Inicialmente recurrimos al Diccionario para definir lo que es el Sentimiento. He ahí a continuación: Acción o efecto de sentir. Sensibilidad. Conjunto de calidades morales del individuo.
Los sentimientos fueron estudiados por varias áreas del estudio del conocimiento humano. Los investigadores materialistas creen que los sentimientos son una mera manifestación de áreas localizadas en el cerebro. Inactivándola, la persona no demuestra sentimiento ninguno. No tenemos duda de que el cerebro es el vehículo de expresión de la mente, pero, no es la propia mente. Los estudiosos afirman que entre expresar y ser, existe una distancia considerable. Actualmente, los neurocientíficos consiguieron localizar, en el cerebro, las regiones correspondientes al habla, a la audición, a la parte de la inteligencia, a las diversas emociones, a los sentimientos y los demás atributos del hombre.
Recientemente ellos ya consiguieron descubrir el recorrido desarrollado en el cerebro por una saludable o negativa emoción, así como en el trabajo de las neuronas en el mando de los agentes psíquicos que resultan de esa energética en movimiento en las capas cerebrales. Y lo más interesante, dependiendo de la emoción o del sentimiento, el cerebro tutela en la producción de ciertas hormonas y demás substancias químicas correspondientes al tipo de la función psíquica ejercitada en aquel momento, pudiendo de ahí, generar la salud o la enfermedad.
El Dr. Deepack Chopra, endocrinólogo hindú, radicado en Estados Unidos y autor de varios libros, dice que: el estudio del cerebro es muy significativo por aquello que él representa en la estructura del cuerpo físico, así como por la gran central desencadenadora de reacciones químicas que él es. Sin embargo, por detrás de él está la fuente mental de todos los fenómenos intelectivos, emocionales y morales: El Espíritu. En el siglo XIX, también, fue presentado, científicamente, al mundo por el eminente pedagogo francés, Allan Kardec.
Como estamos en el inicio de la Era del Espíritu, surgen, actualmente, algunos estudios en la propia área médica y psicológica acerca de la plegaria, de la meditación, de la transmisión de energías psicofísicas (pases espíritas), de la reencarnación y de la influencia de la mente extrafísica sobre el cuerpo humano.
Son ensayos promocionados desarrollados por algunas Universidades Americanas y Brasileñas que ya se interesan por este tipo de investigaciones, aún, que existen resultados significativos en el campo de la salud física y mental cuando las personas meditan, cuando efectúan plegarias y cuando son sometidas a los llamados toques terapéuticos (el conocido pase espírita aplicado, gratuitamente, en los Centros Espíritas de Brasil). Además de estas investigaciones, vimos el trabajo desarrollado por el Dr. Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, en California, sobre la Reencarnación. El Dr. Stanislaw Grof de la Universidad Americana Jonhs Hopkins que lanzó los libros: “Además del Cerebro” y “Emergencia Espiritual”, presentando, así, una propuesta revolucionaria en la dirección de la conciencia humana.
El escritor espírita Jason de Camargo en su libro la ‘Educación de los Sentimientos’ afirma que el Sentimiento es el cenit de la Espiritualidad. El puede ser considerado una función racional, pero sutil, porque obedece a la lógica del corazón y no de la cabeza. La lógica del Amor, por ejemplo, transciende la racionalidad intelectiva, pero no transciende la racionalidad de las leyes que también están vigente en el alma humana y que son tan o más importantes que aquellas que se refieren a la intelectualidad del hombre.
Podemos alegar que Chico Xavier, Bezerra de Menezes, Divaldo Franco y tantos otros, de este y del siglo pasado, por sus vivencias trabajaron en el Amor y en la Caridad los sentimientos superiores realizando una obra de transformació n de la humanidad conforme la afirmación del Espíritu de Verdad: “Espíritas Amaos, este el primero mandamiento; instruiros, este el segundo”. La prioridad fue dirigida al “Amor”, justamente por ser el la ley suprema de la conciencia y la madre de todas las virtudes.
Finalmente actuando por la educación de los Sentimientos, por descontado, encontraremos la paz y la salud, liberándonos de los varios tipos de sufrimientos de esta o de otras vivencias.
João Batista Cabral –
¿A
qué se dedican los Espíritus Superiores que
habitan los mundos
espirituales ?.
Precisamente la felicidad de que gozan les viene dada
por las actividades que constantemente realizan en una perfecta
convivencia que los une por lazos de amor mucho más sublimes y
fuertes que el amor experimentado en la Tierra..
Su
bandera es la actividad infatigable, practicando permanentemente
la Caridad, y esto lo llevan a cabo ayudando y socorriendo a los
demás Seres que les requieren y les necesitan, ya sean encarnados o
desencarnados de otros planos espirituales, asistiéndoles con la
fuerza de su amor, en las misiones de ayuda fraternal que realizan
impulsados por un sentimiento de fraternidad, solidaridad y
compasión.
También
hay otros Espíritus que se dedican a organizar tareas de ayuda
al proceso de la desencarnación de los que estamos en este mundo o
en otros mundos materiales semejantes en los que naturalmente se da
el fenómeno de la encarnación y desencarnación de los seres que
los habitan; otros lo hacen recibiendo y acompañando, a modo de
enfermeros o guías, a los recién desencarnados hasta su lugar de
recuperación; también hay otros especializados en el proceso
contrario y muy complejo de la reencarnación de tantos espíritus
que continuamente, desde los planos de existencia donde moran,
necesitan realizar para no ver relentizado el proceso de su evolución
espiritual.
Hay
quienes se dedican en tareas de ayuda a Seres que han abandonado
recientemente el mundo terrenal, y necesitan de inmediato la
necesaria orientación en el mundo espiritual al que regresaron tras
dejar con la muerte el plano físico que habitaban. Estas ayudas las
efectúan acompañándoles, orientándoles e instruyéndoles, en los
planos y centros espirituales que les corresponden.
Asimismo
los hay también dedicados en labores de rescate de Espíritus que
quieren elevarse desde los planos inferiores y terminar con su su
sufrimiento, aspirando a reiniciar el camino de su rectificación
espiritual, así como también ayudando y orientando para su
posterior rehabilitación psíquica y moral.
Tal
vez, se podría comparar el mundo espiritual a una enorme fábrica
con muchísimos departamentos e infinidad de operarios, con
funciones diversas y especializadas, que se apoyan, sirven y ayudan
entre ellos para llegar al fin de sus esfuerzos en la atención
caritativa de tantos hermanos que necesitan de la ayuda y de la labor
de todos estos hermanos inmersos en una febril y continua actividad,
siempre solidarios en la siembra del bien. Ellos trabajan sin cesar
por el bien y la felicidad de todos y cada uno de los seres que
poblamos los Universos.
Lo
que , en razón de lo dicho, resulta evidente, es que en el mundo
espiritual no cabe la idea del descanso eterno, entendido como una
inactividad eterna, pues eso sería un eterno suplicio al no estar la
naturaleza del espíritu en consonancia con esta idea. La Ley cósmica
del Trabajo, es una ley que establece la necesidad natural de
permanecer activos en una labor hacia los demás. Además como
somos energía emanada o creada por Dios, o sea, de procedencia
Divina, necesitamos permanecer en un nivel vibración y actividad
permanente, elevándonos y perfeccionándonos sobre nosotros mismos,
para sentirnos cada vez más felices y realizados como trabajadores y
colaboradores en la inmensa obra Divina de la Creación.
- Jose Luis Martín -
***************************
“
Allí donde todo acaba todo
comienza eternamente
”
-
Hermes Trimegisto –
******************
ALMA Y TEORÍA CELULAR
Todo el que sabe mirar la Naturaleza con ojos filosóficos descubre que ella es la gran educadora, donde reside toda la verdad, y observando ve los secretos que permanecen velados para los ignorantes. Nada aparece súbitamente y en el estado perfecto, así lo dicen las leyes que rigen las múltiples evoluciones de la materia física o viva.
El sistema solar, nuestro planeta, los vegetales, los animales, el lenguaje, las artes, las ciencias, todo, lejos de haber brotado espontáneamente, es el resultado de una larga y gradual ascensión, desde las formas rudimentarias hasta las modalidades que en nuestros días conocemos.
En el alma humana, sucede lo mismo, vemos en la Tierra que pasa por fases de diversas manifestaciones, desde el salvaje hasta el genio de las naciones civilizadas.
El alma tanto en el ser humano como en el animal es indivisible, dado que los primeros fulgores del instinto son los signos reveladores de su acción. A partir de los animales simples como los zoófitos, ha adquirido sucesivamente el periespiritu, mediante transformaciones incesantes, sus propiedades funcionales.
La envoltura del alma es el “periespiritu” , tanto en los animales como en el hombre, individualiza al principio pensante por medio del fluido universal que lo constituye.
Este punto poco estudiado, ha sido corroborado y comprobado, con la intervención de mediúms videntes, que el alma animal no se destruye con la muerte.
Si el principio inteligente del animal sobrevive a la materia, si goza de individualidad, es posible aplicarle las mismas reglas que rigen al alma humana, explicándose así todo.
Por medio del Espiritismo se comprobó experimentalmente la necesidad de la reencarnación del alma humana; la ley de continuidad en los seres vivos, permite creer que el alma del animal está sometida a ese mismo proceso: de este modo el principio inteligente animaría sucesivamente organismos y más organismos cada vez más perfeccionados, a medida que fuera adquiriendo capacidad para dirigirlos.
El Espiritismo, no inventa nada, al proclamar la existencia del periespiritu, demuestra que tal órgano reproduce fluìdicamente la forma corporal de los animales, que es permanente en medio del flujo perpetuo de las moléculas vivas y, consecuentemente que en él es donde radican los instintos y las modificaciones de la herencia. Por ser inmutable, pese a los incesantes cambios de que es testimonio el hombre contiene – digámoslo así - los estatutos y las leyes que dirigen la evolución del Ser; no se disgrega con la muerte, sino que se constituye la individualidad póstuma del principio intelectivo; tomando en registro todas las modificaciones que le proporciona las numerosas y sucesivas existencias, acabando por hacerse apto, después de haber recorrido toda la serie, no solo para organizar y dirigir organismos muy complicados, sino para hacerlo sin conocimiento del alma.
Si no sabemos como están constituidos los seres vivos, es difícil comprender el papel de periespiritu y del sistema nervioso. Los médicos, los naturalistas y los filósofos hablan constantemente en sus escritos de las sustancias vivas, de moléculas orgánicas, de materia organizada, de tejidos, de órganos, etcétera; pero pocos dan una definición precisa de tales frases. En los animales superiores se advierte la carne, los huesos, los tendones, los nervios, los vasos, las membranas, etcétera. Se ha adquirido la certeza de que el organismo de un vegetal o animal cualquiera, proviene de la reunión, de la asociación de un número inmenso de células, y las partes diferentes del cuerpo animal o vegetal son debido a las modificaciones que las células sufren. En química, por descomposiciones sucesivas, los productos más complejos pueden siempre reducirse a los elementos primordiales, a los cuerpos simples de que están formados; en historia natural, la célula aparece como el residuo último de toda clase de residuos. La molécula orgánica, es el elemento anatómico por excelencia de que están formados todos los seres vivos.
La célula esta compuesta de tres partes: aunque varia en su forma, siempre se compone de tres partes 1ª) un núcleo solidó que está en el interior 2ª) un liquido que baña al núcleo, y la 3ª) una membrana que lo envuelve todo.
La parte esencial, la parte verdaderamente viva, es el líquido, al que se ha dado el nombre de protoplasma; de manera que este líquido gelatinoso es el que constituye realmente el fundamento de la vida orgánica. En tanto él vive en los millones de células que forman un cuerpo, el cuerpo vive también; cuando él muere en una parte cualquiera de las células que componen un miembro, el miembro muere; si se destruye, en fin, el protoplasma en la totalidad de las células, el cuerpo entero muere.
Si la teoría de la evolución es exacta, la vida debió principiar en la Tierra por la formación del protoplasma. Este hecho se verifica en nuestros días. Las exploraciones de los grandes fondos submarinos han dado a conocer una sustancia gelatinosa que parece ser la primera manifestación vital". Los notabilísimos trabajos de Haeckel respecto a tales seres rudimentarios, confirman plenamente las deducciones de Darwin y dan al transformismo una base seria.
El modo de reproducción de las células es muy simple: cuando a alcanzado cierto volumen, se producen una o muchas divisiones en su masa, se fracciona en dos o más partes, y cada una de ellas, se hace independiente, se nutre y crece como la célula, madre, hasta que llega el momento que a su vez da nacimientos a otras células semejantes. Algunas veces las células originarias de la primera nos e separan, sino que forman una serie de células asociadas, que dan nacimiento a su vez a otras y otras, también unidas, según el grado de vitalidad que posean. Esto es lo que acontece a los animales, vegetales y al hombre.
Aun en las asociaciones más complejas las células que constituyen un ser vivo no pierden por completo su independencia: cada una de ellas vive por su cuenta, y las diversas funciones fisiológicas del animal, no son otra cosa que la resultante de los actos cumplidos por un cierto grupo de células.
El objeto de todo organismo es vivir, y cada parte concurre a la consecución de este resultado en la esfera que le es propia. Se puede comparar el cuerpo vivo a una manufactura, cada órgano a un conjunto de obreros y cada obrero a una célula. Cada obrero tiene que efectuar un trabajo especial, pero uniendo las piezas elaboradas de este modo, se obtiene el objeto manufacturado.
"La comunidad, como el individuo, tiene su unidad abstracta y su existencia colectiva; es una reunión de individuos, frecuentemente en número inmenso, que no obstante puede ser considerada como un individuo solo, como un ser único, aunque compuesto. Y es así, no solamente para la abstracción más o menos racional, sino para la realidad, materialmente, lo mismo para nuestra inteligencia que para nuestros sentidos, porque está constituida como un ser organizado, de partes continuas y recíprocamente dependientes, todas ellas fragmentos de un mismo todo, aunque cada una por sí sea a su vez un todo más o menos bien circunscrito; todas ellas miembros de un mismo cuerpo, aunque cada una constituye un cuerpo organizado, un pequeño colectivo...
"Como la familia y la sociedad, la comunidad puede estar muy diversamente constituida. La fusión anatómica, y, por consecuencia, la solidaridad fisiológica de los individuos así reunidos, puede estar limitada a unos pocos puntos y a unas pocas funciones vitales, o extenderse a la casi totalidad de los órganos y de las funciones. Todos los grados intermedios pueden presentarse también, y se pasa por gradaciones insensibles de seres organizados en quienes las vidas colectivas permanecen aún casi independientes y los individuos claramente diferenciados, a otras en que los individuos son de más en más dependientes y mixtos, y tras éstas a otras en que todas las vidas se confunden en una vida común y las individualidades propiamente dichas desaparecen más o menos completamente en la individualidad colectiva".
Los animales superiores son estas individualidades colectivas, aunque sólo desde el punto de vista vital. Hemos visto ya que la fuerza vital es un principio y un efecto: un principio porque es necesario un ser vivo para comunicar la vida, y un efecto, porque una vez fecundado el germen, las leyes físicas y químicas se encargan del mantenimiento de la vida. Aquí no caben equívocos: la fuerza vital tiene existencia propia, puesto que cada ser puede reproducirse en un semejante suyo, y puesto que no se puede dar vida artificialmente a un compuesto inorgánico. Más todavía: suponiendo que se llegara, por ejemplo, a fabricar un músculo sensible de manera que produjese los mismo fenómenos que un músculo ordinario, el músculo fabricado no podría regenerarse, como acontece incesantemente en el organismo vivo. Luego, aunque el principio vital opere y se mantenga por medio de leyes naturales, no cabe ninguna duda de que es distinto de tales leyes. Aquel principio es una fuerza, una transformació n especial de la energía; no goza de existencia sobrenatural, pero sí es el producto necesario de la evolución ascendente, el primer grado, no de la organización, pero sí del mantenimiento, de la reparación de la materia viva. Pueden hallarse indicios de este principio reparador hasta en la materia bruta: un cristal está capacitado para cicatrizar sus heridas. Pasteur ha puesto este hecho en evidencia (véase Comptes rendus, del 16 de mayo de 1881).
Si a un cristal roto en cualquiera de sus partes se le coloca en la disolución a que debe su origen, se observará que no solamente crece en todas sus caras, sino que se inicia un trabajo de reconstitución mucho más activo en la parte lesionada, hasta que el daño queda reparado; una vez conseguido esto, se reestablece la simetría. Si se colora el agua madre con una sustancia violeta, por ejemplo, se verá distintamente el trabajo suplementario que se realiza para la reconstitució n de la parte destruida.
El principio vital, por consiguiente, es una fuerza esencialmente organizadora y reparadora y, en los vegetales y los animales, él es quien repara las células destruidas por el uso, siguiendo un plan determinado. Podemos considerarle en cierto modo como el desenvolvimiento, el grado superior, la transformació n exaltada de esa fuerza que en los cuerpos brutos conocemos por afinidad. Además, el fluido vital obra sobre las moléculas que produce el fantasma magnético. Si se niega la existencia de una fuerza vital, aunque invisible e imponderable, no es posible comprender cómo un cuerpo vivo conserva una forma fija, invariable, según la especie a que pertenezca, a pesar de la renovación incesante de las moléculas del cuerpo.
En tanto la vida es difusa, como en los animales inferiores; en tanto todas las células pueden vivir individualmente sin necesitarse unas a otras, el principio inteligente no se revela en ellas de un modo claro, puesto que en estos seres rudimentarios no se observa sino la irritabilidad, es decir, la reacción a una influencia externa sin sensibilidad apreciable; pero desde el momento en que el sistema nervioso aparece, se concentran en él las funciones animales, la comunidad viviente se transforma en individuo, y el principio inteligente toma a su cargo el gobierno del cuerpo, manifestando su presencia por los primeros fulgores del instinto.
Trabajo realizado por Merchita, extraído del libro Evolución Anímica de Gabriel Delanne
No hay comentarios:
Publicar un comentario