Nostalgia en una Persona Feliz
A veces siento una nostalgia… una nostalgia de algún lugar… de alguien… de algunas cosas indescriptibles que llevan a un estado de espíritu trascendente…Viene del corazón. Es un sentimiento que me invade; que me transporta más allá de mí mismo. Me saca del mundo del mundo en que estoy. Me hace pensar, en aquel momento, que no soy de aquí, no pertenezco al aquí y ahora. Me transporta para otra realidad. Parece que soy un ser cósmico, universal. Me siento unido a algo mayor que mi conciencia, algo sagrado y divino.
Me parece que Dios resuelve, en aquel momento, tocarme y manifestar una parte de Su amor a través de mí. La nostalgia es de otro lugar, de otra persona que soy yo mismo, de otra sociedad de amigos. Me siento como un extranjero lejos de su patria. El momento es de corta duración, pero, sus efectos duran algunos días. A veces ella se hace acompañar de la percepción de que hay un motivo para estar aquí, con el cual debo sintonizarme. Es una nostalgia deliciosa que no me provoca angustia ni sufrimiento. Me hace creer en algo superior y en la felicidad como algo permanente. Me gusta sentirla, pues ella me recuerda de un tiempo… de un tiempo sin tiempo ni espacio… sin preocupaciones ni conflictos.
Me recuerda que la vida que llevo es un obsequio de Dios que me cabe valorar y engrandecer. La nostalgia que siento y que me colma de alegría es un encuentro. Me siento distante de algo, pero, próximo de mí mismo. Es una paradoja; una feliz paradoja…
En esos momentos, en que me ocurre, me siento íntimamente unido a Dios. Me dejo penetrar por la felicidad de Su dulce presencia. Me siento como alguien que se identifica con todos los seres humanos. En ese momento me identifico con la propia humanidad. Me transporto, arropado, a la dimensión del éxtasis y me conecto a las mentes creativas del Universo. Mi conciencia se expande y mi ser se libera de las amarras del cuerpo, permitiendo que me vea como un ser venturoso delante de Dios. Ese es un momento de entrega y de confianza en la Vida y en el amor de Dios. Ocurre en cualquier lugar y en cualquier circunstancia en que esté viviendo. No me preparo. Cuando ocurre y me toma, paro para vivirlo y sentirlo. Me conecto entonces a la dimensión superior de la Vida y me percibo pequeño y grande, frágil y fuerte, pero sin miedo. Aquella nostalgia de alguna manera me deja feliz.
En los momentos siguientes a la experiencia, me pongo a meditar en la grandeza de Dios y en la fuerza del amor. Pienso que la vida debe contemplar la realización de alguna producción. Ese algo productivo es la representación y manifestación de la propia existencia del ser humano como fruto de un proceso de creación semejante, proporcionado por Dios. El ser humano necesita realizarse también en el sentido de reconstruir la historia de su génesis. Dios lo creó manifestando Su esencia. El ser humano en su trayectoria de vida también precisa manifestar su esencia. Aquella nostalgia es una manifestación de la esencia humana, de la materia prima de Dios. Es el punto de contacto entre el humano y el posible divino. Cuando me ocurren aquellos momentos, me pregunto:
¿Soy feliz?
¿Qué me falta para que alcance ese estado de espíritu?
¿Qué decisiones preciso tomar para que mi vida pueda ser mejor de lo que es?
¿Qué necesidades pongo en el camino, que me impiden ser feliz?
¿Dejo que los demás alcancen la felicidad?
¿Me siento feliz con la felicidad de ellos?
Las respuestas vienen a mi mente con relativa facilidad, propiciando realizaciones cada vez mayores en busca de la felicidad. Percibo que cuanto más me ocupo en buscar esa felicidad con equilibrio, paciencia y armonía, más se torna ella factible.
Delante de la culpa.
Piense en el Dios-Amor e inicie un proceso de recuperación de la conciencia madura que lo llevará a la felicidad.
Piense en la madre acogedora y crea que Dios está con usted comprendiendo el proceso de busca de su felicidad. Piense en el amor paternal y crea que su proceso merece una nueva oportunidad, teniendo el derecho de recomenzar y ser feliz.
Piense en aceptarse como es y confíe en su capacidad de solucionar los conflictos en los que se envolvió.
Piense en comprender sus límites y fortalezca la convicción en la capacidad de superar sus dificultades para alcanzar la felicidad.
Piense en evitar el deseo de auto punición y confíe que Dios lo ve como un iniciado que merece aprender a buscar su felicidad de forma amorosa.
Piense en querer acertar, teniendo la seguridad de que el error forma parte de todo proceso de aprendizaje y que la felicidad no es una victoria simple.
Piense en confesar su equívoco, dividiendo el peso de la responsabilidad de juzgarse a sí mismo, con alguien que también esté en busca de la felicidad.
Piense en no agredir y desarrolle la habilidad de transformar la energía de la rabia en determinación de vencer a sí mismo, en busca de su propia felicidad.
Piense en asumir las consecuencias yendo en búsqueda de las personas que usted involuntariamente lastimó y muéstreles el camino para la felicidad a través de la humildad.
Sienta ganas de continuar creciendo y amando, pues la felicidad es una ruta en la cual viajamos, en dirección al infinito y en la compañía de Dios.
Sienta a Dios en su corazón, pues Él se realiza a través del amor que usted siente y dona.
Libro: Felicidad sin culpa
Adenáuer Novaes
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Dos seres que se han conocido y amado ¿pueden volver a encontrarse en otra existencia corporal y reconocerse?
- Reconocerse, no. Pero sentirse atraídos recíprocamente, sí. Y a menudo ciertos lazos íntimos basados en una afección sincera no tienen otra causa que esa. Dos seres son acercados el uno al otro por circunstancias que en apariencia son fortuitas, pero que constituyen el resultado de la atracción de ambos Espíritus, que a través de la muchedumbre se buscan.
¿No sería más grato para ellos el reconocerse?
- No siempre. El recuerdo de las pasadas existencias tendría inconvenientes más serios de lo que creéis. Después de la muerte se reconocerán y sabrán en qué tiempo han estado juntos.
La simpatía ¿tiene en todos los casos por motivo un conocimiento anterior?
- No. Dos Espíritus que armonizan se buscan naturalmente, sin que se hayan conocido como seres humanos.
. Los encuentros que se han verificado a veces entre ciertas personas, y que se atribuyen al azar, ¿no serían el efecto de una especie de relaciones simpáticas?
Hay entre los seres pensantes lazos que todavía no conocéis. El magnetismo es la explicación de esa ciencia que más adelante comprenderéis mejor.
EL libro de los espíritus
Allan kardec.
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CONSTITUCIÓN DEL UNIVERSO
Al Universo lo constituye un solo elemento, aunque triple en apariencia.
Espíritu, fuerza y materia, no parecen ser más que los modos, los tres estados de una sustancia inmutable en su principio, mas variable hasta lo infinito en sus manifestaciones.
El Universo vive y respira animado por dos potentes corrientes: absorción y dispersión. Por esta expansión, por este soplo inmenso, Dios, el Ser de los seres, el Alma del Universo, crea. Por su amor atrae hacia Él. Las vibraciones de su pensamiento y de su voluntad, fuentes primeras de todas las fuerzas cósmicas, mueven al Universo y engendran la vida.
La materia -digamos- no es más que un modo, una forma pasajera de la sustancia universal que escapa al análisis y desaparece bajo el objetivo del microscopio para disolverse en radiaciones sutiles que no tienen existencia propia. Las filosofías que la toman por base descansan sobre una apariencia, sobre una especie de ilusión.
La unidad del Universo, largamente negada o no comprendida, empieza a ser entrevista por la ciencia. Hace unos veinte años que William Crookes, en el curso de sus estudios sobre las materializaciones de Espíritus, descubrió el cuarto estado de la materia: el estado radiante. Este descubrimiento, por sus consecuencias, revolucionó todas las viejas y clásicas teorías. Estas establecían una distinción entre la materia y la fuerza; ahora sabemos que las dos llegan a confundirse. Bajo la acción del calor, la materia más grosera se transforma en fluidos y estos fluidos se reducen, a su vez, en un elemento más sutil que escapa a nuestros sentidos. Toda materia puede reducirse a fuerza, y toda fuerza se condensa en materia, recorriendo así un círculo incesante.
Las experiencias de Crookes han sido seguidas y confirmadas por una legión de investigadores. El más célebre, Roentgen, ha llamado rayos X a las radiaciones emanadas de las ampollas de cristal; estos rayos tienen la propiedad de traspasar la mayor parte de los cuerpos opacos, y permiten percibir y fotografiar lo invisible.
Poco después Becquerel demostraba las propiedades de ciertos metales de emitir radiaciones oscuras que penetran la materia más densa, como los rayos Roentgen, e impresionan las placas fotográficas a través de láminas metálicas.
El radio, descubierto por los esposos Curie, produce calor y luz de un modo continuo sin agotarse de manera sensible. Los cuerpos sometidos a su acción, se vuelven a su vez radiantes. Aunque la cantidad de energía radiada por este metal es considerable, la pérdida de sustancia material correspondiente es casi nula. Crookes ha calculado que un gramo de radio necesitaría unos cien años para desasociarse*
Es más. Los ingeniosos descubrimientos de G. Le Bon ( 10) han probado que las radiaciones son una propiedad general de todos los cuerpos. La materia puede desasociarse indefinidamente, pues no es más que energía concretada.
Con esto, la teoría del átomo indivisible, que desde hace dos mil años servía de base a la física y a la química, se derrumba y, con ella, las clásicas distinciones entre lo ponderable y lo imponderable
11. La soberanía de la materia -considerada absoluta y eterna- se desvanece.
Por tanto, es preciso reconocer: el Universo no es como aparecía a nuestros débiles sentidos; el mundo físico no constituye más que una ínfima parte del mismo. Detrás del círculo de nuestras percepciones hay una infinidad de fuerzas y de formas sutiles cuya existencia ha ignorado la ciencia hasta ahora.
El dominio del mundo invisible es mucho más vasto y más rico que el del mundo visible.
La ciencia ha estado equivocada durante varios siglos en el análisis de los elementos que constituyen el Universo, y ahora debe destruir lo que tan penosamente ha edificado. El dogma científico de la unidad irreductible e indestructible del átomo, al derrumbarse, arrastra consigo a todas las teorías materialistas. La existencia de los fluidos -afirmada por los espíritas desde hace cincuenta años y que les valió tantas burlas por parte de los sabios
oficiales- ha sido confirmada de una manera rigurosa por medio de la experimentación.
LEÓN DENIS
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EXPLORANDO OTROS ASPECTOS DE LA
ALFABETIZACIÓN ESPIRITUAL
Anselmo Ferreira Vasconcelos
Siempre leo con mucho placer las crónicas Lya Luft publicadas en la prestigiosa revista VEJA. De modo general, sus textos se distinguen por la claridad, lucidez y elegancia. Sus observaciones son explicadas y las conclusiones son bien argumentadas deleitando al lector. En fin, su trabajo es una constante invitación a la realidad y al entendimiento de muchos de los problemas que dificultan la jornada humana en este mundo, especialmente en ese país. En la edición de 27 de agosto de la referida revista, la apreciada autora escribió una crónica donde ella analiza el problema de la muerte titulada: “El Ciclo de la Vida”.
En sus líneas, ella revela inquietudes en relación a la muerte que ciertamente afligen a millones de criaturas en ese planeta. Viene de ahí nuestra decisión en retomar el tema. En dado momento ella considera que “El ciclo de la muerte es un duro aprendizaje. Nosotros, somos malos alumnos”.
Sin duda, empeñarse en el entendimiento de la muerte no consta, en lo general, como una de nuestras prioridades. Tal vez sea el asunto más postergado de nuestras vidas. Es como si fuese un tema prohibido o poco inteligente para meditar, aun mismo que se trate de algo a lo cual todos nosotros estamos sujetos.
Ocurre, no en tanto, que parte de la alfabetización espiritual implica en dominar tal imperativo. No hay otro camino ya que se trata de un fenómeno biológico incontrolable y que obedece a propias dinámicas. A pesar de de los avances obtenidos en el área de la salud por medio de los medicamentos poderosos que prolongan la vida, ellos no pueden impedir indefinidamente el cierre de un ciclo. Tal decisión adviene de Dios y de sus justos designios.
Volviendo a Lya Luft, ella declara que: “[…] Precisamos de tiempo para integrar la muerte en la vida. Tal vez los muertos viven mientras recordamos sus acciones, su rostro, la voz, el gesto, su risa, la melancolía, los bellos y difíciles momentos […]. Porque morir es natural, debería ser simple: más, para casi todos nosotros, es un gran y grave enigma”. En verdad, sospecho que el pensamiento de la ilustre escritora explica lo que, de hecho, existe en la mente de muchos. En resumen, la muerte es vista aun como un acontecimiento aterrador a pesar de ser inevitable. y esa visión mítica, en nada racional, aparta la posibilidad de una comprensión más simplificada sobre el tema.
Hace algunos años atrás, apropósito, tuvimos el privilegio de publicar en el “Consolador” un artículo en el cual tratamos de desmisitificarla, o sea, “Desmitificación del Fenómeno de la Muerte” (ver en http://www.oconsolador.com.br/ano5/215/especial.html). Entre muchas observaciones, allá ponderamos que:”… somos constantemente recordados – a través de innumerables acontecimientos que nos rodean – de que a nuestra vez tambien llegará más tarde o más temprano. Puesto esto, el fin de la existencia física (corporal) debe ser encarado de forma racional por todos nosotros. al final de cuentas, el cuerpo humano, como toda la maquina orgánica, con el tiempo, presenta señales de fatiga, exhausto , y las células inician el proceso de desagregación hasta la extinción completa del fluido vital”.
Recordamos a los que, como la escritora, aprecian el escepticismo, que papiros del antiguo Egipto datados de 3000 años antes de C, ya sugerían la reencarnación – al final, solo reencarna quien sobrevive a la muerte. No basta eso, hay innumerables evidencias científicas sacadas a la luz en la actualidad sobre la reencarnación recogidas en la obra de Erlendur Haraldsson, Ian Stevenson, entre otros. En un terreno más transcendente, sin embargo, debemos recordar la gloriosa visión del Tabor – testimonia, el más allá, por los apóstoles Pedro, Santiago y Juan - relatado en el Evangelio – o sea: “Y se transfiguró delante de ellos; y su rostro resplandeció como el sol, sus vestimentas se tornaron blancas como la luz. Y es que se le aparecieron Moisés y Elias, hablando con El.(Mateos, 17:2-3). Cabe recordar también que, en ese episodio, Jesús dialogó con dos entidades que hacía mucho no pertenecían al “mundo de los vivos”. Siguiendo ese raciocinio, todo el capítulo 20 de Evangelio de Juan es dedicado a la resurrección del propio Maestro- reiterando la existencia de la vida más allá del túmulo y para recordarnos que el era el ejemplo más significativo de eso. vale citar aun la advertencia de Nicodemo (Juan, 3: 7-10) y la observación de Juan Bautista como siendo otrora el profeta Elias (Mateos, 17:10-13)
Muy probablemente, la respetable escritora no tuvo aun la oportunidad de leer El Libro de los Espíritus – el más completo tratado de espiritualidad ya elaborado y disponible para la humanidad hace más de siglo y medio (ver por ejemplo, mi ensayo sobre: 155 años de espiritismo: Evolución y Progreso - http://www.oconsolador.com.br/ano6/261/especial.html)- que nos da sólidos argumentos acerca de la continuidad de la vida más allá del túmulo.
De ese modo, por tanto, me siento con el deseo de aclarar que los enigmas concernientes a la muerte ya fueron debidamente elucidados hace bastante tiempo. No hay más ningún sentido en aumentar tales dudas ante tan abundante material disponible. A nosotros nos compete – por lo menos así pienso - asimilar los conocimientos y las lecciones de ahí advenidas. Acredito que ellas forman parte integrante de nuestra alfabetización espiritual. Puesto esto, debemos prepararnos con sabiduría para enfrentar la muerte de forma para recibirla- cuando Dios la provea, con la conciencia tranquila y el alma en paz - frutos de quienes trabajaron intensamente por auto iluminarse.
Traducido al español por: M C. R
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EL ABORTO Y SUS CONSECUENCIAS ESPIRITUALES
Mercedes Cruz
Según las enciclopedias, el PRODIGIO, del latín prodigium, es un suceso extraño que excede los límites regulares de la naturaleza. Cosa especial, rara o primorosa en su línea. Milagro. Y, VIDA, del latín vita, fuerza o actividad interna substancial, mediante la cual obra el ser que la posee. En este caso se dice también: VIDA MANIFIESTA. Unión del alma y del cuerpo. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte. Duración de las cosas.
Para la Doctrina Espirita, hay VIDA MATERIAL y VIDA ESPIRITUAL, concepto este último sostenido por todas las religiones, sólo probado por el Espiritismo, según se desprende de su faz científica. Y justamente, basándonos en la ciencia oficial, vamos a hacer un recorrido por ese prodigio que es la VIDA y comprender su valor, en toda la magnitud, considerando que, no siempre le damos la importancia que ella tiene, propia o ajena, como recurso de la evolución del Espíritu inmortal.
Cuando el eminente Dr. L. HAMM, en 1677 descubrió el milagro de la fecundación, a través de una célula que sería descrita posteriormente por LEEUWNHOECK, localizó su atención en la minúscula célula que, fecundada, tiene la rara propiedad de reproducirse, por si misma, en 26 mil millones de células diversas, en el vivíparo humano, construyendo, de ese modo, todos los órganos y formas que constituyen el hombre.
El gameto fecundante, factor estimulante de tal prodigio, mide aproximadamente 52 a 62 micrones de largo; conviene recordar que el micrón representa la milésima parte del milímetro. Tal célula está constituida de agua, en un 90% y un 10% da materia sólida, de donde surge toda la organización física y fisiológica con el complejo bagaje de la vida para el ser humano. En ese sentido, un ligero examen de los glóbulos rojos nos hace encontrar en cada milímetro cúbico aproximadamente 5.500.000 en el hombre y 4.800.000 en la mujer. Para que tengamos una idea de tal volumen, sí nos fuese dado colocarlos en fila, ellos alcanzarían una extensión de 167.000 kilómetros. De esta manera, la sangre de un solo hombre conseguiría dar 5 vueltas en torno a la Tierra.
Sólo una inteligencia suprema, inconmensurable al entendimiento humano, pero que puede ser sentida en cada hombre, “en todo y en todos”, realizaría el prodigio de tales grandezas para la elaboración del vehículo que utiliza el Espíritu en su jornada evolutiva, cuando se encuentra en la Tierra. La armonía de las galaxias en sus graciosos movimientos incesantes, en el Infinito mediante aproximaciones y separaciones unas de las otras, obedece a un plan orbital trazado exprofeso, con una belleza inconcebible, en su visión de conjunto, aún para el más avanzado grado de estética intelectual, en el Orbe terreno. Dios transciende cualquier entendimiento y por eso es Dios. Y como dice LEON DENIS: “SOLO DIOS, POR TANTO, PUEDE ENTENDER Y DEFINIR A DIOS...”
Es muy difícil pensar, entonces, que el prodigio que nos revela la biología, tendría validez para sólo una existencia humana.
ALLAN KARDEC, el iluminado Codificador del Espiritismo, nos dice: “Es en estas circunstancias que el Espiritismo viene a poner un dique a la incredulidad, no sólo por la perspectiva que ella acarrea, sino por los hechos materiales, tornando visibles y tangibles al alma y a la vida futura... Una sola existencia corporal, es una manifestación insuficiente para que el Espíritu adquiera todo el bien que le falta y elimine el mal que le sobra... De esta forma, cada existencia es un paso hacia adelante, en el camino del progreso...”
Y parafraseando a Kardec, repetimos nosotros: “...cada existencia es un paso hacia adelante en el camino del progreso...” Y cuán importante resulta esa nueva existencia que la sabiduría divina conjugó todo un mecanismo sorprendente para que ella se llevase a cabo, dentro de la planificación previa.
Cuando el proceso de la fecundación se complete, se esbozan las preliminares del milagro de la vida, en la Tierra.
Como consecuencia de la ruptura del FOLICULO de DeGraaf, que es la célula sexual femenina, tras la maduración debidamente procesada, eyectado por sobre la superficie ovárica, es luego recogida por el pabellón de la TROMPA de FALOPIO.
De la unión de los gametos, precedida por un avance más o menos de 2.5 cm. cada 8 minutos, por parte del ESPERMATOZOIDE, surge el CIGOTO (huevo) mapa del futuro ser humano, en los próximos 9 meses de gestación.
El Dr. Jorge Andrea dos Santos, en su libro DINAMICA PSI, amplía esta visión maravillosa, al comentarnos:
“El huevo, en su formación, es el resultado de la conjugación del espermatozoide y del óvulo. Sabemos que un único espermatozoide penetrará el óvulo, a fin de transformarlo en huevo. En una eyaculación existen millones de espermatozoides buscando una única célula. ¿Cuál sería la explicación biológica de esta desproporción? ¿Una única célula femenina circundada por millones de espermatozoides? Comprendemos que los procesos de la vida se preserven cuanto a un fracaso si un espermatozoide falla, en busca del óvulo, otro ocupará un lugar destacado, de inmediato. En este caso, si fuesen 100 o 500 espermatozoides, la naturaleza estaría bien repartida: pero millones de espermatozoides en la fecundación del óvulo, es realmente desproporcional. Deberán existir otros eventos ligados a la fecundación que impongan esa carga incontable de células masculinas.
Sabemos de la asistencia de los campos espirituales en los seres vivos y en el hombre, alcanzando gran complejidad. El Espíritu, representando los verdaderos campos de la vida, influencia y orienta toda la organización material que ayudó a desarrollar y madurar. Lo que equivale a decir que, las energías espirituales se encuentran difundidas por toda la organización del ser. Los 60 TRILLONES de células, promedio, que el hombre adulto posee, obedecerían a influjos energéticos del Espíritu que, de esa forma, inundarían las usinas microscópicas con los efluvios de su constante irradiación. Esto se observaría, también, como las células móviles del cuerpo humano se dislocan en este océano energético, tal como acontece con las células sanguíneas.
Los espermatozoides, al ser eyectados, en el paroxismo sexual, llevarían consigo energías que permitirían sus respectivos dislocamientos en los conductos femeninos. Pero, la cantidad de esas células, en cada eyaculación es inmensa; por eso creemos que los espermatozoides, de a millones envolviendo al huevo y después de su desaparición en torno del mismo, continuaría la corona ovular siendo sustentada y envuelta con las energías especificas de esas células.
El Espíritu al reencarnar, sintonizando con el periespiritu materno y atraído hacia el sector de la fecundación, en este lugar, para insertarse y ajustarse al huevo que progresa, posiblemente utilizaría las energías de envoltura del huevo representadas por el campo energético que las células sexuales pueden ofrecer. Esas energías podrían servir de solidificación de un campo de defensa, un verdadero escudo o coraza vibratoria, a fin de que el espíritu reencarnante, de ese modo protegido, utilizase, para su definitiva fijación en los cromosomas de las células embrionarias, más precisamente en los genes, por donde el código genético tendría su expresión.
Si pudiésemos tener una visión del huevo en esta fase inicial, 48 horas después de la fecundación, casi no veríamos espermatozoides vivos, empero, la medalla ovular se presentaría con una intensa aura protectora impidiendo que vibraciones de otra categoría, perturbasen la armonía del más importante evento biológico.
Maravillados aún con la realidad que la técnica científica acaba de mostrarnos, confirmando las apreciaciones del Dr. Jorge Andrea. Resaltamos el hecho de que más allá de las circunstancias que en el Plano Espiritual proyectan una nueva existencia corporal, con toda la planificación y preparación que ello implica, donde se ponen en juego merecimientos propios o ajenos, intervención de Espíritus Superiores, como nos es dado apreciar en toda la literatura espirita, mediúmnica o no, la meticulosidad y realizaciones llevadas a cabo desde el momento de la gestación hasta el desarrollo total del feto, nos deben llamar la atención hacia el PRODIGIO DE LA VIDA, cuánto ello representa y su objetivo principal: El progreso espiritual de cada ser.
Mas, aún ignorando todo este accionar en torno a la vida, no podemos justificar la práctica del aborto, práctica ésta que se viene generalizando, legalmente o no, pero que pone al descubierto
uno de los negocios más tétricos que es posible imaginar, sino que el infanticidio que se lleva a cabo diariamente, sobre todo en los países llamados desarrollados, es tan alarmante que, ha sonado la hora en que los Espiritistas salgamos de la "isla" que suponemos vivir, para encarar una de las mayores problemáticas que se enfrentan en la actualidad.
Es aún el Dr. Jorge Andrea quien nos habla sobre el tema: "Siendo el aborto la pérdida del producto de la conjugación, las energías allí contenidas, deben sufrir procesos que se reflejarán en la organización femenina, con mayor intensidad si hay provocaciones. El Espíritu, designado por varios motivos, a ocupar el crisol reencarnatorio lo hace, en la mayoría de las veces, en estado de sueño, para no interferir en el proceso, puesto que es nuestra condición evolutiva quien así le exige.
El proceso del aborto, de cualquier naturaleza o grado, siempre constituye un sufrimiento para el Espíritu. Sufrimiento soportado y entendido cuando las causas son comprensibles: empero, si las reacciones fuesen provocadas, a fin de destruir el producto de la concepción, cuando el Espíritu despierta y, dentro del sufrimiento, descubre que fue desalojado por motivos desatinados, se vincula a los responsables y desencadena el proceso obsesivo. El campo para la instalación fue abierto y sin defensas por las vibraciones desequilibrantes de aquel que interfirió, indebidamente en el mismo.
Las causas que llevan al aborto son innumerables y para una mejor comprensión y abordaje del asunto, conceptuémoslas como:
CAUSAS INTERNAS, ligadas a la propia madre y CAUSAS EXTERNAS, relacionadas con las influencias extra – orgánicas. En las causas internas, tendremos dos posiciones: las VOLUNTARIAS y las INVOLUNTARIAS.
En las causas voluntarias tenemos un ejemplo bien expresivo. Es la mujer que no desea la gravidez, considera que tendrá un período muy incómodo, sujeta a perder las formas, rechazo del cónyuge, al lado de las naturales modificaciones metabólicas del organismo. Con eso, pensando en todas estas condiciones, inicia una mentalización negativa para el producto de la procreación, al punto de que algunos son dislocados y se manifiesta el aborto. Esto constituye una causa voluntaria.
La voluntad de no tener un hijo, nutrida por pensamientos desordenados que conducen a una constante mono idea, principalmente en las primeras semanas, cuando el cigoto, el huevo o bien, el producto de la conjugación aún no se encuentra bien fijado y también amparándose en los pensamientos maternos, muchas veces desorganizan y acaban desestructurando los campos protectores de las energías que circundan al futuro ser.
Las causas involuntarias están relacionadas por las infecciones y otras enfermedades de muchos tipos. Las causas externas están representadas por los métodos provocados, de cualquier naturaleza, con la finalidad de interrumpir la gravidez; o por la ausencia del Espíritu reencarnante. Algunas veces - caso raro - el huevo progresa con las energías que las células genéticas traen, empero, no existiendo un Espíritu reencarnante para continuar y comandar el proceso, el producto pro creativo queda sin los impulsos y apoyo de la morfogénesis, se desintegra, respondiendo por el aborto.
Exista una causa que no puede ser olvidada y es cuando el Espíritu reencarnante se encuentran bastante desequilibrio y no consigue insertarse en el huevo, en la formación de su propio casullo. El Espíritu por sí solo acaba desintegrando las fases embriológicas; no consiguiendo la adaptación necesaria determina la destrucción de las células ovulares por falta de armonía. Además, los Espíritus, en estas condiciones de desaliño, cuando consiguen llevar adelante el proceso reencarnatorio, casi siempre dejan marcas profundas traducidas por futuras dolencias o deficiencias de muchos matices.
Dígase, de paso, que todo ese proceso se dará sin el conocimiento del Espíritu. Cuanto menos evolucionado es el Espíritu, mayor es el sueño reencarnatorio y más apartado de su conocimiento será el proceso. Al contrario, cuanto más evolucionado, mayor será su condición de participación. En nuestro planeta, considerando la faja evolutiva en que el mismo se encuentra, pocas Entidades presentan las condiciones para una participación más activa y consciente en su propio proceso reencarnatorio.
Las llamadas civilizaciones modernas están, a través de elementos interesados de algunos países, intentando la legalización del aborto. Bajo cualquier condición la realización del aborto representa matar y matar. Aun jurídicamente aceptado, "el aborto continúa siendo no moral". Algunos países ya lo aceptaron, basados en falsas premisas, así como en posiciones indefendibles. Creemos que la legalización del aborto sería la victoria del desequilibrio y de la insensatez de los incapaces e incompetentes. Es preciso comprender que en la mujer grávida no existe solamente un cuerpo físico en formación, sino un Espíritu también, reencarnante, sometido a procesos específicos, a fin de construir su propio casullo y ejercer sus experiencias en la dimensión material. Eliminar ese proceso es intervenir, negativamente, en uno de los grandes mecanismos de la vida. Las respuestas se harán presentes con reservas y adecuadas reacciones.
Existen aquellos que defienden la práctica del aborto en los casos de gravidez por estupro. Evaluamos la violencia de este acto, pero, aún así, el producto de esa procreación con determinado Espíritu reencarnante, está expresamente demarcado; es decir, el Espíritu reencarnante y la madre, dentro de un cuadro cármico, necesitan vivenciar tales eventos. Las reacciones de la vida son muy precisas y de profundas razones, que nuestro intelecto aún no está capacitado para determinadas evaluaciones.
Sólo una condición podrá ser aceptada; es el caso terapéutico, indicado por un adiestrado equipo de médicos delante de ciertas enfermedades que pongan en riesgo la organización materna. En esos casos, sería interesante que los médicos responsables y obligados a opinar conociesen los mecanismos de la reencarnación, junto a los actuales estudios de la ciencia biológica, a fin de sacar conclusiones y correspondencias ideales en la solución del caso.
La gran responsabilidad, en la práctica del aborto, está relacionada directamente con el Espíritu reencarnante que delante del proceso, es despertada violentamente de su hibernación psicológica y del camino que la vida le impuso. Casi siempre reacciona ante la inexplicable violencia y como ya se encuentra imantado con la matriz, permanece aferrado, vibratoriamente, al periespiritu materno, arrojando sus reacciones de defensa y perjudicando a la madre culpable. En esos casos, el proceso de obsesión, seria inmediato y violento, bien diferente de aquellas obsesiones más lentas que las reacciones negativas de la vida, van permitiendo.
Este tipo de obsesión vinculada al aborto, como las demás, causa inmensos daños al responsable que permitió su instalación, como respuesta de la Ley. Sin embargo, cuando el aborto es terapéutico, el equipo de médicos, con vibraciones ajustadas y ampliadas por aquellos de los progenitores, encuentran, también, en los equipos espirituales adecuados, las defensas necesarias y la comprensión armónica de los elementos participantes del proceso: la madre imposibilitada y el hijo que no puede nacer.
Frente al aborto con pequeñas y diminutas excepciones (aborto terapéutico), el proceso representa una de las mayores agresiones biológicas; consecuentemente, uno de los mayores crímenes, por cuanto, el Espíritu adecuado al embrión en formación, se encuentra absolutamente indefenso. Es ley de la vida que una agresión de ese orden debe responder con reacciones de alta potencia negativa.
El conocimiento de las razones científicas que envuelven los procesos de la vida es muy importante, empero, más importante es aún, participar del conocimiento espiritual que a la cuestión que se esté tratando, envuelve. Un Espíritu reencarnante que ocupó un huevo y participó de su desarrollo inconscientemente, sólo deberá ser apartado de ese escenario en casos excepcionales, que ya citamos. La gravidez es un mecanismo que, bajo cualquier condición, aun en los casos de estupro, debe ser llevada e término. El niño debe nacer. El decir del incomparable Espíritu Juana da Angelis, por la pluma psicografica de Divaldo Franco, en el libro 'Después de la Tempestad' es bastante expresivo:
"Comúnmente, el Espíritu que llega al debido regazo materno, a través de circunstancia tan ingrata, se transforma en floración de bendiciones sobre la cruz de agonías en que el corazón femenino se despedazó...
"La renuncia a sí mismo por la salvación de otra vida concede imponderables recursos de redención para quien se tornó víctima de la insidiosa trama del destino...
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