jueves, 9 de abril de 2015

El valor del pensamiento recto



MORIR ES VOLVER  PARA CASA
Cuando la muerte llega, con su bagaje de misterio, viene junto a divergencias e indagaciones.
Al final, ¿ cuando los ojos se cierran a la luz, el corazón silencia y la respiración cesa, habrá muerto la esencia humana?.
Los Materialistas niegan  la continuación de la vida. Pero los espiritualistas dicen que sí, que la vida prosigue más allá de la sepultura.
Y ellos tienen razón. Hay vida después de la muerte. Vida plena, pujante, encantadora. 
¿Prueba de eso?. Las evidencias están al alcance de todos los que quieren verlas.
Basta mirar al rostro de un ser querido que falleció y veremos claramente que falta algo:  el alma que ya no está allí. 
El Espíritu dejó el cuerpo hecho de nervios, sangre, huesos y músculos. Se elevó a regiones diferentes, misteriosas, donde las leyes que prevalecen son las creadas por Dios. 
¿Como creer que somos un montón de células, si dentro se nos agita un universo de pensamientos y sensaciones?
No. Nosotros no moriremos junto con el cuerpo. El organismo volverá a la naturaleza- restituiremos a la Tierra los elementos que recibimos- pero el Espíritu jamás tendrá fin. 

Viviremos para siempre, en dimensiones diferentes de esta. Somos inmortales. El soplo que nos anima no se apaga al toque de la muerte. 

Prueba de eso está en los mensajes de renovación que vemos en todas partes. 
¿ O usted  nunca notó las flores delicadas que nacen sobre las sepulturas? Y el mensaje silencioso de la naturaleza anunciando la continuidad de la vida.
Para aquel  que buscó vivir con ética y amor, la muerte es solo el final de un ciclo. La vuelta a casa.
Con la conciencia pacificada y el corazón en fiesta, el hombre de bien cierra los ojos del cuerpo físico y abre las ventanas del alma. 
Del otro lado de la vida, la multitud de seres amados nos aguarda. Padres, hermanos, hijos o abuelos- no importa.
Los parientes y amigos que murieron antes, estarán allí, para abrazarnos calurosos, besos de nostalgia, sonrisas de reencuentro.
En ese día, las lágrimas podrán regar el suelo de los túmulos y hasta marchitar las flores, pero habrá felicidad para el que se fue en paz. 
El va a descubrir un nuevo mundo, hace mucho olvidado. Descubrirá que es amado y experimentará un amor poderoso y contagioso: el amor de Dios.

Después de aquel momento en que los ojos se cerraron en el cuerpo material, una voz  hara eco en el alma que acaba de dejar la Tierra.
Y dirá, suave: Ven, se  bienvenido de vuelta a tu casa.  
* * *
 La muerrte ha merecido consideraciones de todas clases, a lo largo de la estancia del hombre sobre la Tierra. 
El fenómeno orgánico inevitable ve el por qué la Ley Divina prescribe que todo cuanto nace muere.
La muete no es pues, el fin, sino el momento de recomenzar. 
Pensemos en eso.
Redação do Momento Espírita.

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Incluso en las peores circunstancias, la vida se abre camino. La semilla luchó por germinar y al final, obtuvo su premio: contemplar la luz del sol que la alimenta. Siempre creció hacia arriba, buscando con sus hojas el cielo. Jamás  “pensó” en permanecer oculta ni en estancarse. Hizo lo que debía. Y Dios se alegró por ella y la vistió de rojo. ¿Acaso no vales tú más que una planta, por muy hermosa que sea su flor? Y tú, ¿deseas continuar escondiendo tus talentos bajo tierra o vas a crecer para mostrar al mundo la piel y el color del inmenso valor que atesoras?

José Manuel Fernández

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EL SUFRIMIENTO
 El sufrimiento se presenta para el hombre  como un pertinaz adversario. En todas las épocas el traba una dura batalla  para eximir el dolor, intenta luchas infructíferas, en   las cuales agota las fuerzas, el ánimo y el equilibrio, cayendo, después, en más graves aflicciones.

El hombre trata de pasar incólume al sufrimiento es la gran meta que persigue. Por lo menos intenta disminuir su intensidad o calmarlo, para disfrutar de los placeres de la existencia en incesantes variaciones.

Al ser inmediatita, le interesa solo el hoy, sin mirar el porvenir. Considerando el sufrimiento como un castigo de Dios, la criatura se impone otras formas de dolor, no dándose cuenta  del equívoco  en que maniobra.

 Sin embargo el dolor no es una punición, es un excelente mecanismo  de la vida al servicio de la propia vida.

Fenómeno de  desgaste por las alteraciones naturales  de la estructura de los órganos  - a medida que la energía se altera, viene la deteriorización de la envoltura material que ella vitaliza – esa separación está acompañada  por las sensaciones desagradables de la angustia, del desequilibrio y del dolor, de acuerdo con el área afectada del individuo.

Es inevitable que no exista el sufrimiento en la Tierra y en las áreas vibratorias que circundan el planeta, en las cuales se movilizan  sus habitantes. El forma parte de la etapa evolutiva   del orbe  y de todos cuantos aquí se encuentran, marchando hacia planos más elevados.

En la variada génesis del sufrimiento, todo esfuerzo para mitigarlo sin la remoción de las causas, no logrará sino paliativos, postergaciones. Aunque en alguna ocasión  premie  al enfermo con una súbita mejoría, si la terapia no alcanzó  las razones  que lo desencadenan, el transitará  de una problemática hacia otra sin conseguir la salud real.

Solo cuando el opta por la armonía interior,   se opera la conquista de la paz. En tal situación, aunque sucedan  los procesos transformadores  de la acción biológica, el sufrimiento que emana de eso  no afecta la emoción  ni se transforma en causa de daños. A semejanza de otros automatismos  fisiológicos, la conciencia no registra  su manifestación.

Por tanto, el sufrimiento puede y debe ser considerado una enfermedad del alma, que aún se  sujeta a las sensaciones y opta por las direcciones que producen desequilibrios. Los intereses inmediatos,  las pasiones primitivas impulsan a ser  rumbo al gozo, sin la ética necesaria o el sentimiento  elección superior, y la arroja en los despeñaderos de los conflictos que generan desarmonía de las defensas orgánicas, las cuales ceden a la invasión de los microbios  y virus que destruyen su inmunidad, instalándose , insaciables, devoradores.

De la misma forma, los equipos mentales  hipersensibles, se desajustan, abriendo el campo para la instalación de las alineaciones, de crueles obsesiones.

El sufrimiento no es impuesto por Dios, constituyéndose en una elección de la propia criatura, aun mismo, porque su intensidad y duración  está en razón directa  de su estructura evolutiva, de las resistencias morales característica de su estado espiritual.

Es la sensibilidad emocional la que filtra  el dolor y lo exterioriza. Con ella reducida, las agresiones de cualquier orden reciben respuesta de violencia  y agresividad.

En las fajas más primitivas de la evolución, se dan los fenómenos de dolor, desgaste, envejecimiento y muerte, debido a que los seres están casi destituidos del raciocinio y emotividad, pues se encuentran en germen,  siguiendo una línea  direccional autómata, en la cual  las excepciones  atestiguan el transito de la esencia psíquica hacia estados más elevados.

El sufrimiento  es mayor en las áreas  moral y emocional, que solo se encuentran en los portadores de un más alto grado de evolución, de sensibilidad, de amor, capaces de superar tales condiciones, sobreponiéndoseles mediante el control de que son portadores, diluyendo en la esperanza, en la ternura y en la seguridad de la victoria las imposiciones aflictivas.

Huir, escamotear, anestesiar el sufrimiento son métodos ineficaces, mecanismos  de alineación que postergan la realidad, sumándose siempre con la sobrecarga  de las complicaciones consecuentes del tiempo perdido. Una actitud valiente  de examinar y enfrentar el sufrimiento, representa un valioso recurso de lucidez, con efecto terapéutico propiciador de paz.

Las reacciones de ira, violencia y rebeldía  contra el sufrimiento, más lo amplían, porque desencadenan nuevas desarmonías   en áreas no afectadas.

La resignación dinámica, la aceptación del problema  con una actitud valiente de enfrentarlo  y remover su causa, representan  un avanzado paso para su solución.

El equilibrio  mental y moral  del sufrimiento, es muy significativo y se consigue a través  del entrenamiento  por medio de la meditación,  por la oración, que proceden   del conocimiento  que ilumina la conciencia, orientándola correctamente.

Se puede decir que la presencia del sufrimiento en el hombre  es a causa del distanciamiento del amor, que es su gran y eficaz antídoto.

Interdependientes, el sufrimiento y el amor, son mecanismos  de la evolución. Cuando uno se aparta, el otro se presenta. Muchas veces coronando la lucha, en la etapa final, vemos que surgen simultáneamente, sin los daños que normalmente desencadenan.

La historia de los mártires  nos testimonia la legitimidad del concepto.

Pero por encima  de todos ellos, se destaca el ejemplo de Jesús, enseñando, por el amor, la victoria  sobre el sufrimiento  durante toda su vida, principalmente en los momentos culminantes del Getsemaní al Gólgota y de allí a la resurrección.
  Merchita
Extraído del libro “Plenitud” de Divaldo Pereira  Franco

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        Conversaciones Infelices

Naturalmente, como estos son días de insatisfacción, las personas que se te acercan, casi siempre hacen comentarios negativos y observaciones deprimentes.

En las conversaciones efectúan apreciaciones despreciativas que ennegrecen la honra ajena, cuando no les arrojan lodo sobre la conducta que envidian.

Entre sonrisas y sarcasmos, urden intrigas y venganzas sórdidas generando inquietud y dejando caer sospechas innobles.

Pierden el tiempo en asuntos triviales y expresiones groseras extraídas de historias vulgares, entorpecen la razón, manteniendo una psicosfera enfermiza.

Cuando te veas envuelto en el clima de las conversaciones nefastas, cambia de asunto, proponiendo un tema diferente, conciliador, edificante, sustituyendo la vulgaridad y el pesimismo, que deben dejar lugar al conocimiento de la belleza y de la verdad.

......en cualquier situación, que tu palabra sea de gentileza y esperanza.

Elabora comentarios respetuosos y educa a los que comparten tus palabras, generando optimismo y fraternidad en todo momento.

Juana de Angelis/Divaldo Franco,Libro Episodios Diarios

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EL VALOR DEL PENSAMIENTO RECTO

 El pensamiento es una forma de energía de emisión continua, que fluye del alma, a través del cerebro. Es elaborado sin esfuerzo, como expresión natural del alma, y se propaga a través del fluido cósmico universal, pudiendo alcanzar distancias considerables en pocos segundos, diferente de lo que ocurre con el sonido, que se propaga a través del aire, a una velocidad de 340 m/s, alcanzando una distancia limitada.
André Luiz destaca la atribución del alma, en el organismo humano, como responsable del pensamiento, afirmando en el libro Mecanismos de la Mediumnidad: «Es pensamiento continuo, flujo energético incesante, revestido de poder curativo inimaginable».
Como expresión del alma, el pensamiento tiene un alto significado en la vida de cada uno.
Si el ser humano pudiese evaluar el alcance de los pensamientos bien orientados, dejaría los círculos ilusorios y poco significativos de ciertos ambientes que lo rodean, y bucearía en las aguas límpidas y puras de los pensamientos rectos, y encontraría condiciones para proyectarse, progresivamente, a planos más elevados de conocimientos, de evolución, de salud, de alegría y de bienestar, visto que esa modalidad de pensamiento constituye un requisito fundamental para que la persona pueda alcanzar el equilibrio y la harmonía de la mente y del cuerpo.
Los pensamientos rectos o positivos de amor, de buen ánimo, de coraje, de aprobación, de fe, son edificantes y promueven la salud, el bienestar, el progreso, la riqueza, la alegría, en fin, todos los bienes de la vida. Los pensamientos impregnados de emociones neutras, son indiferentes.
Los impregnados de emociones negativas, como los de rabia, de odio, de envidia, de celos, de miedo, de maledicencia, de vanidad, de mentira, de calumnia, de agresividad, son mensajeros del mal, del dolor, del sufrimiento, del fracaso, en fin, perjudiciales a la vida.
El pensamiento recto es el pensamiento positivo, que se identifica con la energía creadora del Universo. Todo lo que fue hecho por el pensamiento de Dios es recto, siendo contrario al pensamiento negativo que es falso y no se identifica con la obra de la Creación. Del mismo modo, todo lo que fue hecho en el Universo, por el hombre, fue elaborado por su pensamiento recto, que expresa la continuidad del pensamiento del Creador.
El pensamiento recto se identifica con la luz, y el pensamiento negativo se confunde con las tinieblas. En ese concepto, las personas que tienen pensamientos positivos viven en la luz, y las que se complacen en los pensamientos negativos viven sumergidas en tinieblas.
Roberto Brolio
 Tomado del libro: DOLENCIAS DEL ALMA
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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