jueves, 26 de octubre de 2017

El fenómeno de la muerte


Hoy podemos ver en este blog:

- El fenómeno de la muerte
- El amor
-  Si crees en Dios
-  Oraciones para los desencarnados


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EL FENÓMENO DE LA MUERTE

Cada religión lo interpreta de una manera. Algunas pregonan que las personas pasarán por el purgatorio antes de entrar en el cielo o en el infierno. Otra hipótesis es la de que quedaremos aguardando el día del juicio final. El espiritismo, así como otras doctrinas, afirma la realidad de la reencarnación y de que el fenómeno de la muerte solamente es un cambio de plano de existencia.
Las personas que no creen en la reencarnación, normalmente hacen chistes con los que si que creen, diciendo que "nadie hasta hoy volvió para decir como es el otro lado". Pero, por medio de la mediumnidad, los espíritus envían mensajes, escriben libros y describen como es la existencia "al otro lado". Además de esto, la experiencia de casi muerte es una comprobación de quien estuvo al "otro lado". Al final la persona es considerada clinicamente muerta y después de algunos minutos, retorna al mundo material sin que  la medicina consiga probar y comprobar como ocurre este fenómeno. Investigaciones en este área ofrecen relatos impresionantes. Uno de estos es el de un jóven que después de ser considerado clinicamente muerto por los médicos, dejó su cuerpo y pasó a caminar por los pasillos del hospital. Salió del local y se fue a pasear al parque. Este hombre declaró haber visto a un conocido en este parque, lo que después fue confirmado por el otro. Pero de su relato, lo que más impresionó fue el hecho de haber presenciado el atropellamiento de un hombre en la calle, El hombre, después de desencarnar, llegó a conversar con este paciente. Después una fuerte luz se llevó al atropellado. Después, el paciente se sintió atraído nuevamente hacia el hospital. Cuando comentó lo que vio en su ECM (Experiencia de Casi Muerte) para algunas personas, ellas llevaron  a la policía estas informaciones sobre el atropellamiento, que fue confirmado por las autoridades, 
  Los materialistas son los que más sufren al pensar en la muerte. Generalmente son personas apegadas demasiado a los bienes terrenales y el pensar en la pérdida de los placeres triviales, sufren con anticipación- Esta preocupación podrá acompañarles hasta la tumba. En Temas de la Vida y de la Muerte, el espíritu de Manuel Philomeno de Miranda explica que " a medida en que se aclaran los enigmas en torno a la realidad después de la muerte, en donde los hechos demuestran su proseguimiento, ofreciendo una visión correcta sobre su continuación, el temor cede su lugar a la confianza y  las dudas son sustituidas por la certeza de la perennidad del ser, que se siente estimulado a `reàrar, desde entonces, ese futuro, en el cual la felicidad posee una dinámica que fomenta el progreso incesante, en consecuencia del esfuerso emprendido por quien desea alcanzarlo". Así, el materialista comienza a tener una nueva visión y convicción en relacción al fenómeno de la muerte, cambiando su forma de pensar y de actuar. 
La muerte es una consecuencia de la vida, pero la vida es una consecuencia de la Vida Mayor. Pensando de esta forma, descartamos la palabra muerte en su sentido natural. En su lugar, coloquemos la palabra vida, quedando " vida después de la vida". Lo que en realidad es cierto, pues dejamos la vida material para vivir en otra, la espiritual, alternando entre la una y la otra, prosiguiendo nuestra evolución espiritual.
En la Apología de Sócrates, Platón escribe cual era el pensamiento de su maestro sobre la muerte: " En cuanto a esta, solo puede ser una de estas dos cosas: o aquél que muere es reducido a la nada y ya no tendrá nunca más ninguna consciencia, o entonces, conforme a lo que se dice, la muerte es un cambio, una transmigración del alma del lugar en donde nos encontramos para otro lugar. Si la muerte es la extinción de todo sentimiento y se asemeja a uno de esos sueños en los que nada se ve, incluso en sueños, entonces morir es una ganancia maravillosa.(...) Por otro lado, si la muerte es como un pasaje desde aquí para otro lugar, y si es verdad, como se dice, que todos los muertos se reúnen allá, ¿Se puede imaginar mayor bien?
Por Marco Túlio Michalick

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                                             EL AMOR

El amor es la celestial atracción de las almas y de los mundos, la potencia divina que une a los universos, los gobierna y los fecunda. ¡El amor es la mirada de Dios! No designéis con semejante nombre la pasión ardiente que excita los deseos carnales. Eso no es más que una sombra, una grosera imitación del amor. No; el amor es el sentimiento superior en el que se funden y se armonizan todas las cualidades del corazón; es la coronación de las virtudes humanas, de la dulzura, de la caridad, de la bondad; es el nacimiento en el alma de una fuerza que nos impulsa, por encima de la materia, hacia las alturas divinas; nos une a todos los seres, y despierta en nosotros felicidades íntimas que llegan mucho más lejos que todas las voluptuosidades terrenas. 

Amar es sentirse vivir en todos y por todos: es consagrarse hasta el sacrificio, hasta la muerte, a una causa o a un ser. Si queréis saber lo que es amor, considerad las grandes figuras de la humanidad, y, sobre todo, a Cristo, para quien el amor era toda la moral y toda la religión. ¿No dijo: “Amad a vuestros enemigos, y haced el bien a aquellos que os persiguen”…? 

Al emplear este lenguaje, Cristo no nos exige un afecto que no pueda caber en nuestro corazón, sino la ausencia de todo odio y de todo espíritu de venganza; una disposición sincera para ayudar, cuando llegue la ocasión, a aquellos que nos afligen. Una especie de misantropía, de laxitud moral aleja, a veces, a los buenos espíritus del resto de la humanidad. Hay que reaccionar contra esa tendencia al aislamiento, considerando todo cuanto existe de grande y de hermoso en el ser humano, acordándose de todas las muestras de afecto, de todos los actos bienhechores de que se fue objeto. 

¿Qué es el hombre separado de sus semejantes, privado de la familia y de la patria? Un ser inútil y desgraciado. Sus facultades se debilitan, sus fuerzas se aminoran y la tristeza le invade. En la soledad, no se progresa. Así pues, hay que vivir con los hombres y ver en ellos a unos compañeros necesarios. 

El buen humor es la salud del alma. Dejemos que nuestro corazón se abra a las impresiones sanas y fuertes. ¡Amemos para ser amados! Si nuestra simpatía debe extenderse hasta todo cuanto nos rodea seres y cosas, hasta todo lo que nos ayuda a vivir y aún hasta los miembros desconocidos de la gran familia humana, ¿qué amor profundo e inalterable no deberemos a nuestros padres? al padre cuya solicitud sustentó nuestra infancia, a quien durante mucho tiempo trabajó para allanar ante nosotros el rudo sendero de la vida, y a la madre que nos llevó en su seno y nos alimentó, que veló con angustia nuestros primeros pasos y nuestros primeros dolores. ¿Con qué tierna abnegación no deberemos rodear su vejez y reconocer su afecto y sus asiduos cuidados? 

A la patria debemos igualmente nuestro corazón y nuestra sangre. Ella recoge y transmite la herencia de las numerosas generaciones que trabajaron y sufrieron para edificar una civilización cuyos frutos recibimos al nacer. Guardiana de los tesoros intelectuales acumulados por las edades, vela por su conservación y por su desarrollo, y, madre generosa, los distribuye entre todos sus hijos. 

En ese patrimonio sagrado, ciencias y artes, leyes, instituciones, orden y libertad; en todo el inmenso engranaje que ha salido del pensamiento y de las manos de los hombres; en todo lo que constituye la riqueza, la grandeza y el genio de una nación, tenemos todos parte. Sin la patria, sin esa civilización que ella nos lega, no seríamos más que salvajes. ¡Por mucho que hagamos por ella, nunca le devolveremos lo que ella hizo por nosotros! Veneremos la memoria de aquellos que contribuyeron con sus vigilias, con sus esfuerzos y sus sacrificios a reunir y a aumentar esa herencia; la memoria de los héroes que defendieron la patria en las horas horribles; la de todos aquellos que, hasta en el umbral de la muerte, proclamaron la verdad, sirvieron a la justicia y nos transmitieron, enrojecidos con su sangre, las libertades y los progresos de que gozamos. 

El amor, profundo como el mar e infinito como el cielo, abarca a todos los seres. Dios es su centro. Como el Sol se eleva indiferentemente sobre todas las cosas y da calor a la Naturaleza entera, el amor divino vivifica a todas las almas; sus rayos penetran a través de las tinieblas de nuestro egoísmo y van a iluminar con resplandores temblorosos el fondo de todo corazón humano. 

Todos los seres han sido hechos para amar. Las parcelas de la vida moral y los gérmenes de bien que reposan en ellas, fecundados por el foco supremo, brotarán un día y florecerán hasta que queden reunidos en una comunión de amor, en una fraternidad universal. Cualquiera que sea quien lea estas páginas, sepa que nos encontraremos algún día, bien en este mundo, en existencias ulteriores, bien en una esfera más avanzada o en la inmensidad de los espacios, y que estamos destinados a influirnos en el sentido del bien, a ayudarnos en nuestra ascensión común. 

Hijos de Dios, miembros de la gran familia de los espíritus, señalados en la frente con el signo de la inmortalidad, estamos destinados a conocernos y a unimos en la santa armonía de las leyes morales divinas, lejos de las pasiones y de las grandezas engañadoras de la Tierra. 

Mientras esperamos ese día, que mi pensamiento vaya hacia ti, ¡oh, hermano o hermana mía!, como un testimonio de dulce simpatía; que te sustente en tus dudas, que te consuele en tus dolores, que te reanime en tus desfallecimientos; que se junte con el tuyo para pedir a nuestro Padre común que nos ayude a conquistar un porvenir mejor. 

León Denis 
Extraído del libro “El camino recto”

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               SI CREES EN DIOS

Si crees en Dios, por más que te amenacen los anuncios del pesimismo, con relación a probables calamidades futuras, conservarás el corazón tranquilo, en la convicción de que la Sabiduría Divina sustenta y sustentará el equilibrio de la vida, por encima de toda perturbación. 

Si crees en Dios, en ningún lugar experimentarás soledad o tristeza, porque te verás en ligación constante con todo el Universo, reconociendo que lazos de amor y de esperanza te identifican con todas las criaturas. 

Si crees en Dios, nunca te perderás en el laberinto de la rebeldía o de la desesperación, ante los golpes e injurias que se te proyecten en el camino, por cuanto interpretarás a ofensores y delincuentes, en la condición de infelices, mucho más necesitados de bondad y protección que de hiel y censura. 

Si crees en Dios, vivirás en la Tierra sin adversarios, a la vez que, por más que se multipliquen en la senda aquéllos que te agredan o menosprecien, aceptarás a enemigos y opositores, a cuenta de hermanos nuestros, situados en diferentes puntos de vista. 

Si crees en Dios, jamás te faltarán confianza y trabajo, porque te levantarás, cada día, en la certeza de que dispones de oportunidades benditas de comunicación con los demás, disfrutando el privilegio incesante de auxiliar y bendecir, entender y servir. 

Si crees en Dios, caminarás sin aflicción y sin miedo, en las veredas del mundo, por grandes que sean los peligros y riesgos que te obscurezcan el camino, por cuanto, aun frente a la muerte, reconocerás que permaneces con Dios, tanto como Dios está siempre contigo, más allá de pruebas y sombras, limitaciones y cambios, en plenitud de vida eterna. 
Enmanuel 
Francisco Candido Xavier 

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               ORACIONES PARA LOS                             DESENCARNADOSReflexión 

Mediante la oración es que nos ponemos en contacto con Dios y con los buenos espiritus. 
Orar por los espíritus desencarnados es una forma de demostrar que se les ama, es cierto que no se puede hacer mucho por cambiar su condición pero dios en su infinito amor permite el acompañamiento de los buenos espíritus y esto permite que todo sea mas llevadero. 
El progreso lo tiene que hacer el espiritu, mediante el arrepentimiento y su inclinacion a los buenos sentimientos y al bien. 
Lo que si se le puede hacer es moralizarlo y ayudarle a entender la necesidad de evolucionar para que su situacion mejore. 
Las misas( ademas si son pagadas), los rezos, las velas, etc, en realidad no sirven para nada. 
Lo que realmente les puede ayudar es vernos bien, que vean que los recordamos con amor y ORAR ( que No rezar oraciones dichas maquinalmente ). 
Orar tambien es bueno. 
Pero orar lo que nos sale del interior, de lo mas profundo de nuestro ser. 
Desearle lo mejor, que su espiritu protector lo acompañe, lo guie y le ayude a progresar. 
Todo esto es lo que les puede ayudar. 
Las ORACIONES hechas por LOS FAMILIARES las escuchan con claridad; les ayuda animándolos a luchar; ellos sienten que no los olvidemos, que los recordemos, mientras tanto se sienten bien con nuestro apoyo, nuestro recuerdo y nuestro amor ... 
Ángeles C.M.

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