sábado, 25 de junio de 2016

Jesús, Kardec y nosotros




Naturaleza de las comunicaciones.


Comunicaciones groseras, frívolas, formales o instructivas.

Todo efecto que revela en su causa un acto de libre voluntad, por insignificante que sea este acto, acusa por esto mismo una causa inteligente. 

De este modo, un simple movimiento de una mesa que responde a nuestro pensamiento, o presenta un carácter intencional, puede considerarse como una manifestación inteligente. 
Si el resultado se limitara a esto solo, tendría para nosotros un interés muy secundario; sin embargo, algo sería ya el habernos dado una prueba de que hay en estos fenómenos otra cosa más que una acción puramente material; pero la utilidad práctica que sacaríamos de eso sería para nosotros nula, o al menos muy restringida; otra cosa sucede cuando esta inteligencia adquiere un desarrollo que permíte un cambio regular y seguido de pensamientos; entonces ya no son simples manifestaciones inteligentes, sino verdaderas comunicaciones. 

Los medios de que disponemos hoy día permiten el obtenerlas tan extensas, tan explícitas y tan rápidas como las que nos comunicamos con los hombres. 

Si nos penetramos bien, según la "escala espiritista" (Libro de los Espíritus, núm. 100), de la variedad infinita que existe entre los Espíritus, bajo el doble aspecto de la inteligencia y de la moralidad, se concebirá fácilmente la diferencia que debe haber en sus comunicaciones; en las que debe reflejarse la elevación o la bajeza de sus ideas, su saber y su ignorancia, sus vicios y sus virtudes; en una palabra no deben parecerse las unas a las otras, ni más ni menos que las de los hombres, desde el salvaje al europeo más ilustrado. 
Todos los matices que presentan pueden agruparse en cuatro categorías principales; según sus caracteres más marcados, son, pues, "groseras, frívolas, formales e instructivas". 

Las "comunicaciones groseras" son aquellas que se traducen por expresiones que hieren la decencia. No pueden emanar sino de Espíritus de baja clase, manchados todavía con todas las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que podían dar los hombres viciosos y groseros. Repugnan a toda persona que tiene la menor delicadeza de sentimientos; porque son, según el carácter de los Espíritus, triviales, deshonestas, obscenas, insolentes, vanidosas, malévolas y aun impías. 

Las "comunicaciones frívolas" emanan de los Espíritus ligeros, burlones y traviesos, más maliciosos que malvados, y no dan ninguna importancia a lo que dicen. Como no tienen nada de indecentes, gustan a ciertas personas que se divierten con ellas y encuentran placer en estos entretenimientos fútiles en que se habla mucho para no decir nada.
Estos Espíritus dicen de vez en cuando agudezas espirituales y satíricas, y en medio de sus chistes vulgares dicen algunas veces duras verdades que tocan casi siempre en el blanco. Estos Espíritus ligeros pululan alrededor de nosotros y aprovechan todas las ocasiones para mezclarse en las comunicaciones; la verdad es el menor de sus cuidados; por eso tienen el pernicioso placer de mixtificar a aquellos que tienen la debilidad y algunas veces la presunción de creerlos bajo su palabra. 
Las personas que se complacen con esta clase de comunicaciones dan, naturalmente, acceso a los Espíritus ligeros y mentirosos; los Espíritus formales se alejan de ellos como sucede entre nosotros, que los hombres formales se alejan de las reuniones de los atolondrados. 

Las "comunicaciones formales" son graves en cuanto al objeto y a la manera como se hacen. Toda comunicación que excluye la frivolidad y la grosería, y que tiene un fin útil, aunque fuese de interés privado, es por lo mismo formal; pero no por esto está siempre exenta de errores. 
Los Espíritus formales no todos tienen igual ilustración. Hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las cuales pueden engañarse de buena fe; por eso los Espíritus verdaderamente superiores nos aconsejan sin cesar, que sometamos todas las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica. 

El preciso, pues, distinguir las comunicaciones "verdaderamente formales" de las "falsas formales", y esto no es siempre fácil, porque es a favor de la misma gravedad del lenguaje ciertos Espíritus presuntuosos o falsos sabios procuran hacer prevalecer las ideas más falsas y los sistemas más absurdos; y para hacerse más verídicos y darse más importancia no tienen escrúpulo en adornarse con los nombres más respetables y más venerados. 

Ese es uno de los grandes escollos de la ciencia práctica; volveremos a tratar de ello más adelante, con toda la extensión que necesita un objeto tan importante, al mismo tiempo que daremos a conocer los medios de precaverse contra el peligro de las falsas comunicaciones. 

Las "comunicaciones instructivas" son las comunicaciones formales que tienen por principal objeto alguna enseñanza dada por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la filosofía, etc. Son más o menos profundas, según el grado de elevación o de "desmaterialización" del Espíritu. Para sacar de estas comunicaciones un fruto real, es preciso que se regularicen y se continúen con perseverancia. Los Espíritus formales se interesan por aquellos que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a los Espíritus ligeros el cuidado de divertir a los que sólo ven en estas manifestaciones una distracción pasajera. 

Por la regularidad y la frecuencia de estas comunicaciones es como se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus con los cuales uno se comunica, y el grado de confianza que merecen. Si la experiencia es necesaria para juzgar a los hombres, mayor se necesita para juzgar a los Espíritus. 

Dado a estas comunicaciones la calificación de "instructivas", nosotros las suponemos "verdaderas", porque lo que no fuese "verdadero" no podría ser "instructivo", aunque se dijera con el lenguaje más imponente. 

No podríamos, pues, colocar en esta categoría ciertas enseñanzas, que no tienen de formal sino la forma, a menudo pomposa y enfática, con ayuda de la cual los Espíritus más presuntuosos que sabios, que las dictan, pretenden hacer ilusión; pero estos Espíritus, no pudiendo suplir el fondo que no tienen, no podrían sostener mucho tiempo su papel; pronto descubren su flanco débil, por poco que continúen sus comunicaciones o se sepa acosarlos hasta sus últimos atrincheramientos.

Los medios de comunicación son muy variados. 
Los Espíritus obran sobre nuestros órganos y sobre todos nuestros sentidos; pueden manifestarse a la vista en las apariciones, al tacto por impresiones tangibles, ocultas o visibles, al oído por ruidos, al olfato por olores sin causa conocida.

Este último modo de manifestarse, aunque muy real, es sin contradicción el más incierto por las numerosas causas que pueden inducir en error, por lo que no nos ocuparemos de ello. Lo que debemos examinar con cuidado son los diversos medios de obtener comunicaciones, es decir, un cambio regular y continuado de pensamientos. Estos medios son: "los golpes", la "palabra y la escritura".(*) 

(*) Desarrollados en "El Libro de los Médiums" de Allan Kardec 

Extraído de: "El Libro de los Médiums" de Allan Kardec


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JESUS ,KARDEC Y NOSOTROS 

Si Jesús se considerase tan puro,al punto de no tolerar el contacto con las debilidades humanas,si admitiese que todo debe ser exclusiva obra de Dios.si nos reconociese irremediablemente perdidos en la rebeldía y la delincuencia,si condicionase el desempeño de su apostolado al solo apoyo de los hombres mas cultos,si aguardase el poder del dinero o de las influencias políticas o si retrocediese frente al al sacrificio para el cumplimiento de su misión,con seguridad que no conoceríamos la luz del Evangelio que nos aclara el camino de nuestra emancipación espiritual. 

Si Allan Kardec sobrestimase la elevada posición que ocupaba en el círculo de la aristocracia intelectual,colocando sus merecidos títulos y honra por encima de sus propias convicciones,si permaneciese a la expectativa de la adhesión de personalidades ilustres al mensaje de que fue portador,si esperase la ayuda financiera para lanzarse a la tarea,si evaluase sus dificultades de educador,con escaso tiempo para dedicar a otros compromisos que los de su magisterio,o si s detuviese frente a las calumnias e injurias que se le interpusieron en su camino,no tendríamos la codificación de la doctrina espiritista que complementa al evangelio y nos brinda el conocimiento de responsabilidad frente a la vida. 

Reflexionando en Jesús y Kardec,quedamos sin comprender nuestra incompetencia cuando nos declaramos demasiado virtuosos,ocupados,instruídos,tímidos,incapaces o decepcionados paa atender nuestras obligaciones para con la Doctrina Espiritista.Tanto es asi que si ellos-el Maestro y el Apóstol-pasaron entre los hombres sufriendo dilaceraciones y ejemplificando el bien por amor a la verdad,mientras nosotros,conciencias endeudadas,eludimos el aprender y el servir en nuestro propio provecho,indiscutiblemente estaremos,sin percibirlo,bajo la hipnósis de una obsesión oculta que se manifiesta con sensatez por fuera y locura por dentro. 
EMMANUEL
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Pérdida de seres queridos.

      Muertes prematuras 


Cuando la muerte viene a segar en vuestras familias, llevándose sin contemplación a los jóvenes antes que a los ancianos, decís con frecuencia: 
Dios no es justo, puesto que sacrifica a éste que es fuerte y lleno de futuro, para conservar a los que vivieron largos años plenos de desengaños; puesto que se lleva a los que son útiles y deja a los que no sirven para nada; puesto que destroza el corazón de una madre, privándole de la inocente criatura que constituía toda su alegría. 
Humanos, en esto es que tenéis necesidad de elevaros por encima de las pequeñeces de la vida terrestre para comprender que el bien está con harta frecuencia, donde creéis ver el mal, la sabia previsión donde vosotros creéis ver la ciega fatalidad del destino. ¿Por qué medir la justicia divina por el valor de la vuestra? 
¿Podéis pensar que el Señor de los mundos quiera, por un simple capricho, imponeros penas crueles? Nada se hace sin un objetivo inteligente, y cualquier cosa que suceda, todas tienen su razón de ser. 
Si escudriñaseis mejor todos los dolores que os atormentan, encontraríais siempre la razón divina, razón regeneradora y vuestros miserables intereses serían una consideración secundaria que relegaríais a un último plano. 
Creedme, la muerte a los veinte años es preferible para la reencarnación a esos desarreglos vergonzosos que desolan familiashonradas, rompen el corazón de una madre y hacen encanecer antes de tiempo los cabellos de los padres. Con frecuencia, la muerte prematura, es un gran beneficio que Dios concede al que se va y que de este modo se encuentra preservado de las miserias de la vida, o de las seducciones que habrían podido arrastrarle a su perdición. El que muere en la flor de la edad, no es víctima de la fatalidad, sino que Dios juzga que le es útil no permanecer por más tiempo en la Tierra. 
Es una terrible infelicidad, decís, que una vida tan llena de esperanza, haya sido tan pronto interrumpida. ¿De qué esperanza queréis hablar? ¿De las de la Tierra, de donde el que se va hubiera podido brillar, hacer su carrera y su fortuna? ¡Siempre esa visión estrecha que no puede elevarse sobre la materia! ¿Sabéis cuál sería la suerte de esa vida tan plena de esperanzas, según vosotros? 
¿Quién os dice que no podría estar llena de amarguras? ¿Entonces, para nada contáis las esperanzas de la vida futura, cuando preferís las de la vida efímera que arrastráis en la Tierra? ¿Acaso pensáis que vale más tener una posición entre los hombres, que entre los Espíritus bienaventurados? 
Regocijaos, en vez de quejaros, cuando Dios quiere retirar a uno de sus hijos de este valle de miserias. ¿No hay egoísmo en desear que permaneciese ahí para sufrir con vosotros? ¡Ah! Este dolor se concibe en el que no tiene fe y que ve en la muerte una separación eterna; pero vosotros, espíritas, sabéis que el alma vive mejor desembarazada de su envoltura corporal; madres; vosotras sabéis que vuestros hijos muy queridos, están cerca de vosotras; sí, están muy cerca; sus cuerpos fluídicos os rodean, sus pensamientos os protegen, vuestro recuerdo los embriaga de alegría, pero también vuestros dolores infundados les afligen, porque denotan falta de fe y son una rebelión contra la voluntad de Dios. 
Vosotros que comprendéis la vida espiritual, escuchad los latidos de vuestro corazón llamando a esos seres muy amados y si rogáis a Dios para bendecirles, sentiréis en vosotros esos consuelos poderosos que secan las lágrimas y esas aspiraciones maravillosas que os mostrarán el futuro prometido por el soberano Señor. 

(SANSÓN, Ex miembro de la Sociedad Espírita de París, 1863). 
“Evangelio según el espiritismo” pág 129

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El alma, antes de su unión con el cuerpo, ¿comprende la ley de Dios mejor que después de su encarnación?
- La comprende, según el grado de perfeccionamiento a que haya arribado, y conserva su recuerdo intuitivo después de su unión con el cuerpo. Pero los malos instintos del hombre hacen que con frecuencia la olvide.
. ¿Dónde está escrita la ley de Dios?
- En la conciencia.*
¿Ha dado Dios a ciertos hombres la misión de revelar su ley?
- Por cierto que sí. En todo tiempo ha habido hombres que recibieron esa misión. Son Espíritus superiores que encarnan con el objeto de hacer adelantar a la humanidad.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC.
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¿Cuál es la característica del auténtico profeta?

- El profeta verdadero es un hombre de bien inspirado por Dios. Se puede reconocerlo en sus palabras y en sus actos. Dios no puede servirse de los labios del mentiroso para enseñar la Verdad.
. ¿Cuál ha sido el arquetipo más perfecto que Dios haya otorgado al hombre para servirle de guía y modelo?
- Ved a Jesús.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN LARDEC
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