martes, 20 de septiembre de 2016

CONOCETE A TI MISMO




APRENDIENDO CON AMALIA

                  Juan Mañana 

Cuando un pensamiento o una impresión os incline a corregir un defecto o el arrebato de una pasión, ya sea de palabra, obra o trabajo puramente mental, no esperes nunca el mañana para corregirlos, sino al momento, en seguida, porque esperando podréis encontraros en el día de vuestra transformación, y entonces tendréis que sufrir las consecuencias de vuestra pereza en el obrar.

Muchos piensan y dicen: Cuando vea que se acerca mi hora, cuando vea de que se aproxima el final de mi existencia, tomaré una resolución. ¡Mala manera de pensar es esa! Cada día tenéis avisos con las impresiones que os hacen sentir los Espíritus, y además, los dolores físicos os indican que vuestro organismo pierde sus energías y que se os va acercando la hora de rendir cuentas.

Si aprovecháis estos avisos y sois rápidos en obrar bien, en lugar de sostener vuestros defectos, pagaréis ya de momento una parte de vuestras deudas y vuestra responsabilidades se irán extinguiendo, con lo que os preparáis dignamente para esa hora solemne en que se presenta la muerte.

Si muchos obraran del modo que os indico, no se encontrarían en situación comprometida cuando se les cumpla el plazo; pero la generalidad de vosotros pensáis y decís: Aún queda tiempo, y aunque os atormenten cruelmente los dolores físicos resistís las molestias con valor, valor que empleado en mejor causa os serviría de gran provecho en vuestra resistencia; procuráis distraeros y decís…mañana… mañana daré principio a mi enmienda, hoy es demasiado pronto, y seguís con los mismos deseos impuros, soñando en goces que os traerán después males sin cuento.”

Esto le dice un Espíritu a un hermano mío en creencias, y en verdad que tiene razón el Ser de ultratumba; siempre dejamos para mañana el cumplimiento de una obra buena; en cambio nos apresuramos para pensar mal de nuestro prójimo, para esto ¡qué diligentes somos!…

Sí, nuestra lengua enmudece a fuerza de amonestaciones y consejos de los Espíritus, quienes tanto se ocupan de la murmuración de los que es nuestro pensamiento. Ese trabaja sin cesar censurando las acciones de los otros, y ¡cuántas pasamos por indolentes y perezosos a los que nos rodean y nosotros somos los primeros en dejar para mañana lo que deberíamos hacer hoy!…

No te canses de escribir sobre ese tema (me dice un Espíritu), todo cuanto se diga referente a dicho asunto es poco en comparación de los gravísimos perjuicios que proporciona ese vicio (que hasta parece insignificante) de dejar para mañana el trabajo que debería hacerse hoy. ¿Qué son unas cuantas horas en el reloj del tiempo? Si dejáis pasar horas y días de manera improductiva decís bostezando con indiferencia: ¡Si hay tantos días por delante!…Sí, hay muchos días, pero cada día tiene su trabajo marcado, y cuando ese trabajo no se ejecuta, comienza el desequilibrio de la vida de aquel que no lo
realiza.

Lo sé desgraciadamente por experiencia. Yo he sido víctima de mí mismo; el mañana ha sido mi condenación (no diré eterna), porque nunca es superior el castigo a la culpa; pero sí lo bastante prolongada para sufrir un lamentable estacionamiento, no solo en una existencia, sino en varias encarnaciones.

Siempre he llegado a todas partes una hora más tarde de lo que debería llegar, y en esa hora a veces se han desarrollado ¡tantos dramas! ¿Dramas? Peor aún ¡¿tragedias?!

En mi última existencia fue mi defecto capital la pereza. Hijo único, mis padres me quisieron tanto que no supieron combatir mi indolencia; temiendo perderme me dejaron crecer sin corregir mis malas condiciones, como tenían con qué vivir no se apenaban por pensar en mi porvenir, el que ellos creían completamente asegurado, por eso llegué a los veinte años sin saber apenas los primeros rudimentos de la educación elemental.

Un hermano de mi padre, capitán de un buque mercante, hombre muy práctico y muy conocedor de la vida, les habló claro a mis padres, pintándoles con los más negros colores mi porvenir. Mi madre, que me adoraba, no dejaba de reconocer que yo era un haragán en toda regla, inútil para todo estudio y para todo trabajo manual, y aunque tarde, trató de enmendar su error entregándome al hermano de mi padre para que éste hiciera de mi un hombre de provecho.

Emprendí el primer viaje y cambié bastante en mi modo de ser, viendo en torno mío hombres excelentes que trabajaban todo el día sumisos y contentos. Mi preceptor se impuso el trabajo de enseñarme a leer y a escribir correctamente, no cejando en su empeño a pesar de mi nativa indolencia, la que siempre me impulsaba a dejar para mañana lo que podía hacer hoy con tiempo de sobra.

Un año hacia que estaba viajando, cuando estando en Marsella recibí una carta de mi madre diciéndome que inmediatamente me pusiera en camino porque mi padre estaba gravemente enfermo. Su hermano no pudo dejar el buque en aquellos momentos y yo marché solo encaminándome a la casa paterna, pero por la mitad del camino quise hacer noche para descansar dejando para mañana la continuación del viaje.

Al día siguiente se rompió una rueda de la silla de posta que debía conducirme a la casa de mis padres, por lo que perdí otro día porque no se me ocurrió buscar otro vehículo y cuando llegué al hogar paterno hallé a mi padre de cuerpo presente y a mi madre completamente desesperada diciéndome con amargura:

-Ahora recojo el fruto de mi criminal condescendencia para contigo, de seguro que no has venido directamente, que te has entretenido por el camino.

Confesé mi falta, y mi madre me recriminó tan duramente, que por primera vez me avergoncé de mí mismo. Dejé de viajar por acompañar ami madre y por manejar el caudal que había dejado mi padre, pero era tanta mi desidia y mi indolencia, dejando siempre para mañana los asuntos más urgentes, que mi fortuna comenzó a disminuir de tal modo, por lo que mi madre se alarmó seriamente.

Para ver si despertaba mi actividad concertó mi matrimonio con una joven muy buena que se enamoró de mí locamente, y yo de ella, pero mi amor no fue bastante para desarraigar mi capital defecto: seguí siendo tan indolente como antes.

Tuve que emprender un largo viaje porque el hermano de mi padre me llamó a su lado para entregarme todos sus ahorros, pues se sentía morir. Mi prometida durante mi ausencia entró en un convento, jurándome que sería de mí o de Dios.

Mi viaje debía durar un año, pero debido a mi pereza dejé para mañana diversos asuntos, y después de haber cumplido con mi antiguo preceptor de cerrarle los ojos y dejarle en la tumba, dejé pasar la salida de un buque y perdí seis meses sin poder embarcar por no haber buque que zarpara para mí país, y cuando me encontraba dispuesto con todos mis asuntos terminados caí ligeramente enfermo y no traté de combatir el mal, por lo que perdí nuevamente la ocasión de embarcarme.

Como siempre, me decía a mí mismo: escribiré mañana. Mi madre y mi prometida me lloraron por muerto, y cuando al fin llegué a mi hogar, sin haber avisado de mi llegada, supe por los criados que mi madre estaba en la iglesia del convento donde había profesado aquel día mi prometida.

Ésta infeliz al enterarse de mi vuelta, se arrojó a la calle desde lo más alto del campanario. No quiso vivir sin mí, y mi madre se impresiono de tal manera con mi llegada y con la muerte de la pobre monja, que en pocos días se fue al cementerio, y yo sin perder la razón del todo, me quedé de un modo que no era útil ni para mí mismo.

Mis bienes, entregados a manos extranjeras, desaparecieron por completo; llegué a mendigar mi sustento y muchos mofándose de mí, me decían:

-Vuelva mañana.

Pasé hambre y sed, me encontré sin tener donde guarecerme; y así viví muchos años en la mayor indigencia, escuchando las burlas de los chicuelos que me decían:

-¿No comes hoy? Ya comerás mañana.

Nadie corrió nunca para socorrerme. ¡No lo merecía!…

Perdí mi nombre y mi apellido y me pusieron el mote de Juan Mañana.

Cuando los chiquillos callejeros me veían pasar y gritaban:

-¿Dónde vas, Juan Mañana? Recobraba por un momento la lucidez de mis ideas y sufría mucho recordando mi juventud, en la que fui tan querido, tan respetuoso, tan atendido.

¡Y todo era obra mía! Tuve padres amorosísimos, tuve un preceptor que de muy buena fe quiso hacer de mí un hombre de provecho, tuve una mujer que me amó tanto que prefirió la muerte a vivir separada de mí, tuve bienes suficientes para disfrutar moderadamente de todos los goces de la existencia terrena.

No tuve ningún defecto físico, y si bien en mi niñez no disfrute de robustez, en mi juventud adquirí desarrollo necesario para ser lo que ahí llamáis un buen mozo: alto, esbelto, vigoroso; era un ser simpático, reunía pues todas las condiciones para haber sido relativamente feliz, y fui en cambio profundamente desgraciado.

¡Y todo fue obra mía!… Hasta morir tuve pereza de ir al hospital, y me dije: ya irás mañana, y en el portal de una casa en ruinas donde nos reuníamos varios mendigos todas las noches, allí exhalé mi último suspiro, permaneciendo junto a mis restos hasta que vinieron los enterradores que, al llegar al cementerio, me tiraron brutalmente, diciéndose unos a otros: le enterramos mañana, así le daremos gusto, ya que el pobrete todo lo dejaba para mañana.

¡Cuántos daño me hizo aquella burla tan cruel!…Gracias que, como a nadie le falta quién le ame, mis padres fueron los encargados de alejarme del cementerio; allí dejé mi cuerpo insepulto sobre el que caía copiosa lluvia, como si las nubes compasivas lloraran ante tanta desventura, y cuando me di cuenta de mi verdadero estado hice firme propósito de enmienda, siendo mi trabajo actual correr tras los indolentes inspirándoles la mayor actividad, asociándome gustoso a todos aquellos que quieren trabajar en bien de la humanidad.

¡He perdido tantos siglos!… ¡he sido dueño de tantos tesoros!… ¿Y todo para qué? Para ser mi última existencia el hazmerreír de la plebe y llevar por mote ¡Juan Mañana! ¡Juan Mañana! ¡El que en otro siglo escribió su nombre con letras de oro en el gran libro de la historia! ¡Cómo se desciende cuando se convierte uno en juguete de sus vicios! … Es verdad que nada he perdido de lo que he ganado, que mañana cuando vuelva a la Tierra seré un trabajador incansable; que haré de la noche el día, y me aprovecharé de mis conocimientos adquiridos para ser a la vez artista y filósofo, historiador y gran político; todas las manifestaciones del saber humano me parecerán pocas para emplearlas en mi existencia, y seré un modelo de actividad y de generosa iniciativas.

Cuánto me complace soñar en mi mañana! ¡Seré grande entre los grandes! ¡Sabio entre los sabios! ¡Bueno entre los buenos! “Adiós.”

Amalia Domingo Soler (Extraído del Libro “Hechos que Prueban”)

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     Cuando el alma (Espíritu encarnado), resiste a una tentación de satisfacer un mal deseo, se siente más fuerte y se regocija con su victoria parcial.  Pero cuando por el contrario, al no ceder a las sugestiones, busca la ocasión de practicar maldades, pero si no las consuma solamente por falta de condiciones favorables, se vuelve tan culpable como si las hubiese cometido. No hubo consecución del mal, pero dejó clara la  intención de hacerlo.
Antonio Lima
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           Manifestaciones de los Espíritus

        
VI. De los Médiums 
36. Por la asimilación de los fluidos periespirituales, el Espíritu se identifica, por así decir, con la persona sobre la que quiere influir y no solamente le transmite los pensamientos, como puede ejercer sobre ella una acción física:  Hacerla actuar y hablar como le plazca, hacerla decir lo que le parece, servirse, en una palabra, de los órganos de ella como si suyos propios fuesen; en fin, puede paralizarle la acción espiritual y dominar su libre albedrío. Los buenos Espíritus se sirven de esa influencia para el bien, los malos para el mal.
37. Los Espíritus pueden manifestaese de maneras infinitamente diversas, pero no lo hacen sino con la condición de tener una persona apta para recibir y transmitir ese o aquel género de impresiones, según la aptitud. Como no hay una que posea todas las aptitudes en el mismo grado, se sigue que unas reciben impresiones imposibles para otras. De esta diversidad de condiciones individuales proceden las variedades de médiums.
(27) Todos son médiums, a poco que se busque, como escribió Kardec, o sea, todos son mas o menos médiums. Eso se comprende cuando sabemos que la mediumnidad no es más que la capacidad del alma para liberarse del cuerpo y ponerse en comunicación con los Espíritius. La Parapsicología actual reconoció que las facultades psi ( nombre parapsicológico de la mediumnidad), son naturales y por eso mismo comunes a toda la especie humana, habiendo entre tanto los llamados sujetos paranormales, en los que estas se manifiestan de forma más intensa. Los sujetos paranormales no son nada más que médiums (N.del Rev.)
(28) La mediumnidad depende del organismo o de la organización del cuerpo humano."Elle tient a l´organistión", como escribió Kardec. Pero es preciso recordar, lo que se ve claramente en el texto de encima, que la organización depende del periespíritu. Kardec no se refiere al organismo humano en términos materialistas, sino en términos espíritas. Son las relaciones del perispíritu con el cuerpo, formando un organismo de doble naturaleza, espiritual y material, que condicionan la existencia en mayor o menor grado de la mediumnidad y de sus posibilidades de desarrollo. Por eso él afirma: el fluido periespiritual es el agente de todos los fenómenos espíritas. No se puede atribuir la mediumnidad al cuerpo, pues ella depende solamente del periespíritu. Podemos decir que su sede es el periespíritu. De la mayor o menor posibilidad de emitir fluidos y de asimilar sus fluídos con los los de los Espíritus, de ello depende la capacidad del médium.
(29) Muchas personas ponen en duda las manifestaciones mediúmnicas que no modifican la expresión y la voz del médium. No obstante las manifestaciones puramente subjetivas o
mentales, son a veces más válidas y más exactas que las otras. La mediumnidad más refinada, más pura, es la intuitiva, en la que la relacción del Espíritu con el médium es enteramente oculta, sucediendo enteramente en el plano mental, la ligazón directa entre mente y mente. Pero esto exige, por encima de todo, evolución espiritual del médium. La veracidad de las comunicaciones no se calibra por las señales exteriores, sino por las ideas, por el contenido de los mensajes.
Estudiando "Obras Póstumas " Allan Kardec -( Traducción de José Herculano Pires)
Manifestaciones de los Espírit...

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" Trabajad en la solución de las dificultades ajenas y tendréis las vuestras solucionadas"

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           CITA EN EL MÁS ALLÁ


Espinela.                                      

Si te fueses la primera,
entretanto no te siga
espérame, buena amiga,
en la fuente que nos viera
pasear por la pradera.
Y si el día de mañana
resulta ser mi alma humana
la que primero se fuere,
yo habré de ser quien te espere
junto a la misma fontana.
Jesús Fernández Escrich-  (Guardamar, 30 de marzo de 2016)
( Extraído de la Revista Amor, Paz y Caridad ) 
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          CONOCETE A TI MISMO. 

Artículo de Rubens Policastro. 

Traducción al español Zona Espírita 


Una de las direcciones que guían la mayoría de los procedimientos de crecimiento y desarrollo individual están en la celebre frase escrita en el portal del templo de Delfos, en la antigua Grecia: "conocete a ti mismo". La gran mayoría de los seres humanos no consigue conocer y mucho menos comprender el origen de sus pensamientos,emociones y reacciones. 

Con base en estas afirmaciones preguntamos: Sin conocer la naturaleza y origen de lo que somos, ¿cómo vivir la plenitud de lo que somos? ¿Quién somos al final? ¿Qué es el autoconocimiento? Ante esas interrogaciones, naturalmente nuestra formación espírita, nos hace recordar que somos un alma, un Espíritu que evolucionó a lo largo de los procesos reencarnatorios. 

Como una brújula a indicarnos el camino, tales preguntas comienzan a guiar nuestro proceso de auto-conocimiento. No obstante, necesitamos conocer el origen, la naturaleza de qué somos como Espíritus. Es universal el conocimiento de que el Espíritu engloba cualidades y potenciales que necesitan ser conocidos y, obviamente, despertados, 
a fin de volverse útiles en el camino. 

Eso nos induce a una primera reflexión: "Necesitamos descubrir dentro de nosotros las cualidades y potenciales, despertándolas y poniéndolas en acción." 

Aun también es universal la constatación de que en la condición de Espíritus en proceso evolutivo, presentamos y poseemos características psicológicas que no aceptamos o que no son aceptadas por las personas que con nosotros conviven. Así podremos resumir 
nuestro modelo de auto-conocimiento de la personalidad en dos campos: el campo positivo, constituido por las cualidades y potenciales, y el campo negativo, constituido por aquello que no aceptamos. 

En ese método de auto-conocimiento iremos concentrándonos en el campo negativo, o sea, en los potenciales, en las tendencias, en la índole que existe en cada uno de nosotros, que no aceptamos, que no nos gustamos, que generalmente negamos y casi siempre reprimimos. 
Surgirá entonces la pregunta, de forma inmediata: "¿Para qué estudiarnos y conocernos la parcela inferior o negativa de la naturaleza espiritual, cómo Espíritus que somos? "¿No sería más provechoso que desarrollemos cada vez más la parcela positiva con la   finalidad de que esa venga a suplantar o incluso a anular la parcela negativa?" 

Tales preguntas y cuestionamientos, muchas veces inducidas por sistemas doctrinarios, representan un procedimiento ilusorio, confuso y, partiendo de cualquier Espíritu, sea encarnado o desencarnado, se traduciría en un proceso fraudulento. Debemos saber 
y comprender que negativo y positivo, inferior y superior solamente existen en la estructura relativa de nuestro pensamiento racional. 

Somos un principio espiritual individualizado y traemos en nosotros experiencias derivadas de los procesos reencarnatorios a lo largo de los milenios, desde, "cuando la vida era apenas una vaga esperanza bailando en el aire, casi la flor de los mares" (Rubens C. 
Romanelli – Palabras a la Fuente). El pensamiento es un atributo del Espíritu inmortal, así como las imágenes mentales poseen vibración, tiene un peso específico. Son materializaciones del fluido cósmico universal, hoy catalogado por la ciencia como energía cósmica. 

¿Cómo esas afirmaciones pueden proporcionarnos conclusiones prácticas para nuestro auto-conocimiento? Podemos decir que: "La energía cósmica que mueve toda acción es siempre la misma". 
Entendemos entonces que lo que debe cambiar es la dirección y/o el sentido del movimiento de esa energía, una vez que toda acción es un movimiento de energía. Tales afirmaciones son muy importantes y deben merecer nuestra reflexión, nuestra meditación. 

No obstante el simple descubrimiento de cómo proceder en el auto- conocimiento no resuelve el problema, una vez que continuamos con los dos campos en nuestra naturaleza espiritual, el campo positivo y el campo negativo. Aunque con la reflexión en los conceptos expuestos, ya tendremos una comprensión razonable de esos dos campos, conscientes de que ambos son originarios del mismo ser, el espíritu, y la constitución de los pensamientos e imágenes de la misma energía cósmica. 

Concluimos entonces que: "El proceso del auto-conocimiento nos lleva a la concienciación de que debemos redirigir la energía que constituye nuestros pensamientos y nuestras imágenes mentales". 

¿Cómo hacerlo? La energía solamente genera resultado cuando fluye, siendo importante su dirección. Debemos conocer entonces cuál es el sentido, cuál la dirección de nuestros pensamientos e imágenes mentales. ¿Si es para el campo positivo, si es para el campo 
negativo? Para responder debemos saber lo que representa la VERDAD para cada uno de nosotros. No llegaremos a esa Verdad, negando, reprimiendo o rechazando nuestras tendencias, nuestra índole, nuestra naturaleza espiritual en evolución. 

No es negando, por ejemplo, que tenemos celos, que somos avariciosos, que somos envidiosos, que somos prepotentes, que nos vamos a conocer, que vamos a desarrollar. Nos concienciaremos que las máscaras, las auto-imágenes, el falso puritanismo, apuntan 
defectos ajenos para esconder los nuestros, nada más son mecanismos que nos impiden reconocer a nosotros mismos impidiéndonos identificar los flujos de nuestra energía, frenando, de este modo,nuestra evolución. Como espíritas estamos en contacto con una 
doctrina cuyo objetivo es iluminar la conciencia humana, auxiliándola a caminar. Eso no nos vuelve más perfectos y si eso nos indujese viviríamos en un mundo de fantasías. No obstante nos vuelve más responsables en todos los ángulos de la vida. 

La Doctrina Espírita, no siendo una isla de la fantasía, es un laboratorio para nuestra transformación y consecuentemente para la transformación de la humanidad. Ella no está en el plano de las ilusiones, pero sí en el plano de las realizaciones. El Espiritismo no requiere la negación de los campos que forman nuestra naturaleza espiritual. 

Igualmente no induce a un falso patrón de comportamiento que no corresponda a la conciencia, a la verdad íntima de cada ser. El ser humano, Espíritu encarnado, no tiene modelos, formas, no tiene patrón, pues si vestimos la máscara, el modelo de un ídolo, o de cualquier forma estereotipada sería una forma de represión, pues equivaldría a reprimir o a negar las características de nuestra naturaleza espiritual que no corresponden al modelo. 

Este es el portal para el fanatismo. Psicológicamente hablando sería un conflicto entre lo que somos y el estereotipo que pensamos ser. 
Debemos ser prudentes para cualquier sistema que nos sean propuestos. Debemos preguntar si el corresponde a nuestra conciencia, a nuestra verdad interior. 

No nos debe interesar el sabio, encarnado o desencarnado, que lo haya propuesto. Cautela de aquellos que con determinados sistemas, quieran reducir a la humanidad a un rebaño que piensa y obra en forma de patrón, de forma uniformada, de forma unificada, porque buscan sustituir el pensamiento, la búsqueda de la verdad, el conocete a ti mismo, por pseudo-verdades estereotipadas, bajo el manto de verdades dichas reveladas, inspiradas, etc. Buscan eliminar del Espíritu humano, una de sus aspiraciones de libertad, 
sustituyéndola por el rotulo NO PENSAR POR SÍ MISMO. 

Sentimos esa influencia en el movimiento espírita brasileño, donde en la actualidad las directrices de conducta, comportamiento, conocimiento, discusiones, llegan al espírita común, dispuesto, venido de arriba, de lo alto, sin contestación, induciéndolo a un 
comportamiento religioso, falso, y a estereotipar ídolos que no corresponden a lo que realmente es. 

El movimiento espírita, en vista de estos aspectos comportamentales vive en un mundo de fantasías. Se retiró del principiante a la doctrina el interés a la investigación, al estudio, a la discusión, al descubrimiento de sí mismo, únicas formas de caminar para el 
entendimiento, la tolerancia, la solidaridad, al conocimiento de sí mismos. Urge que cada uno de nosotros, modifique su comportamiento mental. 

Recordemos siempre que no importa quien dice el qué. Importa más lo que es dicho, por quien quiera que lo diga. 

Usted es quien va a decidir si lo que es dicho es verdadero o falso. 
No es quien lo dice, sino usted con su discernimiento.

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         En busca de espiritualidad
¿Cuántos hombres y mujeres implicados hoy en día en sociedades relativas a las necesidades económicas, sociales, políticas y asociativas, no se han detenido un momento para preguntarse acerca del sentido de sus acciones? ¿Cuántos individuos perdidos en los meandros de las dificultades familiares y sociales buscan una escapatoria como respuesta a un sufrimiento moral?
Los paraísos artificiales, como la droga, se convierten entonces para algunos en la herramienta de esa huida, el relevo con ellos mismos para acceder a una hipotética felicidad tan efímera, que arrebata la razón, haciendo así que el suicidio se vuelva ineludible. Otros tratan de conseguir respuestas en la práctica religiosa, para rebuscar el amor de la divinidad y encontrar fuerzas para vivir en la esperanza de alcanzar después de la muerte la recompensa de un paraíso esperado.
La búsqueda de espiritualidad está pues estrechamente ligada a la necesidad de lo absoluto, a la necesidad de consuelo y de afecto. Es también una búsqueda intelectual y filosófica para encontrar respuestas al sentido de la historia de la humanidad y de su devenir. Esa gestión responde igualmente a una necesidad de transformación de la sociedad en pro de un mejor ser y de una mayor justicia. Sin embargo, con demasiada frecuencia, esa misma sociedad invita al ciudadano a complacerse en un individualismo devastador. Además del hecho del materialismo ambiental, la búsqueda de espiritualidad se transpone en una demanda personal dentro de ciertos círculos esotéricos que utilizan esos desesperos en forma mercantil.
La religión ya no responde verdaderamente a esperanzas relacionadas con el destino de las almas; también se ha vuelto un escape a la desdicha humana, proponiéndose a veces como coartada a la venganza y ello, cualquiera sea el tipo de confesión. Es preciso pues volver a las fuentes del cuestionamiento humano y espiritual, a saber: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde vamos? Allí, el enfoque del espiritismo es una abertura hacia lo que prolonga más allá de la muerte la filosofía del pensamiento sobreviviente y el sentimiento que perdura.
Jean-Paul Sartre escribió en Las Moscas: “La vida humana comienza al otro lado de la desesperación”. Se refería quizás a la capacidad de nuestro espíritu humano para sobreponerse a la desesperación mediante la afirmación individual y canalizar nuestra inquietud en proyectos creadores que definen nuestro ser. Esta cita puede revelarnos igualmente otra capacidad de nuestros espíritus: la posibilidad de descubrir una alegría, una armonía, una paz que superen nuestros sufrimientos. Blaise Pascal dijo: “En el corazón de cada hombre hay un vacío que tiene la forma de Dios y que no puede ser compensado por ninguna cosa creada, sino solamente por Dios el creador, que se dio a conocer por Jesús”. Expresaba fundamentalmente la idea de que, aunque nuestras necesidades físicas y materiales estén satisfechas, siempre habrá un vacío en el fondo de nosotros.
Dios creó al hombre para que pudiera mantener una relación espiritual con Él. No es pues un Dios inaccesible, hay una fuerza inconmensurable que está presente en la existencia. Algunos la perciben en la contemplación de la naturaleza, otros la palpan de corazón, desafiándola con peligro de sus vidas, otros, en fin, simplemente le rezan. La relación con el mundo de los espíritus es pues un trazo de unión con esa sensación de que nada se detiene al momento de la muerte y de que todo continua en una búsqueda sin fin de una felicidad, no para esperarla sino para construirla impulsándose en los universos sin límites donde se codean otros planetas así como formas de vida extra terrenales. El camino de la evolución es una ruta educativa y amorosa que vuelve a todas las almas perfectibles a la luz del conocimiento y del saber. El espiritismo es una propuesta para ese encuentro.
Extracto de artículo del “Le journal Spirite”
Igor Manouchian

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