EVOLUCIÓN Y FINALIDAD DEL ALMA
En la planta, la inteligencia dormita; en el animal, sueña; sólo en el hombre despierta, se conoce, se posee y se vuelve consciente.
A partir de ahí, el progreso, de alguna suerte fatal en las formas inferiores de la Naturaleza, sólo se puede realizar por el acuerdo de la voluntad humana con las leyes Eternas.
Es por el acuerdo, por la unión de la razón humana con la razón divina que se edifican las obras preparatorias del reino de Dios, o sea, del reino de la Sabiduría, de la Justicia, de la Bondad, de lo que todo ser racional y consciente tiene en sí la intuición.
Así, el estudio de las leyes de la evolución, en vez de anular la espiritualidad del hombre, viene, al contrario, a darle una nueva sanción; nos enseña como el cuerpo del hombre puede derivar de una forma inferior por la selección natural.
Y nos muestra también que poseemos facultades intelectuales y morales de origen diferente y este origen lo encontramos en el Universo invisible, en el mundo sublime del Espíritu.
La teoría de la evolución debe ser completada por la de la Percusión, o sea, por la acción de las potencias invisibles, que activa y dirige esta lenta y prodigiosa marcha ascensional de la Vida del Globo.
El mundo oculto interviene, en ciertas épocas, en el desarrollo físico de la Humanidad, como interviene en el dominio intelectual y moral, por la revelación medianimica...
Una raza que llegó al apogeo es seguida por una nueva raza, es racional creer que una familia superior de almas encarna entre los representantes de la raza exhausta para hacerla subir un escalón, renovándola y moldeándola a su imagen...
Cada nacimiento se explica por la bajada a la carne de un alma que viene del Espacio, así también la primera aparición del hombre en el Planeta debe ser atribuida a una intervención de las Potencias invisibles que generan la vida.
La esencia psíquica viene a comunicar a las formas animales evolucionadas el soplo de una nueva vida; va a crear, para la manifestación de la inteligencia, un órgano hasta entonces desconocido - la palabra.
Elemento poderoso de toda la vida social, el verbo aparecerá y al mismo tiempo, el alma encarnada conservará, mediante su envoltorio fluídico, la posibilidad de entrar en relación con el medio de donde salió...
No es posible creer que la Naturaleza, que Dios apenas tenga un sólo y único medio de producir y desarrollar la vida. El cerebro humano es limitado; las posibilidades de la vida son infinitas...
La evolución de los mundos y de las almas es regida por la Voluntad Divina, que penetra y dirige toda la Naturaleza, la evolución física es una simple preparación para la evolución psíquica y la ascensión de las almas prosigue mucho más allá de la cadena de los mundos materiales...
Es en la lucha que la voluntad se perfecciona y afirma; es del dolor que nace la sensibilidad. La evolución material, la destrucción de los organismos es temporal; representa la fase primaria de la epopeya de la vida.
Las realidades imperecibles están en el Espíritu; sólo él sobrevive a esos conflictos. Todos esos envoltorios efímeros no son más que vestidos que vienen a ajustarse a su forma fluídica permanente...
Emerger grado a grado del abismo de la vida para tornarse Espíritu, genio superior y esto por sus propios méritos y esfuerzos, conquistar el futuro hora a hora, ir liberándose día a día un poco más de la ganga de las pasiones.
Liberarse de las sugestiones del egoísmo, de la pereza, del desanimo, rescatarse poco a poco de sus flaquezas, de su ignorancia, ayudando a sus semejantes a rescatarse a su vez, arrastrando todo el medio humano hacia un estado superior, tal es el papel distribuido a cada alma.
Para desempeñarlo, tiene ella a su disposición toda la serie de innumerables existencias en la escala magnífica de los mundos. Todo lo que viene de la materia es inestable; todo pasa, todo huye.
Los montes se van poco a poco abatiendo bajo la acción de los elementos; las mayores ciudades se convierten en ruinas, los astros se encienden, resplandecen, después se apagan y mueren; sólo el alma imperecíble sobrevuela en la Duración Eterna.
El Problema del Ser, del destino y del dolor
León Denis
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