domingo, 22 de abril de 2018

La muerte no es el final.




Aquí podemos ver:

- Asimilación de corrientes mentales
-¿ Reencarnar en un cuerpo de hombre o de mujer?
- Fases del Espíritu tras su reencarnación
-La muerte no es  el final.



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ASIMILACIÓN DE CORRIENTES MENTALES



En cualquier estudio mediúmnico no debemos olvidar que la individualidad espiritual, en el cuerpo físico, mora en la ciudadela  atómica carnal  que está formada por recursos tomados provisionalmente del ambiente del mundo. Sangre, encéfalo, huesos, nervios, piel y músculos son elementos materiales que se aglutinan entre si para la manifestación transitoria  del alma en la Tierra, constituye  una vestimenta temporal, según las condiciones y pruebas que tiene que pasar.

Cada recipiente recibe conforme a su capacidad. Los mundos actúan los unos sobre los otros por las irradiaciones que despiden, y las almas se influyen mutuamente  por intermedio de los agentes mentales que producen. El campo de la mente  ofrece un amplio panorama para el estudio de sus combinaciones… pensamientos de crueldad, rebeldía, tristeza, amor, comprensión, esperanza o alegría, tiene una naturaleza diferente  con características y pesos propios, haciendo más densa al alma  o utilizándola, además  de poderse definir  sus cualidades magnéticas… La onda mental poseerá determinados coeficientes de fuerza,  tanto en la concentración silenciosa como en el verbo exteriorizado o en la palabra escrita…

Comprendemos con esto, que somos victimas o beneficiarios  naturales  de nuestras propias creaciones, según las corrientes mentales qué proyectamos, nos esclavizamos  a compromisos contraídos  por el equivoco de nuestras experiencias  o liberamos con el bien  hacia el progreso, según nuestras determinaciones  y obras en armonía  o desacuerdo con las leyes eternas…

Casi todos los hechos mediumnicos son ejercidos  por el fenómeno  de la perfecta asimilación de corrientes mentales. El organismo  es como un aparato receptor donde se condensan  los pensamientos  y la voluntad con profusiones de rayos que alcanzan el campo interior del médium, primeramente por los poros, que son como miríadas  de antenas sobre las cuales  esa emisión adquiere el aspecto de impresiones débiles e indecisas. Esas impresiones  se afirman en los centros del cuerpo espiritual, los que funcionan  a modo de condensadores  y alcanzan de inmediato los enlaces del sistema nervioso desempeñando el papel de preciosas bobinas de inducción, acumulándose allí en un instante y reconstituyéndose automáticamente en el cerebro, en donde poseemos centenares de centros motores semejantes a un milagroso teclado de electroimanes ligados los unos a los otros. En esos núcleos dinámicos se procesan las acciones y las reacciones mentales que determinan  vibraciones creativas a través del pensamiento o de la palabra, considerándose el encéfalo  como una poderosa  estación emisora y receptora  y a la boca como un valioso auto parlante.  Tales estímulos  se expresan también a través del mecanismo  de las manos y de los pies, o por las sensaciones de lo sentidos y de los órganos que trabajan al igual que elevadores  y conductores, transformadores y clasificadores bajo el comando directo de la mente.

El pensamiento que nos pertenece con exclusividad, fluye incesantemente de nuestro campo cerebral, al igual que las ondas magnéticas acalóricas que nos son peculiares y lo utilizamos normalmente  accionando los recursos de que disponemos.

En los asuntos de este orden es imprescindible tener mucho cuidado para juzgar, porque si se basa el criterio sobre la medida de expresión terrena, se posee una  vida mental parasitaria y restringida, ya que ocultamos  la onda de pensamiento  que nos es propia para reflejar  y actuar con los preconceptos  consagrados   o con la pragmática de las costumbres  preestablecidas, que son cristalizaciones mentales  producidas en el tiempo. Basta que se ejerza la meditación, al estudio edificante y a la vocación de discernir,  para comprender con nitidez cual es la calidad de nuestros pensamientos y poder identificar  claramente a las corrientes espirituales que asimilamos.

La mediumnidad es un don inherente a todos los seres, al igual que la facultad de respirar, cada criatura asimila las fuerzas superiores o inferiores con las cuales se haya en sintonía. Por eso mismo el Divino Maestro nos recomendó la oración y la vigilancia  para no caer en las sugestiones del mal,  porque la tentación es la corriente  de fuerzas vivas que irradiamos nosotros y que, llegando hasta los elementos afines, tejen entre si, alrededor  de nuestra alma, una espesa red de fuerzas impulsivas que se tornan a veces irresistibles.

Estudiemos trabajando. El tiempo utilizado en el bien de nuestro prójimo  es una bendición que atesoramos para siempre en nuestro propio provecho.


 Extraído de el libro: “En los Dominios de la Mediumnidad” de Chico Xavier.

Realizado por Merchita


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¿REENCARNAR EN UN CUERPO DE HOMBRE O DE MUJER?

¿Nosotros lo elegimos antes de nacer?

Cuestión nº201:
¿ El espíritu que animó el cuerpo de un hombre, puede animar el de una mujer, en una nueva existencia, y viceversa?
Respuesta: " Sí, poco importa al espíritu; depende de las pruebas que tenga que sufrir"
Los espíritus no encuentran ninguna dificultad para encarnar, ya  sea en cuerpo de hombre o de mujer, obedeciendo al fenómeno natural del proceso reencarnatorio. No existe obstáculo alguno para que el espíritu tome un cuerpo de hombre o de mujer. Es la ley natural que se cumple para todos los espíritus del universo. Así lo determina la ley magnánima de Dios, que orienta a todos los espíritus (en todas las épocas de la humanidad), a fin de ejercitar y asimilar todo lo que las sagradas funciones de los dos sexos ofrecen en el campo del desarrollo y mejoramiento de las potencialidades del espíritu.
Existe para todo espíritu, la necesidad de aprender tanto las funciones de la masculinidad como de la feminidad, lo cual provocará cambios considerables y permanentes en su organización mental, ocurriendo fenómenos de lo más extraños y complejos en la personalidad del espíritu en el transcurso de los siglos. Reencarnar se hace fácil, gracias a la ayuda amorosa, la protección segura y la coordinación sabia de los benefactores espirituales. Después de retomar los nuevos cuerpos, la experiencia de la vida humana correrá por cuenta del libre albedrío de cada espíritu.
Cada uno recibirá una existencia de luchas y de pruebas, dificultades y facilidades, todo condicionado por sus actos de vidas anteriores, en uso de su propio albedrío. La pregunta que nosotros, estudiosos del Espiritismo, nos debemos hacer es la siguiente: ¿ Como está la condición íntima del espíritu reencarnado: Su vida mental, los sentimientos, los deseos,las emociones, el instinto sexual, las pasiones, las frustraciones, la timidez, los remordimientos, la conciencia culposa, los errores en el amor sexual, los adulterios cometidos en vidas pasadas?.  Los reflejos psíquicos de vidas anteriores permanecen bien fuertes y poderosos en el inconsciente de cada espíritu.
Reencarnar en un cuerpo de hombre es muy natural. Será difícil asimismo, ser hombre en espíritu con las suficientes características psíquicas masculinas guardadas en la estructura mental: ser marido fiel, ser pareja sexual sincera, ser compañero ideal, ser padre responsable y educador, ser hermano, ser amoroso, ser gentil, ser respetuoso con las cualidades y defectos morales de su compañera, ser amigo, ser humano, ser buen director de la familia.
Reencarnar en un cuerpo de mujer es muy natural. Lo difícil será ser mujer en espíritu con las suficientes características psíquicas femeninas guardadas en su estructura mental: ser esposa fiel, ser compañera sexual sincera, ser compañera ideal, ser madre responsable y educadora, ser hermana, ser amorosa, ser delicada, ser respetuosa con las cualidades y defectos del marido, ser amiga, ser humana, ser buena administradora de la casa y de la familia.
Observemos con la razón iluminada por la fe razonada, que las cualidades en el hombre y en la mujer no son ofrecidas por el cuerpo físico, ( este determina solamente las funciones específicas para la actuación del espíritu). En realidad, son manifestaciones psicosexuales procedentes de la mente del espíritu reencarnado que asume el cuerpo de hombre o el de mujer. El sexo es mucho más mental, mucho más psicológico, en cada persona, pues es el propio espíritu quien expone sus recursos psíquicos adquiridos en las luchas y trabajos a través de las sucesivas reencarnaciones en los siglos y milenios...
El nuevo cuerpo adquirido por el espíritu al reencarnar, no añadirá nada nuevo a su vida mental: solamente señalar la especificidad de sus trabajos en el mundo, en la unión conyugal, en la familia y en la sociedad. Los recursos psíquicos de la mente, en cada espíritu, son los que determinan como será utilizado su libre albedrío, su instinto sexual, y su conducta afectivo-sexual....
El cuerpo físico del hombre y el de la mujer. son simplemente maravillosos y extraordinarios instrumentos para que el espíritu realice sus actividades en la vida corporal. La actuación en la vida corporal dependerá exclusivamente de los recursos de su mundo mental para "ser hombre" y "ser mujer".

Del Blog Vida después de la vida.



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FASES DEL ESPÍRITU TRAS SU 

REENCARNACIÓN

Período infantil: ( reencarnación ). 

La turbación no cesa en el instante del nacimiento, por el contrario persiste por algún tiempo. En los años siguientes de crecimiento del bebé, en el período de la infancia, el espíritu conserva esa turbación, que se va disipando despacio a lo largo del desarrollo del niño. 
El infante, en sus primeros años, debe adquirir capacidades motoras, de inteligencia, interactuar con el medio material para poder más adelante tomar decisiones en su vida de adulto. La función de la turbación en esa fase infantil es permitir un nuevo aprendizaje. 
En esa época, que puede durar más o menos siete años (como debemos saber, ese tiempo es relativo conforme al desarrollo de cada uno), el niño es susceptible a la influencia de los padres o tutores. Su personalidad es muy maleable, pudiendo absorber muchos conocimientos en varios aspectos, porque es más propicio a la asimilación de los principios educativos, donde las nociones morales vividas junto al ejemplo de los deberes de la vida deberían ser enseñadas en el seno donde vive. 
Es inmensa la responsabilidad de los progenitores o tutores en ese momento. Es de fundamental importancia que los padres sean conscientes de sus deberes y obligaciones para con el hijo, porque el niño absorberá lo que le enseñen, siendo un deber importantísimo de los padres o tutores la correcta educación moral e intelectual del niño, esforzándose para hacer del pequeño un individuo de bien, con valores morales. Si los padres fallan, por no dar al niño las enseñanzas morales correctas, tendrán que responder a eso y sufrirán en el mundo espiritual las caídas del hijo, sintiéndose responsables. 
La infancia es también una época de descanso para el espíritu y en ella el niño debe ir asumiendo poco a poco sus facultades inherentes, debe ir asimilando las condiciones físicas y mentales para desarrollar su encarnación con éxito. 
En ese momento infantil, las decisiones tomadas por un niño son proporcionales a sus necesidades básicas y sus sueños son pueriles. Él va adquiriendo paulatinamente el control de su libre albedrío, cuando empieza a tomar pequeñas decisiones. 

Período juvenil: 
Cuando llega la edad adolescente, esa edad de rebeldía a la que se refieren muchos padres, el espíritu se va mostrando tal como es, se transparenta su verdadero carácter y desvela algunas veces, facetas de su personalidad escondidas hasta entonces. 
Podemos observar que el olvido del pasado no es del todo absoluto en la encarnación, ya que en ese período se puede ver claramente en las inclinaciones de cada uno reminiscencias de vidas pasadas, en la manera de relacionarse con el medio en que se encuentra el espíritu encarnado, así como en las tendencias en hacer el bien o dejarse llevar por los impulsos viciosos que la sociedad ofrece. 

Período adulto: 
En la edad adulta el hombre ya posee todas las herramientas para decidir, actuar y resolver qué caminos a tomar, qué opciones elegir para sí mismo con total responsabilidad de sus actos. La ignorancia de su destino y del motivo de su presencia en la Tierra puede ser atenuante de las faltas que cometa pero no exime de la culpabilidad de ellas. 
Sabiendo, pues, el motivo de la encarnación, elegir una vida sana, de aprendizaje, de trabajo honesto, aprovechando el tiempo en enriquecerse moral e intelectualmente, practicando la caridad con uno mismo y con los demás, debería ser el objetivo prioritario a conseguir. 
Es importante, en la fase adulta, direccionar las verdaderas adquisiciones para construir un futuro para sí mismo mejor teniendo ciencia de que la vida es transitoria en la Tierra y que el hombre volverá a su estado de espíritu, tarde o temprano. A pesar de los sentidos humanos percibieren solamente las impresiones que la materia densa permite, el hombre debe hacer un esfuerzo decidido en adquirir bienes eternos y perecederos, aquellos que constituirán su verdadero patrimonio y que serán su legítima adquisición cuando su cuerpo alcance la decrepitud de sus órganos. Todas las acciones relevantes tomadas durante la vida tendrán consecuencias positivas o negativas para el espíritu en su vida póstuma.

Publicación de  Ángeles Calatayud-



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             LA MUERTE NO ES EL FINAL

El temor y la morbosidad que el tema de la muerte comúnmente evoca , además de la poca disposición para encararlo con comprensión, se debe a que la gente pone excesivo énfasis sobre el cuerpo físico, a la facilidad de identificarse con él y a que está basado en el temor innato a la soledad y a la pérdida de las cosas familiares. Sin embargo, la soledad que acontece después de la muerte, cuando el hombre se encuentra a sí mismo sin un vehículo físico, no tiene comparación con la soledad del nacimiento.

Al nacer, el alma se halla en un nuevo ambiente, sumergida en un cuerpo que al principio es totalmente incapaz de valerse por sí mismo o de establecer un contacto inteligente con las condiciones circundantes, durante un largo periodo.

El hombre viene a la encarnación sin recordar la identidad, o lo que para él significa el grupo de almas en esos cuerpos con quienes está relacionado; esta soledad desaparece gradualmente, y sólo cuando establece sus propios contactos personales, descubre a los que congenian con él y eventualmente reúne a su alrededor a quienes considera sus amigos. Después de la muerte no sucede lo mismo, porque el hombre encuentra en el más allá a quienes conoce y se vincularon con él en la vida del plano físico, y nunca está solo, como el ser humano entiende la soledad; también es consciente de los que poseen aún cuerpos físicos; puede verlos, captar sus emociones y también sus pensamientos, pues no existiendo el cerebro físico no actúa como un obstáculo. Si la gente tuviera mayor conocimiento, temería más a la experiencia del nacimiento y no a la de la muerte, porque el nacimiento encierra al alma en la verdadera prisión y la muerte física es sólo el primer paso hacia la liberación

Texto publicado por Ángeles Calatayud

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