domingo, 22 de febrero de 2015

Ante la vida


CUIDESE BIEN 

 ¿Por qué está usted en la Tierra? 
¿Qué está haciendo aquí, en este mundo, en medio de tantas luchas? 
 Tal vez nunca se haya cuestionado a ese respecto, más nunca deberá olvidar los motivos que lo trajeron a una nueva experiencia corporal, en la actualidad. Cada paso que usted de lo empujará a alguna dirección, obedeciendo a la orientación de su voluntad. Toda palabra que exteriorice, lo conducirá en la voz de los vientos, entregando sus ideas a diversos oídos. Busque, entonces, hablar lo que ilumine, lo que construya para el bien, aquello que es conveniente a las leyes sublimes de la vida, como propone el Apóstol Pablo. Cada gesto suyo conducirá, por el mensaje luminoso, un retrato de usted y, un recorte de sus pensamientos. Bueno será que esos gestos demuestren equilibrio, buen sentido, harmonía, para que alcance la felicidad después de ser visto y observado por incontables criaturas. Toda elección que usted hiciera por los caminos de su vida terrena, presentará a los que lo rodean y acompañan el grado de su madurez, el nivel de sus ideas, la calidad de todo lo que lo sensibiliza. Por consecuencia, los hermanos de jornada pasan a crear imágenes suyas, caricaturas o no, en función de lo que usted elige para su existencia. En este mundo usted será siempre el retrato de sus gustos, de sus intereses, de sus acciones. Cuando Jesús anunció que la puerta se abrirá a aquel que llame, expresaba esa realidad pujante de la vida… ¿De su vida, por qué no? Así, todo lo que usted desea alcanzar un día, deberá iniciar hoy la sementera, comenzando ahora la construcción, una vez que el tiempo es el gran aliado de la buena voluntad y de la perseverancia en las posiciones en que se hallan las almas en la Tierra. Todo lo que usted busca en la vida encontrará, hoy o mañana, sea noble o no. Todo lo que pida durante la vida alcanzará, más tarde o más temprano, sea armonía, o aflicción. Donde usted llame, durante la marcha humana, con certeza se le abrirá, más o menos rápidamente, sea las puertas de la luminosidad o de las tinieblas. Su vida, con todo el concierto de realizaciones íntimas, de lo intimo del alma, depende fundamentalmente de lo que usted desee en la trilla humana. Es importante, entonces, que se mantenga cauteloso, cuidadoso con los tipos de ansias y deseos, de sueños que alimente en el alma. Cuídese, para que no se sorprenda con dolores o desdichas, con frustraciones y amarguras, en razón del mal uso de su voluntad, de la mala dirección de sus íntimos impulsos. Jesucristo tiene plena razón cuando dice; llamad y se os abrirá. Cuidemos para que sepamos donde y como llamar, para que se abran las puertas de la ventura, del progreso y de la paz. Pedid la luz que os aclare el camino y ella os será dada. Pedid fuerzas para resistir al mal y la tendréis. Pedid la asistencia de los buenos espíritus y ellos vendrán a acompañaros y, como el Ángel de Tobías os guiaran. Pedid buenos consejos y ellos no os serán jamás rechazados. 
 Redacción de Momento Espirita.

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                           ANTE LA VIDA  

El hombre cuando desea cambiar y se acuerda de Dios, aspira unirse a Jesús, y consecuentemente, ansia la paz en sí mismo.
Para conseguir semejante realización, es preciso penetrar  más profundamente en el significado de las palabras de Cristo “Y aquel que quisiera venir en pos de mi, renuncie a si mismo, tome su cruz y me siga.”
En la vida hay afectos que la unión a ellos durante milenios ha tornado inolvidables, pero igualmente  convivirán viejos adversarios, armados  con los instrumentos de odio abierto, y trajeados en otro ropaje físico, debidamente acogidos a la convivencia dificultando los pasos, a través de la aversión oculta. Sintiendo lo que es la tranquilidad por fuera  y angustia por dentro. Entendiendo  que somos traídos a vivir, unos al frente de los otros, para aprender  a amarnos  recíprocamente como hijos de Dios.
Poco a poco se percibe, según los principios de causa  y efecto, que las manos que apedrean son aquellas mismas  que ensañaste  hiriendo al prójimo, en otras eras  cuando la claridad  de la verdad  no te había iluminado el discernimiento reconociendo en los labios que te envenenan  con apuntes calumniosos aquellos mismos que adiestraste en la injusticia, entre las sendas del pasado, a fin de auxiliarte en la alabanza  a la condenación.
Los impulsos inferiores constantemente  estimulados se convierten en verdugos de la paz y en señores del hombre, que solamente con penosos esfuerzos consigue liberarse de los mismos, cuando definitivamente se propone a la elevación, a través de la senda del sacrificio y de la renuncia.
En todos  los círculos de la vida humana y en cualquier tiempo han florecido los elevados  ideales del amor, y las virtudes jamás han dejado de exhalar los sutiles aromas de la honradez y de la nobleza.
Como una preciosa conquista, la amistad es el polen del amor, que crece donde se abran las flores del sentimiento en el árbol generoso de la dignidad humana. No obstante, cuando se aflojan los lazos de la fraternidad, los valores espirituales  del ser corren riesgo.
Las ambiciones descomedidas, los desequilibrios de la emoción atormentada y los desordenes morales constituyen un campo fértil, donde crecen los desvirtuados recursos de la criminalidad y las nefastas negociaciones.
El odio es un toxico que corroe el recipiente que lo contiene. Al ser retenido, destruye; al ser derramado, envenena.
Las mallas de la intriga bien urdida apretan nudos constrictores  y se ve la sospecha, con una creciente expresión de horror, y el paso de las horas se llena de inquietud.
En todas las circunstancias de la vida  en que las expresiones antagónicas del desorden íntimo provocan tormentos, vínculos psíquicos con los desencarnados, conscientes  o turbados por el trance de la muerte, generalmente promueven largos procesos obsesivos y causan infelices estados de perturbación que son capaces de llevar a la delincuencia o a la locura. La esfera de los llamados muertos siempre ha influido poderosamente  en la actividad mental de los llamados vivos. Al penetrarse  recíprocamente  los dos continentes de la vida: el físico y el espiritual, es muy difícil establecer  el marco divisorio. Capaz de definir  con precisión donde uno empieza y otro termina. Por eso, muerte es vida y vida en el cuerpo no deja de ser muerte…
El hombre debe ser libre  para que pueda ejercer, a través de lo que el mismo elija, la regencia de sus actos, y responder por sus consecuencias. Mientras que los derechos humanos no sean respetados – y hay mil formas  de deshonrarlos -, los espectros  de la desgracia rondaran, en marchas siniestras, sobre los escombros de la desidia de los expoliadores de los  derechos ajenos. Contemplaran su propia caída  y el erguimiento de los que han denegrido y degradado, así como  de los que creían  haber aplastado. Y la Historia ara justicia a sus víctimas, prescribiendo sus hechos ignominiosos.
La meditación ofrece la oportunidad superior  para el descubrimiento íntimo, de donde resulta la comprensión de los acontecimientos  que muchas veces  pasan en una agitación vertiginosa e infeliz. Invita al examen de actitudes y eleva el espíritu a las afables  regiones de la Espiritualidad, donde el ser se sacia, se tranquiliza, abre las puertas  a la percepción y se emociona  al identificar  sus propias debilidades  y al descubrir  las divinas potencialidades que viene despreciando. Es una invitación de Dios  a través de la inspiración angélica, un intercomunicador para conversaciones sin palabras… en dichos momentos, esos felices mensajeros se acerca, invitados por la sintonía  automática y espontanea  del solicitante mudo, y con sus poderosas energías libertan al sufriente de las cadenas que esclavizan, permitiéndole aspirar  una saludable spicoesfera en la que se desintoxica, para que a partir de ahí pueda discernir mejor y actuar correctamente con más seguridad.
Hasta el rebelde contumaz es acreedor de las oportunidades concedidas por la Misericordia Divina, que a todos alcanza en forma de socorros fomentadores de los medios que conducen a la rehabilitación tras la caída, o al progreso, cuando se conjuga el esfuerzo con el deber.
Cuando el fragor  de las inquietudes esté a punto  de despedazar el corazón; cuando en las encrucijadas no se sepa el camino a seguir y todas las rutas parezcan dar acceso a abismos; cuando una insoportable desesperación os haya arrastrado a infelices  conclusiones  que aparenten ser la única solución; cuando los infortunios atormenten  y tiendan a volver loco indiferente  ante el propio sufrimiento – disponer del vehículo de la oración y acceder a la meditación que ampara – es la mejor solución. Tal vez los problemas no sean suprimidos, ni sean evitadas las dificultades. Mientras tanto, se ampliara la visión hacia un mejor y más profundo discernimiento; consiguiendo vislumbrar  una mayor comprensión de la vida y de sus legitimas  realidades; sintiendo la presencia  de fuerzas ignitas que penetraran, dando fortaleza; os elevareis a zonas psíquicas relevantes, de donde regresareis saturados de paz, con posibilidades  de proseguir, a pesar de cualquier coyuntura difícil existente o que pueda surgir.  Ya que la plegaria  aplaca  y la meditación renueva; la oración  eleva, mientras que la reflexión sostiene; en comunión con Dios, el pensamiento noble  en Él sorbe la vida, y al dialogar en vinculo de amor deja traslucir las impurezas y se impregna con las sublimes vibraciones de la afectividad, que se convierte en una fuerza dinámica para sostener  a las debilitadas potencialidades que entonces se yerguen y no desfallecen más.
No os arrojéis funestamente en las fosas de la desenfrenada ira o entre el oleaje de la insensatez. Antes de que asalten los demonios del crimen, levantarse del caos, pensando y orando es la mejor opción.
Existen oídos atentos  que captan los ruegos y cerebros poderosos que emitirán mensajes-respuesta  que no se debe dejar de considerar.
Amores que han precedido en el más allá de la tumba vigilan y esperan por los que quedaron, amando aguardando receptividad.
No equivocarse y no desesperarse en vano. Hay que prestar atención. Hablando con el Padre en una oración tranquila  haciendo silencio para poder escucharlo a través de la inspiración clarificadora.
Sin exigir, ya que quien ora, no impone. Orar es abrir el alma, exteriorizar  los estados íntimos  y refugiarse  en la sabiduría divina para aprovisionarse  de entendimiento, penetrándose de salud interior…
Al orar en la aflicción o en la alegría, el hombre trabaja. Y orando conseguirá vencer todas las tentaciones y logrará  integrarse con plenitud  en el espíritu de la vida que fluye de la Vida Abundante, con fuerzas superiores  para trabajar y vencer.
Cuando ignoramos las sutiles facultades de la intuición, de la premonición y las leyes de la reencarnación en que están basados los acontecimientos de la vida física,  y manteniendo tan solo como recurso pura y simplemente el argumento de la fe, sin los recursos más amplios para estructurar el consuelo se nos hace imposible sostener a la oveja aturdida.
Los sufrimientos del pasado seguramente  afligen de tal manera, que el bálsamo de las incontables alegrías no consigue cicatrizar  definitivamente  las innumerables heridas, que todavía supuran… Es necesario olvidar para perdonar mejor, arrojando en el olvido el yugo del resentimiento y de las reminiscencias amargas, el mal que nos pretenden hacer  resulta un bien inestimable, a pesar de los incalculables sufrimientos…  No hay que permitir que antiguos infortunios tiznen  las actuales alegrías ni oscurezcan las futuras esperanzas.
Los que menosprecian los valores éticos, en su insania, son incapaces de medir sentimientos y de caracterizar actitudes en toda su magnitud. Disculparse significa para ellos una humillación, como una credencial  para acceder  a nuevos desatinos, a los que se vinculan  persistentemente.  La distancia que existe  entre una agresión y una explosión de generosidad  es apenas una circunstancia  de su emotividad. Sin la sensatez necesaria, dan a los hechos la interpretación que les conviene.
Antes de cometer desatinos y hacerse cómplice de la criminalidad, acelerar el paso y meditar, es la mejor opción ya que unas horas de locura  y de venganza  vana, se transforman en siglos de dolor. El error mancha a los que se esclavizan en el.  Las falsas victorias  derivadas de la infamia, de la traición y de las indebidas  conquistas, se convierten en laberintos de sombra  y de dolor  que se han de recorrer  ineludiblemente. La  felicidad  no reluce en los dédalos de la conciencia ultrajada por el crimen, y ni siquiera aparece  algún salvador   que no sea el de la justa  reparación del mal perpetrado. Al practicarse el error, se consuma la auto sentencia, mediante la cual la paz se ve  desterrada del espíritu culpado y la armonía del amor cede lugar a las tormenta
Hay que Bendecir la cruz, los que caminan fustigados por el desaliento, por la soledad o bajo los vendavales de la aflicción.
 Y agradecer el dolor rectificador y poner el aceite de la esperanza en la lámpara de la resignación, en la prolongada vigilia reparadora.
Recordando, que al sufrir, se rescata acciones torpes que están olvidadas, pero que no están muertas en la conciencia espiritual ni ignoradas por el Estatuto Divino.
Sin envidiar la dicha ajena a socapa, ni desear cambiar milagrosamente, o gracias a métodos condenables, la posición que se disfruta.
Secando las lágrimas y velando en el altar de la rehabilitación.
El llanto actual tiene origen en las lágrimas que se han hecho derramar a los otros y que ahora llegan de retorno.
… Simultáneamente, existen los que sonríen y que son apenas espectros disfrazados en el palco de las diversiones alucinadas. Al huir de la responsabilidad, avanzan a través de sitios en los que se ha deambulado y de cuyos desdichados recuerdos les gustaría libertar…
Sin embargo, si se les habla de las sombrías herencias que de allá traen, se burlarían y tildaran de religiosos atontados e incluso esquizoides a los que intentan esclarecerles.
La oración por ellos, como por uno mismo, provocadores de la deshonra,  capitanes de la iniquidad, y aprendiendo con mansedumbre del Hijo de Dios las maravillosa lección de la felicidad sin macula, de la alegría sin mezcla y de la paz sin recelo…
Del tumulto que desgobierna el mundo, cultívese la ponderación y reflexiónese antes de arrojarles al foso de la perversión o de los agravios de penosa reparación.
Las risas de un minuto no valen lágrimas de las horas incontables que afligen  el despertar  de la conciencia.
Los que han transpuesto la puerta de la tumba, al aseverar estos conceptos, son los personajes  vivos de los dramas que la sepultura no apagó.
Si nos hablan, es porque desean nuestra felicidad. Hay que creer y esperar, teniendo confianza en el amor de Nuestro Padre.
El señor nunca abandona  a los que confían en El y a los que se Le entregan con devoción. El orar nos eleva a la paz, estando por encima de las torpezas humanas y gozando anticipadamente de las delicias del porvenir, a pesar de las asperezas y trastornos del presente.
La vida se desdobla en sucesivos eslabones en la cadena de la evolución. Una etapa  se interrumpe para iniciarse otra. A semejanza de la semilla  que se despedaza  para  germinar, la muerte,  en compensación,  es vida que se desenlaza. Más allá de la sepultura  los dolores de los que sufren desaparecen y las incertidumbres  se convierten en seguridad. Se hace indispensable saber enfrentar  las rudas pruebas, a fin de saldar los pesados tributos de sombra y de falta de armonía que uno ha causado.
Es imperioso que la gema preciosa sufra la acción del cincel que ha de labrarla  para poder reflejar  la pujanza  de la luz  e irisarse. Lo mismo sucede con el espíritu; necesita sufrir la lapidación moral para limpiarse de cualquier impureza, haciéndose sublime a través de la renuncia y del amor, a fin de ascender en dirección a la bienaventuranza.
No afligirse con el actual agresor de la paz, que resurge de la noche de los tiempos, transformado en un arbitrario comensal de la locura, para hacerlas expiar por el mal de antaño…
Mientras nos emergemos en dirección de la libertad, el se sumerge en los sórdidos fosos de las sombras y de la agonía de largo curso…
Es necesario expulsar la ira del corazón y colmarlo de armonía, y en ese sentido, la plegaria es el sublime filtro  para operaciones de este género.
No hay que tener miedo, ya que no se paga una deuda  más allá de los límites  del debito contraído. Nadie es obligado a cargar un fardo superior  al de sus propias fuerzas y solo somos constreñidos a sufrir el dolor que corrige, disciplina y nos liberta. Jesús Crucificado es el mismo Amigo de los sufridos pescadores  de Genesaret  y de las mujeres desoladas de la Galilea… Ninguna queja o rebeldía hemos escuchado de Él, pese a las circunstancias dolorosas de  su martirio… Pensemos en Él  y yérguete a Él, entregándote con mansa sumisión…
 La felicidad no consiste apenas  en las risas, en la salud y en las concesiones de la fortuna; sino también en la forma de cómo encarar los infortunios, los desengaños las aflicciones. No debiendo dar demasiada importancia a las cosas desdichadas que nos sucedan.
La  ventura, como la desgracia tiene el valor que le damos. Cuando sabemos valorar las rosas, respetamos sus espinas que las preservan de las agresiones. Por eso es conveniente que nos preparemos para todas las circunstancias de la vida.
En la trama de la desesperación, los malos espíritus instigan a sus víctimas y las dejan exhaustas  a golpes de continua alucinación, sin darles tregua para facilitar su discernimiento. Al ser abierto el camino de la deshonra y al estar iniciado el descenso en los abismos del odio, todo impulso que se realiza en ese sentido es para comprometerse  cada vez más en un desequilibrio casi irreversible.
En toda colusión criminal se enredan, en una compleja urdimbre, las mentes de los hombres con los de los desdichados espíritus desencarnados que les ejercen influencia, a veces de una manera tal que uno puede decir que son estos los que comandan a aquellos, y al ser verdugos son también victimas de otras manos miserables.
En la estela de las vidas sucesivas continúan las tramas de la evolución con sus enérgicas advertencias.
En cada primavera de bendiciones vuelven a florecer, sobre los charcos de las pasiones, los lirios de la paz, cuyas verdes ramas simbolizan la esperanza que nunca nos debe faltar, aun cuando todo parezca abismo y lodo bajo nuestros pies. En esas primaveras de misericordia, también vuelven a florecer los corazones.
Cuando estés al borde del desespero o del desanimo, yérguete sobre los motivos de tristeza o desaliento y contempla los cuadros de la naturaleza a tu alrededor. Nuevos minutos se despeñan del corazón de las horas en tu beneficio, decenas y centenas de criaturas aparecen por todos los flancos dirigiéndote sonrisa de esperanza, múltiples tareas  te piden concurso y devoción y los días siempre renovados te señalan el Cielo, de horizonte a horizonte, siendo como inmensa  puerta libertadora, a través de la cual, en cada mañana, la Sabiduría del Señor  te invita sin palabras  a recomenzar y progresar, a trabajar y vivir.
TRABAJO REALIZADO POR MERCHITA

Extraído del libro “Sublime Expiación” de Divaldo Pereira Franco

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RELIGIONES

 “Para mí, las diferentes religiones son lindas flores, provenientes del mismo jardín. O son ramas del mismo árbol majestuoso. Por lo tanto, son todas verdaderas”.

        La frase que acabaste de leer ha sido dicha  por una de las más importantes personalidades del siglo veinte: Mahatma Gandhi.

        ¡Mira cuanta sabiduría en las palabras del hombre que lideró la independencia de la India sin jamás recorrer a la violencia!

        En los tiempos actuales, son raros los que realmente tienen una posición como la de Gandhi, que manifestaba un profundo respeto por la opción religiosa de los demás.

        Muchas personas creen que su religión es superior a las  demás. Creen firmemente que solamente ellas están salvas, mientras todos los demás están condenados.

        Poquísimas piensan en la esencia del mensaje que abrazan, ya que están muy preocupadas por convertir almas que consideran perdidas.

        Y, entretanto, Dios es Padre de toda Humanidad. Todos nosotros tenemos la felicidad de traer, en nuestra consciencia, el sol de la Ley Divina. Nadie está desamparado.

        ¿De dónde viene, entonces, esa actitud de prejuicio, exclusivista, que nos aleja de nuestros hermanos?

        Viene de nuestro pensamiento limitado y todavía egoísta. Casi siempre el hombre cree que lleva razón.

        Imagina que sus opiniones, creencias y opciones son las mejores. ¿Ya notaste que la mayor parte de las personas cree que tiene mucho que enseñar a los demás?

        Es que, por general, las personas casi no se disponen a escuchar el otro: hablan sin parar, dan opiniones sobre todo, imponen su propia opinión.

        Son almas por veces muy alegres, expansivas, que les encanta jugar. Llaman a la atención por su vivacidad, por los ademanes ostentosos, por las risas contagiantes y por las conversaciones en voz alta.

        Pero son raras las veces en que paran para escuchar lo que el otro tiene para decir.

        Son como niños un tanto egoístas, para quien el Mundo está centrado en si o en la satisfacción de sus intereses.

        Es una actitud mucho semejante a la que tenemos cuando creemos que el otro está equivocado, simplemente por ser de una religión diferente. Es que no conseguimos parar de pensar en nuestras propias escojas.

        No estudiamos la religión ajena, no nos informamos sobre lo que aquella religión enseña, que beneficios nos trae, cuanto consuelo esparce.

        Si estuviéramos envueltos por el sentimiento de amor incondicional por el próximo, seríamos más complacientes y más atentos a las necesidades del otro.

        Y entonces veríamos que, en la mayoría de los casos, las personas están muy felices con su opción religiosa.

        ¿Nuestra religión es la mejor? Sí, es la mejor. Pero es la mejor para nosotros.

        Es obvio que nos gusta compartir lo que nos hace bien. Ofertar a los demás nuestra experiencia positiva es una actitud laudable y natural.

        Pero esta actitud de generosidad puede tornarse inconveniente cuando exageramos.

        Una cosa es ofertar algo con espíritu fraternal, visando el bien. Pero diferente cuando deseamos imponer a los demás nuestra convicción particular.

        ¡Si el otro piensa diferente, respetémoslo! Él tiene todo el derecho de hacer escojas. ¿Quién de nosotros le conoce el alma? ¿O el equipaje espiritual, moral e intelectual que carga?

        Dios nos dio nuestro libre albedrío y nos lo respeta. ¿Por qué no imitarLo?

        Mientras no sepamos amar profundamente el próximo, respetándole las escojas, no tendremos actitud de amor enseñada por todas las religiones y por los grandes Maestros de la Humanidad.

 Redacción del Momento Espírita.

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