miércoles, 8 de noviembre de 2017

El espírita ante el síndrome del miedo




Hoy podemos ver aquí:

- El Libre albedrío
-Podando irritaciones
-Los creadores de nuestro destino
- El espírita ante el síndrome del miedo



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                 EL LIBRE ALBEDRÍO
                                                    ENSEÑANZA DE LOS ESPIRITUS.
El libre albedrío se desarrolla en los Espíritus al mismo tiempo que las ideas, y Dios les dice: “Todos podéis aspirar a la felicidad suprema, cuando hayáis adquirido los conocimientos que os faltan y cumplida la tarea que os impongo. Trabajad, pues, para  vuestro adelanto; he ahí el objetivo: lo alcanzaréis obedeciendo a las leyes que he grabado en vuestra conciencia.”
A consecuencia de su libre albedrío,unos toman el camino más corto, que es el del bien, otros el más largo que es el del mal.
7. Dios no creó el mal; estableció leyes y esas leyes son siempre buenas, porque Él es soberanamente bueno; aquél que las observara fielmente sería perfectamente feliz; pero los Espíritus, teniendo su libre albedrío no siempre las observaban y el mal resultó para ellos de su desobediencia. Pues se puede afirmar entonces, que el bien es todo lo que está conforme con la ley de Dios y el mal todo lo que es contrario a esa misma ley.
8. Para concurrir, como agentes del poder divino, a la obra de los mundos materiales, los Espíritus se revisten temporalmente de un cuerpo material. Mediante el trabajo que su existencia corpórea requiere, perfeccionan su inteligencia y adquieren, dentro de la observancia de la ley de Dios, los méritos que deberán conducirlos a la felicidad eterna.
9. En el principio, la encarnación no es impuesta al Espíritu como castigo; es necesaria a su desarrollo y al cumplimiento de las obras de Dios, y todos deben soportarlas, tomen el camino del bien o del mal; sólo aquellos que siguen la ruta del bien avanzan más rápido, tardando menos en alcanzar el objetivo y llegan a él en condiciones menos penosas.
10. Los Espíritus encarnados constituyen la Humanidad, que no está circunscrita a la Tierra, sino que puebla todos los mundos diseminados en el espacio.
ALLAN KARDEC.

                                               
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                           PODANDO IRRITACIONES


Si aún traes, por ventura, el hábito de encolerizarte y si ya consigues reconocer los perjuicios, puedes claramente erradicarlo, atendiendo a tu propia renovación.

Inicia las actividades diarias, pensando en Dios y agradeciendo tus posibilidades de hacer el bien.

Medita, con raciocinio, ante el clima de conocimiento superior que ya posees, en la certeza de que te encuentras en la ocasión de expresar lo mejor de ti mismo.
Piensa en los compañeros hasta ahora capaces de inducirte a la amargura, como hermanos nuestros imperfectos, tanto como nosotros.

Si algún trazo de amargura se te fija en el corazón, relativo al comportamiento infeliz de alguien, a través de acciones que consideres lesivas a tus sentimientos, disculpa a ese alguien, procurando olvidar la falta que naturalmente cometió sin pensar.

Pondera que si los otros yerran, también nosotros erramos, muchas veces, en la condición de espíritus, aún ligados a las múltiples fajas de la evolución terrestre.
No te aceptes como infalible, a fin de que entiendas con indulgencia a aquellos que, acaso, te fallen a la confianza.

Reflexiona en la intimidad del corazón que nadie consigue realizar algo sin el concurso de alguien, para que aproveches los valores maduros de los colaboradores que la Divina Providencia te confió, sin causar estragos a los valores aún verdes.

Abstente de lamentar fracasos y dificultades que ya pasaron y entrégate a la reconstrucción de tu propia paz, en bases de servicio y discernimiento.
No nos olvidemos de que, en las más complicadas circunstancias, la vida nos demanda la práctica del bien y que, por eso mismo, cualquier ocasión, para cada uno de nosotros, es tiempo de comprender y bendecir, auxiliar y servir.


Emmanuel. Espíritu.


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     “La mediumnidad es cosa santa, que debe ser practicada santamente, religiosamente.” 

Allan Kardec. El Evangelio Según el Espiritismo


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          LOS CREADORES DE NUESTRO                                       DESTINO
La convicción de que el hombre es el constructor de sus  propios destinos, de que todo cuanto le ocurre, bueno o malo, recae sobre él, en sombras o luces, estimula su andadura 
ascensional y lo obliga a velar, escrupulosamente, por sus actos. 


Siendo cada una de nuestras existencias, buenas o malas, la consecuencia rigurosa de las que la han precedido y la preparación de las que le siguen, veremos en los males de la vida el correctivo necesario de nuestros errores pasados y evitaremos recaer en ellos. 


Tal correctivo será mucho más eficaz que el temor a los suplicios infernales, en los cuales ya nadie cree, ni siquiera aquellos que hablan de ellos con una seguridad más fantástica 
que real. 


Con el principio de las reencarnaciones, todo se aclara; todos los problemas se resuelven; el orden y la justicia aparecen en el Universo. 


La vida toma un carácter más noble, más elevado; se convierte en una conquista gradual y, por nuestros esfuerzos y con el concurso de lo Alto, se adquiere un futuro siempre mejor. 


El hombre siente aumentar su fe, su confianza en Dios y, de esa concepción ampliada, la vida social recibe profundas repercusiones... 


Por el contrario, ¿no es una pobre y lamentable idea, la que consiste en creer que Dios nos concede una sola existencia para mejorarnos y progresar? 

LEÓN DENIS 


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EL ESPIRITA ANTE EL SÍNDROME DEL MIEDO

En una situación de crisis, sea de orden económico o agravamiento de la inseguridad pública, como suele ocurrir en los días de hoy, las relaciones sociales, personales y familiares se alteran. Ante ese cuadro, es perfectamente normal que sintamos miedo. En verdad, sentir miedo nos lleva a la inmovilización, pues esa fobia aumenta, considerablemente, con el temor de que una actitud podrá causar. Pensar que no conseguiremos enfrentar una dolencia, nuestros errores, la pérdida del empleo o de los bienes, la vejez, la soledad, la pérdida de un amor y así en adelante, nos amedrentamos, nos causa ansiedad y desconfort psicológico.
Si tuviésemos certeza en el suceso, de las actitudes a tomar, no tendríamos miedo de cosa alguna. No debemos, pues, desconsiderar nuestros miedos, más, antes, valorizarlos como fuente de transformaciones  a ser realizadas dentro de nosotros mismos. Cuando es usado como instrumento de coerción, control y ejercicio  del poder y de autoridad sobre los otros, se compromete  la conciencia de los individuos, creando, en ellos, la necesidad de mentir. Es cuando profesores y padres usan los miedos para limitar a sus alumnos e hijos. Cuentos e  historias infantiles, que pueden ser usados como armas  para amedrentar  y controlar  a las criaturas, están ayudando a realizar la tarea de la anti pedagogía. Es la anti enseñanza. Es la deseducación.
André Luis enseña que “el coraje soporta las dificultades, superándolas. El temerario afronta los peligros sin ponderarlos.”  ¡Es verdad! Hay actitudes que, frente a los miedos, pueden ser fruto de nuestra irresponsabilidad. Se trata de un error de percepción o de nuestra incapacidad de enjuiciamiento. Sin medir las consecuencias de nuestros actos, sea cual sea la razón, enfrentamos la amenaza y el peligro, sin, antes, analizarlos. Somos, muchas veces, inconsecuentes en nuestros actos, no valoramos  la imprudencia que cometemos. Ejemplos comunes de irresponsabilidad son las actitudes impulsivas o exhibicionistas practicadas por quien no piensa en correr cualquier riesgo con tales actitudes. La muerte y la vida le son indiferentes.
Por esas razones es preciso que aceptemos nuestros 
propios miedos, a fin de dar inicio a nuestro auto 
conocimiento. Consiste, eso, en admitir que tenemos
 miedos. Es el primer y decisivo paso para iniciar el 
camino que nos llevará a superarlos y,  en consecuencia 
a la superación de sí mismo.
La inestabilidad psíquica y emocional hace parte rutina 
de todos. Es necesario tener”nervios de acción” para 
sobrevivir en las modernas y grandes ciudades. Mientras 
el miedo sea un sentimiento natural, la drástica realidad 
de lo cotidiano está transformando, en patología 
crónica, un sentimiento que es fundamental para nuestra 
sobrevivencia. “Nadie podrá decir que toda enfermedad 
esté vinculada a los procesos de elaboración de la vida 
mental, más todos pueden garantizar que los procesos 
de elaboración de la vida mental guardan positivas 
influencias sobre todas las dolencias”. El miedo es 
normal cuando es moderado. Cuando es excesivo, se 
torna dolencia y pasa a perjudicar nuestra vida.
  Toda emoción sobre el cuerpo es semejante  a un duro 
golpe sobre el engranaje de una maquina sensible, y 
toda aflicción cobijada  es como oxido destructor, 
perjudicándole el funcionamiento”. El miedo excesivo 
(fobias) es lo mismo que sembrar arbustos de zarza 
magnéticos y fecundarlos en la tierra emotiva de nuestra 
existencia, e intoxicar, por cuenta propia, la tesitura de la 
vestimenta corpórea, estragando los centros de nuestra 
vida íntima y arrasando, consecuentemente, sangre y 
nervios, glándulas y vísceras del cuerpo que Dios nos 
concede con vistas al desarrollo de nuestras facultades 
para la Vida Eterna.
Para Sigmund Freud, una emoción como el miedo, por 
ejemplo, “es una preparación para enfrentar el peligro. 
Es un estado biológicamente útil, ya que, sin él, la 
persona se hallaría expuesta a graves consecuencias. De 
él derivan la fuga y la defensa activa. Cuando, sin 
embargo, el desenvolvimiento de ciertos estados van 
más allá de determinados límites, pasa a contrariar el 
objetivo biológico y da lugar a las formas patológicas”. 
Los ansiosos (estresados) visitan, cinco veces más, a los médicos que una persona normal. El síntoma crónico del miedo está generando problemas físicos y emocionales, tales como el infarto de miocardio, ulcera e insomnio. Ese síndrome repercute en el organismo  de varias maneras. En el cerebro, puede provocar insomnio y depresión. En el corazón, surgen arritmias y la hipertensión. El sistema endocrino puede sufrir baja tasa de  azúcar en la sangre y problemas con la tiroides; en el sistema gastrointestinal, indigestión y colitis. Por tanto, el stress del miedo desenvuelve la ulcera, la ansiedad, las tristezas y los pánicos. “El miedo [patológico] es uno de los peores enemigos de la criatura, por alojarse en la ciudadela del alma, atacando las fuerzas más profundas”. 
Para nosotros, estudiosos del Espiritismo, la solución para el miedo es, sin duda, el ejercicio “de la ge que remueve montañas”, mostrándonos el rumbo de la victoria. Es, igualmente, la certeza de la reencarnación, la convicción de que la vida terrena no es más que un largo día ante la eternidad real de la vida del Espíritu. Somos seres pensantes e inmortales y, ante esas verdades, podemos enriquecer nuestra actividad mental, indefinidamente, rumbo a los objetivos superiores. Podemos desenvolver recursos que nos conduzcan a un  relacionamiento humano y social saludable, a través del trabajo solidario y fraternal, aprendiendo a entender  los dolores y angustias de nuestros compañeros, a tener compasión, y finalmente, “a amar al prójimo como a nosotros mismos”. 
Fundamentalmente, la fe debe apoyarse en la razón, para 
no ser ciega. Por eso, fe no es un “don” ofrecido por Dios 
para alguien en especial, sea por esa o aquella actitud 
exterior, más sin el producto de nuestra conquista 
personal en la búsqueda de la comprensión del camino 
correcto, de las verdades que penetran la esencia de 
nuestras propias vidas, por medio del conocimiento, de 
la vivencia de la experiencia, de las reflexiones 
personales y por el esfuerzo que hacemos en 
modificarnos para vivir con más amor, por entender que 
el amor es la causa de la vida, y la vida es el efecto de ese 
amor. En el mensaje del Maestro, aprendemos la lección 
del coraje, del optimismo vivo, factores psicológicos, 
esos, capaces de renovar nuestras  inclinaciones, 
obstando que el miedo, la depresión y la angustia se 
aparten de nuestra mente.
 Jorge Hessen

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