lunes, 30 de mayo de 2016

EL GRAN DONADOR


La crisis cultural

La crisis cultural, política, social y la doctrina, espírita
Para construir la sociedad futura, para fijar la ley definitiva es preciso, antes que nada, conocer la ley del progreso y de justicia y tomarla por gula, puesto que si no conformamos nuestras obras a la ley eterna que rige a las cosas, no haremos más que una obra efímera construida sobre la arena que se caerá irremediablemente.
Así como decía Giuseppe Mazzini, el gran demócrata de su patria, Italia, se puede manifestar de todos los partidos políticos: "Veo en torno de mí un estado de disolución e individualismo en que se desemboca, forzosamente, por la ausencia de un pensamiento religioso, de una concepción elevada; y veo en esa ausencia la causa y explicación de todos los fenómenos que nos entristecen" (Cartas íntimas).
Para poner un freno a las pasiones violentas, a las ambiciones desmedidas, a todos los bajos instintos que traban el progreso social, no es preciso apelar a la inteligencia y a la razón, sino, fundamentalmente, hablar al corazón del hombre, enseñarle a reconocer la finalidad real de la vida, sus resultados, sus consecuencias, sus responsabilidades, sus sanciones. Mientras el hombre ignore el alcance de sus actos y su repercusión sobre su destino, no habrá mejoría duradera en el estado de la humanidad. El problema social es, por sobre todo, un problema moral, hemos dicho. El hombre será desgraciado mientras fuere malo. El pueblo es, con todo, y a pesar de su ignorancia y sus falencias espirituales, accesible a las verdades consoladoras.
El sufre, se extravía y a veces se exaspera, pero vibra cuando recibe un llamado a su sentimiento generoso. Su educación está por ser hecha, por entero, desde el punto de vista psíquico. El materialismo boya en él en su superficie. ¡Hay un trabajo inmenso a ser emprendido en estas áreas completamente incultas!
Edgar Quinet pensaba correctamente cuando escribía: "¿Cómo no se advierte que el problema religioso abarca el problema político y económico y toda la solución de este último no tiene más que el valor de una hipótesis hasta tanto no se resuelva el primero?" [ ... ] Pero en nuestro tiempo y en nuestra Francia (y en todo el mundo) la fe religiosa no tiene la suficiente intensidad para servir de base a una transformación social o a una reorganización económica.
Las enseñanzas nebulosas de las Iglesias sobre las condiciones de la vida futura de ultratumba, su dogmatismo estrecho, sus amenazas pueriles relativas a los castigos imaginarios, todo eso terminó por sembrar -hasta incluso entre sus fieles- el escepticismo y la indiferencia.
Mas ahora la Revelación de los Espíritus viene a encender una potente luz sobre las condiciones de vida en el Mas Allá y el destino de los seres. Por ella, la ley de las reparaciones se impone a todos, no bajo la forma de un infierno ridículo, sino a través de existencias terrenas que podemos observar y constatar en torno de nosotros; existencias de trabajos, de sufrimientos, de pruebas en medio de las cuales los seres rescatan su pasado culposo y conquistan un futuro mejor. Así la sanción se muestra precisa. Cada uno de nuestros actos recae sobre nosotros y su conjunto constituye la trama de nuestro destino. La justicia y la solidaridad en ella encuentran su plena y entera aplicación. Nos sentimos ligados a nuestros semejantes en la medida de los sacrificios que, por ellos, estamos destinados a reencontrarnos y a reunirnos para seguir a través de etapas numerosas en las condiciones sociales más variadas hacia el curso de nuestra ascensión, hacia una finalidad grandiosa y común.

León Denis

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   Meditación
Amalia domingo Soler
¡Oh, ciencia de ultratumba! Naciste con el mundo; por ti ha sentido el hombre magnética atracción, y en ruinas y en cavernas, con un afán profundo buscaba de tus sombras la extraña aparición. Proféticas sibilas, y magos y hechiceros, y duendes y fantasmas los vio pasar y huir, y llamas incoloras, brotando en los senderos le hacían soñar entonces, en otro porvenir. Buscaba un algo grande, por intuición sabia; que no puede en la Tierra su vida terminar, según sus adelantos, el hombre comprendía que la materia sola no puede progresar.

Su espíritu adelanta porque es de Dios hechura; las fieras del desierto hoy rugen como ayer, las aves siempre anidan. Buscando la espesura; los peces sin el agua los vemos perecer. En cambio se ve al hombre primero en selva umbría, después en tribu errante formando su aduar, más tarde forman. Pueblos, naciones de valía. Que el lazo del progreso las une sin cesar. Venid, materialistas, decidme: ¿por qué el hombre es el que sólo avanza en toda la Creación? Buscad en vuestra mente y no hallaréis un nombre que dé a tan gran misterio perfecta solución.

No lo hallaréis diciendo que Dios es sombra vana, que la materia unida por choque casual, le dio forma a los mundos, y que la raza humana sólo tiene una vida, la vida material. Razones que nos dejan el corazón vacío, llenando nuestra mente de horrible confusión; y en nuestro ser producen inexplicable frío que ahogan las esperanzas en un mar de aflicción. Ante el materialismo la abnegación perece: ¿Sin ella qué serías?… Responde, Humanidad: ante la indiferencia, el genio languidece; la lepra de la vida es la
incredulidad.

¡Pigmeos que en vuestro orgullo mirando lo creado su perfección inmensa negáis reconocer! Si sólo la materia los globos ha formado sus grandes maravillas, muy bien podéis hacer. Del sol resplandeciente que fecundiza al mundo copiad de sus destellos el mágico color… ¿Podrá, ¡Oh!, materialistas, vuestro saber profundo el darnos de la luna su pálido fulgor? Vuestro poder es nulo, gusanos de la Tierra: ¿Qué adelantó la alquimia buscando el gran metal? Sostuvo con la ciencia encarnizada guerra, mas no formó del oro el rico mineral. A un árabe creyente le preguntó un ateo, que al Ser omnipotente por qué reconoció; y el árabe le dijo: “Mirando al sol le veo, porque esa huella, nunca el hombre la dejó. ” Del hijo del Profeta yo sigo el pensamiento, no es la creación efecto de un algo casual: un Dios regulariza su eterno movimiento, aquel que dijo al hombre: “Devuelve bien por mal.” Creyendo en la existencia de un Dios omnipotente la vida de ultratumba se deja comprender; porque si el hombre sólo tuviera lo presente… ¡Qué poco al Ser Eterno, tendría que agradecer!

¿Qué vemos en la Tierra? Al vicio que se extiende cubierto de oropeles, de mágico esplendor, y a la virtud humillada que nadie la defiende envuelta en el sudario del llanto y del dolor. Las míseras criaturas en todas las edades deicidas han negado de Dios el gran poder, y algunas que han buscado las bíblicas verdades obstáculos inmensos tuvieron que vencer. Entonces, si en la Tierra no hay nada que responda a la suprema idea de creer y de esperar, y si es la raza humana voluble cual la onda, en otros hemisferios la luz debe brillar. Por eso con anhelo buscamos a porfía el lazo misterioso, la mágica atracción, el eco que retumba y oyó la fantasía que dice en nuestro oído: “No es ésta tu mansión. ” ¡Oh ciencia de ultratumba!… Naciste con el mundo, los hombres te buscaron con indecible afán: hoy piden que descifres misterio tan profundo, y siempre los mortales la luz te pedirán.

Extraído del libro, “Memoria de una mujer”
Amalia Domingo Soler.


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         LA ESCALA ESPIRITA

Los Espíritus son de diferentes órdenes, de acuerdo con el grado de perfección que hayan alcanzado.

Esos órdenes son limitados en número, porque no hay entre ellos, líneas de demarcación trazadas como barreras. Más aún si se considera los caracteres generales de los Espíritus, y buscando facilitar el estudio, la espiritualidad orientó a Allan Kardec en el sentido de reducir estos órdenes a tres principales.

   En el primero están los que llegaron a la perfección: los Espíritus puros. El segundo lo forman los que llegaron a la mitad de la escala: los Espíritus . en los que predomina el deseo de bien. Pertenecen al tercero los que aún se hallan en la parte inferior de la escala: los Espíritus imperfectos. La ignorancia, el deseo del mal y todas las pasiones le retardan el progreso y es lo que los caracteriza.


  Laclasificación de los Espíritus se basa en el grado de adelantamiento, en las cualidades que ya adquirieron y en las imperfecciones que aún tendrán que quitarse. Esta clasificación nada tiene de absoluta. En su conjunto cada categoría presenta un caracter definido. De uno a otro grado la transición es insensible.

  Tercer orden: Espíritus Imperfectos
Caracteres Generales: Predominio de la materiasobre el Espíritu; propensión al mal; ignorancia, orgullo, egoísmo y todas las pasiones consiguientes. Tienen intuición de Dios pero no Lo comprenden; presentan ideas poco elevadas. En el lenguaje que usan se revela su caracter. La felicidad de los buenos les provoca aflicción y amargura. Conservan el recuerdo y la percepción de sufrimientos de la vida corpórea. Y como sufren por largo tiempo, juzgan que su sufrimiento es para siempre. Es a ellos a quienes hablaba Jesús del fuego eterno, no porque el suplicio fuese para siempre, sino que debido al gran sufrimiento, el ardor sería una eternidad.

  Este orden presenta cinco clases principales:
  Décima clase: Espíritus Impuros.-El mal es objeto de sus preocupaciones; su lenguaje es grosero y revela la bajeza de sus inclinaciones. Algunos pueblos los tienen como divinidades maléficas; otros los designan por el nombre de demonios, malos genios, Espíritus del mal. Cuan están encarnados son propensos a todos los vicios generadores de las más sórdidas pasiones.

 Novena clase: Espíritus Livianos.-Son ignorantes e inconsecuentes, pero maliciosos mas que propiamente malos; lenguaje irónico y superficial. Gustan de causar pequeños disgustos y ligeras alegrías. A esta clase pertenecen los Espíritus vulgarmente tratados como duendes, trasgos, gnomos, diablillos.

 Octava clase: Espíritus Pseudo Sábios.- Poseen conocimientos bastante amplios, pero creen saber más de lo que saben; su lenguaje tiene carácter serio, mezclando verdades con sus propias pasiones y preconceptos.

 Séptima clase: Espíritus Neutros.- Apegados a las cosas del mundo, sienten nostalgias de sus groseras alegrías. No son lo suficientemente buenos para practicar el bien, ni bastante malos para hacer el mal.

 Sexta clase: Espíritus golpeadores y Perturbadores.- Estos no forman una clase distinta por sus cualidades personales. Pueden pertenecer a todas las clases del Tercer Orden; su presencia se manifiesta por efectos sensibles y físicos, como aparición y desaparición de cuerpos sólidos. Parecen ser agentes de los elementos del globo; unos actúan en el aire, otros en el agua o el fuego, y de ellos se sirven los Espíritus Superiores para producir esos fenómenos físicos del planeta, cuando juzgan útiles las manifestaciones de este género.

Segundo Orden: Buenos Espíritus
Este orden presenta cuatro clases principales:

.Quinta clase; Espíritus Benñevolos,. Su progreso se realizó más en el sentido moral que en el intelectual; la bondad es la cualidad dominante.

. Cuarta clase: Espíritus Sabios.- Amplitud de conocimientos aplicados en beneficio de los semejantes; tienen más aptitud para las cuestiones científicas que para las morales.

. Tercera clase: Espíritus de Sabiduría.- Elevadas cualidades morales y capacidades intelectuales que les permiten analizar con precisión a los hombres y las cosas.

.Segunda clase: Espíritus Superiores.- Reúnen la ciencia, la sabiduría y la bondad; buscan comunicarse con los que aspiran a la verdad. Se encarnan en la Tierra solo en misión de progreso y caracterizan el tipo de perfección a que podemos aspirar en este mundo.

Primer Orden: Espíritus Puros
Caracteres Generales: Ninguna influencia de la materia; superioridad intelectual y moral absoluta en relación a los Espíritus de otros órdenes.
Este Orden presenta solo una única clase:
. Primera clase. Clase única.- Los Espíritus que la componen  ya recorrieron todos los grados de la escala y se despojaron de todas las impurezas de la materia. Habiendo alcanzado la suma perfección de que es susceptible la criatura, no tienen que sufrir más pruebas ni expiaciones. No estando más sujetos a la reencarnación en cuerpos perecibles, realizan la vida eterna en el seno de Dios.
  Gozan de inalterable felicidad porque no se hallan sometidos a las necesidades, ni tienen las vicisitudes de la vida material. -Esa felicidad no es ociosidad monótona que transcurre en perpetua contemplación. Ellos son los ministros de Dios, cuyas órdenes ejecutan para la manutención de la armonía universal.

Libro: Apostilla del Curso de Espiritismo y Evangelio


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                      EL GRAN DONADOR

Él no era médico y levantó paralíticos y restauró leprosos, usando el divino poder del amor.
No era abogado y se erigió en el supremo de­fensor de todos los injusticiados del mundo.
No poseía haciendas y estableció nuevo reino en la Tierra.
No improvisaba fiestas y consoló a los tristes y reirguió el buen ánimo de las almas desesperadas.
No era profesor consagrado y se hizo el Maes­tro de la Evolución y del perfeccionamiento de la Humanidad.
No era Doctor en Leyes y creó la universidad sublime del bien para todos los espíritus de buena voluntad.
Padeciendo amarguras - reconfortó a muchos.
Tolerando aflicciones - sembró la fe y el coraje.
Herido - curó las llagas morales del pueblo.
Torturado – difundió el mensaje del perdón y del amor, en todas las direcciones.
Olvidado por los más amados ‑ enseñó la fraternidad y el reconocimiento.
Vencido en la cruz – reveló la victoria de la vida eterna, en plena y gloriosa resurrección, renovando los destinos de las naciones y santificando el camino de los pueblos.
Él no era, por lo tanto, rico y engrandeció los graneros de los siglos.
Quien ofrece, así, el corazón, en homenaje al Divino Amor en la Tierra, podrá, de ese modo, al ejemplo de Jesús, aunque anónimo, agobiado, apagado o crucificado, atender a la santificada colaboración con Dios, a beneficio de la Humanidad.

Espíritu: ANDRÉ LUIZ 

Médium: Francisco Cândido Xavier/Mari Carmen-España

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