domingo, 28 de agosto de 2016

El Espiritismo no hace milagros



                                                           


                              EL ÉXITO VERDADERO 
Hasta tanto no apliquemos el verdadero concepto de educación, que se estructura en mente-cuerpo-espíritu, haríamos bien en tener en cuenta nuestra parte trascendental, convivencial, nuestro ser íntimo que late y se irradia más allá del ropaje celular que nos cubre momentáneamente para nuestra singladura por el mundo de las formas. 

Todos buscamos la felicidad, solo que, con frecuencia, lo hacemos por los senderos menos acertados, donde, quizá, materialmente, saquemos algún provecho temporal pero, a menudo también, hacemos que nuestra alma se quede "anestesiada"... Pesadamente comprometida ante las leyes superiores de orden y equilibrio que rigen el Universo. 

Pese a que, aparentemente, hemos alcanzado un nivel de conciencia menos primitivista y estamos rodeados de un evidente adelanto tecnológico y de recursos, aún no nos hemos liberado del "hombre viejo" caprichoso y egoísta que tanto nos hizo caer en pasadas existencias. Aún, la sutil seducción del halago nos ronda el alma y, (la efímera y llena de trampas) melodía del poder y el "bienestar", en su acepción más materialista, nos atrae poderosamente... Y es así como por conseguir una serie de cosas o metas que creemos irresistibles y/o imprescindibles, nos empeñamos incluso moralmente, por conseguirlas, aunque con el paso del tiempo (y el tiempo nos coloca exacta y puntualmente ante aquello que hemos obviado o que aún no hemos hecho bien) toda conquista externa no nos bastará para llenarnos por dentro. Sólo las conquistas morales nos enriquecen y nos cubre de verdadera plenitud. 

Eduquémonos en la libertad y honestidad, y eduquemos a nuestros hijos no para el espejismo del poder, sino para la verdadera felicidad, la que nace del equilibrio, la fe y la auto aceptación que nos salva de caer en las redes de la insatisfacción y el abuso. 

Si realizamos una rápida visión del panorama social y cultural que nos rodea, nos vemos forzados a reconocer que cada vez es más difícil ser uno mismo sin perder identidad frente a los numerosos "bastones psicológicos" que, jóvenes y no tan jóvenes necesitan para sentirse realizados ante la avalancha que nos "vende" el sector más utilitarista de la llamada "sociedad de consumo"... La verdad es que nada nos impide el adquirir tal o cual cosa que, simplemente, nos apetezca tener y disfrutar; distinto es que por no obtenerla, nos sintamos inferiorizados o desconsiderados... Lo cierto es que el exhibir cierta marca de ropa o jactarnos de la casa en que vivimos, no habla, precisamente, de personalidad brillante ni de fortaleza interior. 

Ni el "estatus" (académico, social, económico), por brillante que sea, ni las adquisiciones materiales por atractivas que sean, harán el trabajo principal para el cual nos comprometimos antes de encarnar: mejorar la "calidad" de nuestra alma en las luchas contra la ambición, el orgullo y las pasiones menos trabajadas. Si dejamos esto por otras cosas, lamentaremos los amargos dardos internos de las oportunidades perdidas. 

Tendemos (por atavismos milenarios) a inclinarnos por aquello que, justamente, tiene fecha de caducidad: el cuerpo y los bienes terrenales... Justo lo que se extinguirá un día, no importa los años que hayamos invertido en ello. Y, por el contrario, tendemos a dejar a un lado con increíble facilidad, justo aquello que hemos venido a "pulir": nuestro propio espíritu, nuestro YO real. 

Los Mentores de luz y amor no se cansan de advertirnos con paciencia y sabiduría ejemplar, propias de las almas elevadas, que intentemos vivir lo mejor posible (dentro de los límites que imponen el respeto a los demás y el equilibrio de las cosas) pero que no olvidemos nuestro ser interior, nuestro alma, pues es por ello, para elevarla, que una nueva encarnación en la escuela de la vida material se programó con el beneplácito de lo Alto... Cuando pasemos al "otro lado", la verdadera realidad de la vida, al mundo de las causas que envuelve el nuestro, (de donde todo proviene, incluidas las matrices originales de la vida) se nos preguntará que hemos hecho para vencer nuestras malas inclinaciones; se nos preguntará si aprovechamos los recursos que fueron colocados en nuestro camino para instruirnos, para donar a los menos favorecidos, etc... Entonces, como tantas otras veces, una serie de imágenes desfilarán ante nuestros paneles mentales, y seremos testigos de los éxitos y los fracasos y, con frecuencia, dada nuestra torpe e inmadura elevación espiritual y mental, también muchos seremos perplejos y desnudos observadores de las variadas oportunidades de crecimiento interior que fueron desperdiciadas, de una manera abierta o engañándonos ingenuamente para sentirnos más disculpados... 

La búsqueda del éxito (cuando se presenta de una manera desordenada, obsesiva), en ocasiones, puede ser una "fuga" más como el alcohol, el sexo desmedido o las drogas, aspectos que no atienden a las necesidades reales, aquellas que predominan en la naturaleza humana y tienen transcendencia, en razón de su origen, del ser espiritual que somos. 

El verdadero significado de la dicha, de la paz y la conquista, se establece, no en lo que poseamos, sino en la liberación de las que nos angustian y de los miedos que nos aturden. 

No dejemos pasar las invitaciones de la vida, que a todos acude y, que se expresa de mil maneras distintas, para instruirnos y crecer en la práctica de la solidaridad de las almas (una de las propuestas espíritas), la práctica del bien, la auto-vigilancia de nuestros instintos menos felices, etc... Así, cuando atravesemos los portales de la vida física y nos transfiramos a los parajes espirituales, no lamentaremos con nostalgia y pesar todas las veces que no fuimos justos y humildes, dejándonos llevar por la (sutil pero eficiente) trampa de las sombras que, conocedoras de nuestras debilidades, operan eficientemente para apartarnos lo más que pueden de los operarios de la luz mayor, que respetando nuestro libre albedrío, nos dejan actuar como buenos servidores de Jesús o como ingratos personajes que todo nos creíamos merecer. 

Sacudamos nuestra conciencia y asumamos la gran responsabilidad que nos brindan. Mucho le es pedido al que mucho se le ha dado... 

No dejemos que la vanidad y los intereses personales nos desvíen de esa misión que nos trajo al mundo, en una coyuntura social y política tan complicada como la que atraviesa nuestro planeta. De alguna u otra manera todos hemos contribuido (en existencias pretéritas) a que los fantasmas de la violencia, el hambre y la ira se extiendan por los territorios del hombre de este siglo XXI que, apenas, estrenamos... ¿cuál será nuestro papel en esta nueva reencarnación? ¿Cómo contribuiremos a anular todos esos abusos que practicamos y/o el bien que pudimos hacer y no hicimos? Los espíritas tenemos la brújula más segura. ¿Empezamos? En estos tormentosos días, se torna tan urgente como inaplazable un esfuerzo generalizado a fin de restaurar los valores éticos-morales, culturales y espirituales de la Humanidad, que vienen sufriendo contundentes combates de exterminio. 

El hombre de la tecnología y de la biónica, de la cibernética y de la ingeniería genética, ensoberbecido por las conquistas de la inteligencia, resbala, lamentablemente, en los tormentos psicológicos característicos de la pérdida de la dirección de si mismo y de los objetivos esenciales de la vida. 

Fascinado por las conquistas exteriores, no se da cuenta de los perjuicios internos que lo consumen, por falta de estructura emocional para soportar las presiones derivadas de los factores degenerativos por él mismo generados. 
En estos días, hay glorias del intelecto y observaciones del sentimiento, aguardando orientación. 

El Espiritismo llega en el justo momento, para invitarte a una revisión de conceptos, así como a una profundización consciente y seria de la realidad de si mismo, en la condición de ser inmortal que eres, al contrario de apenas factótum orgánico que rumba sin destino, perdido en la propia incuria. 

Un miembro de la Federación Espírita Española

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OBSESIONES SUTILES Y PELIGROSAS 

Cuando el hombre se hace dócil a la inspiración superior, sintoniza, con el programa que ha de desarrollar, recibiendo la ayuda que fluye de lo Alto y gracias a ello, logra disminuir las dificultades que son pruebas de resistencia en las luchas y desafíos para sus valores morales. 

Los Buenos Espíritus no pueden cambiar el Karma de sus pupilos y devotos, porque les tornarían inoperantes, les atrasaría. Sin embargo, cuando los ven luchar en pruebas muy severas, interfieren, auxiliándolos a través de fuerzas edificantes con las cuales aumentan sus resistencias, con el fin de que logren las metas que constituyen su victoria. Igualmente encaminan cooperadores y amigos que se transforman en palancas propulsoras del progreso, extendiéndoles manos generosas dispuestas a contribuir a favor de su éxito. 

De la misma forma que las interferencias perniciosas encuentran resonancia en ellos, en razón de las afinidades que existen por sus pasiones inferiores que caracteriza su estado evolutivo. Tan pronto cambien de objetivos, y aspiren a ideales de ennoblecimiento y actúen de acuerdo con la ética del bien, se asocian a ellos los laboriosos Mensajeros del Amor que los estimulan para que prosigan, renovando su entusiasmo, amparándolos ante las naturales desfallecimientos e inspirándoles en la correcta elección del camino a seguir. 

Las imperfecciones permiten a los adversarios del ayer los medios para inducir a la obsesión y problemas, ya que los Espíritus perversos e infelices siempre se sirven de las tendencias negativas de aquellos a quienes odian, para estimularlos, llevándolos de ese modo a perturbaciones y a penosas situaciones. Si el hombre se apoya en los recursos de elevación, se vuelve difícil para sus malvados verdugos espirituales encontrar las brechas por las cuales infiltran sus torpes sentimientos, en la saña de la persecución en que se complacen. 

Toda obsesión es siempre el resultado de la anuencia consciente o no de quien la sufre, por debilidad moral del espíritu encarnado, que no le interpone defensas o por deficiencias del comportamiento que propician el intercambio, en razón de la preferencia psíquica que le place al mismo mantener. 

Cuando el hombre se candidata a una acción meritoria nunca debe esperar de los otros los ejemplos de virtudes ni las lecciones de elevación continuada, más si examinar las propias disposiciones para verificar lo que tiene, de lo que puede disponer en nombre de Jesús para ofrecer. 

Mediante este comportamiento, no verá en los otros los deberes de ser siempre Buenos y optimistas, misioneros de la renuncia y de la santificación, y si hermanos tal vez más experimentados y dedicados, con las mismas posibilidades de errores y flaquezas, requiriendo, en silencio, apoyo y tolerancia. 

El candidatarse al bien no hace bueno al individuo, y la incursión en el compromiso de la fe, a nadie renueva de inmediato. 

El adquirir cincelar la moral es de un esfuerzo continuado, un largo trabajo, que merece respeto, no solo a los que triunfan, tan bien a los que persisten y actúan sin descanso, aunque no consigan con prontitud los resultados felices.

En las experiencias de elevación, entre otros impedimentos que surgen, la rutina de los acontecimientos es test grave para ser superado. 

Cuando las realizaciones se presentan nuevas, hay motivaciones y entusiasmos para realizarlas. Después a medida que se hacen repetitivas, con las mismas manifestaciones, tienden a cansar, disminuyendo el ardor de los candidatos a la laboriosidad, llevándolos a la saturación, a la desistencia. Sucede que no se pueden innovar métodos para los mismos problemas, cada día, ni modificar el paisaje aflictivo de los necesitados diversificándoles los cuadros de dolor y de sombra. Variando en la apariencia, sus causas matrices son las mismas, que se enredan en el espíritu endeudado, aturdido o atrasado, en viaje expurgador… En esos momentos de cansancio, surgen las tentaciones del reposo exagerado, de la acomodación, del excesivo tiempo mal utilizado; abriéndose campo a la censura indebida, que medra, que alarga, en forma de maledicencia que esparce agrura y reproche, destruyendo, como plaga infeliz, los surcos donde la esperanza siembra el amor y la ternura que deberán florecer como caridad y bendiciones. 

Muchas obras del bien no resisten a este periodo, cuando las intenciones superiores ceden lugar al enfado y a la comodidad, que propician la invasión de las fuerzas destructivas y la penetración de los vigilantes adversarios de la luz… 

Una forma de obsesión peligrosa es aquella que pasa casi desapercibida y se instala lenta y firmemente en los cuadros mentales, estableciendo comportamientos equivocados con apariencia respetable. 

Se suele presentar en personas que denotan grave postura y saben conquistar a otras por la facilidad de comunicación verbal, tornándolas afables y gentiles, desde que no tengan sus caprichos e intereses contrariados. Dan impresiones sociales que no corresponden a su estado real, por cuanto adoptan comportamientos parásitos que les acreditan a presumir de meritos que no poseen. 

Interiormente, viven bajo conflictos que disimulan con habilidad, naciendo ahí, esa doble actitud hacia la vida, situaciones que inducen a la neurosis y desarticulan el equilibrio emocional, igualmente bajo el bombardeo de los arpones mentales destructivos de sus enemigos espirituales. 

En ese clima psíquico, que rezuma de las experiencias de vidas pasadas, se hospeda el agresor desencarnado que insufla mayor dosis de interferencia por los problemas ajenos, desbordando el egocentrismo que termina por alienarlos en cuanto cobijan y vitalizan las pasiones disolventes. 

Este tipo de perturbación espiritual es la más difícil de ser erradicada, en razón de que el paciente niega su situación de enfermo, antes complaciéndose en ella, porque el narcisismo a que se entrega, se convierte en auto fascinación por valores que se atribuye y está lejos de poseer, anulando cualquier contribución que le es ofrecida. 

Solamente la humildad, que da la dimensión de la pequeñez y flaqueza humana ante la grandiosidad de la vida, faculta una visión legitima, a través de la cual se puede hacer una justa evaluación de recursos, recurriéndose a la Divinidad por la oración ungida de amor, antídoto eficaz para los disturbios obsesivos. 

La oración libera la mente bichada de sus clichés perniciosos, abriéndola para la captación de las energías inspiradoras, que fomentan el entusiasmo por el bien y la conquista de la paz a través del amor. Para que esa oración se revista de fuerza desalienante, ella necesita combustible de la fe, sin la cual no pasa de ser palabras destituidas de compromiso emocional entre aquel que la dice y a quien son dirigidas. También son necesarios el recogimiento y concentración para que se exteriorice la potencialidad por la voluntad del que anhela, dirigida con la certeza de que alcanzará el destino. 

Este tipo de obseso se caracteriza por el desden a la oración por creer que no la necesita, dudando igualmente de su eficacia o menospreciando su utilidad. 

Exacerbado en sus sentimientos infelices, el obseso se auto realiza, adoptando una actitud de falsa superioridad con la cual anestesia los centros de la razón y se deleita en el estado en que se encuentra. A largo plazo, sin embargo, pierde el control de la voluntad, que deja de dirigir, bajo la pertinaz imposición, volviéndose ostensivamente agresivo y deshaciendo la apariencia, que cede lugar al desequilibrio que se le instala con fuerte penetración en los mecanismos nerviosos. 

En ese cuadro de obsesión constrictiva, se encuentran innumerables individuos hospedando adversarios que los vampirizan por largo tiempo, hasta culminar la venganza con los golpes largos de las caídas en la locura, en el crimen o en el suicidio. 

¿Muchas veces se preguntamos que porque, determinados pacientes portadores de la obsesión, y que frecuentan la Casa Espirita donde se viven los postulados de Allan Kardec, y que se especializan en ese menester, al tratar a tales alineados, estos no se recuperan? Muchos inquieren, también, a respecto de la razón por la que los Mentores Espirituales no liberan a los obsesos y subyugados, en nombre de la caridad. 

Nunca será de mas repetirse que, en todo proceso obsesivo, la aparente victima es el legitimo verdugo apenas transferido en el tiempo, siéndole la deuda la razón del mecanismo perturbador. Vencido por la insania del odio, aquel que fue cincelado se imanta al infractor que le torno desdichado y asume la igualmente indebida posición de cobrador o justiciero, incidiendo, por su parte, en error no menos importante. En cuanto el amor no luzca en el defraudado, ante la mudanza de comportamiento de su adversario, cierto es que el problema permanece. De igual modo, debidamente esclarecido sobre el equivoco en que permanece, el actual sayón, mediante adoctrinamiento por alguien que tenga sobre el autoridad moral y lo sensibilice, puede cambiar de actitud, decidiéndose por abandonar la pugna, lo que no exenta al incurso en la deuda de rescatarla por otro proceso de que se utilizan los códigos de la Soberana Justicia. 

En la terapia desobsesiva, los cuidados para con el encarnado no pueden ser menores que los aplicados con relación al enfermo psíquico que le aflige, en desarreglo e infortunio cual se encuentra en la otra dimensión de la vida. 

Debe tenerse en mente que el hecho de no ser visto siempre el perseguidor desencarnado, por los hombres, no significa que la tarea de estos, aliada a la de los Guías Espirituales, deba ser la de apartarlos, pura y simplemente. Seres vivos e inteligentes, apenas desnudados de la materia, sufren y aman, odian y luchan, esperando la ayuda que no supieran o no quisieran ofrecerse. Por tanto, el amor debe alcanzar la victima de ayer, que sufre hace más tiempo, amparándola, de modo a que despierte para no sufrir mas ni provocar sufrimiento. 

Y como la función del dolor se reviste de un poder terapéutico de liberación para quien lo sabe aprovechar, justo es que el encarnado se modifique para mejor, mediante cuyo comportamiento también sensibiliza a su opositor, a su vez adquiriendo recursos de paz y títulos de trabajo para su crecimiento espiritual. 

Sin embargo, hay pacientes, obsesos o no, para los cuales, gracias a su rebeldía sistemática y tozuda acomodación en las disposiciones inferiores, la mejor terapia es la permanencia de la enfermedad, ahorrándoles males mayores. 

Hay paralíticos que recuperan los movimientos y marchan para desastres que podrían evitar, si lo quisiesen; portadores de micosis, llagas y pústulas, rehacen la apariencia física, curándose de las dermatosis e infectan la mente y el alma con los contagios de los actos deprimentes y viciosos; ciegos que recobran la visión y la utilizan erróneamente en la observación de los hechos; enfermos por virosis y portadores de limitaciones que se restablecen, arrojándose de inmediato, lúbricos y desesperados, en los laberintos de la insatisfacci6n, de la agresividad, causándose mayor infelicidad... 

En el campo de las obsesiones, no son pocos aquellos que, una vez que se mejoran, abandonan las disposiciones de trabajo y progreso, para correr precipitados, de vuelta a los hábitos vulgares en los que antes se complacías... 

Aun delante de Jesús, este fenómeno era habitual. En principio, porque conociese la procedencia de los males que afligían a los enfermos e infelices que Le buscaban, como es comprensible, el Señor no curo a todos... Y de entre los muchos curados, quedo memorable la interrogación que El dirigió al ex enfermo del mal de Hansen que le fue expresar la gratitud por el beneficio recibido. "- ¿No fueran diez los curados, por que solo este vino a agradecer?" (*)

Es común hacerse compromiso intimo de renovación y trabajo, en cuanto permanece la enfermedad, negociándose con Dios la salud que se desea por lo que se promete realizar, como si la practica de las virtudes del bien fuese útil al Padre y no un deber de todos nosotros, que nos beneficia y da felicidad. 

Tan pronto pasa la agudeza del sufrimiento y el tiempo distancia la mente ex enferma del momento de la dolencia, la ilusión sustituye a la realidad; la voluptuosidad del placer enflaquece los deseos de servir y el cae en la indiferencia, cuando no sucede ocurrir males peores. 

Cuanto a aquellos que frecuentan las Instituciones Espiritas, portando obsesiones y no se recuperan, merece que se tenga en mente el hecho de que la visión del medicamento no propicia la salud, si no la ingestión de el y la posterior dieta conforme convenga, al lado de otros factores que permiten el retorno del bienestar. Además, ni todos los males deben ser solucionados conforme a la óptica de quien los padece, mas de acuerdo con programas superiores que establecen lo que es mejor para la criatura. La función del Espiritismo es esencialmente la de iluminación de la conciencia con la consecuente orientación del comportamiento, armando a su aprendiz con los recursos que lo capaciten a vencerse, superando las pasiones salvajes y sublimando las tendencias inferiores mediante cuyo procedimiento se eleva. 

En la terapia desobsesiva, el tributo del enfermo, tan pronto razone y entienda la asistencia que se le administra, es de vital importancia; por cuanto, serán sus pensamientos y actos los que responderán por su transformación moral para mejor, con la real disposición y posterior acción para recuperarse de los males practicados, ahora beneficiando a aquellos que le sufrieran los perjuicios y por cuya regularización los mismos se empeñan, a pesar de los métodos equivocados e ilícitos de que se sirven. 

La evangelización del Espíritu desencarnado es de suma importancia mas, igualmente, la de la criatura humana que se enzarzo en la delincuencia y todavía no se recupero del delito practicado. 

Con frecuencia, es mas fácil de objetivarse resultados en la terapia desobsesiva con pacientes de mente obnubilada, de que con aquellos que razonan y no se disponen a la tarea de mudanza interior, de la acción dignificante, ahogados en dudas que cultivan e indisposiciones que les agradan. 

En la actualidad, gran número de pacientes portadores de alineación por obsesión, transita por gabinetes de respetables psiquiatras que les prescriben drogas adictivas de que se encharcan, viciando la voluntad, que pierde los comandos, permaneciendo abúlicos y sufriendo dependencias de demorada erradicación. Sin el control de la voluntad, que sufre la acción barbitúrico de la droga y la perniciosa interferencia de la mente perturbadora, el enfermo tiene dificultad de luchar, utilizándose de los recursos desobsesivas cuyos efectos del dependen. 

Es claro que no censuramos este procedimiento psiquiátrico, teniendo en vista que, en determinados cuadros de la locura, la providencia es saludable, especialmente en los que presentan gran agitación, en los catatónicos, en los sicótico-maniaco-depresivos - aun cuando se encuentren bajo la inducción de adversarios desencarnados, evitándose, de esta forma, la consumación del suicidio provocado -, pero no su uso genérico. 

El futuro próximo contribuirá con criterios más rigurosos y seleccionados en la aplicación de tales terapéuticas, especialmente cuando el prejuicio científico ceda lugar al discernimiento cultural, que verá en el paciente, no apenas el soma, sino, y principalmente, el Espíritu con sus equipamientos de periespiritu y materia... 

Trabajo realizado por Merchita 
Extraído del Libro “Cuadros de la Obsesión” de Divaldo Pereira Franco

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             TODOS PODEMOS 

No todos revelamos actitudes de grandeza,pero todos podemos cultivar la humildad. 
No todos demostramos conocimientos superiores,pero todos podemos estudiar. 
No todos conseguimos sustentar económicamente,las buenas obras,pero todos podemos efectuar esa o aquella prestación de servicio. 
No todos guardamos la competencia o el don de curar,pero todos podemos de un modo o de otro,auxiliara a nuestros hermanos enfermos. 
No todos estamos habilitados para mandar,pero todos podemos servir. 
No todos somos héroes,pero todos podemos ser sinceros,justos y buenos. 
No todos nos hallamos en condiciones de realizar mucho en auxilio a los que sufren,pero todos podemos ofrecer algo de nosotros,a favor de ellos. 
¡Hermanos! no aleguéis indigencia,pequeñez,flaqueza,incapacidad o ignorancia para desertar del trabajo al que fuimos llamados.Comencemos,desde ahora,la edificación del Reino de Dios,en nosotros y alrededor de nosotros,a través del servicio que ya podemos hacer. 
COMUNICACIÓN RECIBIDA POR CHICO XAVIER.

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"Padre mío, curadme, pero haz que mi alma enferma se cure antes que mi cuerpo. Que mi carne sea castigada, si es necesario, para que mi alma se eleve a Ti con la blancura que poseía cuando la creaste". 
Cura de Ars 



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EL ESPIRITISMO NO HACE MILAGROS

. El Espiritismo vino a revelar nuevas leyes y explicar, en consecuencia, los fenómenos que 
se ajustan a esas leyes. 
Esos fenómenos se relacionan con la existencia de los espíritus y con su intervención en el 
mundo material, y eso -se podrá decir-, es entrar en terreno de lo sobrenatural. En tal caso debería probarse que los espíritus y sus manifestaciones son contrarios al orden natural y que ellos no respetan ninguna de tales leyes. 
El espíritu es el alma que sobrevive al cuerpo; el ser principal, porque no muere, mientras 
que el cuerpo es sólo un accesorio que fenece. Su existencia es natural durante y después de la encarnación; está sujeta a las leyes que rigen al principio espiritual como el cuerpo está sometido a las que gobiernan al principio material. Pero como ambos principios tienen una afinidad necesaria, como los dos actúan sin interrupción uno sobre el otro, como de su acción simultánea resulta la armonía y el movimiento del conjunto, resulta que lo espiritual y lo material son las dos caras de un mismo todo, igualmente naturales ambas, y que lo espiritual no es una excepción, una anomalía en el orden del Universo. 

5. Durante su encarnación, el espíritu actúa sobre la materia por intermedio de su cuerpo 
fluídico o periespíritu; y lo mismo ocurre cuando el espíritu ha desencarnado. Hace, como espíritu y en la medida de su capacidad, lo que hacía como hombre, sólo que como ya no puede servirse de su cuerpo carnal como instrumento, utiliza, cuando lo cree necesario, los órganos materiales de un encarnado que es llamado médium. Hace como alguien que, no pudiendo escribir por sí mismo, se sirve de un secretario, o como quien no conociendo un idioma que necesita para darse a entender, se vale de un intérprete. El secretario y el intérprete son los médiums del encarnado, así como el médium es el secretario y el intérprete del espíritu.* 

6. El ambiente en el que actúan los espíritus y los medios que utilizan son diferentes de los 
que se valen los encarnados, por lo tanto, los efectos también difieren. Estos efectos parecen sobrenaturales porque los producen agentes que no son los que nosotros utilizamos; pero ya que esos agentes son parte de la Naturaleza y que las manifestaciones se cumplen en virtud de ciertas leyes, no hay en ellos nada de sobrenatural ni maravilloso. Antes de conocer las propiedades de la electricidad, los fenómenos eléctricos pasaban por prodigios a los ojos de ciertas personas; desde el momento en que se conoció la causa, lo maravilloso desapareció. Lo mismo podemos decir con respecto a los fenómenos espíritas, ellos tampoco se apartan de las leyes naturales. 

EL GÉNESIS 
ALLAN KARDEC.

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       Más conocimiento científico, ¿ Para qué ?

Ya que la vida corporal no es sino una estadía temporaria en la Tierra, y que el porvenir que nos aguarda debe constituir nuestra principal preocupación, ¿es útil esforzarse por adquirir conocimientos científicos que sólo se relacionen con las cosas y necesidades materiales? 
- Sin duda alguna. En primer lugar, ello os pone en situación de aliviar a vuestros hermanos. Segundo, vuestro Espíritu evolucionará más rápido si ha progresado ya en inteligencia. En los intervalos entre una y otra encarnación, aprenderéis en una hora lo que os llevaría años en la Tierra.

 Ningún conocimiento es inútil. Todos coadyuvan en mayor o menor grado al adelanto, porque el Espíritu perfecto debe saberlo todo, y como el progreso ha de realizarse en todos sentidos, cuantas ideas adquiera cooperarán al desarrollo del Espíritu. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC.


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