martes, 15 de noviembre de 2016

Instinto e inteligencia



         
                            La Caridad del Amor 

Haz caridad de todas las formas.
Hay quien ayuda al hambriento con la migaja de pan. 
Hay quien agasaja bajo el propio techo a aquellos que vagabundéan sin rumbo.
Hay quien auxilia al leproso,limpiándole las llagas doloridas. 
Hay quien reparte la propia ropa con los desnudos.
Hay quien ofrece el buen consejo, quien vela por el agonizante, quien cierra los ojos del que muere  sin nadie. 
Todos los tipos de la divina virtud son amados en el Cielo, pero una forma de caridad existe, siempre sacrificada. Es la caridad del amor para quien no nos entiende, para quien nos hiere o perturba.
Dar nuestro corazón a quien nos rechaza la mirada, amparar a los que huyen de nuestra presencia, impulsados por la incomprensión y silenciar ante la calumnia, ofreciendo a los que nos persiguen la esencia más pura de nuestra colaboración fraternal- es el tipo de caridad que Jesús, coronad de espinos, consagró en la cruz, en la flagelación y en la muerte, y que nos compete ejemplificar, diariamente, si deseamos escalar la mntaña de la vida eterna.

Meimei
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El Espiritismo no crea ninguna moral nueva: facilita a los hombres la compresión y la práctica de la moral de Cristo, al dar una fe sólida y esclarecida a los que dudan o vacilan. 
ALLAN KARDEC 


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                MEDIUMNIDAD GRATUITA 

Los médiums modernos - porque los apóstoles poseían también la mediumnidad - han recibido igualmente de Dios un don gratuito, que consiste en ser los intérpretes de los espíritus para la instrucción dc los hombres, para enseñarles el camino del bien y conducirles a la fe, y no para vender palabras que no les pertenecen, porque no son producto "de su concepción, ni de sus investigaciones, ni de su trabajo personal". 

Dios quiere que la luz llegue a todo el mundo, y no quiere que el más pobre quede desheredado y pueda decir: No tengo fe porque no he podido pagarla; yo no he tenido el consuelo de recibir la ayuda y los testimonios de afecto de los que lloro, porque soy pobre. Por esta razón la mediumnidad no es un privilegio, sino que se halla en todas partes y hacerla pagar sería desviarla de su objeto providencial. 

El que conozca un poco las condiciones en que se comunican los buenos espíritus y su repulsión por todo lo que es de interés y de egoísmo, sabe cuán poca cosa se necesita para alejarles; nunca podrá admitir que los espíritus superiores estén a disposición del primero que llegue y les llame, a tanto la sesión, pues el buen sentido rechaza tal pensamiento. ¿Acaso no sería una profanación evocar a precio de oro a los seres que nosotros respetamos o que queremos? Sin duda que de este modo pueden obtenerse manifestaciones; pero, ¿quién podría garantir su sinceridad? 
Los espíritus ligeros, mentirosos, traviesos y toda la cohorte de espíritus inferiores, muy poco escrupulosos, vienen siempre a responder y están dispuestos a lo que se les pregunta, sin que les dé ningún cuidado mentir. Luego, el que quiere comunicaciones formales, debe, desde luego pedirlas formalmente, y después penetrarse bien de la naturaleza de las simpatías del medium con los seres del mundo espiritual. La primera condición para adquirir la benevolencia de los buenos espíritus, es la humildad, el sacrificio la negación y el desinterés "moral y material" más absoluto. 

Al lado de la cuestión moral se presenta una consideración efectiva no menos importante, que tiene relación con la misma naturaleza de la facultad. 
La mediumnidad formal no puede ser ni será nunca una profesión, no sólo porque sería desacreditada moralmente y muy pronto asimilada a la de los que dicen la buenaventura, sino porque se opone a ella un obstáculo material: el de ser una facultad esencialmente movible, fugitiva y variable, y sobre cuya permanencia nadie puede tener una completa seguridad. Luego, para explotarla, sería un recurso del todo incierto, toda vez que podría faltar en el momento que fuese más necesaria. Otra cosa sucede con un talento adquirido por el estudio y el trabajo y que por lo mismo, siendo una propiedad, naturalmente se permite sacar partido de él. 

Pero la mediumnidad ni es un arte ni es un talento, por lo cual no puede ser una profesión; sólo existe por el concurso de los espíritus, y si éstos hacen falta, ya no hay mediumnidad; la aptitud puede subsistir, pero el ejercicio está anulado. Así es que no hay ningún médium en el mundo que pueda asegurar la producción de un fenómeno espiritista en un momento dado. 
Explotar la mediumnidad, es pues, disponer de una cosa que realmente no se tiene, y afirmar lo contrario seria engañar al que la pagara; hay más aun, y es que el médium no dispone de "sí mismo", sino de los espíritus de las almas de los muertos, cuyo concurso se pone a precio. Este pensamiento repugna instintivamente. 

El tráfico degenerado en abuso y explotado por el charlatanismo, la ignorancia, la credulidad y la superstición, motivó la prohibición de Moisés. 
El espiritismo moderno, comprendiendo lo formal del asunto, por el descrédito que ha echado sobre esta explotación, ha elevado la mediumnidad al rango de misión. (Véase el "Libro de los Médiums", capítulo XXVIII. - Y el "Cielo a Infierno", cap. XII.)s 

La mediumnidad es una cosa santa que debe practicarse santa y religiosamente. Si hay una clase de mediumnidad que requiere esta condición y de un modo más absoluto, es la mediumnidad curativa. 
El médico da el fruto de sus estudios, que ha hecho a costa de sacrificios, a menudo muy penosos; el magnetizador da su propio fluido y muchas veces su salud: éstos pueden poner precio a sus facultades; pero el médium que cura, sólo transmite el fluido saludable de los buenos espíritus, y por lo tanto no tiene derecho de venderlo, Jesús y los apóstoles, aunque pobres, no hacían pagar las curaciones que operaban. 

Así, pues, el que no tenga de qué vivir, que busque recursos por otra parte y no en la mediumnidad; que no consagre en ello, si es necesario, sino el tiempo de que pueda disponer materialmente. 
Los espíritus ya tomarán en cuenta su sacrificio y abnegación, mientras que se retirarán de los que esperan hacer de esto un negocio. 

Extraído de: "El Evangelio según el Espiritismo" de Allan Kardec

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¿Hay algún inconveniente en que se desarrolle la mediumnidad
en los niños?


“Sin duda. E incluso sostengo que es muy peligroso, pues esas organizaciones frágiles y delicadas experimentarían fuertes conmociones, y su joven imaginación se sobreexcitaría demasiado.
Por eso los padres prudentes deben apartarlos de esas ideas, o al menos sólo hablarles acerca de ellas en relación con sus consecuencias morales.”


Inconvenientes y peligros de la mediumnidad

7. Sin embargo, hay niños que son médiums naturalmente,ya sea para los efectos físicos, para la escritura o las visiones. En esos casos, ¿se presenta el mismo inconveniente?
“No. Cuando la facultad se manifiesta espontáneamente en un niño, es porque está en su naturaleza y porque su constitución se presta a ello. No sucede lo mismo cuando se la provoca y se la sobreexcita.
Observad que, por lo general, el niño que tiene visiones se impresiona poco con ellas, pues le parecen algo completamente natural. Les concede escasísima atención, y a menudo las olvida.
Más adelante, esos hechos vuelven a su memoria, y entonces logra entenderlos fácilmente en caso de que conozca el espiritismo.”


8. ¿A qué edad podemos practicar la mediumnidad, sin que haya inconvenientes?
“No existe una edad determinada. Eso depende por completo del desarrollo físico y, más aún, del desarrollo moral. Hay niños de doce años que se verían menos afectados por la mediumnidad que algunas personas ya formadas. Me refiero a la mediumnidad en general, pues la de efectos físicos es más agotadora para el cuerpo.
Por su parte, la psicografía presenta otro inconveniente: el que resulta de la inexperiencia del niño, en caso de que este quiera practicarla a solas y convertirla en un entretenimiento.”


*. La práctica del espiritismo, como veremos más adelante, exige mucho tacto para desbaratar las intrigas de los Espíritus embusteros. Si hasta los hombres maduros pueden ser burlados por ellos, más expuestos todavía se encuentran los niños y los jóvenes, a causa de su inexperiencia. Se sabe, además, que el recogimiento es una condición sin la cual no se puede tener trato con los Espíritus serios. Las evocaciones que se hacen sin cuidado y en tono de broma constituyen una verdadera profanación, que facilita el acceso a los Espíritus burlones o dañinos. Como no se puede esperar de un niño la seriedad necesaria para semejante acto, sería de temer que, librado a sí mismo, lo convierta en un juego. Incluso en las condiciones más propicias, es preferible que un niño dotado
de la facultad mediúmnica no la ejerza sino bajo la vigilancia de personas con experiencia, que habrán de enseñarle, mediante el ejemplo, el respeto que se debe a las almas de los que vivieron. De ahí se sigue que la cuestión de la edad se halla subordinada tanto a las condiciones del temperamento como a las del carácter. No obstante,lo que resalta con claridad de las respuestas precedentes es que, cuando la mediumnidad no es espontánea, no se debe forzar el desarrollo de esa facultad en los niños, y que en todos los casos hay que emplearla con la mayor prudencia. .

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS.
ALLAN KARDEC.

                          
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       PROGRESO DEL ESPÍRITU
Mercedes Cruz Reyes

La humanidad es un ser colectivo en quien se operan las mismas revoluciones morales que en cada ser individual, con la diferencia de que las unas se verifican de año en año y las otras de siglo en siglo. La vida de las diversas razas esta señalada por periodos  que dan a cada época una fisonomía particular.

Al lado de los movimientos parciales, hay un movimiento general que da impulso a la humanidad entera; más el progreso de cada parte del conjunto es relativo a su grado de adelantamiento.

Todo los espíritus llegaran a la perfección, unos lo harán antes otros después, Dios es un padre amoroso que ama a todos sus hijos por lo tanto no pude desterrar eternamente a sus hijos.

Dios creó a toso los Espíritus simples e ignorantes, faltos de ciencia y dio a cada uno de ellos, una misión con el objetivo de ilustrarlos  y hacerlos llegar  progresivamente a la perfección por medio del conocimiento de la verdad y así aproximarle a El.

Los espíritus adquieren los conocimientos  sufriendo las pruebas que Dios le impone,  que unos aceptan con sumisión y otros las sufren con desagrado, permaneciendo por su culpa lejos de la perfección y de la felicidad prometida.

Los espíritus son al principio como niños, ignorantes e inexpertos, y poco a poco van adquiriendo los conocimientos que le faltan recorriendo  las diferentes etapas de la vida. De los espíritus depende apresurar su progreso hacia la perfección, es según su deseo que llegan antes  o después.

Los espíritus van mejorándose y al conseguirlo, pasan de un orden inferior a otro superior. Las desigualdades sociales es el más alto testimonio de la verdad de la reencarnación, a través de la cual cada Espíritu tiene su situación definida  de regeneración y rescate.

La pobreza y la miseria, la guerra y la ignorancia, así como otras calamidades colectivas, son enfermedades  del organismo social, que se deben a la situación de prueba en que se encuentra  la humanidad.

Una vez que cese la causa patógena por medio  de la iluminación espiritual de todos en Jesucristo el mal colectivo habrá sido eliminada de los ambientes humanos.

La igualdad absoluta en cualquier sector de la vida es un grave error de los sociólogos. Existe igualdad absoluta de derechos de los hombres ante Dios, que concede a todos sus hijos igual de oportunidades en  los inapreciables tesoros del tiempo. Esos derechos son los de la conquista de la sabiduría y del amor a lo largo de la vida, por medio de cumplimiento del deber sagrado del trabajo y del  esfuerzo individual.

La grandeza del plano sideral, es demasiado profunda para que se le pueda aplicar una definición basada en las mezquinas formulas de la tierra.

El Sol   es excesivamente simple y constituye un aspecto muy pobre de la Creación.

Capella, uno de los vecinos más cercanos, es un sol 5.800 veces mayor que nuestro astro del día, sin olvidar que la Tierra, es 1.300.000 veces menos que nuestro sol.

Somos humildes en el Universo, pero hay mundos que ofrecen perores perspectivas de existencia, pues la Tierra es un plano de aprendizaje alegre y hermoso. El único elemento que desentona en la Naturaleza  es precisamente el hombre, avasallado por su egoísmo.

Existen planetas donde los seres que los pueblan se ven obligados a un esfuerzo continuo y penoso para obtener elementos esenciales de la vida. En otros, muchos seres se encuentran  en el exilio. Mientras en la Tierra, sin que el hombre deba realizar  ningún sacrificio por su parte, tenemos gratuitamente un cielo azul, fuentes colmadas, abundancia de oxigeno, árboles amigos, frutos y flores, luz y color, con santas posibilidades de trabajo, del que el hombre ha regenerado en todos los tiempos.

Entre el dolor físico y el dolor moral, el físico es un fenómeno, al paso que el moral constituye una esencia. De hay que el físico se pase, aunque acarree los transiciones  de la muerte de los órganos materiales, solo el dolor espiritual es lo bastante intenso y hondo  para promover el luminoso trabajo del perfeccionamiento y de la redención.

LA felicidad no puede darse en el mundo, conforme sueña el hombre. El ser humano está intoxicado y no sabe contemplar con deleite la grandeza de los panoramas naturales que los rodean en el planeta.

El globo terráqueo es donde el Ser construye las bases  de su ventura real, por medio del trabajo y el sacrificio rumbo a los más sublimes logros para el ámbito divino de su conciencia.

Si el espíritu lleva consigo la noción de la felicidad, es señal de que ella existe y está esperando a las almas en alguna parte.


La mayor ayuda que el espíritu puede obtener para su redención espiritual se halla en el dolor el es el elemento amigo e indispensable. Un espíritu se redime cuando esta encarnado en la tierra cuando consigue rescatar todas sus deudas, con la consiguiente adquisición de valores morales posibles de ser conquistados en las luchas del planeta, situación esta que eleva la personalidad espiritual a nuevos y más sublimes horizontes en la vida de lo infinito.

Trabajo realizado por Merchita.
Extraído de diversos libros, El de los Espíritus, el Consolador y la Génesis.

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            Instinto e inteligencia

11. ¿Cuál es la diferencia entre el instinto y la inteligencia? ¿Dónde termina uno y comienza la otra? El instinto, ¿es una inteligencia rudimentaria, una facultad distinta o un atributo exclusivo de la materia? El instinto es la fuerza oculta que lleva a los seres orgánicos a realizar actos espontáneos e involuntarios para sobrevivir. La reflexión y la premeditación no entran en los actos instintivos. Es así como la planta busca el aire, se vuelve hacia la luz, dirige sus raíces en dirección al agua y la buena tierra. Como las enredaderas se enroscan alrededor de su sostén o se enganchan con sus zarcillos. Por instinto, también los animales advierten lo que les es útil o perjudicial. Es el instinto el que los lleva a dirigirse, según las estaciones, hacia climas más propicios. A construir con más o menos arte, según las especies, y sin lecciones previas: refugios y lechos mullidos para su progenie, conocer los métodos para atrapar la presa que les servirá de alimento, manejar con destreza las armas ofensivas y defensivas que poseen. Es el instinto el que acerca a los sexos, lleva a la madre a cuidar de sus pequeños y empuja a éstos hacia ella. En el hombre, el instinto prevalece en el período de la infancia: por instinto es que el niño realiza sus primeros movimientos, toma el alimento, llora para expresar sus necesidades, imita el sonido de la voz e intenta hablar y caminar. Incluso en el adulto ciertos actos son instintivos, como pueden ser los movimientos espontáneos para precaverse de un peligro e intentar salir de él, mantener el equilibrio, entornar los párpados para atenuar el fulgor de la luz, abrir mecánicamente la boca para respirar, etc.

12. La inteligencia se revela mediante actos voluntarios, reflexivos, premeditados y combinados según las circunstancias. Es indudablemente, un atributo exclusivo del alma. Todos los actos mecánicos son instintivos. Los que denotan reflexión y premeditación son inteligentes. Unos son libres, los otros no lo son. El instinto es una guía seguro, jamás se equivoca. La inteligencia, en razón de su carácter libre, está sujeta a errores.
NOTA /(El error consiste en creer que el alma salió perfecta de manos del Creador, mientras que, por el contrario, Dios quiso que la perfección fuese el resultado de la depuración gradual del espíritu y de su propia labor. Deseó que el alma, en virtud de su libre arbitrio, pudiese optar entre el bien y el mal y que llegase a su meta última gracias a una vida de luchas y de resistencia a éste. Si hubiese creado al alma perfecta y asociada a su eterna beatitud, la hubiera hecho no a su imagen, sino a su semejanza (Bonnamy, juez de instrucción: La razón del Espiritismo, cap. VI). [N. de A. Kardec.] /)
Aunque el acto instintivo no tenga el carácter de inteligente, revela una causa inteligente esencialmente previsora. Si se afirma que el instinto se origina en la materia habría que admitir que la materia es inteligente, incluso más inteligente y previsora que el alma, ya que el instinto no comete errores y la inteligencia sí se equivoca. Si se considera al instinto una inteligencia rudimentaria, ¿cómo puede ser que en ciertos casos supere a la inteligencia racional? ¿Qué posibilita la ejecución de cosas que la inteligencia no puede lograr? Si es el atributo de un principio espiritual especial, ¿qué ocurre con ese principio? Ya que el instinto se esfuma, ¿también desaparece el principio? Si los animales estuviesen dotados sólo de instinto, su porvenir carecería de una salida y sus sufrimientos no tendrían compensación alguna. Esto no estaría de acuerdo ni con la justicia ni con la bondad divina (cap. II:19).

13. Según otra hipótesis, el instinto y la inteligencia se originarían en un único principio. En un comienzo sólo poseerían las cualidades del instinto, mas llegado a cierto grado de su desarrollo sufriría una transformación que le otorgaría los atributos de la inteligencia libre. Si así fuese, cuando un hombre inteligente pierde la razón y se guía por el instinto, su inteligencia volvería a su fase primitiva, y cuando recobrara la razón, el instinto se manifestaría como inteligencia, y así sucesivamente, lo que no es admisible. Por otra parte, instinto e inteligencia actúan juntos muy a menudo. Cuando caminamos, por ejemplo, el movimiento de las piernas es instintivo, el hombre coloca un pie delante del otro mecánicamente, sin pensar, pero cuando quiere apresurar el paso o ir más despacio, levantar el pie o dar un rodeo para evitar el obstáculo, en eso hay cálculo, se trata de un propósito deliberado. El impulso involuntario del movimiento es el acto instintivo, la dirección calculada del movimiento es el acto inteligente. El animal carnicero llevado por el instinto se alimenta de carne, pero las precauciones que toma para atrapar a la prensa varían según las circunstancias. Su previsión ante las eventualidades es un acto inteligente.

14. Otra hipótesis que concuerda perfectamente con la idea de unidad de principio, resulta del carácter esencialmente previsor del instinto y corrobora, al mismo tiempo, lo que el Espiritismo nos enseña en lo que respecta a las conexiones del mundo espiritual y el corporal. Sabemos hoy que los espíritus desencarnados tienen la misión de velar por los encarnados, a quienes protegen, guían y cubren con sus emanaciones fluídicas, y también sabemos que el hombre obra a menudo de manera inconsciente bajo la acción de esos efluvios. Se sabe, además, que el instinto produce actos inconscientes y que él predomina en los niños y en general en los seres cuya razón es débil. Según esta hipótesis, el instinto no sería un atributo ni del alma ni de la materia, no pertenecería al ser vivo, sino que sería un efecto de la acción directa de los espíritus protectores invisibles, quienes reemplazarían la imperfección de la inteligencia al provocar ciertos actos inconscientes necesarios para la preservación del ser. Sería como el andador que sirve de sostén al niño hasta que éste aprende a caminar. Así como se suprime gradualmente el andador a medida que el bebé aprende a sostenerse solo, así los espíritus protectores dejan a sus protegidos solos a medida que aprenden a conducirse guiados por su propia inteligencia. El instinto no sería, pues, el producto de una inteligencia rudimentaria e incompleta, sino el resultado de una inteligencia extraña en la plenitud de su fuerza, inteligencia protectora que supliría la insuficiencia de una inteligencia más joven, a la cual empujaría a realizar inconscientemente y para su bien lo que sería incapaz de efectuar por sí sola, o bien a una inteligencia madura, pero momentáneamente trabada en el uso de sus facultades, como ocurre en la infancia del hombre y en los casos de idiotez y afecciones mentales. Hay un proverbio que dice: Los niños, los locos y los borrachos poseen un dios aparte. Este refrán es mucho más cierto de lo que se pueda suponer. Ese dios del refrán es un espíritu protector que vela por aquellos seres imposibilitados de protegerse ellos mismos.

15. Siguiendo este orden de ideas, se puede llegar más lejos aún. Esta teoría, aunque lógica, no resuelve todos los interrogantes. Si fijamos nuestra atención en los efectos del instinto, se observará enseguida una unidad de puntos de vista y de conjunto, una seguridad en los resultados que desaparece desde el momento en que la inteligencia libre reemplaza al instinto. Reconocemos una profunda sabiduría en la adecuación tan perfecta y constante de las facultades instintivas a las necesidades de cada especie. Esta unidad de puntos de vista no existiría sin la unidad de pensamiento, y ésta, a su vez, es incompatible con la diversidad de aptitudes individuales. Sólo ella puede producir ese conjunto tan perfectamente armonioso que se produce desde el origen de los tiempos y en todas las latitudes, con una regularidad y una precisión matemática que no falla jamás. La uniformidad en el resultado de las facultades instintivas es un hecho característico que implica por fuerza la unidad de la causa. Si esa causa fuese inherente a cada individualidad habría tantos tipos de instinto como de seres, desde la planta hasta llegar al hombre. Un efecto general, uniforme y constante. Un efecto que denota sabiduría y previsión debe tener una causa sabia y previsora. Y una causa sabia y previsora que es necesariamente inteligente, no puede ser exclusivamente material. Como no encontramos ni en las criaturas encarnadas ni en las desencarnadas las cualidades necesarias para producir ese resultado, necesitamos subir más alto, hasta llegar al Creador . Si nos atenemos a la explicación dada sobre la forma en que podemos concebir la acción providencial (cap, II:24). Si nos imaginamos a todos los seres inmersos en el fluido divino, soberanamente inteligente, se comprenderá la sabiduría previsora y la unidad de puntos de vista que preside a todos los movimientos instintivos de cada individuo, conduciéndolo hacia el bien. Esa protección es más activa si el individuo posee menos recursos propios, y por eso es mayor y más absoluta en los animales y en los seres inferiores que en el hombre. De acuerdo con esta teoría, el instinto es un guía seguro. El instinto materno, el más noble de todos, al que el materialismo rebaja al nivel de una de las fuerzas de atracción de la materia, se eleva y ennoblece. En razón de sus consecuencias, era preciso que no se dejase librado a las caprichosas eventualidades de la inteligencia y del libre albedrío. Dios vela por sus criaturas recién nacidas mediante la protección materna.

16. Esta teoría no disminuye en nada el papel que cumplen los espíritus protectores, cuyo concurso es un hecho conocido y probado por la experiencia. Pero hay que hacer notar que la acción de éstos es de esencia individual y sufre modificaciones según las cualidades propias del protector y del protegido, característica que difiere con la uniformidad y la generalidad del instinto. Dios mismo, en su sabiduría, conduce a los ciegos, pero confía a inteligencias libres la conducción de quienes andan en penumbras para que cada cual sea responsable de sus actos. La misión de los espíritus protectores es un deber que éstos aceptan voluntariamente. Es para ellos un medio de progreso, según cumplan la tarea encomendada.

17. Todas estas maneras de considerar al instinto son hipóteticas y ninguna puede ser tomada como solución definitiva. El problema quedará resuelto el día que se reúnan los elementos de observación que aún faltan. Hasta ese momento nos debemos limitar a tamizar las diferentes opiniones ayudados por la razón y la lógica y esperar que se haga la luz. La solución que se acerque más a la verdad será la que se adecúe mejor a los atributos de Dios, es decir: a su soberana bondad y justicia (cap. II:19).

18. El instinto es el guía, y las pasiones el motor de las almas en el primer período de su desarrollo. Ambos se confunden a veces en sus efectos. Sin embargo, entre ambos principios hay diferencias esenciales que debemos considerar. El instinto es un conductor seguro, siempre bueno: puede llegar a ser inútil, pero nunca perjudicial. Se debilita con el desarrollo y predominio de la inteligencia. Las pasiones, en las primeras edades del alma, poseen un común denominador con el instinto: los seres son llevados por una fuerza inconsciente. Ellas nacen de las necesidades corporales y se apoyan más en el cuerpo que en el instinto. Lo que las distingue del instinto es su individualidad. No producen, como el instinto, efectos generales y uniformes. Por el contrario, varían de intensidad y naturaleza según los individuos. Son estimulantes útiles hasta el instante que despierta el sentido moral, por el cual el ser pasivo deviene un ser racional. En ese momento las pasiones se vuelven inútiles, además de perjudiciales, para el progreso del espíritu, porque retardan su desmaterialización. Se debilitan con el desarrollo de la razón.

19. Si un hombre actuase siempre llevado por su instinto, podría ser muy bueno, pero dejaría dormir su inteligencia. Sería como el niño que no abandonase su andador, motivo por el cual no aprendería a servirse de sus piernas. El hombre que no domina sus pasiones podrá ser muy inteligente, mas al mismo tiempo muy malo. El instinto se aniquila solo, las pasiones necesitan el esfuerzo de la voluntad.

Libro “EL GENESIS” : Allan Kardec

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