Desencarnes colectivos
Jorge Hessen
La joven Bava Bakari, de 14 años, fue la única sobreviviente del Airbus A-310 de la Compañía Yemenia Air, que cayó al Oceano Indico, justo antes de aterrizar en las Islas Comores, con 153 personas a bordo. Tenemos noticia de otros accidentes aéreos que tuvieron, también, un único sobreviviente, a ejemplo de Vesna Vulovic, azafata servia que, en el momento en que la aeronave sobrevolaba la ex-Checoslovaquia, resistió la explosión, supuestamente causada por un atentado terrorista, en enero de 1972. (1) Días antes, en la víspera de la Navidad de 1971, un avión de pasajeros también, explotó después de haber sido alcanzado por un rayo, al sobrevolar la Amazonia peruana. Todos murieron, a excepción de la joven Juliane Koepcke, de 17 años, que cayó desde una altura de 3000 metros aproximadamente, todavía atada a su cinturón de seguridad.(2) Historia semejante a la de George Lamson Jr, que tenía 17 años cuando sobrevivió a la caída del Lockheed L-188, Electra de Galaxy Airlines, matando otras 70 personas a bordo, en enero de 1985.
Los episodios de sobrevivientes en esas circunstancias, incluyen el de una niña de cuatro años, que escapó de la caída del vuelo 255 de Northwest Airlines, en Agosto de 1987, en que más de 150 personas murieron en accidente, según los organizadores de un memorial por las víctimas de la catástrofe. En 1995, una niña de nueve años, fue la única sobreviviente de la explosión, en pleno aire, de un avión en Colombia. En 1997, un niño tailandés escapó de un accidente que mató a 65 personas durante un vuelo de Vietnam Airlines. En 2003, una niña de tres años, fue la única sobreviviente de un accidente aéreo en Sudán, que mató a 116 personas. Lamentemos, sin desespero, cuantos se hicieron víctimas de desastres que nos encogen el alma, pues nada sucede sin que Dios lo consienta.
Estos casos nos llevban a reflexionar sobre las ideas de los científicos materialistas que creen que la sobrevivencia, "no es una cuestión del destino", pues más del 90% de los accidentes aéreos tienen sobrevivientes, hoy en día, gracias a los avances tecnológicos" (!!!). Pero la justificativa de "avances tecnológicos" no explica las causas de que unos mueran y otros sobrevivan en la misma escena trágica.
¿ Cómo se procesa la convocación de encarnados para una desencarnación colectiva?, ¿ Cual es la explicación espiritual para el hecho de que unas personas salgan ilesas de las catástrofes, algunas, incluso desistiendo de viajar, o sino, perdiendo el embarque, en transportes que serán accidentados?. Las respuestas están basadas en las premisas de que el acaso no puede regir fenómenos inteligentes y no en la certeza de la infalibilidad de la Ley Divina, actuando por cuenta de los espíritus propuestos, bajo la subordinación a entidades superiores.
"A cada uno será dado según sus obras", enseñan los espíritus mediante comparaciones simples, pero de forma altamente significativa, que la justicia sin amor, es como la tierra sin agua. El pensamiento de la espiritualidad superior sobre el tema, significa que la justicia es perfecta, porque Dios la hace asistida por el amor, para que los endeudados no sean aniquilados.
La doctrina de los Espíritus, basada en El Libro de los Espíritus, no respalda la idea de la fatalidad, tratando específicamente del asunto, mereciendo, por eso, lectura y reflexión. (3) Entonces, ¿ Cual es la finalidad de esos accidentes que causan la muerte conjunta de varias personas?, ¿ Como puede ser percibida en esas ocasiones la Justicia Divina?, ¿ Por qué algunas personas escapan, como vimos arriba?. Recordando que fatalidad, destino y azar, son palabras siempre citadas en situaciones como esas, veamos como los Espíritus nos lo aclaran: "Fatalidad","Destino" y "Azar",son palabras que no combinan con la Doctrina Espírita, de la misma forma que la palabra "suerte", usada para aquellos que escapan de ese tipo de situación.
¿Qué conceptos están por detrás de esas palabras?. El Libro de los Espíritus explica, entre otras informaciones al respecto, que la "fatalidad" solo existe en lo tocante a la elección hecha por el Espíritu, al encarnar, de sufrir esta o aquella prueba; hecha la elección, él traza para sí mismo, una especie de destino que la propia consecuencia de la posición en que se encuentra.
En verdad, "fatal", en el verdadero sentido de la palabra, solo es el instante de la muerte. Llegado ese momento, de una forma o de otra, de ella no podemos huir".4) En llegando la hora de retornar al Plano Espiritual, nada nos librará e, inconscientemente, guardamos en nosotros el género de muerte que nos aguarda, pues eso nos fue revelado cuando hicimos la elección de esta o de aquella existencia. No nos olvidemos de que solamente los acontecimientos importantes y capaces de influir en nuestra evolución moral, son previstos por Dios, porque son útiles para nuestra purificación y nuestra instrucción.
En las muertes colectivas, como los casos tan dramáticos ocurridos en los recientes desastres aéreos, solamente encontraremos una justificativa lógica para los respectivos acontecimientos, si analizamos atentamente las explicaciones que solo la Doctrina Espírita nos ofrece, para confirmar que incluso en esos desastres, la Ley de Justicia se hace presente, pues, como nos afirma el Codificador, no hay efecto sin que haya antes una causa que lo justifique.
Todos nuestros hermanos que perecieron en desastres aéreos, cargaban en el alma, motivos para reajustarse con la Ley Mayor, a fin de quitar sus débitos con la Justicia Divina, que no falla jamás, encontrando, ahí, la oportunidad sublime del rescate libertador. "Salvo excepción, se puede admitir, como regla general, que todos aquellos que tienen un compromiso común, reunidos en una existencia, ya vivieron juntos para trabajar por el mismo resultado, y se hallarán reunidos aun en el futuro, hasta que hallan alcanzado el objetivo, quiero decir, expiado su pasado, lo cumplido en la misión "adecuada"(5)
Vamos a encontrar en el libro Chico Xavier Pide Licencia, en el capítulo 19, intitulado "Desencarnaciones Colectivas", las sabias explicaciones para el fenómeno de las muertes colectivas, cuando el benefactor Emmanuel responde la pregunta dirigida a él, por algunas decenas de personas en reunión pública, realizada en la noche del 22/08/1972, en Uberaba, y que aquí transcribimos: "Siendo Dios la Bondad Infinita, ¿por qué permite la muerte aflictiva de tantas personas encerradas e indefensas, como en los casos de incendios ( y de caídas de aeronaves)?. Responde Emmanuel- "Realmente reconocemos en Dios el Perfecto Amor, aliado a la Justicia Perfecta. "Y el Hombre, hijo de Dios, creciendo en amor, trae consigo la Justicia inmanente, convirtiéndose en razón de eso, en cualquier situación, en el más severo juzgador de sí mismo"(6)
¿ Cómo se procesa la prueba colectiva (rescate)?. El mentor de Chico esclarece: "En la prueba colectiva, se verifica la convocación de los Espíritus encarnados, participantes del mismo débito, con referencia al pasado delictuoso y oscuro. El mecanismo de la justicia, en la ley de las compensaciones, funciona, entonces, espontáneamente, a través de los agentes de Cristo, que convocan a los comparsas de la deuda del pasado para los rescates en común, razón de por qué muchas veces intitulais "doloroso caso", las circunstancias que reúnen las criaturas más dispares en el mismo accidente, que les ocasiona la muerte del cuerpo físico, o las más variadas mutilaciones, en el cuadro de sus compromisos individuales".(7)
Ante tantos esclarecimientos tan lúcidos, no podemos tener ya más dudas de que la Justicia Divina ejerce su acción, exactamente, con todos aquellos que, en algún momento, contrarían la armonía de la Ley del Amor y Caridad, y por eso mismo, pronto o tarde,se enfrentarán inexorablemente con la Ley de Causa y Efecto, o si se prefiere, con la máxima proferida por la sabiduría popular: "La siembra es libre, pero la cosecha es obligatoria".
Es importante destacar que en El Evangelio Según el Espiritismo, el maestro lionés señala: "No se debe creer, entretanto, que todo sufrimiento que se pasa en este mundo, sea necesariamente el indicio de una determinada falta: se trata frecuentemente, de simples pruebas escogidas por el Espíritu para su purificación, para acelerar su adelantamiento".(8) Ante lo expuesto, afirmamos que la función del dolor es ampliar horizontes, para que, realmente, vislumbremos los caminos concretos y amorosos del equilibrio. Por eso, ante los compromisos "Kármicos" en expiaciones colectivas o individuales, recordemos siempre de que la finalidad de la Ley de Dios es la perfección del Espíritu, y que estamos, cada día, caminando en esa dirección, donde nuestro esfuerzo personal en la búsqueda de la paz, estarán actuando a nuestro favor, minimizando, al máximo, el peso de las deudas de ayer.
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Se reconoce al verdadero espírita por
su transformación moral y por los esfuerzos que hace para
dominar sus malas inclinaciones.
- A,Kardec-
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¿ REENCARNAR, COMO HOMBRE O COMO MUJER?
Siguiendo con el análisis de los diferentes aspectos que rodean a la reencarnación, hoy nos vamos a detener en uno muy importante. Si los espíritus tienen sexo y los motivos por los que venimos como hombres o como mujeres.
En el Libro de los Espíritus de Allan Kardec, en la pregunta 200, nos encontramos con una interesante respuesta a la pregunta de si tienen sexo los espíritus. Ellos responden con un “no”, en el sentido en que nosotros lo entendemos, puesto que los sexos dependen del organismo físico. Sin embargo, aclaran que hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la afinidad de sentimientos.
En la siguiente pregunta número 201 siguen indagando: ¿Pero, el espíritu que ha encarnado como hombre puede volver como mujer y viceversa? A lo cual la respuesta es muy clara. Si, efectivamente son los mismos espíritus los que animan, tanto a hombres como a mujeres. Por lo tanto, el sentido de igualdad de derechos, el respeto por ambos sexos y su valoración es fundamental.
Sin embargo, a lo largo de la historia no ha sido así. El atraso evolutivo humano ha provocado, en casi todas las épocas e incluso en la actualidad un predominio, por lo general, del hombre sobre la mujer, consecuencia de la influencia del más fuerte sobre la parte más débil. (1) “En los hombres poco adelantados desde el punto de vista moral, la fuerza constituye el derecho”
Una ignorancia propia de los mundos, como el nuestro, considerado de la categoría de “Expiación y Prueba”, en el cual, al desconocer una inmensa mayoría las leyes espirituales que rigen el universo, se ha tergiversado la realidad y considerado a los más débiles, entre ellos a la mujer, como objeto para ser sometido y cumplir con unas obligaciones impuestas por el hombre.
Cualquier privilegio es contrario a la justicia y la emancipación de la mujer sigue el progreso de la civilización. El siglo XX supuso un gran avance, en cuanto a los derechos de unos y otros. Por poner un ejemplo anecdótico, el derecho al voto por parte de las mujeres en España se ejerció por primera vez en el año1933. En Estados Unidos, por exponer otro caso, el derecho al voto total (es decir mujeres blancas y negras), no llegó hasta 1965. Aún hoy, en pleno siglo XXI, todavía quedan países donde no se les permite votar, un derecho natural que producto de una mentalidad retrógrada se les niega.
Afortunadamente el sentido común, de una manera lenta pero progresiva se va abriendo paso en la mentalidad humana. Al mismo tiempo y de forma extraordinaria, la doctrina espírita, como vamos observando hasta ahora, pionera en muchos campos desde mediados del siglo XIX, va derribando muros, a poco que nos acerquemos a sus postulados, a sus argumentos lógicos.
Precisamente, es en la misma obra titulada “El Libro de los Espíritus”, donde continúa aclarándonos las ideas. En la pregunta 202 nos afirma que poco le importa al espíritu encarnar con un sexo u otro, depende de las pruebas que deba pasar, no existen prejuicios al respecto. Lo que significa que venimos como hombre para desarrollar unas cualidades, un trabajo; y como mujer para desenvolver aptitudes propias del sexo femenino. Para ello, a través de distintas existencias programadas, de labores, con una finalidad concreta para el espíritu en evolución.
Hay un aspecto a considerar, y es el hecho de encontrarnos con personas con manifestaciones distintas a los propios de su sexo; es decir, hombres con amaneramientos femeninos y mujeres con amaneramientos masculinos. Consecuencia, muchas veces, del tránsito de una existencia a otra muy rápida y del cambio del espíritu de un ciclo de existencias con un mismo sexo a otro. Lo que puede provocar la manifestación residual, psíquica, de aspectos de existencias anteriores, puesto que todo se enlaza en el ser y sigue una progresión continua. Esto no tiene la mayor importancia, pero que es una duda que mucha gente se plantea. No se debe confundir con el homosexualismo o el lesbianismo, ya que este sería otro tema.
Por otro lado, el hombre viene destinado para encargarse de las tareas más rudas, por su naturaleza física más fuerte, no obstante, la mujer debe encargarse de las tareas, en principio, más delicadas, aunque los tiempos han cambiado, y las condiciones de vida en muchos países ya no son las de otrora. Paralelamente, los avances científicos, sobre todo tecnológicos, y la evolución del pensamiento humano, han facilitado la vida extraordinariamente a todos, superando la rudeza del pasado.
No obstante, aunque las circunstancias ya no son las mismas, las condiciones del hombre respecto a la mujer nunca se confunden. Deben, de ese modo, aportando sus características propias, adaptarse a las circunstancias y hasta las nuevas necesidades que la sociedad de hoy reclama. La mujer siempre será madre, esposa, hermana, hija. El hombre siempre será el esposo, el padre, etc. Vienen juntos no para disputarse derechos sino para complementarse.
En todo ello influye sobremanera el sentido espiritual, los valores y los objetivos que perseguimos en la vida. Por desgracia, la crisis actual ha derivado en un naufragio generalizado de muchas familias, en aquello que nos debe proporcionar estabilidad afectiva y emocional.
Las sociedades equilibradas se construyen desde el hogar, en las familias, empezando por los esposos, con el afecto y el cariño; fruto del cual llegan los hijos, para participar de ese amor y de esa paz. No es tarea fácil, puesto que el núcleo familiar es el laboratorio donde se deben forjar las más nobles aspiraciones, para desenvolver y desarrollar las aptitudes positivas; la renuncia, el sacrificio, la abnegación. Este es el gran objetivo a perseguir. Superando las barreras de la incomprensión, de la intolerancia, de los egoísmos y orgullos que retardan y minan la paz en los hogares.
Por desgracia, el sensualismo, el materialismo y otros factores consecuencia del mismo, han empujado a muchas parejas a la ruptura fácil y a debilitar las estructuras familiares. La falta de una educación moral de los hijos, los malos ejemplos, la sustitución de la convivencia sana y constructiva por los atractivos tecnológicos mal empleados; el afán económico así como otros factores, empujan a la sociedad a su desestructuración por el elemento que debería de gozar de mayor equilibrio como es el amor en pareja y la familia unida.
Observamos la paradoja, sin entrar a juzgar, cómo hoy día, estamos dirigidos por personas, que asumen responsabilidades de gobierno, para salvaguardar y mejorar el bienestar social, que dictan leyes, y que, sin embargo muchos de ellos, en lo personal no son un modelo como esposos, como padres; pretendiendo resolver los problemas de muchísima gente, siendo incapaces de resolver los suyos propios, esenciales para la vida.
En resumen, debemos valorar las aptitudes y el valor de ambos sexos. Para el espíritu le resulta indiferente encarnar de una forma u otra, puesto que persigue unas metas elevadas que casi siempre olvidamos cuando volvemos al contacto con la materia física.
Efectivamente, los mismos derechos pero distintas funciones, complementándose sin confundirse, adaptándose a las circunstancias para que la sociedad sea más justa y nadie quede desatendido. Buscando un equilibrio que permita la libre manifestación de las cualidades y aptitudes que son el motor del progreso, motivo por el cual estamos encarnados en la actualidad.
José M. Meseguer- 2015, Amor, paz y caridad
(1) Pregunta 818 del Libro de los Espíritus
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TREINTA Y DOS AÑOS..
AMALIA DOMINGO SOLER.
Hace algunos días que muchos periódicos publicaron sueltos referentes a un ataque de catalepsia, ataque prolongado que ha durado treinta y dos años, el sueño de la infeliz mujer que ha sufrido durante tanto tiempo un tormento, pues, según confesión de algunos desgraciados que han sido víctimas de tan horrible enfermedad, oyen perfectamente cuando se habla en su derredor y se enteran de todo cuanto dicen sus deudos y amigos, y algunos han sentido cuando los colocaban en el ataúd y se disponían a realizar el entierro del supuesto cadáver, hasta que con un esfuerzo sobrehumano han roto sus cadenas de inmovilidad. El suelto en cuestión decía así:
ATAQUE DE CATALEPSIA: CASO EXTRAORDINARIO
Los periódicos de Burgos dan cuenta del siguiente hecho:
Hace más de treinta y dos años, la vecina de Villavicencio, Benita de la Fuente, sufría un
ataque de catalepsia.
La enferma se hallaba postrada en cama, inmóvil y sin conocimiento, desde 1874, sin que
durante mucho tiempo haya hablado una palabra, limitándose a exhalar de vez en cuando algún quejido inarticulado; su única alimentación ha sido agua, y alguna vez ha tomado pequeñísimas cantidades de caldo y leche. Multitud de médicos, algunos de gran reputación, la han visitado en diversas ocasiones, no pudiendo explicar científicamente tan extraordinario caso.
Pues bien: el viernes último la enferma abrió los ojos, y recobrando súbitamente el habla
expresó sus deseos de abandonar el lecho.
El domingo siguiente, la familia la levantó y desde entonces va recobrando rápidamente la
salud perdida, siendo de esperar que muy en breve recupere la normalidad de sus funciones fisiológicas, aunque todavía no se le ha dado alimentación por el temor de que su estómago no pueda soportarlo.
Benita de la Fuente conoce ya a todas las personas de su familia, pero lo extraordinario del
caso es que no recuerda nada de lo que le ha ocurrido y se niega tenazmente a creer que haya estado dormida y sin comer más de treinta y un años.
Tiene actualmente sesenta y dos años.
Una hermana de la enferma, a quien todos tienen por persona seria y fidedigna, ha
comunicado esas noticias, las cuales constituyen un caso extraordinario, digno de ser estudiado por las eminencias médicas.
* * *
Yo creo que este caso, verdaderamente extraordinario, no sólo deben estudiarlo los médicos, y han opinado lo mismo que yo muchos espiritistas que me han escrito suplicándome que pregunte al guía de mis trabajos el porqué de tan horrible condena, porque vivir treinta y dos años sin movimiento, sin hablar, sin tomar parte en la lucha de la vida, debe tener una causa poderosísima; debe haber cometido el Espíritu así castigado uno de esos crímenes sin precedentes, unos de esos delitos que si no fuera porque dicen que nunca pagamos todo lo que debemos, la condena duraría millones de siglos, todas las agonías que hemos hecho sufrir a una o varias de nuestras víctimas, y si sólo nos aplican el mínimo de la pena merecida, treinta y dos años de martirio, ¿cuántos crímenes representan?
* * *
“No tanto como tú crees (me dice un Espíritu); que por regla general, los que os creéis mejor inspirados estáis tan lejos de la verdadera causa que produce tan malos efectos, como lo está la luz de la sombra, el fuego de la nieve, el amor del odio, la virtud del vicio, el egoísmo de la abnegación. No juzguéis nunca por las apariencias, que de cien veces que pronunciéis juicio condenatorio, noventa y nueve estaréis dominados por el error y seréis injustos convirtiéndose en jueces, cuando por vuestros defectos no debéis juzgar, sino ser juzgados.
“En el caso de catalepsia que tanto os ha llamado la atención, y al que la ciencia médica no encuentra explicación satisfactoria, hay efectivamente mucho que estudiar y mucho que aprender para reconocer a la enérgica voluntad de un Espíritu, la que ha sometido a su cuerpo a una prueba tan dolorosa. Los que niegan la existencia del alma, porque no la encuentran cuando amputan un brazo o una pierna o extraen un feto, o abren la cabeza para extirpar un tumor (como la ciencia no les puede decir la historia del Espíritu que anima a aquel organismo) se tienen que cruzar los brazos y enmudecer ante hechos cuya causa no comprenden, y vosotros, los espiritistas, los que sabéis que el presente está íntimamente enlazado con el ayer, y que el Espíritu es un agricultor eterno que siembra hoy para recoger mañana, al ver que algunos agricultores recogen tan mala cosecha, decís con espanto: ¿qué habrá hecho este desgraciado para merecer tan cruel castigo? ¿Qué papel habrá representado en la historia universal? ¿Habrá empleado su ciencia para ser un verdugo de la humanidad? ¿Habrá sido un conquistador insaciable?...Y vais acumulando pregunta sobre pregunta, y mientras más preguntáis más lejos estáis de la verdad, como os sucede ahora con esa pobre mujer cataléptica, que amontonáis sobre ella crímenes espantosos, y en realidad no es así; es un Espíritu desequilibrado, que ha amado mucho, pero con ese amor terrenal, egoísta, absorbente, dominante, avasallador, que prefiere la muerte del ser amado antes que verle dichoso en brazos de otro ser.
“Esa mujer, que hoy pertenece a una clase humilde, y que a no ser por su enfermedad hubiera pasado completamente desapercibida en la Tierra, en otro tiempo su sitial era un trono, y aunque su reino era pequeño, ello lo hizo grande por la severidad de sus leyes, y por ser ella el juez que dictaminaba las sentencias. Parecía insensible a los encantos del amor; casado por razón de estado, sin sucesión, era una mujer de hielo, intolerante para las faltas cometidas por amor; su corte parecía más bien una comunidad de monjas y de frailes sin votos; tal era la rigidez de las costumbres y la fiel observancia de los deberes en todos los sentidos. Así vivía Ermesinda, sin gozar, y sin dejar que los demás gozaran, hasta un día que le presentaron a un joven militar (casi un niño) muy recomendado por uno de sus parientes más cercanos, que lo ponía bajo su real protección, de la que se esperaba que se haría digno, siquiera por honrar su ilustre apellido. Ermesinda al verle sintió lo que nunca había sentido, hasta el punto que se dejó caer en un sillón porque perdió el conocimiento y el joven Ezequiel se turbó extraordinariamente al ver el mal efecto que su presencia había causado a su soberana, y se retiró temeroso de un algo desconocido.
“Ermesinda desde aquel día sintió una inquietud y una ansiedad inexplicable, si bien ella pronto se hizo cargo que su corazón se había despertado demasiado tarde, comprendió que amaba a Ezequiel con toda su alma, y trató de hacérselo comprender a él; pero Ezequiel era tan niño, y le habían educado de tal modo, que para él Ermesinda no era una mujer de carne y hueso, era una santa a la que había de venerar de rodillas, pero a gran distancia, para que el hálito humano no manchara su pureza. Así es que mientras ella acortaba el camino para encontrarse más pronto con él, él se alejaba de ella dominado por el temor de ofenderla, y como cuando uno no quiere, dos no se encuentran, Ezequiel se fue alejando de Ermesinda, y ésta se convenció que el joven huía de ella; sintió entonces celos, ¿de quién?, de todas las mujeres de la corte; no tuvo valor bastante para decirle: ven que yo te amo; la austeridad de sus principios se lo impidió; orgullosa por su linaje y por sus virtudes, no quiso descender de su alto pedestal para caer en los brazos de un niño, que no sentía por ella la menor atracción, que antes al contrario le inspiraba un temor inexplicable. Ermesinda logró dominar sus sentimientos, se cubrió con su máscara de hielo, venció en la lucha de sus pasiones, pero no consiguió otra cosa que mostrarse fría y severa con Ezequiel, que era el niño mimado de la corte por su gentileza, por su hermosura, por su distinción, por su nobleza, por su valor, y viéndole tan amado y tan colmado de atenciones, sus celos aumentaron de tal modo, que una noche lo hizo prender acusándole de traidor a su patria, de ser un espía pagado por huestes enemigas, y Ezequiel fue encerrado en una torre que parecía un nido de águilas, tan alta era, teniendo por base un promontorio de rocas, donde se estrellaban embravecidas olas, pues parecía que en aquel punto era continua la tempestad, tan fuerte era el oleaje que rugía enfurecido al chocar contra aquella atalaya fabricada cerca de las nubes.
“Cuando lo tuvo allí encerrado, Ermesinda se tranquilizó, diciéndose a sí misma: no viéndole, no descenderé de mi alto pedestal, no le diré que no puedo vivir sin él, y no sufriré el atroz martirio de verle en brazos de otra mujer; a grandes males, grandes remedios; cometo un crimen acusando a un inocente, pero evito mi deshonra ante el mundo y ante él y dejo de sufrir un dolor que me conduciría a la locura, porque el dolor de los celos es la locura en acción.
“Durante algunos días se habló de Ezequiel, pero después todos enmudecieron temiendo ser castigados como el joven espía, sobre el cual se acumularon tan horribles acusaciones, que hubo quien aseguró que había vendido muchas plazas fuertes a legiones enemigas. Ermesinda urdió en secreto la tela de tantas patrañas y pronto Ezequiel fue dado al olvido, aunque muchas mujeres lloraron su ausencia lamentando su infausta suerte, pero todo en silencio; nadie tuvo valor para defender al inocente, y Ezequiel estuvo encerrado treinta y dos años sin poder hablar ni con su carcelero, porque no lo veía; el alimento llegaba hasta él por un mecanismo que no dejaba ver a la persona que lo suministraba, y Ezequiel no tenía más consuelo que contemplar el cielo a través de los gruesos barrotes de hierro de una alta claraboya que daba luz a su reducida prisión. Así vivió treinta y dos años, y en ese tiempo el joven hermoso y fuerte se transformó en un viejo achacoso, sus rubios cabellos perdieron su color de oro, se volvieron amarillentos y por último blancos como la nieve, y cuando menos lo esperaba, se abrieron las puertas de su prisión y recobró la libertad, ignorando por qué la había perdido; regresó a su casa y toda su familia había muerto; entonces se enteró de la calumnia que le había deshonrado y pidió ver a la soberana; pidió una audiencia que no le fue concedida, porque Ermesinda ya estaba en la agonía; al comprender que iba a morir, quiso dejar en libertad al hombre que tanto había amado, y murió tranquila porque una dama de toda su confianza le dijo que había visto a Ezequiel que estaba desconocido con su cuerpo doblegado bajo el peso de los años y el dolor.
“Ezequiel no tardó en seguirla, y al verse los dos en el Espacio se compadecieron
mutuamente, y él la perdonó porque ella había pecado por amor. El perdón de Ezequiel le hizo tanto bien a Ermesinda, que pidió ser para él la madre más amorosa, ya que el amor de las madres en la Tierra es el más dispuesto a la abnegación y al sacrificio, pero antes de ser su madre mil y mil veces pidió sufrir el tormento que él sufrió víctima de su amor y de sus celos, y lo quiso sufrir padeciendo la peor de todas las dolencias: el sueño cataléptico. Quiso que su prisión fuera la más horrorosa, la que sin grillos ni cadena la sujetara al potro del tormento, porque los catalépticos oyen cuanto se habla en torno suyo, y ellos asisten a los consejos de familia, miden por lo que oyen el cariño de sus deudos, las miras interesadas de unos y los egoísmos de los otros; para ellos la verdad (que siempre es amarga) se presenta sin velos, y ¡ay de aquellos que viven sin una ilusión! En su prolongada agonía Ermesinda ha tenido el consuelo de tener a Ezequiel a su lado, el que muy a menudo ha murmurado en su oído juramentos de amor, pero no de amor terreno, de amor sobrehumano, y los dos Espíritus enlazados por una de esas afecciones que no se conocen en la Tierra, se unirán más tarde para no separarse jamás; ella dispuesta a ser su madre, su ángel tutelar; él, agradecido, apreciando en lo que vale la vehemencia de la pasión de Ermesinda, está dispuesto a corresponder a ella y a serle fiel eternamente.
“Ya ves qué porvenir tan hermoso les espera a esos dos Espíritus que han sufrido tanto
víctimas del amor, del amor terreno y del amor divino. Ezequiel vivió encarcelado treinta y dos años, siendo la causa de su inmerecido cautiverio el amor y los celos de una mujer, que gozaba pensando que nadie le vería, que nadie recibiría sus caricias ni escucharía sus juramentos amorosos. Lo había arrebatado de la sociedad, era suyo, le pertenecía porque le adoraba, y ahora Ermesinda ha sufrido otra prisión más horrible para hacerse digna por su martirio de adorar a su amado Ezequiel, santificada por el sacrificio. Ayer no podía decir que le amaba; mañana presentará su hijo al mundo entero y dirá: ¡Es mío! ¡Yo le llevé en mi seno! ¡Yo escuché sus primeros vagidos antes de verle! ¡Mis brazos han sido su cuna! ¡Su primera sonrisa ha sido para mí! ¡Sus primeras palabras han sido: ¡Madre mía! ¡Es mi hijo! ¿No es verdad que es muy hermoso?...Y Ermesinda será de esas madres apasionadas que seguirá a su hijo a todas partes, hasta el patíbulo si fuera necesario, todo su amor le parecerá poco para hacerle olvidar a Ezequiel el tormento que su loca pasión le causó durante treinta y dos años.
“Adiós”.
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¡A cuántas consideraciones se presta la anterior comunicación!
¡Cuán cierto es que engañan las apariencias! De cien veces, noventa y nueve juzgamos
erróneamente.
¡Cuán equivocados son generalmente nuestros juicios, dado que siempre estamos dispuestos a aumentar la culpa de los otros y a disminuir se es posible la nuestra!
¡Cuánto peca nuestro pensamiento! Si con la intención basta, como dicen algunos creyentes, por nuestras malas intenciones somos la mayoría de los terrenales merecedores de cadena perpetua; y en verdad que, como la merecemos, la llevamos pendiente de nuestro cuello, al que rodea la argolla de nuestros múltiples defectos y sólo las comunicaciones de los Espíritus conseguirán a su debido tiempo hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez.
¡Bendito sea el Espiritismo! ¡Benditas sean las comunicaciones de los Espíritus, porque por ellas se redimirán los pueblos!
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LA ERRATICIDAD SEGÚN ANDRÉ LUIZ
Artículo de Luiz Antonio Millecco
Hasta 1943, los espíritas brasileños tenían sobre la Erraticidad una idea un tanto vaga. Es verdad que algunos autores espiritualistas hablaban de ella como algo bien concreto, una copia de la vida terrena. No obstante, eso no era encarado con mucha atención por la
colectividad espiritista.
He aquí,que en 1943, todo cambia. Por el lápiz de Francisco Cándido Xavier, André Luiz, pseudónimo de un médico brasileño, desencarnado en la década de los 30, nos envía una serie de obras que comienza con "Nuestro Hogar". El libro fue encarado desde el inicio con una mezcla de alegría, perplejidad, escepticismo y desconfianza.
"Nuestro Hogar" nos era presentado como una colonia. En todo semejante a la Tierra.
Hospitales, otros lugares, un ambiente pleno de flores y hasta de frutos, agua, etc. Y no era únicamente eso. Estaba también el famoso "Umbral", en el cual André Luiz pasó cerca de 8 años.
Hablando de sus vivencias, en esa región inferior, este auténtico y maravilloso reportero de otro mundo, comenta incluso, las "necesidades fisiológicas". ¿Cómo entender eso? Para comprender las informaciones de André Luiz, necesitamos de algunas ideas-claves:
Evolución Espiritual
Milenariamente acostumbrados a las energías densas de la materia, no sería posible adaptarnos de manera inmediata a un mundo totalmente sutil, solamente accesible a los Espíritus Puros o Angélicos.
Periespíritu
El periespíritu, campo electromagnético, matriz de nuestro cuerpo físico, es aun materia, aunque quintaesenciada. Ahora, todos estamos acostumbrados al fenómeno del "órgano fantasma", cuando se amputa un miembro del cuerpo, durante mucho tiempo la sensación de que ese miembro permanece. Conocemos un caso de un hombre que perdió una
pierna y, no obstante, sentía el pie amputado, en el suelo. Si se observa que no se trata aquí apenas de la sensación del miembro amputado, sino de la percepción de la posición de este miembro tocando el suelo.
Energía Cósmica o Fluido Universal
La energía que Allan Kardec denominó Fluido Universal, es la matriz de todos los elementos del plano físico, después, debidamente manipulada y combinada, puede reproducir cualquiera de los objetos que nos rodean. (Ver el "Laboratorio del Mundo Invisible", en "El Libro de los Médiums").
Poder del Pensamiento
¿Cómo sino, manipular la materia cósmica? Exactamente a través del pensamiento. Voluntaria o involuntariamente, una vez desencarnados, creamos todo a nuestro alrededor. A su vez, nuestro periespíritu conserva impresiones y necesidades más o menos ligadas al Plano Físico, de acuerdo con nuestro progreso espiritual.
Si nos inclinamos sobre la obra de André Luiz, absorberemos tan copioso manantial de enseñanzas que sólo podemos percibir en ella una extraordinaria continuación de la Doctrina Espírita. Confirmando y desarrollando lo que los Mentores transmitieron a Allan Kardec, André Luiz nos habla de las consecuencias, después de la muerte, de todas nuestras actitudes felices o infelices.
"Nuestro Hogar" y otras colonias espirituales son construcciones del futuro que deseamos para el propio planeta. El "Umbral", a su vez, siendo ante todo nada más que un estado de conciencia, es apenas la exacerbación de los sentimientos de culpa que estaban escondidos dentro de nosotros. Todo comienza en nuestra propia alma, por eso, en el mensaje que antecede al primer capítulo de su obra, afirma André Luiz: "¡Oh! ¡Camino de las almas, misteriosos caminos del corazón! ¡Es menester recorrerlo, antes de intentar la suprema ecuación de la Vida Eterna! ¡Es indispensable vivir vuestro drama, conoceros detalle a detalle, en el largo proceso del perfeccionamiento espiritual…!"
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"Los seres del mundo corporal, debido justamente a su envoltura material, están ligados a la Tierra o a alguno de los planetas.El mundo espiritual se encuentra por todas partes, alrededor nuestro y en el espacio, y no se la ha trazado ningún límite."
-El Cielo y el infierno-
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La Melancolia
25. ¿Sabéis porque una vaga tristeza se apodera a veces de vuestros corazones y os hace encontrar la vida tan amarga?.
Es vuestro Espíritu que aspira a la felicidad y a la libertad y que, preso al cuerpo que le sirve de prisión, se extenúa en vanos esfuerzos para salir de él. Pero viendo que son inútiles, cae en el desaliento, y el cuerpo, soportando su influencia, se apodera de vosotros, la languidez, el abatimiento y una especie de apatía y os sentís infelices.
Creedme, resistid con energía esas impresiones que debilitan vuestra voluntad. Esas aspiraciones hacia una vida mejor, son innatas en el Espíritu de todos los hombres, pero no las busquéis en este mundo; y ahora, cuando Dios os envía a sus Espíritus para instruiros sobre las felicidad que os reserva, esperad con paciencia el ángel de la libertad que debe ayudaros a romper los lazos que mantienen a vuestro Espíritu cautivo.
Recordaos que tenéis que cumplir durante vuestra prueba en la Tierra una misión, de la que ni siquiera sospecháis, ya consagrándoos a vuestra familia, ya cumpliendo diversos deberes que Dios os confió. Y si en el curso de esta prueba, y desempeñando vuestra tarea, veis precipitarse sobre vosotros, los cuidados, las inquietudes, los disgustos, sed fuertes y valerosos para soportarlos. Afrontadlos francamente porque son de corta duración y deben conduciros junto a los amigos que lloráis, que se regocijarán de vuestra llegada entre ellos, extendiéndoos los brazos para conduciros a un lugar en el que no tienen acceso los pesares de la Tierra.
(FRANÇOIS DE GENÈVE, Bordeaux).
Evangelio Según el Espiritismo”
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su transformación moral y por los esfuerzos que hace para
dominar sus malas inclinaciones.
- A,Kardec-
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Siguiendo con el análisis de los diferentes aspectos que rodean a la reencarnación, hoy nos vamos a detener en uno muy importante. Si los espíritus tienen sexo y los motivos por los que venimos como hombres o como mujeres.
En el Libro de los Espíritus de Allan Kardec, en la pregunta 200, nos encontramos con una interesante respuesta a la pregunta de si tienen sexo los espíritus. Ellos responden con un “no”, en el sentido en que nosotros lo entendemos, puesto que los sexos dependen del organismo físico. Sin embargo, aclaran que hay entre ellos amor y simpatía, pero basados en la afinidad de sentimientos.
En la siguiente pregunta número 201 siguen indagando: ¿Pero, el espíritu que ha encarnado como hombre puede volver como mujer y viceversa? A lo cual la respuesta es muy clara. Si, efectivamente son los mismos espíritus los que animan, tanto a hombres como a mujeres. Por lo tanto, el sentido de igualdad de derechos, el respeto por ambos sexos y su valoración es fundamental.
Sin embargo, a lo largo de la historia no ha sido así. El atraso evolutivo humano ha provocado, en casi todas las épocas e incluso en la actualidad un predominio, por lo general, del hombre sobre la mujer, consecuencia de la influencia del más fuerte sobre la parte más débil. (1) “En los hombres poco adelantados desde el punto de vista moral, la fuerza constituye el derecho”
Una ignorancia propia de los mundos, como el nuestro, considerado de la categoría de “Expiación y Prueba”, en el cual, al desconocer una inmensa mayoría las leyes espirituales que rigen el universo, se ha tergiversado la realidad y considerado a los más débiles, entre ellos a la mujer, como objeto para ser sometido y cumplir con unas obligaciones impuestas por el hombre.
Cualquier privilegio es contrario a la justicia y la emancipación de la mujer sigue el progreso de la civilización. El siglo XX supuso un gran avance, en cuanto a los derechos de unos y otros. Por poner un ejemplo anecdótico, el derecho al voto por parte de las mujeres en España se ejerció por primera vez en el año1933. En Estados Unidos, por exponer otro caso, el derecho al voto total (es decir mujeres blancas y negras), no llegó hasta 1965. Aún hoy, en pleno siglo XXI, todavía quedan países donde no se les permite votar, un derecho natural que producto de una mentalidad retrógrada se les niega.
Afortunadamente el sentido común, de una manera lenta pero progresiva se va abriendo paso en la mentalidad humana. Al mismo tiempo y de forma extraordinaria, la doctrina espírita, como vamos observando hasta ahora, pionera en muchos campos desde mediados del siglo XIX, va derribando muros, a poco que nos acerquemos a sus postulados, a sus argumentos lógicos.
Precisamente, es en la misma obra titulada “El Libro de los Espíritus”, donde continúa aclarándonos las ideas. En la pregunta 202 nos afirma que poco le importa al espíritu encarnar con un sexo u otro, depende de las pruebas que deba pasar, no existen prejuicios al respecto. Lo que significa que venimos como hombre para desarrollar unas cualidades, un trabajo; y como mujer para desenvolver aptitudes propias del sexo femenino. Para ello, a través de distintas existencias programadas, de labores, con una finalidad concreta para el espíritu en evolución.
Hay un aspecto a considerar, y es el hecho de encontrarnos con personas con manifestaciones distintas a los propios de su sexo; es decir, hombres con amaneramientos femeninos y mujeres con amaneramientos masculinos. Consecuencia, muchas veces, del tránsito de una existencia a otra muy rápida y del cambio del espíritu de un ciclo de existencias con un mismo sexo a otro. Lo que puede provocar la manifestación residual, psíquica, de aspectos de existencias anteriores, puesto que todo se enlaza en el ser y sigue una progresión continua. Esto no tiene la mayor importancia, pero que es una duda que mucha gente se plantea. No se debe confundir con el homosexualismo o el lesbianismo, ya que este sería otro tema.
Por otro lado, el hombre viene destinado para encargarse de las tareas más rudas, por su naturaleza física más fuerte, no obstante, la mujer debe encargarse de las tareas, en principio, más delicadas, aunque los tiempos han cambiado, y las condiciones de vida en muchos países ya no son las de otrora. Paralelamente, los avances científicos, sobre todo tecnológicos, y la evolución del pensamiento humano, han facilitado la vida extraordinariamente a todos, superando la rudeza del pasado.
No obstante, aunque las circunstancias ya no son las mismas, las condiciones del hombre respecto a la mujer nunca se confunden. Deben, de ese modo, aportando sus características propias, adaptarse a las circunstancias y hasta las nuevas necesidades que la sociedad de hoy reclama. La mujer siempre será madre, esposa, hermana, hija. El hombre siempre será el esposo, el padre, etc. Vienen juntos no para disputarse derechos sino para complementarse.
En todo ello influye sobremanera el sentido espiritual, los valores y los objetivos que perseguimos en la vida. Por desgracia, la crisis actual ha derivado en un naufragio generalizado de muchas familias, en aquello que nos debe proporcionar estabilidad afectiva y emocional.
Las sociedades equilibradas se construyen desde el hogar, en las familias, empezando por los esposos, con el afecto y el cariño; fruto del cual llegan los hijos, para participar de ese amor y de esa paz. No es tarea fácil, puesto que el núcleo familiar es el laboratorio donde se deben forjar las más nobles aspiraciones, para desenvolver y desarrollar las aptitudes positivas; la renuncia, el sacrificio, la abnegación. Este es el gran objetivo a perseguir. Superando las barreras de la incomprensión, de la intolerancia, de los egoísmos y orgullos que retardan y minan la paz en los hogares.
Por desgracia, el sensualismo, el materialismo y otros factores consecuencia del mismo, han empujado a muchas parejas a la ruptura fácil y a debilitar las estructuras familiares. La falta de una educación moral de los hijos, los malos ejemplos, la sustitución de la convivencia sana y constructiva por los atractivos tecnológicos mal empleados; el afán económico así como otros factores, empujan a la sociedad a su desestructuración por el elemento que debería de gozar de mayor equilibrio como es el amor en pareja y la familia unida.
Observamos la paradoja, sin entrar a juzgar, cómo hoy día, estamos dirigidos por personas, que asumen responsabilidades de gobierno, para salvaguardar y mejorar el bienestar social, que dictan leyes, y que, sin embargo muchos de ellos, en lo personal no son un modelo como esposos, como padres; pretendiendo resolver los problemas de muchísima gente, siendo incapaces de resolver los suyos propios, esenciales para la vida.
En resumen, debemos valorar las aptitudes y el valor de ambos sexos. Para el espíritu le resulta indiferente encarnar de una forma u otra, puesto que persigue unas metas elevadas que casi siempre olvidamos cuando volvemos al contacto con la materia física.
Efectivamente, los mismos derechos pero distintas funciones, complementándose sin confundirse, adaptándose a las circunstancias para que la sociedad sea más justa y nadie quede desatendido. Buscando un equilibrio que permita la libre manifestación de las cualidades y aptitudes que son el motor del progreso, motivo por el cual estamos encarnados en la actualidad.
José M. Meseguer- 2015, Amor, paz y caridad
(1) Pregunta 818 del Libro de los Espíritus
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TREINTA Y DOS AÑOS..
AMALIA DOMINGO SOLER.
Hace algunos días que muchos periódicos publicaron sueltos referentes a un ataque de catalepsia, ataque prolongado que ha durado treinta y dos años, el sueño de la infeliz mujer que ha sufrido durante tanto tiempo un tormento, pues, según confesión de algunos desgraciados que han sido víctimas de tan horrible enfermedad, oyen perfectamente cuando se habla en su derredor y se enteran de todo cuanto dicen sus deudos y amigos, y algunos han sentido cuando los colocaban en el ataúd y se disponían a realizar el entierro del supuesto cadáver, hasta que con un esfuerzo sobrehumano han roto sus cadenas de inmovilidad. El suelto en cuestión decía así:
ATAQUE DE CATALEPSIA: CASO EXTRAORDINARIO
Los periódicos de Burgos dan cuenta del siguiente hecho:
Hace más de treinta y dos años, la vecina de Villavicencio, Benita de la Fuente, sufría un
ataque de catalepsia.
La enferma se hallaba postrada en cama, inmóvil y sin conocimiento, desde 1874, sin que
durante mucho tiempo haya hablado una palabra, limitándose a exhalar de vez en cuando algún quejido inarticulado; su única alimentación ha sido agua, y alguna vez ha tomado pequeñísimas cantidades de caldo y leche. Multitud de médicos, algunos de gran reputación, la han visitado en diversas ocasiones, no pudiendo explicar científicamente tan extraordinario caso.
Pues bien: el viernes último la enferma abrió los ojos, y recobrando súbitamente el habla
expresó sus deseos de abandonar el lecho.
El domingo siguiente, la familia la levantó y desde entonces va recobrando rápidamente la
salud perdida, siendo de esperar que muy en breve recupere la normalidad de sus funciones fisiológicas, aunque todavía no se le ha dado alimentación por el temor de que su estómago no pueda soportarlo.
Benita de la Fuente conoce ya a todas las personas de su familia, pero lo extraordinario del
caso es que no recuerda nada de lo que le ha ocurrido y se niega tenazmente a creer que haya estado dormida y sin comer más de treinta y un años.
Tiene actualmente sesenta y dos años.
Una hermana de la enferma, a quien todos tienen por persona seria y fidedigna, ha
comunicado esas noticias, las cuales constituyen un caso extraordinario, digno de ser estudiado por las eminencias médicas.
* * *
Yo creo que este caso, verdaderamente extraordinario, no sólo deben estudiarlo los médicos, y han opinado lo mismo que yo muchos espiritistas que me han escrito suplicándome que pregunte al guía de mis trabajos el porqué de tan horrible condena, porque vivir treinta y dos años sin movimiento, sin hablar, sin tomar parte en la lucha de la vida, debe tener una causa poderosísima; debe haber cometido el Espíritu así castigado uno de esos crímenes sin precedentes, unos de esos delitos que si no fuera porque dicen que nunca pagamos todo lo que debemos, la condena duraría millones de siglos, todas las agonías que hemos hecho sufrir a una o varias de nuestras víctimas, y si sólo nos aplican el mínimo de la pena merecida, treinta y dos años de martirio, ¿cuántos crímenes representan?
* * *
“No tanto como tú crees (me dice un Espíritu); que por regla general, los que os creéis mejor inspirados estáis tan lejos de la verdadera causa que produce tan malos efectos, como lo está la luz de la sombra, el fuego de la nieve, el amor del odio, la virtud del vicio, el egoísmo de la abnegación. No juzguéis nunca por las apariencias, que de cien veces que pronunciéis juicio condenatorio, noventa y nueve estaréis dominados por el error y seréis injustos convirtiéndose en jueces, cuando por vuestros defectos no debéis juzgar, sino ser juzgados.
“En el caso de catalepsia que tanto os ha llamado la atención, y al que la ciencia médica no encuentra explicación satisfactoria, hay efectivamente mucho que estudiar y mucho que aprender para reconocer a la enérgica voluntad de un Espíritu, la que ha sometido a su cuerpo a una prueba tan dolorosa. Los que niegan la existencia del alma, porque no la encuentran cuando amputan un brazo o una pierna o extraen un feto, o abren la cabeza para extirpar un tumor (como la ciencia no les puede decir la historia del Espíritu que anima a aquel organismo) se tienen que cruzar los brazos y enmudecer ante hechos cuya causa no comprenden, y vosotros, los espiritistas, los que sabéis que el presente está íntimamente enlazado con el ayer, y que el Espíritu es un agricultor eterno que siembra hoy para recoger mañana, al ver que algunos agricultores recogen tan mala cosecha, decís con espanto: ¿qué habrá hecho este desgraciado para merecer tan cruel castigo? ¿Qué papel habrá representado en la historia universal? ¿Habrá empleado su ciencia para ser un verdugo de la humanidad? ¿Habrá sido un conquistador insaciable?...Y vais acumulando pregunta sobre pregunta, y mientras más preguntáis más lejos estáis de la verdad, como os sucede ahora con esa pobre mujer cataléptica, que amontonáis sobre ella crímenes espantosos, y en realidad no es así; es un Espíritu desequilibrado, que ha amado mucho, pero con ese amor terrenal, egoísta, absorbente, dominante, avasallador, que prefiere la muerte del ser amado antes que verle dichoso en brazos de otro ser.
“Esa mujer, que hoy pertenece a una clase humilde, y que a no ser por su enfermedad hubiera pasado completamente desapercibida en la Tierra, en otro tiempo su sitial era un trono, y aunque su reino era pequeño, ello lo hizo grande por la severidad de sus leyes, y por ser ella el juez que dictaminaba las sentencias. Parecía insensible a los encantos del amor; casado por razón de estado, sin sucesión, era una mujer de hielo, intolerante para las faltas cometidas por amor; su corte parecía más bien una comunidad de monjas y de frailes sin votos; tal era la rigidez de las costumbres y la fiel observancia de los deberes en todos los sentidos. Así vivía Ermesinda, sin gozar, y sin dejar que los demás gozaran, hasta un día que le presentaron a un joven militar (casi un niño) muy recomendado por uno de sus parientes más cercanos, que lo ponía bajo su real protección, de la que se esperaba que se haría digno, siquiera por honrar su ilustre apellido. Ermesinda al verle sintió lo que nunca había sentido, hasta el punto que se dejó caer en un sillón porque perdió el conocimiento y el joven Ezequiel se turbó extraordinariamente al ver el mal efecto que su presencia había causado a su soberana, y se retiró temeroso de un algo desconocido.
“Ermesinda desde aquel día sintió una inquietud y una ansiedad inexplicable, si bien ella pronto se hizo cargo que su corazón se había despertado demasiado tarde, comprendió que amaba a Ezequiel con toda su alma, y trató de hacérselo comprender a él; pero Ezequiel era tan niño, y le habían educado de tal modo, que para él Ermesinda no era una mujer de carne y hueso, era una santa a la que había de venerar de rodillas, pero a gran distancia, para que el hálito humano no manchara su pureza. Así es que mientras ella acortaba el camino para encontrarse más pronto con él, él se alejaba de ella dominado por el temor de ofenderla, y como cuando uno no quiere, dos no se encuentran, Ezequiel se fue alejando de Ermesinda, y ésta se convenció que el joven huía de ella; sintió entonces celos, ¿de quién?, de todas las mujeres de la corte; no tuvo valor bastante para decirle: ven que yo te amo; la austeridad de sus principios se lo impidió; orgullosa por su linaje y por sus virtudes, no quiso descender de su alto pedestal para caer en los brazos de un niño, que no sentía por ella la menor atracción, que antes al contrario le inspiraba un temor inexplicable. Ermesinda logró dominar sus sentimientos, se cubrió con su máscara de hielo, venció en la lucha de sus pasiones, pero no consiguió otra cosa que mostrarse fría y severa con Ezequiel, que era el niño mimado de la corte por su gentileza, por su hermosura, por su distinción, por su nobleza, por su valor, y viéndole tan amado y tan colmado de atenciones, sus celos aumentaron de tal modo, que una noche lo hizo prender acusándole de traidor a su patria, de ser un espía pagado por huestes enemigas, y Ezequiel fue encerrado en una torre que parecía un nido de águilas, tan alta era, teniendo por base un promontorio de rocas, donde se estrellaban embravecidas olas, pues parecía que en aquel punto era continua la tempestad, tan fuerte era el oleaje que rugía enfurecido al chocar contra aquella atalaya fabricada cerca de las nubes.
“Cuando lo tuvo allí encerrado, Ermesinda se tranquilizó, diciéndose a sí misma: no viéndole, no descenderé de mi alto pedestal, no le diré que no puedo vivir sin él, y no sufriré el atroz martirio de verle en brazos de otra mujer; a grandes males, grandes remedios; cometo un crimen acusando a un inocente, pero evito mi deshonra ante el mundo y ante él y dejo de sufrir un dolor que me conduciría a la locura, porque el dolor de los celos es la locura en acción.
“Durante algunos días se habló de Ezequiel, pero después todos enmudecieron temiendo ser castigados como el joven espía, sobre el cual se acumularon tan horribles acusaciones, que hubo quien aseguró que había vendido muchas plazas fuertes a legiones enemigas. Ermesinda urdió en secreto la tela de tantas patrañas y pronto Ezequiel fue dado al olvido, aunque muchas mujeres lloraron su ausencia lamentando su infausta suerte, pero todo en silencio; nadie tuvo valor para defender al inocente, y Ezequiel estuvo encerrado treinta y dos años sin poder hablar ni con su carcelero, porque no lo veía; el alimento llegaba hasta él por un mecanismo que no dejaba ver a la persona que lo suministraba, y Ezequiel no tenía más consuelo que contemplar el cielo a través de los gruesos barrotes de hierro de una alta claraboya que daba luz a su reducida prisión. Así vivió treinta y dos años, y en ese tiempo el joven hermoso y fuerte se transformó en un viejo achacoso, sus rubios cabellos perdieron su color de oro, se volvieron amarillentos y por último blancos como la nieve, y cuando menos lo esperaba, se abrieron las puertas de su prisión y recobró la libertad, ignorando por qué la había perdido; regresó a su casa y toda su familia había muerto; entonces se enteró de la calumnia que le había deshonrado y pidió ver a la soberana; pidió una audiencia que no le fue concedida, porque Ermesinda ya estaba en la agonía; al comprender que iba a morir, quiso dejar en libertad al hombre que tanto había amado, y murió tranquila porque una dama de toda su confianza le dijo que había visto a Ezequiel que estaba desconocido con su cuerpo doblegado bajo el peso de los años y el dolor.
“Ezequiel no tardó en seguirla, y al verse los dos en el Espacio se compadecieron
mutuamente, y él la perdonó porque ella había pecado por amor. El perdón de Ezequiel le hizo tanto bien a Ermesinda, que pidió ser para él la madre más amorosa, ya que el amor de las madres en la Tierra es el más dispuesto a la abnegación y al sacrificio, pero antes de ser su madre mil y mil veces pidió sufrir el tormento que él sufrió víctima de su amor y de sus celos, y lo quiso sufrir padeciendo la peor de todas las dolencias: el sueño cataléptico. Quiso que su prisión fuera la más horrorosa, la que sin grillos ni cadena la sujetara al potro del tormento, porque los catalépticos oyen cuanto se habla en torno suyo, y ellos asisten a los consejos de familia, miden por lo que oyen el cariño de sus deudos, las miras interesadas de unos y los egoísmos de los otros; para ellos la verdad (que siempre es amarga) se presenta sin velos, y ¡ay de aquellos que viven sin una ilusión! En su prolongada agonía Ermesinda ha tenido el consuelo de tener a Ezequiel a su lado, el que muy a menudo ha murmurado en su oído juramentos de amor, pero no de amor terreno, de amor sobrehumano, y los dos Espíritus enlazados por una de esas afecciones que no se conocen en la Tierra, se unirán más tarde para no separarse jamás; ella dispuesta a ser su madre, su ángel tutelar; él, agradecido, apreciando en lo que vale la vehemencia de la pasión de Ermesinda, está dispuesto a corresponder a ella y a serle fiel eternamente.
“Ya ves qué porvenir tan hermoso les espera a esos dos Espíritus que han sufrido tanto
víctimas del amor, del amor terreno y del amor divino. Ezequiel vivió encarcelado treinta y dos años, siendo la causa de su inmerecido cautiverio el amor y los celos de una mujer, que gozaba pensando que nadie le vería, que nadie recibiría sus caricias ni escucharía sus juramentos amorosos. Lo había arrebatado de la sociedad, era suyo, le pertenecía porque le adoraba, y ahora Ermesinda ha sufrido otra prisión más horrible para hacerse digna por su martirio de adorar a su amado Ezequiel, santificada por el sacrificio. Ayer no podía decir que le amaba; mañana presentará su hijo al mundo entero y dirá: ¡Es mío! ¡Yo le llevé en mi seno! ¡Yo escuché sus primeros vagidos antes de verle! ¡Mis brazos han sido su cuna! ¡Su primera sonrisa ha sido para mí! ¡Sus primeras palabras han sido: ¡Madre mía! ¡Es mi hijo! ¿No es verdad que es muy hermoso?...Y Ermesinda será de esas madres apasionadas que seguirá a su hijo a todas partes, hasta el patíbulo si fuera necesario, todo su amor le parecerá poco para hacerle olvidar a Ezequiel el tormento que su loca pasión le causó durante treinta y dos años.
“Adiós”.
* * *
¡A cuántas consideraciones se presta la anterior comunicación!
¡Cuán cierto es que engañan las apariencias! De cien veces, noventa y nueve juzgamos
erróneamente.
¡Cuán equivocados son generalmente nuestros juicios, dado que siempre estamos dispuestos a aumentar la culpa de los otros y a disminuir se es posible la nuestra!
¡Cuánto peca nuestro pensamiento! Si con la intención basta, como dicen algunos creyentes, por nuestras malas intenciones somos la mayoría de los terrenales merecedores de cadena perpetua; y en verdad que, como la merecemos, la llevamos pendiente de nuestro cuello, al que rodea la argolla de nuestros múltiples defectos y sólo las comunicaciones de los Espíritus conseguirán a su debido tiempo hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez.
¡Bendito sea el Espiritismo! ¡Benditas sean las comunicaciones de los Espíritus, porque por ellas se redimirán los pueblos!
“No tanto como tú crees (me dice un Espíritu); que por regla general, los que os creéis mejor inspirados estáis tan lejos de la verdadera causa que produce tan malos efectos, como lo está la luz de la sombra, el fuego de la nieve, el amor del odio, la virtud del vicio, el egoísmo de la abnegación. No juzguéis nunca por las apariencias, que de cien veces que pronunciéis juicio condenatorio, noventa y nueve estaréis dominados por el error y seréis injustos convirtiéndose en jueces, cuando por vuestros defectos no debéis juzgar, sino ser juzgados.
“En el caso de catalepsia que tanto os ha llamado la atención, y al que la ciencia médica no encuentra explicación satisfactoria, hay efectivamente mucho que estudiar y mucho que aprender para reconocer a la enérgica voluntad de un Espíritu, la que ha sometido a su cuerpo a una prueba tan dolorosa. Los que niegan la existencia del alma, porque no la encuentran cuando amputan un brazo o una pierna o extraen un feto, o abren la cabeza para extirpar un tumor (como la ciencia no les puede decir la historia del Espíritu que anima a aquel organismo) se tienen que cruzar los brazos y enmudecer ante hechos cuya causa no comprenden, y vosotros, los espiritistas, los que sabéis que el presente está íntimamente enlazado con el ayer, y que el Espíritu es un agricultor eterno que siembra hoy para recoger mañana, al ver que algunos agricultores recogen tan mala cosecha, decís con espanto: ¿qué habrá hecho este desgraciado para merecer tan cruel castigo? ¿Qué papel habrá representado en la historia universal? ¿Habrá empleado su ciencia para ser un verdugo de la humanidad? ¿Habrá sido un conquistador insaciable?...Y vais acumulando pregunta sobre pregunta, y mientras más preguntáis más lejos estáis de la verdad, como os sucede ahora con esa pobre mujer cataléptica, que amontonáis sobre ella crímenes espantosos, y en realidad no es así; es un Espíritu desequilibrado, que ha amado mucho, pero con ese amor terrenal, egoísta, absorbente, dominante, avasallador, que prefiere la muerte del ser amado antes que verle dichoso en brazos de otro ser.
“Esa mujer, que hoy pertenece a una clase humilde, y que a no ser por su enfermedad hubiera pasado completamente desapercibida en la Tierra, en otro tiempo su sitial era un trono, y aunque su reino era pequeño, ello lo hizo grande por la severidad de sus leyes, y por ser ella el juez que dictaminaba las sentencias. Parecía insensible a los encantos del amor; casado por razón de estado, sin sucesión, era una mujer de hielo, intolerante para las faltas cometidas por amor; su corte parecía más bien una comunidad de monjas y de frailes sin votos; tal era la rigidez de las costumbres y la fiel observancia de los deberes en todos los sentidos. Así vivía Ermesinda, sin gozar, y sin dejar que los demás gozaran, hasta un día que le presentaron a un joven militar (casi un niño) muy recomendado por uno de sus parientes más cercanos, que lo ponía bajo su real protección, de la que se esperaba que se haría digno, siquiera por honrar su ilustre apellido. Ermesinda al verle sintió lo que nunca había sentido, hasta el punto que se dejó caer en un sillón porque perdió el conocimiento y el joven Ezequiel se turbó extraordinariamente al ver el mal efecto que su presencia había causado a su soberana, y se retiró temeroso de un algo desconocido.
“Ermesinda desde aquel día sintió una inquietud y una ansiedad inexplicable, si bien ella pronto se hizo cargo que su corazón se había despertado demasiado tarde, comprendió que amaba a Ezequiel con toda su alma, y trató de hacérselo comprender a él; pero Ezequiel era tan niño, y le habían educado de tal modo, que para él Ermesinda no era una mujer de carne y hueso, era una santa a la que había de venerar de rodillas, pero a gran distancia, para que el hálito humano no manchara su pureza. Así es que mientras ella acortaba el camino para encontrarse más pronto con él, él se alejaba de ella dominado por el temor de ofenderla, y como cuando uno no quiere, dos no se encuentran, Ezequiel se fue alejando de Ermesinda, y ésta se convenció que el joven huía de ella; sintió entonces celos, ¿de quién?, de todas las mujeres de la corte; no tuvo valor bastante para decirle: ven que yo te amo; la austeridad de sus principios se lo impidió; orgullosa por su linaje y por sus virtudes, no quiso descender de su alto pedestal para caer en los brazos de un niño, que no sentía por ella la menor atracción, que antes al contrario le inspiraba un temor inexplicable. Ermesinda logró dominar sus sentimientos, se cubrió con su máscara de hielo, venció en la lucha de sus pasiones, pero no consiguió otra cosa que mostrarse fría y severa con Ezequiel, que era el niño mimado de la corte por su gentileza, por su hermosura, por su distinción, por su nobleza, por su valor, y viéndole tan amado y tan colmado de atenciones, sus celos aumentaron de tal modo, que una noche lo hizo prender acusándole de traidor a su patria, de ser un espía pagado por huestes enemigas, y Ezequiel fue encerrado en una torre que parecía un nido de águilas, tan alta era, teniendo por base un promontorio de rocas, donde se estrellaban embravecidas olas, pues parecía que en aquel punto era continua la tempestad, tan fuerte era el oleaje que rugía enfurecido al chocar contra aquella atalaya fabricada cerca de las nubes.
“Cuando lo tuvo allí encerrado, Ermesinda se tranquilizó, diciéndose a sí misma: no viéndole, no descenderé de mi alto pedestal, no le diré que no puedo vivir sin él, y no sufriré el atroz martirio de verle en brazos de otra mujer; a grandes males, grandes remedios; cometo un crimen acusando a un inocente, pero evito mi deshonra ante el mundo y ante él y dejo de sufrir un dolor que me conduciría a la locura, porque el dolor de los celos es la locura en acción.
“Durante algunos días se habló de Ezequiel, pero después todos enmudecieron temiendo ser castigados como el joven espía, sobre el cual se acumularon tan horribles acusaciones, que hubo quien aseguró que había vendido muchas plazas fuertes a legiones enemigas. Ermesinda urdió en secreto la tela de tantas patrañas y pronto Ezequiel fue dado al olvido, aunque muchas mujeres lloraron su ausencia lamentando su infausta suerte, pero todo en silencio; nadie tuvo valor para defender al inocente, y Ezequiel estuvo encerrado treinta y dos años sin poder hablar ni con su carcelero, porque no lo veía; el alimento llegaba hasta él por un mecanismo que no dejaba ver a la persona que lo suministraba, y Ezequiel no tenía más consuelo que contemplar el cielo a través de los gruesos barrotes de hierro de una alta claraboya que daba luz a su reducida prisión. Así vivió treinta y dos años, y en ese tiempo el joven hermoso y fuerte se transformó en un viejo achacoso, sus rubios cabellos perdieron su color de oro, se volvieron amarillentos y por último blancos como la nieve, y cuando menos lo esperaba, se abrieron las puertas de su prisión y recobró la libertad, ignorando por qué la había perdido; regresó a su casa y toda su familia había muerto; entonces se enteró de la calumnia que le había deshonrado y pidió ver a la soberana; pidió una audiencia que no le fue concedida, porque Ermesinda ya estaba en la agonía; al comprender que iba a morir, quiso dejar en libertad al hombre que tanto había amado, y murió tranquila porque una dama de toda su confianza le dijo que había visto a Ezequiel que estaba desconocido con su cuerpo doblegado bajo el peso de los años y el dolor.
“Ezequiel no tardó en seguirla, y al verse los dos en el Espacio se compadecieron
mutuamente, y él la perdonó porque ella había pecado por amor. El perdón de Ezequiel le hizo tanto bien a Ermesinda, que pidió ser para él la madre más amorosa, ya que el amor de las madres en la Tierra es el más dispuesto a la abnegación y al sacrificio, pero antes de ser su madre mil y mil veces pidió sufrir el tormento que él sufrió víctima de su amor y de sus celos, y lo quiso sufrir padeciendo la peor de todas las dolencias: el sueño cataléptico. Quiso que su prisión fuera la más horrorosa, la que sin grillos ni cadena la sujetara al potro del tormento, porque los catalépticos oyen cuanto se habla en torno suyo, y ellos asisten a los consejos de familia, miden por lo que oyen el cariño de sus deudos, las miras interesadas de unos y los egoísmos de los otros; para ellos la verdad (que siempre es amarga) se presenta sin velos, y ¡ay de aquellos que viven sin una ilusión! En su prolongada agonía Ermesinda ha tenido el consuelo de tener a Ezequiel a su lado, el que muy a menudo ha murmurado en su oído juramentos de amor, pero no de amor terreno, de amor sobrehumano, y los dos Espíritus enlazados por una de esas afecciones que no se conocen en la Tierra, se unirán más tarde para no separarse jamás; ella dispuesta a ser su madre, su ángel tutelar; él, agradecido, apreciando en lo que vale la vehemencia de la pasión de Ermesinda, está dispuesto a corresponder a ella y a serle fiel eternamente.
“Ya ves qué porvenir tan hermoso les espera a esos dos Espíritus que han sufrido tanto
víctimas del amor, del amor terreno y del amor divino. Ezequiel vivió encarcelado treinta y dos años, siendo la causa de su inmerecido cautiverio el amor y los celos de una mujer, que gozaba pensando que nadie le vería, que nadie recibiría sus caricias ni escucharía sus juramentos amorosos. Lo había arrebatado de la sociedad, era suyo, le pertenecía porque le adoraba, y ahora Ermesinda ha sufrido otra prisión más horrible para hacerse digna por su martirio de adorar a su amado Ezequiel, santificada por el sacrificio. Ayer no podía decir que le amaba; mañana presentará su hijo al mundo entero y dirá: ¡Es mío! ¡Yo le llevé en mi seno! ¡Yo escuché sus primeros vagidos antes de verle! ¡Mis brazos han sido su cuna! ¡Su primera sonrisa ha sido para mí! ¡Sus primeras palabras han sido: ¡Madre mía! ¡Es mi hijo! ¿No es verdad que es muy hermoso?...Y Ermesinda será de esas madres apasionadas que seguirá a su hijo a todas partes, hasta el patíbulo si fuera necesario, todo su amor le parecerá poco para hacerle olvidar a Ezequiel el tormento que su loca pasión le causó durante treinta y dos años.
“Adiós”.
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¡A cuántas consideraciones se presta la anterior comunicación!
¡Cuán cierto es que engañan las apariencias! De cien veces, noventa y nueve juzgamos
erróneamente.
¡Cuán equivocados son generalmente nuestros juicios, dado que siempre estamos dispuestos a aumentar la culpa de los otros y a disminuir se es posible la nuestra!
¡Cuánto peca nuestro pensamiento! Si con la intención basta, como dicen algunos creyentes, por nuestras malas intenciones somos la mayoría de los terrenales merecedores de cadena perpetua; y en verdad que, como la merecemos, la llevamos pendiente de nuestro cuello, al que rodea la argolla de nuestros múltiples defectos y sólo las comunicaciones de los Espíritus conseguirán a su debido tiempo hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez.
¡Bendito sea el Espiritismo! ¡Benditas sean las comunicaciones de los Espíritus, porque por ellas se redimirán los pueblos!
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LA ERRATICIDAD SEGÚN ANDRÉ LUIZ
Artículo de Luiz Antonio Millecco
Hasta 1943, los espíritas brasileños tenían sobre la Erraticidad una idea un tanto vaga. Es verdad que algunos autores espiritualistas hablaban de ella como algo bien concreto, una copia de la vida terrena. No obstante, eso no era encarado con mucha atención por la
colectividad espiritista.
He aquí,que en 1943, todo cambia. Por el lápiz de Francisco Cándido Xavier, André Luiz, pseudónimo de un médico brasileño, desencarnado en la década de los 30, nos envía una serie de obras que comienza con "Nuestro Hogar". El libro fue encarado desde el inicio con una mezcla de alegría, perplejidad, escepticismo y desconfianza.
"Nuestro Hogar" nos era presentado como una colonia. En todo semejante a la Tierra.
Hospitales, otros lugares, un ambiente pleno de flores y hasta de frutos, agua, etc. Y no era únicamente eso. Estaba también el famoso "Umbral", en el cual André Luiz pasó cerca de 8 años.
Hablando de sus vivencias, en esa región inferior, este auténtico y maravilloso reportero de otro mundo, comenta incluso, las "necesidades fisiológicas". ¿Cómo entender eso? Para comprender las informaciones de André Luiz, necesitamos de algunas ideas-claves:
Evolución Espiritual
Milenariamente acostumbrados a las energías densas de la materia, no sería posible adaptarnos de manera inmediata a un mundo totalmente sutil, solamente accesible a los Espíritus Puros o Angélicos.
Periespíritu
El periespíritu, campo electromagnético, matriz de nuestro cuerpo físico, es aun materia, aunque quintaesenciada. Ahora, todos estamos acostumbrados al fenómeno del "órgano fantasma", cuando se amputa un miembro del cuerpo, durante mucho tiempo la sensación de que ese miembro permanece. Conocemos un caso de un hombre que perdió una
pierna y, no obstante, sentía el pie amputado, en el suelo. Si se observa que no se trata aquí apenas de la sensación del miembro amputado, sino de la percepción de la posición de este miembro tocando el suelo.
Energía Cósmica o Fluido Universal
La energía que Allan Kardec denominó Fluido Universal, es la matriz de todos los elementos del plano físico, después, debidamente manipulada y combinada, puede reproducir cualquiera de los objetos que nos rodean. (Ver el "Laboratorio del Mundo Invisible", en "El Libro de los Médiums").
Poder del Pensamiento
¿Cómo sino, manipular la materia cósmica? Exactamente a través del pensamiento. Voluntaria o involuntariamente, una vez desencarnados, creamos todo a nuestro alrededor. A su vez, nuestro periespíritu conserva impresiones y necesidades más o menos ligadas al Plano Físico, de acuerdo con nuestro progreso espiritual.
Si nos inclinamos sobre la obra de André Luiz, absorberemos tan copioso manantial de enseñanzas que sólo podemos percibir en ella una extraordinaria continuación de la Doctrina Espírita. Confirmando y desarrollando lo que los Mentores transmitieron a Allan Kardec, André Luiz nos habla de las consecuencias, después de la muerte, de todas nuestras actitudes felices o infelices.
"Nuestro Hogar" y otras colonias espirituales son construcciones del futuro que deseamos para el propio planeta. El "Umbral", a su vez, siendo ante todo nada más que un estado de conciencia, es apenas la exacerbación de los sentimientos de culpa que estaban escondidos dentro de nosotros. Todo comienza en nuestra propia alma, por eso, en el mensaje que antecede al primer capítulo de su obra, afirma André Luiz: "¡Oh! ¡Camino de las almas, misteriosos caminos del corazón! ¡Es menester recorrerlo, antes de intentar la suprema ecuación de la Vida Eterna! ¡Es indispensable vivir vuestro drama, conoceros detalle a detalle, en el largo proceso del perfeccionamiento espiritual…!"
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"Los seres del mundo corporal, debido justamente a su envoltura material, están ligados a la Tierra o a alguno de los planetas.El mundo espiritual se encuentra por todas partes, alrededor nuestro y en el espacio, y no se la ha trazado ningún límite."
-El Cielo y el infierno-
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La Melancolia
25. ¿Sabéis porque una vaga tristeza se apodera a veces de vuestros corazones y os hace encontrar la vida tan amarga?.
Es vuestro Espíritu que aspira a la felicidad y a la libertad y que, preso al cuerpo que le sirve de prisión, se extenúa en vanos esfuerzos para salir de él. Pero viendo que son inútiles, cae en el desaliento, y el cuerpo, soportando su influencia, se apodera de vosotros, la languidez, el abatimiento y una especie de apatía y os sentís infelices.
Creedme, resistid con energía esas impresiones que debilitan vuestra voluntad. Esas aspiraciones hacia una vida mejor, son innatas en el Espíritu de todos los hombres, pero no las busquéis en este mundo; y ahora, cuando Dios os envía a sus Espíritus para instruiros sobre las felicidad que os reserva, esperad con paciencia el ángel de la libertad que debe ayudaros a romper los lazos que mantienen a vuestro Espíritu cautivo.
Recordaos que tenéis que cumplir durante vuestra prueba en la Tierra una misión, de la que ni siquiera sospecháis, ya consagrándoos a vuestra familia, ya cumpliendo diversos deberes que Dios os confió. Y si en el curso de esta prueba, y desempeñando vuestra tarea, veis precipitarse sobre vosotros, los cuidados, las inquietudes, los disgustos, sed fuertes y valerosos para soportarlos. Afrontadlos francamente porque son de corta duración y deben conduciros junto a los amigos que lloráis, que se regocijarán de vuestra llegada entre ellos, extendiéndoos los brazos para conduciros a un lugar en el que no tienen acceso los pesares de la Tierra.
(FRANÇOIS DE GENÈVE, Bordeaux).
Evangelio Según el Espiritismo”
25. ¿Sabéis porque una vaga tristeza se apodera a veces de vuestros corazones y os hace encontrar la vida tan amarga?.
Es vuestro Espíritu que aspira a la felicidad y a la libertad y que, preso al cuerpo que le sirve de prisión, se extenúa en vanos esfuerzos para salir de él. Pero viendo que son inútiles, cae en el desaliento, y el cuerpo, soportando su influencia, se apodera de vosotros, la languidez, el abatimiento y una especie de apatía y os sentís infelices.
Creedme, resistid con energía esas impresiones que debilitan vuestra voluntad. Esas aspiraciones hacia una vida mejor, son innatas en el Espíritu de todos los hombres, pero no las busquéis en este mundo; y ahora, cuando Dios os envía a sus Espíritus para instruiros sobre las felicidad que os reserva, esperad con paciencia el ángel de la libertad que debe ayudaros a romper los lazos que mantienen a vuestro Espíritu cautivo.
Recordaos que tenéis que cumplir durante vuestra prueba en la Tierra una misión, de la que ni siquiera sospecháis, ya consagrándoos a vuestra familia, ya cumpliendo diversos deberes que Dios os confió. Y si en el curso de esta prueba, y desempeñando vuestra tarea, veis precipitarse sobre vosotros, los cuidados, las inquietudes, los disgustos, sed fuertes y valerosos para soportarlos. Afrontadlos francamente porque son de corta duración y deben conduciros junto a los amigos que lloráis, que se regocijarán de vuestra llegada entre ellos, extendiéndoos los brazos para conduciros a un lugar en el que no tienen acceso los pesares de la Tierra.
(FRANÇOIS DE GENÈVE, Bordeaux).
Evangelio Según el Espiritismo”
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