Sumario de artículos para hoy:
- Vida y valores
- Vida Feliz
-¿ Qué son los Espíritus?
- Sintonía
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(perturbaciones espirituales en el hogar)
Mucha gente se queja de que, periódicamente, en el hogar se convierte en un pandemónium. Mucha gente afirma que, muchas veces, percibe que la familia esta revoltosa, que alguna fuerza negativa parece haber penetrado en el hogar. Imaginan que hubo trabajos de magia, alguien hizo algún “trabajo fuerte”, todo ese contexto popular que queremos atribuir a los otros cuestiones que están bajo nuestra responsabilidad. Mantener nuestra casa en paz, mantener nuestro hogar en orden es alguna cosa de nuestra altura. Es alguna cosa que está bajo nuestra responsabilidad, bajo nuestra custodia. No en tanto, es válido pensar que, por el hecho de reunirse dentro de casa criaturas con las más variadas inclinaciones, caracteres, temperamentos, muchas veces la familia sufre mareos afectivos, emocionales, sentimentales, que redundan, de hecho, en perturbaciones de orden espiritual.
Dentro de casa existen aquellos cuyo temperamento los lleva a menospreciar a los otros, a condenar siempre, jamás elogiar, apenas ven defectos. Hay aquellos que hablan a gritos, los que son siempre groseros o se expresan junto a los familiares. Hay aquellos que tienen siempre un alfiler a punto para los pinchazos comunes dentro de casa. Los que hablan jugando con bromas, con segundas intenciones, y hieren el temperamento de aquel que es más sensibles o que es de mal temperamento. Y hay aquellos que, dentro de casa, ni cuerda tienen, explotan por cualquier cosa. Natural es pensar, en esas ocasiones, que estaremos dando margen a infiltraciones espirituales inferiores.
Como nos dice el Apóstol Pablo, estamos todo el tiempo siendo observados por una nube de testimonios. Pero, si tenemos testimonios, apostando en nuestro crecimiento, en nuestra virtud, en nuestra felicidad, no podemos negar que haya otros testimonios invirtiendo en nuestra caída. Son aquellos enemigos de nuestro pretérito, de nuestras vidas pasadas y de nuestra existencia presente. Ellos están siempre al acecho de nuestra fragilidad, de un gesto en falso, de una vivencia incorrecta, para que nos puedan provocar mal estar, aturdimientos, desarmonías, con el placer patológico de vernos sufrir. Acontece que esas circunstancias son casi siempre creadas por nosotros. En la libertad que tenemos de hacer y de dejar de hacer, somos aquellos que no frenamos la lengua, imaginando que todos los que viven dentro de casa con nosotros, en la familia, tienen obligación de aguantar, de soportar nuestro temperamento, nuestro mal humor, nuestro carácter intempestivo, nuestra poca paciencia. Y, al pensar de esa forma, no estamos respetando, aun dentro de casa, los otros que, aunque nos quieran, nos estimen, son personas diferentes de nosotros.
Sera siempre importante que nos coloquemos en el lugar de esas personas. Esa empatía se hace indispensable. Si yo estuviese en el lugar de esa persona, de mi mujer, de mi marido, de mi hijo, de mi hermano, de mi tía, o abuelo, ¿Cómo me gustaría que me trataran dentro de casa? ¿Qué tipo de cosas me gustaría oír? ¿Qué tipo de otras cosas no me gustaría oír? De ese modo, la convivencia dentro del hogar seria marcada por el respeto reciproco, en que cada cual, desempeñando su papel, estuviese atento a no herir a otro, a no desanimar a otro, no obstante tuviésemos todo el espacio para decir las cosas que son ciertas, aquello que está equivocado, lo que precisa ser corregido, en la pauta de nuestra vida cotidiana, dentro de casa.
Como estamos cercados, vale repetir a Pablo, por una nube de testimonios, cuando no pautamos dentro del hogar, ¿Cuál es el tipo de testimonios que convidamos para participar con nosotros en la vida intima de casa? Las entidades perturbadoras, Espíritus desajustados o enfermizos, aquellos que desean provocar, en nuestras vidas, desestructuraciones y aquellos que están enfermos, aturdidos y que ni tienen idea de que, si se aproximan a nosotros, nos estarán perjudicando. Son inconscientes de la realidad en que están viviendo, pero ni por eso, ellos dejan de ser atraídos por nosotros cuando realizamos las cosas indebidas. Por eso puede haber si, influencias espirituales bastante nefastas dentro de nuestra casa, o influencias leves en función del estilo de vida que adoptemos vivir en familia, en razón de todo aquello que decidimos hacer junto a nuestros familiares. Si nuestra propuesta fuese vivir con respeto, con amor, armonía, ciertamente atraeríamos nobles Espíritus para favorecer nuestro hogar, pero si lo hacemos diferente, nuestras compañías no serán nada agradables.
Todas las influencias que vengamos a sufrir en nuestra residencia, en nuestra casa, no tenemos que pensar primeramente que alguien nos lanzo pensamientos negativos, que alguien está haciendo “trabajos” contra nosotros, “trabajos” de magia porque lo que manda en nuestra casa, es nuestra convivencia. Todos aquellos que participamos de la familia somos dirigidos por los pensamientos, por las energías, por los fluidos, por las luces o por las sombras que tengamos dado abertura. Si estuviéramos viviendo con Dios en la honestidad, en la dignidad, en el respeto reciproco, ¿Cuál es el mal que nos va a alcanzar? ¿Cuál es la sombra que nos va a visitar? Pero, cuando estuviéramos en esa vibración, como dice el dicho popular: “Encendiendo una vela para Dios y otra para el demonio” obviamente no somos fieles a ninguna idea. Estaremos siempre en el campo de “quien da más” y por causa de eso, estaríamos vulnerables a los acompañamientos nocivos.
Es muy importante que prestemos atención en un dicho popular muy antiguo que asevera: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”. Naturalmente, cuando estamos lidiando con las cuestiones espirituales, la propuesta es diferente, los Espíritus nos dicen: “Dime quien eres y te diré con quién andas” Y a partir de nuestra forma de ser, es a partir de nuestro modo de vivir, del pensamiento que cultivemos, de las acciones que practiquemos, que elegimos nuestros acompañamientos espirituales. Podremos estar muy bien acompañados, en términos psíquicos, pero podremos estar muy mal resguardados. De ahí vale la pena la familia tener ese cuidado en su convivencia. Nadie va a imaginar que, dentro de casa, no tendremos alteraciones, alguna indisposición, alguien que hable de una forma más ríspida, más áspera con el otro y el otro se deshaga llorando. Eso es parte de la normalidad de la vida domestica cotidiana. Pero, lo que no debe acontecer es que esa postura de agresividad, esa postura pesimista, negativa, se torne una constante en la relación familiar. Cuando eso se torna una constante, no podemos tener duda de que estaremos mal asistidos.
Criaturas espirituales de mala índole, o ignorantes o inconscientes, estarán procurando hacer nido en nuestra consciencia. Nos sentimos lesionados, traicionados, amargados, despreciados en casa, nos sentiremos solos, nos veremos personas solitarias. Y todo eso, abrigado por nosotros, en esa baja auto estima, va haciendo que entidades desencarnadas de mala índole, infelices en sí mismas, se apropien de ese caldo de cultivo a que nosotros les ofrecemos, para hacer toda suerte de líos, para provocar toda suerte de males, de infestaciones negativas en el seno de nuestra familia.
Sera de buena propuesta instalar en nuestra casa, por lo menos una vez por semana, el habito de orar. “El evangelio en el hogar”, como llámanos, o “Jesús en el hogar”, como queramos. Cinco minutos o diez minutos, quince minutos, para leer una página de bien, una página del Evangelio, una página bíblica, o de un libro noble que tengamos a mano. Leer, comentar, verificar donde es que aquellas ligaciones sirven nuestra vida domestica, la vida de la familia, y nuestra vida individual. Después, hacer nuestra oración, agradeciendo a Dios por la familia, por la convivencia, por la armonización. Y pedir a Ese Supremo, a Ese Padre de Amor y de Bondad, la fuerza que necesitamos, como miembros de un clan, de un grupo domestico, de una familia, para resistirnos a todas las tentaciones que vamos encontrando por los caminos.
Basta que salgamos a la calle, para que tengamos todo tipo de dificultades y de facilidades. En el transito, en el comercio, en la travesía de la calle, en la relaciones sociales, todos esos movimientos que realizamos en el día a día, nos darán ocasión de hacer lo mejor, de ajustarnos a buenas o malas compañías. Y trabajando de esa forma, vamos ahuyentando a las influencias negativas, o mejor, vamos apartándonos de las influencias nefastas, o mejor aún, nos vamos vacunando contra esas ondas negativas que, periódicamente, invaden nuestro hogar y desestructuran nuestra familia. Es por causa de eso que debemos de pensar en la importancia que tiene para nosotros la oración en familia, en las bendiciones del hogar.
Raúl Teixeira.
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VIDA FELIZ
Sé gentil con los niños.
Ellos necesitan de oportunidad y de amor para lograr el triunfo.
Esos seres en formación ignoran las luchas que les aguardan.
Extiéndeles el gesto de simpatía, transmitiéndoles confianza en la humanidad que representas.
No los atemorices ni los maltrates.
Quien viera a aquel pequeño en Nazaret, en el pasado, entre otros niños jugando despreocupadamente, no podría imaginar que era el constructor de la Tierra, nuestro modelo y guía.
Vida Feliz. Por el Espíritu Joanna de Ângelis, médium Divaldo Pereira Franco
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¿ QUÉ SON LOS ESPÍRITUS ?
¿Qué son esos Espíritus? ¿Qué papel desempeñan en el Universo? ¿Con qué
propósito se comunican con los mortales? Tales son las primeras preguntas que se
trataban de responder. Pronto se supo, por ellos mismos, que no son seres aparte en la Creación, sino las mismas almas de aquellos que vivieron en la Tierra o en otros mundos; que esas almas, después de despojarse de su envoltorio corporal, pueblan y recorren el espacio. Ya no fue permitido dudar más de eso, cuando se reconoció, entre ellos, a sus parientes y a sus amigos, con los cuales pudieron conversar; cuando éstos vinieron a dar la prueba de su existencia, a demostrar que en ellos no ha muerto sino el cuerpo, que su alma o Espíritu vive siempre, que están allí, cerca de nosotros, viéndonos y observándonos como cuando estaban vivos, rodeando con su solicitud a aquellos que amaron y de los cuales el recuerdo, para ellos, es una dulce satisfacción.
Por lo general se tiene de los Espíritus una idea completamente falsa; ellos no son, como muchos se lo figuran, seres abstractos, vagos e indefinidos, ni algo así como un fulgor o una chispa; son, por el contrario, seres muy reales, teniendo su individualidad y una forma determinada. Podemos hacernos de ellos una idea aproximada por la siguiente explicación:
Hay en el hombre tres cosas esenciales: *1º El alma, o Espíritu, principio inteligente en el cual residen el pensamiento, la voluntad y el sentido moral; 2º El cuerpo, envoltorio material pesado y grosero, que coloca a los Espíritus en relación con el mundo exterior; 3° El periespíritu, envoltorio fluídico, leve, sirviendo de lazo y de intermediario entre el Espíritu y el cuerpo. Cuando el envoltorio exterior está usado y no puede funcionar, cae, y el Espíritu se despoja de él, como el fruto de su cáscara, el árbol de su corteza: en una palabra, como se desecha una vieja ropa fuera de su uso. Esto es lo que se llama la muerte.
La muerte, por lo tanto, no es otra cosa sino la destrucción del envoltorio grosero del Espíritu: sólo el cuerpo muere, el Espíritu está, de alguna suerte, comprimido por los lazos de la materia a la cual está unido, y que, frecuentemente, paraliza sus facultades; la muerte del cuerpo lo desembaraza de sus lazos; se emancipa y recobra su libertad, como la mariposa saliendo de su crisálida; pero no deja sino el cuerpo material; conserva el periespíritu, que constituye, para él, una especie de cuerpo etéreo, vaporoso, imponderable para nosotros y de forma humana, que parece ser la forma típica. En su estado normal, el periespíritu es invisible, pero el Espíritu puede hacerle sufrir ciertas modificaciones que lo vuelven momentáneamente accesible a la visión e incluso al tacto, tal como ocurre con el vapor condensado; es así que puede, algunas veces, mostrársenos en las apariciones. Es con la ayuda del periespíritu que el Espíritu actúa sobre la materia inerte y produce los diversos fenómenos de ruidos, de movimientos, de escritura, etcétera (los golpes y los movimientos son, para los Espíritus, los medios de mostrar su presencia y de llamar sobre ellos la atención, exactamente como una persona cuando toca para advertir que hay alguien). Hay los que no se limitan a ruidos moderados, sino que llegan a provocar un estrépito semejante al de la vajilla que cae y se rompe o de puertas que se abren y vuelven
a cerrarse o de muebles derribados.
Con la ayuda de golpes y de movimientos convenidos ellos pudieron expresar sus
pensamientos, pero la escritura les ofrece un medio completo, el más rápido y el más cómodo; también es aquel que ellos prefieren . Por la misma razón que pueden llegar a formar caracteres, pueden guiar la mano para hacer trazar diseños, escribir música, ejecutar un trecho en un instrumento... en una palabra, a falta de su propio cuerpo, que no tienen más, se sirven del médium para manifestarse a los hombres de manera sensible.
Los Espíritus pueden además manifestarse de varias maneras, entre otras por la visión y por la audición. Ciertas personas, llamadas médiums auditivos, tienen la facultad de oírlos y pueden así conversar con ellos; otros los ven: son los médiums videntes. Los Espíritus que se manifiestan a la visión, generalmente se presentan bajo una forma análoga a la que tenían en vida, pero vaporosa; otras veces, esa forma tiene todas las apariencias de un ser vivo, al punto de engañar completamente y que, algunas veces, fueron tomados por personas de carne y hueso, con los cuales se pudo conversar y cambiar apretones de mano, sin desconfiar que se estaba tratando con Espíritus, a no ser por su desaparición súbita.
La visión permanente y general de los Espíritus es muy rara, pero las apariciones
individuales son bastante frecuentes, sobre todo en el momento de la muerte; el Espíritu liberto parece apresurarse a ir a ver de nuevo a sus parientes y amigos, como para comunicarles que acaba de dejar la Tierra y decirles que vive siempre.
Que cada uno reúna sus recuerdos, y se verá cuántos hechos de ese género, de los
cuales no se daba cuenta, ocurrieron no sólo de noche, durante el sueño, sino en pleno día en el estado de vigilia más completo. Antaño se veían estos hechos como sobrenaturales y maravillosos y se los atribuía a la magia y a la hechicería; hoy los incrédulos los achacan a la imaginación, pero desde que la ciencia espiritista les dio la clave, se sabe cómo se producen y que no salen del orden de los fenómenos naturales.
El Espiritismo en su más simple expresión.
ALLAN KARDEC.
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SINTONÍA
Las bases de todos los servicios de intercambio entre los habitantes del mundo espiritualy los encarnados descansan en la mente, no obstante las posibilidades de producir
fenómenos naturales en el campo de la materia densa, llevados a efecto por entidades
poco evolucionadas o por las extremadamente consagradas a la caridad y el sacrificio.
De cualquier modo, sin embargo: es en el mundo mental donde se procesa la génesis de
todos los trabajos de comunión de espíritu a espíritu.
De ahí proviene la necesidad de renovación idealista, de estudio, de bondad operante y
de fe activa, si pretendemos mantener el contacto con los Espíritus de Gran Luz.
Supongamos que nuestra mente es una piedra que empieza a ser tallada. Igual que la
mente del animal puede permanecer durante muchos siglos en la ociosidad o en la
sombra, bajo el caparazón difícilmente permeable de hábitos nocivos o de impulsos
degradantes; pero si la exponemos al sol de la experiencia, aceptando los obstáculos, las
lecciones, los tormentos y las dificultades del camino como benditos golpes asestados
por el buril de la vida, y nos esforzamos por perfeccionar el conocimiento y mejorar el
sentimiento, así como la piedra tallada refleja la luz, nos capacitaremos indudablemente
para recibir la influencia de los grandes genios de la sabiduría y del amor, gloriosos
exponentes de la inmortalidad victoriosa. Así también nos convertiremos en valiosos
instrumentos de la obra asistencial del Cielo, en favor del resurgimiento de nuestros
hermanos menos favorecidos y para nuestra propia elevación, hacia regiones mas altas.
Afín de que alcancemos tan sublime objetivo, es indispensable que tracemos para
nuestra organización mental un derrotero en el Infinito Bien, y que lo sigamos sin
retroceder.
Es necesario que comprendamos - repetimos -, que nuestros pensamientos son fuerzas,
imágenes, objetos, creaciones visibles y tangibles en el campo espiritual.
Atraemos compañeras y recursos de conformidad con la naturaleza de nuestras ideas,
aspiraciones, invocaciones y llamados.
Por ser energía viva, el pensamiento mueve en torno de nosotros fuerzas sutiles,
construye paisajes o formas y crea centros magnéticos u ondas con las cuales emitimos
nuestra actuación o recibimos la actuación de los otros.
Nuestro éxito o fracaso dependen de la persistencia o de la fe con que nos consagramos
mentalmente a los objetivos que nos proponemos alcanzar.
Semejante ley de reciprocidad impera en todos los acontecimientos de la vida.Habremos de comunicarnos con las entidades o núcleos de pensamientos con los cuales nos pongamos en sintonía.
En los más simples cuadros de la naturaleza vemos que se manifiesta el principio de
correspondencia.
Un fruto podrido genera en el suelo un foco infeccioso que tiende a expandirse, en tanto
aporta elementos corruptores.
Expongamos una pequeña lámina de cristal, limpia y bien cuidada, a la luz del día y
reflejará infinitos destellos del sol.
Las golondrinas van tras la belleza de la primavera.
Las lechuzas acompañan las sombras nocturnas.
El matorral agreste alberga serpientes.
La tierra cultivada produce el buen grano.
En la mediumnidad esas son las leyes que se manifiestan vigentes.
Las mentes enfermizas o perturbadas asimilan las corrientes desordenadas del
desequilibrio, mientras que la buena voluntad y la buena intención acumulan los valores
del bien.
Nadie está solo.
Cada criatura recibe de acuerdo con lo que da.
Cada alma vive en el clima espiritual que ha elegido, en la búsqueda del tipo de experiencia en la que sitúa la propia felicidad.
Por consiguiente, estemos convencidos de que nuestros compañeros en la Tierra, o en el
Más Allá, son los que escogemos con nuestros requerimientos íntimos, asimismo porque según la antigua lección evangélica, "tendremos nuestro tesoro donde pongamos el corazón".
Del Libro "Derrotero" de Emmanuel, a través de Chico Xavier
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