lunes, 6 de marzo de 2017

Nuestro firmamento


                                                                       
                                                                             
                                                         LOS APEGOS 

La principal causa del sufrimiento viene generada por los apegos, los cuales suelen confundirse con el amor. El apego se diferencia del amor, porque el principal beneficiado es quien genera el apego, se busca el bien para uno mismo, mientras que el amor da libertad, procura el bien y la felicidad del otro, sin que esto represente tenerlo en nuestras vidas, está libre de egoísmo, de necesidades, no se encarga de llenar espacios que creemos vacíos. 

El mundo está lleno de sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el apego a las cosas. La felicidad consiste precisamente en dejar caer el apego a todo cuanto nos rodea. ― Buda Gautama 

Cuando actuamos desde los apegos normalmente dejamos de disfrutar el momento presente, estamos preocupados por no poder mantener aquello que creemos nuestro o por no conseguir más de que aquello que pensamos necesitar, dejamos realmente de vivir lo que pasa en nuestra vida, lamentándonos por cosas del pasado que ya no están o lo que rodea a su víctima el fatal contagio. 
“El espíritu malo, cu preocupándonos porque lo que queremos esté en nuestro futuro. 

Realmente no necesitamos nada, somos perfectos como somos, como estamos, solo que por lo general estamos inconformes, nuestra mente nos habla continuamente de lo que podríamos tener, o nos hace extrañar lo que en algún momento tuvimos, mientras que nos perdemos el único momento que existe, que es el momento presente. 

Si no sabemos callar esa voz, siempre seremos vulnerables al sufrimiento, generado por el apego, por el miedo, por la sensación de pérdida, por la avaricia, el egoísmo. Todo pasa, lo bueno y lo malo resultan transitorios en nuestras vidas. Por ello es importante realmente apreciar y amar desde la libertad, agradeciendo la posibilidad de haber vivido una experiencia, estando atentos a lo que forma parte de nuestras vidas y nos resulta posible disfrutar. 

Cuando realmente amamos, sin importar el beneficio que eso está generando en nosotros, lo hacemos desde nuestro corazón, sin pensar que las personas nos pertenecen, que perdemos cosas, que la muerte es el fin, que lo que tenemos nos define, en fin… nuestra conciencia se amplía y nos permite ver más allá de nuestro ego, que se caracteriza por sentirse continuamente amenazado, que siempre está en estado de alerta, generando una preocupación, tratando de acaparar cosas, personas, troquelando nuestro nombre en todo lo que le interese, para que no exista duda de que nos pertenece. 

Resulta que llegamos acá sin nada y de la misma forma nos iremos, ni siquiera nuestros hijos son nuestros, son de la vida y han venido a este mundo a través de nosotros para vivir sus propias vidas, para tenernos de guías y desde allí debemos amarlos. Aprendamos que nada nos pertenece realmente, que no necesitamos de nada, que lo único que realmente nos define es nuestra esencia y el amor que es lo que verdaderamente trasciende.

Aportado por Viviana Gianitelli



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                   ESPÍRITUS EN SUFRIMIENTO

Exposición general del estado de los culpables a su entrada en el mundo de los espíritus, dictada a la Sociedad  Espiritista de París ...en octubre de l860. 

“Los espíritus malos, egoístas y endurecidos, están, después de la muerte, entregados a una duda cruel sobre su destino presente y futuro. Miran a su alrededor, no ven al principio ningún objeto sobre el que puedan ejercer sus fechorías, y la desesperación se apodera de ellos, porque el aislamiento y la inacción son intolerables para los malos espíritus: no se elevan hacia los lugares habitados por los espíritus puros. Consideran lo que les rodea, e impresionados al instante por el abatimiento de los espíritus débiles y castigados, se adhieren a ellos como a una presa, y les recuerdan sus pasadas faltas, que ponen sin cesar en acción por sus gestos irrisorios. No bastándoles esta burla, se sumergen en la Tierra como buitres hambrientos, buscan entre los hombres el alma más accesible a sus tentaciones, se apoderan de ella, exaltan su concupiscencia, procuran apagar su fe en Dios, y cuando, en fin, dueños de su conciencia, consideran su presa asegurada, extienden sobre tod
ando puede ejercer su ira, es casi feliz. No sufre sino en los momentos 
en que no puede obrar y en los que el bien triunfa sobre el mal. 
“Sin embargo, los siglos corren. El espíritu malo siente de repente que las tinieblas le 
invaden, su círculo de acción se estrecha, su conciencia, sorda hasta entonces, le hace sentir las puntas aceradas del arrepentimiento. Inactivo, llevado por el torbellino, corre al azar sintiendo, como dice la escritura, erizársele de espanto los cabellos. Pronto se hace un gran vacío a su alrededor. El momento de su expiación ha llegado, la encarnación se le presenta amenazadora. Ve como en espejismo las pruebas terribles que le aguardan. Quisiera retroceder, adelanta, y precipitado en el ancho abismo de la vida, divaga espantado hasta que el velo de la ignorancia cae sobre sus ojos. Vive, obra, aún es culpable. Siente en él no sé qué recuerdos que le inquietan, presentimientos que le hacen temblar, pero no retrocede en la vía del mal. Cargado de violencias y de crímenes, va a morir. Extendido en el suelo o sobre su cama, ¡qué importa! El hombre culpable siente, bajo su aparente inmovilidad, removerse y vivir un mundo de sensaciones olvidadas. Bajo sus párpados cerrados ve apuntar una luz, oye sonidos extraños. Su alma, que va a dejar su cuerpo,se agita impaciente, mientras que sus manos crispadas tratan de agarrarse a las sábanas. Quisiera hablar, quisiera gritar a los que le rodean: Retenedme, veo el castigo. No lo consigue: la muerte se fija sobre sus labios descoloridos, y los asistentes exclaman: ¡Descansa en paz! 
“No obstante, lo oye todo. Gira alrededor de su cuerpo, que no quiere abandonar. Una fuerza secreta le atrae. Lo ve y reconoce todo. Desatinado, se lanza en el espacio, donde quiere ocultarse. 
¡No puede retroceder! ¡No tiene reposo! Otros espíritus le vuelven el mal que ha hecho, y 
castigado, burlado, confuso a su vez, camina y caminará al azar, hasta que la divina luz se deslice en su endurecimiento y le ilumine para mostrarle el Dios de justicia, el Dios triunfante del mal, que no podrá aplacar sino a fuerza de gemidos y de expiaciones.” 
George. 

Jamás se ha trazado un cuadro más elocuente, más terrible y más verdadero de la suerte del malo. 
¿Qué necesidad hay, pues, de recurrir a la fantasmagoría de las llamas y de los tormentos físicos? 

ALLAN KARDEC


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LA CURACIÓN DE LAS OBSESIONES

La curación de las obsesiones graves requiere mucha paciencia,perseverancia y abnegación,exige también tacto y habilidad para conducir bien a los Espíritus,a menudo muy perversos endurecidos y astutos,porque los hay rebeldes en extremos,en la mayor parte de los casos es menester acomodarse a las circunstancias,pero cualquiera que sea el carácter del Espíritu,es un hecho cierto que no se obtiene nada por la fuerza o las amenazas ,toda la influencia está en el ascendente moral.otra verdad igualmente justificada por la experiencia ,lo mismo que por la lógica,es la completa ineficacia de los exorcismos ,fórmulas,palabras sacramentales,amuletos,talismanes,prácticas exteriores o cualquier otra señal material.


    La obsesión prolongada por largo tiempo puede ocasionar desórdenes patológicos,y requiere algunas veces un tratamiento simultáneo o consecutivo,sea magnético,sea medicinal ,para restablecer el organismo.Destruida la causa,falta combatir los efectos.(Véase El Libro de Los Médiums ,segunda parte ,cap.XXIII "De la Obsesión"-Revista Espírta,febrero y marzo de 1864 y abril de 1865: ejemplo de curas de obsesiones)
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO


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                                NUESTRO FIRMAMENTO

Observa el profundo firmamento: los astros que lo pueblan son las etapas de tu largo peregrinaje, las estaciones de la gran vía donde tu destino te lleva. 
¡Ven, elevemos nuestras almas; planea un instante conmigo mediante el pensamiento, entre los soles y los mundos! ¡Más alto, siempre más alto en el éter insondable! Allá abajo, la Tierra no es más que un punto en la vasta extensión. Ante nosotros y por sobre nosotros, los astros se multiplican. Por todas partes, esferas de oro y brillos de esmeraldas, záfiros, amatistas y turquesas describen sus movimientos rítmicos. Hacia nosotros boga un astro enorme, arrastrando cien mundos planterios en su órbita, cien mundos que evolucionan en sabias elipses. Apenas entrevisto, helo aquí que ya huye, siguiendo su carrera, con su espléndido cortejo33. 
Detrás de ellos se presentan diez soles de diferentes colores, agrupados en una atmósfera luminosa que les rodea como una banda de gloria. 
Y siempre, los sistemas suceden a los sistemas, paraísos o presidios flotantes, mágicos mundos envueltos de azul, de oro y de luz. Más lejos, los vagabundos cometas, las pálidas nebulosas de las cuales cada átomo es un sol en formación34. Aprende una cosa: todos estos mundos son las moradas de otras sociedades de almas. La familia humana extiende su imperio por todas partes; hasta en las lejanas estrellas, cuyas temblorosas luces emplean miles de años para llegar hasta nosotros; por todas partes tenemos hermanos celestes. Todas estas moradas estamos destinados a conocerlas y disfrutarlas. Nosotros reviviremos en esas tierras del espacio, en nuevos cuerpos, a fin de adquirir fuerzas, conocimientos, más grandes méritos y elevarnos más alto aún en nuestro perpetuo andar. 
Estos mundos son otras tantas escuelas para el alma, campos de evolución para cultivar nuestra inteligencia y, al mismo tiempo, construirnos organismos fluídicos más y más delicados, depurados y perfectos. Después de las luchas, las tormentas y los reveses de mil arduas existencias; después de las pruebas y los dolores de los ciclos planetarios, vendrán los siglos de dicha sobre esos astros de felicidad cuyas dulces claridades proyectan hasta nosotros rayos de paz y alegría. Después, las gloriosas misiones, los nobles apostolados, la honrosa tarea de provocar el despertar, el desarrollo de las almas dormidas y ayudar, igualmente, a nuestras hermanas más jóvenes en sus peregrinaciones a través de las regiones materiales. 
¡Finalmente, alcanzaremos las sublimes alturas, el cielo de éxtasis donde vibra más potente y melodiosa la divina idea; donde el tiempo y el espacio se desvanece y la luz y el amor unen sus radiaciones; donde la Causa de las causas en su incesante fecundidad produce para siempre la vida eterna y la eterna belleza! 
En nuestros días, el cielo ya no puede ser lo que fue durante tanto tiempo para la ciencia humana, es decir, un espacio vacío, triste y desierto. El infinito se anima y se transforma. El círculo de nuestra vida se agranda en todos los sentidos. Por mil lazos nos sentimos unidos. La vida del cielo es la nuestra; su historia es nuestra historia. Se abren fuentes desconocidas de sensación, de meditación. El porvenir toma ante nuestros ojos un carácter completamente diferente. Una profunda impresión nos invade ante la idea de tan grandes destinos. Nos encontramos unidos para siempre a todo lo que vive, ama y sufre. De todos los puntos del espacio, de todos esos astros que brillan en la inmensidad, parten voces que nos llaman, las voces de nuestros hermanos mayores que nos dicen: Anda, anda, elévate por el trabajo; haz el bien; cumple el deber. Ven a nosotros que, como tú, hemos penado, luchado y sufrido en los mundos de la materia. ¡Ven a proseguir con nosotros la ascensión hacia Dios! 
LEÓN DENIS 

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