Desde el principio de la mediumnidad de madeimoselle Cook, el Espíritu de Katie King o Annie Morgan, que era el que más manifestaciones psíquicas había producido, había anunciado que no tenía el poder de permanecer más de tres años al lado de su médium, y que pasado este tiempo se despediría de ella para siempre. El jueves último llegó el término de este periodo; mas antes de dejar a su médium, concedió todavía a sus amigos tres sesiones de despedida.
La última tuvo lugar el jueves 21 de marzo de 1874; Katie había hecho observar expresamente que aquella sesión la daba únicamente a los contados amigos convencidos, probados, que se hallaban presentes todavía en Londres, los cuales, durante largo tiempo habían combatido en pro de su médium contra el público; y a pesar de numerosas y apremiantes instancias, sólo por excepción invitó a M.M. Florence, Marryet y Ross Church. Entre los espectadores se hallaban míster William Crookes, la sirvienta Mary...
A las 7 y 23 minutos de la noche, Mr. Crookes condujo a Mlle. Cook al gabinete oscuro, donde ésta se tendió en el suelo, con la cabeza apoyada en una almohada. A las 7 y 28 minutos Katie habló por primera vez y a las 7 y 30 se dejó ver fuera de la cortina y en toda su forma. Iba vestida de blanco, con las mangas cortas y el cuello desnudo. Tenía una cabellera de un color castaño claro, dorado, que le caía en bucles por los dos lados de la cara y a lo largo de la espalda hasta la cintura. Llevaba un largo velo blanco que durante la sesión, únicamente una o dos veces cubrió su rostro.
La médium llevaba un vestido de merino azul claro. Durante casi toda la sesión Katie estuvo de pie delante de nosotros; la cortina del gabinete estaba descorrida y todos podían ver distintamente a la médium dormida, cubierta la cara con un chal encarnado, para substraerla a la luz. No había dejado su posición desde el principio de la sesión, durante la cual la luz esparcía una viva claridad. Katie habló de su próxima partida y aceptó un ramo que Mr. Tapp le había traído, lo propio que algunos lirios atados juntos y ofrecidos por Mr. Crookes. Katie invitó a míster Tapp a que desatase el ramo y colocase las flores en el suelo delante de ella; sentóse entonces a la usanza turca y nos pidió que hiciésemos todos lo mismo a su alrededor. Entonces distribuyó las flores y dio a cada uno un pequeño ramo que rodeó de una cinta azul.
Escribió también cartas de despedida a algunos de sus amigos firmándolas “Annie Owen Morgan” y diciendo que éste era su verdadero nombre durante su vida terrestre. Escribió igualmente una carta a su médium, y escogió para esta última un botón de rosa como regalo de despedida. Katie tomó entonces unas tijeras, cortó un mechón de su cabello y nos dio a cada uno una buena parte. Cogió luego el brazo de Mr. Crookes, dio la vuelta a la habitación y dio a cada uno un apretón de manos. Katie se volvió a sentar, cortó varios pedazos de su vestido y de su velo, que regaló. Viendo en su vestido tan grandes agujeros y mientras estaba sentada entre Mr. Crookes y Mr. Tapp, se le preguntó si podría reparar el desperfecto cual en otras ocasiones lo había hecho, y entonces presentó la parte cortada a la claridad de la luz, dio un golpe encima y al instante aquella parte quedó tan completa y lisa como antes. Los que se encontraban cerca de ella examinaron y tocaron la tela previo su permiso; y afirmaron que no había ni agujero, ni costura, ni parte algunas añadida en el lugar donde momentos antes habían visto agujeros de muchas pulgadas de diámetro.
Ella dio luego sus últimas instrucciones a míster Crookes y a los demás amigos sobre la conducta que debían observar tocante a las manifestaciones ulteriores prometidas por ella por medio de su médium. Estas instrucciones fueron cuidadosamente anotadas y entregadas a Mr. Crookes. Parecía entonces estar cansada y decía tristemente que deseaba irse, que su fuerza desaparecía, y volvió a despedirse de todos de la manera más afectuosa. Los concurrentes le dieron las gracias por las maravillosas manifestaciones que les había concedido.
Mientras dirigía hacia sus amigos una postrera mirada grave y pensativa, dejó caer la cortina y se hizo invisible. Óyesela despertar a la médium, la cual le suplicó, vertiendo lágrimas, que se quedase todavía un poco; pero Katie le dijo: “Querida mía, no puedo. Mi misión está cumplida; ¡que Dios te bendiga!” Y oímos el sonido de un beso de despedida. Entonces la médium se nos presentó completamente rendida y profundamente consternada.
Extraído del libro "Nuevos experimentos sobre la Fuerza Psíquica" de William Crookes.
(Obtenido de su publicación anterior en la Revista "Amor, Paz y Caridad"
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Dueños de sus destinos son los hombres. La culpa no está en las estrellas, sino en nuestros vicios.
W. SHAKESPEARE
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