Todos nos sentimos furiosos en algún momento. La ira es una respuesta normal del ser humano cuando se siente amenazado o frustrado. No obstante, si no se controla bien, puede convertirse en un problema y poner en peligro tu carrera, tus relaciones y todos los aspectos de tu vida.
La ira humana es “instintivo resentimiento o reacción del alma contra todo lo que considere malo o perjudicial” y “la vehemente repulsión de aquello que hiere”
La ira de Dios es una “repulsión Divina personal ante el mal” y su “vigorosa oposición personal al mismo” La ira de Dios es un antropomorfismo legitimo.
Pero, es un tosco paralelo, ya que la ira de Dios es absolutamente pura e incontaminada por esos elementos que hacen que el enojo humano llegue a ser pecaminoso.
La Ira humana es desinhibida y arbitraria, la ira divina es siempre controlada y se basa en principios. Nuestro enojo tiende a ser un arrebato, incitado por algún resentimiento y en busca de venganza. La ira de Dios es un continuo y sereno antagonismo, incitado sólo por el mal, y que se expresa en la condenación del mismo. Dios está totalmente libre de animosidad o venganza personal; más todavía, lo anima simultáneamente un incontenible amor hacia aquel que lo ha ofendido.
La ira, esa pasión arrebatadora, esa furia que de vez en cuando nos convierte en auténticas fieras. El pecado de la ira es una cuestión de grados. Es un movimiento, una reacción que puede indicar simplemente que estamos vivos y por lo tanto nos revelamos contra injusticias, amenazas o abusos.
La ira es destructiva y causante de tragedias. Destruye relaciones amorosas, de familia y enfrenta a las personas. Quienes padecen de sucesivos ataques de ira sufren de un “Trastorno Explosivo Intermitente” (DSM-IV). Generalmente ocurre un episodio de frustración antes de que una persona tenga un ataque de ira. Suele ser causa del episodio de ira que la persona irascible se sienta o perciba que está siendo agredida o traicionada, como es el caso de parejas en la cual un hombre maltrata a su mujer puesto que supone que ella le ha faltado, o abusa de un hijo por fallas que no ameritan la desproporcionada reacción de fuerza.
La rabia es una emoción natural que ayuda a la supervivencia de la especie, al igual que el miedo, la alegría o el amor. Pero, en el momento que no se controla el enojo, aparece la ira y los correspondientes excesos, rencor y violencia verbal o física. Entretanto que la rabia dota de la agresividad necesaria para protegernos de una eventual embestida por parte de algún animal o de otro ser humano, la ira genera, sin ataque previo de terceros, una conducta ofensiva y dirigida a generar destrucción, castigo, venganza, ofensa o agravio a otra persona.
La ira trastorna psicológicamente a la persona y produce alteraciones fisiológicas que perjudica el sistema circulatorio, eleva a límites peligrosos la tensión arterial, tensa la musculatura corporal y acelera la respiración, lo que en suma, menoscaba la salud por el estrés extremo que impulsa. Emergen trastornos del sueño como el insomnio y perturbaciones en la alimentación y digestión. Todo ello sin mencionar el perjuicio que les infringe a los demás con sus acometidas verbales o físicas.
El ataque de ira, o ataque explosivo intermitente, se caracteriza por episodios coléricos y violentos, en los que la persona no puede controlar estos impulsos de ferocidad y de pérdida del control mental y emocional, comprometiendo la seguridad de otros, insultándolos o lesionando, o dañando todo a su alrededor sin medir las secuelas.
El control de la ira comienza cuando empezamos a tomar conciencia de que se tiene un conflicto y buscar ayuda profesional.
La terapia se centra en reorganizar la forma de pensar, aprendiendo a desarrollarlo de forma positiva y abandonando los pensamientos negativos. Asimismo, se busca dotar a la persona de herramientas y mecanismos que le permitan proporcionar los hechos acorde a su justa dimensión, con razonamientos lógicos. Se le enseña al paciente a mantener el control emocional de manera permanente y a suprimir, con técnicas de pensamiento y respiración, el momento explosivo.
La ira es un estado emocional que varía en intensidad, yendo de la irritación leve a la furia intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios fisiológicos y biológicos. Cuando una persona se enfada, su ritmo cardíaco y presión arterial aumentan, al igual que los niveles de las hormonas adrenalina y no adrenalina. La ira puede ser debida a acontecimientos externos o internos. Podemos enfadarnos con una persona específica (como un compañero de trabajo o supervisor) o un acontecimiento (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), o bien la ira puede aparecer al preocuparse y rumiar problemas personales. Lo recuerdos de acontecimientos traumáticos o que nos hicieron enfadar pueden también desencadenar este tipo de emociones.
Todos sabemos lo que es la ira y todos la hemos sentido alguna vez, tanto si se trata de un ligero enfado como una rabia en toda regla.
La ira es una emoción totalmente normal y generalmente sana. Pero cuando está fuera de control y se vuelve destructiva, puede conducir a diversos problemas, como problemas en el trabajo, en las relaciones personales, y en la calidad general de la vida de una persona. Y puede dar la sensación de que se está a la merced de una emoción imprevisible y poderosa.
La manera instintiva y natural de expresar ira es responder agresivamente. La ira es una respuesta natural y adaptativa ante las amenazas, inspira emociones y comportamientos poderos y a menudo agresivos que nos permiten luchar y defendernos cuando somos atacados. Cierta cantidad de ira, por lo tanto, es necesaria para nuestra supervivencia. Por otra parte, no podemos emprenderla a golpes con cada persona u objeto que nos moleste. Leyes, normas sociales, y sentido común ponen límites al alcance de nuestra ira.
La gente utiliza una gran variedad de procesos conscientes e inconscientes para ocuparse de sus sensaciones de ira. Los tres principales son: expresarla, suprimirla y calmarse. Expresar los sentimientos de enfado de un modo asertivo, no agresivo, es la manera más sana. Para hacer esto, primero has de aprender a dejar claro cuáles son tus necesidades, y cómo satisfacerlas sin dañar a otros. El ser asertivo no significa arremeter contra los demás o exigir; significa ser respetuoso con uno mismo y los demás.
Uno de los sentimientos que más conflicto interior producen es la ira que incluso puede permanecer oculta y sin resolver durante muchos años. Los psicólogos y profesionales han mostrado que muchos adultos arrastran conflictos de autoestima o de rabia desde la más tierna infancia como consecuencia de conflictos personales no resueltos.
Como explica el psicólogo español Bernabé Tierno, la ira es un sentimiento natural. Un enfado que surge cuando la persona se siente herida por algún motivo o considera que es víctima de una injusticia. Ante esa agresión emocional externa, el sujeto paciente siente la necesidad de devolver el daño al otro. Es un impulso que surge de modo natural, la razón, juega un papel fundamental en la ira. Es fundamental, escuchar el sentimiento pero también dar tiempo al tiempo para que la propia sensación de rabia se calme. La emoción siempre es temporal, pasajera y cambiante por eso es mejor no tomar decisiones importantes en un momento de emoción intensa.
Un medio para lograr tal objetivo es hablar del asunto con una persona ajena al conflicto. Poder desahogarse es esencial y clave para llegar a comprender desde otro punto de vista lo sucedido. Pero además, una vez que el sentimiento de la ira se haya calmado también es prioritario hablar directamente con la persona implicada en el tema para poder aclarar el asunto de una manera más racional.
Si sientes que te estás enfadando, no permitas que se acumule la ira hasta explotar de forma violenta. Tranquilízate. Procura respirar profundamente desde el diafragma con respiraciones largas y lentas, para que el corazón pueda latir más despacio. Mientras respiras, imagina un fuerte núcleo en tu interior. Repítete palabras como ‘tranquilo’ o ‘relájate’ mientras respiras.
Después, concédete tiempo para pensar. En caso necesario, sal de la situación y busca a alguien para hablar de ello, lo que te ayudará a calmarte. Intenta pensar de forma lógica en la causa de tu ira. Piensa si se trata de un malentendido y si realmente estás enfadado por este motivo o por otro distinto, como algún problema económico o personal.
Debemos aprender a expresarnos con calma. Intenta expresar los sentimientos de enfado con seguridad, utilizando palabras lógicas y tranquilas, en vez de recurrir a la violencia.
Si tienes una discusión acalorada, o temes que se produzca, recuerda lo siguiente:
• Habla más despacio: piensa cuidadosamente lo que quieres decir.
• Procura pensar qué hay detrás de tu ira.
• Expresa con claridad lo que quieres y cómo puedes conseguirlo. Intenta utilizar frases como “estoy enfadado contigo porque...”
• Escucha atentamente a la otra persona; no olvides que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión.
• Mantén la calma pese a tu enfado y al de la otra persona.
• Quizá te sientas ofendido porque te están criticando. Procura no desconcertarte y sigue adelante.
• Ten paciencia y formula preguntas para llegar al meollo del problema.
• Intenta mostrarte seguro de ti mismo, en lugar de sarcástico o agresivo.
No puedes eliminar las cosas o las personas que te irritan, pero sí puedes aprender a controlar tus reacciones.
La bondad y la comprensión resultan mejores que la ira. La bondad y la comprensión son emociones permanentes, puesto que pueden vencer la ira.
Quien se deja controlar por la ira destruye su propia imagen. El hombre que tiene auto-control, estará en la cumbre.
La frustración, el miedo, la duda y la culpa originan los procesos de la ira. Quien se liberta de estas cuatro emociones negativas dominará el mundo.
La ira pertenece a los locos. No sirve porque nos lleva a la violencia.
El fin de la ira es llevarnos a la violencia y esta produce más violencia.”
Conforme vamos eliminando el defecto de la ira va surgiendo en nosotros, en la misma proporción, la virtud de la serenidad.
Conforme vamos eliminando el defecto del odio, irá surgiendo en nosotros la virtud del amor.
El defecto de la ira se alimenta de muchos detalles y se manifiesta en varias situaciones.
Algunas situaciones más comunes en la cual se manifiesta el defecto de la ira son:
Discusiones en casa o en el trabajo, aunque de forma sutil.
Situaciones desagradables e inevitables. Accidentes de cualquier naturaleza, como romper un objeto estimado.
Hechos que provocan frustración, como cuando se está esperando por algo que no se realiza.
El defecto de la ira no sólo puede desgraciar por completo la vida de una persona, más todavía, puede desgraciar también la vida de todos los que están a su alrededor, como infelizmente ocurre, por ejemplo, en los tristes casos de violencia doméstica.
No permita de forma alguna que ese defecto influencie negativamente su vida, pues usted ya sabe qué hacer para evitarlo.
“Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”
Jesús Cristo (Mateo – 5,5)
Enviado por Merchita
NOTA:
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Los lunes, miércoles y jueves a las 22,30 podéis participar en el chat de la Federación Espírita Española.
Los viernes en la misma sala de chat a las 23,00 horas podéis asistir a una conferencia impartida por el grupo "Estudios espíritas sin fronteras", dirigido por Cárlos Campetti.
Los domingos a las 21,30 horas comienzan las clases de estudio de la Doctrina Espírita, a las que estáis todos invitados.
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