viernes, 6 de diciembre de 2013

Preguntas sobre el porvenir


7. ¿Pueden los Espíritus hacernos conocer el porvenir?
Si el nombre conociera el porvenir descuidaría el presente. Este es un asunto sobre el cual insistís siempre para obtener una respuesta precisa; es un gran mal, porque la manifestación
de los Espíritus no es un medio de adivinación. Si os empeñáis en querer una respuesta se os dará por un Espíritu duende; os lo decimos a cada momento. (Véase El libro de los Espíritus,
Conocimiento del porvenir, número 868).

8. ¿No hay, sin embargo, algunos acontecimientos futuros que se han anunciado espontáneamente y con verdad por los Espíritus?
Puede suceder que el Espíritu prevea cosas que juzga útil hacer conocer, o que tenga misión de hacéroslo saber; pero hay mucho que desconfiar de los Espíritu mentirosos que se divierten en hacer predicciones. Sólo el conjunto de circunstancias puede hacer apreciar el grado de confianza que merecen.

9. ¿De qué clase de predicciones se debe desconfiar más?
De todas aquellas que no tienen un objeto de utilidad general. Las predicciones personales casi siempre pueden ser consideradas como apócrifas.

10. ¿Cuál es el objeto de los Espíritus que anuncian espontáneamente acontecimientos que no tienen lugar?
Lo más a menudo es para divertirse de la credulidad, del miedo o de la alegría que causan; después se ríen de la contrariedad. Estas predicciones engañosas tienen, algunas veces,
un objeto más formal y es el de poner a prueba a aquel a quien se hacen, a fin de ver el modo como toma la cosa y la naturaleza de sentimientos buenos o malos que hace nacer en él.

Observación. — Tal podría ser, por ejemplo, el anuncio de lo que pueda lisonjear la concupiscencia o la ambición, como la muerte de una persona, la perspectiva de una herencia, etc.

11. ¿Por qué los Espíritus formales, cuando hacen presentir un acontecimiento, ordinariamente no fijan la fecha, esto es, impotencia o voluntad por su parte?
Lo uno y lo otro; pueden en ciertos casos hacer presentir un acontecimiento; entonces es una advertencia que os hacen.
En cuanto a precisar la época, a menudo no lo deben, y muchas veces no lo pueden, porque ellos mismos no lo saben. El Espíritu puede prever que una cosa tendrá lugar, pero el momento preciso puede depender de los acontecimientos, que aún no se han cumplido y que sólo Dios sabe. Los Espíritus ligeros que no tienen escrúpulo en engañaros os indican los días y las horas sin que les inquiete el resultado. Por esto toda predicción circunstanciada debe seros sospechosa.
Repito, nuestra misión es la de haceros progresar ayudándoos tanto como podemos. El que pida a los Espíritus superiores la prudencia, nunca será engañado; pero no creáis que perdamos nuestro tiempo en escuchar todas vuestras necesidades y en decirlos la buena ventura; dejamos esto para los Espíritus ligeros que se divierten como los niños traviesos.
La Providencia ha puesto límites a las revelaciones que pueden hacerse al hombre. Los Espíritus graves guardan silencio sobre todo lo que está prohibido hacer conocer. Insistiendo para obtener una respuesta os exponéis a las bellaquerías de los Espíritus inferiores, siempre dispuestos para aprovechar las ocasiones de tender la red a vuestra credulidad.

Observación. — Los Espíritus ven, o presienten por inducción los acontecimientos futuros; ven que se cumplirán en un tiempo que no cuentan como nosotros; para precisar la época, les sería necesario que se identificaran con nuestro modo de calcular la duración, lo que no siempre juzgan necesario; he ahí, con frecuencia una causa de errores aparentes.

12. ¿ Hay hombres dotados de una facultad especial que les hace entrever el porvenir?
Sí, aquellos cuyas almas se desprenden de la materia;entonces el Espíritu ve; cuando es útil, Dios les permite revelar ciertas cosas para el bien; pero entre ellos hay muchos impostores
y charlatanes. Esta facultad será más común en el porvenir.

13. ¿Qué hemos de pensar de los Espíritus que se complacen en pronosticar la muerte de alguno en día y hora fija?
Estos Espíritus son bromistas de mal género que no tienen otro objeto que divertirse por el miedo que hacen. Nunca debe hacerse caso de lo que digan.

14. ¿En qué consiste que ciertas personas sean advertidas por presentimiento de la época de su muerte?
Muchas veces su propio Espíritu lo sabe en sus momentos de libertad, y al despertar conserva la intuición. Estas personas,estando preparadas, no se asustan ni se conmueven. No ven en esta separación del cuerpo y del alma sino un cambio de situación o, si queréis, para ser más vulgar, el abandono de un vestido grosero a cambio de otro de seda. El miedo de la muerte disminuirá a medida que se arraiguen las creencias espiritistas.

290. Preguntas sobre las existencias pasadas y futuras

15. ¿Los espíritus pueden hacernos conocer nuestras existencias pasadas?
Dios permite algunas veces que sean reveladas según el objeto; si es para vuestra edificación y vuestra instrucción, será verdaderas, y en este caso la revelación de hace casi siempre
espontánea y de una manera enteramente imprevista; pero no lo permite nunca para satisfacer la vana curiosidad.

–¿Por qué ciertos Espíritus no rehúsan nunca el hacer esta clase de revelaciones?
Estos son Espíritus bromistas que se divierten a vuestras expensas. En general vosotros debéis mirar como falsas, o al menos sospechosas, todas las revelaciones de esta naturaleza que no tengan un objeto eminentemente formal y útil. Los Espíritus burlones se complacen en lisonjear el amor propio con pretendidos orígenes.. Hay médiums y creyentes que aceptan como moneda corriente todo lo que se les dice sobre este punto, y que no ven que el estado actual de su Espíritu en nada justifica el rango que pretender haber ocupado; pequeña vanidad, con la que se divierten los Espíritus burlones lo mismo que los hombres. Sería más lógico y más conforme a la marcha progresiva de los seres el que hubiesen subido y no descendido, lo que sería más honroso para ellos. Para que pudieran creerse esta especie de revelaciones sería preciso que se hicieran espontáneamente por diferentes médiums extraños los unos a los otros, ignorando lo que hubiese revelado anteriormente; entonces parece que hay una razón evidente para creer.

–Si uno no puede conocer su individualidad anterior, ¿sucede lo mismo con la clase de existencia que ha tenido de la posición social que ha ocupado, de las cualidades y defectos que han dominado en nosotros?
No; esto puede ser revelado, porque de ello podéis sacar provecho para vuestro mejoramiento; pero, por otra parte,estudiando vuestro presente, vosotros mismo podéis deducir vuestro pasado. (Véase El libro de los Espíritus: Olvido del pasado,núm. 392).

16. ¿Puede sernos revelada alguna cosa sobre nuestras existencias futuras?
No; todo lo que os digan ciertos Espíritus con este objeto sólo será una burla; y esto se comprende: vuestra existencia futura no puede decretarse antes, puesto que será lo que vosotros mismos habréis merecido por vuestra conducta sobre la Tierra, y por las resoluciones que habréis de tomar cuando seáis Espíritus. Cuanto menos tengáis que expiar, más feliz será, pero saber cómo y en dónde será esta existencia, repito que es imposible, salvo el caso especial y raro de los Espíritus que sólo están en la Tierra para
cumplir una misión importante, porque entonces su ruta está de algún modo trazada con anticipación. .

291. Preguntas sobre los intereses morales y materiales

17. ¿Pueden pedirse consejos a Espíritus?

Sí, ciertamente; los Espíritus buenos jamás, rehúsan ayudar a aquellos que les evocan con confianza, principalmente por lo que concierne al alma; pero rechazan a los hipócritas,
aquellos que parece que quieren pedir la luz y se complacen en las tinieblas.

18. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre las cosas de intereses privados?
Alguna vez, según el motivo. Esto depende de aquellos a quienes uno se dirige. Los consejos concernientes a la vida privada, se dan con más exactitud por los Espíritus familiares,porque se unen a una persona y se interesan por lo que le concierne; es el amigo, el confidente de vuestros pensamientos más secretos; pero a menudo les fatigáis con preguntas tan
descabelladas, que os dejan. Sería también absurdo el pedir cosas íntimas a Espíritus que os son extraños, lo mismo que si para esto os dirigierais al primer individuo que encontraseis en la calle.
Vosotros no deberías olvidar jamás que la puerilidad de las demandas es incompatible con la superioridad de los Espíritus.
Es también preciso tomar en cuenta las cualidades del Espíritu familiar que puede ser bueno o malo, según sus simpatías por la persona con quien se comunica. El Espíritu familiar de un hombre malo es un mal Espíritu, cuyos consejos pueden serle perniciosos,pero que se aleja y cede el puesto a un Espíritu mejor, si el hombre se mejora a sí mismo. A los semejantes, sus semejantes.

19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones?
Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias,pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir a la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y en seguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud, vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a soportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en interés de vuestro porvenir no les es permitido el libraros de ella, De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea.

Observación. — Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, Aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos. En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción.
Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses.
Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro. Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres.

20. Si una persona deja al morir sus negocios en confusión,¿puede pedirse a su Espíritu el que ayude a ponerlos en claro y se puede también preguntar sobre el haber real que ha dejado,en el caso que este haber no sea conocido, si es en interés de la justicia?
¿Vosotros olvidáis que la muerte es salir de los cuidados de la Tierra? Creéis vosotros que el Espíritu que es feliz por su libertad venga voluntariamente a volver a tomar su cadena y a
ocuparse de cosas que ya no le pertenecen, para satisfacer la ambición de sus herederos que pueden haberse alegrado de su muerte con la esperanza de que les será más provechosa? Habla de justicia; pero la justicia está en la decepción de su codicia; es el principio de los castigos que Dios reserva a su ambición por los bienes de la Tierra. Por otra parte, los enredos que algunas veces deja la muerte de una persona hacen parte de las pruebas de esta vida, y no está en el poder de ningún Espíritu el libraros,porque están en los decretos de Dios.

Observación. — La contestación anterior contrariará sin duda aquellos que se figuran que los Espíritus no tienen otra cosa que hacer que el servirnos de auxiliares lúcidos para guiarnos, no hacia el cielo, sino sobre la Tierra. Otra consideración en apoyo de esta respuesta. Si un hombre ha dejado durante su vida sus negocios en desorden por incuria, no es verosímil que después de la muerte tenga por ello cuidado, porque debe ser feliz de haber quedado libre de las incomodidades que le causaban, y por poco que esté elevado les dará menos importancia como Espíritu que como hombre.
En cuanto a los bienes desconocidos que ha podido dejar, no tienen ningún motivo de interesarse por sus ávidos herederos que seguramente no se acordarían de él, si no esperasen sacar algún provecho, y si aun está imbuido de las pasiones humanas, puede tener un placer pernicioso por su contrariedad.
Si por interés de la justicia y de personas por las que tiene afecto, un Espíritu juzga útil hacer revelaciones de esta clase, lo hace espontáneamente, y para esto no tiene necesidad de ser médium, ni valerse de otro que lo sea; conduce al conocimiento de las cosas por circunstancias inesperadas, pero esto no es por las preguntas que se le hacen, atenido que esta pregunta no puede cambiar la naturaleza de las pruebas que deben sufrir; sería más bien a propósito para agravarlas, porque casi siempre es un indicio de avaricia, y prueba al Espíritu que se ocupan de él por interés.

292. Preguntas sobre la suerte de los Espíritus

21. ¿Pueden pedirse a los Espíritus noticias sobre su situación en el mundo de los Espíritus?
Sí; y las dan con gusto cuanto la pregunta se hace por simpatía o deseo de serles útil y no por curiosidad.

22. ¿Pueden los Espíritus describir la naturaleza de sus sufrimientos o de su felicidad?
Perfectamente, y esta clase de revelaciones son una gran instrucción para vosotros, porque os inician en la verdadera naturaleza de las penas y de las recompensas futuras; destruyendo
las ideas falsas que os hacéis con este motivo, sirven para reanimar la fe, y vuestra confianza en la voluntad de Dios. Los Espíritus buenos son felices cuando os describen la felicidad de los elegidos;los malos pueden ser obligados a describir sus sufrimientos, a fin de provocar el arrepentimiento entre ellos; algunas veces encuentran también en esto una especie de consuelo; es el infeliz que exhala su queja con la esperanza de la compasión.
No olvidéis que el objeto esencial, exclusivo del Espiritismo, es vuestro mejoramiento, y para conseguirlo está permitido a los Espíritus el iniciaros en la vida futura,ofreciéndoos ejemplos de los que podéis aprovecharos. Cuanto más os identifiquéis con el mundo que os espera, menos hallaréis a faltar el que vosotros habitáis ahora. En suma, este es el actual objeto de la revelación.

23. ¿Evocando a una persona cuya suerte es desconocida,puede saberse por ella misma si existe aún?
Sí, si la incertidumbre de su muerte no es una necesidad o una prueba para aquellos que tienen interés en saberlo.

–Si es muerta, ¿puede hacer conocer las circunstancias de su muerte de una manera que se pueda comprobar?
Si ella da a esto alguna importancia, lo hará; de otro modo hace poco caso.

Observación. — La experiencia prueba que en este caso, el Espíritu no está de ninguna manera excitado por motivos del interés que se puede tener por conocer las circunstancias de su muerte; si tiene intención de revelarlas, lo hace por su propia voluntad; sea por conducto mediúmnico, sea por visiones o apariciones, y entonces puede dar las indicaciones más precisas en caso contrario un Espíritu mentiroso puede engañar perfectamente y divertirse haciendo buscar inútilmente.
Sucede a veces que la desaparición de una persona cuya muerte no puede hacerse constar oficialmente, pone trabas a los negocios de familia.
Sólo en casos muy raros y excepcionales hemos visto a los Espíritus poner el camino de la verdad según la demanda que se les ha hecho; si ellos quisieron hacerlo, sin duda lo podrían, pero, a menudo, esto no les es permitido si estos inconvenientes son pruebas para aquellos que estuviesen interesados en eximirse de ellas.
Es, pues, el artificio de una esperanza quimérica el procurar por este medio la posesión de herencia, y lo más positivo es el dinero que se gasta con este objeto.
No faltan Espíritus dispuestos a lisonjear semejantes esperanzas, y que no tienen escrúpulo en inducir a que se gestione, dándose uno algunas veces por muy satisfecho, salvándose con un poco de ridículo.

Allan Kardec
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Miedo de los espíritus


Es de los tormentos humanos uno de los más antiguos, la estructura del miedo que trastorna a las multitudes.

Hijo de la ignorancia, se apoya en la inseguridad que, gradualmente, le da nutrientes perfectos para su infelicidad, indefinidamente.

Aunque el miedo esté presente en todos los campos de la actividad humana, es muy expresivo cuando se refiere a los seres que ya se desalojaron del cuerpo carnal. El miedo de los muertos, o de los Espíritus, llega a las rayas de la desesperación o de la locura, sin que los portadores de esa anomalía perciban la necesidad de cambios o se animen a imponerse el debido control.


En el circuito de la creencia espiritual, surge lo que se ha convenido en llamar de lugares asombrados, porque en ellos los Espíritus aparecen, impresionando las mentes de un gran número de personas, que son las que más padecen con el miedo, del cual no consiguen liberarse.

Urge que raciocine el individuo, verificando que los encarnados son la minoría en el mundo, donde los desencarnados viven en multiplicada ventaja. El número de Espíritus libres del cuerpo, que vibran en la psicosfera planetaria, es casi cinco veces mayor, indicando que el número de seres invisibles del Más Allá, es casi el quíntuplo de los que están en curso en el cuerpo biológico. ¿Por qué, entonces, el miedo si donde quiera que esté el hombre, estará en contactos conscientes o no con una verdadera multitud de desencarnados?

Las dimensiones del mundo invisible interpenetran las del mundo material, como el agua en la esponja, influenciándose recíprocamente, una vez que los seres que están en el cuerpo denso han venido del campo diáfano y los que en ese se hallan, dentro de algún tiempo en las brumas terrestres estarán.

¿Quiénes son, pues, los Espíritus, si no los hombres sin el cuerpo denso de materia grosera? ¿Quiénes son los hombres, si no los Espíritus vestidos con la escafandra de carne, de la cual se despegarán dentro de mayor o de menor tiempo?

Miedo, ¿por qué? En la vasta Casa del Padre, todos somos hermanos, necesitando unos de otros para que todos logremos la palma de ventura que hemos de alcanzar cuando superemos las limitaciones infelices que aún nos caracterizan el íntimo.

*La superstición ha contribuido con su cuota de barbaridades para la manutención del miedo. La irreflexión ha dado su oferta para la explotación de lo misterioso, que no es más que aquello que se encuentra en la sombra de lo desconocido para cada ser.

El Espiritismo, que es la doctrina de lucidez y de la libertad real, ofrece su valiosa contribución para el esclarecimiento de todo, sacando los individuos de las zanjas del pavor injustificado.

Abre tu mente con estudios serios sobre aquello que desconozcas y que te haga falta en la elucidación.

Ilumina tu entendimiento con la luz de maduras meditaciones, a fin de que tu conocimiento en las cuestiones del alma no se pierda en las superficialidades que generan inseguridad.

Déjate penetrar por la alegría de participar de la innumerable prole del Creador, heredero de las inmensurables riquezas que vibran en todo el Cosmos.

Aleja de tu camino todo lo que rezume superstición, pues el verdadero espiritista que es a su turno el verdadero cristiano, sabe que Jesús es el Señor de los Espíritus, como lo nombraron sus compañeros, por la autoridad moral de que se revestía, por la grandiosidad de su vida, una vez que se mantenía en permanente estado de comunión con el Padre.

Comulga tú también con la verdad que liberta y aléjate de las callejuelas atolondrantes del miedo, aprendiendo a identificarte con todos los Espíritus que, como tu tú mismo, marchan para el Gran Mañana propia redención en el seno de Dios.

Tú eres también Espíritu. Vive de esa realidad y deja que la vida perenne que aflora en ti, exteriorice las bendiciones de coraje y entendimiento para los que siguen contigo hacia la paz del futuro.

"Están, en fin, los espiritistas exaltados. La especie humana sería perfecta si sólo tomara siempre la parte buena de las cosas. En todo, la exageración es dañosa; en Espiritismo ella da una confianza demasiado ciega y a menudo pueril en las cosas del mundo invisible y hace aceptar muy fácilmente y sin control lo que la reflexión y el examen demostrarán absurdo e imposible, pero el entusiasmo no reflexiona, ofusca. Esta especie de adeptos es más dañosa que útil a la causa del Espiritismo; éstos son los menos indicados para convencer, porque se desconfía con razón de su criterio."

(El Libro de los Médiums, P parte, cap. i, ítem 28, párrafo 49).


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INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS
EL ORGULLO Y LA HUMILDAD


11. ¡Qué la paz del Señor sea con vosotros, mis queridos amigos! Vengo para animaros a seguir el buen camino. A los pobres de Espíritu que antiguamente habitaban la Tierra, Dios da la misión de venir a esclareceros. Bendito sea, por la gracia que nos concede de poder ayudar a vuestro mejoramiento. Que el Espíritu Santo me ilumine y me ayude, para que mi palabra sea comprensible y que me conceda ponerla al alcance de todos. Todos vosotros encarnados, que estáis en dificultad y buscáis la luz, ¡que la voluntad de Dios me ayude para hacerla brillar a vuestros ojos!

La humildad es una virtud muy olvidada entre vosotros; los grandes ejemplos que se os han dado se han seguido muy poco, y, sin embargo, sin humildad, ¿podéis acaso, ser caritativos con vuestro prójimo? ¡Oh! No, porque ese sentimiento nivela a los hombres; les dice que son hermanos, que deben ayudarse entre sí, y los conduce al bien. Sin humildad os engalanáis de virtudes que no tenéis, como si llevaseis un vestido para ocultar las deformidades de vuestro cuerpo. Acordaos de Aquél que nos salva; recordad su humildad, que tan grande le hizo y le elevó por encima de todos los profetas.

El orgullo es el terrible adversario de la humildad. Si Cristo prometió el reino de los cielos a los más pobres, fue porque los grandes de la Tierra imaginan que los títulos y las riquezas son recompensas dadas a su mérito, y que su esencia es más pura que la del pobre; creen que esto se les debe y por eso, cuando Dios se los retira, le acusan de injusto. ¡Oh irrisión y ceguera! ¿Acaso Dios hace distinción entre vosotros por el cuerpo? ¿No es igual la envoltura del pobre que la del rico? ¿Ha hecho el Creador dos especies de hombres? Todo lo que Dios ha hecho es grande y sabio; no le atribuyáis nunca las ideas que nacen en vuestros cerebros orgullosos. ¡Oh rico! Mientras duermes bajo tus techos dorados, al abrig del frío, ¿no sabes que millares de tus hermanos, iguales a ti, están estirados sobre la paja? El infeliz que sufre hambre, ¿no es, acaso, tu igual? A estas palabras tu orgullo se subleva, lo sé muy bien; consentirás en darle limosna, pero darle la mano y estrechársela fraternalmente; ¡jamás! “¡Qué dices! ¡Yo, descendiente de una sangre noble, grande de la Tierra, ser igual a ese pordiosero andrajoso! ¡Vana utopía de los supuestos filósofos! Si fuésemos iguales, ¿Por qué Dios los habría colocado tan abajo y a mí tan alto?” Es verdad que vuestro vestuario no se asemeja en casi nada; pero despojados ambos de él, ¿qué diferencia habría entre vosotros? La nobleza de la sangre, dirás; pero la química no encontró diferencia entre la sangre del noble y la del plebeyo, o entre la del señor y del esclavo. ¿Quién te dice que tú mismo no fuiste también un miserable e infeliz como él? ¿Qué no pediste limosna? ¿Qué no la pedirás un día al mismo que desprecias hoy? ¿Acaso son eternas las riquezas? ¿No acaban con el cuerpo, envoltura perecedera de tu Espíritu? ¡Oh! ¡vuélvete humildemente sobre ti mismo! En fin, echa una mirada sobre la realidad de las cosas de este mundo, sobre lo que constituye la grandeza y la inferioridad en el otro; piensa que la muerte no te respetará más que a otro; que los títulos no te preservarán de ella; que puede alcanzarte mañana, hoy, en una hora; y si tú te escondes en tu orgullo; ¡Oh! ¡Entonces te compadezco, porque serás digno de piedad!


Allan Kardec- El Evangelio según el Espiritismo

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