¿ QUÉ ES UN MÉDIUM ?
En primer lugar convengamos bien en nuestros hechos. ¿Qué es un médium? Es el ser, es el individuo, que sirve de trazo de unión a los Espíritus para que éstos puedan comunicar con facilidad con los hombres: Espíritus encarnados. Por consiguiente, sin médium no hay comunicaciones tangibles, mentales, escritas, físicas ni de ninguna clase.
Hay un principio que, estoy seguro, es admitido por todos los espiritistas: este es que los semejantes obran sobre sus semejantes y como sus semejantes. Así, pues, ¿cuáles son los semejantes de los Espíritus sino los Espíritus, encarnados o no encarnados? ¿Es menester repetíroslo sin cesar? Pues bien, yo os lo repetiré otra vez: vuestro periespíritu y el nuestro están sacados del mismo ambiente, son de una naturaleza idéntica, son semejantes en una palabra; poseen una propiedad de asimilación más o menos desarrollada, de imitación más o menos vigorosa, que nos permite a Espíritus y encarnados ponernos con mucha prontitud y con mucha facilidad en relación. En fin, lo que pertenece en propiedad a los médiums, lo que es de la misma esencia de su individualidad, es una afinidad especial, y al mismo tiempo una fuerza de expansión particular que aniquila en ellos toda refractibilidad y establecen entre ellos y nosotros una especie de corriente y de fusión que facilita nuestras comunicaciones. Por otra parte, esta refractibilidad de la materia es la que se opone al desarrollo de la mediumnidad en la mayor parte de aquellos que no son médiums.
Los hombres siempre tienen propensión a exagerarlo todo; los unos, no hablo ahora de los materialistas, niegan un alma a los animales y otros quieren darles una, por decirlo así, semejante a la nuestra. ¿Por qué queréis confundir de este modo lo perfectible con lo imperfectible? No, no, estad bien convencidos el fuego que anima a las bestias, el soplo que les hace obrar, mover, y hablar en su lengua, no tiene en cuanto al presente, ninguna disposición para mezclarse, para unirse, para confundirse con el soplo divino, el alma etérea, el Espíritu en una palabra, que anima el ser esencialmente perfectible: el hombre, este rey de la Creación. Por lo demás, ¿no es esta condición esencial de perfectibilidad lo que constituye la superioridad de la especie humana, sobre las otras especies terrestres? Pues bien, reconoced que no puede asimilarse al hombre, sólo perfectible en sí mismo y en sus obras, ningún individuo de las otras razas vivientes sobre la Tierra.
LIBRO DE LOS MÉDIUMS – ALLAN KARDEC
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Cualquiera de nosotros :
Cuando no disculpe agravios recibidos.
Cuando no se coloque en el lugar del ofensor para sentirle las tentaciones y justificarlo de algún modo sus flaquezas.
Cuando no pronuncie siquiera una frase de tolerancia hacia las faltas ajenas.
Cuando se disponga a alabar exclusivamente los amigos, sin ver las cualidades nobles de los adversarios.
Cuando retribuye latigazo por latigazo o perjuicio por perjuicio.
Cuando conserve rencor o resentimiento contra la personalidad de alguien; cuando no encuentre motivos para el ejercicio de la benevolencia y de la paz.
Cuando nada haga para deshacer incomprensiones y aversiones; cuando critique o injurie.
Cualquiera de nosotros que adopte semejante comportamiento está desconociendo la propia naturaleza y tornándose, con eso, más profundamente susceptible a la influencia del mal, requiriendo en régimen de urgencia, el apoyo de la simpatía y el amparo de la oración.
Médium: Albino Teixeira
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7. Nos formaríamos una idea muy falsa de los habitantes de una gran ciudad si los juzgásemos por la población de los barrios más ínfimos y sórdidos. En un hospital,sólo se ven enfermos y lisiados; en un presidio sólo se ven todos los vicios, todas las torpezas reunidas; en las comarcas insalubles la mayor parte de los habitantes están pálidos, enfermizos y achacosos. Pues bien, figurémonos que la tierra es un arrabal, una penitenciaría, un país malsano, porque es a la vez todo esto, y se comprenderá por qué
las aflicciones sobrepujan a los goces; por qué no se llevan al hospital a los que tienen
buena salud, ni a las casas de corrección a aquellos que no han hecho daño; pues ni los
hospitales ni las casas de corrección son lugares de delicias.
Pues así como en una ciudad, toda su población no está en los hospitales o en las cárceles, tampoco toda la humanidad está en la tierra; de la misma manera que uno sale de un hospital cuando está curado y de la cárcel cuando ha sufrido su condena, el hombre deja la tierra por mundos más felices, cuando está curado de sus dolencias morales.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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¿Por qué el espírita ve el mundo de otra
manera?
Porque el espírita tiene siempre en mente que él es un espíritu. Somos espíritus experimentando una existencia carnal. Pero somos espíritus inmortales, vamos a vivir siempre, tendremos muchas otras existencias semejantes a esta, y otras no tanto.
El espírita no huye del mundo, pues sabe que los problemas son oportunidades de crecimiento, de aprendizaje, de progreso moral e intelectual.
El espírita no espera de los demás.
El espírita sabe que cada uno es aquello que hace de sí mismo. Nosotros somos los constructores de nuestra propia realidad. No podemos, por lo tanto, esperar facilidades y favores de nadie. Tenemos que aprender a ajustarnos a nosotros mismos.
Por otro lado, sabemos que somos seres interdependientes, y que, eventualmente, necesitaremos de la ayuda de alguien. Y, así como somos ayudados, tenemos que ayudar a nuestro prójimo. Hay siempre alguien necesitando exactamente el tipo de ayuda que nosotros podemos ofrecer.
Estamos aquí para actuar. El espírita valora mucho la oración, que es una concentración del pensamiento que nos eleva y reconforta. Pero el espírita sabe que no basta con orar, es preciso actuar. La resolución de nuestros problemas depende mucho más de nuestra acción que de oraciones.
El espírita no tiene verdades preparadas.
Algunas personas de conclusiones apresuradas acusan a los espíritas de tener verdades rápidas, de tener respuesta para todo. No es verdad. El espírita estudia más que la media, por eso está más cercano de encontrar soluciones para los problemas del espíritu. Basados en los conocimientos propagados y movidos en el medio espírita, los espíritas buscan, sí, explicaciones para todo. No como una simplificación. No para aparecer, parar ser dueños de la verdad. Sino para que quede cada vez más demostrado que no existe el acaso, que todo tiene una razón de ser, que la suerte y el azar son tan sólo eventos para los cuales no encontramos, todavía, ninguna explicación convincente.
Claro que, en busca de respuestas, algunas veces los espíritas viajan. Es un riesgo de quien apuesta por la acción. Quien apuesta por la pasividad no pierde nunca – pero tampoco gana. Esas personas más pasivas deben estudiar la parábola del hijo pródigo: el hijo que apostando en la acción cometió una serie de errores pero volvió feliz y fue recibido con alegría por el padre. El hermano que apostó por la pasividad no aprendió nada y se corroyéndose de envidia.
Jhonny Moix
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CAUSAS DE LAS MISERIAS HUMANAS
Nos maravillamos de encontrar en la tierra tanta maldad y malas pasiones,tantas miserias y enfermedades de todas clases, y de esto sacamos en consecuencia que la especie humana es una triste cosa. Este juicio proviene del punto de vista limitado en que nos colocamos y que da una falsa idea del conjunto. Es menester considerar que en la tierra no se ve toda la humanidad, sino una pequeña fracción de ella. En efecto, la especie humana comprende todos los seres dotados de razón que pueblan los innumerables mundos del universo; así, pues, ¿ qué es la población de la tierra con respecto a la población total de estos mundos? Mucho menos que una aldea al lado de un gran imperio. La situación material y moral de la humanidad terrestre nada tiene de extraordinario si nos hacemos cargo del destino de la tierra y de la naturaleza de los que la habitan.
7. Nos formaríamos una idea muy falsa de los habitantes de una gran ciudad si los juzgásemos por la población de los barrios más ínfimos y sórdidos. En un hospital,sólo se ven enfermos y lisiados; en un presidio sólo se ven todos los vicios, todas las torpezas reunidas; en las comarcas insalubles la mayor parte de los habitantes están pálidos, enfermizos y achacosos. Pues bien, figurémonos que la tierra es un arrabal, una penitenciaría, un país malsano, porque es a la vez todo esto, y se comprenderá por qué
las aflicciones sobrepujan a los goces; por qué no se llevan al hospital a los que tienen
buena salud, ni a las casas de corrección a aquellos que no han hecho daño; pues ni los
hospitales ni las casas de corrección son lugares de delicias.
Pues así como en una ciudad, toda su población no está en los hospitales o en las cárceles, tampoco toda la humanidad está en la tierra; de la misma manera que uno sale de un hospital cuando está curado y de la cárcel cuando ha sufrido su condena, el hombre deja la tierra por mundos más felices, cuando está curado de sus dolencias morales.
EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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LAS EVOCACIONES
El llamamiento directo que se hace a un Espíritu determinado, es un lazo entre él y nosotros; le llamamos por nuestro deseo y de este modo oponemos una especie de barrera a los intrusos. Sin un llamamiento directo, un Espíritu no tendría muchas veces ningún motivo para venir a nosotros, no siendo nuestro Espíritu familiar.
Nos sorprendemos muchas veces con la prontitud con que se presenta un Espíritu evocado, aun por la primera vez; se diría que estaba prevenido; en efecto, esto es lo que tiene lugar
cuando uno se ha ocupado anticipadamente de su evocación. Esta preocupación es una especie de evocación anticipada, y como tenemos siempre nuestros Espíritus familiares que se identifican con nuestro pensamiento, preparan el camino de tal modo, que si no hay nada que se oponga, el Espíritu que se quiere evocar está ya presente.
Los médiums, generalmente, son mucho más buscados para las evocaciones de un interés privado que para las comunicaciones de un interés general; esto se explica por el deseo
muy natural de conversar con los seres que nos son queridos.
Creemos deber hacer, con este motivo, muchas recomendaciones importantes a los médiums.
Conviene, además, no hacer evocaciones en ausencia de las personas que hacen la demanda, sino con mucha prudencia, y a menudo es preferible el abstenerse del todo, siendo estas personas las solas aptas para examinar las respuestas, juzgar de su identidad,
provocar aclaraciones si hay lugar a ello y hacer las preguntas incidentales que traen consigo las circunstancias. Además su presencia es un lazo que atrae al Espíritu, muchas veces poco dispuesto a comunicarse con extraños, por los cuales no tiene ninguna simpatía. El médium, en una palabra, debe evitar todo lo que pudiera transformarle en un agente de consulta, lo que a los ojos de mucha gente es sinónimo de decidor de la buenaventura.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
El llamamiento directo que se hace a un Espíritu determinado, es un lazo entre él y nosotros; le llamamos por nuestro deseo y de este modo oponemos una especie de barrera a los intrusos. Sin un llamamiento directo, un Espíritu no tendría muchas veces ningún motivo para venir a nosotros, no siendo nuestro Espíritu familiar.
Nos sorprendemos muchas veces con la prontitud con que se presenta un Espíritu evocado, aun por la primera vez; se diría que estaba prevenido; en efecto, esto es lo que tiene lugar
cuando uno se ha ocupado anticipadamente de su evocación. Esta preocupación es una especie de evocación anticipada, y como tenemos siempre nuestros Espíritus familiares que se identifican con nuestro pensamiento, preparan el camino de tal modo, que si no hay nada que se oponga, el Espíritu que se quiere evocar está ya presente.
Los médiums, generalmente, son mucho más buscados para las evocaciones de un interés privado que para las comunicaciones de un interés general; esto se explica por el deseo
muy natural de conversar con los seres que nos son queridos.
Creemos deber hacer, con este motivo, muchas recomendaciones importantes a los médiums.
Conviene, además, no hacer evocaciones en ausencia de las personas que hacen la demanda, sino con mucha prudencia, y a menudo es preferible el abstenerse del todo, siendo estas personas las solas aptas para examinar las respuestas, juzgar de su identidad,
provocar aclaraciones si hay lugar a ello y hacer las preguntas incidentales que traen consigo las circunstancias. Además su presencia es un lazo que atrae al Espíritu, muchas veces poco dispuesto a comunicarse con extraños, por los cuales no tiene ninguna simpatía. El médium, en una palabra, debe evitar todo lo que pudiera transformarle en un agente de consulta, lo que a los ojos de mucha gente es sinónimo de decidor de la buenaventura.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
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