martes, 14 de febrero de 2017
La triste obligación de tener que ser feliz...
NUESTROS ÁNGELES Y DEMONIOS
La idea sobre la existencia de seres intermediarios entre el hombre y Dios, no es nueva, como todos sabemos; pero generalmente se creía que estos seres formaban... creaciones excepcionales; las religiones los han designado bajo el nombre de ángeles y demonios y los paganos les llamaban dioses.
El Espiritismo, viniendo a probar que esos seres no son más que las almas de los hombres que han alcanzado diferentes grados de la escala espiritual, conduce la creación a la unidad grandiosa que es la esencia de las leyes divinas. En vez de una multitud de creaciones estacionarias que revelarían en la Divinidad el capricho o la parcialidad, no hay más que una esencialmente progresiva, sin privilegio para criatura alguna, elevándose cada individualidad desde el estado de embrión, al de su completo desarrollo, ni más ni menos que el germen de la semilla llega al estado de árbol.
El Espiritismo, pues, nos enseña la unidad, la armonía y la justicia de la creación. Para él los demonios son las almas atrasadas, manchadas aún con los vicios de la humanidad; los ángeles son esas mismas almas purificadas y desmaterializadas, y entre esos dos puntos extremos, la multitud de almas que han llegado a diferentes grados de la escala progresiva; por este medio establece la solidaridad entre el mundo espiritual y el corporal.
En cuanto al problema propuesto, ¿cuál es, en los fenómenos espiritistas, el límite en donde cesa la acción propia del alma humana, y en donde empieza la de los Espíritus? Diremos que tal límite no existe, o mejor dicho, que no tiene nada de absoluto. Desde el instante que éstos no son especies distintas, que el alma no es otra cosa que un Espíritu encarnado, y el Espíritu un alma libre de los lazos terrestres, y que es el mismo ser, en centros distintos, las facultades y aptitudes deben ser las mismas. El sonambulismo es un estado transitorio entre la encarnación y la desencarnación; una emancipación parcial, un
pie puesto de antemano en el mundo espiritual. El alma encarnada, o si se quiere el propio Espíritu del sonámbulo o del médium, puede hacer, pues, poco mas o menos, lo que haría el alma encarnada, y hasta mucho mas, si es más adelantada; con la diferencia siempre de que por su completa emancipación, es el alma más libre y tiene percepciones especiales inherentes a su estado.
La diferencia que hay entre lo que es un efecto o producto directo del alma del médium y lo que proviene de un origen extraño, es muy difícil de definir, porque con frecuencia ambas acciones se confunden y corroboran. Así es que en las curaciones verificadas por la imposición de manos, el Espíritu del médium puede obrar por si solo o con la asistencia de otro Espíritu; la inspiración poética o artística, puede también tener un doble origen. Pero porque tal distinción sea difícil de determinar, no se desprende por eso que sea imposible. La dualidad es con frecuencia evidente, y en todo caso, resulta casi siempre de una atenta
observación.
ALLAN KARDEC
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YA ES INMINENTE
Llegáis en el tiempo en que se cumplirán las predicciones relativas a la transformación de la Humanidad. Dichosos serán los que hayan laborado en el campo del Señor con desinterés y sin más móvil que la caridad.- Sus jornadas de trabajo se pagarán el céntuplo de lo que hubieran esperado. Felices los que hayan dicho a sus hermanos: " Trabajemos juntos, unamos nuestros esfuerzos a fin de que, cuando llegue el Señor encuentre la obra terminada. " A éstos el Señor dirá: " Venid a mí, mis buenos servidores, que habéis acallado vuestros celos y discordias para que la obra no se prejudicase. " Pero, ¡ ay de aquellos otros que, por sus rencillas, hayan retrasado la hora de la cosecha, pues la tormenta vendrá y serán arrastrados en su turbión ! Clamarán gracia gritando, pero el Señor les replicará: "¿ Por qué demandáis merced, vosotros que no habéis tenido piedad de vuestros hermanos, que rehusasteis tenderles la mano, que aplastasteis al débil en vez de sostenerlo? ¿Por qué pedís gracia, vosotros que habéis buscado vuestra recompensa en las alegria de la Tierra y en la satisfacción de vuestro orgullo ? Ya habéis recibido ese premio, tal como lo queríais : No pidáis más, entonces. Las recompensas del Cielo son para quienes no hayan solicitado las de la Tierra."
En estos momentos, Dios está haciendo el censo de sus servidores fieles y ha señalado con el dedo a aquellos que sólo tienen la apariencia de la abnegación, a fin de que éstos no usurpen el salario que a los servidores animosos corresponde.....
¡Porque a los que no retrocedan ante su tarea, El confiará los cometidos más difíciles en la gran obra de la regeneración mediante el Espiritismo, y se cumplirá la sentencia: " ...Los primeros serán postreros, y los postreros, primeros " en el Reino de los Cielos!
( El Espíritu de Verdad)
El Evangelio según el Espiritismo
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El egoísmo, el orgullo, la vanidad, la ambición, la codicia, el odio, la envidia, los celos, la maledicencia, son para el alma hierbas venenosas de las cuales es necesario arrancar cada día algún pie y tienen como antídoto: la caridad y la humildad.
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PANCHO SIERRA
Esta es la historia de un hombre simple, de campo, que llevó la palabra de Dios y la sanación espiritual a todos los necesitados, en nombre del Espiritismo. Su nombre, como una luz brillante, recorrió y sigue recorriendo la Argentina de norte a sur y de este a oeste.
El despertar espiritual de Pancho Sierra
Pancho Sierra, como cariñosamente se lo conoce, nació en la ciudad de Salto, Provincia de Buenos Aires, el 21 de abril de 1831. Sus padres don Francisco Sierra y de doña Raimunda Ulloa eran acaudalados estancieros. Fue allí, en el campo, donde encontró la energía de la naturaleza, manifestación divina, para su crecimiento espiritual y para su obra de servicio al prójimo. Veía al Padre en cada pájaro, en cada flor, en cada semilla lanzada al surco. Sentía latir la vida en cada amanecer y en cada atardecer. Toda la obra del Padre estaba delante de sus ojos y la loaba. Sentía el placer de saberse uno con el Todo.
Estudió en Buenos Aires, como lo hacían todos los jóvenes de familias acaudaladas en la época, y luego volvió a su amado campo, donde cantaba el jilguero y se escondía la mulita. Allí había depositado el corazón.
De su vida personal se sabe muy poco. Siempre la resguardó con esmero, como un tesoro personal. Sabemos que siendo muy joven se enamoró de una señorita muy hermosa, llamada Nemesia, pero que ese romance no prosperó. A partir de entonces, Pancho se volvió callado, meditativo, introvertido, y nunca se supo de otro amor. Se retiró a su estancia “El Porvenir”, situada entre Rojas y Pergamino, en la provincia de Buenos Aires.
La obra benéfica de Pancho Sierra
Su campo era famoso porque estaba lleno de familias que vivían allí, sin pagar un centavo. Su generosidad era magnífica y decía que todo pertenecía a Dios, no a los hombres. Cumplía con el mandamiento principal de amar al prójimo como a uno mismo, y a Dios por sobre todas las cosas. Era un discípulo del Cristo en medio de la pampa gaucha; un caminante de botas de cuero crudo; un terapeuta, en el real sentido de la palabra, que significa, “aquel que camina hacia Dios”. Era un obrero del Evangelio.
Después de su desilusión amorosa, se dedicó a ayudar a los demás, sin límites. Se alejó de los ambientes frívolos y ricos, a los que pertenecía por su fortuna, y se dedicó al campo y a los humildes. Había encontrado su misión. Había encontrado la Palabra, el Camino y la Vida.
Al final de su vida se casa con una señora viuda. Nadie supo más que eso de su vida personal, siempre rodeada de misterio y encerrada en sí misma.
Como la mayoría de los hombres de campo, amaba la música de la guitarra, los versos gauchescos y los enormes mates. Dicen en los pagos que era un eximio músico y que los sonidos de su guitarra se escuchaban hasta entrada la noche, llevando la esperanza y la fe.
Su aspecto físico era el de un hombre alto y fuerte, usaba una larga y sedosa cabellera blanca y gran barba. Parecía un patriarca. Vestía anchas bombachas de campo, impecables y planchadas; la riestra, con las monedas de plata incrustadas cuidadosamente en la cintura; un negro chambergo, ladeado a la izquierda del rostro y sus famosas botas de cuero. Era un gaucho.
Su palabra era siempre dulce, sincera y reconfortante, pero firme y segura. Había algo en su tono que no dejaba dudas y hacía que todos se rindieran ante ella.
El contacto de Pancho Sierra con el espiritismo
Cuando leyó y adoptó como libro de cabecera el “Evangelio según el Espiritismo”, de Allan Kardec, lo recomendó a todos sus conocidos y aquellos que pedían sus sanaciones. Se vendieron más ejemplares que en ningún otro lugar de la provincia y más que el famoso “Martín Fierro” de José Hernández. Cuando iba a la capital, Buenos Aires, frecuentaba la Sociedad Espírita “Constancia”, la primera fundada en esa ciudad, y mantenía contacto con hombres ilustres de la época, como Cosme Mariño y el ingeniero Rafael Hernández (hermano del autor de “Martín Fierro”).
Era socio de esa Sociedad Espírita. Allí conversaba y cambiaba ideas con los hombres del Espiritismo argentino, que veían en él a un gran sanador espiritual. Fue un gran divulgador de la doctrina de la Buena Nueva.
La mediumnidad curativa de Pancho Sierra
Se comunicaba con facilidad con el Mundo Invisible y se sentía unificado con la Naturaleza. Todo deviene de Dios y por lo tanto, todo está interconectado con todo y con todos. Él era uno más en la gran cadena de almas que formamos la gran familia universal.
Se lo conoció como un “médium curador”, de los más famosos de su tiempo. La gente acudía por centenas a su estancia, haciendo largas filas, esperando una palabra amiga o una cura, que él siempre estaba dispuesto a practicar, en nombre de Jesús. Sus métodos de cura eran simples: solamente los pases y el agua fluidificada y, a veces, la sugestión de su palabra segura, firme y amigable.
Asimismo, en otras oportunidades, usaba la imposición de manos. Hay una anécdota famosa de sus curas: Un día llegó un hombre en una carreta para pedir una cura, tenía las piernas paralizadas. Don Pancho, sentado a la puerta de su casa, tomando mate, lo vio llegar y le gritó: “¡Bájese, amigo!”. Todos lo miraron asombrados, ya que sabían que el hombre era paralítico. Pancho volvió a gritar: “¿A qué lo han traído? ¿A que lo cure? Entonces, ¡obedezca!”
El hombre estaba asustado y lo miraba sin pestañar. Pancho lo alentó con palabras cariñosas pero seguras, y volvió a decirle que debía ir caminando hasta él. En un enorme esfuerzo, el hombre logró ponerse de pie y, como pudo, empezó a dar unos pasos. “¿Vieron?, dijo Pancho, ¡Ya está curado en nombre de Dios!”
Pancho Sierra no solo curaba a personas sino a todos los animales que se le acercaban. Entendía que el amor no tiene fronteras ni nombres propios. Su amor se extendía a todo ser viviente. Era común ver a los paisanos llevando a sus vacas, caballos, perros o gatos enfermos, y hacer largas filas esperando la mano amiga que los sanaría. Don Pancho se comunicaba con el espíritu de los animales, hablándoles del amor de Dios y los hacía volver al estado de equilibrio, que es la salud.
Lo llamaban el “doctor del agua fría” por ser éste su método preferido de cura. Sacaba el agua que fluidificaba del aljibe, frente a la casa.
La querida Amalia Domingo Soler, desde España, lo admiraba mucho y siempre le mandaba algunas líneas escritas, dándole coraje para continuar con la labor sanadora.
Fue duramente atacado por los médicos de su época, quienes lo acusaron de ejercicio ilegal de la medicina, pero él no respondía. Sabía que el Mundo Espiritual trabajaba a través suyo, en beneficio de los que necesitaban. Al mismo tiempo, fue querido y admirado por los humildes, que encontraban en este hombre a un amigo, curador y evangelizador. Sabía, también, que el futuro de la medicina estaría conectado con la espiritualidad del hombre y la correspondencia entre cuerpo físico, cuerpo periespiritual y Espíritu.
Desencarnó el 4 de diciembre de 1891, en su estancia “el Porvenir”, fue sepultado en la ciudad de Salto.
Dice Humberto Mariotti: “Todo individuo facultado mediúmnicamente, llamado a realizar una gran obra, no se reduce a una vida recoleta, pues de esa manera se tornaría en un ser anémico y carente de vitalidad espiritual”.
La misión de Pancho Sierra
La misión de Pancho Sierra fue despertar conciencias hacia la realidad espiritual. Curaba cuerpos y almas, enseñando la importancia de la fe y del conocimiento de la vida espiritual. Su obra a favor del Espiritismo fue muy importante porque llevó el conocimiento a las personas más humildes, más lejanas a las posibilidades de la cultura.
Su nombre será siempre recordado con cariño y agradecimiento. Desde el Mundo Espiritual, continúa alentando y ayudando a todo aquel que acude a él. Su figura imponente de patriarca gaucho nos envuelve en su amor y con su ejemplo.
Fuentes Consultadas:
MARIÑO, Cosme. “El Espiritismo en la Argentina”
MARIOTTI, Humberto. “Pancho Sierra y el Porvenir de la Medicina”.
SCHULTE, Etel. “Fluidoterapia o vibraciones terapéuticas”.
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LA VERDADERA EVOLUCIÓN
En el Espiritismo, el estudio de las obras Espiritas, juega un papel muy importante dentro de la Doctrina. Tener conocimiento, entender las leyes, los peligros envueltos en la práctica indiscriminada de la Mediumnidad, la influencia en nuestras vidas de ese invisible pero real mundo espiritual, los peligros reales de la obsesión espiritual y otros temas, deben de ser conocidos y dominados por todo adepto y estudiante de la Doctrina. Sin embargo: el Mundo Espiritual de la Luz, nuestros Instructores y Hermanos Mayores, nos repiten una y mil veces que: No es el CONOCIMIENTO INTELECTUAL (títulos profesionales, posiciones sociales, etc.) el que verdaderamente hará la gran DIFERENCIA cuando abandonemos este cuerpo físico. LO MAS IMPORTATE ES EL TRABAJO INTERNO (con uno mismo) LA PRACTICA DE LA CARIDAD DESINTERESADA, que vivamos sujetos practicando y viviendo los PRECEPTOS DEL EVANGELIO MORAL DE JESUS (véase Libro El Evangelio Según El Espiritismo).
La verdadera evolución (por ahora) esta en nuestros logros morales y espirituales.
Reinaldo Inocente Formoso
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La triste obligación de tener que ser feliz...
La persecución de la felicidad es tal vez el mayor cliché cultural que nos acecha: las imágenes de sonrisas desbordadas que deambulan en las redes sociales, los grandes hits musicales diseñados para celebrarla, los épicos finales felices de Hollywood, los libros de auto-ayuda, las sectas semi-místicas y los coloquios ‘superacionales’ orientados a ayudarte a alcanzar esta experiencia. En internet cada vez son más populares los instructivos, consejos o rutas para ser feliz –incluso aquí hemos publicado textos como “Estos son los hábitos de las personas verdaderamente felices” o “La atención presente es la clave de la felicidad”. Sobrados son los ejemplos que tenemos de esta búsqueda masiva –por cierto aprovechada hábilmente por el mercado bajo la promesa de que, si consumes, alcanzaras dicho estado. Pero, ¿qué es la felicidad?, ¿existe?, y en caso afirmativo, ¿es algo que puede ‘conseguirse’?
Disertar sobre la probable naturaleza de la felicidad sería tarea larga, polémica e inevitablemente imprecisa –quizá porque está diseñada para vivirse y no para describirse o demostrarse. Pero, en todo caso, ya lo intentamos alguna vez hace un par de años, en el texto “Es probable que alcanzar la felicidad sea algo imposible”. Independientemente de esto, la ansiedad cultural por ser feliz resulta un tanto nefasta, en parte por que la felicidad no debiera considerarse como una ‘obligación’, como un criterio para determinar la riqueza de una existencia en particular y ni siquiera, creo, debiera de postularse como un objetivo de vida.
Me cuesta creer que la felicidad es un estado externo, asequible y contemplable. Además, pareciera que en todo caso es una experiencia que para encontrarse no debe buscarse, sino simplemente resulta de un conjunto de acciones o actitudes que adoptas de forma acertada y entre cuyos beneficios se incluyen momentos felices.
En lo personal me parece mucho más atractiva “esa sobria calma que podríamos llamar ‘paz interior’ (algo así como contemplarnos frente a un espejo, en silencio, y degustar imperturbables el reflejo de todo el universo)”. Y, sinceramente, no podría concebir una dinámica en la que yo documento y comparto esos instantes en los que me siento tranquilo conmigo, con mi entorno y con la interacción entre ambos.
Creo que la felicidad corresponde más a un estado efímero que por momentos sube y, como tal, tendrá que bajar. De hecho, Dostoievsky advertía que la felicidad es eso que experimentamos tras un encuentro con lo más profundo de la infelicidad, mientras que Jung afirmaba que, sin momentos de tristeza, la felicidad pierde cualquier sentido. Pero en todo caso, más allá de cuál sea tu opinión al respecto, te invito a no sentirte obligado a ser feliz, a no necesitar de una foto que documente tu momento feliz para considerarlo genuino y a reflexionar sobre las maravillas de otros estados, por ejemplo la melancolía o, por qué no, la tristeza.
En fin; sonríe y, si lo logras, no olvides capturar el momento.
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