EL CIELO SINÓNIMO DE FELICIDAD, INFIERNO SINÓNIMO DE SUFRIMIENTO
Los espíritus aun imperfectos se preocupan con los ambientes terrenales, no son insensibles a los lugares en donde vivieron como hombres, en donde sufrieron, amaron, trabajaran y progresaran. Algunas veces visitan esas estancias desoladas de la Tierra, que les sirvieron de cuna, y en donde, casi siempre, vienen reencarnados para nuevas luchas que les conferirán méritos considerables, ven a otros espíritus que compartieran sus vidas y a quienes continúan amando con ternura. Y acogen, cada vez que lo hacen surgir en su memoria muy excitada. El concentrarse mucho en el pasado que muchas veces es mejor olvidar, produce angustia y malestar, oprime el corazón.
El arrepentimiento es algo que muchos suelen ofrecer una gran resistencia, perseverando en el mal y por la constancia en ejercerlo, no saben apreciar los goces que proporcionan al espíritu hacer el bien. Son a la manera de los salvajes que al no conocer una mejor vida, y acostumbrados a la selva no ven las maravillas que existen en el mundo. Es por esa razón que tardíamente se arrepienten de sus malos hechos, pero como Dios nos ama y existe la ley del progreso establecida por El, un día más tarde o más temprano conseguirán el comprender sus equivocaciones y es entonces cuando se arrepentirán.
A medida que el espíritu progresa, va viendo con más claridad sus errores y culpas, todos sabemos que a mayor conocimiento mayor responsabilidad. Muchos, aun siguen ciegos, en el siglo actual, pese a vivir con los nuevos avances y conocimientos, por su egoísmo y amor propio no reconocen sus errores, pero a medida que se esclarecen van viendo la realidad de sus hechos y todos algún día alcanzaremos la perfección y llegar a Dios porque ese es el fin para el cual nos ha creado. Nosotros podemos observarlo, si somos padres, los hijitos nacen infantiles, ignorando todo de la vida, y si estuvieran siempre así, nuestra libertad para seguir caminando siempre se vería coaccionada por tenerles que cuidar y proteger, es para todo padre ver a su hijo, hecho un hombre, capacitado para caminar por sí solo, la mayor satisfacción. Pues el mismo goce siente Dios al ver que sus hijos progresan por eso todos lo conseguiremos.
Claramente vemos que las pruebas algunas veces son impuestas, por un determinado tiempo, una prueba de ellos lo podemos observar, en el espíritu de un suicida que viene en un cuerpo deforme, con un problema incurable, como es la deficiencia mental, tanto los padres como el hijo, tienen toda una vida , más o menos larga, para reajustarse con su forma de proceder, esto por mucho que se arrepientan no podrán evitarlo hasta el tiempo establecido, por Dios, en cambio el envidioso, en cuanto venza esa debilidad, comenzará por dejar de sufrir, cada día le afectara menos esa debilidad.
Por lógica podemos ver que las penas nunca serán eternas, de hecho Jesús nos enseño que el cielo y el infierno lo llevamos en el corazón, a medida que el hombre se perfecciona, va adquiriendo un manejo justo para todas las cosas, cuando está ciego, todo le sale mal, por el mal huso que hace, el embrutecimiento le hace ver las cosas de forma equivocada, pero poco a poco progresa, y pasa a tener mejor vida, consiguiendo para si ese cielo, si estuviera condenado siempre por sus males cometidos su infierno si existiría porque no cambiaria y no podría añorar la felicidad, pero al ir poco a poco descubriendo el bien y sus goces, el adquiere el arrepentimiento y que buen padre no perdona a su hijo arrepentido, Dios nos dijo que hay más fiesta en el cielo por el retorno de un hijo malo convertido al bien, que por la entrada de cien justos. Dios solo nos permite que suframos mientras persista en nosotros la imperfección, eliminada está, la ley del progreso nos asiste, habiendo pagado la deuda, quedamos libres, y la libertad es para el preso la prueba de que sus culpas fueron saldadas.
Por mucho tiempo y por sobre todo la doctrina católica, el hombre ha creído en el infierno, de donde no se podía salir jamás, era la sentencia de un Dios castigador que premiaba a sus buenos hijos, y castigaba a los malos. Gracias a Jesús conoció la humanidad que Dios es Amor y que siempre ofrece a sus hijos el poder redimir sus culpas, es por esa razón, que la Doctrina Espirita con la reencarnación nos demuestra que eso es así, Dios a dotado al hombre del mayor patrimonio que podría concederle, el “Tiempo” todo el tiempo del mundo para llegar a El.
La idea del purgatorio, también es una idea adquirida por el hombre equivocada, en todas partes existen espíritus felices e infelices, y lo podemos observar en las cosas más sencillas, en una misma familia de dos hijos, uno puede gozar de salud, y el otro puede venir con una deficiencia, ambos son hijos del mismo padre, pero traen pruebas diferentes, cada uno conforme a su carma, entonces en la misma familia, con casi los mismos goces, cada uno sufrirá de distinta forma. Es en la Tierra donde el espíritu expía sus pruebas, pues sabemos que es un planeta de expiación y de pruebas, y así lo observamos, todos sufrimos en ella por donde hemos pecado. Cuando ella ascienda en la escala evolutiva, todos aquellos que aun no se redimieron, no podrán ya habitarla, tendrán que ir a sufrir su “purgatorio” a un planeta que sea similar a lo que la tierra es hoy en día.
La luz para la persona que ha estado durante mucho tiempo en la oscuridad puede producir ceguera, así sucede también con la verdad de las cosas, hay que exponerlas con cuidado para no escandalizar, pues lo podemos ver, en los niños, que poco a poco aprenden, si les explicásemos las cosas como las entendemos los mayores no nos entenderían, no tienen la capacidad aun desarrollada para comprendernos, ellos no podrían entendernos, se revelarían, por no poder hacer aquello que les enseñamos a los jóvenes, pues lo mismo sucede con los espíritus muy imperfectos, cuando están dispuestos a escuchar hay que utilizar con ellos mucho tacto, pues al verse muy distanciados de nuestros conocimientos, y no poder comprender, puede hacerles negar avanzar por considerarlo imposible, incluso llevarlos a la desesperación. Jesús dio muestra de ello, tratando a sus hermanos con mucho amor y cariño, sin exaltación. De hecho cuando Judas le beso para entregarlo al verdugo, lo trato con amor. Lo mismo cuando decía a Pedro que lo negaría por tres veces, siempre tuvo comprensión y tiene para las debilidades de sus hermanos más pequeños.
Las almas al otro lado de la vida sufren las consecuencias de sus malas acciones, aquellas que vagan desconsoladas, que sienten en si el sufrimiento creado por ellas mismas se las denomina espíritus errantes.
Los espíritus que han conseguido la perfección por denominarlo de alguna forma decimos que moran en el Cielo, y el Cielo no es un lugar definido, y si un estado del espíritu, en el que domina todas las cosas, y sabe hacer el uso debido de ellas, entonces nunca siente pesar por lo que hace, se mueve con entera libertad, por todas partes sin obstáculos de ninguna clase, por eso puede gozar de los jardines del paraíso, donde el gozo, la paz, la felicidad y la estancia al lado de Dios, representa para ellos un goce inexplicable para el lenguaje de los hombres. Pueden dialogar con los espíritus puros, es como si en la tierra el hombre por su valor pudiese acceder al palacio donde mora el rey y gozar de todos los beneficios que el disfruta, sin haber diferencias entre el rey y el, por estar ambos, cada uno en su estado, con la pre disponibilidad para actuar, con el mismo derecho para ello, sin sentir diferencias ni ningún tipo de reacción adversa.
En la inferioridad, como en el estado de pureza existen grados, no todos los malos son iguales, hay malos muy malos, malos regulares, y malos que han mejorado, en el grado de perfección sucede lo mismo, lo podemos comparar al estudiante que ya ejerce como profesor de escuela, y que desea ascender a profesor de instituto, ambos están con conocimientos para la enseñanza, pero el profesor de instituto ha avanzado más, seguramente se habrá especializado en alguna asignatura y la domina desde todas las áreas y el profesos solo con lo que exige el título de profesor.
La Doctrina Espirita en su libro “Cielo e Infierno” nos esclarece sobre nuestro destino en el Más allá, y nos dice que el cielo o el infierno lo lleva el espíritu dentro de sí, tanto si está encarnado como desencarnado, es un estado que lo caracteriza según su propio valor, dándole la felicidad o la desdicha en la cual está impregnado por sus meritos o por sus imperfecciones, nadie nos impide volar a las altas esferas solo el peso de nuestras imperfecciones, procuremos todos hacernos con el traje de gala, con la limpieza de nuestro espíritu, para poder volar y gozar de todos los bienes espirituales que, también son conocimientos a los cuales aun no tenemos acceso, por nuestra ceguera.
Todos sabemos que la transformación de la Tierra ya se está operando, si deseamos ascender con ella, hemos de prepararnos, despojándonos de las imperfecciones, del orgullo y el egoísmo, sobre todo, que serán las que determinaran si estamos aptos o no , porque los espíritus de los malos serán desterrados de ella. Es por esa razón que hemos de empeñarnos enfatizadamente en nuestra regeneración, porque todos nuestros esfuerzos serán compensados, nos sucederá como el que se cambia de piso para ocupar otro mejor, con mejor gente, con mejor vida, con más libertad, con menos obstáculos, será conseguir calidad de vida espiritual, ya muchos en la tierra han experimentado esa sensación, ese estado digamos de felicidad, que no es perceptible para aquellos que escuchan la música y no entienden, no pueden valorarla.
Vale muchas veces más la alegría interior que sentimos por un bien que hacemos, por una victoria sobre la imperfección que nos domina, que los bienes efímeros de la tierra que una vez conseguidos pierden valor.
Procuremos los bienes espirituales, que ya aquí comienzan a darnos riqueza, al poder participar de la Doctrina Espirita, ella nos esclarece, porque nos dice de dónde venimos y para donde vamos, y con su Evangelio de Amor, nos conduce a Cristo que es El Camino la Verdad y la Vida con el cual no podremos perdernos.
Trabajo realizado por Merchita
*******************
La materia- de la clase que sea- no es nada más que materia, y el
espíritu es espíritu; quiero indicar con esto que por la materia
no se transmite genéticamente ninguna facultad espiritual, aunque
la herencia genética sí que influye mucho en la manifestación de
las facultades del Espíritu, pero no las origina. Es como la llave
del grifo de agua, que no origina el agua que sale por el grifo, pero
regula la cantidad de agua que echa.
Las facultades mediúmnicas no tienen que ver con la
parte física o mental de la persona aunque sí en su predisposición
psíquica y neurológica, por tanto en si mismas no se heredan
genéticamente pero sí se hereda la predisposición para
desarrollarla. Se podría afirmar que se hereda el instrumento, pero
no la música; aunque haya “música”, sin instrumento no suena,
sin embargo al haber instrumento la música siempre puede sonar mas o
menos afinada. Esto cuando así acontece, tiene una causa espiritual
que lo propicia, como el que los espíritus que en el plano
espiritual forman un grupo familiar que se reune por afinidad, algunos de sus miembros reencarnan a veces
juntos en la Tierra como familia carnal cuyos miembros a veces traen unos compromisos
comunes a través de esas facultades psíquicas, cuya referencia
orgánica es común y transmisible.
Las cualidades y defectos espirituales, así como
las capacidades psíquicas o intelectuales, son de carácter psíquico, se refieren al alma y
las hereda el Ser de sí mismo, habiéndolas adquirido durante sus
vidas anteriores; este las conquista por su propio desarrollo
evolutivo, transmitiéndolas desde una vida hasta la siguiente,
aunque se puede ser médium desarrollado en una existencia , y en la
siguiente por algún motivo, volver a este mundo con sus facultades
anuladas o dormidas, y no serlo; esto depende de la disposición orgánica
cerebral heredada para poderlo ser.
El ser médium o el no serlo, es algo independiente
de la voluntad de cada persona, por lo que no es nada negativo el no
serlo, ni se debe envanidecer por ello el que si lo es, pues es algo
natural que no ha dependido de él serlo o no serlo.
- Jose Luis Martín-
********************
"La mediumnidad es una planta delicada que para florecer necesita atentas precauciones y cuidados asiduos."
- León Denis -
**************
EL CONSOLADOR, ESPIRITISMO Y EVANGELIO
El Espiritismo evangélico es el Consolador prometido por Jesús, que, mediante la voz de los seres redimidos, difunde las luces divinas por la Tierra entera, restableciendo la verdad y alzando el velo que cubre las enseñanzas, en cuanto Cristianismo redivivo, con el objeto de que los hombres despierten a la era grandiosa de la comprensión espiritual con Cristo.
Igual que Jesús, el Consolador tendrá que afirmar también: “No penséis que he venido para abrogar la Ley…”
No puede el Espiritismo abrigar la pretensión de eliminar a las demás creencias, parcelas de la verdad que su doctrina representa, pero si trabajar por transformarlas, elevando sus antiguas concepciones hacia el resplandor de la verdad inmortal.
La misión del Consolador tiene que realizarse en las almas y no con las minúsculas y efímeras glorias de los triunfos materiales. Al poner en claro el error religioso, donde quiera que este se encuentre, y revelar la verdadera luz, por medio de actos y enseñanzas, el espirita sincero enriquece los valores de la fe y representa al obrero de la regeneración del templo del Señor, donde los hombres se agrupan en diversos sectores y ante diferentes altares, pero en el cual un solo Maestro existe, que es Jesucristo.
La fe significa tener en el corazón la luminosa certidumbre de Dios, certeza esta que ha excedido ya el ámbito de la creencia religiosa, haciendo que el corazón se apoye en una energía constante de realización divina de la personalidad.
Obtener la fe es haber alcanzado la posibilidad de no decir “yo creo”, sino afirmar “yo se”, con todos los valores de la razón iluminados por luz del sentimiento. Esa fe no puede paralizar en ninguna circunstancia de la vida y sabe trabajar siempre, intensificando la amplitud de su iluminación por el dolor o la responsabilidad, por el esfuerzo o el deber cumplido.
Traduciendo la certidumbre de la ayuda de Dios, expresa la confianza que sabe afrontar todas las luchas y problemas con la luz divina en el corazón y significa la humildad redentora que edifica en lo intimo del espíritu la disposición sincera del discípulo en los que respecta a aquello de “Hágase en el esclavo la voluntad del Señor”.
Creer es una expresión de creencia de la cual los auténticos valores de la fe se encuentran en estado embrionario.
El acto de creer en algo requiere la necesidad del sentimiento y de la razón, para que el alma edifique en si misma la fe. Admitir afirmaciones más extrañas sin someterlas primero a un examen minucioso equivale a marchar hacia el desfiladero del absurdo, donde los fantasmas dogmáticos conducen a los seres a todos los disparates. Interferir en problemas esenciales de la vida sin que la razón sea iluminada por el sentimiento es buscar el mismo declive donde los espectros despiadados de la negación llevan a las almas a perpetrar muchos crímenes.
Toda duda que se manifieste en un alma llena de buena voluntad, y que en su sinceridad no se precipite a formular definiciones apriorísticas, o que no acuda a la malicia para obtener apoyo a sus cogitaciones, es un elemento beneficioso para esa alma que marcha, con la inteligencia y el corazón rumbo a la sublimada luz de la fe.
Toda sana curiosidad es normal. Entre tanto, el hombre debe comprender que la solución de esos problemas la obtendrá en forma natural, una vez que haya resuelto su situación de deudor con respecto a sus semejantes, haciéndose entonces acreedor a las revelaciones divinas.
La existencia del hombre, con sus características de trabajo por la redención espiritual, presenta muchos bienes que a sus ojos son valiosos, en la serie de luchas, esfuerzos y sacrificios que cada espíritu realiza. Para Los espíritus luminosos, en cambio, el mayor tesoro de la vida terrestre estriba en la recta y pura conciencia, iluminada por la fe y formada en el cumplimiento de los más altos deberes.
El espíritu en la tierra es correcto que solo reflexione, sobre los temas que van más allá de su ambiente, después de haber llevado a cabo todo el esfuerzo de iluminación que puede el mundo proporcionarle, en sus procesos de depuración y perfeccionamiento.
Los nuevos discípulos del Evangelio tienen que comprender que los dogmas han pasado. Y las religiones literalitas que los crearon lo han hecho siempre obedeciendo a disposiciones para el gobiernos de las masas.
Con arreglo a las nuevas expresiones evolutivas, sin embargo, los espiritistas han de evitar las manifestaciones dogmáticas, comprender que la Doctrina es progresiva y abstenerse de toda pretensión de inhabilidad, vista la grandeza, insuperable del evangelio.
Los espiritistas cristianos deben pensar mucho en la iluminación de si mismos antes de abrigar la pretensión de convertir a otros.
Tratándose de hombres de nota, según los convencionalismos terrestres, el cuidado de los espiritas debe ser aún mayor, por haber en el mundo un concepto soberano de “fuerza” para todos los seres que están luchando espiritualmente por la obtención de los títulos del progreso. Esa “fuerza” seguirá existiendo entre los humanos hasta que sus almas se hayan compenetrado de la necesidad de instituir en su corazón el reino de Jesús, y trabajen por su realización plena.
Los individuos que poseen el poder temporal, (hay excepciones) aceptan muchas veces solo los postulados que la “fuerza” sanciona o los principios con los que ella concuerda. Cegados temporalmente por los velos de la vanidad y la fantasía, que la “fuerza” les proporciona, es menester los dejemos en libertad para llevar a efecto sus experiencias. Día vendrá en que han de brillar en la Tierra los eternos derechos de la verdad y del bien, anulando esa “fuerza” transitoria. El divino Maestro, que al traer al mundo el mayor mensaje de amor y de vida para todos los tiempos, no se preocupó por convertir al evangelio, a los Pilatos y a los Antipas de su época.
El Espiritismo, como Cristianismo redivivo, no debe pretender disputar un asiento para el banquete de los Estados del mundo, cuando bien comprende que su misión divina ha de cumplirse junto a las almas, de acuerdo con los auténticos fundamentos del reino de Jesús.
Trabajo elaborado por Merchita, extraído del libro “El Consolador” de Chico
No hay comentarios:
Publicar un comentario