martes, 27 de septiembre de 2016

Relaciones de ultratumba



   ENFERMOS Y MEDIUMNIDAD
Toda enfermedad tiene raíces en el alma,por éste principio general no estamos,desde luego,autorizados a decir que la mediumnidad sea el remedio para todos los males físicos,conteniendo en si la propiedad de sanar todas las dolencias de la criatura humana.
En el equilibrio espiritual que está confiado el trabajo de asegurarnos,en futuro remoto,la reencarnación en cuerpos relativamente,perfeccionados,sin las llagas comunes a los de hoy.
El desarrollo mediúmnico no deberá ser recomendado,pues,como fuga a dolencias conocidas o desconocidas de la ciencia oficial de nuestros días.Correremos el riesgo de agravar males en vías de instalarse o desarrollarse,tornándolos a veces irreversibles,si encaminamos a todos los enfermos que nos buscan a un estado de florecimiento mediúmnico indiscriminado.
Habrá casos de enfermos que son médiums,y algunos hasta con dolencias infecto-contagiosas.
El buen sentido nos impele a coincidir con el Espíritu de André Luiz ,en Conducta Espírita,en la afirmación de que:un enfermo médium es un médiun-enfermo o sea,es un médium que precisa cuidar por su reajuste psico-orgánico,antes de intentar el intercambio mediúmnico.Le cabe,de ésta forma,atender al tratamiento médico a que se somete y sustentar el aprendizaje del Cristianismo Redivivo.No ejercitará su sentido mediúmnico en tanto no se recupere parcialmente de sus males físicos,salvo si estuviera internado en sanatorios o locales a donde mantengan contacto con hermanos que atraviesan las mismas experiencias dolorosas.
Es por amor al enfermo que no le crearemos obligaciones que por el momento se siente imposibilitado de cumplir,en vista de sus deficiencias orgánicas.Su estado anormal lo sensibiliza extremadamente,tornándolo vulnerable a las influencias viciosas de Espíritus enredados en el mal,cuando asiste a sesiones mediúmnicas.Y si insistimos en mantenerlo en tareas o en recinto
inadecuado a su estado orgánico,estaremos asumiendo un límite de corresponsabilidad por el agravamiento de sus problemas.
Es un programa de trabajo y definición de responsabilidad que tenemos a nuestro frente y que nos pide el máximo equilibrio psico-orgánico para rendir lo mejor en favor de nuestro prójimo.
DESARROLLO MEDIÚMNICO:ROQUE JACINTO
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                        LA ESENCIA 

Era un apacible día luminoso, de esos que se suceden en la India. Estaban paseando por el bosque un abuelo y su nieto. El niño gozaba del espíritu del buscador, de aquél que quiere hallar respuestas a los grandes misterios de la existencia. 
De repente, dijo: 
– Abuelo, ¿qué sucede cuando el cuerpo muere? 
La voz cansada pero cariñosa del abuelo, dijo: 
– Mi querido nieto, el cuerpo muere, pero el ser (sí-mismo) nunca muere. Él está en tí y en mí y en todos los seres, pero es también el ser de todo el universo. Es la esencia sutil que todo lo anima. 
– Abuelo, perdona, pero no termino de comprender lo que quieres decirme – replicó con respeto el jovencito. 
En el perfecto silencio del bosque, el abuelo y el nieto siguieron paseando. 
De pronto, el abuelo dijo: 
– Ve hasta aquel árbol y coge un fruto de sus ramas. 
El niñito fue hasta el árbol y cogió uno de sus frutos. Luego volvió hasta su abuelo y se lo mostró. 
El anciano dijo: 
– Ahora quita la cáscara a ese fruto y dime qué ves. 
– El fruto, abuelo. 
– Abre el fruto. ¿Qué ves? 
– Granos, abuelo. 
– Coge un grano y ábrelo. ¿Qué ves? 
– Minúsculos granitos, abuelo. 
– Abre uno. ¿Qué ves ahora? 
– Abuelo, nada. No hay nada dentro. 
Y el abuelo explicó: 
– Esa esencia sutil que tus ojos no pueden ver, querido mío, esa esencia sutil es el ser. Mantiene en pie al gran árbol. Nos mantiene vivos a ti y a mí, como hace que el fuego arda y el río fluya. No ves esa esencia sutil, pero está ahí. 
El niño sonrió satisfecho, agarrándose a la mano caliente de su abuelo. El anciano y el muchachito siguieron caminando por el bosque. 

Fuente: un pasaje de los Upanishads encontrado en el libro “Cuentos espirituales de la India” de Ramiro A. Calle
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                 LAS FACULTADES SIN LÍMITES
A nosotros, hombres, encerrados en la carne, nos es difícil formarnos una idea del papel del Espíritu, que lleva en sí todas las potencias, todas las fuerzas del Universo, todas las bellezas, los esplendores de la vida celeste, a los que irradia sobre el mundo. Mas lo que podemos y debemos comprender es que estos Espíritus poderosos, estos misioneros, estos agentes de Dios han sido, como nosotros, hombres de carne, llenos de debilidades y de miserias. Si han llegado a esas alturas, es por sus investigaciones y sus estudios, por la aplicación, en todos sus actos, de la ley divina. Ahora bien, todo lo que ellos han hecho, podemos hacerlo nosotros. Todos tenemos en nosotros mismos los gérmenes de una potencia y de una grandeza iguales. Todos tenemos los mismos destinos espléndidos; todos tenemos el mismo porvenir grandioso y sólo depende de nosotros realizarlo a través de nuestras existencias innumerables. 
Gracias a los estudios psíquicos, a los fenómenos telepáticos, estamos al menos en situación de comprender, desde ahora, que nuestras facultades no están limitadas a lo que son nuestros sentidos. Nuestro Espíritu puede irradiar más allá de nuestro cuerpo; puede recibir las influencias de los mundos superiores, las impresiones del pensamiento divino. El llamamiento del pensamiento humano es oído por el pensamiento divino; el alma, rompiendo las fatalidades de la carne, puede lanzarse hacia ese mundo espiritual, que es su herencia, su futuro divino. Por eso es preciso que cada uno se convierta en su propio médium y aprenda a comunicar con el mundo superior del Espíritu. 
Este poder ha sido hasta aquí el privilegio de algunos iniciados. Hoy es necesario que todos lo adquieran y que la generalidad de los hombres llegue a comprender las manifestaciones del pensamiento superior, a lo cual puede llegar por medio de una vida pura y sin mancha y un entrenamiento gradual de sus facultades. 

LEÓN DENIS
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Relaciones de ultratumba 

274. Los diferentes grados de Espíritus ¿establecen entre sí una jerarquía de poderes? ¿Hay entre ellos subordinación y autoridad?

- Sí, y muy grande. Los Espíritus tienen unos sobre otros una autoridad relacionada con su superioridad, la que ejercen por medio de un ascendiente moral irresistible. 
274 a. ¿Les es posible a los Espíritus inferiores sustraerse a la autoridad de los que son superiores a ellos? 
- Ya lo dije: irresistible. 
275. El poder y la consideración de que ha disfrutado un hombre en la Tierra ¿le otorga una supremacía en el Mundo de los Espíritus? 

- No, porque en él los pequeños serán ensalzados, y los grandes, humillados. Lee los Salmos. 
275 a. ¿Cómo debemos entender ese ensalzamiento y esa humillación? 
- ¿No sabes tú que los Espíritus pertenecen a diversas graduaciones, según su mérito? Pues bien, el más grande en la Tierra puede hallarse en la última categoría entre los Espíritus, al paso que su servidor estará en la primera. ¿Comprendes esto? ¿O acaso no dijo Jesús: Todo aquel que se humille será elevado, y todo aquel que se eleve será humillado? 
276. El que ha sido grande en la Tierra y se encuentra ahora inferior entre los Espíritus ¿siente humillación por eso? 

- Con frecuencia una humillación muy grande, sobre todo si era orgulloso y envidioso. 
277. El soldado que, tras la batalla, encuentra a su general en el Mundo de los Espíritus, ¿le reconoce todavía por su superior? 

- El título nada significa. La superioridad real lo es todo. 
278.* Los Espíritus de los diversos órdenes ¿están mezclados? 

- Sí y no. Esto es, se ven, pero se distinguen unos de otros. Se rehúyen o se acercan, según sea la afinidad o antipatía de sus respectivos sentimientos, igual que como sucede entre vosotros. Es todo un mundo, del cual el vuestro es un reflejo oscurecido. Los del mismo rango se reúnen por una especie de afinidad y forman grupos o familias de Espíritus, ligados por la simpatía y por el objetivo que se proponen. Los buenos, por el deseo de hacer el bien; los malos, por el de realizar el mal, o por la vergüenza de sus faltas y la necesidad de encontrarse entre Seres semejantes a ellos. Allan Kardec 

Así como una gran ciudad, donde los hombres de toda categoría y condición se ven y se encuentran sin por ello confundirse; donde las sociedades se forman por la analogía de los gustos; donde vicio y virtud se codean sin decirse nada. 

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC.
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COMBATIENDO LOS OBSTÁCULOS
Mercedes Cruz  Reyes
Para los seres que han venido a este mundo con el peso de su expiación, hay días que sus horas se eternizan, ¡porque cuando lloramos, que largo parece el tiempo! Y aunque brille el sol con sus rayos esplendorosos, todo lo vemos envuelto en la neblina  que forman nuestras lágrimas; en cambio cuando cesa la  tempestad de nuestros infortunios aunque el cielo este cubierto de nueves negras, nos parece que todo sonríe en la Naturaleza, y es que sonríe nuestro Espíritu, eso recibe el nombre de ratitos cortos de felicidad, de goce, de dicha.
La interferencia psíquica de unas criaturas sobre las otras, desencarnadas o no,  es responsable por casi la totalidad  de los males que las afligen, dentro naturalmente  de los compromisos cármicos  de cada cual.  La acción mental de un agente sobre otro individuo, si este no posee las defensas y resistencias  especificas, termina  por perturbarle  el campo periespiritual, abriendo brechas  para la instalación de variadas dolencias  o la absorción de vibraciones  negativas, generando lamentables  dependencias.
El hombre se puede comparar a un árbol. Sus raíces  de sustento y nutrición afincadas en el suelo son su pasado espiritual; el tronco es su existencia actual; las ramas  y las hojas  son sus actitudes presentes; las flores y los frutos será su futuro. Si las raíces permanecen  en suelo árido o pantanoso, nada fértil o pedregoso, la falta de vitalidad para mantener la sabia termina por exterminar la vida, que se agota lentamente, aunque  el aire generoso y la lluvia contribuyan a su preservación. Solamente a través de la corrección de la tierra, de su abono, es que las energías vitales correrán  por toda su estructura, llevándolo al vigor, a la floración y a  la fructificación.
En  caso contrario, aunque consigamos  el desarrollo, este será incompleto, frágil y la producción mustia. Nuestro pasado moral  se convierte en el terreno de sustentación de las raíces y todo dependerá de las acciones practicadas, que responderán  por los acontecimientos  que surgen.
En el caso del árbol, con la presencia de la hierba parasitaria suscionandole la sabia o de los insectos  dañinos que lo explotan, la muerte por agotamiento es inevitable. Del mismo modo ocurre con nosotros: al cargar parásitos psíquicos que nos debilitan, interfiriendo en nuestro comportamiento tal como acontece en el reino vegetal, ellos pasan a tener control  y fuerza sobre su víctima, que se extenúa y consume.
Todos debemos procurar recursos para mantener en pie nuestro árbol, para no dejarnos enfermar por las malas influencias, adquiriendo equilibrio mental, con la acción noble, la conversación edificante en otras palabras, con la vivencia  de las directrices del Evangelio de Jesús, lo malo desaparecerá de nuestro plano evolutivo.  Mientras que si  nos damos a los bajos niveles de conducta, si tenemos aspiraciones brutas, el intercambio con esas energías nos producirá afecciones psíquicas prolongadas, con terribles reflejos  en la salud física.
En cambio, mediante  la preservación de la salud moral del autoconocimiento, del cultivo y vivencia de las ideas estimulantes del progreso, de la armonía y del bien general, mantendremos  la dinámica del equilibrio, irrigando la vida con paz y sustentándola en niveles elevados.  Nosotros somos responsables, por todo cuanto nos sucede. Conforme a lo que pretendemos o deseamos con ansia, proyectamos la idea y de acuerdo con lo que vitalizamos, así ocurre.
Cada ser es un universo aparte. Aislándose por la meditación, inmerso en la reflexión o gritando desesperado, supera los límites de área  en que se encuentra o se evade de ella por medio del pensamiento, perdiendo contacto con el tiempo y el lugar momentáneo.
Procuremos evadirnos, de los problemas que nos afligen, para vivir lo mejor posible este día de descanso, al lado de nuestra familia, evadiéndonos un poco de todo lo que ocurre fuera de casa, el lunes seguramente volveremos a la misma rutina, a los mismos problemas, pero si hemos sido capaces de aislarnos, volveremos fortalecidos, y podremos arrastrarlos con más soltura.
No adelantemos acontecimientos, por el contrario, aprendamos a dejar los problemas de difícil solución aplazados, somos como el viajero que se para en medio del camino, deja su carga, y para, con el fin de descansar y tomar alimento, el sábado, es un día genial para alimentarnos, con la lectura edificante, con el Evangelio en el hogar y con la vivencia al lado de los nuestros, y quien sabe, el lunes cuando retornemos a la marcha, si la carga nos fue aminorada, y nuestro espíritu fortalecido la torna más frágil, perdiendo intensidad a nuestros ojos.

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