lunes, 21 de agosto de 2017

Elegir el Perdón



Menú de lectura en este día:


Preferencias Emocionales, resultados en la otra vida.

Oración de guerra espiritual

Elegir el Perdón

Experiencia espiritual de una Espiritista


                                      *************************************************

                                                         
  Preferencias  Emocionales, resultados                        en la otra vida

Clara Rivier (1) tenía sólo 6 años cuando se quedó paralítica. Ella estuvo durante cuatro años con dolor sin quejarse. A pesar de su condición, Clara solía consolar a su familia. A los 10 años, sintiendo que la muerte se acercaba, llamó a toda su familia a su lado y le dijo a su padre que estaría de vuelta. Después de su partida, fue evocada por Kardec en una reunión mediúmnica, cuando reveló que su dolor fue constantemente aliviado por su ángel de la guarda, la razón por la que sentía poco o ningún dolor. Además, ella solía ver y hablar con su ángel de la guarda a menudo, caracterizando su mediumnidad. Entonces, Kardec le preguntó por qué tuvo que someterse a la parálisis en su infancia. Clara explicó que en una vida anterior empleó mal su salud, belleza y riqueza. Así pues, ella tuvo que reencarnar para ser humilde y compasiva.
El caso de Clara demuestra la continuidad de la vida. ¡Hay vida antes de la vida! Y nuestras elecciones emocionales influencian nuestras vidas después de la muerte y nuestras vidas futuras también. Se trata de la ley de acción y reacción. Por lo tanto, es muy importante ser conscientes de nuestras emociones para dar una dirección, como dijo León Denis, a nuestra vida, a nuestra vida inmortal.
¿Qué nos sucede antes de esta vida que estamos viviendo? ¿Vamos a ir al cielo, al infierno o al purgatorio después de la muerte? ¿Nuestras emociones definirán nuestra vida antes, durante y después de cada reencarnación?
El cielo en realidad es esta frecuencia vibratoria en que se sintió la condesa Paula (2) después de morir a los 36 años. Solía ser buena, amable e indulgente con todos, un verdadero modelo de las más nobles cualidades de la mente y el corazón. En su vida después de la vida, ella estaba en “el cielo”. En este cielo disfrutando de la felicidad de una persona que cumple la voluntad de Dios en la Tierra cuidando de los demás. Ella dijo: “Estoy feliz más allá de lo que las palabras puedan expresar, y ¡todavía estoy aún muy lejos de la parte superior de la escalera! Yo soy infinitamente más feliz de lo que lo era en la Tierra. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir, ayudar a personas en hospitales, visitar amigos en la Tierra, ser parte de la rueda del trabajo de la naturaleza, consolar espíritus sufrientes de niveles inferiores; nosotros llegamos y nos marchamos, no de una calle a otra, sino de un mundo a otro”. Su descripción coincide con la descripción del Cielo en el Libro de los Espíritus de Allan Kardec donde “los espíritus ejercen y disfrutan de todas sus capacidades sin las pruebas del mundo material o el dolor común en los estados subdesarrollados” (3).
Por otro lado, Lemaire (4), que murió como un criminal en el año 1857 es el ejemplo de alguien que se siente en el infierno después de la muerte. Él describió su estado de ánimo como: “Sentía demasiado mi dolor; estaba perdido en el sufrimiento”. ¡Por nuestra desgracia! Nuestra visión es un suplicio continuo. Cada uno de nosotros echa la culpa al otro de sus crímenes. Haced votos para que llegue la expiación.” Esto es el infierno, un estado de ánimo y de condición vibratoria que, de acuerdo con los amorosos espíritus de la Codificación Espírita, es como “una vida de pruebas sumamente penosas, con la incertidumbre acerca de un estado mejor” (5). Esta es la razón por la cual el Espiritismo es el mejor antídoto contra la sensación de “vivir en el infierno”, porque elimina todas las incertidumbres de la vida. La filosofía espírita nos presenta todas las leyes de Dios con tanta seguridad que, incluso en casos extremos de dificultad y pruebas, se nos asegura que por cada efecto hay una causa y el Creador lleno de Amor no nos abandona nunca en las pruebas sin fin y juicios. “¡Todo pasará!” – dijo Emmanuel a Chico Xavier, en un momento de gran dificultad.
Entonces, ¿dónde está nuestro purgatorio? El purgatorio es “sufrimiento físico y mental, un tiempo para reevaluación y el inicio de la rehabilitación.” Los espíritus iluminados de la Codificación, dijeron que “casi siempre es en la Tierra donde uno crea su propio purgatorio y donde compensa sus errores”, al igual que Clara Rivier describió su reencarnación.
Así, el juez se encuentra… en nuestra conciencia (6).
A medida que nuestro planeta transita a su estado de regeneración, se nos invita a revisar nuestras decisiones emocionales y las respuestas a estados más amables, afables y resignados. Después de todo, el gobernador de nuestro planeta, Jesucristo, propuso “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra”.
En cada elección emocional en la vida, como Clara, la Condesa Paula, o Lemaire, estamos sembrando las semillas para la inmortalidad. Vamos, pues, a recibir la invitación de Jesús para alinear nuestras elecciones emocionales con moderación y serenidad ante las tribulaciones de la vida, porque la vida realmente pasa.
Vanessa Anseloni
Referencias
  (1) El Cielo y el Infierno, de Allan Kardec, parte 2, cap. 8                                                                                       (2) El Cielo y el Infierno, de Allan Kardec, parte 2, cap. 2                                                                                       (3) El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, C. 1016                                                                                           (4) El Cielo y el Infierno, de Allan Kardec, parte 2, cap. 6                                                                                     (5) El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, C. 1014                                                                                           (6) El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, C. 621

                                          *********************



                                                                               

Oración de Guerra Espiritual


Señor que en el día de hoy,
yo pueda recordar a los que viven en guerra,
y hacer por ellos una oración de paz.

Que yo pueda recordar a los que odian,
y hacer por ellos una oración de amor.

Que yo pueda perdonar a todos los que me hayan lastimado,
y hacer por ellos una oración de perdón.

Que yo me acuerde de los desesperados,
y haga por ellos una oración de esperanza.

Que yo olvide las tristezas de este año,
y haga una oración de alegría.

Que yo pueda creer que el mundo aún puede ser mejor,
y haga por él una oración de fe.

Agradecido Señor
Por tener alimento,
cuando tantos pasan el año con hambre.

Por tener salud,
cuando tantos sufren en este momento.

Por tener un hogar,
cuando tantos duermen en las calles.

Por ser feliz,
cuando tantos lloran en la soledad.

Por tener amor,
cuando tantos viven en el odio.

Por mi paz,
cuando tantos viven el horror de la guerra”


Que Así Sea


                             **************************


                             

                 
                ELEGIR EL PERDÓN

La escritora Robin expresa que todas las personas tienen su propia historia de odio, resentimiento y tristeza. Cada unio pasa en la vida por diferentes fases de disgusto,ingratitud, ofensas, separación conyugal, agresiones varias, adulterios, intrigas y demás conflictos que siembran la amargura en las profundidades del espíritu.Todos han experimentado  motivos para sentir rencor, tristeza y rabia.
     El resultado de tales sucesos ha sido la aparición de un excesivo apego a los resentimientos. Las personas se aficionan de tal modo a los sentimientos inferiores que estos llegan a pertenecer, o lo que es lo mismo, a instalarse en su propia casa mental. Son de la familia y sin ceremonias previas provocan tristezas, rabia, intranquilidad y los demás sufrimientos del alma. Muchas son las personas que deciden aferrarse al rencor con la exclusiva finalidad de tener alguien a quien culpar por su desdicha. A partir del i nstante en que elegimos el perdón expulsaremos de nuestra casa íntima a un elemento indeseable: el resentimiento. El resentimiento solo produce desequilibrio y destruye la armonía interior. La opción por el perdón despeja de la mente a uno de los más nefastos enemigos de su tranquilidad y a partir de entonces comienza a experimentar alivio, a estar más liviano, a producir, por último, una saludable transformación en la vida del indivíduo. Recuérdese que la otra cara del dolor es la paz, la alegría, lo que hace del perdón una auténtica elección a favir de la felicidad. Busca edn tu corazón la bondad, la compasióon, la ternura, hasta conseguir el coraje que te permitirá mirar más allá del miedo y la rabia.
     Cuando miremos más allá estaremos en condiciones de comprender que cada cual alcanzó un escalón evolutivo, e inevitablemente cometerá , igual que nosotros, actos irreflexivos. El Dr. Gerald Jambrowski afirmaba que "Perdonar es ver la luz en lugar del velador". Jesús miraba el fondo del alma humana y comprendía el estado de ignorancia de los que cometen errores y de quienes practican actos imprudentes en la vida. No obstante, lo importante es evitar la repetición de los errores, porque en el futuro constituirán un perjuicio para el indivíduo.

El perdón en familia-

La relación entre los miembros de una familia constituye el fundamento emocional de la estabilidad del hogar. Conseguir la paz entre sus miembros es esencial para la paz interior de cada uno, puesto que la familia es un sistema perfectible y como tal, la conquista del perdón en su seno es un acto de perfeccionamiento para todo el grupo. En la mayoría de los hogares existe algún miembro que representa problemas para el desequilibrio emocional de la estructura familiar. Aquí el marido es afecto a las bebidas alcohólicas y se  pone violento, allí un hijo que se desvía a las drogas y se deja arrastrar por un torrente de contradicciones sin fin. En ciertos casos los trastornos kármicos se traducen en incompatibilidades de toda índole: La madre o el padre tienen afinidad con uno de los hijos y dificultades con el otro. En otras partes surgen las infidelidades conyugales que producen desesperación y dolores atroces. ¡ Cuantas situaciones de violencia verbal o física, de ofensas mutuas, de incomprensiones de los padres con los hijos adolescentes y jóvenes, de ingratitud entre unos y otros!. En definitiva, el hogar es un excepcional lugar para las reparaciones del pasado lejano y un importante laboratorio para la práctica del perdón. En el hogar hallamos significativas oportunidades para enmendar los errores cometidos en encarnaciones anteriores, y para perdonar a quienes nos han ofendido en otras épocas de nuestra experiencia humana. Por lo tanto, considerar a la rabia como una fuente de fuerza no es más que un autoengaño. La rabia solamente alimenta el amor propio herido por las desavenencias familiares. La rabia representa una lucha en la que ninguno triunfa.
     Por lo general, exigimos al otro lo que nosotros no damos y principalmente concentramos nuestra exigencia en quienes no nos inspiran un afecto demasiado profundo.
     El Espiritismo viene a explicarnos que en cierta forma, es común que se vuelvan a encontrar en el hogar espíritus afines y no afines. En los procesos inherentes a las reencarnaciones anteriores es probable que hayamos cometido acciones que han afectado profundamente a muchas personas, algunas de las cuales pueden estar dentro de nuestra propia familia, en la presencia de un esposo necesitado de comprensión, o en ese hijo amado que necesita apoyo para superar los desequilibrios de su alma. De tal manera, el Espiritismo aporta otra forma de ver el mundo. El perdón está insertado en esa modalidad humana y respetuosa de las relaciones familiares. 
Mira  tus familiares con ojos de ternura, perdónales las faltas que puedan haber practicado y avanza confiado hacia el futuro.

-Jasón de Camargo-(Educación de los sentimientos)

                                     ******************

EXPERIENCIA ESPIRITUAL          DE UNA ESPIRITISTA

           En cierta ocasión escribí de mi experiencia en lo referente a la comunicación con el mundo espiritual. Entonces hablé de cómo tuvo lugar aquella, cinco años después de la desencarnación de mi padre y las enseñanzas que obtuve de él.
          Con el paso del tiempo fui adquiriendo más conocimientos propiciados por mi madre, y sobre todo por don Julio, médium y gran conocedor de la doctrina; gracias a él pudimos aprender, pues como he dicho ya, carecíamos de libros. Eran unos tiempos bastante complicados, consecuencia de la Guerra Civil Española. El espiritismo, al igual que otras creencias, estaba prohibido, y por ende también los libros sobre esta temática: solo teníamos un ejemplar del “Evangelio según el Espiritismo” que, debido al título, teníamos que ocultarlo, pasándolo de unos a otros clandestinamente, tal y como eran nuestras reuniones.
          En aquellos tiempos, nuestros hermanos espirituales, haciendo gala de la más excelsa caridad, se comunicaban con bastante asiduidad; como he dicho, eran tiempos difíciles y nosotros necesitábamos mucho de sus consejos y dirección; las almas estaban traumatizadas y no podían permitir que malos pensamientos nos desviaran de nuestro camino; así, acudían a nosotros en nuestra ayuda. Yo aprendí que los espíritus no están a nuestro capricho y que, para ser atendidos por ellos, deben vernos humildes; deseosos de aprender, cuando verdaderamente los necesitamos; pero ante todo, sumisos a la voluntad de Dios.
          Es lógico, y sobre todo humano, el deseo de comunicar con aquellos que ya no están con nosotros, pero por eso mismo los espíritus vienen con gusto a enseñarnos que no siempre es posible; hay múltiples razones para ello; nosotros los espiritistas lo sabemos, y así lo aceptamos.
          Todo lo que ahora sé y que entonces también sabía, con el paso del tiempo se fue diluyendo en mi memoria, y de nuevo comencé a sentirme un tanto impaciente: transcurría el tiempo y no teníamos ningún contacto con papá: el recuerdo de aquella  primera y única vez me empujaba al deseo de volver a tener una nueva oportunidad; ya tenía dieciocho años y había dejado de ser oyente y observadora; ahora tomaba parte en los trabajos que se hacían y me sentía capacitada para, llegado el momento, hacer la gran pregunta: ¿Existe la posibilidad de contactar con quien fue mi padre en la Tierra? Y, llegado el momento, la hice.
          La respuesta que recibí fue una nueva lección que jamás he olvidado:
    –Querida hermana. Sabes que no siempre podemos satisfacer nuestros deseos, aunque los consideremos legítimos, y por diversos motivos. En este caso, debo decirte que este hermano por el que clamas tiene misiones más importantes que cumplir; piensa en ello. No obstante, tengo un mensaje de Él para vosotras: “Os reitero todo mi amor y mi compromiso de que siempre estaré a vuestro lado.”
            Por unos momentos no supe qué contestar. Todos me miraban y solo dije: -Perdóname. Pensaré en ello.
          Y pensé; ¡claro que lo hice!  Me di cuenta de que, en todo aquel tiempo transcurrido, yo no había tenido una necesidad tan perentoria como para que mi padre o cualquier otro hermano espiritual tuviera que acudir en mi auxilio. Aprendí la lección para siempre.
        Debemos ser más humildes, no somos tan importantes y debemos entender que hay mayores causas que atender. El trabajo y la lucha son nuestros y solo debemos contar con su ayuda cuando sea realmente necesario. ¡Y cuántas veces nos ayudan sin que ni siquiera nos demos cuenta!
          No hay que ser impacientes; la rueda de la vida no deja de girar, y cuando llega al final y traspasamos la gran puerta, si hemos cumplido lo mejor posible con nuestros compromisos, tendremos toda una eternidad para hablar con nuestros seres más queridos, y aun con muchos otros.
          Por último, quiero deciros, queridos hermanos que leáis estas experiencias mías, que hay un consejo, el que me dio mi padre aquella única vez, que jamás he olvidado:
                          “No dudéis jamás de la bondad de Dios”

Experiencia espiritual de una espiritista por: Maria Luisa Escrich

 ******************************************


No hay comentarios:

Publicar un comentario