viernes, 17 de mayo de 2013

VIVIR CON ALEGRÍA



Saluda el día que amanece con alegría de vivir aureolada por la gratitud a Dios.
Cada nuevo día es bendecida oportunidad de crecimiento espiritual y de iluminación interior.
Atravesar el rio de los problemas de una para otro margen, donde se encuentran las hermosas  actividades de engrandecimiento moral, es la tarea inteligente de la persona que anhela  por la conquista de la felicidad.
Cuando se abre la mente y el corazón a la alegría, es posible descubrirla en todas partes, bastando mirar la Vida, y verla jubilosa…
Cuando se adquiere la conciencia de la responsabilidad, de inmediato se siente que se es libre, más esa libertad es siempre conquistada por la acción que se convierte en bendición de amor.
Solamente a través del amor perfecto es que el ser humano puede considerarse realmente libre de todas las ataduras, aun mismo que esa adquisición sea lograda, de alguna forma, a través del sufrimiento.
El sufrimiento hace mal, sin embargo, no es un mal, porque ofrece los recursos valiosos para la adquisición del bien permanente.
Es porque el trabajo de cualquier naturaleza debe ser realizado con el sentimiento de amor, lo que equivale a una postura de libertad en acción.
Cuando el amor no está presente en el sentimiento, la alegría no florece, porque permanece ensombrecida por las dudas y sospechas,  por cuanto solamente a través del amor es que se adquiere la perfección, cara a los mecanismos de acción que ofrece.
Existen personas que afirman no poder amar porque no comprenden a su prójimo, teniendo dificultad en aceptarlo conforme es. La cuestión, no en tanto, es más sutil, y debe ser formulada en los siguientes términos porque  no ama, se torna difícil comprender, en razón de los caprichos egoístas que dificultan la bondad en relación a los otros.
Cuando el amor se instala, la alegría de vivir resplandece como resultado de la propia alegría de ser consciente.
La alegría no es encontrada en mercados o farmacias, más si en los recónditos del corazón que siente y ama, favoreciendo el surgimiento como un continuo amanecer.
Basta que se le ausculte la intimidad, y verla triunfante en la noche de las preocupaciones.
En realidad, vivir con alegría no impide la presencia de los sufrimientos que hacen parte del proceso de la evolución. Por el contrario, es exactamente por ser comprendidos como indispensables que proporcionan satisfacción i bienestar.
Siempre que sea posible expresa tu alegría de vivir.
Los sentimientos cultivados se transforman en estímulos para las acciones que se materializaran más tarde.
Si permites que la tristeza se torne compañera frecuente de  tus emociones, la melancolía en breve estará instalada en tus sentimientos, retirando la belleza de la existencia.
Si te apoyas en la queja contumaz, la tuya será una conducta amargada, haciéndote indispuesto y desagradable.
Si optas por el cultivo de ideales ennoblecedores de cualquier naturaleza, el entusiasmo por su preservación hará de tus días en un continuo encantamiento.
Si tienes el hábito de encontrar siempre  lo mejor, casi invisible  o imperceptible, en los acontecimientos menos felices, disfrutarás de esperanza y de júbilos permanentes.
La existencia física no es un viaje meticuloso al país de la fantasía, más si una experiencia de evolución señalada por procesos de rehacimiento unos y otros de conquistas inevitables, que generan sufrimiento porque tiene la finalidad de desbastar los duros metales de la ignorancia y calentar el primarismo del invierno…
Es natural, pues, que el dolor sea compañero del viajante carnal.
Cuando joven, todo son expectativas, ansiedades, incertezas…
Cuando en la edad madura, la cosecha de reflejos de la juventud propicia, casi siempre, insatisfacciones y desencantos.
Cuando en la vejez, cara al desgaste, el aborrecimiento por la pérdida de la agilidad, de la memoria, de la audición, de la visión, de la facilidad que era habitual, se manifiesta…
Siempre habrá motivo para la reclamación, porque cada día  tienen su propia cuota de aflicción, que debe ser aceptada con buen humor y naturalidad.
Con la alegría de vivir instalada en el interior, siempre habrá una forma de encarar los acontecimientos, concediéndole validez y retirando de él  la mejor parte, como afirmó Jesús, aquella  que no le será quitada, porque representa conquista inalienable para la mente y para el corazón.
Adáptate de ese modo, a los acontecimientos existenciales, alegrándote por estar  en el cuerpo, gozando de la oportunidad  de corregir equívocos, de realizar nuevos intentos, de mantener convivencias saludables, de enriquecimiento incesante…
La vida con alegría es, en sí misma, un himno de alabanza a Dios.
No te permitas, por tanto, la convivencia emocional con las manifestaciones negativas del camino por donde transitas.
Observa los márgenes de tu camino y riégalas, aun mismo que sea con sudor y lágrimas, a fin de que  las simientes del Divino Amor que se encuentran en ellas sepultadas, germinen y se transformen en las flores  que adornaran tu marcha ascensional.
Libérate, aun mismo que te sea exigido un gran esfuerzo, de las herencias primarias, hijas de la agresividad, del inconformismo, de los impositivos egoístas que te eligen como especial en el mundo, y considera que formas parte de la gran familia terrestre, sujeto como todos los demás a las injunciones de los mecanismos de la evolución.
Alguien que cultiva la alegría de vivir ya posee un tesoro. Espárcelo  donde te encuentres y ofrécelo a quien se te acerque, tornando más bello el día a día de todos los seres con el sol de tu jubilo.
Si ya encontraste a Jesús, mejor razón tienes para la alegría, porque en la Luz del mundo, ninguna sombra te amenaza.
Serás, a lo largo de las vacación carnal, lo que te hagas a cada instante, conforme eres, resultado de lo que hiciste.
Alégrate con la vida  que disfrutas y agradece siempre a Dios la gloria de saber  y de amar para actuar con acierto.
Traducido por M. C. R  
 Por el Espíritu Joanna de Angelis – Pagina psicografiado por el médium Divaldo Pereira Franco, en la mañana del 29 de mayo del 2009, en Zuriqués, Suiza.





Cuando me muera
Una u otra vez sucede.

Nos acordamos que un día dejaremos el cuerpo de carne y que partiremos para  otra realidad.

En esos momentos nos acordamos de elaborar el testamento, repartiendo lo que dejaremos para aquellos que se quedarán.

Las voluntades así expresas casi siempre crean disputas familiares que se alargan por muchos años.

Cuanto más grandes las posesiones de aquél que se fue, mayores son las disputas, en caso de que entre los herederos no exista entendimiento, afecto.

Hubo un hombre, sin embargo, que pensando en su muerte, elaboró voluntades muy precisas.

Pensó en su funeral y en lo que el podría significar para el mundo.

Él era un líder y decía que no deseaba ser idolatrado, pero sí ser oído.

Su lucha era por los derechos humanos y en nombre de ella, fue encarcelado 10 veces, pero sin disuadirlo de su ideal de igualdad entre los hombres.

Fue en la iglesia en que él era pastor, que habló acerca de su muerte:

"Frecuentemente yo pienso en aquello que es el denominador común y último de la vida: en esa cosa que acostumbramos llamar de "muerte".
Frecuentemente pienso en mi propia muerte y en mi funeral, pero no en sentido agobiante.
Frecuentemente me pregunto a mi mismo lo que me gustaría que fuera dicho en esa ocasión.
Dejo para ustedes, esta mañana, la respuesta...
Si ustedes estuvieren a mi lado, cuando yo encuentre mi día, acuérdense de que no quiero un funeral largo.
Y si lograren encontrar a alguien para hacer el "discurso fúnebre", díganle para no hablar mucho.
Díganle para no mencionar que yo tengo un Premio Nóbel de la Paz: ¡eso no es importante! 
Díganle para no mencionar que yo tengo trescientos o cuatrocientos premios: ¡eso no es importante!
Me gustaría que alguien mencionara aquél día en que Martin Luther King intentó dar la  vida sirviendo a los otros.
Me gustaría que alguien mencionara el día en que Martin Luther King intentó amar a alguien.
Quiero que digan que yo intenté ser correcto y caminar al lado del prójimo.
Quiero que ustedes puedan mencionar el día en que... intente vestir al mendigo, intente visitar a los que estaban en la cárcel, intenté amar y servir a la Humanidad.
Sí, si quisieren decir algo, digan que he sido un mensajero: un mensajero de la justicia, un mensajero de la paz, un mensajero del derecho.
Todas las otras cosas son triviales, no tienen importancia. No quiero dejar para tras ningún dinero.
¡Yo solo quiero dejar una vida de dedicación!

Y eso es todo lo que yo tengo a decir:
Si yo pudiera ayudar a alguien a seguir adelante;
Si yo pudiera alegrar a alguien con una canción;
Si yo pudiera enseñar a alguien el camino correcto;
Si yo pudiera cumplir mi deber cristiano;
Si yo pudiera llevar la salvación para alguien;
Si yo pudiera divulgar el mensaje que el Señor nos dejó...
Entonces mi vida no habrá sido en vano."
El Reverendo Martin Luther King Júnior luchó por los derechos de los negros en los Estados Unidos de América.

Fue Premio Nóbel de la Paz en el año 1964.

Todas las veces en que fue encarcelado, que sufrió atentados con explosivos, cuando su casa, esposa e hijos fueron amenazados, respondió con amor.

Decía que la respuesta al odio debía ser el amor y contenía sus seguidores para que no reaccionasen.

Murió asesinado, conforme previera.

En su túmulo está la prueba de que tenía la convicción que existe vida más allá de esta vida.

Y que partió, aunque de forma tan abrupta, con el alma en paz por la certeza del deber cumplido.

El epitafio dice:

"¡Por fin, libre,  por fin libre!¡Gracias a Dios Todopoderoso soy finalmente libre!"

Fueron estas palabras que utilizó para concluir su más famoso discurso, intitulado: Yo tengo un sueño, en el que tradujo el ideal de la libertad y de la igualdad entre todos los hombres.

Ojalá todos los que abrazamos una religión, podamos tener esas ideas lúcidas acerca de la vida y de la muerte.

En ese día, el mundo será mucho mejor.
 
Texto de la Redacción del Momento Espírita, con base al discurso de
 Martin Luther King Júnior: Cuando me muera.  


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