefinible. Ernesto se espantó de tal modo, que huyó despavorido, sin dirigirle a su prometida una palabra de consuelo. Adelina comprendió enseguida que su prometido no se casaría con ella, y no se engañó. Ernesto abandonó la ciudad, escribiendo antes al padre de Adelina, pidiéndole perdón por no tener valor para unirse con su hija, y que, aunque deploraba lo ocurrido, le era imposible vivir unido a una mujer que era el símbolo del dolor, a la que no podía mirar sin sentir una verdadera desesperación. 

“El padre de Adelina trató de ocultar a su hija la resolución de Ernesto, pero ella le dijo: Padre mío, quiero saberlo todo, esta incertidumbre me mata, quiero la realidad, todo es preferible a la duda que me atormenta. Entonces su padre le leyó la carta y Adelina lloró amargamente diciendo: He perdido la luz de mis ojos y la luz de mi alma; ahora sí que viviré en la sombra; pero su martirio no duró mucho tiempo, se fue consumiendo lentamente y murió sin exhalar una queja, encargando a sus padres que averiguaran donde estaba Erenesto y que le escribieran diciéndole que le perdonaba de todo corazón. 

“El desolado padre cumplió religiosamente la última voluntad de su hija, y Ernesto al recibir la noticia de la muerte de Adelina, lloró amargamente, mucho más cuando leyó: Me encargó mi hija al morir que os hiciera saber que os perdonaba de todo corazón. En honor de la verdad, Ernesto vivía muriendo desde que huyó de su prometida; en ninguna parte estaba contento y la sombra de la pobre ciega le perseguía por todas partes: la veía en sus horas de sueño y de vigilia, y tenía momentos en que temía perder la razón. Así es que su malestar aumentó al enterarse de su muerte, sintiéndose tan pequeño y tan humillado ante su inocente víctima, que murió al poco tiempo muy contento de ello, porque creía que en la tumba quedaba sepultado el todo de nuestro Ser. 

Mas, ¡cuál fue su asombro cuando se encontró en el Espacio con Adelina!, siendo ella la que lo hizo despertar, haciéndole comprender su verdadero estado. Ernesto entonces le ofreció seguirla eternamente y ser su esclavo, hasta borrar con su sacrificio el horrible tormento que le había causado, pero ella le contestó: Tal vez, con el trascurso de los siglos, un día nos podamos unir, pero por ahora será imposible, porque yo he de volver a la Tierra repetidas veces para quedarme ciega; porque yo he dejado a muchos hombres sin luz en sus ojos cuando era dueño y señor de muchos vasallos; yo no imponía la pena de muerte, pero en cambio les quemaba los ojos a mis súbditos rebeldes con hierros candentes; y cuando perdí mis hábitos de ferocidad dejaba ciegos a los pájaros para que cantaran en mis jardines y me recrearan en mis horas de aburrimiento, y como he de vivir ciega, tengo el íntimo convencimiento de que rechazaré tus protestas de amor, porque recordaré vagamente el tormento que he sufrido. 

“Ernesto y Adelina volvieron a la Tierra, y Adelina es la joven italiana que rechazó a su amador, temiendo que él le fuera infiel, y Ernesto, arrepentido sinceramente de su crimen de ayer, se propuso demostrar a Adelina su verdadero arrepentimiento, perdiendo voluntariamente la luz de sus ojos para vivir al lado de su víctima de ayer. Ernesto es un Espíritu que ha dado un paso gigante, no se puede pedir más, no cabe mayor sacrificio, ha perdido lo más bello, lo más necesario para la vida sólo por demostrar su amor y su arrepentimiento a la que generosamente ayer le perdonó su infame proceder. 
“Ernesto es un Espíritu decidido, es un alma bien templada, se ha propuesto ser grande y ha dado el primer paso. Querer es poder. Adiós”. 

IV 

Es verdaderamente interesante la comunicación que he obtenido; si todos los culpables tuviéramos el valor suficiente para borrar con nuestros actos heroicos los crímenes cometidos ayer, la Tierra sería dentro de poco tiempo un verdadero paraíso, ¡pero los sacrificios cuestan tanto!, que vamos dejando para mañana el saldo de nuestra larga cuenta. 

Amalia Domingo Soler 
Extraído del libro “Los albores de la verdad”

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        LA FUERZA CAUSANTE DE LOS 
                FENÓMENOS ESPÍRITAS

     El estudio de los fenómenos espiritistas nos ha dado a conocer estados de materia y condiciones de vida que la ciencia había ignorado durante largo tiempo. Hemos aprendido que más allá del estado gaseoso u aun del estado radiante descubierto por W. Crookes, la materia invisible que yace imponderable se encuentra bajo formas cada vez más sutiles que designamos con el nombre de "fluidos". A medida que se rarifica, adquiere nuevas propiedades y una fuerza de radiación creciente, convirtiéndose en una de las formas de la energía. Bajo este aspecto es como se revela en la mayor parte de las experiencias de que hablaremos en los capítulos siguientes.

      Cuando un espíritu se manifiesta en un centro humano, no puede hacerlo sino con el auxilio de una fuerza tomada de los médiums y de los asistentes.

Esta fuerza es producida por el cuerpo fluídico. Ha sido designada alternativamente con los nombres de fuerza ódica, magnética, néurica, etérica; nosotros la llamamos fuerzas psíquica porque obedece a la voluntad. Esta es su motor; los miembros son sus agentes conductores; se desprende más especialmente de los dedos y del cerebro.

     Existe en cada uno de nosotros un foco invisible cuyas radiaciones varían de amplitud y de intensidad según nuestras disposiciones mentales. La voluntad puede comunicarles propiedades especiales; éste es el secreto del poder curativo de los magnetizadores.
      A éstos es, en efecto, a quienes se ha revelado primeramente en sus aplicaciones terapéuticas.
León Denis
En lo invisible 

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