miércoles, 3 de mayo de 2017

El Por qué de la vida




Contenido de este  Blog en este día :

Vicios sociales: Alcohol, Tabaco, Drogas
Videncia y Clarividencia
El Por qué de la Vida
En plena Nueva Era



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                                    LEYES UNIVERSALES 

                                                  Vicios sociales

El Tabaco. Motivos de este hábito dañino y algunas de sus 
                                    consecuencias. 
Alcoholismo y estupefacientes.

           Consecuencias sociales y espirituales de éstos.

     Al igual que en todos los tiempos, cuando el ser humano alcanza cierto grado de desarrollo económico, tiende a buscar la felicidad en los placeres, con lo cual cae en la trampa de los hábitos viciosos. Y el vicio es un error de cálculo en la búsqueda de la felicidad. Es un espejismo que atrae, pero que sólo atrapa a los débiles, y a los que se dejan llevar por el deseo, ejerciendo luego dominio sobre ellos. Bien sabido es ya que los vicios se pagan con pérdida de salud y de fortuna y se recuerdan con arrepentimiento. Da pena ver a tanta gente camino del suicidio involuntario, conducida lentamente por los vicios. Porque, los vicios, tal como los conocemos hoy, son contrarios a las leyes naturales.
     Nuestro organismo solo exige la satisfacción de sus necesidades naturales, que son muy pocas y fáciles de satisfacer. Pero, cuando dejamos arraigar en nosotros hábitos viciosos, tales como las bebidas alcohólicas, el fumar, el sensualismo, el juego, los estupefacientes, etc., llamados deleites y goces; esos hábitos arraigan en la psiquis y llegan a exigir violentamente la satisfacción de los mismos. Quien no tiene el vicio de las drogas, por ejemplo, no tan sólo no las desea, sino que tampoco piensa en ellas. Quien no tiene el hábito vicioso de tomar vinos y licores, no los apetece ni el cuerpo se los pide; aunque sí, por medio de esa sensación de sed le pide agua para atender al normal funcionamiento del organismo. Quien no tiene el hábito de fumar, el cuerpo no le pide la satisfacción de esa artificiosa necesidad; pero, en cambio le pide aire puro para oxigenar la sangre y limpiarla de los desgastes y desechos de la asimilación orgánica. Quien no sea esclavo del hábito de las golosinas de confitería, no siente la menor necesidad de ellas, en cambio, el cuerpo le pide imperiosamente alimento que lo mantenga, y al satisfacer esa necesidad señalada por la sensación de hambre, queda satisfecho.
         Comencemos con un breve análisis del vicio que aparenta ser el más inofensivo: el hábito de fumar. El tabaco, base de ese hábito, es uno de los tantos enemigos del hombre y más aun de la
mujer; enemigo que estos protegen y cuidan con esmero. Mejor dicho, la planta que produce la hoja del tabaco, no es enemiga de nadie; pues, como todo en la creación, ha de tener un objeto útil, como las aplicaciones que comienza a descubrir la medicina homeopática (detalle aparte al final de esta lección). El tabaco, tal como se usa actualmente en el fumar, es un veneno. Si bien es verdad que el organismo moviliza los recursos necesarios para contrarrestar la acción tóxica de la nicotina y otros alcaloides dañinos contenidos en el tabaco, mediante la producción de antitoxinas defensivas, no es menos verdad que siempre queda en el organismo un residuo considerable. Para que tengáis una idea de su toxicidad, no tenéis más que probar haciendo que un adolescente fume un cigarrillo entero, y veréis que al terminar sentirá mareos y malestar. Análisis de laboratorio se han hecho de los sudores fríos que han seguido a esa condición, a ese ensayo, revelando tener varias substancias tóxicas peligrosas, que el organismo en su defensa expulsó por el sudor. Además del alquitrán residual del cigarrillo que va acumulándose en las paredes de los bronquios y los bronquiolos y alvéolos pulmonares, la cantidad de nicotina y ácido prúsico que recibe cualquier fumador moderado, es suficiente para causar la muerte a una persona abstemia si es ingerida en una sola vez. Y 50 mg. de nicotina pueden matar a cualquier fumador moderado, si le son inyectados en una sola vez; sin embargo, un fumador muy viciado soporta hasta 100 mg. en el transcurso del día, sin consecuencias mortales. Y esto es debido al intenso trabajo que efectúa el organismo en permanente proceso de desintoxicación, carga ésta onerosa que requiere energías que el organismo ha de tomar de su economía. De aquí que, el fumador inveterado tenga debilitadas las defensas y menores reservas para resistir cualquier invasión microbiana y atender a otras necesidades orgánicas. La mayoría de los cardíacos no resisten el tabaco. Los hepáticos, cuyo hígado funciona con dificultad hasta para filtrar sustancias inofensivas, son otras tantas víctimas de la acción insidiosa del tabaco. Pues, el tabaco con su contenido de nicotina, ácido prúsico, amonio, extractos azoados, ácido málico, ácido tánico, etc., sobrecarga ese órgano ya enfermo, agravando la salud. Amén de otros trastornos como son irritaciones bronquiales, pulmonares y estomacales. Además, la inhalación de cierta cantidad de gas venenoso en forma de monóxido de carbono. Son muchos los casos de dispepsia por la ingestión de la saliva contaminada, la cual afecta la secreción de los jugos gástricos y enzimas, tan necesarios para una buena asimilación. Y algo bien curioso, es el hecho comprobado del poco paladar de los fumadores, debido a que la nicotina atrofia la sensibilidad de las papilas del paladar. Las mujeres son las más sensibles a las toxinas del tabaco y afecta a sus órganos de reproducción. Entre otros males, les congestiona la garganta enronqueciendo la voz (voz masculina), lo cual le resta feminidad. A fuerza de sufrir los efectos constrictivos del tabaco sobre los vasos sanguíneos, la mujer que fuma pierde prematuramente el frescor del rostro y el brillo de los ojos (la conjuntiva se empaña). El cutis se marchita y arruga prematuramente, porque, afecta a las células de los tejidos, lo que hace que las arrugas comiencen antes de tiempo.

            Otro de los enemigos del hombre, causante de muchas desdichas humanas, es el alcohol,
especialmente en los hogares de la gente de menor cultura. No el alcohol propiamente, que tiene muchas aplicaciones útiles; sino el uso y abuso de las bebidas alcohólicas, que está tomando incremento en la clase trabajadora y siendo ya causa de muchos males, como la delincuencia, accidentes personales y de automóvil, y otros muchos que mantienen las cárceles llenas de infelices que directa o indirectamente hasta allí el alcohol los ha llevado.            No vamos a analizar los diversos aspectos de este vicio degradante, por demás conocido por vosotros, ni las consecuencias humanas, ya que resultaría muy extensa esta exposición. Pero sí, es necesario traer a vuestro conocimiento algo que es ignorado y que es causa principal de tanto vicio, especialmente alcohólico. Como conocéis ya, todo ser humano al desencarnar, lleva consigo sus gustos, tendencias, sentimientos y vicios; pues, la muerte del cuerpo orgánico no destruye los deseos, ya que estos no son físicos sino psíquicos. Después de la muerte física, cuando el vicioso se encuentra sin cuerpo carnal que le facilita el acceso a los medios de satisfacción del vicio, en este caso la bebida, su deseo se intensifica. Y aquellos que desencarnan víctimas de este vicio, al comienzo se desesperan al no poder saciar ese deseo y sufren angustias mayores que la privación en la vida de la carne, ya que ésta es un atenuante. Y en el caso del vicioso alcohólico, no puede elevarse y va a los lugares donde acostumbraba a beber, e intenta tomar el vaso de vino o licor de los que están tomando, lo que es causa de desesperación al no poder conseguirlo. Entonces, se acerca a los que están bebiendo y hace esfuerzos por absorber el olor que, aunque no le sacia le alivia un poco, ya que en los vapores del alcohol va contenida la parte etérica del alcohol. Y cuando el alcohol pasa a la sangre, comienza la volatización hasta alcanzar la forma etéreo astral que esos viciosos desencarnados succionan por el
aura del bebedor. Prácticamente, es una acción de vampirismo, ya que además succionan la vitalidad de la víctima. Y en los casos de borrachos habituales, la obsesión llega a anular la voluntad del bebedor. Si pudiéseis apreciar las escenas grotescas en los bares y locales donde expenden las bebidas alcohólicas, os asustarían, os causaría horror ver como entidades elementales desencarnadas, viciosas, se aglomeran y precipitan sobre los bebedores succionando y tratando de absorber los vapores del alcohol. Generalmente se apegan a una persona de voluntad débil a quien inducen (obsesionan) a beber, empujándolo (mentalmente) hacia bares, tascas, etc..
        En toda clase de vicios acontece lo mismo. El individuo que ha comenzado en alguna de las modalidades viciosas, es asediado por desencarnados viciosos que tratan de inducirlo al vicio; y esos seres viciosos desencarnados se valen de todos los medios posibles para conseguir sus fines. Como están ociosos le siguen por todas partes para conocer sus puntos débiles.
        En el caso del bebedor, provocan con frecuencia disgustos en el hogar a fin de llevarlo a la bebida. Pero esto no quiere decir que toda persona que tome un vaso de vino en las comidas vaya a caer víctima de esos obsesos. Recordad que, en todo, prima la ley de afinidad.
         Suele acontecer más frecuentemente en las personas de voluntad débil; pero no así en las de voluntad fuerte, capaces de resistir fácilmente las tentaciones. Mucho podríamos extendernos en este tema de los vicios sociales, pero, recomendamos que, si no queréis caer víctimas de esos vicios repugnantes, si no queréis caer víctimas de esa clase de obsesos más repugnantes todavía, apartaos de las bebidas alcohólicas y de los lugares frecuentados por viciosos.
          Tened presente que, cada vez que cedáis a los impulsos de un mal hábito, tales como el alcohol, tabaco, juego y otros, perderéis vuestra libertad, el don más preciado para el ser humano. Y si permitís que algún vicio os domine, os convertiréis en esclavos de ese vicio y con ello retrasaríais vuestra evolución.
             Debido a que a nuestras conferencias asisten jóvenes y adolescentes, dado que en el momento actual una parte de la juventud y adolescencia está cayendo víctima de los estupefacientes, necesario es hacer algunas reflexiones sobre este tema. Por desventura, existen ciertos individuos,
irresponsables de baja ralea que, en su afán de lucro, no vacilan en valerse de medios ruines y criminales como son la propagación del uso de ciertas substancias o drogas alucinógenas que están penetrando ya hasta en los escolares.
               El camino de perdición es muy seductor para la juventud. Oye embelesadores cantos de sirena que embargan sus sentidos. El dios del placer  subyuga al joven y a la joven con su mágico hechizo, y le embriaga y extravía con los incentivos de placeres paradisíacos que excitan su imaginación. y solo un conocimiento de las consecuencias puede librarles de la caída, cuando circunstancias desafortunadas colocan ante él o ella, la oportunidad de “probar”. Y otros, ya mayorcitos, en su vida vacía ¡pobres criaturas! van buscando atolondradamente nuevos placeres, para caer en las garras del vicio o vicios degradantes y del dolor. Los estupefacientes más comunes son: morfina, cocaína, opio, marihuana, hachis, grifa y otras drogas narcóticas que traficantes sin escrúpulos presentan en cigarrillos, caramelos y dosis inyectables, etc. Estos y otros estupefacientes, conocidos también como drogas narcóticas, comienzan produciendo una excitación en las células cerebrales y nerviosas, y con su parte etérica también en la psiquis, produciendo una euforia alucinatoria que transporta a sus víctimas a un “paraíso” artificial momentáneo, de corta duración, sumiendo luego al toxicómano en un estado de depresión de indecible tortura y desesperación, al desaparecer la acción de la droga. Y a poco de su uso, quien haya caído en esa trampa, tiene que ir aumentando la dosis,pues la anterior ya no le hace el efecto deseado. Y el estado depresivo sigue en aumento, por lo que el toxicómano se desespera y todo lo sacrifica por la obtención de la droga que le saque de ese estado terrible de tortura. Ya no busca el placer como en el comienzo, busca salir de ese estado de tortura psicofísica, de alucinaciones horribles que, cual fantasma, le persiguen. En su tormento, busca desesperadamente la droga que le libere. Y en esa angustia, van pasando días y días, hasta que la obtención de la droga se le hace más difícil, y para cuyo objeto no vacila en valerse del robo, etc.; y entonces trata de huir de sí mismo, porque la vida ya no le ofrece sino sufrimiento, y comienzan a pensar en el suicidio como puerta de escape, que muchas veces ejecutan, pero las más de las veces les falta valor; y solo las clínicas especializadas pueden rehabilitarles.
            La causa de la caída en el vicio de los estupefacientes está en la ignorancia, porque quien los conozca jamás caerá en el error. Y la puerta de entrada es, generalmente, la ociosidad perturbadora, carentes de un  objetivo de vida y que falto de un ideal, cedieron a las insinuaciones de malas compañías.  El remedio está en la educación, al comienzo de la adolescencia, exponiendo con claridad, el peligro a que conducen esos y otros vicios ocultos, a fin de que, cuando algún descarriado le hable de ellos, el adolescente esté ya en guardia y pueda dominar la curiosidad, evitando la caída.
       Todo hábito vicioso es contrario a las leyes naturales, e impedimento de progreso espiritual (objeto único de las vidas humanas); y es un lastre que mantiene a las almas viciadas apegadas al plano físico al desencarnar y en las secciones tenebrosas del astral inferior o mundo psíquico de las almas.
     
SEBASTIAN DE  ARAUCO

                                                                                                               
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                                                                     (Edgar Cayce )
                   VIDENCIA Y CLARIVIDENCIA


     Estas dos facultades son de carácter puramente anímico, aunque pueden  coincidir o deberse enteramente a la mediumnidad propiamente dicha, por eso  muchas veces   durante  esta percepción extrasensorial, el  vidente  no necesita abrir los  ojos para describir a los Seres espirituales que  hay en el ambiente y que se  entremezclan e interactúan  con el llamado mundo de los vivos.

      Las percepciones visuales están constreñidas a determinadas franjas    vibratorias que oscilan de acuerdo al grado de adelantamiento espiritual del   médium; así se puede dar el caso de que  dentro de un mismo ambiente   físico, un médium vea lo concerniente a determinada franja vibratoria,  mientras que otro médium  esté viendo otra diferente.

 ( Juana de Arco )
     La Videncia  aunque se encuentra clasificada en el grupo de las   mediumnidades, en sí misma no una mediumnidad , pues  no existe la transmisión o comunicado de un Ser espiritual, sin embargo  constituye  una facultad    específica de carácter anímico  por la que en determinados momentos, el  sensitivo  percibe , no  por los  ojos sino directamente a través de su alma,  el mundo espiritual que habitualmente nos rodea.  La utilidad de  la Videncia es la de desvelar los cuadros del mundo espiritual, sabiendo observarlos con la suficiente discreción  al  describirlos, evitando convertir  su facultad en un informativo de liviandades.

     La Clarividencia es otra facultad, también conocida como  “Doble vista”, o “segunda vista”. Esta facultad puede ser indistintamente anímica o mediúmnica, y consiste en la percepción visual de los espíritus o de escenas del mundo espiritual, así como de imágenes o de acontecimientos del mundo corporal   que están fuera del alcance visual normal, en estado despierto, ya sean lejanos  u ocultados de algún modo.
     La mayoría de las veces la clarividencia es el resultado de un trance parcial, que puede ser consciente o inconsciente.  También es conocida como “estado sonambúlico”, en donde las regiones sensoriales del cerebro están disociadas o sumidas en una fuerte relajación psíquica.
   Gabriel Delanne la define como la facultad de obtener conocimientos sin experimentar la influencia del pensamiento de otras personas presentes y sin servirse de los órganos de los sentidos.
      Como se trata de una percepción extracerebral o espiritual, el vidente puede  penetrar en escenas del pasado, del presente o del futuro (precognición, profecía, premonición).
      En la clarividencia  sonambúlica el vidente percibe  sus escenas   mientras permanece en estado de trance o estado  sonambúlico.
     Otra clase de clarividencia es la onírica, en donde las visiones se experimentan durante el sueño físiológico.
     La clarividencia profética  es en la que el clarividente  penetra en el futuro, aunque es la menos fiable, por influir frecuentemente la imaginación del clarividente psíquico, y desfigurar así la mayor parte de las veces los indicios de la realidad, además de que el futuro siempre es susceptible de ser modificado con la libertad de cada ser humano..
La telepática es cuando perciben los pensamientos o ideas de otras personas.
La Telestésica se refiere a la percepción de objetos, cuerpos, cosas, etc, así como escenas que se están produciendo  a distancia.
Por la clarividencia psicométrica  se puede hacer la lectura de las referencias psíquicas encontradas en objetos, personas y ambientes, pudiendo  pertenecer al pasado, al presente o al futuro.
         Hay que señalar que a veces la imaginación en los médiums poco disciplinados puede jugar malas pasadas al elaborar imágenes y construcciones producto de sus fantasías, que no saben traducir y lo mezclan con aquello que de verdad capta y causándole por ello una gran perturbación anímica.
     En definitiva, el mecanismo de cómo se producen esta clase de facultades,   
es  actualmente desconocido e inexplicado, pero la cuestión que interesa conocer es que existen tal como acreditan  tantos casos registrados por  la Parapsicología  y el  Espiritismo a lo largo de la historia de su investigación en estos temas.
- JOSE lUIS MARTÍN-


  Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es un océano
                                    - Isaac Newton -


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               EL POR QUÉ DE LA VIDA
¿Qué hombre, en las horas de silencio y de recogimiento, jamás interrogó la naturaleza y su propio corazón, pidiéndoles el secreto de las cosas, el por qué de la vida, la razón de ser del universo? ¿Dónde está el que jamás procuró conocer su destino, levantar el velo de
la muerte, saber si Dios es una ficción o una realidad? No es propio del ser humano, aún siendo tan despreocupado, que nunca se hubiera planteado estos problemas temibles. La dificultad en resolverlos, la incoherencia y la multiplicidad de las teorías que originaron, las
consecuencias deplorables que emanan de la inmensa mayoría de los sistemas desarrollados, todo este conjunto confuso, cansando el espíritu humano, le llevó a la indiferencia y al escepticismo.
Sin embargo, el hombre necesita saber; necesita el rayo que alumbra, la esperanza que consuela, la certeza que guía y que sostiene. Y tiene también el medio de conocer, de ver la verdad, de librarse de tinieblas e inundarlo de su benéfica luz. Para eso, él mismo debe
desprenderse de sistemas preconcebidos, descender, escuchar esa voz interior que habla a todos nosotros y que los sofismas no pueden engañar: la voz de la razón, la voz de la conciencia.
Así hice yo. Mucho tiempo reflexioné; medité sobre los problemas de la vida y de la muerte; con perseverancia sondeé estos abismos profundos. Dirigí a la eterna sabiduría un llamamiento ardiente, y me respondió, como responde a todo.
Espíritu animado del amor al bien. Pruebas evidentes, hechos de observación directa vinieron para confirmar las deducciones de mi pensamiento, para ofrecer a mis convicciones una base sólida e inquebrantable. Después de haber dudado, creí; después de haber negado, vi. Y la paz, la confianza y la fuerza moral crecieron en mí. Son los bienes que, en la sinceridad de mi corazón, deseoso de ser útil para mis semejantes, vengo para ofrecer a los que sufren y los que desesperan.
Jamás la necesidad de luz se hizo sentir de forma más imperiosa. Una transformación inmensa se produce en el seno de las sociedades. Después de haber estado sometido
durante largos siglos a los principios de autoridad, el hombre mismo aspira, cada vez más, a sacudir toda traba, a gobernarse. Al mismo tiempo que las instituciones políticas y sociales se modificaban, las creencias religiosas y la fe a los dogmas se debilitaron. Es todavía una de las consecuencias de la libertad en su aplicación a las cosas del pensamiento y de la conciencia. La libertad, en todos los dominios, tiende a sustituir a la coacción y a la autoridad, a guiar a las naciones hacia un horizonte nuevo. El derecho de algunos se convirtió en el derecho de todos; pero, para que este soberano derecho esté conforme con la justicia y lleve sus frutos es necesario que el conocimiento de las leyes morales venga a regular su ejercicio. Para que la libertad sea fecunda, para que ofrezca a las obras humanas una base segura y duradera, debe ser completada por la luz, la sabiduría, la verdad. La libertad, para hombres ignorantes y viciosos, ¿no es como un arma poderosa en las manos de un niño? El arma, en este caso, a menudo se vuelve contra quien la lleva y le hiere.
- León Denis -
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                            El problema religioso
La índole religiosa de El Libro de los Espíritus resalta desde sus páginas iniciales. Como ya vimos, Kardec lo inaugura con la definición de Dios. Pero el Dios espirita no es antropomorfo, no se trata de un ser formado a imagen y semejanza del hombre, como el de las religiones. A este respecto, la definición espiritista resulta terminante: “Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas”.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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                EN PLENA NUEVA ERA. 


Algunos seres humanos han dejado en la Tierra, como único rastro de la vida vigorosa que usufructuaron en la carne, sus mausoleos olvidados en un rincón yermo del cementerio. 

Ningún recuerdo útil. Ninguna reminiscencia sobre bases de fraternidad. Ningún acto que evoque actitudes como modelo de fe. Ningún ejemplo edificante en los currículos de sus existencias. Ninguna idea que superara la barrera de la mediocridad. Ningún gesto de amor que atrajera sobre sus nombres el rocío de la gratitud. 

La tierra conservó forzosamente sus cadáveres — restos de la materia consumida, que recubrió sus espíritus, y que pasan a contribuir sin quererlo como abono de las hierbas silvestres. 

Emplearon las concesiones del Padre Magnánimo exclusivamente para sí mismos, y se olvidaron de compartirlos con los compañeros de la evolución, ignorando que la verdadera alegría no prospera si está aislada en un alma, sino que solamente resplandece cuando existe reciprocidad de vibraciones entre varios grupos de seres amigos. 

¡Espíritas, muchos de nosotros ya hemos vivido así! Sin embargo, en la actualidad son otros los tiempos y mayores las responsabilidades que se nos presentan. 

El Espiritismo, que despliega en nuestras mentes estrechas y embotadas, amplios horizontes de ideal superior, nos impulsa hacia delante, rumbo a las Cumbres de la Perfectibilidad. 

La humanidad activa y menesterosa, atenta a la edificación de su porvenir triunfal, nos convoca al trabajo. 

El espíritu es un monumento viviente de Dios, el Creador Amoroso. Honremos nuestro origen divino mediante la creación del bien, a fin de que acompañe como una lluvia de bendiciones nuestras propias huellas. 

Hermanos, triunfad sobre la rutina que esclaviza. 

Cada día renace la luz de una nueva vida; con la muerte mueren nada más que las ilusiones. 

El espíritu debe ser conocido por sus obras. 

Es necesario vivir y servir. 

¡Es necesario vivir, hermanos míos, ser algo más que polvo! 

Eurípedes Barsanulfo 

Médium Francisco Cándido Xavier y Waldo Vieira 
Extraído del libro “El Espíritu de la Verdad
Cap. XVIII – Ítem 9

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