lunes, 23 de mayo de 2016

OCUPACIONES Y MISIONES DE LOS ESPÍRITUS

                                                                                                                                                                                                                                     A los protestantes 
                     

Habiendo leído un folleto que ha publicado en Madrid la iglesia Anglicana titulado “El Espiritismo o la luz del Evangelio”, creemos muy justo dedicar a los adeptos de Lutero unas cuantas líneas, diciéndoles que nosotros miramos al Espiritismo a la clara luz de la razón, siendo la razón del hombre el primer evangelio del mundo. Aunque aparece anónimo el folleto, puesto que no tiene el nombre del autor, sabemos o creemos saber quien lo ha escrito, que por cierto es un hombre de mucho talento, lumbrera hoy día de la escuela luterana, y ayer astro brillante de la iglesia romana; pero que dentro del estrecho circulo en que giran las religiones, los sabios más sabios, tienen que acortar su vuelo, y tienen que apelar para darle fuerza a sus argumentos no a la ciencia, no a la razón, sino al dogma y a la fe ciega.

El incógnito escritor hace constar repetidas veces que, “No escribe para los espiritistas, pues con ellos seguiría otro camino muy diferente”; que escribe, “Para los que se llaman cristianos evangélicos, y que están algún tanto influenciados en su fe, por lo que han visto y oído del Espiritismo”. Cuando se refiere a la pluralidad de mundos habitados, dice así: “Y al seguirnos el lector en este camino, no olvide que estudiamos el Espiritismo solamente a la luz del Evangelio, es decir, que hablamos a los que creen en el Evangelio como verdad revelada por Dios. Descartamos por consiguiente de nuestro escrito las cuestiones científicas, físicas o astronómicas que tengan relación con este asunto”. Hace muy bien nuestro impugnador en no dirigirse más que a los que creen que la Biblia es un libro inspirado por el mismo Dios, pues sólo los dogmáticos estarán conformes con sus apreciaciones; pero nunca los hombres científicos podrán creer que la Biblia es un compendio de sabiduría, cuando los descubrimientos de la ciencia y los estudios geológicos y astronómicos han hecho desaparecer el infierno y la gloria, base principal de todas las religiones.

No seguiremos al pastor protestante en sus citas bíblicas, porque está ya tan manoseado el Evangelio, y se ha abusado tanto de las epístolas de los apóstoles, que no queremos aumentar el número de los rebuscadores de versículos bíblicos porque perderíamos un tiempo precioso, puesto que cada cual lo traduce a su manera, y en algunos pasajes es tan enigmático su sentido, es tan parabólico su lenguaje; y nosotros somos tan amantes de la claridad, tenernos tanto afán por ver la luz de la verdad, y encontramos en la Biblia tantas sombras, que consideramos ese libro como un monumento de la antigüedad, como un poema sagrado que fue útil para las generaciones pasadas, pero que no puede satisfacer las aspiraciones de los hombres pensadores de nuestra época, que quieren saber de dónde vienen y donde irán. Puesto que el autor del folleto no se dirige a los espiritistas, no haremos mención de sus juicios sobre el Espiritismo, el cual le parece, “Uno de esos fantasmas de teatro que salen por una puerta, asustan por el momento a las gentes impresionables, pero luego se van por otra y no vuelven más”.

Esto con el Espiritismo no puede suceder, por la sencillísima razón que según vaya progresando la humanidad, mejor comprenderá la vida de ultratumba. Así es que el Espiritismo, no es fantasma que se desvanece, es un hecho demostrable, son innumerables hechos; y desde sus más encarnizados enemigos, hasta sus más prudentes detractores, todos confiesan que la comunicación de los espíritus es una verdad, si bien los ministros de todas las religiones dicen y aseguran que el diablo es el que se comunica con los médiums. Esto como se comprende es una paradoja que hace reír a los hombres pensadores; y es lástima que la iglesia anglicana eche mano del demonio para desvirtuar las comunicaciones de ultratumba; y decimos que es lástima, porque al fin es una escuela con menos idolatría que la ultramontana, avanza un paso por la senda religiosa; pero está visto que las religiones son los infusorios del progreso, y sus trabajos son verdaderamente microscópicos. Esto mismo me decía Manterola, y esto dicen todos los ministros de las religiones. 
El escritor protestante afirma muy seriamente que: “El infierno o la eternidad de las penas es un dogma cristiano, evangélico, y tal, que sin él, no hay Cristianismo posible, no hay Evangelio” “No será nuestra pluma la que repita las descripciones insensatas, materiales, que del infierno ha hecho el autor de la llave de oro o el de la diferencia entre lo temporal y lo eterno, de calderas de pez hirviendo, de demonios con rabos y cuernos, de parrillas, etc. Eso no haría más que exponer al ridículo un dogma que no tiene nada de ridículo; pero sí decimos, y quisiéramos que llegase nuestra voz más que a los oídos al corazón de nuestros lectores, que el infierno existe, que el infierno es un dogma cristiano, bíblico; y por consiguiente, negandolo como lo niega entre risas y chacotas el Espiritismo, ni el cristiano puede ser espiritista, ni el espiritista es cristiano”. Negamos por completo esta consecuencia.

Todos los que practican la moral de Cristo, todos aquellos que reconocen su santa ley son cristianos, porque el cristianismo no consiste en creer que hay un infierno y un paraíso, sino en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Sobre todos los dogmas está la razón del hombre, superior en absoluto a todas las religiones, y hablamos por experiencia propia. Nosotros no creíamos en nada, y vivíamos en el mundo como las hojas secas; entrábamos en los templos romanos y sentíamos frío, escuchábamos a los oradores sagrados y refutábamos en silencio todas sus afirmaciones, y como nunca nos ha gustado perder el tiempo, dejamos de ir a escuchar las pláticas religiosas; pero como el hombre necesita un ideal, y el que calma su sed con sus lágrimas mucho más; así es que nos hablaron del Protestantismo y acudimos un Jueves Santo a una de sus capillas, donde encontramos entonces el dulce calor de la vida, y durante algún tiempo nuestro Espíritu reposó tranquilo dentro de la iglesia luterana. Colaboramos en uno de sus periódicos, pero conforme nos íbamos convenciendo de la existencia y grandeza de Dios, nuestro pensamiento comenzó de nuevo su muda tarea de refutación, Escuchábamos al pastor y nuestro Espíritu rebatía sus argumentos; y cuando el discípulo avanza más que su maestro, la religión del preceptor no sirve de consuelo y de esperanza al alumno, y esto nos sucedió a nosotros.

Adquirimos en la grey protestante verdaderos afectos, que aún prestan calor a nuestra alma, queríamos al pastor que nos hizo conocer la Omnipotencia de Dios, como si hubiera sido nuestro padre, y su recuerdo vivirá siempre en nuestra memoria porque era un hombre verdaderamente virtuoso, y muchos desgraciados le han debido la luz en la Tierra; pero nuestro ideal religioso necesitaba más ancho campo que la Biblia. A Dios le concebíamos grande, muy grande, inmutable en su justicia, y las leyendas religiosas con el pecado original y la gracia y la redención, nos parecía lo que son, historias humanas utilísimas para otras generaciones pero no para la época actual. El Espiritismo nos presentó horizontes más dilatados y pruebas innegables de la redención individual por medio de nuestro trabajo, y entonces exclamamos: ¡Esto sí que es justo! ¡Esto sí que es grande! ¡El progreso indefinido del Espíritu en interminables existencias!

Lo que nos llama verdaderamente la atención, es que dentro de las religiones los hombres más eminentes por su sabiduría, tengan que hacer uso de tan débiles y fútiles argumentos para defender su ideal. Hablando de las reencarnaciones del Espíritu dice el escritor anglicano: “Mas se nos ocurre una duda: si el Espíritu es el mismo, como lo indica la palabra volver, pues el que vuelve ha de ser, el mismo que ha ido y no otro, ¿Cómo es que ningún Espíritu se acuerda, ni lo más remotamente, de lo que ha sido antes? No puede sostenerse en serio que es el mismo el que ha vuelto, pues uno que ni se acuerda del mal para escarmiento, ni del bien para emulación, no puede ser el mismo. Y hay aún más: las ciencias las aprende el Espíritu, no el cuerpo: y según este sistema de reencarnación, si Newton reencarnara, su inteligencia tendría que empezar a aprender que dos y dos son cuatro, como un niño; si reencarnara Cicerón tendría que volver a aprender las declinaciones y conjugaciones de aquella lengua, en cuyo dominio y elegancia no ha tenido rival en el mundo.

Que al cuerpo que volvieran a tomar, tuviese que irse desarrollando, se comprende, porque sería nuevo; pero que tuviese que empezar de nuevo el desarrollo de las facultades de su Espíritu, no se puede concebir a menos que el Dios infinitamente sabio, santo y bueno no hubiese condenado al hombre como a la famosa Penélope de la fábula, a ocuparse siempre en tejer y destejer”. El hombre no está condenado como la mujer de la fábula aun trabajo improductivo.

Si el Espíritu trabaja en su progreso siempre avanza, sirviéndole los conocimientos que ha adquirido para facilitarle y allanarle todos los senderos que quiera correr. ¿Qué son esos niños de maravillosa inteligencia, que desde su más tierna edad son la admiración de cuantos les rodean?. ¿Qué son esos genios que desde sus primeros años ya demuestran gran facilidad para aprenderlo todo, y no encuentran obstáculos que les arredren sirviendo de mentores a sus padres?. ¿Qué son esos matemáticos en miniatura, como el niño que hace algún tiempo estuvo en París, y todos los periódicos de Francia y de España hablaron de él, refiriendo a la facilidad asombrosa con que resolvía los problemas más difíciles y más complicados?. ¿Qué son esos jóvenes políglotas que aprenden varios idiomas en menos tiempo que emplean la generalidad de los hombres para medio conocer su lengua nativa?. ¿Qué son? Son espíritus adelantados que hacen uso de su sabiduría, adquirida en sucesivas existencias por medio de su trabajo, y hoy recogen el fruto sazonado de la semilla que sembraron ayer. Nada más justo que la reencarnación, ella patentiza la sabiduría sin límites de Dios. ¿Qué hace el hombre en una sola existencia? De niño jugar, de joven divertirse, en la edad madura es cuando comienza a pensar en algo de provecho, y cuando da principio a un trabajo útil viene la vejez con sus achaques, con sus enfermedades, con su ineptitud, y ya tenemos al hombre convertido en niño, o hastiado de todo, maniático, viviendo para sí más que para los demás, y en este estado le sorprende la muerte, y la luz de aquella inteligencia queda eclipsada, estacionada en la gloria o en el infierno. Absurdo es éste que jamás hemos podido admitir. ¡En el hombre hay más vida! ¡Hay más adelanto! ¡Hay más progreso!

Por eso el Espiritismo, no es fantasma que huye, no es sombra que se evapora, es por el contrario una consecuencia lógica, es una demostración matemática de que una vez creada el alma, no es fuego fatuo que se apaga instantáneamente; es llama eterna que ilumina los espacios infinitos sin convertirse jamás en ceniza. Al final del folleto hemos leído unas cuantas líneas que nos han convencido de que el pastor anglicano habla del Espiritismo sin comprenderle, puesto que dice: “Si al sentimentalismo hubiésemos de apelar, haríamos, para concluir, un recuerdo al espiritista y sería este: ¿Cuándo tu corazón tenía más paz; cuando adorabas al Cristo y le llamabas tu Salvador, o ahora que tienes tantos salvadores como espíritus evocas? ¿Entre el Espíritu de Cristo y los espíritus que ni aún sabes de quién han sido o de quién serán, cuál debes preferir? ¿Cuál te dice el corazón y la cabeza que prefieras?” ¿Y acaso los espiritistas creemos que los espíritus serán nuestros salvadores?

Si no admitimos a Cristo como Salvador, menos admitiríamos a los demás espíritus en los cuales vemos, en unos, fieles amigos; en otros seres mal intencionados de los que debemos huir y rehusar su comunicación. Los primeros nos sirven para darnos un buen consejo, para alentarnos y fortalecernos en nuestras horas de tribulación, para impulsarnos al estudio, pero nunca para quitarnos nuestro libre albedrío ni coartar en lo más leve nuestra voluntad. El hombre debe su existencia a Dios, y su progreso a sí mismo, por medio de su trabajo y de sus buenas obras.

El hombre no tiene paz porque adore a Cristo o a otro ídolo cualquiera, tendrá paz si su conciencia no le acusa de haber causado la desgracia de nadie. Por nuestra parte como espiritista, debemos contestar a la pregunta del pastor luterano diciéndole que ahora, creyendo firmemente en la existencia de Dios, adorándole en la Naturaleza, separados por completo de todo culto religioso, respetando las religiones, creyéndoles necesarias y hasta indispensables para los espíritus niños (que necesitan andadores), consagrados aun trabajo continuo, no pensando más que en el progreso eterno del Espíritu, ahora es cuando en nuestro corazón reina la paz, paz que nunca habíamos disfrutado porque nunca habíamos trabajado con tanto ahínco en el bien de la humanidad como lo hacemos ahora. No son los espíritus los que dan reposo a nuestra alma, es nuestro decidido empeño en progresar, lo que nos hace vivir si no felices, al menos resignados y tranquilos, que es cuanto se puede desear en la Tierra.

No hay religión en el mundo que impulse tanto al trabajo como el Espiritismo; por eso es una escuela puramente moralizadora. Muchos espiritistas han salido de las filas protestantes porque es una iglesia que prepara al Espíritu para el adelanto, porque tiene mucho menos formalismo que la iglesia romana; y nosotros la conceptuamos como una escuela preparatoria para las almas pensadoras. En ella encontramos una predicación agradable, sus ceremonias revisten una digna gravedad, y si nuestro Espíritu necesita el culto de una religión acudiríamos a la iglesia Anglicana, porque es donde hemos encontrado menos formalismo y más lógica. No creamos como el autor del folleto, que entre los protestantes y los espiritistas existe esa gran divergencia de ideas; en la escala del progreso están los unos y los otros, los anglicanos están en le primer peldaño, los espiritistas en el segundo y las escuelas filosóficas que vayan naciendo en el transcurso de los siglos irán ocupando los demás escalones, sin que ninguna pueda vanagloriarse de haber dicho la última palabra, ni en ciencia, ni en religión.

Amalia Domingo Soler 

Extraído del libro “La luz que nos guía”


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                                          CLARO DE LUNA
Luvding Van Beethoven

El joven compositor sufría de una gran carencia afectiva. Su padre era alcohólico y lo agredía físicamente. Falleció en la calle, por esa causa …Su madre murió muy joven. Su hermano biológico nunca lo ayudó en nada, y, súmese a todo esto, el agravamiento de su enfermedad. Síntomas de sordera, comenzaban a perturbarlo, al punto de dejarlo nervioso e irritado.…

Quién de nosotros no tuvo un momento de extremo dolor? Quién nunca sintió, en algún momento de la vida, ganas de desistir?

Quién todavía no se sintió sólo, extremadamente sólo, y tuvo la sensación de haber perdido la dirección de la esperanza?

Ni las personas famosas, ricas, importantes, están libres de tener sus momentos de soledad y de profunda amargura.…Fue lo que le ocurrió a uno de los reconocidos compositores de todos los tiempos, llamado Ludwig Van Beethoven, que nació en 1770, en Bonn, Alemania, y murió en 1827, en Viena, Austria…Beethoven vivía uno de esos días tristes, sin brillo y sin luz. Estaba muy abatido por el fallecimiento de un príncipe de Alemania, que era como un padre para él…

Beethoven solamente podía oír usando una especie de trombón acústico en el oído. El llevaba siempre consigo un papel o un cuaderno, para que las personas escribiesen sus ideas y así poderse comunicar, pero no todas tenían paciencia para eso, ni para leer sus labios …Notando que nadie entendía, ni lo ayudaba, Beethoven se retrajo y se aisló. Por eso ganó la fama de misántropo. Fue por todas estas razones, que el compositor cayó en una profunda depresión. Llegó a escribir un testamento, diciendo que se iba a suicidar.…

Pero como ningún hijo de Dios está olvidado, llegó la ayuda espiritual, a través de una muchacha ciega, que vivía en la misma modesta pensión, donde Beethoven se había mudado, y que le dijo casi gritando: “Yo daría todo por poder ver una noche de luna . “Al oírla, Beethoven se emociona hasta las lágrimas. Al fin y al cabo, él podía ver! El podía poner su arte en sus composiciones…

Las ganas de vivir se le renovaron y entonces compuso una de las piezas más hermosas de la humanidad: “Sonata Claro de Luna”. En su tema, la melodía imita los pasos lentos de algunas personas, posiblemente, los suyos o los de otros, que llevaban el cajón mortuorio del príncipe, su protector…Mirando al cielo plateado por la luna, y recordando a la muchacha ciega, como al preguntarse el por qué de la muerte de un mecenas tan querido, él se deja sumergir en un momento de profunda meditación transcendental…

Algunos estudiosos de música dicen que las tres notas que se repiten, insistentemente, en el tema principal del 1º movimiento de la Sonata, son las tres sílabas de la palabra “why”? u otra palabra sinónima, en alemán.…

Años después de haber superado el sufrimiento, llegaría el incomparable Himno a la Alegría, la 9ª sinfonía, que corona la misión de este compositor, ya totalmente sordo. Himno a la Alegría expresa su gratitud a la vida y a Dios, por no haberse suicidado.

…Todo gracias a aquella muchacha ciega, que le inspiró el deseo de traducir, en notas musicales, una noche de luna.…
Usando su sensibilidad, Beethoven retrató, a través de la melodía, la belleza de una noche bañada por la claridad de la luna, para alguien que no podía ver con los ojos físicos.      

                                      ( Aportado por Claribel Díaz)  

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   Diferentes órdenes de 

Espíritus

96.¿Son iguales unos a otros los Espíritus o, por el contrario, existe entre ellos una jerarquía?

- Son de diferentes órdenes, conforme al grado de perfeccionamiento que han alcanzado. 
97.*¿Hay entre los Espíritus un número determinado de órdenes o grado de perfección?  

- Su número es ilimitado, porque no existe entre tales órdenes una línea de demarcación trazada como una barrera, de manera que es posible multiplicar o restringir a voluntad las divisiones. Con todo, si se consideran los caracteres generales, se puede reducir la cantidad a tres órdenes principales. 

Es posible ubicar en la primera categoría a aquellos que han llegado a la perfección: los Espíritus puros. Los del segundo orden han alcanzado la mitad de la escala: la preocupación de éstos es el deseo del bien. Los del último grado se hallan aún en lo bajo de la escala: son los Espíritus imperfectos. Se caracterizan por la ignorancia, el deseo del mal y todas las malas pasiones que retrasan su desarrollo. 

98.Los Espíritus del segundo orden, ¿tienen sólo el deseo del bien, o poseen asimismo el poder de hacerlo? 

- Tienen ese poder, de acuerdo con su grado de perfección. Los unos poseen la ciencia, los otros la sabiduría y la bondad, pero todos ellos han de sufrir pruebas aún. 

99.Los Espíritus del tercer orden, ¿son todos esencialmente malvados? 
- No, los hay que no hacen ni bien ni mal. Otros, por el contrario, se complacen en el mal y se hallan satisfechos cuando encuentran ocasión de practicarlo. Están, después, los Espíritus frívolos o traviesos, más revoltosos que ruines, que disfrutan más bien con los enredos que con la maldad y encuentran placer en engañar y causar pequeñas contrariedades, las que los divierte. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS ALLAN KARDEC 

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"Empieza por hacer lo necesario, luego lo que es posible, y de pronto te encontrarás haciendo lo imposible."  San Francisco de Asís 

Se reconoce al verdadero espirita por los esfuerzos que hace en mejorarse,   kardec 

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   OCUPACIONES Y MISIONES DE LOS ESPÍRITUS.

558 – ¿Los Espíritus tienen algo más que hacer que mejorarse personalmente?

– Concurren a la armonía del Universo ejecutando la voluntad de Dios, cuyos ministros son. La vida espírita es una ocupación continua, pero nada penosa como las de la Tierra, porque no existe cansancio corporal, ni las angustias de la necesidad. 

559 – ¿Los Espíritus inferiores e imperfectos desempeñan también funciones útiles en el Universo?

– Todos tienen deberes que cumplir. ¿Acaso el último de los obreros no concurre para construir el edificio tanto como el arquitecto?.

560 – ¿Cada uno de los Espíritus tiene atributos especiales?– Es decir que debemos habitar en todas partes y adquirir conocimiento de todas las cosas, presidiendo sucesivamente todos los componentes del Universo. Pero, como se dice en el Eclesiastés, hay un tiempo para todo; así, éste cumple hoy su destino en ese mundo, aquél lo cumplirá o lo cumplió, en otra época en la Tierra, en el agua, en el aire, etc. 

561 – ¿Las funciones que desempeñan los Espíritus en el orden de las cosas son permanentes para cada uno y están en las atribuciones exclusivas de ciertas clases?

– Todos deben recorrer los diferentes grados de la escala para perfeccionarse. Dios que es justo, no podría querer dar a unos la ciencia sin trabajo, mientras que otros sólo la adquieren con sacrificio.

De la misma manera entre los hombres, nadie llega al supremo grado de habilidad en un arte cualquiera, sin haber adquirido los necesarios conocimientos en la práctica de las más ínfimas ocupaciones del arte en cuestión.

562 – No teniendo nada que adquirir los Espíritus del orden más elevado, ¿están en reposo absoluto o también tienen ocupaciones?

 – ¿Que querríais que hiciesen durante la eternidad? La eterna ociosidad sería un suplicio eterno.

– ¿Cuál es la naturaleza de sus ocupaciones?
– Recibir directamente las órdenes de Dios, transmitirlas a todo el Universo y velar por su ejecución.

563 – ¿Las ocupaciones de los Espíritus son incesantes?
– Incesantes, si se entiende que su pensamiento está siempre activo, porque ellos viven con el pensamiento.
Pero no se han de comparar las ocupaciones de los Espíritus con las ocupaciones materiales de los hombres. La misma actividad de que hablamos es un placer, porque tienen conciencia de que son útiles.

– Esto se concibe de los Espíritus buenos, ¿pero ocurre lo mismo con los Espíritus inferiores?

– Los Espíritus inferiores tienen ocupaciones apropiadas a su naturaleza. ¿Confiáis al aprendiz y al ignorante los trabajos del hombre de inteligencia?

564 – ¿Entre los Espíritus los hay que son ociosos o que no se ocupan de alguna cosa útil?

– Sí; pero este estado es temporal y está subordinado al desarrollo de su inteligencia. Ciertamente que los hay, como entre los hombres, que sólo viven para sí mismos; pero esta ociosidad les pesa y tarde o temprano el deseo de progresar les hace sentir la necesidad de la actividad y son felices pudiendo ser útiles. Hablamos
de Espíritus que han llegado al punto de tener conciencia de sí mismos y libre albedrío; porque en su origen son como los niños que acaban de nacer y que actúan más por instinto que por voluntad determinada.

565 – ¿Los Espíritus examinan nuestros trabajos artísticos y se interesan en ellos? – 

Examinan lo que puede probar la elevación de los Espíritus y su progreso.

566 – Un Espíritu que ha cultivado una especialidad en la Tierra, un pintor, un arquitecto, por ejemplo, ¿se interesa preferentemente  por los trabajos que fueron sus predilectos durante la vida?

– Todo se confunde en un fin general. Si es bueno, se interesa tanto como se lo permite la ocupación de ayudar a las almas a elevarse hacia Dios. Olvidáis, además, que un Espíritu que ha practicado un arte en la existencia que le conocéis, puede haber practicado otro en otra existencia; porque preciso es que lo sepa todo para ser perfecto.
Así, según su grado de evolución, puede no haber especialidad para él; es lo que entiendo al decir que todo se confunde en un fin general.
Notad también lo siguiente: lo que es sublime para vosotros en vuestro mundo atrasado, son puerilidades en mundos más adelantados. ¿Cómo queréis que los Espíritus que habitan en esos mundos, donde existen artes desconocidas para vosotros, admiren lo que para ellos es obra de un aprendiz? Ya lo he dicho: examinan lo que puede probar el progreso.

– Concebimos que debe ser así para los Espíritus más avanzados;pero hablamos de Espíritus más vulgares y que no se han hecho superiores aún a las ideas terrestres.
– En cuanto a éstos, es diferente. Su punto de vista es más limitado y pueden admirar lo que vosotros admiráis.
567 – ¿Los Espíritus participan a veces de nuestras ocupaciones y placeres?
– Los Espíritus vulgares, como tú dices, sí. Ellos están sin cesar a vuestro alrededor y en lo que hacéis toman a veces una parte muy activa, según su naturaleza. Y esto es muy necesario para impeler a los hombres en los diferentes senderos de la vida, excitar o moderar sus pasiones.

Los Espíritus se ocupan de las cosas de este mundo en proporción de su elevación o de su inferioridad. Los Espíritus superiores tienen sin duda la facultad
de considerarlas en sus más pequeños detalles, pero no lo hacen sino en aquello que es útil al progreso. Sólo los Espíritus inferiores le consagran una importancia relativa a los recuerdos presentes aún en su memoria y a las ideas materiales no olvidadas aún.

568 – ¿Los Espíritus que tienen misiones que cumplir, las cumplen en estado de erraticidad o en estado de encarnación?
– Pueden tenerlas en uno o en otro estado; para ciertos Espíritus errantes las misiones son una gran ocupación:

569 – ¿En qué consisten las misiones que pueden tener a su cargo los Espíritus errantes?

– Son tan variadas que sería imposible describirlas, y además, las hay que no podéis comprenderlas. Los Espíritus ejecutan la voluntad de Dios y no podéis penetrar todos sus designios.

Las misiones de los Espíritus siempre tienen el bien por objeto. Ya sea  como Espíritus, ya como hombres están encargados de fomentar el progreso de la Humanidad, de los pueblos o de los individuos en un círculo de ideas más o menos extenso, más o menos especial, de preparar el camino a ciertos acontecimientos y velar por la realización de ciertas cosas. Algunos tienen misiones más restringidas y en cierto modo personales o locales, como asistir a los enfermos, a los agonizantes, a los afligidos, velar por aquellos como guías y protectores, y dirigirlos por medio de sus consejos o sugiriéndoles buenos pensamientos. Puede decirse que hay tantas especies de misiones como clases de intereses que vigilar, ya en el mundo físico, ya en el moral. El Espíritu avanza según la manera como cumple su tarea.

570 – ¿Los Espíritus penetran siempre los designios que están encargados de ejecutar?

– No; los hay que son instrumentos ciegos; pero otros saben muy bien con qué objetivo actúan.

571 – ¿Sólo los Espíritus elevados cumplen misiones?

– La importancia de la misión está en relación con la capacidad y elevación del Espíritu. El correo que lleva un despacho cumple también una misión, pero muy distinta de la del general.

572 – ¿La misión es impuesta al Espíritu o depende de su voluntad?

– La pide y es feliz obteniéndola.
– ¿Una misma misión puede ser solicitada por varios Espíritus?
– Sí, y con frecuencia hay muchos candidatos; pero no todos son admitidos.

573 – ¿En qué consiste la misión de los Espíritus encarnados?
– Instruir a los hombres, ayudar a su progreso, mejorar sus instituciones por medios directos y materiales. Pero las misiones son más o menos generales e importantes, pues el que cultiva la tierra  cumple una misión, lo mismo que el que gobierna o instruye. Todo se encadena en la Naturaleza, y al mismo tiempo que el Espíritu se
purifica en la encarnación, concurre, bajo esta forma, al cumplimiento de los propósitos de la Providencia. Cada uno tiene su misión en este mundo, puesto que cada uno puede ser útil en algo.

574 – ¿Cuál puede ser la misión de las personas voluntariamente inútiles en la Tierra?
– Hay efectivamente personas que sólo para sí viven y no saben hacerse útiles para nada. Son pobres seres a quienes se ha de compadecer, porque expiarán cruelmente su inutilidad voluntaria y con frecuencia, su castigo comienza desde este mundo, por el tedio y cansancio de la vida.
– ¿Puesto que podían elegir, ¿por qué prefirieron una vida que de nada les sirve?
– Entre los Espíritus los hay también perezosos que retroceden ante una vida de trabajo. Dios lo permite, pues comprenderán más tarde y a sus expensas, los inconvenientes de su inutilidad, y serán los primeros en pedir que se les permita reparar el tiempo perdido.
Puede ser también que escogieron una vida más útil, pero una vez en la obra, retroceden y se dejan arrastrar por las sugestiones de los Espíritus que los animan a la ociosidad.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.       

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