La tolerancia es una característica de la benevolencia que no se desenvuelven en el ser racional, como todas las otras cualidades superiores del alma, sino paulatinamente. El ser no puede considerar nada una adquisición definitiva de su ser sin que haya realizado en sí, gradualmente e insensiblemente, a través de estados sucesivos, mediante procesos trabajosos e incomprensibles para las almas poco evolucionadas, y aun mismo para muchas sensiblemente adelantadas, cuando aún se encuentran presas en su cárcel de barro.
El ser humano, cuando está formada la propia individualidad, no puede ser tolerante con lo que le afecte desagradándole, por ir en contra de sus gustos, tendencias o inclinaciones. No habiendo aun desenvuelto suficientemente el sentimiento de justicia, teniendo necesidad de concretizar y afirmar su individualidad, caracterizándola o destacándola notoriamente de las otras individualidades, le es costoso soportar sin protestar cosa alguna que le contrarie. Solo se somete por temor, por la reconocida superioridad de los otros, , por su manifestada impotencia. La sumisión y el respeto que el temor le infunde para con los otros seres no es tolerancia. Esta, para que lo sea de hecho, tiene que partir del conciencia, tiene que ser consciente; porque, hasta entonces, no se puede cualificar como tal el respeto que el individuo dispense al que este en pugna, en oposición abierta al que le domine.
La tolerancia propiamente dicha solo es patrimonio de Espíritus evolucionados; no pueden ser tolerantes los Espíritus que aun no consiguieron comprender que es un deber respetar las opiniones y los procedimientos ajenos, opuestos al suyo, por no serles licito proceder con los otros de manera diferente de la que querrían que los otros se condujesen para con él. Esto es un principio de justicia, al que el Espíritu solo llega a comprender y sentir cuando ha pasado muchas encarnaciones luchando y sufriendo y cuando conquisto de esas luchas y sufrimientos una considerable coraza de experiencia, que lo obliga a considerar las cosas y los seres sus semejantes por un prisma próximo a la realidad.
La de la tolerancia es la misma fuente del altruismo, de la justicia, de la caridad, del amor, de todas las grandes virtudes y el proceso que ella sigue en su desenvolvimiento es idéntico al de aquellas celestiales virtudes.
Por eso, es preciso que nadie se engañe en la apreciación de los hombres. No es más tolerante aquel que menos protesta en muchos casos. El desconocimiento de los asuntos y de las cosas, que obliga al individuo, a una forzosa neutralidad, no puede ser considerado como tolerancia, pues los individuos, en tales casos, soportan lo que haya de más monstruoso, otro tanto no harán cuando, mas evolucionados, hayan podido formar concepto más o menos justo de aquello que anteriormente no les mereció atención alguna. La opinión que los Espíritus deficientemente evolucionados forman, de lo que quiere que sea, siempre choca violentamente con las otras opiniones. Colocados en las humildes camadas sociales, tales espíritus no manifiestan ruidosamente sus discordancias, por impedirlo la condición subalterna que ocupan; solamente las exteriorizan, de manera ruidosa y violenta, entre sus iguales,
con los cuales se revelan intransigentes y a veces crueles. Sin embargo, ante los que ocupan las alturas sociales, o ejercen autoridad, se someten y solo protestan con violencia cuando, unidos a otros de la misma condición, pueden ofrecer apreciable resistencia. Eso viene a demostrar que esos protestantes no son mejores que sus adversarios. Colocados en las alturas en que se hallan estos, harían lo mismo. Es así, porque el Espíritu no puede expresar sino lo que en él hay. El cobarde es intolerante e intransigente; sin embargo, al mismo tiempo, servil. Servil delante de los poderosos; intransigente, intolerante, duro y cruel con los que le son iguales e inferiores.
Reconociendo esto, nadie puede condenarlo inconsideradamente, pues esos Espíritus se manifiestan cuales son.
Forzosamente, los Espíritus encarnados y desencarnados se manifiestan siempre por la forma que le corresponde al punto en que se encuentran de su evolución. Observar a uno de vuestros semejantes, en cualquier momento de su actuación; mirad bien su forma de proceder y, por mucho que choque y repugne, estas seguros de que, en igualdad absoluta de circunstancias, procederíais exactamente del mismo modo.
Recordar de que no hay leyes que se contradigan unas a las otras: en la Naturaleza hay perfecta concordancia entre todas las leyes, por lo que la acción e ellas es semejante en todos los reinos que la misma Naturaleza comprende y en todos los estados en el que el hombre pueda actuar o desenvolverse. Semejantes a las leyes que rigen el plano físico son las que rigen el plano mental y las que prevalecen en los dominios del espíritu. Es, pues, un postulado irrecusable lo que se enuncia, diciendo que, en igualdad absoluta de circunstancias, todos los individuos procederían exactamente del mismo modo. Cuando esto nos ocurre, es que las circunstancias no son absolutamente idénticas, por más que lo parezcan.
Estas cosas no las pueden comprender los Espíritus de desenvolvimiento rudimentario y no es aun mismo conveniente que lo comprendan: pueden sin embargo, comprenderlas los Espíritus medianamente evolucionados, y, si ya poseen de algún modo desenvuelto el sentimiento de justicia, sentirán invadir su conducta de un ánimo de larga tolerancia para con sus semejantes. De otra forma, no serian justos. Cometerían injusticias, si condenasen despiadadamente lo que forzosamente tuvo que ser hecho como se hizo, porque otra cosa no era posible al autor de la acción condenada.
Esta consideración puede conducir a los Espíritus a un desvió sensible de la realidad, puede llevarlos a proceder de manera inconveniente. Es preciso comprender el alcance de la tolerancia, para no convertir esta virtud, por efecto de una mala aplicación, en un arma dañosa.
Tolerancia no quiere decir que se reconozca a toda la gente el derecho de hacer lo que le plazca, o lo que mejor le parezca, apoyado en el postulado que anunciamos, no. La bondad, que es madre de la benevolencia, lo es también de la tolerancia y, porque lo es, debe ser impulsada por el espíritu en todos sus actos y relaciones con lo que existe en la Creación. Así, la tolerancia, inspirada por la bondad, no mirara indiferente al proceder ajeno, cuando este proceder sea incorrecto, inconveniente y pueda dañar intereses morales y materiales, propios o extraños, individuales o colectivos.
Los Espíritus atrasados deben ser auxiliados, para que aumenten el caudal de sus conocimientos y rectifiquen sus errores.
La tolerancia se impone, en el sentido de no recurrir a la violencia para ampliar la razón de aquel que la tiene poco desenvuelta, o para dar mejor comprensión de las cosas y de los hechos que se tengan deficientes conocimientos unos de otros. La tolerancia no consiste en la indiferencia. Puede y debe ser la criatura tolerante cara a las opiniones ajenas, , por más opuestas que sean las suyas propias; ella prescribe respecto a las criaturas, a los gustos y tendencias de los otros; sin embargo, a nadie impone el silencio ante lo que desagrade, o sea comprendido de otro modo. Al contrario, respetando el individuo, inspirado por la bondad y por las justicia que ella en si contiene, a la manera porque los otros exteriorizan sus sentimientos, la tolerancia lo obliga a considerar a los otros como a si mismo y a hacerles todo aquello que les pueda convenir. Ahora, lo que le conviene a todo ser humano es aprender a, progresar, evolucionar espiritualmente, lo más rápido posible. Y la tarea de los que más saben es, o debe ser, enseñar a los que menos saben, y la de los que más bondad poseen dar lecciones practicas de esa bondad, para que sus inferiores tengan un guía que les indique de que manera deben proceder para también subir.
Las instituciones religiosas y políticas acostumbran ser intolerantes con los adeptos de otros credos y con los de opiniones opuestas, por abundar en ellas los Espíritus poco evolucionados, muy materializados, los cuales juzgan que solamente con la intransigencia y la imposición pueden mantenerse en las alturas conquistadas, o elevarse a las que ambicionan. Más, eso, en sí mismo, tiene su razón de ser. En las residencias y luchas que de ahí se originan, se forjan la transigencia y la tolerancia de mañana.
Es preciso que los que comprenden lo que es tolerancia y por que deben ser tolerantes o sea en toda la extensión de la palabra; que se interesen por el progreso de la humanidad, considerando sus miembros separadamente y a la masa, renunciando, en demostrar ese interés, a toda violencia. Esta, en verdad, no se puede eliminar de la vida humana. Observad la Naturaleza; sus manifestaciones son algunas veces de una violencia extraordinaria y el estado de conciencia de la generalidad de los habitantes de la Tierra tiene que guardar correlación con las manifestaciones de la Naturaleza.
No tomen en cuenta esos ejemplos los que estén en condiciones de practicar la benevolencia, al encarar la tolerancia, y jamás recurran a la violencia para alcanzar sus fines. La bondad, que llegaran a desenvolver en sí, les niega ese derecho. Las formas violentas de expresión déjenlas para los poderes constituidos y para los que, con el derecho de gobernar presumen, entienden, delante de la resistencia que encuentran, que no podrán conseguir sus objetivos sino violentamente. Son estados esos por los cuales tienen que pasar los individuos y los pueblos; sin embargo, todo progreso precisa tener quien lo sustente; toda idea tiene sus apóstoles y necesario es que en la Tierra, para que la sociedad humana pueda dar el paso gigantesco que las circunstancias le imponen en el camino del progreso, esos apóstoles de la paz, por medio de enseñanzas practicas, por la práctica de una tolerancia bien comprendida, muestren a la humanidad que ella solamente encontrará su redención cuando sus miembros sepan tolerarse unos a los otros, basando esa tolerancia en el amor fraternal, que solo él podrá acabar con todas las desdichas humanas.
Trabajo de MCR Extraído del libro “Grandes y Pequeños Problemas” de Ángel Aguarod
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“Antes
de nacer ,el niño ha vivido ya y la muerte no termina en la nada. La
vida es un devenir que transcurre semejante a un día de sol, que
recomenzará”
- Egipcios- 3000 a.a.C.
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¿Qué
obras literarias clásicas avalan la la idea de la
reencarnación?
Además
de aparecer en muchos episodios de
la Biblia , esta idea
queda reflejada en “El
Libro Tibetano de los Muertos”,
o “Bardo Thodol”,
en el “Papiro Ananá”,
y en “El Libro de los Muertos”
de los egipcios. Este último se remonta a la Dinastía XI o XII,
y en él se explican diversos hechizos que hay que recitar para
encarnarse en varias formas.
En
la mas remota antigüedad, unos tres mil años
antes de Cristo, durante la época de la
civilización Indo – Aria, los Vedas
enseñaron aspectos primitivos sobre esta idea que formó parte de su
cultura y de su religión. Esta civilización fue la primera en
transmitir su cultura mediante la comunicación oral antes de
aparecer los primeros escritos sobre el año ciento sesenta antes de
Cristo.
Los
Vedas, dejaron su doctrina plasmada en “El
Libro de los Vedas”, formando sus textos
sagrados escritos en sánscrito, que se remontan a unos dos mil años
antes de Cristo. Veda en Sánscrito, significa Conocimiento, y son
cuatro los Libros Vedas que lo componen y que contienen la tradición
y las bases de las religiones indias . Estos fueron compilados por
un sabio brahman de la India llamado Vyasa,
al que también se atribuye el Mahabarata
, el Bhagavad Gita y
Los Puranas, un
conjunto de escritos cosmológicos donde aparace la idéa de la
reencarnación.
Posteriormente
Krisna –siglo X
antes de C. en la India- y posteriormente Buda-
unos 500 años antes de C. en Nepal-
continuaron y ampliaron los estudios de Vyasa. Asimismo la sostuvo
Patanjali,- 600 años
antes de C, autor del Yoga-Sutra,- así como Bodhidharma-
siglo VI antes de C - autor del Budismo Zen.
También
aparece esta idea en “Las Leyes de Manú”,
de unos dos mil seiscientos años de
antigüedad, así como en las “Obras
Herméticas” de Hermes
Trimegisto,-2.600 años antes de C-. Hermes
fue llamado el
tres veces grande, y fue una figura
destacada y un gran Iniciado que vivió en Egipto unos tres mil años
antes de Cristo; fue el autor de la “Tabla
Esmeraldina de la Iniciación” y del “Libro
de los Muertos”, obra legendaria cuyas
escenas representan el viaje del alma después de la muerte. En la
religión que estableció, tal como muestra la moderna egiptología,
en los “Misterios de Isis”, “Osiris” y
“Horus”,que formaban su trinidad divina,
la comunicación con los espíritus de los muertos formaba parte de
la iniciación a esos “misterios”.
En la
legendaria China, con sus ancestrales conceptos del Ying y su
opuesto, el Yang, tuvieron a dos personajes extraordinarios
llamados Lao Tse y Confúcio (Kung Fu Tseu)
-algo mas de 500 años antes de nuestra era- . Este adoctrinó una
filosofía profundamente espiritualista . Enseñaron el Tao
o moral de iniciación de anular todo deseo para anular la
personalidad y así fundirse con el Alma de Lo Absoluto. Confúcio
predicó una doctrina basada en el culto íntimo a los antepasados,
sin dogmas ni cultos externos; con su doctrina se estableció una
especie de religión laica que ha presidido el destino espiritual
del pueblo chino.
En
la antigua Persia, se
mantenía un culto al fuego y al sol, y parece ser que su doctrina
les llegó de las corrientes indostánicas de los Vedas . Su Enviado
o Profeta fue Zoroastro
o Zaratustra, que
vivió novecientos años antes de Cristo,
y fue el dios de los
Persas. Este adoptó fundamentalmente la doctrina de los Vedas que
es conocida como Mazdeismo
o Zoroastrismo, y
enseñaba la transmigración de almas y su recompensa o castigo según
sus actos. Asimismo recomendaba que la mejor oración era la de
trabajar por el prójimo. El concepto de la reencarnación aparece
en obras como “ Los Upanisad”
, “Los Brahamanes”, y
“El Zend Avesta”
del mismo “ dios”
Zoroastro de los Persas.
Zoroastro |
Y
aunque solo sea de pasada, también se detecta esta idéa en “El
Corán” islámico, y en “El
Talmud” judío.
- José Luis Martín-
NOTA:
Los lunes, miércoles y jueves a las 22,30 podéis participar en el chat de la Federación Espírita Española.
Los viernes en la misma sala de chat a las 23,00 horas podéis asistir a una conferencia impartida por el grupo "Estudios espíritas sin fronteras", dirigido por Cárlos Campetti.
Los domingos a las 21,30 horas comienzan las clases de estudio de la Doctrina Espírita, a las que estáis todos invitados.
Recomiendo ver también:
Inquietudes espíritas- inquietudesespiritas.blogspot.com.es
El espirita albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com.es
kardeciano.blogspot.com
rinconespirita.wordpress.com/
marinamiesdeamor.blogspot.com
soyespirita.blogspot.com
boletin-nuevaesperanza.blogspot.com
ade-sergipe.com.br
elblogdeazucena.blogspot.com
espiritistas. es
Revista virtual: www.amorpazycaridad.com
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