lunes, 25 de julio de 2016

Qué es la muerte?



MEDIUMNIDADES INTERRUMPIDAS Y OTROS PROBLEMAS 

8. ¿La suspensión de la mediumnidad supone el alejamiento de los Espíritus que tienen la costumbre de comunicarse?
Nada de eso; el médium está entonces en la posición de una persona que perdiera momentáneamente la vista, y por eso no dejaría de estar rodeada de sus amigos, aun cuando no los viese. El médium, pues, puede y aun debe continuar conversando con el pensamiento con sus Espíritus familiares, y estar persuadido que se le oye. Si la falta de la mediumnidad puede privar las comunicaciones materiales con ciertos Espíritus, no puede privar las comunicaciones morales.

9. ¿Así es que la interrupción de la facultad mediúmnica no implica siempre una censura de parte de los Espíritus?
Sin duda que no, puesto que puede ser una prueba de benevolencia.

10. ¿Cómo podríamos conocer que esta interrupción sea causada por una censura?
Que consulte el médium su conciencia y vea el uso que ha hecho de su facultad, el bien que de ella ha resultado para los otros, el provecho que ha sacado de los consejos que se le han dado, y tendrá la respuesta.

11. ¿El médium que no puede escribir, tampoco puede valerse de otro médium?

Eso depende de la causa de la interrupción; muchas veces sólo tiene por motivo el dejaros algún tiempo sin comunicaciones, después de haberos dado consejos, a fin de que no os acostumbréis a hacer nada sin nosotros; en este caso tampoco le servirá el valerse de otro médium; esto tiene también por objeto el probaros que los Espíritus son libres y no depende de vosotros el gobernarlos a vuestro gusto. Por igual razón los que no son médiums no siempre tienen todas las comunicaciones que desean.

Observación. – En efecto; debe observarse que aquel que recurre a un tercero para las comunicaciones, teniendo la cualidad de médium, muchas veces no obtiene nada satisfactorio, mientras que en otras ocasiones las
respuestas son muy explícitas. Esto depende de tal modo de la voluntad del Espíritu, que nada se adelanta cambiando de médium: parece con respecto a ésto, que los mismos Espíritus se ponen de acuerdo, porque lo que no se obtiene de uno, tampoco se obtiene de otro. Entonces es preciso abstenerse, no insistir ni impacientarse, si no se quiere ser el juguete de los Espíritus mentirosos, que responderán si tanto se desea, y los buenos les dejarán hacer para castigar nuestra impaciencia.

12. ¿Con qué fin la Providencia ha dotado a ciertos individuos de la mediumnidad de una manera especial?
Es una misión que se les ha encargado y por lo que son dichosos; estos son los intérpretes entre los Espíritus y los hombres.

13. ¿Hay, sin embargo, médiums que no emplean su facultad sino con repugnancia?
Son médium imperfectos; no conocen la importancia del favor que se les ha concedido.

14. Si es una misión, ¿por qué no es el privilegio de los hombres de bien y no que se dé esta facultad a personas que no merecen ninguna estimación y que pueden abusar de ella?
Se les da porque tienen necesidad de su propio mejoramiento y a fin de que ellos mismos estén en disposición de recibir buenas enseñanzas; si no se aprovechan de ellas sufrirán las consecuencias. ¿Jesús no dirigía con preferencia su palabra a los pecadores, diciendo que es preciso dar a aquel que no tiene?

15. Las personas que tienen un gran deseo de escribir como médiums, sin conseguirlo, ¿pueden creer por esto mismo falta de benevolencia de los Espíritus hacia ellos, por alguna causa?
No, porque Dios puede haberles rehusado esta facultad, como puede haberles rehusado el don de la poesía o de la música; pero si no gozan de este favor pueden tener otros.

16. ¿Cómo puede perfeccionarse el hombre con la enseñanza de los Espíritus, cuando no tienen los medios de recibir esta enseñanza directa por sí mismo ni por otros médiums?
¿Acaso no tiene libros como el cristiano tiene el Evangelio?
Para practicar la moral de Jesús el cristiano no necesita oír las palabras de su boca.

EL LIBRO DE LOS MEDIUMS- ALLAN KARDEC

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El pensamiento es nuestra capacidad creativa en acción. En cualquier tiempo, es muy importante no olvidarnos de eso.
André Luiz
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                        DESDE LA OTRA VIDA

Lo más insignificante puede empeñar una encarnación. Lincoln. 

Jaén, 6 de septiembre de 1963 

-La paz del Señor nos acompañe. Os habla Demeure. 
Vamos a dar paso a un hermano que quiere comunicarse con vosotros y relataros algo de su última encarnación para que veáis lo difícil que es salir totalmente puros de ellas. 
-Ser todos benditos de Dios. 
Nací en una cuna humilde en América, concretamente en la del Norte. Desde pequeño tuve inclinación a las cosas grandes, importantes, a todo lo que constituía algo extraordinario. Mi alma, desde niño, se iba templando y se iba educando en lo justo. Sentía sacudidas de dolor cuando los demás se maltrataban o se hacían daño. Sentía, igualmente, aguijo­near en mi espíritu cuando veía maltratar a los animales. 
De ocupaciones un poco rudimentarias, hice hincapié en leer mucho y saber. Pensaba que los hombres deben venir a la tierra para servir, para enseñar, para ayudar en lo que sea posible a los demás; para estar siempre dispuestos a hacer, decir y mandar bien. Debatiéndome en esas disquisiciones fui creciendo. A medida que crecía mi cuerpo, crecía mi alma en aspiraciones; mi corazón se iba abriendo más hacia el bien, mi alma ansiaba oír a los que enseñaban lo mejor; cerraba mis oídos y mi alma a lo que no convenía porque sabía que no sólo me perjudicaba, sino que perjudicaba a mis hermanos. Me iba dando cuenta que mi alma estaba predispuesta para desarrollar elevadas concepciones, que era sensitiva en alto grado, que se nutría de lo ideal y vivía para él, menospreciando todas las bajezas humanas, porque las bajezas de los hombres destruyen y anu­lan lo bueno y justo que tienen, que es el soporte de la bendita espiri­tualidad. 
Tenía la costumbre, queridos hermanos, de contemplar el cielo porque con su majestuosa inmensidad nos enseña cuán pequeños somos y nuestra alma se eleva buscando lo superior y divino, despojándonos así de las preocupaciones y sinsabores del día. A medida que mi vista recorría la bóveda celeste admirando las innumerables estrellas, mi alma se dilataba y ensanchaba al concebir la grandeza incomparable de la obra de Dios. 
Con grandes esfuerzos conseguí ilustrarme. Por mi manera de pensar, por mi condición de ser y, sobre todo, porque fue así la voluntad del Sumo Hacedor, llegué a la política. Fui un hombre representativo. Hice discursos que la historia recuerda; muchas cosas que yo decía se leen y comentan aún en las academias de mi país. Mi alma no necesitaba de grandezas, de dinero ni de posición elevada en la tierra: lo que necesitaba y deseaba era la paz entre los hombres, luz para sus inteligencias, tranquilidad de conciencia, amor fraterno y que el pan bendito se esparciera por igual para que todos fueran dignos hijos del Creador, que nos ha hecho a todos por igual, con las mismas leyes, los mismos derechos y los mismos deberes. Por circunstancias que yo no me las he podido explicar, por cosas recibidas de las alturas, el pueblo creía en mí como un ejecutor de la justicia, de la comprensión y de la libertad. Era muy aficionado a hablar a las multitudes. Tenía el don de atracción porque en todas mis palabras ponía la sinceridad de mi alma y la gratitud que debemos todos al Sumo Hacedor. 
Como es natural, tuve mi contrapartida, como la tienen todos los hombres que dicen la Verdad: Tuve que soportar las luchas intestinas que constituyen la palanca que destruye la hegemonía de los mandatarios, pero quiso Dios que saliera triunfante de todas esas contiendas, de todas esas torcidas intrigas e intenciones de los hombres que creen saber todo y acaban por conocer que no se conocen ellos mismos. Llegué por elección a la Jefatura del Estado. Podéis creerme, hermanos queridos, que jamás prendió en mi alma el orgullo ni la vanidad porque me elevaron a aquel sitial tan alto. En aquel momento me consideré dichoso porque todos mis proyectos, mis doctrinas, las podría poner en práctica para beneficio de mis hermanos que nacieron conmigo en todos aquellos pueblos donde el deseo de libertad y equidad triunfaba sobremanera; donde se propug­naba la igualdad y se perseguía todo lo que no era justo ni equitativo. De una manera enérgica y rápida dicté la supresión de la esclavitud porque ese era uno de mis programas y lo exigía la conciencia cristiana. Dicté así la supresión de los padecimientos, vejámenes y dolores de mu­chos hermanos míos. Hermanos, sí, aunque el color de su piel fuese otro. Sabía que todos tenían el derecho y la obligación de participar en los bienes, en los dolores y en las luchas que necesitan los pueblos para rejuvenecerse y salir airosos del caos en que están metidos por las malas disposiciones de los hombres. 
Creé muchas obras benéficas, hospitales, centros de enseñanzas. Evité guerras exteriores. Hice que se modificaran algunas leyes y que los gobernadores trataran bien y con imparcialidad a sus gobernados. Creía firmemente que cumplía con mi deber y con el compromiso que adquirí con mi electorado. Entendía que los que tienen mucho deben desprenderse de lo que les sobra en bien de los que no tienen nada; que los que constituyen una nación deben tratarse y comportarse como hermanos, no debiendo existir luchas de raza, de color ni de poder. Dicté disposi­ciones que obligaban a los poderosos a pagar impuestos para sostener el mejoramiento y bienestar de los necesitados y fue en esto último en lo que delinquió mi alma. Delinquió porque se obtuvo este dinero de una manera arbitraria y mediante exigencias. Las ayudas de unos hermanos a otros debe realizarse de forma espontánea y amorosa para que surtan los efectos saludables que el Padre espera de Sus hijos. 
Observar, hermanos, que lo más insignificante puede empañar el es­plendor radiante de una encarnación. Por ello aconsejo a todos que estu­dien detenidamente cualquier determinación, y si son mandatarios que manden bien y para todos, sin pensar nunca en el bien personal suyo. 
-Hermano, ¿nos puedes decir quién fuiste? 
-Abrahán Lincoln. Que Dios nos ayude y bendiga a todos. 

Extraído del libro “Desde la otra vida”

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  En los tiempos actuales ¿ Libertad o libertinaje ?

El profetizado fin de los tiempos está aquí y ahora llegaron los tiempos tan profetizados hace muchos milenios, a través de famosos médiumns. 
Bajo la visión humana se puede verificar la indescriptible modificación que se opera en el seno de la humanidad. 
Una extraña sensación erótica parece dominar a todos los sectores, por lo menos en su gran mayoría, haciéndolos vivir afligidos, insatisfechos y excesivamente ambiciosos, y por sobre todo, se ve en sus ojos un extraño temor por el futuro. 
Los medios de comunicación son quienes más hacen apología invirtiendo los valores más preciosos de la humanidad, transformándose en mensajes y realizaciones vulgares, estableciendo culturas viciadas en la extravagancia y la aberración de costumbres y modas, lo cual recuerda las mediocres épocas del primitivismo. 
Hay en el ambiente un gusto pervertido. Un incesante epicureísmo incentiva a los hombres hacia los placeres del instinto inferior, degradando su inspiración, en contra de los sanos principios que elevan la vida humana. 
La meta principal, en este momento, no es saber respecto del destino del alma después de su desencarnación, y sí, cuál es la fórmula máxima para obtener la mejor y fructífera forma de experimentar la satisfacción del cuerpo físico. 
El profetizado "Fin de los Tiempos" está ahí, bajo la visión de toda la humanidad embrutecida, entontecida, ¡qué estigmatiza deliberadamente todas las enseñanzas de Jesús contenidas en su sublime Evangelio! Los hombres que se dejan envolver por una gran ilusión, creyendo que Dios creó la tierra como un mundo exclusivo de posesiones ambiciosas y placeres inferiores. En realidad, se trata de un mundo de educación espiritual, donde almas inexpertas decantan sus cuotas instintivas. 
Mediante luchas, dolores, sufrimientos, estudios y experiencias alcanzarán la configuración del ángel, usufructuando el mérito de su propia consagración. 
Alcanzamos un fin del ciclo en el esquema divino, donde habrá una selección de la humanidad, conforme al desempeño espiritual de cada uno en la tierra. Está aflorando una nueva civilización de naturaleza definitiva, pero sana en sus objetivos, plasmando un mundo nuevo basado en los preceptos de la ¡Bondad y del Amor! 
.Todos los equívocos, errores e injusticias cometidas, ahora deben ser eliminados para siempre del orbe terrestre. Resurgirá poco a poco en el hombre terreno, la conciencia de una vivencia Divina y Superior, que él deberá vivir en ese despertar que el Espiritismo trazó, en la hora exacta, reviviendo el Evangelio, el derrotero seguro para todos nosotros. La obra de Allán Kardec se encuentra ahí, vigilante, señalando los caminos de la sana espiritualidad. Sus enseñanzas fueron elaboradas de modo comprensible para todos los hombres, generando de esa forma, mayor responsabilidad para aquellos que la tomaron a su cargo. 
Allán Kardec, bajo la orientación de los Espíritus Superiores, alineó conceptos y orientaciones que atienden todas las necesidades espirituales y graduaciones humanas, advirtiendo y esclareciendo respecto de las prácticas pecaminosas y fijando responsabilidades de sus autores. Aprovechó toda su sensatez y fidelidad crítica, para fundamentar su texto, definir responsabilidades y obligaciones. Profundizó conceptos espirituales bajo la égida del gran codificador y de la inspiración divina del Amado maestro, ¡Jesús Cristo! 
Navarana y algunos apuntes del Grupo Ivonne A Pereira.

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¿Qué es la muerte?

Uno de los grandes  problemas filosóficos y científicos de todos los tiempos ha sido determinar lo que ocurre con el Ser después de la muerte, y saber con exactitud  si seguimos existiendo y si vivimos más de una vez  en este mundo y hasta qué punto podemos tener pruebas de lo que  algunas  grandes doctrinas filosóficas y religiosas  nos han enseñado desde siempre.
      Como todos sabemos teóricamente, la muerte  supone  la total extinción de la vida física y orgánica de nuestro  cuerpo carnal.
          Según nos indican nuestros instintos, nuestra conciencia y lo que nos vienen a decir los postulados religiosos, la muerte no supone en absoluto la extinción total del Ser en la nada, pues este no se extingue con la materia que le acompaña en esta vida, porque el Ser espiritual está constituido por  una energía que no es generada por  la materia y existe con ella o sin ella, aunque depende de ella para su manifestación y desenvolvimiento en  nuestro Plano físico, tal  como lo hace mediante el pensamiento, la inteligencia, los sentimientos y las emociones; estos no los produce la materia, sino que viven y se manifiestan  en ella y  después de la muerte del cuerpo físico. Ciertamente  existen evidencias de que siguen  existiendo  fuera de ella.
      La muerte es un fenómeno tan natural como la propia vida , y como podemos observar, en la Naturaleza la Vida continúa y se renueva  constantemente a sí misma  por medio de la muerte. Continuamente vemos como cada día mueren miles y miles de seres,  mientras al mismo tiempo nacen a la vida otra multidud.; y esto sucede hasta con las propias células del organismo físico y con el propio Ser humano. Vemos como la vida orgánica es un continuo  nacer y morir en este mundo. Es la rueda de la Vida que no cesa; el Samsara del Budismo.
      Los Seres humanos somos naturalmente cobardes ante lo desconocido, por lo que solemos evitar la idea de la muerte, y no queremos ni siquiera pensar en ello; sin embargo esta experiencia irremediablemente la vamos a  pasar todos algún día.
       Todo el mundo tiene su particular versión de lo que es y lo que significa la muerte, y cada cual se lo explica según sus particulares conceptos religiosos o filosóficos, pero siempre dentro de una constante humana : la muerte siempre  se ve como  algo terrible, triste y trágico que nos espera a todos al final del camino de esta vida.
       La ignorancia popular dice que jamás ningún muerto regresó de su tumba para contar si sigue vivo y cómo le va, pero sin embargo muchas personas podemos aseverar categóricamente que eso no es del todo cierto, pues desde los albores de los tiempos, siempre ha existido la mediumnidad  y la presencia en todas las sociedades y pueblos, de magos, brujos y sibílas , que  demostraban  la existencia del espíritu  humano  tras la muerte,comunicando con ellos en una evidencia de su existencia inmaterial  y  a estos Seres inmateriales les llamaban “daimons”, ángeles o genios.
 
    Sin  embargo, a pesar de las permanentes posiciones de escepticismo, los humanos en el fondo de nuestra conciencia  siempre hemos necesitado creer en la continuidad de la vida después de la muerte, por lo que hemos plasmado en nuestros conceptos religiosos las ideas de esa vida en  forma de un infierno para castigo de los malvados, o de un paraíso para premiar a los buenos..
Siempre  existieron y existen  los “ nihilistas ”, quienes creen  sinceramente y de buena fe que tras la muerte no hay nada, por lo que afirman que toda experiencia humana termina con la muerte  y    después... la nada,  ( ¡ qué triste perspectiva  !), y en casi todos los casos, muchas personas, sean religiosas o no lo sean, consideran la  muerte  como una barrera infranqueable hacia lo desconocido; un misterio profundo que separa para siempre a vivos y a muertos.
       Como ya hemos visto, los Seres humanos además de tener un cuerpo de naturaleza animal, somos esencialmente individualidades de energía inteligente; cada uno somos el YO  que está en lo más íntimo de nuestra conciencia humana, y este Yo es el que tiene  en nosotros   voluntad propia, siendo  capaces de sentir y razonar, e incluso de influir y alterar la materia  que nos rodea, la de nuestros cuerpos, y hasta la de los cuerpos de otros seres.
        Cuando observamos un cadáver, vemos que es una figura humana  inerte; como un objeto vacío de aliento y vida, de modo que aquello que antes fue un Ser humano, dotado de sentimientos, pensamientos y emociones,  ya no lo es después de experimentar la muerte; ahora apenas parece un muñeco de cera que recuerda al personaje que se fue, pero, ¿ a dónde fue?; ¿ en dónde quedaron estos atributos que se manifestaban en aquél mismo cuerpo cuando aún respiraba?.  Ante la presencia de un cadáver, solo podemos ver  si acaso un despojo, un resto, un cascarón vacío.     
El cadáver en cuestión, cuando era un Ser humano vivo, además de moverse, gesticular, hablar, etc, también tenía inteligencia, personalidad, sensibilidad, sentimientos, eso que en su conjunto llamamos Vida o Alma, y que por algún motivo o circunstancia se fue de ese cuerpo y lo abandonó para siempre, pero ¿qué pasó con el Ser o con su esencia?,    ¿dónde está ahora ....?. Esos sentimientos, esa alegría, etc ¿dónde quedaron?...
         Tal vez esa  presencia corporal humana  carente  de  vida  que ya no late, ni tampoco se manifiesta más en él, ese  Yo Superior, con todos sus atributos que siendo reales,  no son  algo material ni  tangible, pero que formaban parte de lo que él era en vida, lo que conocemos como la personalidad. Esto precisamente  es lo que provoca la repulsión y escrúpulos de tanta gente cuando se está ante la  presencia de un cadáver.
         La energía que lo animaba y le daba todos los atributos de la Vida, no ha podido desvanecerse en la nada, porque esa energía, al igual que cualquier otra manifestación de energía, no nace ni muere, como afirma el postulado de Física, sino que se transforma. En el caso del espíritu humano, esta transformación consiste en haberse liberado de la materia de su cuerpo.
        Si partimos de la premisa de  admitir, por tanto, que debe existir alguna forma de vida  mas allá de lo que es tangible y palpable, podemos  buscar explicaciones y  llegar a conclusiones en base a datos aportados  a diario por las  mediumnidades ,que canalizan y permiten manifestarse a  Seres que desencarnaron en diferentes épocas y lugares, relatando ellos mismos su experiencia sobre cómo fue  su experiencia  de la muerte, y demostrando a su vez , que  de  algún modo continúan  existiendo.
     Aunque sean pruebas subjetivas para admitir  otra forma de existencia después de la muerte,no significa esto que sean irreales. También nos podemos apoyar en las llamadas “experiencias fuera del cuerpo físico “, de muchos casos de  personas que después de sufrir una muerte clínica por cualquier motivo, se les ha reanimado y han vuelto a la vida, conservando después  los recuerdos de esa situación que vivieron durante ese trance, siendo comunes muchos de los factores y detalles que aparecen en  estos relatos  de  todos estos casos de personas inconexas entre ellas.
El caso es que también existen desde hace tiempo, auténticas pruebas totalmente objetivas y materiales, tal como los moldes que se han obtenido en parafina de Espíritus materializados, fotografías y filmaciones también obtenidos expontáneamente, que dejan extrañas pruebas irrefutables de la gran realidad de su existencia.
     Cuando las experiencias en el umbral de la muerte, se han centrado en niños, estos han dado un testimonio de más valor que el que dan personas adultas ante la misma experiencia, debido a que ni sus mentes ni sus creencias están todavía influenciadas por preconceptos religiosos o filosóficos preestablecidos por los adultos.
     Cuando se habla de muerte, hay que matizar que la muerte orgánica que afecta a la parte corporal del ser humano, con su  consiguiente y posterior  disgregación, supone la  desencarnación del Ser espiritual que daba vida a  toda la maquinaria física, y  cuando hablamos de desencarnación, nos referimos  solamente al Espíritu  que “desencarna” y abandona la materia  cuando se cortan  los lazos  vitales que le unen a ella. Por eso, podemos afirmar que la muerte entendida como cesación de vida, no existe, pues la Esencia viva del ser humano, que es su Espíritu, permanece existiendo siempre, antes del nacimiento y después de la muerte.

- Jose Luis Martín -


“A medida que el hombre comprende mejor la vida futura, el temor a la muerte disminuye. Pero al mismo tiempo comprende mejor su misión en la Tierra y espera su fin con más calma, resignación y sin temor”
                     Allan Kardec-(El Cielo y el Infierno)



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                 Ayuda de los cielos

¿Cuántas veces usted miro a una pareja, paseando con las manos entrelazadas o abrazados y se pregunto como ellos pueden amarse, siendo tan diferentes? ¿Cuántas veces pensó como aquella mujer tan elegante puede amar a aquel hombre con aire tan torpe? ¿O como aquel hombre tan guapo, pareciendo un dios de la belleza puede amar a aquella mujer tan destituida de atractivos?
Toda vez que esas ideas nos atraviesan la mente, es porque estamos juzgando el amor por el exterior. Más, ya decía el escritor de El pequeño príncipe: “Lo esencial es invisible para los ojos.” A propósito, se cuenta que el abuelo del conocido compositor alemán Mendelssohn, estaba muy lejos de ser guapo. Moses era bajo y tenía una joroba grotesca. Un día, visitando a un comerciante en la ciudad de Hamburgo, conoció a su linda hija. Y luego se apasiono perdidamente por ella. Entretanto, la moza al verlo, enseguida lo repelió. Aquella apariencia deforme casi la enojo. A la hora de partir, Moses se lleno de coraje y subió las escaleras.
Se dirigió al cuarto de la moza para hablarle. Deseaba tener su última oportunidad de hablar con ella. La joven era una visión de la belleza y Moses quedó entristecido porque ella se rehusaba hasta incluso a hablar con él.
Tímidamente, él le dirigió una pregunta muy especial: ¿Crees en el matrimonio arreglado en el cielo?" ¡Mirando fijamente al suelo, ella respondió: "Yo creo!" “Yo también creo” – afirmo
Moses – “Sabe, creo que en el cielo, cuando un niño se va a preparar para nacer, Dios le anuncia la niña con quien va a casarse. Pues cuando yo me preparaba para nacer, Dios me mostró mi futura novia. Ella era muy bonita y el buen Dios me dijo: “Su mujer será bella, con todo tendrá una joroba”. Inmediatamente, yo le suplique: “Señor, una mujer con una joroba será una tragedia. Por favor, permite que yo sea el jorobado y que ella sea perfecta.”
En ese momento, la joven, emocionada, miro directamente a los ojos de Moses Mendelssohn.
Aquella era la más extraordinaria declaración de amor que ella jamás imaginara recibir.
Lentamente, extendió la mano para el y lo acogió en el fondo de su corazón. Se caso con él y fue una devotada esposa.
El amor verdadero tiene lentes especiales para ver al otro. Ve, más allá de la apariencia física, la esencia. Y así, ama lo que es real. La apariencia física puede modificarse en cualquier momento. La belleza exterior puede sufrir muchos accidentes y modificarse, repentinamente.
Quien valora lo interior del otro es como un hábil especialista en diamantes que mira la piedra bruta y consigue descubrir el brillo de la preciosidad. Es como el artista que acaricia el mármol, percibiendo la imagen de la belleza que el encierra en su intimidad. Ese amor atraviesa los portones de esta vida y se eterniza en el tiempo, teniendo capacidad de acompañar al otro en muchas experiencias reencarnatorios. Esto es el verdadero amor.

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En el amor, el hombre sublima los sentimientos y marcha rumbo a la felicidad. En la perfecta identificación de las almas, el amor produce la bendición de la felicidad en régimen de paz.

Redacción de Momento Espirita.

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