viernes, 2 de diciembre de 2016

DIOS, EL GRAN MISTERIO


              ABORTO DELICTUOSO 

    Nos conmovemos habitualmente ante las grandes tragedias que agitan la opinión. Homicidios que convulsionan la prensa y movilizan largos equipos policiales... Robos espectaculares que inspiran amplias medidas de vigilancia... Asesinatos, conflictos, engaños y asaltos de todo jaez crean la guerra de nervios en todas partes; y, para cohibir semejantes fecundaciones de ignorancia y delincuencia, se levantan cárceles y se unen grilletes, se organiza el trabajo forzado y en algunas naciones la misma lapidación de infelices es practicada en la calle, sin ningún atisbo de compasión.

    Sin embargo existe un crimen más doloroso, por la voluptuosidad de crueldad con que es practicado en el silencio del santuario doméstico o en el regazo de la Naturaleza...
 Crimen aterrador, porque la víctima no tiene voz para suplicar piedad ni brazos robustos con que confiarse a los movimientos de la reacción. 

 Nos referimos al aborto delictuoso, en que padres inconscientes determinan la muerte de sus propios hijos asfixiando su existencia, antes de que puedan sonreír para la bendición de la luz. 

¡Hombres de la Tierra y, sobre todo vosotros, corazones maternos llamados a la exaltación del amor y de la vida, absteneos de semejante acción que os desequilibra el alma y oscurece el camino! 

Huye del satánico propósito de sofocar los retoños de tu propio seno, porque los ángeles tiernos que rechazáis son mensajeros de la Providencia llegados al hogar en vuestro propio socorro y, si no hay legislación humana que os señale la torpeza del infanticidio, en los recintos familiares o en la sombra de la noche los ojos divinos de Nuestro Padre os contemplan desde el Cielo llamándoos, en silencio, a las pruebas del reajuste, a fin de que se os expurgue de la conciencia la falta indisculpable que perpetrasteis. 

Emmanuel – Chico Xavier. Libro: La Religión de los Espíritus. 
Reunión pública del 9/1/59

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TRABAJO INTERIOR DELICADEZA

La diplomacia está considerada por muchos, una profesión en torno a las apariencias, pues consiste en tener un buen trato con las personas, respetando la voluntad del otro, teniendo discreción y cortesía en el hablar, persiguiendo unos objetivos concretos. Pues lo que se busca es, tener unas relaciones positivas y pacíficas con los países de nuestro entorno. De lo contrario podrían volverse esas relaciones difíciles, intransigentes, con posibilidad de ocasionar conflictos sociales, económicos y hasta bélicos. Este arte se desarrolla en las relaciones externas que mantenemos con los demás países. En ocasiones se puede dar el caso que las negociaciones son independientes del tipo de pensamiento de los interlocutores que la practican. Hago esta similitud, en tanto en cuanto la delicadeza también consiste en la atención, trato amable, respeto, sencillez, tolerancia… y dialogo cortés con los demás. Pero este valor, ¡¡ si es una conquista interior del espíritu !! Como diría David Hume (1711-1776) la delicadeza es una cualidad “agradable a los demás”. Consiste en agradar sin adular, complacer sin mentir, ni rebajar. Pero en la sociedad de hoy en día, profundamente materialista, impera el egoísmo, que mira por el propio interés individual.  Actitud esta, que nos encamina a la soledad, a no darle importancia en la forma de relacionarnos con los demás, el pensar: “yo soy así, y no voy a cambiar” consiguiendo con esta actitud tan negativa, que nuestro trato con el prójimo sea áspero, arisco, mezquino… sin importarnos que cualquier gesto nuestro, pueda hacer daño. Y quizás mirando conseguir algún tipo de provecho en las interrelaciones que establecemos con la gente que nos rodea. Cuando la ira o el enfado aparecen, mostramos nuestra cara más oscura, al dejarnos llevar por lo negativo de esos sentimientos, nos volvemos resentidos con actitudes despreciativas hacia nuestro prójimo, demostrando la incapacidad para controlar esos sentimientos, y la inmadurez espiritual para saber dominar lo negativo que hay dentro de nosotros. 
    Deberíamos tener presente que nuestros gestos muestran la belleza o fealdad de nuestra alma. Nos preocuparíamos más de nuestro comportamiento, de nuestro interior. En esta vida es difícil ser prudente, tolerante ante actitudes ofensivas, gestos agresivos, con los que te encuentras en muchas ocasiones, cuando los demás los dirigen hacia nosotros. Lo que tenemos que valorar es hasta qué punto, ese clima de crispación que nos rodea, del que nos quejamos, no lo provocamos o alimentamos nosotros, en la parte que nos corresponde, con la intransigencia, intolerancia o terquedad que mostramos en ocasiones, cuando la tozudez puede más que la razón. Aparecen entonces las faltas de respeto a nuestros semejantes, creando muros que después cuestan mucho de romper. Cada ser humano es único y diferente a los demás, y cada uno debe ser tratado con respeto por muy opuesto que sea a nosotros, a la hora de pensar o sentir. Por lo que hay que ser cuidadoso con el lenguaje, prudente en el trato, teniendo presente su forma de pensar. 
    Herir susceptibilidades, con nuestro diálogo o gestos bruscos, no genera entendimiento, ni establece una situación agradable que propicie una buena relación. Cada ser humano es singular, cada cual tiene un punto de evolución diferente. Esto significa que un gesto que a uno le pueda parecer normal, al de al lado le puede ofender. Por tanto nuestro comportamiento tiene que ser exigente con el trato que demos a cada una de las personas con las que nos relacionemos.
    La delicadeza es sinónimo de, suavidad en el hablar, dulzura en los gestos, trato atento…; es un modo de mostrarse, de ser, de comportarse en la vida de todo espíritu noble, generoso y sosegado. Es confianza y llaneza sin familiaridad, también es diligencia y espíritu de servicio afectuoso. Es acogedora, ofreciendo respeto y comprensión. Sabe esperar, porque la paciencia es una de sus características. Entiende que para poder cambiar las cosas o que las personas cambien, se necesita de tiempo. Esta virtud puede dar la sensación de fragilidad, de no tener firmeza en sus principios, por no oponerse al contrario, de ser pusilánime. Nada más lejos de la realidad, son personas con las ideas muy claras, con unos indudables principios morales que les permite actuar en cada momento de la manera más adecuada a la situación que se le presente, tanto sea de ayuda, de comportamiento, de maneras… Siempre que decimos unas palabras amables, callamos con inteligencia ante una respuesta desafortunada, o controlamos nuestros enfados, crecemos interiormente, hacemos un esfuerzo para no importunar a nuestro interlocutor, desarrollamos la comprensión, tolerancia, capacidad de dialogo y luchamos para evitar que nuestros gestos o comentarios ataquen a los que nos rodean, consiguiendo que se sientan cómodos y serenos en nuestra compañía, dando confianza, haciéndoles sentir que pueden contar con nosotros. 
    La fortaleza moral siempre será causada por el equilibrio y paz interior, conseguido por nuestras luchas internas para alcanzar esa transformación moral, que nos hace ser poco a poco mejores. 
    La educación ayuda a aprender normas de urbanidad, las reglas con las que te conduces en la sociedad con normalidad por los círculos familiares, sociales y laborales en los que nos toca estar. Pero cuantas veces hemos conocido esa persona sencilla que sin tener una educación adecuada, desprende delicadeza en todo lo que hace y dice, en la forma de relacionarse con los demás. Esta naturalidad que muestra, es un ejemplo de trabajo interior realizado a lo largo de sus encarnaciones pretéritas, desarrollando valores que ayudan a conseguir esa virtud que muestra unos valores intrínsecos a ella, como pueden ser: cortesía, mesura, respeto, equilibrio, paciencia, bondad…

 La delicadeza es caridad, y ésta, se enriquece dentro de nosotros a la par que engrandecemos el amor en nuestras acciones desinteresadas; por eso la sonrisa natural que mostramos, palabras oportunas que consuelen, gestos que ayuden en situaciones difíciles, es expresión de serenidad y paz interior. El cuidado en los detalles de las cosas pequeñas que despiertan nuestro cariño; cuando ponemos atención a los mil y un detalles que surgen en la vida diaria. También podemos mostrar delicadeza en la forma de tratar los objetos que nos rodean, la corrección en el vestir, el aseo personal.
     La mujer es el alma en el hogar, también es resguardo y fuente de delicadeza. Ella es la que representa los componentes de dulzura y de paz en la humanidad. En una sociedad donde el respeto y los buenos modales se van perdiendo, donde la aspereza en el trato con los más mayores esta al orden del día; el ejemplo vivo que les podamos dar a nuestros hijos en el trato amable, alegría natural, los gestos afectuosos que ganan el corazón de los que tratan con nosotros, les va a ayudar en el aprendizaje de cómo se deben desenvolver a la hora de relacionarse con los demás. La conducta que presenta este valor se muestra en la alegría, en el dolor, en la felicidad, en la fe y serenidad que mostramos en las pruebas que tengamos que pasar, el interés afectivo que nos despiertan los que nos rodean y la paz que podamos conseguir en nosotros mismos y los demás. Escribe San Juan Crisóstomo (de Antioquía): “Que nuestra mirada no se distraiga por todas partes, ni nuestros pasos anden a la deriva, que nuestra boca pronuncie las palabras con calma y suavidad; en una palabra, que todo nuestro aspecto exterior refleje la belleza interior de nuestra alma”

 Gloria Quel © 2016, Amor, Paz y Caridad

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¿ Todos los Espíritus son iguales ?

¿ Hay dos personas exactamente iguales?.- Evidentemente No, excepto en el caso  de la clonación, si se practicara, y aun en ese caso lo único igual serían las materias, pero no los Seres que las revisten. Si las personas somos Espíritus encarnados y no hay dos iguales, quiere esto decir que No hay dos Espíritus que lo sean.
Al principio y en el comienzo de su andadura como espíritus humanos, si que  partimos todos  absolutamente  iguales  con  los mismos  atributos y las mismas oportunidades para comenzar un normal desarrollo evolutivo, pues todos nosotros  fuimos creados con todas las potencialidades latentes, y asimismo también  partimos iguales  como Seres sencillos e ignorantes, pues Dios, infinitamente justo, no pudo haber creado  desigualdades humanas desde el comienzo de nuestra andadura existencial.  Después, durante el transcurso  de la historia evolutiva de la humanidad, nos hemos ido diferenciando unos de otros debido a nuestro libre albedrío para evolucionar más o menos rápidamente, admitiendo pruebas  en cada vida humana y triunfando o fracasando en ellas, así como deteniéndonos en los precipicios  a que nos condujo la Ley de Consecuencias.
        Es evidente que  durante nuestro actual momento evolutivo, todos los Espíritus, tanto encarnados como desencarnados, no somos iguales, ni en inteligencia, ni en moral, ni en fuerza, ni en saber. Incluso dentro del mismo grado de la escala evolutiva, unos Espíritus son superiores a otros en cuanto al nivel de valores  y aspectos que definen sus características, y esta desigualdad solo se puede explicar  en base a una diferencia de niveles  de perfeccionamiento alcanzados.
   Podemos ver que al igual que cada persona es un mundo y cada uno somos un Ser con personalidad individualizada y diferente de cualquiera, de igual modo  con los Espíritus que todos somos, sucede algo semejante; no obstante al igual que se agrupan los individuos humanos según sus características generales, también los Espíritus se clasifican  y agrupan por afinidad en grandes grupos con arreglo a  unas particularidades comunes dentro de ellos.
  Es evidente que  durante nuestro actual momento evolutivo, todos los Espíritus, tanto encarnados como desencarnados, no somos iguales, ni en inteligencia, ni en moral, ni en fuerza, ni en saber. Incluso dentro del mismo grado de la escala evolutiva, unos Espíritus son superiores a otros en cuanto al nivel de valores  y aspectos que definen sus características, y esta desigualdad solo se puede explicar  en base a una diferencia de niveles  de perfeccionamiento alcanzados.
         Si  tomamos como referencia  lo descrito por Allan Kardec en la Codificación Espírita, vemos  el modo como los Espíritus  quedan  agrupados y clasificados  por ellos mismos, los que forjaron la llamada revelación espírita, o doctrina espírita.  Observamos en esta clasificación  que tienen una buena réplica entre  los Seres humanos, porque al fin y al cabo todos nosotros  también somos espíritus  encarnados.   Allan Kardec  los clasifica en tres grandes grupos:

      En primer lugar los Espíritus Imperfectos o Primarios, que han abandonado hace pocas etapas  su existencia  en el reino  animal y están dando  todavía sus primeros pasos como Seres humanos. Son naturalmente buenos, nobles y simples, pero  con una muy limitada capacidad intelectiva y  moral, de modo que  llevan todavía consigo con total  intensidad, todos los instintos primarios   y reminiscencias  procedentes del mundo  animal.     
     Estos    espíritus  que están dando sus    primeros   pasos   en  la  etapa    humana,   están    sujetos  a   la   Reencarnación   que  en  ellos  se  produce  de un  modo bastante  frecuente  debido a su mayor necesidad evolutiva .Generalmente habitan mundos físicos Primitivos y poco evolucionados, como ellos.
     Luego tenemos los Espíritus Secundarios, ya  algo mejorados y en pleno proceso de ascenso evolutivo. Son   generalmente  buenos, pero aún conllevan  muchos defectos de orden moral, y  están  igualmente sujetos a la Reencarnación y a la Ley de Consecuencias. Este es el nivel alcanzado por la mayoría de los humanos en la actualidad.
     Por último los Espíritus una vez Libres de la materia, son Espíritus  Puros,   colaboradores con los  Espíritus Superiores,  en la misión de  ayudar a los Secundarios y Primarios que todavía se debaten en las luchas evolutivas con la  materia. A los Espíritus Puros se les llama también Libres porque  ya están libres del obligado proceso   reencarnatorio.
       Finalmente  están  los Espíritus Superiores, entre los que se cuentan los Ángeles, los Arcángeles,Serafines, etc, según su  mayor o menor grado de elevación o perfección..
       Cada uno de estos grupos a su vez  engloban otras clases que difieren entre ellas en otros matices y características.
       Es de señalar que a lo largo de la Historia, siempre han habido algunos Seres humanos espiritualmente  muy elevados y evolucionados, que por amor a la Humanidad, en todas las épocas han venido voluntariamente a encarnar entre nosotros para ayudarnos y guiarnos con su ejemplo y su enseñanza. Estos  Espíritus, normalmente se caracterizan por ser personas que llevan una vida muy austera de ayuda y sacrificio por Amor a los demás, y su labor, normalmente silenciosa y eficaz, suele pasar bastante desapercibida entre nosotros. Algunos de ellos, de muy elevada jerarquía espìritual, han sido llamados Avatares, Cristos, Profetas, Enviados, etc. Y su misión ha sido la enseñanza ética y moral a grandes grupos humanos que han seguido su ejemplo y enseñanzas que han constituido las grandes religiones que existen en el mundo.

-Jose Luis Martín-

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     “Nada se cree tan firmemente como lo que menos sabemos"
         Montaigne

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El despertar renovador de las virtudes en la transición planetaria

"La virtud muy discutida no es saludable desde el punto de vista moral, pues precisa ser vivida y no discutida en vano.
La virtud es hermana del trabajo y con este se conjuga en ideal de servicio noble al bien, por eso mismo no se dedica a la discusión, sino a la viña de Dios.
No debemos exaltarnos en las propias virtudes, son hijas del bien, que abogan a nuestro favor en todos los aspectos de la vida, razón por la cual no necesitan ser divulgadas pues ya son suficientemente conocida.
La mejor virtud es aquella que brota del alma, que nace de la tristeza de ver al semejante en sufrimiento, que reside en el deseo de servir a la causa Cristiana, que predica la benevolencia para con todos.
No sería la virtud fruto de la caridad si no es nacida del corazón, pero la hija de la hipocresía  desea glorias del mundo en vez de las de los cielos.
Solamente será lícita la virtud hija del amor para con todos, aquella que camina al frente de la vida con la nítida impresión de que se hace la luz en todos los rincones en los que la oscuridad puede ser erradicada por su fuerza renovadora.
Cuando somos virtuosos desde el punto de vista moral, somos trabajadores de Cristo, pues estamos con Él edificando una nueva era de mayor paz y amor, que vendrá de la acción humana en dirección al bien.
Cuanto más reine el bien en los corazones, más aparecerán  las virtudes y mejor será el ambiente terreno, cuya casa es hoy nuestra residencia.
Estamos todos contentos con la virtud que crece en todos los cantos, que es la de la solidaridad, pues no es más posible el sufrimiento sino por el propio dolor, compadecer por el sufrimiento ajeno es una bella virtud de amor al semejante.
Por eso nos debemos colocar adelante como el plano de la divinidad, de unión fraterna,para que seamos los unos para los otros, la fuerza motriz para mover los pasos en dirección a la luz, caminando juntos, cada uno con sus propias pruebas y expiaciones, pero con el apoyo sereno del hermano que alivia el fardo y abrevia las pruebas.
El amor apaga nuestra multitud de pecados, Jesús nos enseñó claramente como podemos redimir nuestras deudas, o sea, por las virtudes que el amor nos puede hacer vivir.
Seamos benevolentes y caritativos y seremos al final agraciados con la paz.
Vivir el evangelio Cristiano es colocar en movimiento constante sus lecciones, sus virtudes, siendo deseoso del bien y viviendo en actos aquello que las palabras nos educan.
Seamos virtuosos y seremos libres, seamos malos y viviremos en la propia prisión del remordimiento y del error.
Aquel que se aparta de Dios no impide el bien, si acaso pospone su florecer en el corazón.
Dios sabe lo que cada hijo necesita y somos gobernados por un Hermano de infinita luz y bondad, seamos sus discípulos, evangelistas de fe y de vida.
Deseosos del bien estaremos en una nueva escala evolutiva, pues trazaremos un camino de luz y por él seremos alcanzados, tanto en cuanto al bien que hayamos practicado.
Nace una nueva era, se vislumbra en el horizonte la paz, los pocos ya viven la regeneración, es momento de que escojas y es la hora impostergable de las virtudes.
Escoge bien, hermano mío, pues es fruto del amor de Cristo en cada uno de nosotros.
Viva feliz con la paz que el bien le traerá y conseguirá en el futuro gozar de verdadera y duradera felicidad.
Que el amor de CRisto nos ampare hoy y siempre.
Que así sea.
Lucia
Asistida por el hermano Pedro Paulo”

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                       ENTREVISTANDO A DIVALDO

En la cuestión 798 de El Libro de los Espíritus, los Espíritus Nobles nos indican que el Espiritismo llegará a ser una creencia común. ¿Cómo se llevará a cabo la integración o adopción de los postulados espíritas en las religiones y, en especial, en el seno del catolicismo? 

Divaldo P. Franco: El Papa Juan Pablo II, en la década de 1980, en una ceremonia celebrada en la Iglesia de San Pedro de la Ciudad del Vaticano delante de unos quince mil fieles llegó a declarar que los muertos vuelven, en los siguientes términos: El diálogo con los muertos no debe ser interrumpido pues, en realidad, la vida no está limitada a los horizontes del mundo. Posteriormente, en el periódico de la curia romana, L’osservatore romano, en una entrevista realizada al teólogo y Hermano de la Orden de los Franciscanos Menores, Gino Concetti, éste manifiesta que la Iglesia sí cree en la comunicación con los espíritus siempre y cuando se realice de una forma responsable. Utiliza Concetti la palabra santos, que se refiere a las personas dignas, nobles, de conducta correcta con las que los espíritus sabios pueden comunicarse. Concetti afirma que es preciso que el médium adquiera una santificación, al igual que hicieron Teresa de Ávila, Juana de Arco o Francisco de Asís, o bien como todos estos santos más recientes que se han ido comunicando con los seres espirituales, trayendo el mensaje de Jesucristo, ofreciendo a la Tierra un mensaje de vida, de sabiduría y de bendiciones. A partir de aquí otras corrientes religiosas irán poco a poco adoptando los aspectos básicos del Espiritismo, como son la reencarnación o la pluralidad de los mundos habitados, porque esas corrientes religiosas se irán sumergiendo en niveles de conciencia diferentes. Existen algunos individuos que precisan ver para creer, necesitando de cultos exteriores, de imágenes, necesitando por tanto tener algo palpable y, en cambio, otros pueden creer de una forma abstracta por intermedio de concepciones matemáticas, de ideas transpersonales. Las religiones permanecerán en pie, teniendo casi todas ellas los mismos fundamentos pero con métodos pedagógicos y de exposición de acuerdo con la cultura de cada pueblo, de su idiosincrasia, de su historia sociológica y psicológica. 

 Entrevista realizada por Xavier Llobet Centro Espírita Irene Solans, Lleida

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                              DIOS, EL GRAN MISTERIO

El concepto de Dios entraña una complejidad extrema y es tan antiguo como la propia humanidad. Es una “idea” peculiar que germina en la conciencia del ser humano cuando éste llega a su madurez racional y es capaz de asumir conscientemente su finitud. Al mismo tiempo, es un hecho que la idea de Dios ha ido cambiando con el transcurso del tiempo. A medida que el hombre adquiere un mejor conocimiento de sí mismo, forja un concepto más exacto del “Absoluto” que queda plasmado en su acervo cultural. Así, inicialmente éste comenzó a creer en la existencia de una fuerza superior que dirigía su destino; posteriormente comenzó a identificar con deidades las fuerzas naturales, una dinámica que terminó derivando a través del Animismo, en el Politeísmo o doctrina que defiende la existencia de múltiples divinidades, normalmente organizadas en una jerarquía.
Pero el ser humano no ha cesado en su evolución y por ello conforme crecía en intelecto también crecieron sus interrogantes y por ende la complejidad de las causas que debían explicarlos. Comenzaron así a reducirse el número de “deidades” y a realizarse las primeras reflexiones filosóficas al respecto. De estas reflexiones comenzaron a surgir sistemas de pensamiento, entre los que se cuentan un gran número de corrientes religiosas, de las que se derivaron nociones teóricas que terminaron desembocando en el Monoteísmo o creencia en un solo Dios, en todas sus formas: Judaísmo, Zoroastrismo, Cristianismo e Islam, principalmente. Lógicamente la aparición de conceptos nuevos lleva asociada la eclosión de diferentes términos que conviene recordar y se pueden resumir como sigue:

 Deísmo: Se puede considerar deísta a todo aquel que cree en la existencia del algún ser superior pero que no practica ninguna religión. Uno de sus postulados principales es que Dios existe y creó el Universo pero no interviene en él. No acepta la información adicional supuestamente revelada tanto la contenida en determinados libros (Biblia, Corán, etc.) como la recibida a través de determinadas personas. 

Panteísmo: Plantea que el Mundo y Dios son la misma cosa, de modo que cada criatura es una manifestación de éste último y por tanto podría identificarse con un actor divino que representa diferentes papeles (como humano, animal irracional, vegetal, fuerzas naturales, etc.). En resumen “todo está en todo”, con lo que se niega la individualidad y con ello la evolución personal del individuo.

Monismo: Este concepto aglutina multitud de posturas filosóficas que sostienen que el universo está formado por una sola “esencia” o sustancia primaria; de este modo los monistas “materialistas” aseguran que todo se reduce en última instancia a materia, mientras que para los “espiritualistas” la esencia original sería el espíritu. De lo anterior se deduce que tanto para unos como para otros, el dualismo no tiene sentido, es decir, para el caso del ser humano, alma y cuerpo (conciencia y cerebro) no dejarían de ser una única realidad bajo diferentes estados. 

Nihilismo: Esta posición filosófica niega los dogmas y por tanto afirma que la existencia humana no tiene de modo objetivo ningún significado o propósito esencial superior, de manera que se opone a todo aquello que predica una finalidad que no tiene explicación verificable.

 Agnosticismo: Doctrina que afirma que la existencia de una deidad nunca podrá ser probada o refutada. Algunas corrientes afirman además que la existencia o no de Dios es irrelevante. Ateísmo: Doctrina que niega la existencia de la divinidad. Existe una corriente ateísta que postula además la indiferencia en la existencia de Dios.

PRUEBAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS
En esencia, el “Problema de Dios” ha sido tratado a lo largo de la historia desde un punto de vista filosófico. Esta disciplina se ha preguntado además sobre otras dos cuestiones derivadas: la “Naturaleza de Dios” y las “Pruebas de la Existencia de Dios”. No es objeto de este breve artículo profundizar en las disertaciones filosóficas que sobre asunto tan complejo han sido elaboradas por grandes pensadores a lo largo del tiempo, sin embargo resulta interesante arrojar algo de  Prueba “Anselmiana” u Ontológica: Su primer representante fue San Anselmo (1 033- 11 09),
quien en 1 076 en su obra “Monologio” expuso diversos argumentos “a posteriori” (de los efectos a la causa) para intentar demostrar la existencia de Dios; su prueba constaba de tres vías desarrolladas ampliamente en dicha obra y fue ampliada dos años mas tarde en otra obra (Proslogio) en la que utilizaba un nuevo argumento, esta vez “a priori” y que sería conocido a partir de Kant como “Argumento Ontológico”, en el que manifiesta que “…todo ser humano tiene la idea de un ser superior tal que no existe ningún otro ser mayor que pueda ser pensado…” y añade que “…lo que existe en realidad es mayor que lo que existe solo en el pensamiento…” para concluir razonando que si dicho ser existiera solo en nuestra inteligencia, podríamos pensar en otro ser superior a éste con idénticas cualidades que además existiese en la realidad; pero como Dios es lo “mayor” que pueda ser pensado, necesariamente tiene que existir en la realidad, pues si no fuese así no sería el mayor ser que pueda ser pensado. A este argumento se adhirieron posteriormente otros filósofos como Descartes, Malebranche, Leibniz o Hegel y actualmente sigue teniendo defensores. No obstante también ha tenido detractores de peso como Hume o Kant, entre otros. Particularmente interesante es el razonamiento de este último cuyo análisis escapa al objeto de este artículo.
Prueba a posteriori: Se basa en un argumento o serie de argumentos a posteriori, de carácter racional y por tanto no es en sí misma una prueba empírica. Entre sus precursores se encuentra
Santo Tomás de Aquino (1 224/5-1 274) que afirma que la existencia de Dios es algo evidente per se aunque no lo sea respecto a nosotros. Santo Tomás elabora cinco vías para demostrar la existencia de Dios: la del movimiento, la de las causas eficientes, la de los seres contingentes, la de los grados de perfección y la del gobierno de las cosas; en las que utilizando un lenguaje claro termina deduciendo respectivamente, que en el Universo es necesario que exista un primer motor inmóvil que no sea movido por nadie, una causa eficiente primera, un ser necesario (no causado), un único ser perfecto causante de las perfecciones de grado inferior que vemos en otros seres y un ser inteligente supremo que gobierna todas las cosas naturales. Santo Tomás fue además un ferviente defensor de la unificación entre fe y razón, entre Religión y Ciencia, y no cabe duda que el concepto de Dios sigue presente en ambas concepciones de la realidad. Prueba por el sentimiento: Consiste en poner de relieve que, consideraciones racionales aparte, hay un sentimiento de la existencia de Dios presente en el ser humano, lo que constituye por sí mismo una prueba de dicha existencia. Algunos autores aluden que no se puede hablar de “prueba” ya que no media ningún tipo de argumento, mientras que otros sostienen que este “sentimiento” intrínseco es la única prueba posible y efectiva de la existencia de Dios y que, en el peor de los casos, constituye la condición indispensable para toda prueba. Prueba por la tradición: Se basa en un hecho contrastado, todos los pueblos de la tierra han creído en la existencia de Dios, es decir, estamos ante una tradición universal. Sostiene que hay datos históricos en la tradición que son más básicos y fundamentales que todo argumento racional.
Obviamente lo expresado supone apenas una pincelada sobre lo que la Filosofía ha dicho en este asunto y al mismo tiempo nada se ha comentado sobre la concepción que de Dios tienen las tradiciones orientales ni las religiones monoteístas mayoritarias, pero estas breves palabras puede servir para dar una idea de la complejidad de un tema “abierto” sobre el que se han escrito miles de páginas y que en ningún caso se pretende zanjar con este artículo. Por otra parte y paralelamente a la gestación de estas disertaciones filosóficas, la evolución del conocimiento humano ha ido dando lugar al saber científico, basado en hechos objetivos y contrastables, lo que ha llevado de modo irremediable a que éste tome un camino distinto al de las doctrinas filosófico-religiosas, llegado un momento se llegó incluso a afirmar que Dios había muerto, en clara alusión a que la ciencia no necesitaba de éste. Sin embargo es justo añadir que si bien la demostración experimental de la existencia de Dios no ha sido una línea de investigación preferente a lo largo de la historia de la Ciencia, no es menos cierto que han sido numerosos los investigadores de prestigio que han tocado este tema, en unos casos para hacer públicas sus reflexiones al respecto después de años de duro trabajo experimental en sus respectivas disciplinas, y en otros, para realizar un acercamiento riguroso por medio de trabajos detallados. Entre estos últimos podemos citar al eminente matemático Kurt Gödel (1 906-1 978), quien en 1 970 aplicando la lógica matemática probó la existencia de Dios, en lo que vino a ser una actualización del argumento ontológico de San Anselmo; aunque su brillante demostración tiene detractores, también son muchos especialistas los que consideran que es perfectamente válida. Más recientemente el físico teórico   
Dr. Stephen B. Unwin, especializado en el estudio de la gravedad cuántica y seducido por la complejidad del Universo, hizo una incursión en la materia realizando un cálculo de probabilidades basado en el Teorema de Bayes, del que concluyó que la probabilidad de que Dios exista es de un 67%; resultado de su trabajo es la publicación en 2004 del libro titulado “La probabilidad de Dios”. Esta obra ha levantado cierta polémica en algunos sectores académicos, pero para alumbrar el debate resulta absolutamente recomendable analizar con detalle la contestación que el propio autor hizo a las duras críticas recibidas por parte del etólogo Richard Dawkins en su ensayo “El espejismo de Dios” y que fue publicada en The Guardian en Septiembre de 2006. Por su parte, el mismo Einstein, no ocultó su creencia en un Dios “no personal” y llegó a

afirmar que los verdaderos hombres profundamente religiosos eran los investigadores científicos serios (de su artículo “Religión y Ciencia”).

CONCEPTO ANTROPOMÓRFICO DE DIOS
Hablar de concepto antropomórfico de Dios es hablar de la mayoría de religiones monoteístas y politeístas, esta concepción de Dios consiste en atribuir a la divinidad cualidades humanas; así el ser humano en su incapacidad para entender la “deidad” trata de revestirla de atributos que hagan a esta más cercana y accesible a la razón. En esta “idea de Dios” no solo están presentes las nociones de bondad, sabiduría, tolerancia, etc. sino curiosamente otras tan incompatibles con las primeras como son la venganza, la ira o el castigo. Resulta ilógico pensar que, de existir Dios, tenga estas características tan poco sutiles y alejadas de lo que se esperaría de un “ser” con la capacidad de crear y poner en marcha algo tan complejo como el Universo en el que nos encontramos.

DIOS, SEGÚN EL ESPIRITISMO
La concepción que de Dios tiene la Doctrina Espiritista es sin duda una visión mucho más racional que la referida anteriormente. Para el Espiritismo, Dios es una “causa inteligente”, la primera y por tanto origen de todo; causa porque del axioma de la Ciencia experimental “No hay efecto sin causa” se deduce que todo cuanto nos rodea debió tener un principio, e inteligente porque de forma necesaria todo efecto inteligente debe provenir de una causa también inteligente. Allan Kardec, fundador del Espiritismo y hombre de vasta formación académica, así lo debió entender cuando en su obra “El libro de los espíritus” (1 857) preguntó a los “espíritus” ¿Qué es Dios? en lugar de ¿Quién es Dios? Paralelamente, los espíritus contestaron también en unos términos que no dejan lugar a dudas: “es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas”. Esta concepción no antropomórfica, adoptada por el Espiritismo hace más de cien años, está perfectamente acorde con la visión que muchos científicos han mantenido y mantienen al respecto.

LA CIENCIA Y DIOS
La ciencia no se puede separar de otros campos del conocimiento, porque las teorías científicas son siempre formuladas desde dentro de la concepción general que el científico tiene del universo. Cada teoría reposa sobre presuposiciones filosóficas, además de físicas de lo que es la materia y de cómo la podemos conocer, sobre lo que los filósofos llaman ontología y epistemología. Cuando una teoría es verificada, sus presuposiciones filosóficas se consideran asimismo verificadas. Las corrientes filosóficas que han evolucionado a lo largo de los siglos tanto a favor como en contra de la existencia de Dios, se encuentran frecuentemente relacionadas con el progreso de las ciencias. Con la aparición del método científico, la filosofía se separa de la religión e incluso se plantea el tema de la existencia de Dios. Se cuestiona básicamente si realmente existe o es el fruto de la imaginación del hombre. A principios del siglo XX la ciencia mecanicista (según la cual el mundo es un gigantesco mecanismo de relojería, cuyo conjunto de componentes materiales, estrellas, astros del sistema solar y cuerpos terrestres, cumplen con el principio de causalidad y realizan movimientos ajustados a rigurosas leyes matemáticas) da paso a dos teorías revolucionarias, la teoría de la relatividad, de Albert Einstein (1 879-1 955), y la mecánica cuántica. Durante su transcurso, hubo un formidable desarrollo teórico y experimental de la física de las partículas elementales, un avance sin precedentes de la cosmología y la formulación de la teoría del caos, esta última, en las antípodas del mecanicismo. Generalmente, los argumentos científicos que permiten apuntar a la posibilidad de que Dios exista, suelen derivarse de un hecho constatado en la actualidad por muchas disciplinas científicas (Biología Molecular, Genética, Física Cuántica, etc.), esto es la existencia de un principio ordenador primordial que se manifiesta con toda su potencia cuando nos adentramos en la configuración de la materia (viva e inerte); en efecto, el materialismo reduccionista se enfrenta a un reto insalvable cuando pretende explicar el orden implícito que subyace en la “Vida” y así los argumentos en contra del “puro azar” en su intento de explicar el orden natural, cobran una fuerza incuestionable. Parte de culpa en este
particular tienen las teorías de Ilya Prigogine (1 91 7-2003), quien terminó recibiendo el Premio Nobel de Química en 1 977 por la introducción de un nuevo concepto denominado “estructuras disipativas” y que explica ampliamente en una de sus obras más conocidas titulada “Tan solo una ilusión” (1 983), recopilación de ensayos del autor en los que éste pretende establecer un nuevo diálogo entre el hombre y la naturaleza; su aportación teórica permite abrir un amplio abanico de posibilidades argumentativas. Para comprender de qué hablamos, es importante aclarar que todo lo que nos rodea se comporta como un sistema abierto (desde el punto de vista termodinámico) y por tanto intercambia continuamente con su entorno materia, energía y sobre todo información;estos sistemas varían con el paso del tiempo de modo regular y por tanto son fluctuantes hasta el punto de que dichas fluctuaciones pueden alcanzar la magnitud suficiente como para alterar la organización del mismo; a partir de ese punto crítico solo hay dos posibilidades según Prigogine, o el sistema se destruye o alcanza un orden interno más evolucionado, es decir, con un nivel de organización mayor; pues bien, según parece, en dicho umbral crítico entrarían en juego las “estructuras de disipación” para disipar el exceso de energía, materia e información responsable de la fluctuación. De todo ello se deriva un hecho admirable, estos fenómenos de auto-estructuración alumbran una propiedad novedosa en la materia, a saber, existe una especie de plan director que une lo inerte, lo pre-viviente y lo viviente, es decir, por su construcción, la materia tiende a estructurarse para llegar a ser materia viva; esta particularidad se aprecia de forma clara en el nivel molecular y de acuerdo a leyes que en gran parte ignoramos; Prigogine, impactado por este hecho se manifestó en estos términos: “0lo asombroso es que cada molécula sabe lo que harán las otras moléculas, simultáneamente y a distancias macroscópicas. Nuestros experimentos muestran que las moléculas se comunican. Todo el mundo acepta esta propiedad en los sistemas vivos, pero es, por lo menos, inesperada en los sistemas inertes0” Evidentemente, siguen quedando muchas cuestiones en pie acerca de la nueva física y de su significado para nosotros. No debería sorprendernos que siga habiendo tanta agitación y desacuerdo, sobre todo si recordamos que estas ideas han estado ahí sólo desde comienzos del siglo XX. La gente sigue aún tratando de decidir cómo reaccionar ante la «sorprendente originalidad» de una teoría científica que en realidad hace patentes los límites y la insuficiencia de la ciencia.

CONCLUSIÓN
Como ya se adelantó, el debate sobre si Dios existe o no, es una simple invención del ser humano, sigue presente y de plena actualidad. Los avances de la Ciencia, que continuamente nos aportan más información sobre el mundo y el universo, sobre la enorme complejidad de las leyes que lo rigen, no hacen sino estrechar los lazos que unen Filosofía y Ciencia, y permiten vislumbrar que quizá en un futuro ambas disciplinas lleguen a compartir una visión unitaria en la que tengan cabida conceptos que han acompañado a los humildes pobladores del planeta tierra en su corta andadura por un universo infinito. Tal vez, el notable Louis Pasteur (1 822-1 895) anduviera en lo cierto cuando maravillado por sus hallazgos manifestó “…Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha devuelve a él…”. En todo caso, la aprehensión de estos conocimientos es tarea de cada individuo y lo que resulta evidente es que a día de hoy ya no es posible sostener que la creencia en la posibilidad de Dios constituya una posición necesariamente dogmática.

-Revista Al otro Lado del Misterio
Centro Giennense de Estudios Espíritas

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