EL CIELO
¿Te
gustarla ir al Cielo?
¿Te
imaginas como es el Cielo?
¿Donde
piensas que está?
Los
espíritus son creados simples e ignorantes, pero con la actitud de adquirirlo
todo y progresar, en virtud de su libre albedrío. Mediante el progreso, adquieren
nuevos conocimientos y nuevas facultades, nuevas percepciones y por
consiguiente, nuevos gozos desconocidos a los espíritus inferiores; ellos ven,
sienten , oyen, y comprenden lo que los
espíritus atrasados no pueden ni ver , ni sentir , ni comprender y ni oír.
La
felicidad está en razón del progreso
alcanzado; de tal forma que, de dos Espíritus, uno puede no ser tan feliz como el otro, únicamente
porque no es tan avanzado intelectualmente
y moralmente, sin que por ello tengan que estar cada uno, en un lugar
distinto.
Aun
estando ambos juntos, uno puede estar en
tinieblas, mientras el otro resplandeciente. La felicidad de los Espíritus siendo inherente a las cualidades que poseen,
la toman en todas las partes donde la
encuentran, en la superficie de la Tierra, en medio de los encarnados o en el
espacio.
El
progreso del espíritu, es fruto de su propio trabajo. Ellos según la prisa que
se den avanzan más o menos rápidamente. Y el progreso del hombre ha de ser
moralmente y espiritualmente y en muy raros casos avanzan a la par. La felicidad suprema es atributo de los
espíritus perfectos, puros.
La
encarnación es necesaria para alcanzar el doble progreso, con la actividad que
está obligado a desarrollar en el trabajo el espíritu progresa intelectualmente;
y por la necesidad que los hombres tienen uno de los otros avanzan
moralmente. La vida social es la piedra
de las buenas y de las malas cualidades.
El hombre de bien, con todas sus virtudes, o el ignorante con sus defectos
tiene por móvil, por objetivo y por estimulo las relaciones del hombre con sus
semejantes. El hombre que viviese solo, no habría vicios ni virtudes: si, por
el aislamiento, se preserva del mal, anula el bien.
Una
existencia corporal es un tiempo muy corto para que el hombre lo aprenda todo
de todo, para que pueda adquirir todo el bien que le falta, y para que pueda
despojarse de lo que hay de malo en el. Dios que es soberanamente justo y
bueno, concede al espíritu del hombre
tantas existencias como sean necesarias para alcanzar su perfección.
Cada
existencia es, un paso adelante en el
camino del progreso. La encarnación es inherente a la inferioridad de los
Espíritus, los que traspasaron el limite y
progresan en el mundo espiritual, o en mundos superiores que en nada se
asemeja a la vida terrestre, no necesitan reencarnar, cuando lo hacen es
voluntariamente, con el objetivo de ayudar a los encarnados y aceptan las
vicisitudes y los sufrimientos por devoción.
Entre
una y otra encarnación, en ese intervalo
y por un tiempo más o menos largo, el espíritu entra en el mundo espiritual,
donde es feliz o infeliz, según el bien o el mal que haya hecho.
El
estado espiritual es el estado normal del espíritu, puesto que ese deberá ser
su estado definitivo, el cuerpo espiritual no muere, y el estado corporal es transitorio y pasajero. Es en el espacio y
en espíritu que se prepara para nuevas experiencias tomando resoluciones para practicarlas cuando esté de nuevo en la
Tierra. También allí donde recoge los frutos de su progreso
realizados gracias a la reencarnación.
El
espíritu también progresa en la erraticidad; allí adquiere conocimientos especiales
que no podría adquirir en la tierra; sus ideas se modifican. Tanto el
estado espiritual, como el corporal son
para el espíritu una fuente de dos progresos solidarios uno con el otro; por eso pasa
alternativamente por esos dos modos de existencias.
La
reencarnación puede ocurrir en la Tierra o en otros mundos. Unos son más
avanzados que otros, recordemos que hay muchas moradas en la casa del Padre, la
Tierra es uno de los menos avanzados, y solo
pueden habitar esos mundos mejores espíritus que han llegado a un grado
de adelanto superior, siendo más perfectos.
Ya vivir
en esos mundos es una recompensa para el espíritu, pues la calidad de
vida, es mejor, y están preservados de
los males y de las vicisitudes que
ocurren en la Tierra. El cuerpo del espíritu allí es más fluídico menos
grosero, no están sujetos a las dolencias, ni a las enfermedades, ni a las
mismas necesidades. En ellos no hay malos Espíritus están excluidos, los
hombres viven en paz, ocupados en su evolución por el trabajo de su
inteligencia. Allí reina la verdadera fraternidad, porque no hay egoísmo;
verdadera igualdad, porque no hay
orgullo; la verdadera libertad, porque no hay desorden que reprimir, ni
ambiciosos procurando oprimir al débil. Esos mundos comparados con la Tierra
son verdaderos paraísos.
A la
medida que progresa el espíritu alcanza la felicidad, pero antes de alcanzar el
punto culminante de la perfección, goza de una felicidad relativa a su
progreso. Como los niños, siente la alegría de la primera edad, después las de
la juventud y finalmente, las más
solidad de la edad madura.
La
felicidad de los Espíritus
bienaventurados no consiste en la ociosidad contemplativa, que
seria una fastidiosa inutilidad. La vida
espiritual, al contrario, y en todos los grados, una constante actividad, pero
una actividad exenta de fatigas. La suprema felicidad consiste
en el goce de todos los
esplendores de la creación, que nadie sabría describir, que la más fecunda
imaginación no podría concebir; en el conocimiento y penetración de todas las
cosas; en la ausencia de toda pena física y moral; en una satisfacción intima,
una serenidad del alma que nada altera; en el amor puro que une a todos los
seres, como resultado de la ausencia de toda ofensa por el contacto de los
malos y por encima de todo, en la visión
de Dios y en la comprensión de sus misterios revelados a los más dignos.
Los
espíritus Puros son los Mesías o
mensajeros de Dios para la
transmisión y ejecución de sus
voluntades; cumplen las grandes misiones
presiden la formación de los
mundos y a la armonía en general del Universo, responsabilidad gloriosa a la
cual no se llega sino por la perfección. Los de orden más elevado son los únicos iniciados en los secretos de
Dios, inspirándose de su pensamiento, del cual son los representantes directos.
Las
tribulaciones de los Espíritus son proporcionales a su adelantamiento, a las
luces que poseen, a sus capacidades, a su experiencia y al grado de confianza
que inspiran al soberano Maestro. Allí nada de privilegios, nada de favores que
no sea el precio del merito; todo es medido
al peso de la estricta justicia.
Las
misiones importantes son encomendadas solo a aquellos que Dios sabe que estad
capacitados para cumplirlas. Bajo la mirada de Dios los mas dignos componen el consejo supremo, a los jefes superiores es
atribuida la dirección de los torbellinos planetarios; a otros es conferida las de los mundos
especiales; vienen enseguida en el orden de adelantamiento y subordinación
jerárquica, las tribulaciones más restringidas de aquellos que están encargados
en la marcha de los pueblos, en la protección de las familias y de los
individuos, , en el impulso de cada rama del progreso, en las diversas
operaciones de la Naturaleza, hasta en los más ínfimos detalles de la creación.
En todo
ese vasto y armonioso conjunto, hay ocupaciones para todas las, todas alas
aptitudes, todas las buenas voluntades; ocupaciones aceptadas con alegría,
solicitadas con ardor, porque son un medio de adelantamiento para los espíritus
que aspiran a elevarse.
Cada
encarnado tiene su misión es deberes que cumplir, para el bien con sus
semejantes, desde el padre de familia a quien le incumbe el cuidado de hacer progresar a sus hijos,
hasta el hombre de genio que lanza en la sociedad nuevos elementos de progreso.
En esas misiones secundarias que normalmente
se encuentran flaquezas, prevaricaciones, renuncias, pero no perjudican sino al individuo y no al conjunto.
Todas
las inteligencias concurren a la obra
general, en cualquier grado al que hayan llegado, y cada uno a la medida de sus
fuerzas; unas en estado de encarnación otras en estado de Espíritu. Por todas
partes hay actividad, desde la base hasta lo alto de la escala, todas
instruyéndose, ayudándose entre si, prestándose un apoyo mutuo, extendiéndose
la mano para alcanzar el grado supremo.
La
felicidad radica en las propias cualidades del individuo y no al estado material
del medio donde se encuentra. Los espíritus felices no tienen un lugar
circunscrito en el Universo. En cualquier lugar que se encuentren, los
Espíritus Puros pueden contemplar la majestad Divina porque Dios está en todas partes.
La felicidad no es personal, si se poseyese solo
en si mismo, si no se la pudiese compartir
con los demás, seria egoísta y
triste, por eso, esta en la comunión de pensamientos que une a los seres simpáticos.
Los espíritu felices, atraídos unos a otros por semejanza de ideas, de gustos,
de sentimientos, forman amplios grupos o familias homogenicas, en el seno de
las cuales cada individualidad irradia
sus propias cualidades y se penetra de los efluvios serenos y benéficos que
emanan del conjunto, cuyos miembros se dispersan para ocuparse de sus misiones,
o se reúnen en un punto cualquiera del espacio para dar a
conocer el resultado de sus trabajos, o se juntan alrededor de un
espíritu, de un orden más elevado para recibir sus conejos y sus instrucciones.
Aunque
los espíritus estén por todas partes, los mundos son sedes donde ellos se
reúnen, con preferencia en razón de la analogía que existen entre ellos y aquellos que los habitan. Alrededor de
los mundos avanzados fluyen los Espíritus superiores;
alrededor de los mundos atrasados pululan los espíritus inferiores. La Tierra
es uno de estos últimos. Cada globo, tiene, pues, de alguna forma, su propia
población en espíritus encarnados y
desencarnados, que se alimenta, en su mayor parte por la encarnación y
desencarnación de los mismos espíritus. Esa población es más estable en los
mundos inferiores, donde los espíritus son más apegados a la materia, y más
fluctuante en los mundos superiores. De
los mundos superiores, focos de luz y prosperidad, los espíritus pasan hacia mundos inferiores, para sembrar allí
los gérmenes del progreso, y llevar el consuelo y la esperanza, erguir ánimos
abatidos por las pruebas de la vida y a veces se encarnan allí para cumplir su
misión con mayor eficacia.
Llegamos
a la conclusión que el cielo está por todas partes, nada lo cerca ni le sirve
de limites; los mundos felices son las últimas estaciones de nuestro largo
viaje que nos llevan a el; las virtudes franquean el camino; los vicios nos
cierran el acceso.
¿Verdad
que el Espiritismo engrandece las ideas y ensancha el pensamiento? La razón y
la revelación de los espíritus y su concordancia con el progreso y la ciencia abren una visión
sensata sobre el cielo.
Dios no
nos dijo al principio toda la verdad, porque no teníamos ojos para ver, ni
oídos para escuchar, al igual que a los niños no se les enseña las cosas de los
mayores porque no las entenderían, Dios al principio no podía hacerse
comprender con toda la verdad, por nuestra ignorancia, a medida que hemos ido
despertando ha ido descubriendo lo que por nuestro estado podemos comprender y
si nos afanamos en progresar más y más mucho más nos será dado por añadidura.
Pues
como el alumno que aprueba el curso, si no le dan el material del siguiente
para estudiarlo, no podrid pasarlo, ascender en sus estudios, así necesitamos
nosotros poco a poco escalar la cima cuyo fin es llegar a Dios y a la
perfección, a ser espíritu puro.
Merchita-(Trabajo en base al libro Cielo y el Infierno de Allan Kardec)
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Mitos comunes acerca de los comportamientos suicidas
FALSO. Se deben tomar todas las precauciones posibles al confrontar a una persona que habla acerca de ideas, planes o intenciones suicidas. Todas las amenazas de daño a sí mismo se deben tomar en serio. 2 El suicidio es siempre impulsivo y ocurre sin advertencia. FALSO. El suicidio puede parecer impulsivo, pero puede haber sido considerado durante algún tiempo. Muchos suicidas dan algún tipo de indicación verbal o conductual acerca de sus intenciones de hacerse daño. 3 Los suicidas de verdad quieren morir o están resueltos a matarse. FALSO. La mayoría de las personas con ideas suicidas comunican sus pensamientos a por lo menos una persona, o llaman a una línea telefónica de crisis o al médico, lo cual es prueba de ambivalencia, no de intención irrevocable de matarse. 4 Cuando un individuo da señales de mejoría o sobrevive a un intento de suicidio, está fuera de peligro. FALSO. En realidad, uno de los momentos más peligrosos es inmediatamente después de la crisis o cuando la persona está en el hospital después de un intento de suicidio. La semana después del alta es cuando la persona está particularmente frágil y en peligro de hacerse daño. Puesto que el comportamiento pasado es pronóstico de comportamiento futuro, el suicida sigue estando en situación de riesgo. 5 El suicidio es siempre hereditario. FALSO. No todo suicidio se puede relacionar con la herencia, y los estudios concluyentes son limitados. Sin embargo, el historial familiar de suicidio es un factor de riesgo importante de comportamiento suicida, particularmente en familias en que la depresión es común. 6 Las personas que se suicidan o lo intentan siempre tienen un trastorno mental. FALSO. Los comportamientos suicidas se han asociado con depresión, abuso de sustancias, esquizofrenia y otros trastornos mentales, además de comportamientos destructivos y agresivos. Sin embargo, esta asociación no se debe sobrestimar. La proporción relativa de estos trastornos varía en distintos sitios y hay casos en que no había ningún trastorno mental evidente. 7 Si habla con alguien acerca del suicidio, le está dando ideas. FALSO. Es claro que el consejero no causa el comportamiento suicida con sólo preguntar si el paciente está pensando en hacerse daño. En realidad, la validación del estado emocional de la persona y la normalización de la situación inducida por la tensión son componentes necesarios para reducir la ideación suicida. 8 El suicidio sólo le ocurre a “otros tipos de personas”, no a nosotros. FALSO. El suicidio le ocurre a todo tipo de personas y se encuentra en todo tipo de familias y sistemas sociales. 9 Una vez que una persona ha intentado suicidarse, nunca volverá a intentarlo otra vez. FALSO. De hecho, los intentos de suicidio son un pronóstico fundamental de suicidio. 10 Los niños no se suicidan porque no entienden la finalidad de la muerte y son intelectualmente incapaces de suicidarse. FALSO. Aunque es poco común, los niños sí se suicidan y cualquier gesto, a cualquier edad, se debe tomar en serio. Fuente: IASP · Asociación Internacional para la prevención del suicidio · www.iasp.info Bibliografía espírita sobre la depresión y el suicidio: “Suicidio · Todo lo que usted necesita saber para no cometer este terrible error”, Richard Simonetti “Memorias de un suicida”, espíritu Camilo Castelo Branco, médium Yvonne do Amaral Pereira “Depresión: causas, consecuencias y tratamiento”, Izaias Claro Revista Actualidad Espírita nº 7 ************************* DONACIÓN DE ÓRGANOS
El tema que nos ocupa hoy ofrece diversas perspectivas para analizar en función de las creencias, culturas y principios que la persona mantiene. Es bien sabido que, el avance de la ciencia médica, propicia posibilidades de mantenimiento de la vida cuando un órgano o varios impiden llevar una vida digna, recurriendo al trasplante del órgano enfermo por otro procedente de un donante.
La donación de órganos puede realizarse en vida, como ocurre con diversos órganos como las córneas, los riñones, la médula ósea, etc., sin que esto suponga para el donante ningún trastorno más que el de desprenderse de parte de su biología para realizar un acto de caridad que ayuda a vivir dignamente a otras personas necesitadas. En estos casos, y salvo las excepciones propias de las personas cuyas creencias les impiden donarlos; la mayoría de la sociedad no alberga dudas respecto a la idoneidad de esta práctica y a su función caritativa y benéfica.
En el aspecto de las creencias, hay religiones que condenan el trasplante de órganos prohibiéndolos expresamente, mientras que otras lo califican como un acto de caridad.
La bioética, como disciplina encargada de definir lo correcto o incorrecto sobre la vida humana al margen de las opiniones puramente médicas, tiene el enorme reto de responder a preguntas para las que todavía no hay una definición ortodoxa. Preguntas como ¿es correcto el trasplante de animales al hombre? (1), o la siguiente ¿el comercio y tráfico de órganos debe ser legalizado? (2)
No obstante, por paradójico que pueda parecer, donde se presentan las mayores discrepancias en esta práctica, es cuando los órganos son donados a la muerte del cuerpo físico. Donde el donante, cede a la ciencia la posibilidad de utilizar sus órganos vitales para otros inmediatamente después de acontecer el óbito. El término “inmediatamente” es preciso destacarlo, pues los órganos deben ser extraídos del donante sin pérdida de tiempo para poderlos utilizar, ya que el transcurso de las horas los debilita y los vuelve inútiles para el fin de utilizarlos en buenas condiciones.
Ni siquiera hoy, en pleno siglo XXI las disciplinas científicas están de acuerdo al 100% sobre la definición de lo que denominamos “muerte”. La neurología y la termodinámica no tienen muy claro que el concepto de “muerte encefálica” sea el único admitido hoy, como lo fueron en tiempos anteriores la ausencia de pulso, el cese de la respiración; la inexistencia de ritmo cardiaco o el registro del encefalograma plano. (El concepto de muerte ha evolucionado con los avances de la ciencia).
Ejemplo de ello es la muerte cerebral: hoy día podemos mantener con vida orgánica, respirando y alimentando artificialmente a personas con muerte cerebral a la espera del momento de trasplante de los órganos. ¿Es esto éticamente reprobable? ¿Dónde situamos pues la línea entre vida y muerte: en el cese de toda función orgánica o en la pérdida de la conciencia? (3)
Desde el análisis de que todo termina con la muerte del cuerpo físico, esta práctica se observa con total claridad, como un acto noble que no perjudica en absoluto a la persona. Pero en la comprensión que nos ofrecen las leyes espirituales, donde sabemos que el periespíritu humano sobrevive a la muerte y que éste necesita de un tiempo prudencial de 72 horas para desligarse de la materia biológica, las repercusiones aparecen, sin duda, afectando al donante.
Estas repercusiones pueden ser graves, leves, inexistentes o incluso necesarias. Todo ello va en función del nivel evolutivo; del grado de progreso espiritual de la persona que dona sus órganos. Es sabido desde hace siglos la imperiosa necesidad del desdoblamiento cuando comienza el proceso del óbito; de desligar los cuerpos psíquicos y espirituales de la materia en el momento de la muerte; y al igual que para el nacimiento precisamos de nueve meses de formación, en el momento de partir, nuestro periespíritu necesita de unas horas para proceder a desligarse por completo de la materia.
Comprendiendo que el periespíritu es un doble de nuestro cuerpo biológico, también posee una réplica orgánica de carácter psíquico que impregna todas nuestras células biológicas; si estas son cercenadas de forma brusca antes de realizar ese proceso de separación de forma natural, el psiquismo sufre determinadas perturbaciones que son trasladadas al espíritu en forma de confusión y retraso de la claridad necesaria al penetrar en el mundo espiritual que le aguarda.
Si la persona está muy materializada; si ha vivido durante su vida apegada a los sensualismos de la materia, dominada por sus pasiones y entregada a la concupiscencia y las sensaciones más groseras, el desdoblamiento del alma es más difícil; más lento, le cuesta entender que existe una vida espiritual y que todo no es material. Cuando esto ocurre, la persona, aunque haya donado sus órganos, le será muy difícil sustraerse a las sensaciones psíquicas de la extracción de los mismos, puesto que sus sensaciones orgánicas, a través del periespíritu no desligado, seguirán llegando a sus centros nerviosos, condicionando la separación tardía del espíritu, y por ende un determinado entorpecimiento para su liberación de la materia, perturbando su mente.
Si la persona ha sido una persona noble, con buenos sentimientos, elevada y dedicada al bien, que ha cultivado los aspectos del amor y la caridad, pertenezca a la religión que pertenezca, su grado de espiritualidad le permitirá desligarse muy rápido del cuerpo físico, esto mitigará enormemente las repercusiones de la extracción del órgano en su periespíritu. Además, como la ley de causa y efecto nos indica, las obras de bien realizadas, generan, por afinidad y sintonía, la compañía de espíritus de bien que se manifestarán en el momento del óbito para ayudar a esa persona, acelerando el proceso de separación, todo ello por los méritos contraídos.
Muchos de estos espíritus, son familiares que le antecedieron en su llegada al mundo espiritual y que acudirán rápidamente a ayudar para que el tránsito apenas sea perceptible; para que, como en un sueño, despierte a la mañana siguiente en el nuevo mundo espiritual lleno de paz, luz, serenidad y equilibrio mental.
No sólo le ayudarán en el tránsito para desligar con rapidez la parte espiritual de la física; sino que pedirán ayuda, a otros espíritus de mayor elevación para que, a pesar de la donación y extracción de los órganos, la persona, apenas tenga repercusión alguna, siendo aceptado y condicionado este acto como uno más de los actos de bien y caridad realizados por la persona en la propia vida física que ahora termina.
En otros casos incluso, estas cuestiones se presentan como parte de una expiación compulsoria que el espíritu necesita para rescatar deudas del pasado y el daño que hizo a otros en vidas anteriores. Esto no es descartable; pues desconocemos con precisión la historia evolutiva de los espíritus, las personalidades que han ido animando en su trayectoria evolutiva y el debe y el haber de cada uno de nosotros. En este caso que mencionamos, puede ser necesaria una expiación de este calibre para terminar de liquidar un saldo negativo que nos permita acceder al nuevo plano de vida sin ningún tipo de carga adicional; habiendo purificado y drenado nuestra alma de los fluidos mórbidos acumulados por nuestras deudas del pasado.
Cuando entendemos que somos inmortales, y que la vida del espíritu es una sola y se manifiesta en diversas existencias y reencarnaciones, comprendemos también que entre una y otra experiencia en la materia permanecemos un tiempo en el mundo espiritual recomponiendo nuestras fuerzas; analizando nuestra trayectoria evolutiva y preparando una nueva encarnación que nos permita seguir avanzando hacia la plenitud y la felicidad; destino final para el que el hombre fue creado por Dios.
Si las antiguas tradiciones de la India y China, recomiendan la incineración del cuerpo una vez pasadas 72 horas no es por casualidad; sino que todo ello es el periodo necesario para una buena separación de la psique de la materia en términos generales. Arriba hemos explicado algunas particularidades, pues nadie desencarna igual, todos tenemos un proceso individualizado en función de nuestro adelanto evolutivo, nuestros compromisos espirituales y la forma en que hemos vivido.
Sea como fuere, el acto de la donación de órganos, cuando se hace con nobleza y con deseos de ayudar es un acto de caridad que eleva al espíritu humano y le otorga méritos para su posterior entrada en la vida espiritual.
Todo aquello que hacemos por los demás de forma desinteresada, altruista y caritativa es un punto a nuestro favor en la elevación de nuestra alma, y con ello recuperamos la iniciativa de nuestra redención moral.
Pero este hecho, no debe hacernos olvidar que la trascendencia del fenómeno de la muerte física, es algo más sencillo de lo que pueda parecer. Y puesto que somos inmortales, la muerte real no existe, esta es la gran conclusión que debemos entresacar de todo ello: como bien demostró el maestro Jesús de Nazareth, al presentarse a sus discípulos en toda su majestad espiritual, tres días después de haber sido crucificado.
Antonio Lledó Flor
Amor, paz y caridad
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SERES ESPECIALES
Autora: María Coello
Cuando a las dificultades de la vida tenemos que añadir algún tipo de limitación física tanto para el que padece la discapacidad como para el entorno familiar, resulta muy doloroso. Y es que un niño especial requiere de padres especiales, algunas veces los elige por afinidad, para que lo ayude con sus limitaciones y, otras, porque juntos deben superar esta prueba en su evolución para poder pasar la página. El primer paso para lograrlo es la aceptación. Podríamos preguntarnos ¿Cuándo se considera que un niño es especial? Pues, en aquellos casos en los cuales requiere de ayuda adicional a consecuencia de un problema físico, emocional o de aprendizaje. Los niños con problemas de aprendizaje suelen tener necesidades especiales, por ejemplo los niños con síndrome de Down son en general niños transparentes, muy cariñosos y con una inteligencia emocional excepcional, que requiere mucho amor. En los casos leves, pueden ir a un colegio normal, pero tienen necesidades especiales a la hora de aprender. Es bueno destacar que se consideran niños especiales, no sólo a los que están por debajo del indicie establecido, sino también aquellos niños cuyo coeficiente intelectual se encuentra por encima del promedio y por lo tanto también requieren de una educación diferenciada y especial. No olvidemos que los seres con necesidades especiales, son aquellos cuyas características bio-psicosociales, físicas, intelectuales, o emocionales se ven comprometida de tal manera que su aprendizaje es más lento o necesita de una atención y dedicación especializada. Para los estudiantes de espiritismo estas experiencias están relacionadas con vidas anteriores y son procesos de aprendizajes que nos invitan a superarlos; mientras que para los creyentes religioso, muchas veces estas pruebas se vinculan con un castigo divino. Es interesante recordar que los indígenas americanos trataban con absoluta normalidad a los niños con síndrome down y otras discapacidades, y que fue a raíz de la conquista cuando la religión impuso el absurdo concepto de “castigo de Dios”. Los que así piensan, ignoran que el castigo no existe en la Ley, sino la corrección en amor auque, muchas veces, estas correcciones requieran de rigor. ¿Qué gana el espíritu con eso? en principio, saldar deudas y sensibilizar su alma a través del sufrimiento, privándose de los goces de la materia. El espíritu en la mayoría de los casos, se impone las discapacidades en cumplimiento de la ley de justicia. Otras veces participan enemigos espirituales que propician errores y descuidos, en embarazos, partos, procesos médicos y tratamientos inadecuados, dando como resultado alguna limitación física. Cuando vemos el problema desde afuera, no alcanzamos a comprender la magnitud del mismo, lo doloroso de este tipo de experiencias y la importancia del entorno familiar y profesional para ayudar a superar la dificultad, con determinación y voluntad. Que valientes son los espíritus que afrontan una discapacidad, muchos han sufrido el rechazo y la discriminación de los demás, no sólo de los adultos, también de los niños, que muchas veces por su espontaneidad resultan crueles. Se hace necesario, educar en el hogar y en la escuela para mirar con naturalidad a las personas con capacidades diferentes y hacer más campañas para sensibilizar a la sociedad en el trato a los discapacitados y la importancia de su integración a la vida laboral. No es fácil, pero con las terapias adecuadas y el apoyo de la familia y la sociedad se puede lograr mucho: tenemos miles de ejemplos extraordinarios de personas con alguna diferencia y que han destacado en algún área convirtiéndose en ejemplos a seguir. Este tema, no me es ajeno, porque soy Psico-pedagogo y me tocó realizar mucho trabajo de campo, con instituciones y niños especiales. Me superó la impotencia, cuando no había nada por hacer. Fue tan difícil para mi, que a mitad de la carrera tuve que cambiar la Mención en Retardo Mental, por Dificultades del Aprendizaje, donde las discapacidades son menos traumáticas. Hay que hacer un esfuerzo para difundir estos temas, es preciso impartir charlas a los padres, familiares, y a la comunidad, ya que son los medios de ayuda para el desarrollo e integración social de las personas con algún tipo de dificultad, debemos recordar que todos estamos expuestos a sufrir algún tipo de lesión que nos incapacite en algún momento y que necesitemos terapias de rehabilitación para reinsertarnos nuevamente a la vida familiar o laboral. De allí la importancia de entender y aceptar la condición de alguien con necesidades especiales, entendiendo que una persona puede tener menos capacidades que otra pero eso no significa que debamos tenerles lástima, debemos ayudarlos y educarlos para con más esfuerzo, con otros retos, pero siempre con firmeza y voluntad puedan salir adelante. Si logramos entender a los seres especiales o con algún tipo de discapacidad, desde el amor o desde el dolor que ellos proyectan, veremos la situación desde una óptica más racional. Cuando nos disponemos a aceptarlos y ayudarlos, nos transformaremos en seres más perceptivos, más humanos y se despertará en nuestra alma esa fibra de sensibilidad que reafirma nuestra esencia espiritual.
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