ALGUNOS CONSEJOS NECESARIOS PARA NUESTRO CRECIMIENTO ESPIRITUAL.
Olvidar las ofensas por grandes que hayan sido. Tenemos que perdonar de todo corazón, sin agravios ni resentimientos de ninguna clase. Limpiar el aura de toda energía que nos pueda perturbar, de todo recuerdo, de toda imagen desagradable.
Hacer todo el bien que podamos sin esperar nada a cambio. Esa es la Ley del Amor: la Ley que rige y se coloca delante y por encima a todas las demás leyes.
Colocar a Dios (en la forma que lo veamos o concebimos) primero, por encima de todo lo demás. No debemos actuar sin Él, sin su orientación y sus consejos. Debemos someternos a Su Voluntad, igual que los niños que aman y que respetan a sus padres. Espiritualmente, no somos tan adultos todavía. Recién comenzamos abrir los ojos y a ver. Tengamos y vivamos en Fe firme, sin titubear, sin flaquear, sin caer.
Hacer más por nosotros mismos, mas trabajo con uno, mas observación de los cambios internos, de las debilidades, las frustraciones, las penas, los llantos, las alegrías. Conozcámonos mejor. Empleemos más tiempo en el silencio, en la conversación con los maestros.
No nos demos a los excesos de ninguna manera. Actuemos siempre con prudencia, con atino, con cuidado. Previniendo las consecuencias de nuestros actos, de las palabras. Reconociendo el poder de las energías que se crean en nosotros y soltamos hacia los demás…energías buenas o energías malas, todo depende.
Si no podemos tener buenas compañías es mejor estar solos. La buena lectura, la música agradable, la alegría de vivir, de sonar, de amar. Es bueno pensar, pero pensar bien...buscar a Dios en todo momento...desechar lo malo, limpiar la mente de toda frustración y malos recuerdos.
La soledad se puede convertir en ese taller de trabajo tan necesario y del que tan necesitados estamos todos.
¡Que seas feliz! Detente por un momento, recobra tus fuerzas, calibra tus metas y fija el rumbo que deseas seguir...no te desanimes por los fracasos, son parte importante del crecimiento. Las caídas son muy necesarias para el que aprende a caminar.
Bueno, te diría más...pero por ahora creo es ya suficiente. ¡Que tengas un hermoso día!
-Reinaldo Formoso -
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SER SOLIDARIOS
Christian McPhilamy, un niño de 8 años, de Mel- bourne, estado de Florida, EEUU, decidió dejar que su pelo creciera, a fin de hacer pelucas para niños con cáncer. McPhilamy tuvo la idea hace unos años, viendo un anuncio de cáncer pediátrico. En esa ocasión descubrió que los niños se quedaban calvos con la quimioterapia y que podría ayudarles donando sus propios cabellos. Para ello, dejó crecer su pelo. Su melena se hizo tan larga que empezó a sufrir acoso en la escuela, no obstante, soportó las críticas y el asedio moral. Fueron dos años de provocaciones de colegas y adultos que lo llamaban niña. Cuando los mechones ya estaban bastante largos, él se afeitó la cabeza y donó 30 centímetros de pelo a una institución que hace pelucas gratuitas para niños con cáncer. También sobre el mismo asunto, en Irán, el profesor Ali Mohammadian percibió que Mahan Rahimi, de 8 años de edad y alumno suyo, era portador de una enfermedad rara que provoca la pérdida de pelo. Rahimi se aisló tras haberse quedado calvo. Su alegría desapareció completamente y el profesor, preocupado con el rendimiento escolar del niño debido al bullying, decidió afeitarse la cabeza y quedar calvo como el niño a fin de dar un “basta ya” a las agresiones verbales y físicas que Mahan sufría en el colegio. Algunos días después, inspirados por el profesor, todos los compañeros de clase de Mahan decidieron afeitarse la cabeza también, generando una onda de solidaridad que sorprendió a todos. La valiente actitud del profesor fue amplia- mente divulgada en los medios de comunicación de Irán y Ali Mohammadian se convirtió en un héroe nacional. Al visitar al enfermo en el lecho de un hospital, cuando extendemos las manos al preso en la cárcel, al remitir una tarjeta de “feliz cumpleaños” a un amigo, al donar las provisiones de la cesta básica a una familia carente, cuando telefoneamos a alguien que no vemos desde hace mucho tiempo, cuando prestamos atención al próximo, establecemos un vínculo solidario. Obviamente, la solidaridad es una palabra que asombra a los individualistas, porque provoca la movilización de recursos en favor del prójimo, sin embargo, les guste o no, es la ley de la asistencia mutua y de la dependencia recíproca, sin la cual todo progreso, en el planeta, es prácticamente imposible. La Ley que rige las relaciones sociales impulsa al hombre a la solidaridad y al amor, chispa sublime que todos, sin excepciones, tenemos en el corazón, dado que un hombre, por más abominable que sea, dedica a alguien, o a un animal o a un objeto cualquiera, vivo y ar- diente afecto. Allan Kardec preguntó a los Espíritus: “El hombre, al buscar a la sociedad, ¿obedece tan sólo a un sentimiento personal o hay en ese sentimiento un objetivo más general de la Providencia? Los Benefactores esclarecieron: El hombre debe progresar. Solo, no puede hacerlo, porque no posee todas las facultades. Necesita el contacto con los demás. En el aislamiento, se embrutece y se marchita”. [1] Ser solidario es sentir la necesidad íntima de dividir algo o alguna cosa con el prójimo. Solidarizarse es el anhelo de identificación con las dificultades de los demás, que lleva a las personas a auxiliarse mutuamente. Es el compromiso por el cual nos percibimos en el comprometimiento de ayudarnos unos a los otros. Sin el debido culto a la solidaridad nuestros pasos, por más firmes que sean, solo encontrarían adelante intranquilidad y agitación, discordia y destrucción. Todo es interdependencia y sustentación reciproca en toda la naturaleza, para que disfrutemos la experiencia de la existencia física rumbo a la noble elevación de la inmortalidad vencedora. En Devon, Inglaterra, la señora Molly-Mole Povey, preocupada con su hijo Roman que se quejó de no tener amigos en la escuela, Actualidad Espiritista decidió colgar un mensaje en Facebook, solicitando a las personas que deseasen un “feliz cumpleaños” a su hijo. El mensaje de Molly “se hizo viral”[2] y centenares de tarjetas llegaron a casa de la familia, incluso de lugares tan distantes como Nueva Zelanda, Dubai, Finlandia, Dinamarca, Egipto, Noruega, Alemania y Australia. En realidad, Molly-Mole esperaba sólo que algunas personas de la escuela enviasen una tarjeta “virtual” a su hijo, pero (el post) fue muy compartido y personas del mundo entero se ofrecieron para enviar tarjetas de “feliz navidad”. Esa es la prueba cabal de que el ser humano tiende a la solidaridad. Aristóteles, el filósofo griego, afirmó que “el hombre es un animal social”, es decir, él no se basta a sí mismo, pues (re)nació para interactuár con sus semejantes. Emmanuel enseña que la Tierra debe ser considerada una escuela de solidaridad para el perfeccionamiento y la regeneración de todos nosotros. “En el dolor como en la alegría, en el trabajo feliz como en la experiencia escabrosa debemos considerar la reencarnación como un proceso de sublime aprendizaje fraterno, concedido por Dios a sus hijos, en el camino del progreso y de la redención.”[3] Sin embargo, diversas criaturas, de un modo general, aun tienen mucho de la tribu, encontrándose encarcelados en los instintos propiamente humanos, en la lucha de las posiciones y de las adquisiciones, dentro de un egoísmo casi feroz, como si guardasen consigo, indefinidamente, las herencias de la vida animal. “La fraternidad [solidaridad] conquista una nueva expresión en lo íntimo de la criatura, a fin de que el Espíritu pueda alzar el gran vuelo hacia los más gloriosos destinos.” [4] La fraternidad [solidaridad] puede traducirse “por cooperación sincera y legítima, en todos los trabajos de la vida, y, en toda cooperación verdadera, el personalismo no puede subsistir, resaltando que quien coopera cede siempre algo de sí mismo, dando el testimonio de abnegación, sin la cual la fraternidad no se manifestaría en el mundo, de modo alguno.” [5] Dentro de los auténticos manifiestos cristianos nace la solidaridad, que sólo puede ser ejercida por los que no viven sólo para sí. Atendamos a los impositivos de la solidaridad y comprendamos que la Ley Divina en ningún momento nos sugiere un aislamiento que, en realidad, es siempre egoísmo, aun cuando nos ausentemos de la batalla humana, bajo la argumentación de cultivar la virtud y garantizar la fe. Observemos que la propia familia consanguínea es un orden de auxilio mutuo. Nadie reencarna sin el desvelo de la cuna y la cuna es sucesivamente el desvelo de la madre, el sostén del padre a deshacerse en disposiciones de paz y luz. La solidaridad es una actitud que tiene una función preponderante en esta batalla trabada por el hombre contra sí mismo. Algunos infelizmente permanecen bajo el yugo de la soledad, del estar en sí mismo, en el seno de un agrupamiento de siete mil millones de personas. Ser solidario es acudir incondicionalmente a los que carecen de ayuda. No podemos caer en la fosa profunda del egoísmo, o sea en la fosa que la experiencia ya demostró no ser tapada por bienes materiales. Un agujero que solo puede ser lle- nado por una vida honrada, cuyo designio básico es ser solidario, por el simple placer de serlo.
- Jorge hessen-
Procedente de Actualidad Espiritista
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FAMILIA Y PARENTESCO
LA SANGRE NOS HACE PARIENTES, PERO LA LEALTAD NOS HACE FAMILIA Llegamos a este mundo como caídos de una chimenea. Al instante, nos vemos unidos a una serie de personas con los que compartimos su sangre, sus genes. Una familia que nos hará encajar en sus mundos particulares, en sus modelos educativos, que intentarán inculcarnos sus valores, más o menos acertados… Todo el mundo tiene una familia. Tener una es algo fácil: todos tenemos un origen y unas raíces. No obstante, el mantenerla y saber cómo construirla, alimentando el vínculo día a día para conseguir que esté unida, ya entra en otro nivel. Todos disponemos de madres, padres, hermanos, tíos… En ocasiones grandes núcleos parentales con miembros que, posiblemente, hayamos dejado de ver y tratar. ¿Hemos de sentirnos culpables por ello? La verdad es que en ocasiones sentimos casi una obligación “moral” por llevarnos bien con ese primo con quien tan pocos intereses compartimos, y que tantos desprecios nos ha hecho a lo largo de nuestra vida. Puede que nos una la sangre, pero la vida no nos encaja con ninguna pieza, así que el alejarnos o mantener un trato justo y puntual no debe suponernos ningún trauma. Ahora bien ¿qué ocurre cuando hablamos ya de esa familia más cercana? ¿De nuestros padres o hermanos?… El vínculo va más allá de la sangre En ocasiones se tiende a pensar que ser familia supone compartir algo más que la sangre o un mismo árbol genealógico. Hay quien casi de modo inconsciente, cree que un hijo debe tener los mismos valores que los padres, compartir una misma ideología y tener un patrón de conducta semejante. Hay padres y madres que se sorprenden de lo diferentes que son los hermanos entre sí… ¿Cómo puede ser si son todos hijos de un mismo vientre? Es como si dentro del núcleo familiar tuviera que existir una armonía explícita, ahí donde no hayan excesivas diferencias, donde nadie deba salirse del “patrón” y todo esté controlado y en orden. Ahora bien, algo que debemos tener claro es que nuestra personalidad no se trasmite genéticamente al 100%, se pueden heredar algunos rasgos, y sin duda, el vivir en un entorno compartido nos hará compartir una serie de dimensiones. Pero los hijos no son moldes de los padres, ni éstos van a conseguir nunca que los niños sean como ansían sus expectativas. La personalidad es dinámica, se construye día a día y no atiende a las barreras que en ocasiones, intenten alzar los padres o las madres. De ahí en ocasiones que aparezcan las habituales desilusiones, los encontronazos, las desavenencias…. Para crear un vínculo fuerte y seguro a nivel familiar, deben respetarse las diferencias, promover la independencia a la vez que la seguridad. Hay que respetar la esencia de cada persona en su maravillosa individualidad, sin poner alambradas, sin sancionar cada palabra y cada comportamiento… Claves de las familias que viven con armonía En ocasiones, muchos padres ven cómo sus hijos se alejan del hogar familiar sin establecer más contacto. Hay hermanos que dejan de hablarse entre sí y familias que ven cuántas sillas vacías yacen en silencio en el salón del hogar. ¿A qué se debe? Está claro que cada familia es un mundo, un micromundo con sus pautas, sus creencias y a su vez, con esas persianas bajadas donde solo ellas mismas saben lo que ha sucedido en el pasado, y cómo se vive el presente. No obstante, podemos hablar eso sí de unos ejes básicos que deben hacernos reflexionar. – La educación tiene como finalidad dar al mundo personas seguras de sí mismas, capaces e independientes para que puedan alcanzar su felicidad, y a su vez sepan ofrecerla a los demás. ¿Cómo se consigue esto? Ofreciendo un amor sincero que no impone y que no controla. Un cariño que no sanciona por como uno sea, piense o actúe. – No debemos responsabilizar siempre a los demás de lo que nos ocurre. No hay que culpar a esa madre o a ese padre de que hoy en día, aún me sienta insegura e incapaz de hacer determinadas cosas. O a ese hermano que tal vez, siempre fue mejor atendido o cuidado que nosotros. Está claro que a la hora de educar siempre se cometen errores. Pero nosotros, también debemos tomar el control de nuestra vida, y saber reaccionar, y tener voz, y saber decir no, y pensar que somos capaces de EMPRENDER con seguridad y madurez nuevos proyectos, nuevos sueños sin ser esclavos de los recuerdos familiares del ayer. Ser familia NO supone compartir siempre las mismas opiniones y los mismos puntos de vista. Y no por ello hemos de juzgar, sancionar y aún menos despreciar. Comportamientos como estos crean distancias y hacen que en el día a día, encontremos mayor lealtad en los amigos que en la familia. – En ocasiones, tenemos la “obligación moral” de tener que seguir manteniendo contacto con esos familiares que nos hacen daño, que nos incomodan, que nos sancionan. Son familia, no cabe duda, pero debemos tener en cuenta que lo que de verdad importa en esta vida es ser feliz y tener un equilibrio interno. Una paz interior. Si ése o esos familiares vulneran nuestros derechos, deberemos poner distancia. La mayor virtud de una familia es aceptarse unos y otros tal y como son, en armonía, con cariño y con respeto - Viviana Clara Gianaitelli- ******************************** ¿ CUAL ES TU MODELO ? Facilmente es observable que el ser humano copia comportamientos, asimilando ideas y modismos de los más diversos. Las diversas medidas, utilizando personalidades exitosas en sus campos dee actuación profesional, impactan profundamente en nuestras vidas, como se refiere a la Benefactora Espiritual Joanna de Angelis. " La alucinación mediática al servicio del mercantilismo de todo, viene, poco a poco, dessacralizando al ser humano, que pierde el sentido existencial , cayendo en el vacío agónico de si mismo. En una cultura eminentemente utilitarista e inmediatista, el tiempo sin tiempo, favorece la fuga de la autoconciencia del indivíduo para el consumismo tan arbitrario como perverso, en el que el culto a la personalidad tiene primacía, desde la utilización de los recursos de implantes y programas de perfeccionamiento de las formas, con tratamientos especializados y de alto coste, hasta los sacrificios quirúrgicos modificando la estructura de la organización somática" Por desconocer nuestra propia naturaleza, facilmente nos dejamos llevar por pensamientos y conductas de lo más esdrújulos. El Benefactor Espiritual Emmanuel, opina: " Si el hombre pudiese contemplar con los propios ojos las corrientes de pensamiento, reconocería de pronto, que todos vivimos en régimen de comunión, según los principios de la afinidad. Así también, en la vida común, el alma entra en resonancia con las corrientes mentales en las que respiran las almas que se le asemejan. Asimilamos los pensamientos de aquellos que piensan como pensamos. Invariablemente, estamos atrayendo o repeliendo recursos mentales que se agregan a los nuestros, fortificándolos para bien o para mal, según la dirección que escojamos. El deseo es la alabanza de nuestro sentimiento, generando la energía que consumimos, según nuestra voluntad·." La Doctrina Espírita, anges de Emmanuel, en la Cuestión 467 de "El Libro de los Espíritus", nos esclarece que más allá de la influencia de los pensamientos de los encarnados, también estamos sujetos a las ideas de los desencarnados. " ¿ Puede el hombre eximirse de la influencia de los Espíritus que procuran arrastrarlo al mal?- Puede, visto que tales Espíritus solo se apegan a los que, por sus deseos, los llaman, o a los que por sus pensamientos los atraen ." Se hace evidente que necesitamos educar nuestros deseos y pensamientos, para que podamos tener una vida mental menos sujeta a lo que es perjudicial a nuestros espíritius, y la receta para esa condición nos fue dada por Nuestro Señor Jesus Cristo: " Vigilad y orad " (4) Por vigilancia, entiéndase el acompañamiento en tiempo real de lo que se pasa en nuestra mente, sustituyendo pensamientos y voluntades en desacuerdo con la moral expuesta en el Evangelio, por pensamientos constructivos y vinculados con la Ley del Amor, y por orar para la elevación del patrón vibratorio de nuestros espíritus. Conocedor de nuestras almas, el Señor nos avisó sobre la consecuencia de elegir mal a quienes seguimos: " Dejadlos; son ciegos conductores de ciegos. Porque si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en la sima"(5) Siempre estaremos entregados a nuestro libre arbitrio, pero por cuenta de nuestra infantilidad espiritual no entendemos Su palabra esclarecedora. " Yo soy la luz del mundo; quien me sigue no andará en tinieblas, porque tendrá la luz de la vida" (6) Como hemos preferido el mundo, con sus personalidades de los más variados matices y sin un mínimo de análisis moral, la Doctrina Espírita reaviva la condición máxima del Señor Jesús para reflejarnos en nuestros comportamientos. " Cual es el tipo más perfecto que Dios ha ofrecido al hombre, para servirle de guía y modelo?- Jesús" (7) Ante esta respuesta comenta Allán Kardec : " Para el hombre, Jesús constituye el tipo de la perfección moral ql que la Humanidad puede aspirar en la Tierra. Dios nos lo ofrece como el más perfecto modelo y la doctrina que enseñó es la expresión más pura de la Ley del Señor, porque, siendo Él el más puro de cuantos han aparecido en la Tierra, el Espíritu divino lo animaba". Pensemos en esto. Antônio Carlos Navarro | |||||||||||||||||||||||||||||||||
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¿Qué aspecto tienen los Espíritus?
Tienen un aspecto humano normal, como si estuvieran
en un soporte físico, por lo que no
tiene nadie por qué imaginar aspectos
tétricos o monstruosos propios de las películas de ficción y creer que debe de ser algo terrible ver a un Espíritu o a un
fantasma, tal como se les ha llamado
popularmente, sintiendo temores
irracionales ante la sola idea de encontrarnos ante su presencia. Lo que podemos ver, siempre es
una apariencia o una imagen inmaterial, y esta
imagen es una
imagen humana, como
la de cualquier humano normal.
Solo reflejan un aspecto aterrador aquellos Espíritus de baja condición moral, que ya lo eran cuando vivían en este mundo, aunque se camuflaban bajo la apariencia de un cuerpo físico que, como una máscara, les disimulaba su pobre condición espiritual. Pueden reflejar un aspecto aterrador o al menos muy desagradable aquellos que se presencian, estando todavía fuertemente influenciados por el proceso de putrefacción del cuerpo material que quedó en la tumba, pero al cual estaban muy apegados y aun lo están; así se han dado casos de verse estas presencias de aspecto humano, pero muy demacrado, sin nariz o sin orejas, sin labios y mostrando la dentadura cadavérica, etc...
En el mundo espiritual al que pertenecen los Espíritus de un nivel medio en la escala evolutiva, mantienen la misma forma humana de la última personalidad que revistieron en este mundo , pero frecuentemente más rejuvenecidos y embellecidos, y a diferencia del ser humano de este mundo, carecen de la rigidez en los movimientos normales de los que nos llamamos vivos .
Estas formas humanas con sus apariencias de persona normal se las proporciona su Periespíritu, semejante al último cuerpo que tuvieron en este mundo, y tienen la propiedad de ser asombrosamente flexibles y comprimibles a voluntad propia. Esto le permite a los Espíritus mantener o recobrar las apariencias y aspectos que tuvieron en épocas pasadas.
A los Seres que fueron conocidos en vida, se les puede reconocer porque se presentan normalmente ante “los vivos”, con el mismo aspecto que tenían en este mundo, aunque cuando son Seres felices, en el Mas Allá, tal como indicamos atrás, este aspecto suele ser mucho más jovial y saludable que el que presentaban cuando revestían su cuerpo físico.
Así, parece ser que el Ser espiritual
conserva el aspecto que le confiere su estado íntimo, de dicha o de
infelicidad, de modo que tiene hasta cierto punto la capacidad de modificar a
voluntad y temporalmente su aspecto ante quienes se presenta , a fin de poder
ser reconocido por algún otro Ser espiritual o humano al que conoció
anteriormente, y no solo esta capacidad sirve
para modificar a voluntad su aspecto individual sino que para ser mejor reconocido , mediante un fenómeno de ideoplastia ( del que ya hablamos anteriormente) , es capaz de hacerlo junto a la imagen de elementos que le acompañaron habitualmente en vida y por los que también es identificado, como puede ser una prenda , un bastón, etc
Cuando alguna vez se han materializado, los ha visto y hasta tocado, muchas personas, pero cuando es una materialización parcial, la capacidad de verlos corresponde solamente a las facultades de videncia espiritual.
Dependiendo de su estado emocional en la dimensión donde se encuentren, suelen presentar un aspecto humano normal, como si estuvieran en un soporte físico, por lo que no tiene nadie por qué imaginar aspectos tétricos o monstruosos propios de las películas de ficción y creer que debe de ser algo terrible ver a un Espíritu o a un fantasma, tal como se les ha llamado popularmente, sintiendo temores irracionales ante la sola idea de encontrarnos ante su presencia.. Lo que podemos ver, siempre es una apariencia o una imagen inmaterial, y esta imagen es una imagen humana, como la de cualquier humano normal.
Solo reflejan un aspecto aterrador aquellos Espíritus de baja condición moral, que ya lo eran cuando vivían en este mundo, aunque se camuflaban bajo la apariencia de un cuerpo físico que, como una máscara, les disimulaba su pobre condición espiritual. Pueden reflejar un aspecto aterrador o al menos muy desagradable, aquellos que aparecen estando todavía fuertemente influenciados por el proceso de putrefacción del cuerpo material que quedó en la tumba, pero al que estaban muy apegados y aun lo están; así se han dado casos de verse estas presencias de aspecto humano, muy demacrado, sin nariz o sin orejas, sin labios y mostrando la dentadura cadavérica, etc...
En el mundo espiritual al que pertenecen , mantienen la misma forma humana de la última identidad que revistieron en este mundo , pero frecuentemente rejuvenecidos y embellecidos, y a diferencia del ser humano de este mundo, carecen de la rigidez en los movimientos normales de los que nos llamamos vivos .
Estas formas humanas con sus apariencias de persona normal se las proporciona su Periespíritu, semejante al último cuerpo que tuvieron en este mundo, y tienen la propiedad de ser asombrosamente flexibles y comprimibles a voluntad propia. Esto les permite a los Espíritus mantener o recobrar las apariencias y aspectos que tuvieron en épocas pasadas
A los Seres que fueron conocidos en vida, se les puede reconocer porque se presentan normalmente ante “los vivos”, con el mismo aspecto que tenían en este mundo, aunque cuando son Seres felices, en el Mas Allá, tal como indicamos atrás, este aspecto suele ser mucho más jovial, joven y saludable que el que presentaban cuando revestían su cuerpo físico.
Así, parece ser que el Ser espiritual conserva el aspecto que le confiere su estado íntimo, de dicha o de infelicidad, de modo que tiene hasta cierto punto la capacidad
de modificar a voluntad y temporalmente su aspecto ante quienes se presenta , a
fin de poder ser reconocido por algún otro
Ser espiritual o humano al que
conoció anteriormente, y no solo esta capacidad sirve para modificar a voluntad su aspecto
individual sino que para ser mejor
reconocido , mediante un fenómeno de ideoplastia ( del que ya hablamos anteriormente) , es capaz de hacerlo junto a la imagen de los elementos y objetos que le acompañaron
habitualmente en vida y por los que también es identificado, como puede ser una
prenda , un bastón, etc.
Cuando
alguna vez se han materializado los Espíritus desencarnados, los han visto y hasta tocado muchas personas,
lo que hace suponer que el aspecto no imponía miedo ni repulsión.
- José Luis Martín
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“Pero tú –el verdadero tú- eres una chispa de la Divina Llama Dios, que
es omnipotente, mora en ti y por esa
razón nada existe que tú no puedas hacer si
quieres lograrlo”.
-Krishnamurti-
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