sábado, 30 de julio de 2016

Los trasplantes de órganos


TERAPIAS Y ATENCIONES ESPÍRITAS
A D R I E N     P I E R S A N T I

  DESARROLLO Y APLICACIÓN DE LA PSICOMETRÍA

La facultad psicométrica me fue revelada en 1993,  durante una sesión de escritura automática en el seno de la asociación. Poseía pues ese potencial que tenía que desarrollar hasta ser operativo. Ese trabajo se realiza en presencia de otros espíritas que también tienen una facultad revelada por desarrollar. Las sesiones experimentales son semanales. Personalmente, la tarea no fue tan simple como lo había pensado. En efecto, antes de comenzar mi desarrollo, me había imaginado cómo se desarrollaría, de qué manera iba a “ver” al contacto de un objeto, de una piedra, etc. Por meses no vi nada. Me parecía que estaba bien concentrado, bien preparado, sin embargo nada sucedía. Hasta el día en que comprendí que si nada pasaba, era simplemente porque yo esperaba que pasara como yo pensaba que debía pasar. Y entonces creaba una especie de bloqueo. A partir de esa comprobación, aprendí progresivamente a abandonarme, a hacer el vacío, a entrar en contacto con el objeto.

Entonces, progresivamente comencé a “ver” formas, a tener impresiones. Incluso, a veces me ocurrió que no veía nada pero habíamos aprendido que a pesar de eso el desarrollo continuaba. Con el transcurso de las sesiones la psicometría se afinaba y se afirmaba. También me di cuenta de que hasta que no manifestaba lo que veía, no podía llegar a la información siguiente. Observé igualmente que era más atraído por los objetos que por los minerales, por ejemplo, objetos más o menos recientes que habían pertenecido a alguien y que por lo tanto están impregnados por la personalidad y lo vivido por su propietario.

Con gran frecuencia, al contacto con un objeto, podía describir el carácter de la persona, su perfil psicológico, su afecto. Este desarrollo se extendió por varios años, once exactamente. Eso puede parecer largo, hubiera podido hacerlo de modo que fuera más corto pues, debo decirlo, con frecuencia dudé de mí a pesar de los resultados convincentes. Lo que se tradujo en largos períodos de inactividad en este campo, hasta el día en que tomé conciencia de que eso no tenía sentido, momento en que retomé el trabajo experimental de manera regular. Después de once años, mi guía vino a decirme que me volvía operativo en mi misión psicométrica, con la precisión suplementaria de que más allá de la práctica clásica de la psicometría, me era posible descubrir la causa de las patologías que afectan a las personas que recurren a nosotros en el marco de la sección de atenciones del CAK. Para eso, es necesario que el objeto en cuestión esté muy impregnado de la persona, que esa persona esté vinculada a él.
¿Cómo se produce esta psicometría? Cuando una persona enferma se dirige a nuestra sección de atenciones, la recibimos en entrevista. Según su patología, si no tenemos respuesta de orden magnético o sicoterapéutico suficientemente satisfactorio que dar, decido entonces utilizar la psicometría. A veces también recurro a la psicometría después de haber utilizado otras técnicas que resultaron insuficientes o ineficaces. Concretamente, procedo como para cualquier psicometría.

Veo entonces las primeras imágenes y, como lo dije antes, hasta que no digo lo que veo, no puedo ver lo que sigue. Percibo igualmente el estado de ánimo de los actores de las escenas que me aparecen, pero principalmente el de la persona a quien pertenece el objeto. En la mayoría de las psicometrías efectuadas, la causa de la patología se remonta a una vida anterior donde la persona ha sufrido un traumatismo muy violento que ha trasladado hasta su vida actual y que se expresa en toda clase de patologías. Este tipo de psicometría se ha sumado al “arsenal” puesto a nuestra disposición por los espíritus, en los cuidados a ser aportados al prójimo. El espíritu, cualquiera que sea el objeto de su manifestación, siempre lo hará dentro del sentido del compartir, del sentimiento amoroso.

UN TRAUMATISMO ANTERIOR

Hace unos meses, el Sr. P., me llamó por teléfono para comunicarme sus problemas de salud y me preguntó si me era posible ir en su ayuda. Esta persona sufre fuertes crisis de agorafobia. Estas crisis le impiden salir a grandes espacios, ir a pasear o frecuentar gente, pues con frecuencia se acrecientan en vértigos cuando hay aglomeraciones, lo que hace desagradable, y hasta imposible, todo intercambio. Igualmente, el Sr. P. tiene dolores dorsales que cuando quiere emprender un paseo, lo paralizan al punto de que es obligado a detenerse.

Pero como él piensa, eso ciertamente es debido a la anquilosis, dado que por sus crisis de agorafobia que, por otra parte, son acrecentadas con espasmofilia, cada vez sale menos. Después de un largo intercambio, le propuse al Sr. P. ocuparme de él por medio de la psicometría y luego trabajar en su restablecimiento utilizando la radiestesia. Por supuesto, el Sr. P. quería saber un poco más sobre estos métodos. Le expliqué entonces que utilizando la psicometría yo determino el origen, la causa, de su agorafobia y que a continuación, trataré de curarlo utilizando el péndulo. Todo esto no asombró al Sr. P., pues me dijo que sentía verdadera curiosidad por todo lo que se refiere a las ciencias llamadas paralelas. Aceptó pues con cierto entusiasmo mezclado con curiosidad. Le pedí que me enviara un correo con las explicaciones detalladas de su problema de salud, así como un objeto personal para efectuar una psicometría, un objeto al cual estuviera ligado y que de alguna manera estuviera “impregnado” de él.
Algunos días después de nuestra entrevista, recibí el correo solicitado. Así, pude proceder a la psicometría de la cual he aquí el contenido:
Oigo gritos, una multitud encolerizada que se agita. El tiempo es agradable y cálido. Veo brazos levantados, con el puño cerrado. Es una región de clima mediterráneo.

Esta muchedumbre la emprende contra una persona, una mujer que es acusada de haber tenido una relación ilegítima con un hombre. Estamos en una ciudad pequeña, española creo. El hombre involucrado es muy conocido y muy respetado. Ocupa una elevada posición en esta ciudad y goza de una reputación ejemplar: muy   religioso, casado, con hijos…

La mujer hostigada por la muchedumbre es acusada de haber seducido a este notable, de haberlo empujado a la tentación. Ella vive sola con sus padres. Llevan una vida sencilla, son personas muy modestas y sin historia. Tiene unos treinta años. Es muy hermosa, lo que atiza las codicias de los hombres y los celos de ciertas mujeres, tanto que es soltera. Es la primogénita de la familia. Veo otros hijos más jóvenes de los cuales unos son muy jóvenes.

Ha elegido el celibato para ocuparse de la familia, pues tengo la impresión de que sus padres ya no son capaces de asumir completamente sus labores. Esta mujer es inocente, es él quien se ha aprovechado de su reputación, de su imagen para seducirla. Pero no lo dice, deja que la muchedumbre se imagine lo contrario, va en ello su reputación. Ella no dice nada, aterrorizada, espera a su vez que él intervenga. Pero él no reacciona, deja hacer. Ella no será juzgada. Será entregada a la muchedumbre para que se desahogue y sacie sus frustraciones en esta inocente. Será linchada.
Me parece que esto sucede a principios del siglo XX, en los años 20’.”
Por supuesto, luego de esto llamé al Sr. P. para relatarle esta historia, causa de su agorafobia. Al final de este informe el Sr. P., turbado, me dijo que durante años ha tenido una pesadilla recurrente (lo cual yo desconocía completamente) en la que una muchedumbre encolerizada se ensaña contra él y quiere su muerte. Por otra parte, algún tiempo antes de los primeros síntomas de su enfermedad, él y su familia fueron agredidos en su auto por una muchedumbre sobrexcitada y borracha en una noche de año nuevo. Experiencia, huelga decirlo, traumatizante.

Sabemos que las pruebas difíciles pasadas en la encarnación presente, y semejantes a un traumatismo vivido en otra encarnación y enterrado en nuestro inconsciente, pueden “despertar” a ese traumatismo y ser causa de diversos males. Lo cual le expliqué al Sr. P. Completamente de acuerdo con lo que acababa de oír, aceptó de buena gana los cuidados radiestésicos. Le pedí, como a todas las personas sobre las que trabajo así, que me contactara regularmente, es decir cada tres o cuatro semanas, para tenerme al corriente de su estado de salud. Al cabo de tres semanas, el Sr. P. me llamó por teléfono. Me dijo que desde nuestra última entrevista su estado no había mejorado para nada, ¡y que hasta tenía la impresión de que había empeorado!

Traté de comprender, le interrogué y terminó por decirme que no se reconocía en esa joven, que eso lo perturbaba… A partir de allí, comprendí que era inútil tratar de convencerlo de proseguir. Nada que hacer, el hecho de haber sido aquella joven no le convenía en absoluto.

Me agradeció sinceramente por todo y quedamos así.
¿Qué hay que concluir de esto? Para que se realice esta alquimia que combina la revelación de la causa de la patología con el trabajo en radiestesia, es indispensable que el sujeto esté en acuerdo con este conjunto a fin de obtener resultados. El Sr. P. rechaza a tal punto la psicometría que me pide interrumpir todo. Por eso, crea una suerte de bloqueo contra el que no puedo permitirme ir. Debo precisar que durante nuestra última entrevista telefónica, le dije todo eso al Sr. P. y le invité a no vacilar en volverme a contactar, si lo deseaba.

LE JOURNAL SPIRITE N° 86 

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LA TERRIBLE INTUICIÓN DE GRISELDA 
Siempre supo que a su hijo lo iban a matar

Éver murió en Soledad, Atlántico, tenía sólo 15 años.
En los últimos días Griselda Rangel estaba resignada a que en cualquier momento llegara alguien a su casa con la mala noticia del asesinato de su hijo. Su presentimiento se cumplió el pasado 9 de junio. Su hijo, Éver de Jesús Muñoz, de 15 años, fue asesinado con siete balazos en Soledad, Atlántico.
Recuerda unas duras palabras que le soltó a su hijo mayor en medio de una acalorada discusión y que hoy la hacen sentir culpable. “Le dije: Ojalá Dios te recoja rápido para descansar de ti, y él me contestó: así va a ser.  Eso me duele terriblemente porque yo no quería eso”, reveló El  Heraldo de Barranquilla. Cuenta la mujer que desde que su hijo tenía diez años se salía de la casa y volvía hasta caída la tarde con ropa nueva, celulares y hasta plata. Ese fue el primer indicio del trágico final.
Ever, el mayor de sus hijos, nació el 17 de julio de 1999. En ese entonces Griselda tenía 19 años y apenas estaba aprendiendo a vivir.  Ahora teme que sus otros dos hijos -de 14 y 9 años- tomen el mismo camino que emprendió Éver.
“Yo lo presentía, algo en mi corazón me lo decía. Él fue un niño que desde los 13 años cogió las drogas, desde los 10 se comenzó a rebelar”.
Las drogas y la calle
Ever comenzó  fumando marihuana. De ahí saltó al Ribotril, droga psiquiátrica que algunos consumen por adicción y luego llegó a la cocaína. En séptimo grado abandonó los estudios.  Luego se dedicó a vagar en las esquinas, aunque también recorrió el país detrás del Junior, su equipo favorito. Su vida se convirtió en drogas, atracos y peleas entre pandillas rivales.
“Andaba con los Cuervos y con los Perritos de Las Colonias. Le habían hecho seis audiencias en la URI de menores por hurto  y yo le preguntaba que por qué, y él me decía que para olvidarse de los problemas, de la situación económica y del rechazo de su papá”.
Justo un mes antes de su asesinato había logrado burlar la muerte. En medio de un atraco recibió un tiro en uno de sus talones. Estuvo un solo día hospitalizado  y  una semana después lo volvieron arrestar por asalto.
Fue recluido en una cárcel para menores, pero a los pocos días  tuvieron que regresarlo a su residencia  porque se había contagiado de varicela. “Vecinos me habían dicho que estaba pago”. Griselda se refiere a los rumores sobre la orden de asesinar a su hijo por un asunto de limpieza social.
Para la madre la causa del  comportamiento de Éver se debió a lo que tuvo que vivir cuando era pequeño. Durante dos años vivió con su padre, quien en una ocasión lo abandonó en casa de unas amistades en el municipio de Puerto Colombia. A los ocho años, Éver aprendió a ganarse la vida cantando y pidiendo limosna. Para Grilselda, esa experiencia marcó la vida de su primer hijo.
“A mí me tocaba trabajar de siete de la mañana hasta las dos de la tarde y él y su hermano se me quedaban solos, por eso una vez el Bienestar me los quitó y se quedó con ellos tres meses. Eso fue muy duro para nosotros, y el papá nada que ver, así que a mí me tocó asumir todo”.
Griselda relató con resignación y tristeza que en una ocasión llegó hasta la puerta de su casa un sujeto armado con un revólver reclamado que Ever lo había robado.
“Eso fue horrible porque amenazó a todo el mundo en la casa y al padrastro de Ever, que es el papá de su hermanito de nueve años, lo asustó gritándole que le iba a disparar porque Ever le había robado la billetera con plata y con los documentos”.
El crimen
El día en que mataron a Ever de Jesús, su madre  lo notó algo intranquilo. “Él salió a las cuatro de la tarde para una verbena y antes de irse me dijo: mamá, si me pasa algo no quiero que me lloren ni que me guarden luto. Dijo que lo único que quería era que lo enterraran con la camiseta del Junior y que sus amigos lo despidieran como en un juego en el estadio… y así lo hicimos”.
Ese día, antes de la una de la madrugada y en medio del sueño, Griselda sintió a Éver al lado de su cama y también los labios del joven posarse sobre su frente.“El señor Juancho tocó duro la puerta, ya eran las tres de la mañana. Cuando abrí le dije: Me vienes a avisar  que mataron a Ever, y el señor preguntó: ¿Usted por qué sabe? Le respondí: porque él ya se despidió de mí’”, relata El Heraldo.
Tomado de internet
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                    Ángeles y demonios 
Allan Kardec 

– Los seres a quienes llamamos ángeles, arcángeles y serafines, ¿forman una categoría especial de diferente naturaleza que los otros Espíritus? 
– No; son los Espíritus puros, los que están en lo más alto de la escala y reúnen todas las perfecciones. 

La palabra ángel revela generalmente la idea de la perfección moral; pero, se aplica con frecuencia a todos los seres buenos y malos que están fuera de la Humanidad. Así se dice: el ángel bueno y el ángel malo, ángel de luz y ángel de tinieblas. En este caso es sinónimo de Espíritu o genio. Nosotros la tomamos aquí en su acepción buena. 

129– ¿Han recorrido los ángeles todos los grados de la escala? 
–Todos los han recorrido; pero, según hemos dicho, unos aceptaron su misión sin murmurar y llegaron más rápido; otros, emplearon un tiempo más o menos largo para alcanzar la perfección. 

130–Si la opinión que admite seres creados perfectos y superiores a todas las otras criaturas es errónea, ¿cómo se explica que esa creencia esté en la tradición de casi todos los pueblos? 
– Has de saber que tu mundo no existe desde la eternidad y que mucho antes que existiese, ya había Espíritus que ocupaban el grado supremo. Los hombres creyeron que ellos habían sido siempre así. 

131– ¿Existen demonios, en el sentido que se da a esta palabra? 
–Si hubiese demonios, serían obra de Dios, ¿y sería Dios justo y bueno si hubiese creado seres consagrados eternamente al mal e infelices? Si hay demonios, es en tu mundo inferior y en otros semejantes donde habitan. Son esos hombres hipócritas que hacen de un Dios justo un Dios malo y vengativo, y creen serle agradables con las abominaciones que cometen en su nombre. 

La palabra demonio no implica la idea de Espíritu malo mas que en su acepción moderna, porque la palabra griega daimon, de la que se origina, significa genio, inteligencia y se empleaba para designar a los seres incorporales, buenos o malos, indistintamente. Se entiende por demonios, según el significado vulgar de la palabra, a seres esencialmente maléficos, que serían, como todas las cosas, creación de Dios. Ahora bien, Dios que es soberanamente justo y bueno, no pudo haber creado seres predispuestos al mal por su naturaleza y condenados eternamente. Si no son obras de Dios, serían como él eternos, o bien habría muchos poderes soberanos. 

La primera condición de toda doctrina es la de ser lógica. Pues bien, la de los demonios, en su sentido absoluto, peca por esta base esencial. Se comprende que en las creencias de los pueblos atrasados, que no conocían los atributos de Dios, fuesen admitidas las divinidades maléficas, como también los demonios, pero, es ilógico y contradictorio para los que sostienen que la bondad de Dios es un atributo por excelencia, suponer que pueda haber creado seres consagrados al mal y destinados a practicarlo perpetuamente, pues eso negaría su bondad. 

Los partidarios de la doctrina de los demonios se apoyan en las palabras de Cristo. No seremos nosotros quienes neguemos la autoridad de sus enseñanzas, que quisiéramos ver más en el corazón que en los labios de los hombres. Pero, ¿estarán bien seguros del sentido que él daba a la palabra demonio? ¿Acaso no se sabe que la forma alegórica era uno de los caracteres distintivos de su lenguaje y que todo lo que contiene el Evangelio no debe ser tomado al pie de la letra? No necesitamos otra prueba que este pasaje: “Pero luego, después de las tribulaciones de aquellos días, el sol se obscurecerá, la luna no alumbrará, las estrellas caerán del cielo y las potestades de los cielos temblarán. En verdad os digo, que esta generación no pasará sin que todas estas cosas se hayan cumplido”. 

¿No hemos visto que la forma del texto bíblico ha sido contradicha por la Ciencia en lo que se refiere a la Creación y al movimiento de la Tierra? ¿No puede ocurrir lo mismo con ciertas figuras empleadas por Cristo, que debía hablar de acuerdo con los tiempos y los lugares? Cristo no podía decir, conscientemente, una cosa falsa. Así, pues, si en sus palabras hay cosas que parecen chocar con la razón, es porque no las comprendemos o las interpretamos mal. 

Los hombres hicieron con los demonios lo mismo que con los ángeles; de la misma forma que creyeron en seres eternamente perfectos, tomaron a los Espíritus inferiores por seres perpetuamente malos. Por la palabra demonio debe entenderse Espíritus impuros que con frecuencia no valen más que las entidades designadas con ese nombre, pero con la diferencia que su estado es transitorio. Son los Espíritus imperfectos que murmuran contra las pruebas que deben soportar y por esto mismo las soportan por más tiempo; pero, llegarán, a su vez, a salir de ese estado, cuando así lo quieran. Pudiera, pues, aceptarse la palabra demonio con esta restricción. Pero como es entendida en sentido exclusivo, podría inducir en error haciendo creer en la existencia de seres especiales creados para el mal. 

Con relación a Satanás, es evidentemente la personificación del mal bajo una forma alegórica, porque no puede admitirse un ser malo que lucha de potencia a potencia con la Divinidad y cuya única preocupación es la de contrariar sus designios. Precisado el hombre de figuras e imágenes para impresionar a su imaginación, ha pintado a los seres incorporales bajo forma material con atributos que recuerdan sus cualidades y defectos. Así es como, queriendo los antiguos personificar el tiempo, lo pintaron con la figura de un anciano portando una guadaña y un reloj de arena; la figura de un hombre joven sería un contrasentido. 

Lo mismo se verifica con las alegorías de la fortuna, de la verdad, etc. En la época moderna se ha representado a los ángeles o Espíritus puros con una figura radiante, con alas blancas, símbolo de la pureza y a Satanás con dos cuernos, garras y demás atributos de las bestias, emblemas de las pasiones bajas. El vulgo que toma las cosas literalmente, ha visto en esos emblemas a un individuo real, como en otro tiempo a Saturno en la alegoría del Tiempo. 

Extraído del libro “El libro de los espíritus” 
Allan Kardec
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       Los trasplantes de órganos

        Este tema ofrece muchos aspectos y consideraciones,  según procedan estos órganos de personas vivas donantes o de cadáveres. Cuando proceden de personas vivas que los ceden libre y voluntariamente en un acto de amor y altruismo, estos donantes suman grandes méritos espirituales y aumentan considerablemente su haber de karma positivo( actos de mérito por su generosidad, cuyas consecuencias favorables obtendrán  antes o después), mientras que quien recibe los órganos que pueden prolongar su vida o al menos mejorar la calidad de la misma, tiene motivos para agradecer profundamente a Dios  y a la persona donante benefactora, este regalo de amor y de vida.
     En el caso de muerte accidental, imprevista o violenta, el cuerpo, tras el momento de la muerte, apenas es percibido por el Ser espiritual que lo habitaba como un órgano medio anestesiado, de modo que si  aún está ligado al mismo  y este  es desmembrado quirúrgicamente, o  destruido de alguna forma, no experimenta dolor físico alguno debido a que las sensaciones físicas solo le pueden llegar a través del cerebro, y cuando tras la muerte cerebral este ya no funciona, no es capaz de transmitir nada al Ser espiritual, pero  debido a los lazos energéticos que el Alma  aún pueda mantener todavía con el cadáver, sí  que puede llegar a percibir  la sensación más o menos desagradable del desmembramiento o destrucción corporal. Esto le puede resultar muy  traumatizante y le puede llevar a un estado de angustia, terror y  conmoción que le dificulte o retrase su  nueva andadura en el mundo espiritual. Es la misma situación por la que pasan los cadáveres a los que se practica una autopsia tras una muerte imprevista  o accidental.   
        Otra cosa bien distinta, es cuando  se trata de  una muerte  prevista tras una enfermedad más o menos larga que debilita al moribundo hasta la extenuación de los lazos vitales orgánicos, y es aceptada por la persona que va a desencarnar, así como la donación de sus órganos tras el óbito.  En este caso, estas circunstancias  colaboran  a que  la autopsia o la donación de sus órganos, no  traumatice para nada al Ser que así llega de preparado al final de su vida humana, pero existe el problema, cada vez menos importante, de que si los niveles de energía vital del órgano trasplantado son insuficientes, es más probable que ese órgano fracase  o pueda ser rechazado por el organismo receptor. Digo menos importante porque la Ciencia e Investigación médica, cada vez avanza más rápido, y este problema ya está en vías de solución con los nuevos fármacos ya logrados para mitigar cada vez más lo que parecía un escollo insalvable.  El órgano extraído para donación tiene que estar vivo, totalmente vivo y vital, para que la posibilidad de éxito sea buena, condición independiente de los avances de la medicina que ya aplica medicación especial para evitar el rechazo.
Siempre que las donaciones se hacen por voluntad y consentimiento previo del donante, este tiene una ayuda  y  un   beneficio espiritual muy fuerte  a la hora de la desencarnar su Alma,  así  como para  su nueva andadura en el más allá. Sin duda esta ayuda es tan segura  como merecida. Incluso, si la donación  no la hizo personalmente el fallecido cuando vivía, de modo voluntario y consciente, pero la autorizan sus familiares por él, conociendo  que él  no se hubiese opuesto, también es beneficiado espiritualmente a la hora de pasar al  más allá,  porque  es consciente de los hechos y de la realidad, y le satisface comprender  que sus órganos físicos sirvieron para alguien  y porque siendo una acción positiva, la sensación consiguiente es positiva y merecedora de ayuda  en el mundo espiritual.
         En personas adultas, en muchos casos el tiempo  que transcurre entre la separación completa y absoluta entre  el Ser y su materia física suele durar por término medio unos tres días y a veces mucho más, o también menos, según y dependiendo de los factores que ya  hemos  explicado anteriormente. Sin embargo  cuando se trata del cadáver de un niño de corta edad, la situación es bien distinta  porque  en estos casos los lazos vitales que en cortas edades aún son muy débiles, se sueltan inmediatamente  y quedan totalmente  desligados de su materia, por lo que no  les  puede suponer  trauma alguno.
     Si los órganos de un “cadáver” se quisieran utilizar después de algunas horas tras el fallecimiento, ya no servirían porque habrían perdido su vitalidad, serían órganos muertos, y a partir de ahí  es cuando comienza el natural e inevitable proceso de putrefacción y descomposición cadavérica.  Como ya hemos afirmado, los órganos que se trasplantan, aunque la persona haya “fallecido”, tienen que estar vivos.  Esto no supone ningún inconveniente para el Ser espiritual, porque la muerte del cuerpo no se completa instantáneamente, sino de modo gradual, con lentitud variable según cada persona, lo que supone que no se puede afirmar por ello que la retirada de un órgano antes del cese  de todos los lazos vitales, anticipe o facilite la desencarnación del Espíritu que animaba ese cuerpo, pues con independencia de ello, cuando se extraen los órganos a su cuerpo, puede haberlo abandonado del todo, o bien puede continuar  ligado por lazos vitales al mismo y a todos sus órganos tras la retirada de los mismos. Esto depende de lo apegado que esté  a las cosas materiales que le han rodeado durante su vida humana.
       En   síntesis,  ante   la  cuestión  de  recibir   un  órgano,  la   respuesta   solo   puede   ser  afirmativa,  considerando que  si   Dios pone en  el camino de nuestra vida  esta  experiencia que  quizás la alargue,  seguramente debe ser  para  que  intentemos aprovechar esta nueva oportunidad,  y cuando se  trata  de plantearnos   la  donación  voluntaria  de   los mismos,  creo  que  debemos de ser conscientes de que es necesario ser generosos siempre, aun después de la muerte, y  aplicar  la   máxima evangélica  de   hacer  con  los  demás  como  quisiéramos  para  nosotros, dando generosamente  aquello que  ya no nos servirá más en esta vida y  confiando en  el buen  recibimiento  y  la ayuda   espiritual que  tendremos al  pasar al  otro lado de la Vida

- Jose Luis Martín-

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 Es secreto del mundo, que todas las cosas subsisten y no mueren, solo se retiran de la vista un corto espacio de tiempo y después retornan de nuevo....Nada muere, los hombres fingen morirse, les hacen  celebrar ridículos funerales y tristes entierros y allí permanecen asomados a la ventana, con un disfraz nuevo y extraño.”
                               - Ralph Waldo Emerson -

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                            LA NATURALEZA DIVINA

– ¿Puede el hombre comprender la naturaleza íntima de Dios?
– No; es un sentido que le falta.

 ¿Será dado al hombre algún día comprender el misterio de la Divinidad?

– Cuando su espíritu no esté ya ofuscado por la materia y cuando, por su perfección, se haya aproximado a ella, la verá y la comprenderá.

La inferioridad de las facultades del hombre no le permite comprender la naturaleza íntima de Dios. En la infancia de la Humanidad, el hombre lo confunde,con frecuencia, con la criatura cuyas imperfecciones le atribuye. Pero, a medida que el sentido moral se desarrolla él, su pensamiento penetra mejor el fondo de las cosas, y se forma de ellas una idea más justa y más conforme con la sana razón, aunque incompleta siempre.

Ya que no podemos comprender la naturaleza íntima de Dios, ¿podremos tener idea de algunas de sus perfecciones?

– De algunas sí. El hombre las comprende mejor a medida que se eleva sobre la materia; las entrevé con el pensamiento.

¿ Cuándo decimos que Dios es eterno, infinito, inmutable,inmaterial, único, omnipotente, soberanamente justo y bueno,¿tenemos idea completa de sus atributos?

– Desde vuestro punto de vista, sí; porque creéis abarcarlo todo. Pero sabed que hay cosas superiores a la inteligencia del hombre más inteligente y para las cuales carece de expresiones vuestro lenguaje, limitado a vuestras ideas y sensaciones. La razón os dice,en efecto, que Dios debe tener esas perfecciones en grado supremo;porque, si careciese de una sola de ellas, o si no las poseyese en grado infinito, no sería superior a todo y por consiguiente no sería Dios. Por ser superior a todas las cosas, Dios no debe soportar ninguna vicisitud, ni tener ninguna de las imperfecciones que puede concebir la imaginación.

     Dios es eterno; si hubiese tenido principio, hubiera salido de la nada, o hubiese sido creado por un ser anterior. Así es como, de grado en grado, nos remontamos al infinito y a la eternidad.

     Es inmutable; si estuviese sujeto a cambios, ninguna estabilidad tendrían las leyes que rigen el Universo.

     Es inmaterial; es decir, que su naturaleza difiere de todo lo que llamamos materia, pues de otro modo no sería inmutable, porque estaría sujeto a las transformaciones de la materia.

     Es único; si hubiese varios dioses, no habría ni unidad de miras, ni unidad de poder en el ordenamiento del Universo.

     Es omnipotente; porque es único. Si no tuviese el poder soberano, habría algo más poderoso o tan poderoso como él; no habría hecho todas las cosas, y las que no hubiese hecho, serían obra de otro Dios.

     Es soberanamente justo y bueno. La sabiduría providencial de las leyes divinas se revela así en las más pequeñas como en las más grandes cosas y esa sabiduría no nos permite dudar ni de su justicia, ni de su bondad.
- El Libro de los Espíritus-
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" ESPÍRITAS, AMAROS; ES EL PRIMER MANDAMIENTO .
  INSTRUIROS; ES EL SEGUNDO MANDAMIENTO."

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