DESPUÉS DE LA TORMENTA
VIENE LA CALMA
Después de un huracán, un deslave o un terremoto devastador, el ser humano se encuentra en un estado de estupor paralizante. Su mirada divaga. No cree lo que ve y su corazón se encapsula para no sentir más dolor. Su cuerpo queda aletargado, insensible, desmembrado.
Porque ese suceso violó cosas y afectos y valores; irrespetó los espacios con acciones inesperadas, contundentes, cortó la continuidad del sosiego, tambaleó la esperanza, acorraló a la fe y se olvidó de la caridad.
Después del desastre todo queda revuelto, hecho basura, sucio, mal oliente, con visos de epidemia si no se toman las precauciones pertinentes.
Después de la hecatombe la gente ya no es la misma gente.
Sus miedos se exacerban, sus dudas se acrecientan y… la confianza se pierde.
Y… Cuando se pierde la confianza, pues, muy poco queda.
Para poder continuar en el aquí y el ahora después del caos, se necesita hacer un análisis de lo ocurrido para comenzar a reordenar la casa.
Barrer; pero antes de barrer, hay que votar lo inservible, sacudir el polvo, deslastrarse de lo que ya está caduco, deshecho, podrido, inútil, aunque duela, pero ya no sirve; aunque sea duro hay que desecharlo para dar paso a otras cosas novedosas, limpias, luminosas.
Al principio, se evade el momento, y… con ello el polvo acumula más polvo y las cosas se deterioran aún más. Otra reacción es volver como si nada hubiese ocurrido, como si pasar la página fuese la solución, como si fuese cuestión de pulsar el “teclado” o “suprimir” en la computadora. Sin análisis ni conversaciones tete a tete.
Pero lamentablemente no es así porque los pensamientos, sentimientos y emociones reprimidas en ese muro de contención mal construido pueden arrastrar acciones de rabia y resentimiento iracundo que desencadenaría en un desastre peor que el anterior, externa o internamente.
Se hace necesario organizarse para el reordenamiento: sacudir el polvo aunque de alergia, produzca fluidos nasales, urticaria. Hacer catarsis.
Luego, recoger los escombros y salvar lo que se pueda salvar y por último barrer para culminar depurando con abundante agua y detergente, limpiando profundamente, que todo quede reluciente, hermoso y con agradable aroma.
Volviendo la armonía, la belleza, la luz, el compromiso y el respeto.
Solo así la casa quedará apta para habitar en ella y con la sana motivación de decorar sus espacios con cosas nuevas adquiridas con todo el afecto, el cariño y el amor transparente y puro.
Solo así se soltarán los miedos y las dudas irán desapareciendo.
Solo así se restablecerá de nuevo la confianza y…
Aunque el recuerdo quede, no dolerá.
Se desconoce el autor
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LAS ENFERMEDADES EN EL ALMA
Mercedes Cruz
La conciencia del ser humano se expande por todo su organismo por medio de las variadas expresiones de capacidad vibratoria de los elementos que lo constituyen.
De ese modo, operando en la armonía conjunta, cada célula es portadora de la condensación de la conciencia individual, en cuyas tramas delicadas se imprimen las necesidades evolutivas del ser humano.
Trabajadas por los comandos del periespiritu ellas resultan de la condensación de ondas específicas que conducen los contenidos morales encargados de producir los órganos y los diversos mecanismos constitutivos del individuo.
Por tanto, la célula es, en sí misma, la materialización del molde energético por el modelo organizador biológico.
Cuando ocurre la separación molecular de cada una, por medio del fenómeno de la muerte física, no se produce la aniquilación o la desintegración de aquel que la constituía, permaneciendo como parte integrante del conjunto ordenador. Como consecuencia, cada una posee registros especiales que se encargan de sincronizarse en un conjunto armónico total. Ese tipo de registro puede ser considerado como una forma de conciencia embrionaria que conduce y preserva informaciones sobre los acontecimientos de los cuales participa.
De esa forma, el periespiritu también está constituido por el conjunto de esas conciencias celulares que forman la conciencia global encargada de transmitir al espíritu las memorias, las conquistas y realizaciones de cada experiencia reencarnatoria y de todas ellas reunidas, siempre alteradas conforme a las transformaciones naturales de la etapa vivenciada.
Los pensamientos que se originan en el ser espiritual, a medida que se transfieren hacia las áreas de la sensación, de la emoción de la acción, imprimen sus contenidos en las referidas células de energía que los ejecutan en la forma física, estableciendo los resultados conforme a la calidad de la onda mental.
Debido al tenor vibratorio de cada emisión pensante, la carga estimula a la conciencia celular que se siente más fortalecida, generando salud o se desarmoniza, produciendo la enfermedad. Aunque se desestructure la célula física, en el proceso de desorganización se libera la de naturaleza energética, que influenciará a los futuros mecanismos de equilibrio o desajustes del ser humano.
El semillero del odio, de los celos, de la envidia, de la ira y de otros anestésicos del espíritu, produce virus y vibriones psíquicos que atacan al organismo propio así como al de aquel que, desprevenido, inspiró la producción de esas ondas desbastadoras que la mente produce y dirige conforme a su estructura moral. Al mismo tiempo, ideoplastia sustentadas por el pensamiento fijo en ideas perturbadoras y agresivas, contribuyen para que surjan toxinas que invaden el organismo desarticulándose la contextura vibratoria, enfermándolo y trabajando para matar sus defensas y los factores inmunológicos.
La conducta mental expresa el nivel de evolución en que se encuentra cada ser, encargándose de producir bienestar o malestar, salud o enfermedad, alegría o tristeza, resultando siempre de la faja vibratoria en la que permanece.
Esas conductas esdrújulas, en las que muchos se complacen, se transfieren de una existencia hacia otra, debido a la memoria y conciencia de la célula psíquica, que modelará la equivalente orgánica con la carga de energía que conduce. De esta forma, esa onda influenciará a la criatura desde su formación genética, alterándole su estructura de acuerdo con la calidad del mensaje de que sea portadora.
Las enfermedades del alma tienen un carácter psíquico y se encuentran en los pliegues de lamente desvariada, que se vincula a los estados aberrantes del comportamiento, cuando podría ser dirigida hacia las aspiraciones del equilibrio, de la razón, de la felicidad.
Los sentimiento viles abren campo a su instalación, tornándose de difícil diagnostico y deficiente tratamiento, improbable de otorgar resultados favorables a la salud.
Es por eso que, los desvaríos del sexo, los vicios de cualquier naturaleza, la irascibilidad, los estados pesimistas, se transforman en agentes vivos que se encargan de actuar conforme la dirección que reciben de la dinamo mental generadora de la cual proceden.
De la misma forma sucedería si fuesen cultivados otros sentimientos y preservados los valores éticos promotores del ser, que se encargarían de corresponder a la fuente productora con ondas de bienestar, de esperanza, de armonía, de felicidad…
Los cromosomas que se implantan en la estructura física mediante el núcleo de la célula en que se establecen, se mantienen en el Espíritu debido al citoplasma en el cual e fijan.
Son indestructibles, enviando sus mensajes a través del núcleo genético, al tiempo en que plasman las futuras formas en todos los seres, en el plano físico o espiritual.
Cuanto más penetra la investigación científica en la estructura de la forma, mejor verifica que la misma es una aglutinación de partículas cada vez menores hasta perderse en la energía que es el punto de partida hacia la materia.
Como el espíritu es energía pensante, principio inteligente del Universo, asimila las vibraciones más sutiles y las exterioriza mediante ondas mentales que toman cuerpo, tornándose parte integrante del conjunto en el que la vida física se manifiesta.
Al ser así, los vicios generadores de enfermedades del alma – que permanecen como depresión, tormentos íntimos, angustia, inseguridad y otros – cuando se produce la desencarnación del paciente, prosiguen imanados a los campos psíquicos en los cuales fueron generados, exigiendo un periodo correspondiente de cambio mental para ser diluidos y desaparecer.
El acontecimiento de la muerte biológica no facilita la liberación de los hábitos perversos y enfermizos que fueron cobijados durante largo periodo de la existencia física. De la misma forma que se fueron implantando lentamente y generando acondicionamientos que se transformaron en procesos perturbadores, la readaptación al equilibrio y la reconstrucción de las estructuras energéticas afectadas exigen el tiempo correspondiente, durante el cual son recompuestos los campos vibratorios que fueron dañados.
Eso es comprensible, porque las descargas producidas por los sentimientos viles producen toxinas de alto tenor hormonal que modifican los códigos del ADN, fijando en ellos el tipo de onda y su procedencia perturbadora. A medida que se repiten esas fijaciones a lo largo del tiempo, es mayor el daño causado a la estructura intima del mismo, imponiendo como proceso de reparación, desde el más allá, un cambio total de comportamiento, que se encarga de sustituir su doble hélice, que son los dos cordones entrelazados y formados por una sustancia química especifica.
Por ello las enfermedades del alma solo se podrán recuperar cuando hubiere una transformación estructural del pensamiento, que se encargará de reconstruir nuevas bases súper sutiles, que se consubstanciaran en los futuros códigos del ADN, restableciendo la conciencia individual de las células y finalmente, integrando la conciencia del ser en el conjunto de la armonía de la Conciencia Cósmica.
Extraído del libro “Días Gloriosos” de Divaldo Pereira Franco dictado por el Espíritu Juana de Angelis.
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IMPORTANTE DATO A TENER EN CUENTA EN LA MEDIUMNIDAD
Una muy importante enseñanza que debemos aprender, meditar y tener en cuenta en el desarrollo o práctica de la mediumnidad.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo”. Juan 1 de Juan 4:1
Resumen de la ley de los fenómenos espíritas:
17. Una idea casi general entre las personas que no conocen el Espiritismo es creer que los Espíritus, solamente por haberse liberado de la materia, deben saber todo y poseer la soberana sabiduría. He allí un grave error. Al dejar su envoltorio corporal, no se despojan inmediatamente de sus imperfecciones; no es sino a la larga que se depuran y se mejoran. Siendo los Espíritus las almas de las personas, como hay personas de todos los grados de saber y de ignorancia, de bondad y de maldad, sucede lo mismo entre los Espíritus. Hay Espíritus que solamente son frívolos y traviesos, otros son mentirosos, bribones, hipócritas, malos, vengativos; otros, al contrario, poseen las virtudes más sublimes y el saber a un nivel desconocido en la Tierra. Esa diversidad en la calidad de los Espíritus es uno de los puntos más importantes a considerar, pues explica la naturaleza buena o mala de las comunicaciones que se reciben; es, sobre todo, a distinguirlos que uno debe consagrarse. Resulta que no basta dirigirse a un Espíritu cualquiera para tener una respuesta adecuada a toda pregunta; pues el Espíritu contestará según lo que sabe y frecuentemente sólo dará su opinión personal, que puede ser exacta o falsa. Si es sabio, reconocerá su ignorancia sobre lo que no sabe; si es frívolo o mentiroso, contestará acerca de todo sin preocuparse por la verdad; si es orgulloso, dará su idea como una verdad absoluta. Es por eso que San Juan Evangelista dice: «No le creáis a todo Espíritu, sino probad si los Espíritus son de Dios». La experiencia prueba la sabiduría de ese consejo. Habría, pues, imprudencia y ligereza al aceptar, sin control, todo lo que viene de los Espíritus. Los Espíritus solamente pueden contestar sobre aquello que saben y, además, sobre lo que les es permitido decir, pues hay cosas que no deben revelar, porque todavía no les ha sido dado a las personas conocer todo.
Allan Kardec, Revista Espírita –Periódico de Estudios Psicológicos,
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Retomando el camino a casa
Una cosa maravillosa que acontece en esta vida, es que siempre que caemos o nos desviamos de la Luz, el Universo se movimenta para mostrarnos la dirección correcta que deberíamos tomar. Puede ser que estemos envueltos en sentimientos de baja vibración y dejando de lado el camino del corazón.Tal vez nos tengamos que envolver en caminos tortuosos cultivando sentimientos de rabia, envidia o incluso de baja autoestima. Caminos que con certeza nos llevarán al dolor y al sufrimiento...
Bien, en cualquiera de esos casos, el Plano Divino siempre cuidará de mostrarnos el camino de vuelta a casa, pues su Amor Infinito está siempre dispuesto para darnos nuevas oportunidades de entendimiento. El Universo reacciona al desequilibrio generado por nosotros a través de la ley de Causa y Efecto, dándonos la oportunidad de vivir las consecuencias generadas por las elecciones que hicimos, que ciertamente fueron basadas en la ilusión de separatividad o en nuestro egoísmo.
Así, el Plano Diivino nos mandará recados que pueden manifestarse de diversas formas, como advertencias o impulsos... puertas que se cierran, otras quen se abren, personas que se van, otras que llegan...dolencias, invitaciones, accidentes, pérdidas, etc...
A pesar de que el lenguaje espiritual es a veces un poco metafórico, todos nosotros tenemos la capacidad de percibir las señales que el Universo nos envía y generalmente, después nos recuperamos de una caída o de un desvío con la tendencia de seguir los consejos de nuestro corazón, la caja de resonancia entre nosotros y el Todo; el problema es que allá podemos ser engañados nuevamente por nuestro ego y tener nuevas recaídas.
Entonces, es importante percibir el recado, comprender con profundidad las lecciones que el Universo preparó para nosotros y retomar el camino de vuelta con la determinación de no caer nuevamente. Precisamos estar atentos y nos dejaremos llevar nuevamente por nuestro ego. Algunas llaves para eso son: en primer lugar, la humildad y la aceptación de nosotros mismos, el desapego en relación a nuestra personalidad, después precisamos aprender a oír al otro, a aceptarlo tal como es, aprendiendo así a sumar las diferencias. Otros puntos importantes son: pensar y expresar solo cosas positivas, dar más de sí mismo sin esperar nada a cambio, hacer las cosas por amor, no ambicionando reconocimiento o agradecimientos... intentar ver la vida siempre como un regalo, una gran oportunidad de recordar quienes somos realmente como seres espirituales.
Si seguimos esos ejercicios quedaremos más fortalecidos y con la mente limpia... volviéndonos más capaces para seguir adelante con coraje, por los altos y bajos de la vida...
Cuando realmente aprendemos con los tropiezos y desvíos, retomamos el camino con más alegría, paz, equilibrio y nuestra vuelta a casa se vuelve leve y clara. Tomamos la simplicidad como una forma de vivir más significativa y gratificante. Los menos, vamos perdiendo la necesidad de buscar fuera, comprendiendo que todo lo que nos sucede tiene el mismo objetivo : elevarnos. Eso significa que podemos percibir la espiritualidad en todo lo que existe, desde el momento en que nacemos hasta el momento de nuestro último expirar.
Es otra cosa que nos causa inmensa paz y que podemos sentir que somos amparados y acompañados por el Amor Divino desde siempre en toda nuestra trayectoria eterna de vuelta para casa... en dirección a la Armonía Universal...
por Márian – Marta Magalhães
Fuente: STUM – Somos Todos Uno
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¿Qué es un Sensitivo?
Es una persona de gran sensibilidad nerviosa y psíquica que le capacita para desarrollar determinada clase de mediumnidad. Al médium también se le llama por este motivo, sensitivo.
El sensitivo puede serlo hasta el punto de poder captar energías psíquicas y desarrollar una mediumnidad, y se caracteriza porque es capaz de percibir la presencia de Espíritus cerca de él, como una impresión más o menos clara o vaga, general o local. Asimismo el sensitivo cuando lo es en grado más avanzado, puede captar la clase de energías psíquicas que le rodean.
Fue Allán Kardec, el codificador de la Doctrina Espírita quien empleó la denominación “mediumnidad” por ser la más adecuada a la función a que se refiere. El afirmó que “toda persona que siente en un grado cualquiera la influencia de los Espíritus, es por eso mismo un médium.”
Todos los seres humanos en mayor o menor medida tenemos cierto grado de desarrollo de sensibilidad psíquica de carácter mediúmnico, o que se puede transformar en una mediumnidad propiamente dicha. Por eso todas las personas somos médiums más o menos incipientes o desarrollados, porque todos tenemos cierto grado de sensibilidad psíquica, lo que nos hace sentir, aunque no siempre comprender, las influencias de los Seres del Plano Espiritual, que habitualmente tenemos más cerca de nosotros de lo que pensamos, y que nos suelen influir mucho más de lo que nos imaginamos, para bien o para mal.
Por lo dicho vamos a diferenciar al médium propiamente dicho como canal transmisor de otro espíritu , del sensitivo como persona con capacidad psíquica para desarrollar una mediumnidad, pero que no siempre la ha desarrollado; sin embargo sí poseen capacidad para detectar y desarrollar energías psíquicas por sí mismos con las que percibir ciertas informaciones de origen “paranormal”, o sea, no percibidas normalmente a través de los sentidos físicos. Así podemos decir para diferenciar, que todo médium es sensitivo, pero que el sensitivo no siempre es médium.
El médium lo es siempre por un motivo de carácter espiritual, cual es el apoyar y ayudar a otros seres espirituales, tanto a humanos en este mundo, como a espíritus desencarnados. En todos los casos, la disposición psíquica y neurológica de estas personas extremadamente sensibles, determina el que la facultad de la clase que sea, se manifieste de modo más o menos evidente.
La facultad sensitiva de carácter mediúmnico está dentro de lo natural y no es algo que se pueda aprender, aunque cuando se posee sí se debe educar y encauzar debidamente para obtener de ella buenos resultados bajo la dirección de algún Centro Espírita con miembros experimentados en el uso y buen manejo de estas facultades.
A veces se ha dado el caso, de personas, que llevadas por una desinformación sobre el tema, han venido a confundir a los médiums con parapsicólogos. El parapsicólogo es la persona que estudia o experimenta la parapsicología, que entre otros diversos fenómenos llamados paranormales, también estudia el de la mediumnidad, reconociéndola como fenómeno en la que intervienen inteligencias no visibles o espíritus. Se puede ser realmente parapsicólogo y médium, o cualquiera de las dos cosas sin poder calificarse de la otra. El Espiritismo, sin embargo, si tuvo claro desde sus comienzos este tema, que fue estudiado a fondo por Allan Kardec, apoyado en las informaciones que recibió desde el mundo espiritual, precisamente a través de diversas mediumnidades que colaboraron con él.
-José Luis Martín-
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¿Qué es un Sensitivo?
Es una persona de gran sensibilidad nerviosa y psíquica que le capacita para desarrollar determinada clase de mediumnidad. Al médium también se le llama por este motivo, sensitivo.
El sensitivo puede serlo hasta el punto de poder captar energías psíquicas y desarrollar una mediumnidad, y se caracteriza porque es capaz de percibir la presencia de Espíritus cerca de él, como una impresión más o menos clara o vaga, general o local. Asimismo el sensitivo cuando lo es en grado más avanzado, puede captar la clase de energías psíquicas que le rodean.
Fue Allán Kardec, el codificador de la Doctrina Espírita quien empleó la denominación “mediumnidad” por ser la más adecuada a la función a que se refiere. El afirmó que “toda persona que siente en un grado cualquiera la influencia de los Espíritus, es por eso mismo un médium.”
Todos los seres humanos en mayor o menor medida tenemos cierto grado de desarrollo de sensibilidad psíquica de carácter mediúmnico, o que se puede transformar en una mediumnidad propiamente dicha. Por eso todas las personas somos médiums más o menos incipientes o desarrollados, porque todos tenemos cierto grado de sensibilidad psíquica, lo que nos hace sentir, aunque no siempre comprender, las influencias de los Seres del Plano Espiritual, que habitualmente tenemos más cerca de nosotros de lo que pensamos, y que nos suelen influir mucho más de lo que nos imaginamos, para bien o para mal.
Por lo dicho vamos a diferenciar al médium propiamente dicho como canal transmisor de otro espíritu , del sensitivo como persona con capacidad psíquica para desarrollar una mediumnidad, pero que no siempre la ha desarrollado; sin embargo sí poseen capacidad para detectar y desarrollar energías psíquicas por sí mismos con las que percibir ciertas informaciones de origen “paranormal”, o sea, no percibidas normalmente a través de los sentidos físicos. Así podemos decir para diferenciar, que todo médium es sensitivo, pero que el sensitivo no siempre es médium.
El médium lo es siempre por un motivo de carácter espiritual, cual es el apoyar y ayudar a otros seres espirituales, tanto a humanos en este mundo, como a espíritus desencarnados. En todos los casos, la disposición psíquica y neurológica de estas personas extremadamente sensibles, determina el que la facultad de la clase que sea, se manifieste de modo más o menos evidente.
La facultad sensitiva de carácter mediúmnico está dentro de lo natural y no es algo que se pueda aprender, aunque cuando se posee sí se debe educar y encauzar debidamente para obtener de ella buenos resultados bajo la dirección de algún Centro Espírita con miembros experimentados en el uso y buen manejo de estas facultades.
A veces se ha dado el caso, de personas, que llevadas por una desinformación sobre el tema, han venido a confundir a los médiums con parapsicólogos. El parapsicólogo es la persona que estudia o experimenta la parapsicología, que entre otros diversos fenómenos llamados paranormales, también estudia el de la mediumnidad, reconociéndola como fenómeno en la que intervienen inteligencias no visibles o espíritus. Se puede ser realmente parapsicólogo y médium, o cualquiera de las dos cosas sin poder calificarse de la otra. El Espiritismo, sin embargo, si tuvo claro desde sus comienzos este tema, que fue estudiado a fondo por Allan Kardec, apoyado en las informaciones que recibió desde el mundo espiritual, precisamente a través de diversas mediumnidades que colaboraron con él.
-José Luis Martín-
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