domingo, 27 de noviembre de 2016
UN AVARO EN EL HOSPICIO
LA OBRA DE ALLAN KARDEC
El espiritismo, que en su más alta acepción abraza el estudio del mundo espiritual, del mundo material y de las relaciones de ambos mundos, es a la vez una ciencia de observación y una doctrina filosófica. El primer compilador de esta doctrina, el venerable maestro Allan Kardec, a cuya iniciativa e ímprobos trabajos se debe el conjunto de enseñanza que sacó a aquélla del empirismo para elevarla a la categoría de ciencia, Allan Kardec, decimos, dejó sentadas las bases sobre las cuales había de desarrollarse el Espiritismo, y nos trazó el camino por donde debían dirigirse el estudio y la propaganda. Con un sentido práctico, al que ningún filósofo ha llegado, y con una previsión que se diría excede del alcance humano, marcó proféticamente las fases por donde había de pasar el Espiritismo, señaló con certero tino los escollos que era preciso evitar, y tuvo la singular prudencia de no penetrar en el campo que debía reservar a los continuadores de su obra. A Kardec no se lo conoce estudiando sólo sus obras fundamentales; es preciso seguirle paso a paso en los diez tomos de su Revista (campo neutral, como él decía, donde todo lo aquilataba) para apreciar en su verdadero valor la obra de aquel gigante, a cuya grandeza harán justicia las generaciones venideras. Verdad es que dio más alimento del que podían digerir sus contemporáneos, pero no otra cosa debía suceder tratándose de un orden de fenómenos que, si bien son tan antiguos como el hombre, estaba reservado a nuestra época darles una base experimental; verdad es también que dejó puntos embrionarios para que en tiempo y lugar oportunos adquiriesen el conveniente desarrollo; mas esto es, sin duda alguna, lo que hace imperecedera la obra del maestro, que nos legó bases y principios fijos, inmutables como lo son las leyes de la naturaleza, dejando, sin embargo, a los discípulos anchísimo campo para nuevas investigaciones que, lejos de destruir nada de lo edificado, completarán el monumento del Espiritismo. Diez años han transcurrido desde la desencarnación de Allan Kardec (1) (esto se escribía en el año 1878); en ese tiempo, por el camino que él trazara, y según había previsto, la doctrina se ha propagado tanto como no hay otro ejemplar en la historia; la raza latina y los pueblos impresionables, cuya imaginación se hubiese extraviado comenzando a conocer el Espiritismo por los fenómenos, han fundado su propaganda hasta ahora en la parte doctrinal, contando sólo con médiums escribientes que expusieron, desarrollaron y aun ampliaron la teoría, disponiéndose a entrar en la parte esencialmente experimental con un conocimiento previo, sin el cual se torcerían en el camino; la raza anglo sajona y los pueblos reflexivos ingresaron en el Espiritismo, amparados siempre del fenómeno, y los médiums de efectos físicos que tuvieron a millares han sido allí el gran elemento de propaganda, permaneciendo hasta nuestros días refractarios a la idea reencarnacionista y por ende a la doctrina compilada por Allan Kardec; pero las obras de éste, recientemente traducidas al inglés, al alemán y al holandés, han penetrado en esos países, siendo acogidas con calor y defendidas por la misma prensa espiritista que antes se manifestaba más hostil. Nótese, por último, otro significativo movimiento. La venida a Europa del médium norteamericano Dr. Slade, que después del ruidosísimo proceso de Londres y de su estancia en Inglaterra, acogido por la Sociedad Central Espiritista Inglesa, ha visitado las primeras naciones del continente, dejando entre nosotros el germen de la propaganda por el camino fenomenal; la venida de aquel médium, que ha despertado en el mundo científico el estudio del Espiritismo experimental, coincide con la aparición en los pueblos europeos de otros médiums de efectos físicos, que llegan, como obra providencial, en tiempo oportuno para acelerar el triunfo de nuestra doctrina, presentando el comprobante de la consoladora creencia con la fuerza brutal del hecho, ante el cual calla el más recalcitrante materialismo. Véase ahí patentemente el cumplimiento de lo predicho por Allan Kardec, y véase cómo se encadenan las cosas en el plan de la Providencia. En el momento en que los pueblos refractarios a la parte especulativa acogen la doctrina filosófica del maestro, comienza a desarrollarse la parte fenomenal en los pueblos refractarios antes a ese aspecto del Espiritismo. Los médiums Eglinton, Monck, Williams, Firman, Isabel, Amelia, Bredif y otros en Europa y en la América latina, ofreciendo hoy al estudio portentosos fenómenos, al mismo tiempo que la idea reencarnacionista entra en los pueblos anglo sajones; esos hechos simultáneos señalan el tercer acontecimiento en la historia del Espiritismo moderno. El primero fue su divulgación en América, hace treinta años; y el segundo la aparición de las obras de Allan Kardec.
Grupo Espírita Marietta
- Vizconde de Torres Solanot ( La médium de las flores)
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EL ABORTO
Fisiológicamente, el aborto es la interrupción, involuntaria o voluntaria, de un proceso embriogénico. Pero en los casos humanos, la provocación del aborto, es una acción criminal, es una violación de las leyes de la Vida.
Desde el momento que la mujer ha concebido y comenzado la gestación, una nueva vida late en su seno. Y desde los 40 a 50 días de la fecundación del óvulo femenino, hay un cuerpecito ya formado; y que, a los dos meses alcanza ya la configuración humana completa, aunque diminuta, con todos los órganos; como puede apreciarse en cualquier tratado de embriología.
Cuando la joven esposa o la joven soltera se sienta grávida, debe saber que en su seno desarrollándose, no tan sólo un feto, no solamente está gestando una vida humana, sino que, hay un ser espiritual que encarna para ser su hijo o hija, y que puede haber sido alguno de los abuelos o padres en una vida anterior, o puede haber sido un hijo o hija, o hermano muy querido en otra vida pasada, y aun en la actual; como casos en que el autor de esta obra ha comprobado. Pues, en la mayoría de los casos, ese ser espiritual viene unido a esa madre o padre por lazos familiares o de afecto desde pasadas épocas.
Necesario es tener presente que, unido a ese feto, a ese cuerpecito y a esa madre, hay un alma que viene a la vida humana con un programa a realizar como humano, y cuya vida humana necesita para su evolución.
De lo expuesto, se desprende que, el aborto provocado es un crimen. Si bien casos hay de tipo terapéutico, los más son voluntarios, realizados por personas para evadir la responsabilidad paternal-maternal, dejándose dominar por las conveniencias humanas o por el sensualismo que arrastra a la concupiscencia degenerativa. -Y por desventura, es practicado por matrimonios ignorantes de la gran responsabilidad que contraen. Y dolorosamente, también por jóvenes solteras, huyendo de la maternidad, por su cobardía en afrontar las consecuencias de su debilidad o imprudencia al ceder a los impulsos del deseo sexual estimulado.
Si el Espíritu reencarnante es un ser de bondad, perdonará y buscará otro lugar donde le reciban; pero, si no lo es, quizá pueda llegar a tomar venganza y causar serios trastornos psíquicos, y hasta puede esperarles en el momento de su muerte física para vengarse.
Sebastián de Arauco
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EVOCACIÓN DEL DR. GLAS
Las preguntas son hechas por Allan Kardec, las respuestas son dadas por un médium escribiente.
“P. —Haga usted una distinción entre su espíritu y su periespíritu;¿qué diferencia establece entre los dos?
“R. —Yo pienso, luego existo, tengo un alma como ha dicho un filósofo: no sé más que él acerca de este punto. En cuanto al periespíritu, es una forma, como sabe usted, fluídica y natural; pero buscar el alma, es querer buscar lo absoluto, lo espiritual.
“P. — ¿Cree usted que la facultad de pensar reside en el periespíritu? En una palabra, ¿que el alma y el periespíritu son una sola y misma cosa?
“R. —Es como si usted me preguntase si el pensamiento reside en
nuestro cuerpo: el uno se ve, el otro se siente y se concibe.
“P. — ¡Así es usted no un ser vago e indefinido, sino un ser limitado y circunscrito?
“R. —Limitado, sí, pero rápido como el pensamiento.
“P. — ¿Puede usted precisar el sitio en que se halla en esta sala?
“R. —A su izquierda y a la derecha del médium.
“P. — ¿Ha estado usted obligado a dejar su sitio para cedérmelo?
“R. —En modo alguno; nosotros pasamos a través de todo, como todo pasa a través de nosotros; es el cuerpo espiritual.
“P. — ¿Estoy pues, colocado en usted?
“R. —Sí.
“P. — ¿Por qué no le siento?
“R. —Porque los fluidos que componen el periespíritu son demasiado etéreos, no son lo bastante materiales para usted; pero, por la oración, la voluntad, la fe en una palabra, los fluidos pueden llegar a ser más ponderables, más materiales, y llegar hasta el todo material; que es lo que ocurre en las manifestaciones físicas.
Observación. Supongamos un rayo luminoso penetrando en un sitio oscuro; se le puede atravesar, sumirse en él, sin alterar su forma ni su naturaleza. Aunque este rayo sea una especie de materia, está tan rarificada, que no opone obstáculo alguno al paso de la materia más compacta.
Era evidente que la mejor manera de saber si los espíritus tienen cuerpo es preguntándoselo. Pues bien, jamás, desde que se evoca ha observado que los desencarnados hayan dado una respuesta negativa.
Todos afirman que su envoltura periespiritual tiene tanta realidad para ellos como nuestro cuerpo físico la tiene para nosotros. Es, pues, un punto establecido por las aseveraciones unánimes de todos los que han sido interrogados. Esto explica y confirma las visiones de los sonámbulos y de los médiums. Hemos llegado a los testimonios que hacen salir completamente al periespíritu de las concepciones puramente filosóficas, para darle una existencia positiva.
Revue Spirite, año 1861.
El alma es inmortal – Gabriel Delanne
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UN AVARO EN EL HOSPICIO
Desde el origen de las manifestaciones espíritas se organizaron grupos de estudio en todas las ciudades de Francia que se entregaban a continuas investigaciones; los resultados obtenidos eran consignados casi siempre en actas cuyos extractos eran enviados a la Prensa.
Nuestra doctrina no ha sido, pues, imaginada; se ha constituido lentamente, y la obra de Allan Kardec, que resume esta inmensa encuesta, es la composición lógica, la recopilación concreta de esos innumerables documentos.
He aquí uno de esos relatos, publicado en un periódico espiritista de 1864, en Burdeos:1
“Todo el mundo ha conocido en Angulema a un hombre de una avaricia sórdida, a pesar de su posición que se sabía desahogada. Aquel hombre, llamado L..., vivía en un desván de su casa, el resto de la cual estaba inhabilitado; no habiendo sido visto durante varios días por sus vecinos, fue encontrado por la policía, que hizo abrir su puerta con objeto de saber lo que había sido de él. Se le encontró en un estado próximo a la muerte. Cubría su cabeza con un gorro de papel a medio quemar, apoyado en una mesa cubierta de polvo; parecía contemplar algunas monedas de oro que allí estaban esparcidas. La justicia, en interés de aquel hombre, que tiempo hacía se había alejado de su familia, hizo reunir todo el dinero que se encontraba aquí y allí en la casa; depositándolo todo en manos del escribano, y envió al pobre abandonado al hospicio, donde murió poco después.
“Se hizo una primera evocación algunos días después de su muerte:compareció y declaró que no estaba muerto, pero que quería el dinero que le habían cogido. Trascurrieron varios meses y se hizo de nuevo, en el mismo grupo, el 25 de septiembre de 1863, una segunda evocación, con ayuda de un médium escribiente y de una médium vidente en estado de sonambulismo. Ésta última describió la fisonomía y el traje del espíritu evocado, que le era desconocido en vida, conversó con él y transmitió las respuestas que le eran planteadas por su intermedio. Por su parte, y al mismo tiempo, el médium escribiente obtenía, bajo el impulso del espíritu, la comunicación siguiente (puestas aquí frente a frente, para facilitar el entendimiento de la simultaneidad de la comunicación obtenida por el médium escribiente, de la que proviene de la sonámbula)
EVOCACIÓN
Médium escribiente
M. Guimberteau
“-¿Qué se quiere aún de mí? Os suplico que me dejéis partir. Esto comienza a fastidiarme. Mejor sería que me devolvieseis el dinero que me han robado. ¿Creéis que no es
abélinable (abominable), yo que trabajo toda la vida para reunir una pequeña suma honradamente? Pues bien, señores, me lo han arrebatado todo; estoy en la calle, en la
miseria. No sé dónde reposar la cabeza. ¡Oh!, tened bondad de hacer que me devuelvan lo que es mío. Os quedaré reconocido si conseguís darme satisfacción.
Médium vidente
Mm. B…..
“Veo un viejo que está escribiendo. Es muy feo, ¡qué feo es!..... No tiene dientes en la boca.
Tiene los labios enormes,pendientes. Lleva un gorro de algodón, más una blusa o vestido
blanco, sucia también. ¡Qué feo es, Dios mío!
“El evocador hace observar al espíritu que no puede carecer de nada desde que ha abandonado la Tierra.
“R.- Usted me dice que nada me falta. ¡Tiene usted descaro! Y mi dinero, ¿no es nada?
“P.- ¿Dónde está usted?
“R.- Bien lo veis, estoy cerca de usted.
“P.- ¿Es M. Guimberteau quien le hace escribir?
“R.- Sí, está al lado de él, está como si estuviese lapidado. ¡Es un verdadero tigre!
“P.- ¿Más por qué buscar siempre vuestro tesoro terrestre? Deberíais más bien pensar en la conquista del cielo.
“R.- ¡Oh! Por lo pronto debéis decirme dónde está el cielo, pues yo deseo encontrarlo. Es usted un farsante, ¿entiende usted?
“P.- ¿No conocéis, pues a Dios?
“R.- No tengo ese honor. Veo mi dinero.
“P.- ¿Está usted obligado a venir?
“R.- Puede usted creerlo; si no se me obligase a estar aquí expuesto a vuestras miradas, hace tiempo que me hubiera ido.
“P.- ¿Se aburre usted, pues, entre nosotros?
“R.- Mucho. (El lápiz golpea sobre la mesa con tal precipitación y tal violencia que se rompe.)
“P.- ¿Por qué se le ha hecho venir?
“R.- Le habéis llamado. Esto puede servirle para conocer su situación.
“P.- ¿Por qué no se va, puesto que se aburre con nosotros?
“R.- Hay alguien que lo impide.
“En el curso de la sesión, el sujeto dormido (Mme. B...) describe a otros espíritus, después ve a un sacerdote que acaba de aparecer. Al mismo tiempo, el médium escribiente recibía una comunicación del clérigo C..., conocido de varias personas. Este clérigo le hace escribir:
«Veamos: voy a hacer escribir algunas líneas tranquilamente para que vuestra médium vidente tenga tiempo de examinarme en todos los sentidos. Será preciso que se me reconozca a fuerza de los detalles dados acerca de mi persona. Esto os pondrá en disposición de creer que los espíritus que evocáis acuden realmente a vuestro llamamiento.»
Aquí, como se ve, la acción del desencarnado es manifiesta; se ingenia, se esfuerza en marcar bien su personalidad. Su tentativa es coronada por el éxito, los asistentes reconocen a un eclesiástico de la ciudad, recientemente fallecido, y la señora B... dice a su interrogador:
“Sí, yo he visto a este hombre en otro tiempo; es un sacerdote; es grueso,encarnado; ignoro su nombre; tiene pocos cabellos, que son blancos.”
La vista sonambúlica confirma la autenticidad del agente que hizo escribir al médium y demuestra el poco valor de la teoría que pretende que las comunicaciones emanan siempre del inconsciente del escritor.
El relato siguiente permite comprobar que el médium vidente completamente incapaz de engañar, y que si la verdad sale de la boca de la inocencia, este proverbio es aplicable aquí.
El alma es inmortal – Gabriel Delanne
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TESTIMONIOS DE LOS MÉDIUMS Y LOS ESPÍRITUS EN FAVOR DE LA EXISTENCIA DEL PERIESPÍRITU
Hemos comprobado que ciertos sonámbulos, sumidos en el sueño magnético, pueden ver a los espíritus y describirlos fielmente. Pero esta facultad se da también en personas no dormidas a las cuales se les ha dado el nombre de médiums videntes.
Para comprender bien lo que ocurre entonces, no hay que olvidar que en la vida ordinaria no es el ojo el que ve, como no es el oído el que oye. El ojo es un instrumento destinado a recibir las imágenes aportadas por la luz, pero ahí se limita su papel; por sí mismo es incapaz de hacernos distinguir los objetos. Fácil es suministrar la prueba. Si se corta
o paraliza el nervio óptico, el mundo exterior se refleja igualmente sobre la retina, pero el su jeto ya no lo ve; está ciego, a pesar de que su órgano visual está intacto. La vista es, pues, una facultad del espíritu; puede ejercerse sin el concurso del cuerpo, puesto que los sonámbulos naturales o artificiales ven a distancia y con los ojos cerrados.
Cuando estos fenómenos se producen es cuando se puede comprobar la existencia de un sentido nuevo, que se puede designar bajo el nombre de sentido espiritual.
El sonambulismo y la mediumnidad son grados distintos de la actividad de este sentido; presentan, como es sabido, matices innumerables y constituyen aptitudes especiales. Allan Kardec ha puesto claramente este hecho en evidencia. Hace observar que aparte de estas
dos facultades, más notadas porque son más espectaculares, sería un error creer que el sentido espiritual sólo existe en un estado excepcional.
Como los otros sentidos, está más o menos desarrollado, es más o menos sutil según los individuos; pero todo el mundo lo posee; y no es éste el que presta menos servicios, por la naturaleza completamente especial de las percepciones que permite distinguir. Lejos de ser la regla, su atrofia es la excepción, y puede ser considerada como una enfermedad, lo
mismo que la ausencia de la vista o del oído.
Con este sentido percibimos los efluvios fluídicos de los espíritus y nos inspiramos sin saberlo en sus pensamientos; a través de él recibimos las advertencias íntimas de la conciencia; tenemos el presentimiento o la intuición de las cosas futuras o ausentes, y es con él que se ejerce la fascinación, la acción magnética inconsciente e involuntaria, la penetración del pensamiento, etc. Estas percepciones pertenecen al hombre igual que las de la vista, del tacto, del oído, del gusto, del olfato; son necesarias para su conservación; son fenómenos muy vulgares, que apenas observa por el propio hábito que tiene de
percibirlas, y de las que no se ha dado cuenta hasta ahora a consecuencia de su ignorancia de las leyes del principio espiritual; de la negación misma, por muchos sabios, de la existencia de este principio. Pero cualquiera que fije la atención sobre los efectos que acabamos de citar y sobre muchos otros de la misma naturaleza, reconocerá cuan frecuentes son y, además, su completa independencia con las sensaciones percibidas
a través de los sentidos corporales.
El alma es inmortal – Gabriel Delanne
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