domingo, 13 de mayo de 2018
Las señales de la imperfección
Hoy analizamos los
siguientes temas:
-Dios y la Naturaleza
.Dios y el Universo
-Los anhelos de Chico, que hacemos nuestros
- Las señales de la imperfección
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DIOS Y LA NATURALEZA
152. Entonces, ¿Dios es el autor de la naturaleza?
− Sí; por todas partes encontramos su fuerza, su inteligencia, su amor y el reflejo de su belleza.
153. ¿La naturaleza es entonces el reflejo de Dios?
− Sí; la naturaleza es una transparencia bajo la cual se descubre a Dios; cada uno de los fenómenos de la naturaleza es el símbolo de un pensamiento divino.
154. ¿Cómo es que tan pocos hombres ven la naturaleza de esa manera?
− Porque el mayor número de hombres mira estas cosas con un ojo cansado por la costumbre o falseado por la pasión. El hombre que guardó la juventud del corazón y la pureza de la mirada ve la naturaleza y la vida en la verdadera luz. Es en este sentido que Jesús dijo: «felices los corazones puros, porque verán a Dios» y también: «si su mirada es simple, todo su cuerpo será iluminado.»
155. ¿Pero esta forma de comprender la naturaleza no es exclusivamente mística puesto que la ciencia moderna ve allí sólo un fenómeno puramente material?
− Precisamente es el error de la ciencia contemporánea ver en la naturaleza sólo el fenómeno material; y es también su castigo no poder, a causa de ello, abarcar la ley de la naturaleza ni la vida profunda de los seres que encierra. El espírita, como su nombre indica, busca siempre en todas partes "el espíritu " de las cosas; y es el espíritu que le responde y le instruye.
156. ¿Así, el espírita está en comunión más íntima con la naturaleza?
− Ciertamente; esa es la comunión verdadera y universal. En medio de la naturaleza, el espírita nunca esta solo. El mundo de los espíritus le rodea, una protección invisible le envuelve; por todas partes descubre un misterio y oye voces. Siente que un amor inmenso queda en el fondo de toda vida; que cada ser repite un canto del gran poema y aporta su nota particular al concierto universal.
157. Dijo antes que el Espiritismo tenía también una estética especial, ¿se entiende como una concepción de la Belleza?
− Es la única estética, la única que es adecuada a la razón universal: la estética espiritualista.
158. ¿Qué es la estética?
− Es la ciencia de las leyes de la belleza.
159. ¿Qué es la belleza?
− Es aquello que gusta al espíritu y encanta los ojos.
160. ¿Por qué lo que es bello es aquello que gusta al espíritu y a los ojos?
− Porque lo bello está conforme con la naturaleza, como la naturaleza, a su vuelta, está conforme con la idea divina, que es el modelo eterno.
161. ¿La naturaleza es pues la expresión de la belleza?
− Sí, la naturaleza es el primer hecho estético que se impone a nuestro pensamiento y a nuestras miradas. Es la regla impecable, el modelo de donde las artes sacarán siempre la medida de su inspiración.
162. ¿Cómo expresa el hombre la belleza de la naturaleza?
− Por las artes.
Lèon Denis.
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DIOS Y EL UNIVERSO.
Enfoque breve de la realidad divina.
Aspecto físico y aspecto espiritual del Universo.
Necesario es aclarar que no vamos a hacer una definición de DIOS, de esa Grandiosidad Cósmica, indefinible e incomprendida todavía por nuestra limitada inteligencia humana, pues, lo limitado no puede definir lo ilimitado. No obstante, para aquellos de vosotros que vuestra religión de herencia familiar os haya inculcado ideas de una Divinidad a semejanza del hombre de nuestro mundo, necesario es hacer algunas consideraciones que os ayuden a adquirir una idea más amplia de la Realidad Divina.
Comencemos por analizar ese concepto de ese Dios que nos enseñaron desde la infancia, de ese “Dios” del Antiguo Testamento, implacable en su ira, celoso, vengativo y cruel; concepto admisible para humanidades de la edad de piedra formada entre la furia de los elementos, y sostenido también por los guías de las humanidades de las siguientes edades de barbarie, pero inadmisible en esta era de luces. El primer mandamiento dice: “Ama a Dios sobre todas las cosas”, y por otro lado presenta a un Dios celoso, iracundo y vengativo. Esto es un contrasentido porque nadie puede amar aquello que teme.
Pero si consideramos a Dios como Amor permanente, origen de todo bien, que se da a quien quiere recibirlo, podremos llegar a comprenderlo mejor y amarlo; pero difícil resulta amar lo que no se conoce. Amemos a Dios, sí, pero amémosle en aquello que vemos y comprendemos, amémosle en sus criaturas, en su creación. Porque ese Dios que nos presentan con las imperfecciones de una humanidad atrasada como la nuestra es completamente inadmisible.
Ese “Dios” vengativo y cruel, hermanos míos, no existe, nunca ha existido; es creación mental de conciencias todavía poco evolucionadas. Ese Dios que exige adoración, que condena eternamente al hombre por el hecho de un momento de debilidad o pasión, o por no cumplir ciertos requisitos establecidos, ese Dios no existe, nunca ha existido.
La Realidad Divina es para nosotros los humanos algo imposible de concebir en su plenitud, y cualquier especulación filosófica y teológica que lo defina, no puede dar de Ella más que una idea vaga y una remota aproximación.
Pero si bien como humanos no podemos someter a concepto esa Grandiosidad Divina, ya que ello sería limitarla, necesitamos, no obstante, tener una idea aun cuando nuestra limitada capacidad humana nos impida comprender su magnificencia.
Tenemos que admitir que existe una Sabiduría Cósmica, que existe un Poder Cósmico transcendente, del cual tan sólo percibimos algunos de sus efectos. Negarlo sería negarnos a nosotros mismos. Necesario es comprender y admitir que existe una FUERZA CREADORA UNIVERSAL, una Fuerza poderosísima que transciende al Cosmos infinito, a toda su manifestación física visible e invisible; así como espiritual en otras dimensiones desconocidas de los humanos, y que está inmanente en ellas, que vibra en ellas, lo cual podremos apreciar fácilmente en las múltiples manifestaciones de vida en constante transformismo y evolución.
Sebastian de Arauco.
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LOS ANHELOS DE CHICO, QUE HACEMOS NUESTROS :
"Si yo fuese alguien; si yo tuviese influencia; si yo tuviese la menor autoridad para hacer esto, yo apenas repetiría para mí mismo y para todos nuestros hermanos en la humanidad de todas las tierras y de todos los idiomas, aquellas palabras de Nuestro Señor Jesús Cristo: "Amaros los unos a los otros como yo os amé", porque el amor es olvido de sí mismo, porque el amor nada pide para sí.
El "amaros unos a otros" fue superado por el "amaros unos a otros como Yo os amé". Amar a alguien o a alguna causa, sin pedir nada, sin esperar pagamento, ni siquiera comprensión de la inteligencia del prójimo, es trabajar por una humanidad más feliz, por un mundo mejor, por la extinción de las guerras y por el incentivo del progreso sobre bases morales convenientes, para que todos nosotros estemos en el mejor lugar posible.
Que podamos ocupar el campo de la vida humana sirviendo al Padre, al Creador, a Nuestro Señor Jesús Cristo y a todos los principios cristianos e incluso a los principios más nobles de otras religiones, para que con respeto mutuo podamos vencer todas las barreras y amar como el amor debe ser consagrado entre nosotros.
- Francisco Cândido Xavier.
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LAS SEÑALES DE LA IMPERFECCIÓN
Dejando a un lado los defectos y los vicios sobre los cuales nadie podría engañarse, ¿cuál es el signo más característico de la imperfección?
- El interés personal.. Las cualidades morales son con frecuencia como el dorado que se coloca sobre la superficie de un objeto de cobre y que no resiste a la piedra de toque. Un hombre puede poseer cualidades reales que lo convierten, a los ojos de la sociedad, en una persona de bien. Pero esas cualidades, aunque sean por sí mismas un progreso, no siempre soportan ciertas pruebas, y basta en ocasiones pulsar la nota del interés personal para que el fondo quede al descubierto. El verdadero desinterés es tan raro en la Tierra que, cuando se hace presente, se le admira como a algo extraño.
El apego a las cosas materiales es un notorio signo de inferioridad, porque cuanto más aferrado se halla el hombre a los bienes de este mundo tanto menos comprende su destino.* En cambio, por su desinterés prueba que contempla el porvenir desde un punto de vista más elevado.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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