domingo, 15 de marzo de 2015

Alergia y Obsesión


LA FELICIDAD


La búsqueda de la felicidad se  asemeja  una cacería difícil. El sentido, el significado de la vida se centra en la búsqueda  y en el encuentro de la felicidad. Es un desafío existencial responsable por las continuas  realizaciones humanas.
La felicidad es difícil de lograr y generalmente, es muy compleja, difiriendo de contenido entre las personas  en sí mismas y grupos sociales. Confundida con el placer, se des caracteriza porque se torna frustrante y atormentadora
Considerada la felicidad  un don que se podría conseguir fácilmente, se convierte a veces en la perdición de muchas conciencias, unos la buscan en la posesión del oro,  a costa de paralizar las más bellas facultades  del alma en la fosa de la usura;  están los que luchan por ella con el placer de los sentidos, para despertarse en el camastro de la enfermedad; otros se creen encontrarla en el poder terrestre, hasta que se cobija en el dolor de la suprema desilusión; y no falta aquel que trata de obtenerla  mediante  la retención de lo superfluo y cae sin embargo en la corrupción del tedio dentro  de aposentos dedicados a la pereza.
Definir el concepto de felicidad es tarea ardua. Seguramente sea una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, parece ser que la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.
La felicidad no es una conquista fácil, prodigio de herencia, episodio social  o ráfaga de la fortuna. El sueño humano de la felicidad es de color rosado, marcado por el confort, el ocio y el poder, gracias a los cuales  se disfrutaría  de bienestar y de gozo, inadvertidamente  considerados sus logros. Ciertamente las personas ricas disponen, de bastantes horas así vividas, sin que se hayan considerado felices, por el contrario se han sentido tediosas, aburridas, ese tedio es uno de los grandes opuestos, en cuyo interior fermentan muchas desgracias.
La felicidad se manifiesta mediante varios requisitos, entre otros los de naturaleza cultural, atavismo que concede al individuo el medio social de donde se origina y en el cual se encuentra, de nivel de conciencia y de madurez psicológica, estableciendo estos factores las diferencias de cualidad de lo que es ser feliz, frente  a las variantes que imponen en los grupos y en los seres humanos,  demostrando que las aspiraciones de unos  no siempre corresponden a la de los otros.
El nivel de conciencia y la madurez psicológica establecen los grados en los cuales se expresa, las realizaciones que conducen a la plenitud, a los estados de felicidad.
La felicidad tiene que ver con la identificación del individuo con sus sentidos y sensaciones, sus sentimientos  y emociones o sus más elevadas aspiraciones idealistas, culturales, artísticas, religiosas, con la verdad.
En la fase de los sentidos, el gozo se transforma después en insatisfacción, ansiedad, depresión, en el periodo de los sentimientos, el placer cae en pasiones posesivas,  que dan margen a tragedias  y angustias después que están saciados; en el ciclo idealista, religioso, transcendental, la búsqueda transpersonal  fomenta el auto-descubrimiento, la auto-realización, la auto-entrega, en servicios  desinteresados de liberación del ego de los seres,  de la vida, de la Tierra…
Somos convidados  por la vida a crear la felicidad  en nosotros y por nosotros, como sucede  con todas  nuestras adquisiciones humanas.
Plantas el trigo y el trigal te responde  a la laboriosa siembra, con el tesoro de la cosecha.
La felicidad  lanza las propias simientes  en el camino de todos,  especialmente  entre aquellos que yacen  atormentados por desengaños  y lágrimas, y, al poco tiempo, hela que ofrece mieses valiosas de esperanza, ventura, tranquilidad y cooperación.
Sabemos que en la Tierra no existe la completa felicidad. Solamente pensamos en ella, hablamos de ella  y escribimos sobre esa forma de vida  de que tenemos noticia; no obstante, basta que oigamos hablar de la felicidad para que podamos sentir su clima de luz dándonos esperanzas.
Al hombre  la vida se le ha dado   como prueba o expiación;  de él depende  el dulcificar sus males y el ser tan feliz como le sea posible en la Tierra.
Todos podemos constituirnos una felicidad relativa,  practicando la ley de Dios, así evitamos muchos males, y nos proporcionamos  la mayor felicidad de que somos  susceptibles en nuestra  grosera existencia.
Muchos saben que la felicidad no es de este mundo, más todos también tenemos  conocimiento de que ella existe  y que, en el futuro, existirá también en la Tierra. Eso es un consuelo para los que esperan ese mundo de paz; para tal cosa, el espiritismo  vino a preparar el lugar, donde el amor, la caridad y el perdón  encuentren ambiente, creando condiciones para que los benefactores puedan sembrar  con provecho el germen creciente de la felicidad.
La tierra es un planeta de expiación y de pruebas y las almas que hemos renacido en este planeta  encontramos  en todos nuestros pasos dolor; más sufrimos porque el planeta es de sufrimiento, aquí experimentamos todo tipo de sufrimientos.
Los males que sufrimos  son consecuencia de la infracción de las leyes de la existencia corporal  por medio  de los males, que son  consecuencia de esa infracción y de los propios excesos.  La mayor parte de nuestros sufrimientos  son consecuencia  de la desviación del camino recto.
 La felicidad en la tierra es relativa  a la posición de cada uno,  lo que para algunos constituye la felicidad, es la infelicidad para otro. Sin embargo existe  una medida común  de felicidad para todos los hombres y es la siguiente: para la vida material es la posesión de lo necesario; para la vida moral, es la conciencia tranquila y la fe en el porvenir.
El dolor no puede ser evitado, hay que considerarlo  como un proceso natural de la evolución y encararlo como un instrumento de promoción del ser con relación a la vida,  es la forma eficaz de lograr la alegría, superando sus mecanismos,  desgastantes  y los acontecimientos degradantes, que al no ser comprendidos y aceptados con equilibrio conducen a la infelicidad.
El hombre  actual traduce la felicidad en el éxito en la vida, en el campo de los bienes materiales; sin embargo, cuanto más oro posee,  mayor es el riesgo que corre  de ser infeliz  por estar sus pasos repletos de preocupaciones, dolencias, y aun mismo tristezas. La humanidad ya comienza a pensar  en otros caminos de ventura.  El tiempo se encarga de esa transformación, y el dolor es el ángel  que nos hace comprender  la verdad, que nos libera de los engaños.
Quien coloque a la felicidad  como siendo la conquista  de títulos y triunfos mundanos, destaque  social y poder, disfrutar de privilegios y dinero, no salió de la periferia  inmediatista de los placeres sensuales, que responden por la competitividad  y por el desequilibrio de la emoción. 
Si pensamos en el pasado del planeta, estudiando los principios de la casa terrenal, notamos el amor del Creador para con sus hijos. Vemos como era la vida antes,  comparando la vida que realizamos hoy;  los nuevos descubrimientos, para ayudar  a mejores días, la mejora de los seres humanos, los grandes misioneros que descendieron a la Tierra para la esperanza y el fortalecimiento de la fe de los compañeros en la carne… ¿No nos está demostrada la existencia  de la felicidad?
Es tan grande la bondad de Dios, que junto a las pruebas y expiaciones,  nos envió al Consolador, ayudándonos a sustentarnos  en la fe  y en la esperanza.  No inducimos a nadie a salir de su religión, más si  a que observe bien sus preceptos más profundos  sobre la vida espiritual. Si tenemos alguna cosa que decir es que lea los libros espiritas, analizando lo que ellos dicen  sobre la vida futura. La verdad no impone; ella  expone las leyes naturales, porque solamente ella quedará  en pie, sustentando la fe,  sino el amor.
Si deseas ser feliz, podrás serlo,  porque la felicidad pertenece a todos, sin embargo, la naturaleza pide tu participación en el esfuerzo de mejorar moralmente. 
Jesús definió con seguridad el concepto pleno de la felicidad, en el contenido del pensamiento “mi reino no es de este mundo” considerando la impermanencia de la vida física, la transitoriedad del ser existencial, terrenal, en constante transformación, en su continuo venir a ser.
La criatura no es lo que se presenta, ni como se encuentra. Ese estado es impermanente es el tránsito para lo que será. En el placer  o en el sufrimiento, no es eso, sino se está en eso, concientizándose  del habiente en el cual se encuentra inmerso.
El empeño  en buscar la felicidad  conduce a la elección de objetivos fuera del mundo físico. La meta más allá del mundo se establece como prioritaria, porque, en la vida  terrenal,  lo que se constituye  esencial  en una faja etaria, en otra se transforma  en una carga pesada, responsable  por arrepentimientos y angustias insoportables.
Se torna necesario reflexionar en el periodo de búsqueda de la felicidad la comprobación de todo lo que es efímero ya que solo así nos elevaremos hacia la felicidad y alcanzaremos  la paz intima,  y la realización espiritual de nuestro espíritu, que son las condiciones esenciales para culminar el encuentro.
Madurando el individuo irradia  del mundo interior el bienestar y pasa a disfrutar de la felicidad. La reflexión se torna en el frecuente, la oración se hace natural y la meditación es un reconfortante normal.  Esto no impide que tengamos problemas, pero los dirigimos  con equilibrio, sin perturbarnos, sin deprimirnos en ellos.  Los problemas solucionados son los que nos proporcionan madurez y armonía interior, porque no nos deprimimos con ellos.
Esperemos y trabajemos ya que la felicidad se aproxima y con nuevos rasgos, nos muestra  el amor  y la caridad en una expresión más digna de alabanza a Dios, en profunda comunicación con Jesús. La felicidad, , podemos creerlo, se está aproximando  con todo su fulgor; no en tanto,  es necesario que los hombres  entiendan sus deberes, trabajando en la reforma intima,  para recibir la visita de esas bendiciones de luz, que quedaran para siempre con los que mejoran y trabajan  en la mejoría de los otros.
Divaldo y Chico Xavier
No tendremos felicidad  sin el deber  rectamente cumplido, por eso hemos de reflexionar acerca del deber que la vida encomienda.
Lo podemos hallar a todas horas en el escenario de las circunstancias.
En la fe que demanda servicio.
En el servicio que te exige comprensión.
En el carácter que te exige firmeza.
En el ejemplo  que te demanda disciplina.
En la disciplina que te exige humildad.
En el hogar que te demanda renuncia.
En la renuncia que te exige perseverancia.
En el camino que te demanda cooperación.
En la cooperación que te exige discernimiento.
Por más hostiles que se tornen los obstáculos de la marcha no debemos desviarnos de la obligación que requiere el bien de todos, siempre que podamos  y cuanto podamos, sea donde fuera.
A fuerza de comportarse con fidelidad  podremos ser tratados  de ingratos y rebeldes, de fanático y locos. Sin embargo, no siempre, optamos por lo justo.
No podemos olvidar  que en el momento supremo de la humanidad, la mayoría estaban con Barrabas y en contra de Cristo.
Entonces cabe al hombre el cumplir con su deber, tomando solo de la tierra nada más que lo necesario para su manutención, de forma de no apropiarse de la felicidad de los demás, y así alcanzará la verdadera felicidad que como una bendición de Dios, resplandece invariablemente en la conciencia tranquila.
Al agigantarse en el ser la conciencia alcanza la para normalidad superior y se inter-relaciona  con los seres de las fajas espirituales más elevadas, viviendo  en el cuerpo y fuera de él en plenitud.
De esta forma alcanza la iluminación, la bienaventuranza, que son las máximas expresiones de la felicidad. Entonces su encuentro con la vida espiritual pujante se convierte en una fuente perenne de alegría, que se refleja en todas las cosas y personas.
Por tanto, descubrimos que la conciencia iluminada, es responsable por la felicidad. En el comienzo es apenas vislumbrada, intuida, hasta tornarse una realidad, sin necesidad de desviarse del mundo.
Todos los seres humanos tenemos derecho a la felicidad y debemos disfrutarla, desde sus mínimas expresiones a las más grandiosas en todo el panel de la existencia.
Con la visión transpersonal de la felicidad, todo y todos deben ser vistos, sentidos y amados como son. La conciencia los absorbe con su estructura. Si  la felicidad es el resultado  de la inducción externa o de una auto-sugestión, se tornaría  en un engaño propuesto y conseguido por el inconsciente.
Si deseas ser feliz, podrás serlo, porque la felicidad pertenece a todos; sin embargo la naturaleza pide tu participación en tu esfuerzo de mejorarte  moralmente. En todas las naciones, se enseñan caminos ciertos, mostrando vías llenas de espinos,  más la mayoría  de las criaturas, se entretiene, con el bienestar breve, con los placeres efímeros.
Limpiemos nuestros sentimientos de sentimientos inferiores, alcanzando  un discernimiento más elevado. La felicidad es aquella que perdona, que olvida las ofensas, que ampara a los débiles, que renuncia en favor de la propia vida, ayudando a los que sufren más.
La felicidad se constituye en hacer caridad, aquella que no exige, que no maltrata, no calumnia, no tiene odio,  porque ella es amor permanente, que sale del corazón del ser humano, atendiendo a todo y a todos, en las dimensiones correspondientes. Felicidad es Cristo dentro de nosotros, mostrándonos a Dios en la conciencia…
Franciscos de Asis cuando fue preguntado por uno de sus compañeros para que hablara sobre la felicidad, dijo: que solamente  tenemos noticias de la felicidad en la tierra de su belleza  de su estado permanente  de bienestar. Que depende de cada uno, en el pleno ejercicio del perfeccionamiento. Ella no es ni nunca fue dada; es conquistada por el alma que sube el calvario de la vida. la felididad no se vende ni se compra, es acumulada paso a paso, por las líneas de la oportunidad que la vida nos ofrece en todos los momentos. La felicidad es pues, el conjunto de virtudes acumuladas en el corazón.
Todos somos candidatos a la tranquilidad imperturbable, más, para eso, tenemos que luchar y vencer la más dura de las batallas, en la guerra con nosotros mismos, que carece de vigilancia permanente  para eliminar a los enemigos  que mucho conocemos: el odio, la envidia y los celos, la discordia y la maledicencia, la venganza y el orgullo, el egoísmo etc… Son frentes de batallas que debemos impedir para vencernos a nosotros mismos y conocer el terreno sagrado de nuestro corazón.
Existen muchas criaturas que se desaniman en la búsqueda de la felicidad, por desear disfrutarla de inmediato, un hecho que es impracticable. Ella comienza  con el simple cambio de pensamiento, descendiendo por las ideas, dominando las acciones, buscando la vivencia, demorando, a veces, un tiempo prolongado. La verdadera felicidad exige, en la vida de cada uno, la pureza de pensamientos, de ideas y de sentimientos, la pureza de corazón, de la palabra y de la vida. Después de conquistar todo es, el clima de la felicidad perfumará nuestro ser, y nunca más la perderemos y ella nos acompañará en el tiempo que se llama eternidad.
Por tanto la felicidad es, una forma de vivir y para que se torne permanente, es necesario que adquiramos el nivel de conciencia del espíritu  y esto comienza cuando se descubre  y se atiende a lo que realmente se desea de la vida más allá de los niveles del gozo y del placer. 
Si deseas un mensaje extraído de estas enseñanzas, consulta al amor y entrégate a él en el servicio a la Humanidad. Avanza tranquilo y feliz, sin más interrogantes o necesidades, porque el amor es Dios que se revela en tu corazón y en el de todos los hombres.

Piensa en el amor y procura sentirlo. Entrégate al bien, al prójimo, e inevitablemente encontrarás a Dios dentro de ti, que pulsa, ama  y te conduce  rumbo a la plenitud.

 Trabajo realizado por Merchita
Extraído de los libros:
EL SER CONSCIENTE  de Divaldo Pereira Franco
MAXIMAS DE LUZ  de Juan Nunes
RELIGIÓN DE LOS ESPÍRITUS de Chico Xavier

                                                     ************************************


       
          REFLEXION DE HOY 

Hoy he querido dedicarle mi reflexión a los más humildes, a los sencillos, a los que con nobleza, desinterés y anonimato, día a día su única preocupación y su único deseo es el de servir y ayudar a los demás., a nosotros, a Ud, y a mí.
Esas “comisiones de seres encarnados y desencarnados, que tienen un papel tan importante en nuestra sociedad y en nuestro desarrollo espiritual, y a los cuales casi nunca les damos el reconocimiento que merecen por el inmenso e importante trabajo que realizan.
En el plano material pudiéramos señalar a los campesinos, labradores, gente humilde que se levantan muy de temprano a doblar sus espaldas en los surcos para que Ud y yo podamos disfrutar de los alimentos tan necesarios. En los hospitales y centros de atención médica, a los que limpian los desperdicios, bañan a nuestros familiares, recogen la basura, cocinan, friegan y lavan los trastes en la cocina. A los enfermeros y enfermeras y buenos doctores y a muchos otros también. Dios les Bendice.
Pues en los planos espirituales cercamos a la Tierra, también hay una gran cantidad de hermanos desencarnados, anónimos, simples, laboriosos, que protegen a aquellos que paternalmente llaman “mis hijos”.
Son seres de humilde extracción, hay negros (que fueron cautivos en su existencia terrenal) e indígenas que buscan la oportunidad de progresar mediante la caridad desinteresada a sus hermanitos, a nosotros. No desean nada más, no necesitan reconocimiento, nada material, solamente la oportunidad del trabajo que se les permita saldar sus deudas de esa manera. Para ellos mi agradecimiento. Muchas pruebas me han dado en el transcurso de los años.
Gracias a Uds.
RF
                                                    **************************************

ANALIZANDO EL ALMA

La información más importante que el hombre puede recibir en toda su existencia, es el conocimiento de la realidad del alma, pues innumerables personas desconocen que, aparte del cuerpo físico, cada uno tiene un alma inmortal que dirige sus actos.
El ser humano está formado de cuerpo y alma, y participa en la vida humana y se manifiesta por el pensamiento, por la inteligencia, por el sentido de responsabilidad, por el carácter, por la consciencia, por la voluntad, por el libre albedrío, por la intuición y por el anhelo, muchas veces oculto, de ser útil a los semejantes.
La adquisición de ese conocimiento puede traer un enriquecimiento de su ser, advirtiéndole para el reconocimiento de la unidad de la Creación y de la responsabilidad de su propia existencia, y el amor que debe dispensar a todos los seres de la Naturaleza y, especialmente, a las criaturas humanas, independientemente de su edad, raza, condiciones sociales, económicas y de su propio estado físico.
Todo ser humano es un alma viviente que se identifica por sus atributos propios y no por su apariencia física o por sus adornos exteriores.
El alma es un ser de constitución energética que presenta la forma del ser humano, amoldándose a su edad, sexo y a las características del cuerpo al cual imprime su vitalidad. Tiene la individualidad y la grandeza que le da vida plena, cuando se encuentra en la espiritualidad, o en la condición de estar dando vida a un organismo biológico, participando en la constitución del ser humano. En esa situación, el alma comanda todas las actividades de la vida humana.
Alma es la denominación dada por Allan Kardec al Espíritu encarnado, como está en El Libro de los Espíritus, ítem 134. Esa denominación es simplemente didáctica, visto que alma y Espíritu designan la misma entidad, respectivamente, cuando está encarnada o cuando se encuentra en el mundo espiritual.
En el Evangelio de San Marcos, hay una observación sobre la conducta de las personas que, desviadas del bien pueden ser dañinas a la propia alma, aconsejando el desapego de los valores transitorios de la vida, diciendo: «Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?» (Marcos 8, 36).
Ese mensaje de San Marcos no hace pensar que si el ser humano pasa por la vida entretenido en preocupaciones frívolas, su alma tendrá que enfrentar las consecuencias de una vida desperdiciada.
Los diferentes caracteres psicológicos, que cualifican al ser humano, no son determinados por las peculiaridades de sus órganos físicos, de su apariencia y constitución, sino por los atributos del alma, que participa en todos los actos de la vida.
De ese modo, una persona no se hace científica porque recibió hereditariamente circunvalaciones cerebrales diferencias en ese sentido, sino porque su alma está dotada de las cualidades de científico.
Ese concepto está de acuerdo con lo que enseña Allan Kardec en El Libro de los Espíritus, ítem 370: «El Espíritu tiene siempre las facultades que le son propias, y no son los órganos los que producen las facultades, sino que éstas determinan el desarrollo de los órganos».
Siendo el alma responsable del pensamiento, por el libre albedrío, por la conducta de las criaturas, es natural que pueda ejercer influencia no tan solo en su comportamiento, sino también sobre las células del organismo, condicionando sus estados de salud o de enfermedad.
De ese modo, el alma es un ser actuante que puede actuar continuamente sobre el organismo, vivificándole las células, promoviendo la salud y el bienestar.
El alma ejerce, todavía, una importante contribución a la vida humana por contener, en el periespiritu, el archivo de la memoria de los hechos ocurridos en vidas pasadas y que se suman a los adquiridos en la presente existencia.
En virtud de su naturaleza espiritual, y en la condición de estar dando vida a un organismo biológico, el alma realiza, en cada criatura, el encuentro entre lo humano y lo divino.
Como espíritu encarnado, el ser humano tiene su dignidad y debe ser respetado, no obstante la situación en que pueda encontrarse y las faltas que haya cometido. Es un ser en fase de evolución, camino de su perfeccionamiento, aunque esté pasando por situaciones menos dignas.
En la práctica, cada persona puede conducir libremente su vida, procurando practicar el bien y disfrutar de condiciones progresivamente mejores, u optar por una conducta menos edificante para sí misma, con relación a los demás seres humanos.
Lo importante es que, delante de esos acontecimientos, el alma participa, consciente o inconscientemente, de todos los actos de la vida, y las acciones buenas o malas que haya hecho quedan registradas en el archivo periespiritual y se encuadran en la ley de reciprocidad o de causa y efecto y sus consecuencias, respectivamente, buenas o malas retornan para el mismo ser, en esta vida o en vidas futuras, porque las existencias son solidarias unas con las otras. Las buenas acciones regresan bajo la forma de alegría, salud y bienestar, y, las malas, como diferentes modalidades de sufrimientos.
El reconocimiento de la inmortalidad del alma puede dar, a cada uno, un incentivo para las diferentes actividades de la vida, llevando al ser humano a utilizar su libre albedrío para realizar positivamente la vivencia del amor, la práctica de buenas acciones.
Por falta de perfeccionamiento espiritual, los seres humanos todavía no comprendieron el significado de la vida y la oportunidad que disfrutan de realizarse como almas vivientes, para alcanzar planos progresivamente más elevados en la escala de la evolución.
La vivencia de la realidad del alma se caracteriza por la valorización de los bienes espirituales y por el desprendimiento de las preocupaciones hacia los bienes transitorios de la vida.
El amor es el recurso para que el ser humano pueda vivir la realidad del alma, requisito esencial para que pueda alcanzar la vida plena como ser viviente.
La primera fase para alcanzar el conocimiento de la realidad del alma, consiste en admitir su existencia, como parte integrante del organismo humano, responsable de sus atributos psíquicos y espirituales, y por los actos de la vida diaria.
El Alma  o Espíritu Según Allan Kardec son los seres inteligentes de la Creación y se caracterizan por su individualidad, creada simple e ignorante, el alma o espíritu  tiene la oportunidad de evolucionar y de volverse perfectos.
El pensamiento, la inteligencia, las cualidades morales y la consciencia, son atributos del alma.
Las almas son los espíritus encarnados. Forman parte de la constitución de los seres humanos temporalmente, para purificarse y esclarecerse y fuera de ellos, como espíritus, pueblan el mundo invisible.
El espíritu está revestido por un envoltorio de naturaleza electromagnética, el periespiritu, que en el organismo humano constituye la unión entre el alma y el cuerpo físico, y después de la separación, que se realiza en el desenlace, el periespiritu también se desprende del cuerpo y se mantiene unido al espíritu.
Si los espíritus, como seres encarnados procedieran de modo contrario a la Ley de Dios, recibirán, como retorno, en esta vida o en vidas futuras, las pruebas correspondientes a sus faltas, bajo la forma de sufrimientos físicos o psíquicos, o dificultades en los diferentes sectores de la vida.
Los atributos de la individualidad humana son los del espíritu encarnado. Así, un hombre de bien es la encarnación de un espíritu bueno y un hombre perverso es la encarnación de un espíritu impuro, ignorante.
Los seres humanos que cometen faltas, que agreden la Ley, no retroceden espiritualmente.
Se mantienen estacionarios y si no tuvieron la oportunidad de reparar, en la misma existencia, las faltas cometidas, tendrán que retornar, en encarnaciones futuras, cuantas sean necesarias, y enfrentar diferentes modalidades de sufrimientos, que constituyen formas de reparación de sus faltas, y la oportunidad de rehacer la existencia no aprovechada, para alcanzar algún progreso espiritual.
Los espíritus sufren, tanto en el mundo corporal como en el espiritual, las consecuencias de sus imperfecciones.
Para los espíritus la encarnación puede ser un acto de expiación o de misión que ellos aceptan con placer, con el fin de ayudar a los seres humanos a alcanzar más rápidamente el progreso en los diferentes sectores de la vida. Son almas primorosas que pueden reencarnar aisladamente, o en grupos, y se identifican por sus ideales de amor a los semejantes, procurando incentivar el progreso y el bienestar de los seres humanos en las diferentes áreas de actuación, motivando la evolución de la consciencia humana en los ideales de paz, fraternidad y progreso.
La evolución anímica o espiritual constituye la adquisición más importante que puede ser deseada tanto por las criaturas encarnadas como desencarnadas.
Ella se realiza paulatinamente, a través de las generaciones, mediante esfuerzos basados en la práctica del amor fraterno. El grado de evolución espiritual caracteriza la posición alcanzada por las criaturas en su andadura a través de los tiempos.
En la práctica, la evolución espiritual se manifiesta por diferente atributos como la bondad, la sabiduría, la comprensión, el desprendimiento de los bienes materiales, la sinceridad en el trato con los semejantes, la vivencia de pensamientos positivos y la anulación de los pensamientos negativos como los de la ira, celos, traición, falsedad, odio, agresividad y de toros de la misma naturaleza, que deberán ser exiliados del planeta Tierra, que habrá alcanzado un nivel elevado de vibración espiritual en el albor de la nueva era que se aproxima, donde los hombres serán buenos y se amarán unos a otros.
Merchita
Extraído del libro Enfermedades del Alma Dr. Roberto Brólio

                                              *****************************

       
      ALERGIA Y OBSESIÓN

La noche del 15 de julio de 1954 nos trajo alegría el primer contacto con el Espíritu del Dr. Francisco de Meneses Díaz de la Cruz, distinguido médico y denotado trabajador del Espiritismo, que fue Presidente de la Federación Espirita Brasileña, en el periodo de 1889 a 1895, desencarnado en 1937.

Tomando las facultades psicofónicas del médium, pronunció la palestra aquí transcrita, que consideramos de precioso estudio en torno a la obsesión.

Subordinando el asunto al tema “alergia y obsesión”, nos elucida sobre la manera por la cual facilitamos la influenciación de las entidades infelices o inferiores en nuestro campo físico, desde las más simples perturbaciones epidérmicas a los casos dolorosos de avasallamiento psíquico.

Quien se consagra a los trabajos de socorro espiritual ha de convenir, por cierto, en que la obsesión es un proceso alérgico, interesando el equilibrio de la mente.

Sabemos que la palabra “alergia” fue creada, en este siglo, por el médico vienense Von Pirquet, significando la reacción modificada en las ocurrencias de la hipersensibilidad humana.

Semejante alteración puede ser provocada en el campo orgánico por los agentes más diversos, cuales sean los alimentos, el polvo doméstico, el polen de las plantas, los parásitos de la piel, del intestino y del aire, tanto como las bacterias que se multiplican en núcleos infecciosos.

Las drogas largamente usadas, cuando en asociación con factores proteicos, pueden suscitar igualmente la constitución de alérgenos alarmantes.

Como vemos, los elementos de ese orden son exógenos o endógenos, esto es, proceden del medio externo o interno, reportándonos al mundo complejo del organismo.

La medicina moderna, analizando el engranaje del fenómeno, admite que la acción del anticuerpo sobre el antígeno, en la intimidad de la célula, libera una sustancia semejante a la histamina, vulgarmente llamada sustancia “H”, que actuando sobre los vasos capilares, sobre las fibras y sobre la sangre, actúa desastrosamente, ocasionando variados desequilibrios, presentándose, de modo articular, en la dermatitis atípica, en la dermatitis de contacto, en la coriza espasmódica, en el asma, en el edema, en la urticaria y en la energía sérica, digestiva, nerviosa o cardiovascular.

Evitando, sin embargo, cualquier preciosismo de la técnica científica y relegando a la medicina habitual el deber de asegurar los procesos inmunológicos de la integridad física, recordemos que las radiaciones mentales, que podemos clasificar por agentes “R” , en la mayoría de las veces se presentan, en la base de formación de la sustancia “H” desempeñando importante papel en casi todas las perturbaciones neuropsíquicas y usando el cerebro como órgano de choque.

Todos nuestros pensamientos definidos por vibraciones palabras y actos, arrojan de nosotros rayos específicos.

Siendo así, es indispensable curar de nuestras propias actitudes, en la autodefensa y en el amparo a los semejantes, por cuanto la cólera y la irritación, la liviandad y la maledicencia, la crueldad y la calumnia, la irreflexión y la crueldad, la tristeza y el desanimo, producen elevado porcentaje de agentes “R”, de naturaleza destructiva, en nosotros y alrededor de nosotros, exógenos y endógenos, susceptibles de envolvernos, por tiempo indeterminado, en deplorable laberinto de desarmonía mental.

En muchas ocasiones, nuestra conducta puede ser nuestra enfermedad, tanto como nuestro comportamiento puede representar nuestra restauración y nuestra cura.

Para sanar la obsesión en los otros o en nosotros mismos, es preciso pensar en los agentes “R” que estamos emitiendo.

El pensamiento es fuerza que determina, establece, transforma, edifica, destruye y reconstruye.

En el, al influjo divino, reside la génesis de toda la Creación.

Respetemos, así, la dieta del Evangelio, procurando erguir un santuario de principios morales respetables para nuestras manifestaciones de cada día.

Y, resguardándonos contra la alergia y obsesión de cualquier procedencia, atendamos al sabio consejo de Pablo, el gran convertido, cuando advierte a los cristianos de la Iglesia de Filipos:

-“Todo lo que es verdadero, todo lo que es honesto, todo lo que es noble, todo lo que es puro, todo lo que es santo, sea, en cada hora de la vida, la luz de vuestros pensamientos”



Por el Espíritu Díaz de la Cruz – Del Libro: Instrucciones Psicofónicas, Médium: Francisco Cándido Xavier - por Diversos Espíritus
TRADUCIDO AL ESPAÑOL POR: M. C. R.

                                                                *********************


No hay comentarios:

Publicar un comentario